Karakter

“Ik zal hem wurgen voor negen tienden, en de laatste tiende zal hem sterk te maken”
(Voy a estrangularlo durante nueve décimas partes, y el último décimo también lo fortalecerá)

El carácter de una persona, resume la manera en la que esta persona reacciona habitualmente frente a una situación dada, en cierto tipo de circunstancia o coyuntura; y la forma de expresar esta manera de reaccionar, es señalando que la persona posee tal o cual perfil, característica o inclinación.
Por ejemplo, se dice de una persona a quien le gusta servir y ayudar a otros, que la misma es generosa, altruista, bondadosa, y/o servicial.
Y por su parte, alguien que es muy riguroso y estricto con lo que dicen y hacen otros, si es que se expresan y actúan de una forma que no es de su agrado, y si esta molestia, fastidio y/o enfado lo mantiene por largo tiempo sin olvidar y sin perdonar, bien será calificado de rencoroso.
La primera infancia, es un período en que se aprende rápido, en el cual los niños pasan por transiciones de su desarrollo en una amplia gama de dominios.
En especial, el ingreso de los niños a la etapa de “lenguaje formal” es uno de los logros más proclamados del desarrollo inicial.
El lenguaje, permite a los niños compartir significados con otros, y participar en el aprendizaje cultural de un modo sin precedentes.
Además, el lenguaje es fundamental como indicio que están listos para el ingreso a la escuela, y el alcance de logros.
Por otro lado, una distinción es, caracteres fuertes y otros más débiles; la fuerza de carácter es la capacidad de mantener su elección a pesar de eventos y otros factores adversos encontrados, como la adversidad.
Por el contrario, la persona considerada como de bajo carácter, es fácilmente conducido en situaciones sostenido por el carácter de los demás.
La polaridad baja/alta, cruza la distinción:
Mal carácter/buen carácter, que refleja más el modo de expresión del individuo en particular en sus relaciones con los demás.
Podría decirse, entonces, que un carácter fuerte, se acompaña de un mal carácter, pero todas las formas de excepción son posibles, especialmente en lo que ésta dureza de expresión puede ser estratégica y negativamente el objetivo perseguido.
Según estudios recientes, se hereda hasta un 60%, es decir, el carácter; y por extensión, la personalidad de cada cual.
Pero el carácter también se forja, bien por circunstancias externas, o por manipulación.
Las luchas de poder, son tema continuo en las narrativas cinematográficas, especialmente las que refieren a esa rivalidad entre padre e hijo, el heredero, el suplente, el que acecha constantemente el trono patriarcal, la cama de la esposa, o el liderazgo en la jauría.
“Waarom ga je niet je jongen met rust te laten?”
(¿Por qué no dejas a nuestro chico en paz?)
Karakter es un drama holandés, del año 1997, dirigido por Mike van Diem.
Protagonizado por Jan Decleir, Fedja van Huêt, Betty Schuurman, Victor Löw, Tamr van den Dop, Hans Kesting, entre otros.
El guión es de Mike van Diem, Laurens Geels, y Ruud van Megen, basados en la novela “Karakter; roman van zoon en vader” de Ferdinand Bordewijk, publicada en 1938; sobre una sociedad deprimida, donde el proletariado sólo es dueño de su prole y malvive temiendo el desahucio.
Allí, un joven avispado, fuerza su destino al estilo del “Sueño Americano”:
Conseguir desde abajo, llegar hasta arriba gracias al esfuerzo, el tesón y la inteligencia.
Karakter aborda crudamente, la distancia comunicacional y emocional entre una madre y un hijo producto del miedo a la sensibilidad, un miedo a no estar firme a los aventones de la vida.
Las relaciones frías que mutan en duras experiencias, cuando el orgullo y la soberbia pueden más que la misma sangre que une a un padre y un hijo, y las consecuencias que pueden ocasionar estas circunstancia en un niño.
Después de todo, siempre se ha dicho que un hombre es resultado de las intervenciones de los padres en la infancia.
Por ello, Karakter es un drama psicológico, que da cuenta de la crudeza de las relaciones familiares, y su capacidad en la determinación del carácter de una persona.
El título de la película, resulta bastante apropiado, pues vemos diferentes caracteres como el de la madre, el hijo y el padre, caracteres que poseen la misma característica, el odio y un amor muy peculiar.
Karakter obtuvo el premio Oscar como Mejor Película de Habla No Inglesa.
La acción sigue a Jacob Willem Katadreuffe (Fedja van Huêt), un chico que vivía solo con su madre Jacoba (Betty Schuurman), pero es una madre ausente, con la cual no había comunicación, ni ningún tipo de vínculo.
En su entorno, tampoco había ninguna figura paterna, hasta después que encuentra a su padre, Arend Barend Dreverhaven (Jan Decleir), y comienza un tipo de relación ambivalente de amor/odio.
En su infancia, Jacob no tenía amigos, y los compañeros de la escuela lo molestaban por ser un “bastardo”
Después de años, cuando era adolescente, tiene el primer vínculo afectivo con un inquilino de su madre, el cual se convierte en amistad; y cuando comienza su vida laboral, tiene su segundo vínculo afectivo, su jefe, que se convierte en su mentor y el que lo aconseja.
Hasta el día de la muerte del padre, Jacob sigue esta relación amor/odio con él; y el trato del joven por llamar su atención, provoca reacciones de las cuales el joven necesitaba estimular “para salir adelante”; así logra todas sus metas en el sentido laboral, pero le falta algo, la relación padre y madre.
La madre muere de una enfermedad, pero a pesar de todo, jamás logra tener una relación madre/hijo con ella; y un día, el padre se suicida, y le deja todo su dinero a él, y la última nota dejada por el padre, ya no estaba firmada por ese hombre que era un cobrador sin escrúpulos y sentimientos, sino como “su padre”, después de años de “aparente enemistad”
Karakter es un duro drama, que narra la relación entre un hijo ambicioso, que busca abrirse camino en la vida; y su padre, un hombre rudo y miserable, que no sólo le ignora, sino que le coarta su existencia; siendo un buen ejemplo de un cine noreuropeo, que envuelve en una estética fría, los problemas universales de las relaciones familiares, reflejados en un guión que muestra crudeza, pero impregnado de pasión.
De esta forma, aunque el tema de la opresión en las relaciones padre/hijo ya se conoce, y se ha usado mucho en el cine, Mike van Diem logra una variación novedosa, que muestra que en el fondo de muchas de estas, hay una gran soberbia y orgullo, que incapacita a los seres humanos mostrar sus sentimientos, y que convierte sus vidas en un desierto.
Una temática dura, tan dura, que la frialdad del ambiente y de los personajes, sirve de asepsis, haciendo que podamos ver, desde arriba, como el demiurgo, pudiendo analizarlo todo:
Educación, paternidad, maternidad; cómo sobrevivir, salir adelante; la fuerza, y sobre todo, el carácter.
¿A veces los padres lo hacen por nuestro bien?
“Wie heeft je dat geleerd zinloze zelfkastijding?”
(¿Quién te enseñó el sin sentido del auto-castigo?)
Basada en una novela escrita a finales de los años 30, por Ferdinand Bordewijk, la ópera prima del holandés Mike van Diem, de entonces 39 años, apuesta al exceso, y es allí donde encuentra méritos y debilidades.
“Cuando me ofrecieron filmar la novela, primero la rechacé:
Si algo no quería, era filmar un libro que me habían hecho leer en el colegio.
Luego acepté, tomando el libro como una excusa para hacer lo que yo quería”, dijo el realizador.
El pecado de “hybris” o la desmesura, como en cualquier tragedia clásica, rige las acciones y sus consecuencias en cada uno de los personajes de Karakter, pero todo perfectamente orquestado bajo la mano de van Diem, mezclando alegremente lo freudiano con “el cuento de hadas”, en esta fábula del hijo que busca al padre para matarlo.
Definir bien a un personaje, es en sí mismo un trabajo para reflexionar; así tenemos un crimen, el misterio, un drama familiar, y todo esto que podría ser el nudo en cualquier película, en Karakter, son el aderezo de un nudo aún más importante, que es la construcción del personaje en sí, el carácter del mismo, su definición como tal; por lo que se centra en 3 aspectos fundamentales:
La superación personal de un individuo que deberá ir formando su personalidad en un clima hostil, y alejado de cualquier tipo de contención familiar.
La tensión en las interrelaciones familiares, debido a una fuerte puja de imposición de caracteres.
Y la demostración de autosuficiencia por parte de cada miembro de esta familia.
Así la acción gira entorno a personajes con un carácter muy marcado, y por tanto muy definido, si a esto le añadimos unos actores con unos físicos muy característicos, que no hacen otra cosa que acentuar esa personalidad, la impronta que cada uno de ellos deja en el espectador, es más que evidente.
En base a estos 3 parámetros, Mike van Diem, construye un filme basado en la rispidez, en asperezas, en odios del pasado, en una relación muy particular paterno/filial, en el pesimismo, en la búsqueda de demostrar que se puede ser mejor, sin la necesidad del otro; y que logra al menos mostrar una realidad familiar impregnada por los altercados, por la falta de expresividad de los afectos, y que sin lugar a dudas, nos mueve a la reflexión sobre cómo eran en otros tiempos, las relaciones interfamiliares dentro del contexto político/temporal de la Europa de finales de la década del 20.
Con una voz “en off”, se nos cuenta la historia de alguien que sufrió el carácter de una madre y un padre, diferentes entre sí por muchas cosas, y semejantes en otras.
Y ambas características, forjaron un tercer carácter que sigue, y sigue cuál ambicioso, en su camino de autosuperación que no es más que el camino del reconocimiento.
“Reconocimiento”, palabra importante que dominará todo el metraje; una historia que abarca toda una vida, en fin, donde se aplica con mucho acierto, ya que de otra forma, esa sutil, cruel y ciertamente despiadada manipulación del padre para con su hijo, muy posiblemente no sería entendida como tal por el espectador.
Así vemos a una madre que no sabe hablar, que acompaña tan incondicional y silenciosamente que duele; de un padre que se puede vislumbrar, tuvo que forjar un carácter apático para poder trabajar de lo que trabaja, y que ve en lo perverso, una manera de enseñar, sin miramientos, sin reflexiones, sin humanidad; y un hijo, que con semejante cuadro familiar, hace lo que puede, buscar y buscar, incansablemente, estar mejor, porque estar así, lo asfixia; por lo que resulta interesante los sueños perturbadores del padre, como la conciencia que puede tener si se siguen los patrones que conducen a que alguna vez se pierda el control.
Karakter tiene un comienzo impresionante, en ritmo y edición, hasta plantear el ataque de un joven a un viejo en un edificio.
El viejo muere, y el joven es acusado de asesinato.
A partir de la investigación policíaca, que del hecho se desprende, van Diem reconstruye la relación padre, e hijo de los 2 personajes, desde la infancia del segundo.
Toda la trama, está narrada con una sobriedad y una economía de medios sorprendente.
El manejo de la cámara es magistral, se mueve todo el tiempo, pero no se mueve en base a una estética que quiera subrayar su presencia por sí misma, por lo que  no es preciosista; pues está impecablemente filmada con tonos oscuros, grises, juegos de luces y figuras que se recortan en un clima absolutamente gris.
La única excepción en donde aparecen los colores, asoma en la playa, y sobre todo en el parque en donde se da la única/última comunicación con su madre.
Todos los movimientos de la cámara, están sujetos a la economía narrativa y están dirigidos a marcar, subrayar o mostrar un momento de la trama o la acción de un personaje.
Todo ese trabajo fílmico, está dirigido a beneficiar la narración, por lo que hay un equilibrio entre cinematografía, realización, y argumento.
Con unas atmósferas que remiten a los primeros films de Fritz Lang, van Diem plantea la historia de esta relación con mano firme.
La historia flota a media agua entre la fábula de iniciación, y la novela de aprendizaje a lo Charles Dickens, con un joven bastardo en busca de su identidad, en la Holanda de los años 20.
Pero Van Diem y sus coguionistas, eligieron embutir esta historia dentro de un esquema de “thriller”, con el héroe, principal sospechoso de un crimen, contando su versión frente a un policía poco desconfiado.
A lo largo del relato, Katadreuffe evocará a su madre, Joba, pero sobre todo a su padre, Dreverhaven, un notario público, especializado en desalojos y evicciones, cuya única felicidad parecerían ser la desgracia y el rencor ajenos.
El gesto avinagrado, los labios en un rictus permanente, siempre envuelto en un abrigo oscuro, y con el ala ancha del sombrero echando sombra sobre su rostro, Dreverhaven, está pintado no como un hombre, sino como un monstruo, un ser tan maligno; pero tiene una debilidad, y se llama Joba, la mujer a la que hizo madre, y a la que cada tanto, ritual infaliblemente ineficaz, ofrece casamiento.
Sólo la testaruda, dura mudez de Joba, parece capaz de plantarse firmemente frente al monstruo, al mejor estilo de “La Bella y La Bestia”
Por el rechazo, a partir de ese momento, la relación padre e hijo queda establecida por la persecución, la mutua provocación, el rencor y la agresión psicológica y física.
Como resultado, el daño a la sensibilidad del joven es patente, y se manifiesta en la imposibilidad de profundizar en sus relaciones humanas con otras personas.
La sombra del padre, con símbolos “draculanianos”, y el silencio de la madre, hacen del joven, un chico incapaz de comprender los matices de las relaciones humanas, y no le permiten manejarlas.
De allí, el fracaso de Katadreuffe en su intento por iniciar un noviazgo basado únicamente en su fulgurante ascenso en el trabajo.
Sólo su jefe le hace ver el problema emocional que tiene, y lo hace comprender durante un juicio que, “quien no tiene capacidad de aceptar un regalo por orgullo y soberbia, tampoco tiene la capacidad de dar, y por tanto de amar y ser amado”
He allí el impedimento con el que se estrellaron sus padres, Joba y Dreverhaven.
El director, Mike van Diem, no deja escapar ningún pormenor de la trama, y va desgranando los distintos encuentros del padre y el hijo que giran alrededor de préstamos, quiebras y juicios en la corte.
Conforme avanza la trama, Mike van Diem narra con maestría las luces y sombras de la relación de Dreverhaven y Katadreuffe.
Lo que se siente es la opresión e incomprensión que la rige.
De hecho, Dreverhaven usa a su hijo como blanco emocional para vengarse del rechazo de Joba, la madre.
La reacción del hijo es entendible, y la confrontación con el padre, deseada por el hijo, y auspiciada por el padre, se extenderá a lo largo de los años.
Lo que rige las relaciones de Dreverhaven, Katadreuffe y Joba, este triángulo de silencio, es el orgullo.
La soberbia es lo que marca esta grave represión de los sentimientos.
Katadreuffe, es formado entre el orgullo y el silencio, porque ambos padres son soberbios, y ninguno cede ni muestra sus sentimientos.
De esta represión de los padres, Katadreuffe emerge con un sólo objetivo:
Ascender en la escala social por voluntad propia, y vengarse del padre.
Pero Dreverhaven, hace todo lo posible por atizar la venganza del hijo:
Lo persigue, lo bloquea, lo acosa... aparte de convertir a su hijo en el blanco de la venganza emocional contra la madre, Dreverhaven tiene otro objetivo oscuro.
Recorre la idea de la relación conflictiva de la relación casi tribal de padre e hijo, la necesidad de enfrentarse por la misma mujer, la madre del Complejo de Edipo; y el deseo inconsciente primero, y deliberado después, de que sea el hijo quien mate al padre.
Matar al padre y a todos los padres de la sociedad, es la única manera final de liberarse, de ser quien pretende ser a fuerza de un carácter insobornable, que se lo propone todo, y que lo puede todo.
Ese padre enorme y todopoderoso, con todo el dinero y todos los recursos, con una fuerza que lo hace invencible, en un edificio enorme, y con una voluntad imposible de torcer, es el gran desafío para el joven hijo, que sabe que será quien desea, si mata al padre…
Y el padre, que se niega a reconocerlo, y que lo desafía… se convertirá en padre cuando haya muerto, cuando sea un padre simbólico, cuando firme el legado que le entrega a su hijo, no con su sello, sino como su padre…
Un pulso tan dañino como beneficioso para el hijo, quien entre la indiferencia de su madre, y la externa maldad demoníaca de su padre, adquiere un carácter irrompible, una personalidad fortísima y acentuada, un sentido bien marcado a su vida:
El padre, esa figura, pero el peor padre del mundo en vida, algo así como el padre que tuvo Kafka, y que tan arrebatadora y maravillosamente plasmase en su “Carta al Padre”, hay muchos puntos en común entre Kafka y el protagonista, por cierto; su trabajo en una oficina, su carácter inteligente e insomne, su capacidad trabajadora, su odio al padre, etc.; un ser odiable hasta las más íntimas entrañas, hace de su hijo una obra maestra, y éste se da cuenta post-mortem de la impecable y majestuosa labor labrada por el difunto padre Dreverhaven, que es en palabras del mismo Jacob, un “agente judicial sin escrúpulos, el verdugo de los pobres”, un hombre vil y despiadado, que encuentra hondas satisfacciones en oprimir a los desvalidos, y en perseguir a su hijo, con la exigua justificación de querer formar su carácter, y que encuentra su escudo en La Ley, que no es otra cosa que un artilugio de su tiranía.
Así, el monstruo a través de la figura oscura, encapotada y maligna de Dreverhaven, van Diem echa el ancla sobre el cine expresionista alemán de los años 20, la época en que transcurre la acción.
Y completa la operación, con calles oscuras y ensortijadas, y una buena cantidad de deformidades, que reflejan inclusive, el carácter de los personajes, y donde se desenvuelven.
Como la del abogado De Gankelaar, cuya protuberante quijada y dificultosa pronunciación lo hacen aparecer como un gánster.
Se adivina un gusto gozoso del realizador por la caricatura, que debería prevenir contra cualquier acercamiento demasiado serio a este no-tan-serio film europeo, pero he allí su formato de fábula aleccionadora.
Jacob, de a poco, y con la ayuda de los sustitutos del padre, que son sus libros, su mentor en la Oficina de abogados, y el amigo comunista; ve sus sueños realizados contra todos los obstáculos dispuestos por su padre, logrando convertirse en un prestigioso abogado de una reluciente firma holandesa, sin que pueda llenar sus vacíos, ni hacerse con la mujer que lo apasiona.
Sólo la muerte del padre, descifrará el sentido de su magra existencia; para el espectador empero, tal vez el sentido no se revele tan liberador...
El suicidio de Dreverhaven, y la liberación final de Katadreuffe, se ven venir desde el inicio.
Solamente el detalle final de la carta a Katadreuffe, firmada con la palabra “Padre” libera por fin los sentimientos contenidos a lo largo de todo el metraje, el reconocimiento final.
En ese sentido, Karakter tiene una estructura de melodrama, del cual han sido eliminados todos las manifestaciones externas de emoción, lo que carga las escenas con mayor tensión.
Semejante dramón, esta sin embargo, de manera muy coherente, carente de lágrimas.
No se derrama una sola lágrima en todo el metraje, porque personifica esos dolores que no se lloran, porque llorar sería parte de no tener ese carácter.
Llorar, es una manera de expresarse, y eso es lo que más les cuesta a estos 3 personajes.
En el único sueño que presenta, el alguacil de la justicia se enfrenta desnudo ante un motín de inquilinos que desean lincharlo; lo único que lo escuda, es la medalla que representa su autoridad, la ley, pero finalmente es linchado.
En el fondo, Dreverhaven quien morir, y desea que su hijo sea el ejecutor.
Todas sus acciones de provocación, esconden el deseo de ser asesinado por el hijo para liberarse del desierto emocional en el que vive.
Muy curiosamente, la lluvia impedirá ver las lágrimas.
El detalle final, de la firma, le confirma a Katadreuffe que en realidad, su padre si tenía sentimientos por él, y que las barreras que le puso a lo largo de su vida, funcionaron para que se superara; pero el precio emocional que pagaron todos los involucrados, fue demasiado alto.
La relación padre/hijo, en medio de una rivalidad producto de su ambiente y vivencias, tal vez porque es la forma que ellos tienen de interesarse el uno por el otro... no es suficientemente creíble a estas alturas del siglo XXI, y menos porque nunca se vislumbraron las razones, que no se cuentan.
Razones del desprecio de la madre, no se sabe…
Te lo imaginas, pero no se cuenta, es decir, te dejan en una atmósfera claustrofóbica a más no poder, y el espectador debe ir adivinando las distintas pasiones ocultas que impulsan a los personajes que allí aparecen.
Psicología totalmente inexplicable, que puede ser una traba para el público común.
Eso sí, tiene escenas pletóricas de esperanza, y ejemplos de superación personal, saturada empero, por situaciones y elementos sin mayor conexión con la línea argumental, como el contexto del comunismo de fondo, que parece querer situar la historia dentro de un marco creíble, aunque lo cierto es que hablamos de pasiones universales, que no requieren de un espacio o tiempo determinado.
Por tanto, si Karakter se hubiera ubicado dentro de un entorno atemporal e inespecífico, tal vez hubiera ganado en trascendencia.
Pero por otro lado, también es cierto que ya no hablaríamos de “carácter”, sino de un producto con objetivos y metas completamente distintos; y la intención hubiera sido otra.
Pero humanamente se comprende, el director pretendió fundar la personalidad del protagonista en acontecimientos totales, sociales, familiares, económicos, políticos, culturales, jurídicos, históricos, etc., desde una clara visión psicoanalítica.
Lleno de referencias freudianas, lacanianas, y hasta jungianas, Karakter logra envolverte en su bien construida historia, llevada de la mano de unas excelsas y extraordinarias actuaciones por parte de Jan Decleir, y su magnánima interpretación de Dreverhaven.
Quien con su imponente semblante, su expresiva ira reprimida, y mirada, transmite sentimientos profundos y amenazantes.
Además de Fedja van Huêt, que durante todo el metraje muestra esa dualidad de inocencia e inseguridad, y a la vez el carácter de una persona dispuesta a todo por cumplir sus objetivos.
Al punto de hacer dudar al espectador, si realmente puede esconderse un asesino dentro de esa fragilidad casi andrógina.
Por último, una bella banda sonora de Paleis van Boem, que a veces llega a cansar, y no encuadrar en ciertos momentos.
“Ik kan je hand niet nemen.
De hand van iemand die altijd verzet tegen me”
(No puedo tomar tu mano.
La mano de alguien que siempre se me opuso)
El estudio del carácter, se llama “caracterología”
Esta temática, tuvo su auge a inicios del siglo XX, pero luego las investigaciones experimentales decayeron en relación a esta temática, y hoy en día se profundiza más sobre el concepto de “personalidad”
El psicoanálisis, considera el carácter como un esquema de adaptación de las fuerzas instintivas, típico de una persona dada.
El carácter de una persona, se distingue del Yo en virtud del hecho de que el carácter se refiere a una conducta observable de manera directa, así como a estilos de defensa, actuación, pensamiento, y sentimiento.
La formación del carácter y sus rasgos, se produce a raíz de la concurrencia de múltiples factores.
Las fuerzas del Ello, las primeras defensas del YO, y las influencias ambientales, en especial los padres, constituyen los determinantes principales del desarrollo del carácter.
Sigmund Freud en “Totem und Tabu. Einige Überinstimmungen im Seelenleben der Wilden und der Neurotiker” o “Tótem y tabú. Algunas concordancias en la vida anímica de los salvajes y de los neuróticos” (1913), aplica la teoría y el método del psicoanálisis, ya antes descritos por él con fines clínicos, a asuntos de la antropología.
La idea que motiva este trabajo, es que se podría establecer una analogía entre el desarrollo de las sociedades primitivas, y el desarrollo individual del psiquismo humano en la personalidad, argumentando:
“Un padre violento y celoso, guarda todas las hembras para sí mismo, y expulsa los hijos a medida que crecen.
Cierto día, los hermanos que habían sido expulsados, retornaron juntos, mataron y devoraron al padre, colocando así, un fin a la horda patriarcal.
Unidos, tuvieron el coraje de hacerlo, y resolvieron bien aquello que les habría sido imposible hacer individualmente.
El violento padre, primero había claramente el temido y envidiado modelo de cada uno del grupo de hermanos; y, por el acto de devorarlo, realizaban la identificación con él, ya que cada uno de ellos fue adquiriendo una parte de su fuerza.
Odiaban el padre, que representaba un obstáculo tan formidable a su anhelo de poder y a los antojos sexuales; pero lo amaban y lo admiraban también.
Después de haberse librado de él, satisfecho el odio, logran poner en práctica los antojos de que se identifiquen con él.
El padre muerto, se hizo más fuerte muerte que en vida.
Lo que hasta entonces era prohibido por su existencia real, fue de ahora en adelante prohibido por los propios hijos, “contrato social y ley”
Aunque los hermanos se habían reunido para derrotar el padre, todos seguían siendo rivales unos de los otros en relación a las mujeres.
La nueva organización, terminaría en una lucha de todos contra todos.
Así, los hermanos no tuvieron otra alternativa se querían vivir juntos, y para ello era necesario instituir la ley contra el incesto, por la que renunciaban a las mujeres que deseaban, y que habían sido el motivo principal para que se libren del padre.
De esa manera, logran salvar la organización que los había hecho fuertes.
Garantizan así la vida de unos y de otros, los hermanos terminan declarando que ninguno de ellos debía ser tratado por otro como el padre había sido tratado por todos en conjunto”
La tesis central de este libro, queda expresada en la hipótesis de que existiría un origen común del totemismo y la exogamia, determinados por el conflicto humano fundamental entre el deseo y la prohibición.
La ambivalencia que caracteriza la relación con el padre, en El Complejo de Edipo, y en la resolución o salida del complejo de castración, sería estructuralmente análoga al conflicto mítico que daría origen a la cultura:
El asesinato de un padre originario perpetrado por el clan de hermanos.
La cena totémica del padre asesinado, simboliza también la internalización del padre y de su autoridad o “ley”
Así, la cultura y el Superyó, tendrían según la teoría freudiana, un origen estructuralmente paralelo en la definición de la personalidad.

“Mensen die geen geschenk kan accepteren hebben niets om zichzelf te geven”
(Las personas que no pueden aceptar un regalo, no tienen nada que dar a sí mismos)



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