Written On The Wind
“The story of a decent love... that fought to live against the vice and immorality of an oil baron's wastrel family... and of the ugly secret that thrust their privates lives into public view!”
En una sociedad estadounidense, que buscaba afanosamente encontrar al héroe, o tener como principal objetivo, ser millonario formando la élite de poder; y quien se convertía en esas figuras, después tenía hijos fracasados, esto era casi un axioma.
La muerte del heredero del tabaco, Zachary “Smith” Reynolds era un reflejo de lo anterior.
Él era el hijo menor del magnate del tabaco, R.J. Reynolds, y ya con 20 años de edad, era un playboy que tenía un completo desinterés en el negocio familiar, una asignación inagotable, y un temperamento volátil.
Smith poseía un avión y, literalmente, se marchó con la estrella de Broadway musical, Libby Holman, de 27 años de edad, con la que se casó en 1931.
Pero su matrimonio fue un choque de voluntades y, durante un partido, el alcohol comenzó a arder como combustible en la finca de la familia; que al año después de casados, Libby anunció que estaba embarazada.
Sin embargo, ese día, 6 de julio de 1932, hubo un enfrentamiento tenso; momentos más tarde, se escuchó un disparo...
Los amigos que se encontraban en la mansión, hallaron a Reynolds con una importante hemorragia, e inconsciente con una herida de bala en la cabeza.
Las autoridades, inicialmente indicaron que se trató de un suicidio, pero la investigación del forense, dictaminó que fue un asesinato...
Tanto Libby Holman como Albert Bailey “Ab” Walker, amigo de Reynolds, y supuesto amante de Holman, fueron acusados del asesinato.
Sin embargo, ante el temor de escándalo sobre las actividades de su hijo, la familia de Reynolds, intensamente en secreto, “convenció” a las autoridades para que retiren los cargos.
Holman, por su parte, fue víctima del antisemitismo de las autoridades locales, y el fiscal de distrito involucrado con el caso, dijo más tarde, que ella era inocente.
La muerte del heredero, fue oficialmente un suicidio; pero tal hecho recibió el mismo grado de publicidad como el secuestro del bebé de Charles Lindbergh; o El Caso de O.J. Simpson, 60 años después.
Posterior a los hechos, Libby Holman dio a luz al hijo de la pareja, Christopher Smith “Topper” Reynolds, el 10 de enero de 1933; pero 17 años más tarde, éste moría de caer al vacío mientras escalaba una montaña.
La carrera artística de Holman, se vio empañada por el escándalo y las tragedias de su vida privada; irónicamente consiguió trabajo, ya que los productores sintieron que su presencia podría aumentar la taquilla...
No obstante, Libby Holman tomó la decisión de acabar con su vida, el 18 de junio de 1971, tras provocarse una intoxicación por monóxido de carbono.
Su cuerpo fue encontrado casi sin vida, en el asiento delantero de su Rolls Royce, por su personal doméstico, y fue trasladada de inmediato al hospital local, donde murió horas después.
Y es que durante muchos años, Libby presuntamente sufría de depresión por los efectos combinados de:
La muerte de Robert Kennedy, y el Dr. Martin Luther King, Jr., pues ella había financiado un viaje a la India para King, Jr., y su esposa, Coretta Scott King, quienes se convirtieron en amigos cercanos con Holman y su marido, Louis Schanker.
Por la pérdida reciente de la elección presidencial de Eugene McCarthy, y las muertes de los jóvenes en La Guerra de Vietnam, pues Holman también contribuyó a la defensa del Dr. Benjamin Spock, pediatra y escritor detenido por haber participado en manifestaciones contra la guerra.
Por la angustia de la muerte prematura de su propio hijo; y la enfermedad y el rápido deterioro de su amiga, Jane Bowles, de la que dicen era su amante.
Y Libby Holman nunca fue la misma después de la muerte de ex pareja, Montgomery Clift, en 1966.
En vista de sus frecuentes ataques de depresión, y reportes de varios intentos de suicidio previos, ninguno de los amigos o sus familiares, se vieron sorprendidos por su muerte.
Tenía 67 años; y dejó un patrimonio valorado en $13,2 millones.
Su amada y enorme mansión, Treetops, fue donada a la Universidad de Boston; y después, todo el legado, junto a la mayor parte de su finca, fue donada a La Fundación Christopher Reynolds.
El tema real, no escapa a los melodramas, esos espectáculos de teatro y cine que llegan a mezclar sentimientos, dinero, placer, en un despilfarro de todas esas actitudes, que metidas en un cóctel de sensaciones, se creaban comedias de vida, que supuran raras sensaciones de decadencia.
“Welcome to Hadley.
The town and the family”
Written On The Wind es un drama del año 1956, dirigido por Douglas Sirk.
Protagonizado por Rock Hudson, Lauren Bacall, Robert Stack, Dorothy Malone, Robert Keith, Grant Williams, Harry Shannon, entre otros.
El guión es de George Zuckerman, basado en la novela homónima de Robert Wilder, publicada en 1945, que a su vez, se inspira en la historia real de Libby Holman; actriz que tuvo una relación similar a la narrada; sin embargo, el escritor cambió el escenario de Carolina del Norte a la petrolera Texas, cambiando además los nombres.
Pero como novela, Written On The Wind que dio tumbos durante varios decenios, sin que ninguna productora se decidiera a apostar por ella, hasta que el empeño de Douglas Sirk la convirtiera en realidad.
Written On The Wind, pertenece a la mejor época de Sirk, alemán que, como muchos otros emigraron a los Estados Unidos huyendo del nazismo, para seguir haciendo cine.
La decadencia de la sociedad de EEUU, y de sus principales valores, conforman el argumento, que en innumerables formas visibles e invisibles, muestra la subversión escondida que Sirk sesgó de la cultura popular estadounidense, y ayudó a lanzar una nueva era de la ironía.
Por su parte, el productor Darryl F. Zanuck le dijo:
“Written On The Wind va a tener que gustar en Kansas City, y en Singapur”; porque verdaderamente, EEUU es otra cosa.
Era una época en la que el director se convirtió en uno de “los reyes del melodrama”, quedando para la posteridad, como el máximo representante de un género a veces no demasiado apreciado por muchos, sobre todo a día de hoy.
Y la obra tuvo un gran éxito:
Dorothy Malone ganó el premio Oscar como Mejor Actriz de Reparto; y también obtuvo 2 nominaciones más:
Mejor actor secundario (Robert Stack) y mejor canción.
Curiosamente, para realizar esta película, Malone que era de pelo oscuro, se teñiría el pelo de rubio platino, con el fin de dar de retratar a la obsesiva Marylee Hadley.
Su actuación, y decisión, finalmente le dio prestigio en la industria cinematográfica.
Pero también hubo una controversia, en la que Anthony Quinn obtuviera el Oscar por sus 10 minutos de “Lust for Life”, por lo que Stack siempre sintió que fue una venganza de su estudio, 20th Century Fox, por haber aceptado trabajar en un film de la Universal.
Como sea el caso, hay que reivindicar, que aquí Stack hace un papelón, y que clava el gesto y la mirada, cada vez que su estado anímico baja un peldaño, acercándose sin remedio, al peor de los infiernos; porque Written On The Wind nos habla de amores no correspondidos, deseo, celos, relaciones familiares, fracaso, memoria o frustración vital son los asuntos temáticos que maneja esta pasional historia.
Un agrio título familiar, con un interesante retrato de personajes, e intenso progreso de sus relaciones y emociones; marcada por imponentes escenarios, creados por el hombre y su opulencia, entre los cuales pululan los personajes, siendo una muestra que fabula la subida y la caída de los ídolos de pies de barro.
La historia sigue a Kyle Hadley (Robert Stack), hijo de Jasper Hadley (Robert Keith) un magnate, propietario de una importante compañía petrolífera, que se ha convertido con el paso de los años, en un playboy millonario, acostumbrado a tener todo lo que desea.
Deslumbrado por su vida de lujos, Kyle ha descuidado su negocio, y ha comenzado a beber de forma compulsiva…
Junto a él, trabaja Mitch Wayne (Rock Hudson), un compañero de la infancia, con muchísimo menos éxito profesional al que ha dado trabajo por amistad.
La relación entre los 2 amigos se complica, cuando entra en escena Lucy Moore (Lauren Bacall), la secretaria de Hadley, una mujer hermosa y atrayente, de la que los 2 caen enamorados en el acto.
Sin embargo, Lucy, contra todo pronóstico, elige al orgulloso Kyle…
Y Mitch piensa que la joven está cometiendo un error, al casarse con un alcohólico presuntuoso.
Al cabo de un año, Kyle parece un hombre nuevo, ha dejado de beber, y presta más atención a sus negocios.
Pero los celos, supuestas traiciones, anhelos del pasado, viejas rencillas, y demás sentimientos, harán acto de presencia en lo que pronto se convertirá en un torrencial de pasión desenfrenada; tal y como rezan muchas de las películas de Sirk.
Por lo que Written On The Wind, aborda la descomposición de una estirpe social, basada en el materialismo y el triunfo social, el dinero, el lujo, el derroche, el sexo y el fracaso personal de un hombre que ha triunfado en los negocios, pero ha fracasado como padre.
Hay una altura y un aliento shakesperiano en el relato, una catarata de emociones y sentimientos.
Las impecables elipsis, los sobreentendidos en el aspecto sexual, otorgan al film, una narrativa elegante, y una fuerza en las imágenes que describen la situación sin necesidad de palabras; con un extenso “flashback”, en la que el espectador va conociendo los motivos que conducen a una situación extrema; una construcción geométrica e inexorable, que da la sensación de una obra maestra incontestable.
Para el director, Written On The Wind es una alegoría del fracaso:
“El éxito no me interesa.
Respecto al fracaso, es muy significativo el final.
No hablo del fracaso en el sentido de los autores decadentes, los neorrománticos que predican la belleza del fracaso; sino del fracaso que nos invade sin razón.
El fracaso, es uno de los pocos temas dramáticos, realmente apasionantes.
En Written On The Wind, se empieza con una situación final.
Se supone que el espectador sabe qué está esperando.
Es un tipo distinto de suspense, o de anti-suspense.
El público se ve obligado a dirigir su atención, al cómo, en lugar del qué; a la estructura, en lugar del argumento; a las variaciones de un tema, a las desviaciones de él, en lugar del tema en sí”
Por tanto, se nos muestra el amor, como su imposibilidad.
“You're a filthy liar”
El director Douglas Sirk dijo:
“El cine es sangre, lágrimas, violencia, odio, muerte y amor”
Y fiel a lo anterior, ha hecho películas de sangre y lágrimas, de violencia y odio, películas de muerte, y películas de amor.
Written On The Wind, describe el panorama de una familia burguesa en descomposición, pero no son tanto las miserias particulares lo que afecta a sus componentes, como la relación de los distintos personajes, y la complejidad de los sentimientos en juego, plasmados de tal modo que la traición se impone como factor determinante.
El análisis descriptivo de la acción melodramática, avanza con la fuerza de un huracán, entre pasiones negativas y equívocas; siendo una joya que demuestra la vital importancia de la puesta en escena como elemento narrador; en el que además, el trabajo de síntesis establecido, deja con la boca abierta.
Hay que resaltar, que Written On The Wind fue uno de los pocos films que se rodó en “pantalla ancha plana” (FLS) para ser impreso en Tecnicolor, proceso de impresión de 35mm, ordenado con la intención de mantener la más alta calidad posible de impresión, como la protección del negativo.
Y es que eran otros tiempos, en los que el ritmo atendía a otro tipo de cuestiones, más bien formales, sin perderse en ellas; y como cualquier melodrama de Sirk, contiene elementos de crisis, para ilustrar una historia, pero quizá sea aquí, donde la situación límite llega a niveles más extremos, conduciendo a sus personajes por caminos que desembocan a la frontera misma de la locura.
Por lo que encontró una fórmula para ridiculizar el estilo de vida estadounidense, desde varios estratos sociales, y eso tiene un gran valor cinematográfico.
La presencia de Lauren Bacall, confirma que quizá sea una de las películas con reparto más imposible de la historia del cine, en la que conviven actores de las más diversas tipologías:
Desde la dureza de La Bacall, hasta la galanura estereotipada de Hudson; pasando por el maligno hieratismo de Robert Snack, y la explosividad física y emocional de Dorothy Malone.
Mientras los espectadores que se queden en la primera capa de la narración, la de las emociones sin límite, la disfrutarán; pero quienes estén dispuestos a rascar en su superficie, hallarán un completísimo catálogo de miserias humanas.
Para los exegetas de Douglas Sirk, consideran que Written On The Wind es uno de sus mejores melodramas, si no el mejor.
El propio autor, está prácticamente dispuesto a considerarlo así, cuando habla con entusiasmo de su trabajo:
“Es una crítica social, de los ricos y los comprometidos, y de la familia de EEUU en general.
La interpretación de Rock Hudson, Lauren Bacall, Robert Stack y Dorothy Malone, era realmente excelente, lo que explica el enorme éxito de esta película, en todo el mundo.
Trabajé el color con mucha atención, e incluso organicé escenas solamente en función del color, dibujando yo mismo cuadros para cada escena.
Quise hacer una película barroca, y creo que en lo referente al color, estaba bastante conseguida”
La anécdota de Written On The Wind, gira en torno al poder:
Un magnate del petróleo, ve cómo su alcoholizado hijo se casa con una chica sin interés, lo que decepciona profundamente al amigo de la familia que les presentó; pero no al magnate, que aprovecha la ocasión para ofrecer a su hijo un cargo de mayor responsabilidad en la empresa.
Sin embargo, la impotencia sexual del protagonista, origina un cúmulo de conflictos, de entre los que destaca su sospecha de que el embarazo de su mujer, se debe a la intervención del amigo íntimo; circunstancia que coincide con la muerte accidental de éste, y el juicio que protagonizan todos los personajes.
Por lo que el uso inteligente del “flashback”, construye un interés inmediato, y expectativas sin reducir las sorpresas de la trama.
Kyle nunca ha conseguido igualar a su amigo, Mitch; por lo que Kyle sabe gastar su dinero, conduce aeroplanos, conquista chicas, bebe…
Mientras Mitch es su compañero permanente, y quien tapa y arregla todos sus problemas; pero no son felices.
Sus vidas están desprovistas de amor.
Es entonces que conocen a Lucy; quien evidentemente, es diferente de todas las demás mujeres:
Es independiente, se gana la vida, tiene sentido práctico, es tierna y comprensiva.
Sin embargo, escoge al malo, Kyle, mientras que el bueno, Mitch, le convendría más; porque Mitch también sabe trabajar para ganarse la vida, tiene sentido práctico, es generoso, y comprensivo como ella.
Pero esta pone su mirada en aquél, con quién las cosas no pueden durar mucho tiempo.
En su primer encuentro con el padre de Kyle, Lucy le pide que dé a su hijo una nueva oportunidad.
Mientras la hermana de Kyle, Marylee, es la única que ama a quien debe, es decir, a Mitch, y es fiel a este amor, lo cual es absolutamente ridículo.
Sólo puede ser ridículo, cuando todos los demás piensan que sus sucedáneos de acciones son la realidad:
Es muy evidente, que lo que le ocurre a ella, es que desconoce la realidad.
Lucy es un sustitutivo para Kyle, ya que no puede ignorar que nunca será capaz de amarla y viceversa.
Y el padre, tiene en la mano un pozo de petróleo que parece un sustitutivo del pene...
Y eso lo vemos al final, con Marylee, como única superviviente de la familia.
De hecho, Douglas Sirk quería que quedase claro, que Kyle Hadley era gay.
Sin embargo, esto no se pudo mencionar directamente por la vigencia del Código Hays de producción.
De todas formas, queda implícito que está enamorado en secreto de Mitch.
Una escena a destacar, es la que sucede mientras Marylee baila en su habitación “la danza de un cadáver”, quizá en este momento comienza su locura:
Su padre muere; muere porque es culpable, porque entre sus verdaderos hijos siempre ha mantenido la opinión de que Mitch vale más que ellos, hasta que acaba por ser verdad.
Porque él nunca ha podido hacer lo que ha querido, y siempre ha pensado que el padre de Mitch, que no ha hecho dinero, y puede irse a cazar cuando quiere; vale más que él.
Sus hijos son unos pobres desagradecidos, malcriados e imbéciles.
Sin duda, comprende su falta, y esto lo mata.
En cualquier caso, el espectador lo comprende; y su muerte no tiene nada de terrible; porque Kyle no ama a Lucy, quiere un hijo de ella… o porque nunca ha tenido la ocasión de lograr nada, y al menos quiere engendrar un hijo.
Pero sus esfuerzos revelan una debilidad fatal.
Kyle vuelve a beber.
Ahora queda claro, que Lucy no le sirve de ayuda a su marido.
En lugar de beber con él, y comprender algo de sus sufrimientos; ella se vuelve más noble y pura que nunca, tanto que cada vez nos sentimos peor, y vemos más claramente lo bien que estaría con Mitch, que también nos hace sentirnos muy mal, a la vez que muestra una gran nobleza.
Las personas que están hechas para ser útiles, con sus cabezas llenas de sueños fabricados, son las que siempre son acorraladas.
Si Lucy hubiese vivido con Kyle, en lugar de vivir a su lado; a través de él y para él, habría podido creer que el niño que está esperando, verdaderamente es suyo.
Habría evitado muchos sufrimientos.
Pero, tal como está la situación, el niño pertenece más a Mitch, aunque nunca se haya acostado con Lucy.
Mientras Marylee comete una mala acción:
Pone a su hermano en contra de Lucy y Mitch.
Con lo anterior, Douglas Sirk nos muestra las huellas de la desesperación humana, donde los buenos, los normales, los perfectos, siempre resultan profundamente indignantes; y los malos, los débiles, los disolutos, suscitan la compasión.
Incluso, los que manipulan a los buenos.
El director moldea un drama sórdido, sobre la sociedad materialista, sobre las clases que viven en la opulencia, rodeada de todo, y en realidad solos en su vacuidad existencial, en su insatisfacción anímica, en sus inseguridades, se hace una deconstrucción doliente de este microcosmos de las élites, un torpedo al “Sueño Americano”, de cómo los que triunfaron, no son capaces de legar a sus hijos, sus valores morales, solo les dan mucho dinero, viviendo derrochando en medio de lujos, borracheras, lujuria y excentricidades.
Y nos habla del clásico éxito de un hombre hecho a sí mismo, y como este fracasa en educar a sus vástagos, en esto destila un halo de tragedia griega, con efluvios shakesperianos, historia de pasiones enfrentadas, de sentimientos reprimidos.
Pero también hay mucho reflejo de la sociedad de los años 50:
Sirk introduce con mucha sutileza, ya no solo temas completamente tabú como la homosexualidad o las aventuras sexuales, sino otros como el resquebrajamiento de la alta sociedad.
En la historia, subyacen sublecturas un tanto escabrosas para su tiempo, pues en realidad, Kyle está enamorado de Mitch y viceversa, pero nunca se lo han confesado, y se denota en sus miradas, en sus comportamientos, y lo que no soporta Mitch, es que su “amigo” este con otra, pues que sea homosexual, es la única explicación a que se resista a las insinuaciones sexuales de la exuberante Marylee, solo si no eres hetero, puedes negarte a tocar a la despendolada chica.
Incluso, se puede ver desde esta vertiente, la impotencia sexual de Kyle, que en realidad sea gay, y no pueda “consumar” con Lucy.
También hay un sueño en una de las borracheras de Kyle, que se deja ver algo más… y que Lucy llega a descubrir, pero todo manejado muy sutilmente.
Otra sublectura, es la mucha cercanía que se ve entre los hermanos Hadley, quizás alguna insinuación subterránea de incesto…
Los 2 personajes más inteligentes, cuerdos o funcionales, son sin duda los que están ahí gracias a sus méritos.
A los que nadie les regala nada.
Por otro lado, los 2 niños ricos, convertidos en adultos terribles, son 2 auténticos roba escenas; por lo que sus nominaciones están más que justificadas.
Dorothy Malone, siempre entra a golpe de jazz típico de “night club”
Fabuloso personaje que parece una joven malcriada, pero que esconde mucho más; siendo el personaje más fascinante del film.
Una mujer moderna, rebelde, sin pelos en la lengua, y que va siempre con la cabeza bien alta, pero de mucho cuidado...
Mientras Rock Hudson es una luz en medio de este barco a la deriva...
Su porte de galán y buena persona, componen la mayor parte de su personaje.
El actor, aunque se quejaba de ser siempre “el perfecto”, tenía facilidad para ello; y Mitch es un hombre responsable, y en quien se puede confiar, era normal que enamorase tanto.
Douglas Sirk, sabía aprovechar al actor, quien aquí puede parecer que queda eclipsado, pero está ahí una de sus mejores virtudes.
Written On The Wind, va turnando los momentos de esplendor, de unos y otros, pero todos tienen sus minutos importantes, y ese equilibrio hace que el metraje dure un auténtico suspiro.
Todo el reparto tenía buenas palabras para Rock Hudson:
Él dejó huella en Robert Stack, quien tuvo un papel muy deslumbrante, mientras Hudson decía sobre su propio personaje:
“Como siempre, soy tan puro que soy imposible”
Hudson era la estrella del estudio, y Stack había sido cedido por otro.
Según Stack, Hudson podría haber ido al despacho de un jefe, y decir que él era estrella, y que cortasen al más desconocido, “pero nunca lo hizo, y yo nunca olvidaré eso”
Además, Rock Hudson se entendía a la perfección con Sirk, que aprovecha su homosexualidad para hacer más sombría su extraña relación con Kyle; en esta 7ª de las 9 películas en las que Douglas Sirk y Rock Hudson trabajaron juntos.
Interesante resulta ser que, a pesar de que parecía que Rock Hudson estaba en un buen momento personal y profesional, Dorothy Malone declaró, que notaba una cierta tristeza en él.
Ambos se llevaron bien, y eso ayudó a Malone en los momentos de tensión que había en el rodaje:
“Rock me daba la sensación de seguridad siempre que trabajaba con él”
Hudson había trabajado anteriormente con Sirk, y explicaba a la actriz en privado y pacientemente, lo que el director le exigía.
Pero el matrimonio de Hudson con Phyllis Gates, fue uno de corta duración, que muchas personas, después de la homosexualidad de Hudson llegase a ser conocida; insistieron en que debe haber sido una farsa ya concertada.
Pero los que observaron a los 2 juntos, cuando Phyllis visitó el set, o cuando ella y Hudson se unieron a Robert Stack y su esposa, para fines de semana ocasionales, dijeron que nunca pensaron que había algo entre ellos, para indicar que su relación era del todo una mentira.
Por otra parte, los reyes de la función, en Written On The Wind son:
Robert Stack, que expresa a la perfección los traumas del pasado, el no afecto de su padre, y el demonio de unos celos infernales, atacados además por un dictamen médico, que pone en duda su hombría.
Ese hombre que no es capaz de pensar con claridad, porque el alcohol se lo impide, y únicamente ve cosas que no son reales.
Pierde la confianza rápidamente en su amigo y en su mujer; y no durará en pensar en acabar con ellos.
Y cómo no, Dorothy Malone, sensual y perversa como pocas, en un personaje difícil, una ninfómana que echa de menos más que nadie, la época de la infancia, cuando Mitch era una posibilidad latente.
Quedará la línea de Mitch, muy interiorizada en la vida privada de Rock Hudson, cuando le dice a Marylee, la verdad de su verdad real:
“Jamás podré satisfacerte”
Por su parte, Dorothy Malone dijo, que él era alguien solitario, que ocultó sus sentimientos de tristeza e inseguridad.
Por último, Lauren Bacall, desprende una vez más su atípica belleza, haciendo un muy buen uso de la elegancia que le caracterizó; sin olvidar al gran secundario, Robert Keith en un papel pequeño pero de gran fuerza.
Como curiosidad, los personajes se disponen como imágenes especulares invertidos, el bueno frente al malo, pero cada uno, finalmente, ocupa una posición compleja y contradictoria en el imposible orden de las cosas.
Desde lo técnico, los aspectos visuales están cuajados de simbolismos, y la puesta en escena evoca una vida de excesos vacía; que se refleja bien en la decadencia del modo de vida estadounidense, en un clima opresivo de frustración sexual, alcohol y dinero; por ejemplo en la secuencia del frenético y erótico baile de Marylee, mientras su padre está muriendo, y la imagen de una Marylee, heredera de un gran imperio petrolífero, pero sumida en la más terrible soledad, abrazada a la maqueta de una torre petrolífera, con un cuadro de su padre en idéntica postura, que preside el plano, como metáfora del fracaso total y absoluto de los valores de una cierta clase social.
Y una vez más, la mansión donde ocurre todo esto, se erige como testigo protagonista de los hechos; regida, por decirlo de alguna manera, por una inmensa escalera, espejos y flores imperecederas; como el oro, muy frío; esta sería la casa que uno se construiría si tuviese mucho dinero.
Una casa con todos los accesorios que implica la auténtica riqueza, y donde uno no puede sentirse a gusto.
Las emociones humanas se consideran la flor más extraña en la casa que Douglas Sirk construyó para los Hadley:
La iluminación de Sirk, siempre es lo menos natural posible.
La presencia de sombras, donde no deben hace plausibles ciertos sentimientos que se hubiese tendido a no encontrar verosímiles.
También los encuadres, casi siempre son inclinados, generalmente tomados desde abajo, de modo que lo raro queda plasmado en la pantalla, y no sólo en la mente del espectador.
También hay hallazgos visuales que no tienen parangón, por citar como ejemplos:
La visita de Hudson y Bacall, buscando a Stack en un bar.
La planificación y uso del color, van mostrando lo inestable del momento en cuando a dramatismo.
El rojo que va combinándose en el encuadre, muestra la tormenta psicológica que está a punto de estallar.
Y el momento con reminiscencias a Lady Macbeth:
Lucy salen en coche con Mitch de la mansión Hadley, son observados desde la ventana por Marylee, y un ebrio Kyle; mientras ella le sopla sutilmente al oído, que entre su mejor amigo y su esposa, hay un affaire; él se niega a creerlo, pero por dentro se nota que le ha calado, mirándose al espejo sin gustarle lo que ve, y tirando el vaso de whisky contra el cristal.
O ese montaje paralelo, entre el enfrentamiento entre Mitch y Kyle, mientras Marylee baila desenfrenadamente en su habitación, que provoca la muerte del padre en la escaleras.
No hay diálogos alargados, ni discursos que subrayen innecesariamente, sólo imagen y sonido mezclados con inteligencia, el motor narrativo por excelencia de los dramas de Sirk.
O bien, aquel río de la niñez, tantas veces nombrado entre los hermanos y Mitch, dota al relato de una nostalgia abrumadora, la que hace presa a los 2 hermanos, que no son capaces de dejar el pasado atrás, mientras Mitch ha madurado, y sólo piensa en el presente, mirando hacia delante.
Si hubiera que destacar una escena, o fotograma, no cabe duda que habría que irse al final, y quedarse con esa sutil mirada que Dorothy Malone le dedica a la pequeña torre petrolífera en el despacho de su difunto padre.
No sé si se les escapo a los del Código Hays, o habían abierto un poco la manga, pero tiene un punto lascivo delicioso.
Si tenemos en cuenta que durante todo el metraje, ella anda más caliente que el pico de una plancha, acosando al bueno de Rock Hudson, pues eso, las cuentas salen solas…
Ese momentazo, sabiéndose dueña de una inmensa fortuna, abandonada por una Lauren Bacall que importándole todo un comino, no tiene precio.
La manera como acaricia esa torre, de arriba, hacia abajo, como esperando a que explote… con esos ojos... bueno, hay que ver la escena, y darle un poco al pause, sobran las palabras…
Ese plano, de apenas unos segundos, es un modo eficaz con el que el director desea mostrarnos un montón de cosas:
La decadencia personal y familiar, la decepción por el amor no correspondido que se va definitivamente, la idea de que el dinero no puede darnos la felicidad...
El cine de Douglas Sirk, libera la mente a cualquiera.
Por último, la banda sonora de Frank Skinner es alucinante, y acompaña muy bien a las escenas más importantes e intrigantes.
El título de la canción “Written On The Wind”, compuesta por Victor Young y Sammy Cahn, es cantada por The Four Aces.
La canción aparece muy destacada, y el grupo es totalmente acreditado.
“Just try keeping your head clear and your eyes open”
Series televisivas tan famosas como “Dallas”, “Dynasty” y “Falcon Crest”, son deudoras en gran medida de Written On The Wind.
El término “melodrama” también abarca películas que tienen una carga emocional o moral muy fuerte o emotiva, atendiendo al gusto de cada persona.
Son películas dramáticas, que buscan ser lo más realistas posibles, dando un significado y connotación humana.
Los melodramas que Douglas Sirk realizó para la Universal durante los años 50, han marcado una época, seguramente, nunca aparecerán entre las películas más votadas y reconocidas, no gozaran del prestigio en las listas que se publican periódicamente sobre su transcendencia en la historia del cine, pero los aficionados al cine clásico, y el melodrama en particular, jamás podremos olvidar el “look” de esas películas.
Con sus colores vivos y su luz translúcida, con sus cielos extremadamente azules y rojizos crepúsculos, sus fondos de tarjeta postal, con sus inteligentes heroínas aun cuando caigan en la miseria o se vuelvan ciegas.
Sirk, hombre culto y ponderado, formado en el teatro, la fascinación de sus films es un cóctel de extravagancia ininterrumpida, y el sentido de lo trágico que permanece en la memoria, porque la memoria embellece las cosas.
Por eso, “todo se escribe sobre el viento”, porque no puede quedar permanentemente escrito; porque no puede ser recordado como un sentimiento imborrable, sino como algo que vino, acarició el rostro de unos cuantos, y luego, se fue.
Así de volátil es el ser humano.
Es puro viento en mejillas surcadas por un río de lágrimas.
La frustración es demasiado poderosa.
El desprecio es demasiado evidente.
El odio es demasiado provocador, y siempre se cae en él.
Aires de grandeza que son brisas pequeñas en el mapa de unos cuantos corazones arrasados.
El melodrama, como en la realidad, es la máscara de una tragedia familiar.
“To beauty, to truth which is anything but beautiful”
En una sociedad estadounidense, que buscaba afanosamente encontrar al héroe, o tener como principal objetivo, ser millonario formando la élite de poder; y quien se convertía en esas figuras, después tenía hijos fracasados, esto era casi un axioma.
La muerte del heredero del tabaco, Zachary “Smith” Reynolds era un reflejo de lo anterior.
Él era el hijo menor del magnate del tabaco, R.J. Reynolds, y ya con 20 años de edad, era un playboy que tenía un completo desinterés en el negocio familiar, una asignación inagotable, y un temperamento volátil.
Smith poseía un avión y, literalmente, se marchó con la estrella de Broadway musical, Libby Holman, de 27 años de edad, con la que se casó en 1931.
Pero su matrimonio fue un choque de voluntades y, durante un partido, el alcohol comenzó a arder como combustible en la finca de la familia; que al año después de casados, Libby anunció que estaba embarazada.
Sin embargo, ese día, 6 de julio de 1932, hubo un enfrentamiento tenso; momentos más tarde, se escuchó un disparo...
Los amigos que se encontraban en la mansión, hallaron a Reynolds con una importante hemorragia, e inconsciente con una herida de bala en la cabeza.
Las autoridades, inicialmente indicaron que se trató de un suicidio, pero la investigación del forense, dictaminó que fue un asesinato...
Tanto Libby Holman como Albert Bailey “Ab” Walker, amigo de Reynolds, y supuesto amante de Holman, fueron acusados del asesinato.
Sin embargo, ante el temor de escándalo sobre las actividades de su hijo, la familia de Reynolds, intensamente en secreto, “convenció” a las autoridades para que retiren los cargos.
Holman, por su parte, fue víctima del antisemitismo de las autoridades locales, y el fiscal de distrito involucrado con el caso, dijo más tarde, que ella era inocente.
La muerte del heredero, fue oficialmente un suicidio; pero tal hecho recibió el mismo grado de publicidad como el secuestro del bebé de Charles Lindbergh; o El Caso de O.J. Simpson, 60 años después.
Posterior a los hechos, Libby Holman dio a luz al hijo de la pareja, Christopher Smith “Topper” Reynolds, el 10 de enero de 1933; pero 17 años más tarde, éste moría de caer al vacío mientras escalaba una montaña.
La carrera artística de Holman, se vio empañada por el escándalo y las tragedias de su vida privada; irónicamente consiguió trabajo, ya que los productores sintieron que su presencia podría aumentar la taquilla...
No obstante, Libby Holman tomó la decisión de acabar con su vida, el 18 de junio de 1971, tras provocarse una intoxicación por monóxido de carbono.
Su cuerpo fue encontrado casi sin vida, en el asiento delantero de su Rolls Royce, por su personal doméstico, y fue trasladada de inmediato al hospital local, donde murió horas después.
Y es que durante muchos años, Libby presuntamente sufría de depresión por los efectos combinados de:
La muerte de Robert Kennedy, y el Dr. Martin Luther King, Jr., pues ella había financiado un viaje a la India para King, Jr., y su esposa, Coretta Scott King, quienes se convirtieron en amigos cercanos con Holman y su marido, Louis Schanker.
Por la pérdida reciente de la elección presidencial de Eugene McCarthy, y las muertes de los jóvenes en La Guerra de Vietnam, pues Holman también contribuyó a la defensa del Dr. Benjamin Spock, pediatra y escritor detenido por haber participado en manifestaciones contra la guerra.
Por la angustia de la muerte prematura de su propio hijo; y la enfermedad y el rápido deterioro de su amiga, Jane Bowles, de la que dicen era su amante.
Y Libby Holman nunca fue la misma después de la muerte de ex pareja, Montgomery Clift, en 1966.
En vista de sus frecuentes ataques de depresión, y reportes de varios intentos de suicidio previos, ninguno de los amigos o sus familiares, se vieron sorprendidos por su muerte.
Tenía 67 años; y dejó un patrimonio valorado en $13,2 millones.
Su amada y enorme mansión, Treetops, fue donada a la Universidad de Boston; y después, todo el legado, junto a la mayor parte de su finca, fue donada a La Fundación Christopher Reynolds.
El tema real, no escapa a los melodramas, esos espectáculos de teatro y cine que llegan a mezclar sentimientos, dinero, placer, en un despilfarro de todas esas actitudes, que metidas en un cóctel de sensaciones, se creaban comedias de vida, que supuran raras sensaciones de decadencia.
“Welcome to Hadley.
The town and the family”
Written On The Wind es un drama del año 1956, dirigido por Douglas Sirk.
Protagonizado por Rock Hudson, Lauren Bacall, Robert Stack, Dorothy Malone, Robert Keith, Grant Williams, Harry Shannon, entre otros.
El guión es de George Zuckerman, basado en la novela homónima de Robert Wilder, publicada en 1945, que a su vez, se inspira en la historia real de Libby Holman; actriz que tuvo una relación similar a la narrada; sin embargo, el escritor cambió el escenario de Carolina del Norte a la petrolera Texas, cambiando además los nombres.
Pero como novela, Written On The Wind que dio tumbos durante varios decenios, sin que ninguna productora se decidiera a apostar por ella, hasta que el empeño de Douglas Sirk la convirtiera en realidad.
Written On The Wind, pertenece a la mejor época de Sirk, alemán que, como muchos otros emigraron a los Estados Unidos huyendo del nazismo, para seguir haciendo cine.
La decadencia de la sociedad de EEUU, y de sus principales valores, conforman el argumento, que en innumerables formas visibles e invisibles, muestra la subversión escondida que Sirk sesgó de la cultura popular estadounidense, y ayudó a lanzar una nueva era de la ironía.
Por su parte, el productor Darryl F. Zanuck le dijo:
“Written On The Wind va a tener que gustar en Kansas City, y en Singapur”; porque verdaderamente, EEUU es otra cosa.
Era una época en la que el director se convirtió en uno de “los reyes del melodrama”, quedando para la posteridad, como el máximo representante de un género a veces no demasiado apreciado por muchos, sobre todo a día de hoy.
Y la obra tuvo un gran éxito:
Dorothy Malone ganó el premio Oscar como Mejor Actriz de Reparto; y también obtuvo 2 nominaciones más:
Mejor actor secundario (Robert Stack) y mejor canción.
Curiosamente, para realizar esta película, Malone que era de pelo oscuro, se teñiría el pelo de rubio platino, con el fin de dar de retratar a la obsesiva Marylee Hadley.
Su actuación, y decisión, finalmente le dio prestigio en la industria cinematográfica.
Pero también hubo una controversia, en la que Anthony Quinn obtuviera el Oscar por sus 10 minutos de “Lust for Life”, por lo que Stack siempre sintió que fue una venganza de su estudio, 20th Century Fox, por haber aceptado trabajar en un film de la Universal.
Como sea el caso, hay que reivindicar, que aquí Stack hace un papelón, y que clava el gesto y la mirada, cada vez que su estado anímico baja un peldaño, acercándose sin remedio, al peor de los infiernos; porque Written On The Wind nos habla de amores no correspondidos, deseo, celos, relaciones familiares, fracaso, memoria o frustración vital son los asuntos temáticos que maneja esta pasional historia.
Un agrio título familiar, con un interesante retrato de personajes, e intenso progreso de sus relaciones y emociones; marcada por imponentes escenarios, creados por el hombre y su opulencia, entre los cuales pululan los personajes, siendo una muestra que fabula la subida y la caída de los ídolos de pies de barro.
La historia sigue a Kyle Hadley (Robert Stack), hijo de Jasper Hadley (Robert Keith) un magnate, propietario de una importante compañía petrolífera, que se ha convertido con el paso de los años, en un playboy millonario, acostumbrado a tener todo lo que desea.
Deslumbrado por su vida de lujos, Kyle ha descuidado su negocio, y ha comenzado a beber de forma compulsiva…
Junto a él, trabaja Mitch Wayne (Rock Hudson), un compañero de la infancia, con muchísimo menos éxito profesional al que ha dado trabajo por amistad.
La relación entre los 2 amigos se complica, cuando entra en escena Lucy Moore (Lauren Bacall), la secretaria de Hadley, una mujer hermosa y atrayente, de la que los 2 caen enamorados en el acto.
Sin embargo, Lucy, contra todo pronóstico, elige al orgulloso Kyle…
Y Mitch piensa que la joven está cometiendo un error, al casarse con un alcohólico presuntuoso.
Al cabo de un año, Kyle parece un hombre nuevo, ha dejado de beber, y presta más atención a sus negocios.
Pero los celos, supuestas traiciones, anhelos del pasado, viejas rencillas, y demás sentimientos, harán acto de presencia en lo que pronto se convertirá en un torrencial de pasión desenfrenada; tal y como rezan muchas de las películas de Sirk.
Por lo que Written On The Wind, aborda la descomposición de una estirpe social, basada en el materialismo y el triunfo social, el dinero, el lujo, el derroche, el sexo y el fracaso personal de un hombre que ha triunfado en los negocios, pero ha fracasado como padre.
Hay una altura y un aliento shakesperiano en el relato, una catarata de emociones y sentimientos.
Las impecables elipsis, los sobreentendidos en el aspecto sexual, otorgan al film, una narrativa elegante, y una fuerza en las imágenes que describen la situación sin necesidad de palabras; con un extenso “flashback”, en la que el espectador va conociendo los motivos que conducen a una situación extrema; una construcción geométrica e inexorable, que da la sensación de una obra maestra incontestable.
Para el director, Written On The Wind es una alegoría del fracaso:
“El éxito no me interesa.
Respecto al fracaso, es muy significativo el final.
No hablo del fracaso en el sentido de los autores decadentes, los neorrománticos que predican la belleza del fracaso; sino del fracaso que nos invade sin razón.
El fracaso, es uno de los pocos temas dramáticos, realmente apasionantes.
En Written On The Wind, se empieza con una situación final.
Se supone que el espectador sabe qué está esperando.
Es un tipo distinto de suspense, o de anti-suspense.
El público se ve obligado a dirigir su atención, al cómo, en lugar del qué; a la estructura, en lugar del argumento; a las variaciones de un tema, a las desviaciones de él, en lugar del tema en sí”
Por tanto, se nos muestra el amor, como su imposibilidad.
“You're a filthy liar”
El director Douglas Sirk dijo:
“El cine es sangre, lágrimas, violencia, odio, muerte y amor”
Y fiel a lo anterior, ha hecho películas de sangre y lágrimas, de violencia y odio, películas de muerte, y películas de amor.
Written On The Wind, describe el panorama de una familia burguesa en descomposición, pero no son tanto las miserias particulares lo que afecta a sus componentes, como la relación de los distintos personajes, y la complejidad de los sentimientos en juego, plasmados de tal modo que la traición se impone como factor determinante.
El análisis descriptivo de la acción melodramática, avanza con la fuerza de un huracán, entre pasiones negativas y equívocas; siendo una joya que demuestra la vital importancia de la puesta en escena como elemento narrador; en el que además, el trabajo de síntesis establecido, deja con la boca abierta.
Hay que resaltar, que Written On The Wind fue uno de los pocos films que se rodó en “pantalla ancha plana” (FLS) para ser impreso en Tecnicolor, proceso de impresión de 35mm, ordenado con la intención de mantener la más alta calidad posible de impresión, como la protección del negativo.
Y es que eran otros tiempos, en los que el ritmo atendía a otro tipo de cuestiones, más bien formales, sin perderse en ellas; y como cualquier melodrama de Sirk, contiene elementos de crisis, para ilustrar una historia, pero quizá sea aquí, donde la situación límite llega a niveles más extremos, conduciendo a sus personajes por caminos que desembocan a la frontera misma de la locura.
Por lo que encontró una fórmula para ridiculizar el estilo de vida estadounidense, desde varios estratos sociales, y eso tiene un gran valor cinematográfico.
La presencia de Lauren Bacall, confirma que quizá sea una de las películas con reparto más imposible de la historia del cine, en la que conviven actores de las más diversas tipologías:
Desde la dureza de La Bacall, hasta la galanura estereotipada de Hudson; pasando por el maligno hieratismo de Robert Snack, y la explosividad física y emocional de Dorothy Malone.
Mientras los espectadores que se queden en la primera capa de la narración, la de las emociones sin límite, la disfrutarán; pero quienes estén dispuestos a rascar en su superficie, hallarán un completísimo catálogo de miserias humanas.
Para los exegetas de Douglas Sirk, consideran que Written On The Wind es uno de sus mejores melodramas, si no el mejor.
El propio autor, está prácticamente dispuesto a considerarlo así, cuando habla con entusiasmo de su trabajo:
“Es una crítica social, de los ricos y los comprometidos, y de la familia de EEUU en general.
La interpretación de Rock Hudson, Lauren Bacall, Robert Stack y Dorothy Malone, era realmente excelente, lo que explica el enorme éxito de esta película, en todo el mundo.
Trabajé el color con mucha atención, e incluso organicé escenas solamente en función del color, dibujando yo mismo cuadros para cada escena.
Quise hacer una película barroca, y creo que en lo referente al color, estaba bastante conseguida”
La anécdota de Written On The Wind, gira en torno al poder:
Un magnate del petróleo, ve cómo su alcoholizado hijo se casa con una chica sin interés, lo que decepciona profundamente al amigo de la familia que les presentó; pero no al magnate, que aprovecha la ocasión para ofrecer a su hijo un cargo de mayor responsabilidad en la empresa.
Sin embargo, la impotencia sexual del protagonista, origina un cúmulo de conflictos, de entre los que destaca su sospecha de que el embarazo de su mujer, se debe a la intervención del amigo íntimo; circunstancia que coincide con la muerte accidental de éste, y el juicio que protagonizan todos los personajes.
Por lo que el uso inteligente del “flashback”, construye un interés inmediato, y expectativas sin reducir las sorpresas de la trama.
Kyle nunca ha conseguido igualar a su amigo, Mitch; por lo que Kyle sabe gastar su dinero, conduce aeroplanos, conquista chicas, bebe…
Mientras Mitch es su compañero permanente, y quien tapa y arregla todos sus problemas; pero no son felices.
Sus vidas están desprovistas de amor.
Es entonces que conocen a Lucy; quien evidentemente, es diferente de todas las demás mujeres:
Es independiente, se gana la vida, tiene sentido práctico, es tierna y comprensiva.
Sin embargo, escoge al malo, Kyle, mientras que el bueno, Mitch, le convendría más; porque Mitch también sabe trabajar para ganarse la vida, tiene sentido práctico, es generoso, y comprensivo como ella.
Pero esta pone su mirada en aquél, con quién las cosas no pueden durar mucho tiempo.
En su primer encuentro con el padre de Kyle, Lucy le pide que dé a su hijo una nueva oportunidad.
Mientras la hermana de Kyle, Marylee, es la única que ama a quien debe, es decir, a Mitch, y es fiel a este amor, lo cual es absolutamente ridículo.
Sólo puede ser ridículo, cuando todos los demás piensan que sus sucedáneos de acciones son la realidad:
Es muy evidente, que lo que le ocurre a ella, es que desconoce la realidad.
Lucy es un sustitutivo para Kyle, ya que no puede ignorar que nunca será capaz de amarla y viceversa.
Y el padre, tiene en la mano un pozo de petróleo que parece un sustitutivo del pene...
Y eso lo vemos al final, con Marylee, como única superviviente de la familia.
De hecho, Douglas Sirk quería que quedase claro, que Kyle Hadley era gay.
Sin embargo, esto no se pudo mencionar directamente por la vigencia del Código Hays de producción.
De todas formas, queda implícito que está enamorado en secreto de Mitch.
Una escena a destacar, es la que sucede mientras Marylee baila en su habitación “la danza de un cadáver”, quizá en este momento comienza su locura:
Su padre muere; muere porque es culpable, porque entre sus verdaderos hijos siempre ha mantenido la opinión de que Mitch vale más que ellos, hasta que acaba por ser verdad.
Porque él nunca ha podido hacer lo que ha querido, y siempre ha pensado que el padre de Mitch, que no ha hecho dinero, y puede irse a cazar cuando quiere; vale más que él.
Sus hijos son unos pobres desagradecidos, malcriados e imbéciles.
Sin duda, comprende su falta, y esto lo mata.
En cualquier caso, el espectador lo comprende; y su muerte no tiene nada de terrible; porque Kyle no ama a Lucy, quiere un hijo de ella… o porque nunca ha tenido la ocasión de lograr nada, y al menos quiere engendrar un hijo.
Pero sus esfuerzos revelan una debilidad fatal.
Kyle vuelve a beber.
Ahora queda claro, que Lucy no le sirve de ayuda a su marido.
En lugar de beber con él, y comprender algo de sus sufrimientos; ella se vuelve más noble y pura que nunca, tanto que cada vez nos sentimos peor, y vemos más claramente lo bien que estaría con Mitch, que también nos hace sentirnos muy mal, a la vez que muestra una gran nobleza.
Las personas que están hechas para ser útiles, con sus cabezas llenas de sueños fabricados, son las que siempre son acorraladas.
Si Lucy hubiese vivido con Kyle, en lugar de vivir a su lado; a través de él y para él, habría podido creer que el niño que está esperando, verdaderamente es suyo.
Habría evitado muchos sufrimientos.
Pero, tal como está la situación, el niño pertenece más a Mitch, aunque nunca se haya acostado con Lucy.
Mientras Marylee comete una mala acción:
Pone a su hermano en contra de Lucy y Mitch.
Con lo anterior, Douglas Sirk nos muestra las huellas de la desesperación humana, donde los buenos, los normales, los perfectos, siempre resultan profundamente indignantes; y los malos, los débiles, los disolutos, suscitan la compasión.
Incluso, los que manipulan a los buenos.
El director moldea un drama sórdido, sobre la sociedad materialista, sobre las clases que viven en la opulencia, rodeada de todo, y en realidad solos en su vacuidad existencial, en su insatisfacción anímica, en sus inseguridades, se hace una deconstrucción doliente de este microcosmos de las élites, un torpedo al “Sueño Americano”, de cómo los que triunfaron, no son capaces de legar a sus hijos, sus valores morales, solo les dan mucho dinero, viviendo derrochando en medio de lujos, borracheras, lujuria y excentricidades.
Y nos habla del clásico éxito de un hombre hecho a sí mismo, y como este fracasa en educar a sus vástagos, en esto destila un halo de tragedia griega, con efluvios shakesperianos, historia de pasiones enfrentadas, de sentimientos reprimidos.
Pero también hay mucho reflejo de la sociedad de los años 50:
Sirk introduce con mucha sutileza, ya no solo temas completamente tabú como la homosexualidad o las aventuras sexuales, sino otros como el resquebrajamiento de la alta sociedad.
En la historia, subyacen sublecturas un tanto escabrosas para su tiempo, pues en realidad, Kyle está enamorado de Mitch y viceversa, pero nunca se lo han confesado, y se denota en sus miradas, en sus comportamientos, y lo que no soporta Mitch, es que su “amigo” este con otra, pues que sea homosexual, es la única explicación a que se resista a las insinuaciones sexuales de la exuberante Marylee, solo si no eres hetero, puedes negarte a tocar a la despendolada chica.
Incluso, se puede ver desde esta vertiente, la impotencia sexual de Kyle, que en realidad sea gay, y no pueda “consumar” con Lucy.
También hay un sueño en una de las borracheras de Kyle, que se deja ver algo más… y que Lucy llega a descubrir, pero todo manejado muy sutilmente.
Otra sublectura, es la mucha cercanía que se ve entre los hermanos Hadley, quizás alguna insinuación subterránea de incesto…
Los 2 personajes más inteligentes, cuerdos o funcionales, son sin duda los que están ahí gracias a sus méritos.
A los que nadie les regala nada.
Por otro lado, los 2 niños ricos, convertidos en adultos terribles, son 2 auténticos roba escenas; por lo que sus nominaciones están más que justificadas.
Dorothy Malone, siempre entra a golpe de jazz típico de “night club”
Fabuloso personaje que parece una joven malcriada, pero que esconde mucho más; siendo el personaje más fascinante del film.
Una mujer moderna, rebelde, sin pelos en la lengua, y que va siempre con la cabeza bien alta, pero de mucho cuidado...
Mientras Rock Hudson es una luz en medio de este barco a la deriva...
Su porte de galán y buena persona, componen la mayor parte de su personaje.
El actor, aunque se quejaba de ser siempre “el perfecto”, tenía facilidad para ello; y Mitch es un hombre responsable, y en quien se puede confiar, era normal que enamorase tanto.
Douglas Sirk, sabía aprovechar al actor, quien aquí puede parecer que queda eclipsado, pero está ahí una de sus mejores virtudes.
Written On The Wind, va turnando los momentos de esplendor, de unos y otros, pero todos tienen sus minutos importantes, y ese equilibrio hace que el metraje dure un auténtico suspiro.
Todo el reparto tenía buenas palabras para Rock Hudson:
Él dejó huella en Robert Stack, quien tuvo un papel muy deslumbrante, mientras Hudson decía sobre su propio personaje:
“Como siempre, soy tan puro que soy imposible”
Hudson era la estrella del estudio, y Stack había sido cedido por otro.
Según Stack, Hudson podría haber ido al despacho de un jefe, y decir que él era estrella, y que cortasen al más desconocido, “pero nunca lo hizo, y yo nunca olvidaré eso”
Además, Rock Hudson se entendía a la perfección con Sirk, que aprovecha su homosexualidad para hacer más sombría su extraña relación con Kyle; en esta 7ª de las 9 películas en las que Douglas Sirk y Rock Hudson trabajaron juntos.
Interesante resulta ser que, a pesar de que parecía que Rock Hudson estaba en un buen momento personal y profesional, Dorothy Malone declaró, que notaba una cierta tristeza en él.
Ambos se llevaron bien, y eso ayudó a Malone en los momentos de tensión que había en el rodaje:
“Rock me daba la sensación de seguridad siempre que trabajaba con él”
Hudson había trabajado anteriormente con Sirk, y explicaba a la actriz en privado y pacientemente, lo que el director le exigía.
Pero el matrimonio de Hudson con Phyllis Gates, fue uno de corta duración, que muchas personas, después de la homosexualidad de Hudson llegase a ser conocida; insistieron en que debe haber sido una farsa ya concertada.
Pero los que observaron a los 2 juntos, cuando Phyllis visitó el set, o cuando ella y Hudson se unieron a Robert Stack y su esposa, para fines de semana ocasionales, dijeron que nunca pensaron que había algo entre ellos, para indicar que su relación era del todo una mentira.
Por otra parte, los reyes de la función, en Written On The Wind son:
Robert Stack, que expresa a la perfección los traumas del pasado, el no afecto de su padre, y el demonio de unos celos infernales, atacados además por un dictamen médico, que pone en duda su hombría.
Ese hombre que no es capaz de pensar con claridad, porque el alcohol se lo impide, y únicamente ve cosas que no son reales.
Pierde la confianza rápidamente en su amigo y en su mujer; y no durará en pensar en acabar con ellos.
Y cómo no, Dorothy Malone, sensual y perversa como pocas, en un personaje difícil, una ninfómana que echa de menos más que nadie, la época de la infancia, cuando Mitch era una posibilidad latente.
Quedará la línea de Mitch, muy interiorizada en la vida privada de Rock Hudson, cuando le dice a Marylee, la verdad de su verdad real:
“Jamás podré satisfacerte”
Por su parte, Dorothy Malone dijo, que él era alguien solitario, que ocultó sus sentimientos de tristeza e inseguridad.
Por último, Lauren Bacall, desprende una vez más su atípica belleza, haciendo un muy buen uso de la elegancia que le caracterizó; sin olvidar al gran secundario, Robert Keith en un papel pequeño pero de gran fuerza.
Como curiosidad, los personajes se disponen como imágenes especulares invertidos, el bueno frente al malo, pero cada uno, finalmente, ocupa una posición compleja y contradictoria en el imposible orden de las cosas.
Desde lo técnico, los aspectos visuales están cuajados de simbolismos, y la puesta en escena evoca una vida de excesos vacía; que se refleja bien en la decadencia del modo de vida estadounidense, en un clima opresivo de frustración sexual, alcohol y dinero; por ejemplo en la secuencia del frenético y erótico baile de Marylee, mientras su padre está muriendo, y la imagen de una Marylee, heredera de un gran imperio petrolífero, pero sumida en la más terrible soledad, abrazada a la maqueta de una torre petrolífera, con un cuadro de su padre en idéntica postura, que preside el plano, como metáfora del fracaso total y absoluto de los valores de una cierta clase social.
Y una vez más, la mansión donde ocurre todo esto, se erige como testigo protagonista de los hechos; regida, por decirlo de alguna manera, por una inmensa escalera, espejos y flores imperecederas; como el oro, muy frío; esta sería la casa que uno se construiría si tuviese mucho dinero.
Una casa con todos los accesorios que implica la auténtica riqueza, y donde uno no puede sentirse a gusto.
Las emociones humanas se consideran la flor más extraña en la casa que Douglas Sirk construyó para los Hadley:
La iluminación de Sirk, siempre es lo menos natural posible.
La presencia de sombras, donde no deben hace plausibles ciertos sentimientos que se hubiese tendido a no encontrar verosímiles.
También los encuadres, casi siempre son inclinados, generalmente tomados desde abajo, de modo que lo raro queda plasmado en la pantalla, y no sólo en la mente del espectador.
También hay hallazgos visuales que no tienen parangón, por citar como ejemplos:
La visita de Hudson y Bacall, buscando a Stack en un bar.
La planificación y uso del color, van mostrando lo inestable del momento en cuando a dramatismo.
El rojo que va combinándose en el encuadre, muestra la tormenta psicológica que está a punto de estallar.
Y el momento con reminiscencias a Lady Macbeth:
Lucy salen en coche con Mitch de la mansión Hadley, son observados desde la ventana por Marylee, y un ebrio Kyle; mientras ella le sopla sutilmente al oído, que entre su mejor amigo y su esposa, hay un affaire; él se niega a creerlo, pero por dentro se nota que le ha calado, mirándose al espejo sin gustarle lo que ve, y tirando el vaso de whisky contra el cristal.
O ese montaje paralelo, entre el enfrentamiento entre Mitch y Kyle, mientras Marylee baila desenfrenadamente en su habitación, que provoca la muerte del padre en la escaleras.
No hay diálogos alargados, ni discursos que subrayen innecesariamente, sólo imagen y sonido mezclados con inteligencia, el motor narrativo por excelencia de los dramas de Sirk.
O bien, aquel río de la niñez, tantas veces nombrado entre los hermanos y Mitch, dota al relato de una nostalgia abrumadora, la que hace presa a los 2 hermanos, que no son capaces de dejar el pasado atrás, mientras Mitch ha madurado, y sólo piensa en el presente, mirando hacia delante.
Si hubiera que destacar una escena, o fotograma, no cabe duda que habría que irse al final, y quedarse con esa sutil mirada que Dorothy Malone le dedica a la pequeña torre petrolífera en el despacho de su difunto padre.
No sé si se les escapo a los del Código Hays, o habían abierto un poco la manga, pero tiene un punto lascivo delicioso.
Si tenemos en cuenta que durante todo el metraje, ella anda más caliente que el pico de una plancha, acosando al bueno de Rock Hudson, pues eso, las cuentas salen solas…
Ese momentazo, sabiéndose dueña de una inmensa fortuna, abandonada por una Lauren Bacall que importándole todo un comino, no tiene precio.
La manera como acaricia esa torre, de arriba, hacia abajo, como esperando a que explote… con esos ojos... bueno, hay que ver la escena, y darle un poco al pause, sobran las palabras…
Ese plano, de apenas unos segundos, es un modo eficaz con el que el director desea mostrarnos un montón de cosas:
La decadencia personal y familiar, la decepción por el amor no correspondido que se va definitivamente, la idea de que el dinero no puede darnos la felicidad...
El cine de Douglas Sirk, libera la mente a cualquiera.
Por último, la banda sonora de Frank Skinner es alucinante, y acompaña muy bien a las escenas más importantes e intrigantes.
El título de la canción “Written On The Wind”, compuesta por Victor Young y Sammy Cahn, es cantada por The Four Aces.
La canción aparece muy destacada, y el grupo es totalmente acreditado.
“Just try keeping your head clear and your eyes open”
Series televisivas tan famosas como “Dallas”, “Dynasty” y “Falcon Crest”, son deudoras en gran medida de Written On The Wind.
El término “melodrama” también abarca películas que tienen una carga emocional o moral muy fuerte o emotiva, atendiendo al gusto de cada persona.
Son películas dramáticas, que buscan ser lo más realistas posibles, dando un significado y connotación humana.
Los melodramas que Douglas Sirk realizó para la Universal durante los años 50, han marcado una época, seguramente, nunca aparecerán entre las películas más votadas y reconocidas, no gozaran del prestigio en las listas que se publican periódicamente sobre su transcendencia en la historia del cine, pero los aficionados al cine clásico, y el melodrama en particular, jamás podremos olvidar el “look” de esas películas.
Con sus colores vivos y su luz translúcida, con sus cielos extremadamente azules y rojizos crepúsculos, sus fondos de tarjeta postal, con sus inteligentes heroínas aun cuando caigan en la miseria o se vuelvan ciegas.
Sirk, hombre culto y ponderado, formado en el teatro, la fascinación de sus films es un cóctel de extravagancia ininterrumpida, y el sentido de lo trágico que permanece en la memoria, porque la memoria embellece las cosas.
Por eso, “todo se escribe sobre el viento”, porque no puede quedar permanentemente escrito; porque no puede ser recordado como un sentimiento imborrable, sino como algo que vino, acarició el rostro de unos cuantos, y luego, se fue.
Así de volátil es el ser humano.
Es puro viento en mejillas surcadas por un río de lágrimas.
La frustración es demasiado poderosa.
El desprecio es demasiado evidente.
El odio es demasiado provocador, y siempre se cae en él.
Aires de grandeza que son brisas pequeñas en el mapa de unos cuantos corazones arrasados.
El melodrama, como en la realidad, es la máscara de una tragedia familiar.
“To beauty, to truth which is anything but beautiful”
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