The Big Country

“Big they fought!
Big they loved!
Big their story!”

A principios del siglo XIX, “El Oeste” de EEUU era considerado un territorio salvaje e inhóspito, con escasas posibilidades de ser habitado.
En esta opinión, no influía el hecho de que los pueblos amerindios llevaban varios milenios viviendo en él…
El avance del “Este civilizado” sobre el “Oeste salvaje”, fue el encuentro y el choque entre 2 mundos excluyentes; mientras la apropiación de territorios y el desplazamiento de los nativos, se justificó con la doctrina del “destino manifiesto”, una ideología que afirmaba que todos estos sucesos, eran parte de un “plan divino” previsto para EEUU y el mundo.
El Oeste, ha desempeñado un papel importante en la historia de ese país, y está incrustado en su folclore.
En su más amplia definición, el Oeste de los EEUU, es la región más grande del país, y abarca más de la mitad de su superficie terrestre.
El llamado Viejo Oeste, Antiguo Oeste, Salvaje Oeste, Lejano Oeste o La Frontera; comprende la región de los estados occidentales de los Estados Unidos; debido a que se expandió hacia el Oeste después de su fundación, por lo que el significado de Occidente, ha evolucionado con el tiempo.
Antes de 1800, la cresta de las montañas de Los Apalaches, era visto como La Frontera Occidental; desde entonces, la frontera se movió más hacia el oeste, y el río Mississippi hace referencia como el límite más oriental posible de Occidente.
El Oeste, entonces comprende mayormente zonas semi áridas, mesetas, algunas llanuras, y montañas boscosas.
La historia del oeste estadounidense, a finales del siglo XIX, y principios del XX, ha adquirido un mito cultural en la literatura y el cine de los Estados Unidos.
La imagen del vaquero, el granjero, y la expansión hacia el oeste, tomó hechos reales, y los transmuta en un mito del oeste, que ha dado forma a gran parte de la cultura popular estadounidense desde finales del siglo XIX.
El “western”, es el género cinematográfico genuinamente hollywoodense, que ha servido en su singladura, para documentar la realidad de la evolución de un país, a través de su iconografía, y para servir de metáfora de otros aspectos de la virtud de la autosuficiencia, y el espíritu estadounidense.
“All I can say, McKay, is you take a helluva long time to say good-bye”
The Big Country es un western del año 1958, dirigido por William Wyler.
Protagonizado por Gregory Peck, Jean Simmons, Charlton Heston, Burl Ives, Carroll Baker, Charles Bickford, Chuck Connors, Alfonso Bedoya, Chuck Hayward, Buff Brady, Dorothy Adams, Jim Burk, entre otros.
El guión es de James R. Webb, Robert Wyler, Sy Bartlett, Jessamyn West, y Robert Wyler; basados en la novela homónima, escrita por Donald Hamilton, a partir de su cuento “Ambush At Blanco Canyon”, y publicada por entregas en 1957, en The Saturday Evening Post, con el mismo título del cuento.
The Big Country es un clásico de Hollywood, que reúne un drama tipo culebrón, ambientada en el rudo oeste, y bañada con una melodía magnética; una historia que mezcla amor, despecho, desafíos, orgullo, patriarcas, un malvado cobarde, el rudo rival, e incluso, un empleado humilde; y reflexiona sobre el hombre, sus actos, sus valores, y la forma de entender el mundo, unos y otros.
Se cuenta que el entonces Presidente de los Estados Unidos, Dwight D. Eisenhower, vio The Big Country 4 veces seguidas en La Casa Blanca, y la definió como:
“La mejor película que jamás se había hecho.
Es mi película favorita”
Burl Ives, ganó un premio Oscar al Mejor Actor de Reparto, y The Big Country obtuvo otra candidatura a la mejor banda sonora, por el trabajo del compositor y director de orquesta, Jerome Moross.
Las escenas fueron filmadas Cañón Blanco en Red Rock Canyon State Park en California.
Las escenas del rancho y de campo con vegetación, fueron filmadas en las centrales de California Sierra, colinas cerca de la ciudad de Farmington; y contó con uno de los conjuntos más grandes jamás construidos en el lote Samuel Goldwyn Studios, una reproducción de la enorme mansión “Terrill” que cubría 2 grandes construcciones continuas.
La acción dramática tiene lugar en tierras de Texas, en torno al año 1886.
Un refinado hombre del este, el capitán de barco retirado, James McKay (Gregory Peck), llega al profundo oeste, a conocer a la familia de su prometida:
Patricia Terrill (Carroll Baker)
Contra su voluntad, McKay se hallará inmerso en las disputas entre su futuro suegro, Henry Terrill (Charles Bickford); y la familia rival, comandada por Rufus Hannassey (Burl Ives), por el control de las tierras; y verá cómo choca inevitablemente su mentalidad del este, con la de su prometida.
El choque entre McKay, hombre pacífico, culto y educado; y los violentos y toscos rancheros, será inevitable.
No sólo tendrá que enfrentarse con el capataz, Steve Leech (Charlton Heston), sino que incluso, su novia se sentirá decepcionada por su comportamiento.
Mientras tanto, el padre de Pat, y el clan de los Hannassey, luchan encarnizadamente por el control del agua para abrevar el ganado.
De acuerdo con Gregory Peck, el director William Wyler pretendió que The Big Country fuera una alegoría de izquierda para La Guerra Fría; y creo que lo logró.
Peck cree, que Estados Unidos debería haber mantenido buenas relaciones con La Unión Soviética, después de La Segunda Guerra Mundial; así, el conflicto entre el civilizado este, y el salvaje oeste, dio lugar a uno de los más sólidos y bellos westerns de la historia del cine.
El relato, también analiza la confrontación de mundos antagónicos e incompatibles:
El del campo y la ciudad, el del Este y el Oeste, el de la civilización y la barbarie, el del pasado y el del futuro, el inmovilista y el proyectado hacia la modernización y el cambio, el violento y el que siente aversión por la violencia, el de los mayores y el de los jóvenes, etc.
Por tanto, a The Big Country se le acredita con el inicio de la tendencia de los westerns pacifistas.
“There's some things a man has to prove to himself alone... not to anyone else”
El director William Wyler, fue uno de los pilares sobre los que se sustentó el mito del esplendor de Hollywood, una referencia inevitable, cuando se habla del cine del pasado siglo; porque la figura de este gran cineasta, albergó un director irreprochable, un sagaz adaptador de novelas, y un productor exigente.
Prueba de todo ello es The Big Country, uno de sus trabajos más ambiciosos, una epopeya de gran magnitud dramática, aderezada con las dosis suficientes de aventura, romance, y humor, para convertirla en un relato inolvidable:
La vieja historia del enfrentamiento entre familias rivales por unas tierras donde se dirimen más que cuestiones de acres y fronteras, conflictos de honor, largamente enquistados, que sirve como soporte para construir una trama, donde lo singular y lo plural, la anécdota y el conjunto, tienen igual importancia.
El guión trasciende los márgenes del western, y escarba en el perfil de cada uno de los personajes, gracias a un desarrollo largo, profundo, en el cual, los diálogos cumplen su cometido:
La frase correcta en el momento adecuado.
Estas obviedades, son el germen de toda buena película y, sin embargo, en The Big Country parecen revelarse por primera vez; por lo que es un cúmulo y una suma de elementos, cuyo envoltorio es el de un western, pero que en su interior descansan valores, características y virtudes de otros géneros que la alejan de éste, pero cuya mayor virtud, es que ese alejamiento, es voluntario.
No cumple las normas estrictas del género porque no quiere, no interesa…
La historia y el mensaje es otro, y el western es tan solo un elemento más, como la luz, el atrezzo, el espacio; una excusa para enfocar y localizar geográficamente unos acontecimientos que perfectamente podrían suceder bajo el reinado de los Borbones, La Revolución Francesa, o en el mismo oeste americano, emparejándose mucho en este sentido, con la etapa más rica de David Lean, un director que seguramente habría estado encantado de firmar The Big Country, ya que centra una historia minimalista, aupada y movida por los sentimientos y transformaciones de sus protagonistas, en un contexto épico e histórico, muy atractivo cinematográficamente; porque se trata de un western, en que el héroe es un hombre que en toda la película jamás se pone un sombrero de vaquero, ni dispara a ningún hombre.
No sólo eso, sino que también, es un hombre que en vez de luchar por conseguir el corazón de su amada, sencillamente evita llevar a cabo los actos varoniles que ella le exige, aun cuando él es capaz de llevarlos a cabo.
Hay más, no solo se trata de un western pacifista, sino que los 2 únicos duelos que hay, no tienen para nada las características de los clásicos duelos del oeste:
Uno es un duelo a la antigua usanza con pistolas de un solo disparo; el otro es filmado desde un plano general aéreo, que no permite distinguir los detalles de lo que sucede.
Definitivamente, The Big Country es un western especial.
Ese peculiar protagonista, es James McKay, un capitán de barco retirado, que se ha prometido con Patricia Terrill, la única hija de un poderoso ranchero del oeste.
Cuando llega a esas tierras, la presencia del caballeroso McKay, chocará a los vaqueros de la zona, provocando que sea objeto de algunas burlas, especialmente por parte de Steve Leech, el duro capataz del rancho.
Al presentarse en El Rancho Terrill, McKay descubre que hay una encarnizada pelea entre 2 familias:
Los Terrill y Los Hannassey.
El padre de Patricia, Henry, vive en una elegante mansión, y tiene una vida acomodada; mientras que el clan de los Hannassey, vive más modestamente en un pequeño poblado escondido en un cañón, y cuenta con varios hijos con tendencia a emborracharse y meterse en líos, de los cuales, el más problemático es Buck (Chuck Connors)
El último personaje a destacar en mitad de todo este entramado, es la maestra soltera Julie Maragon (Jean Simmons), quien posee unas tierras heredadas de su familia, que ambicionan tanto Los Terrill como Los Hannassey, por tener un río al que ambos clanes necesitan acudir para dar de beber a su ganado.
El origen de la disputa, es la lucha por esa propiedad, del único rio del territorio, cuya dueña es Maragon.
Patricia, le echa en cara a James su pasividad y su aparente cobardía, porque en determinadas ocasiones no emplea su fuerza al estilo del viejo Oeste.
Así, el cariño de James cada vez se va apartando más de Patricia, en favor de Julie; pero a ésta la secuestran Los Hannassey, para obligarla a firmar la venta de sus propiedades, con el rio incluido.
James, nada más enterarse, va al rancho de Los Hannassey; y tiene un duelo con Buck, que se siente humillado, e intenta matarle a traición, pero su padre lo mata antes.
Mientras El Mayor Terrill, con sus hombres, también llega al rancho; pero Rufus y los suyos, les tienden una emboscada.
El Mayor, se da cuenta de que todo es un problema personal con Rufus Hannassey, y lo reta a un duelo.
Rufus lo acepta, y empieza a caminar el uno, al encuentro del otro, originándose el típico tiroteo.
Todos ellos serán los rostros que dan aliento a unas imágenes poderosas, capaces de captar al mismo tiempo la épica de la historia, y los conflictos personales sin distinguir dónde empiezan unos, y acaban otros.
Los demás apartados técnicos y artísticos, entre los que brilla la fotografía de Franz Planer, realzando los magníficos decorados, consigue el término medio perfecto, entre aprovechar la espectacularidad de los paisajes en que rueda la película, con esos planos al atardecer y de los campos vírgenes; y al mismo tiempo, exprimir la profundidad psicológica de los personajes.
The Big Country, como muchas producciones importantes de la década de los años 50, sucumbió a la moda de los formatos panorámicos, cuyo propósito era el de proporcionar imágenes de una mayor espectacularidad en pantalla, en una época en que la asistencia de espectadores al cine, había sufrido debido a la implantación de las televisiones en los hogares.
En este caso, el formato empleado, fue el Technirama; una variación del VistaVision de la Paramount; y el uso del cinemascope, es simplemente apabullante.
El mismo paisaje, puede ser de lo más liberador, o por el contrario, de lo más opresor y asfixiante.
La fotografía responde en gran medida a lo que se puede esperar de un western clásico de sus características:
Hay grandes escenarios exteriores, todos ellos muy bien resueltos, así como un gran número de interiores, en los que los niveles de luz son muy elevados.
Mientras en exteriores, a veces tiene que hacer que sus luces suplan al sol, seguramente por circunstancias de rodaje o climática, y ello produce cierta artificialidad, pero lo cierto es que era algo común en la época.
También, estos exteriores lucen algo más sobreexpuestos que en el cine clásico, como si Planer quisiera hacer un mayor uso de la luz disponible, y reducir algo la saturación de color; e incluso, se permite fotografiar algunas siluetas a contraluz, sin rellenar a los actores.
También, es muy destacable la escena de la pelea nocturna entre Peck y Heston, rodada en una estupenda noche.
Todo lo anterior, junto con la conocida banda sonora de Jerome Moross, termina de redondear el conjunto, son elementos imperecederos para una película sin fecha de caducidad, con la prueba de fuerza y de talento de William Wyler, que de alguna manera sabía que estaba participando en La Historia del Cine.
Los personajes, definen la historia con maestría:
Desde el poner la otra mejilla, demostrando así que no se tiene uno que sentir provocado, hasta la venganza más destructiva.
Desde el amor puro y sin intereses, hasta el amor más egoísta, si a eso se le puede llamar amor.
Desde la lealtad mal entendida, al desprecio por el respeto y la honra.
Desde los sentimientos más nobles, al comportamiento rebajado, primitivo y animal.
Hay lugar para las sutilezas amorosas, para la preservación del honor, para ejemplarizar la lealtad a toda costa… y para establecer una nueva alianza que permita el resurgir de la paz.
Así tenemos a Jim McKay, que es un capitán de barco retirado, todo un caballero, que odia parecer un fanfarrón, y al que los excesos de orgullo, le parecen de un salvajismo incongruente.
Pat, es la chica con complejo de Electra, pues no hay hombre como su padre, que acaba despreciando a su prometido, porque este no desea zurrarse con el capataz del rancho.
Julie, la amiga, que defiende al novio, quizás porque le guste demasiado, que prometiera a su abuelo, no vender la tierra a ninguno de los viejos rivales, y que es acosada por el rudo macarra, Buck Hannassey.
El capataz, Steve, que es un rudo vaquero que se pasa provocando al forastero todo el rato, pues lo cree poca cosa para la hija de su jefe, a la cual desea.
El chulo pendenciero, Buck, que es un canalla, e inicia una guerra por no pensar las cosas que hace.
El Mayor, un viejo granuja que se las da de intachable caballero, acostumbrado a que su voz es la ley.
Y Rufus Hannassey, el otro viejo guerrero que habla con locuacidad y voz de trueno, invocando a la caballerosidad.
La aparición de Hannassey en la fiesta de sociedad de Terrill, echándole en cara que tras esa vida elegante comete actos repugnantes, es una magnífica presentación del personaje.
Del mismo modo, esa doble faceta entre villano, que planifica el secuestro de Julie y hombre que respeta profundamente las convenciones de caballeros, lo hacen especialmente atractivo.
Como se deduce por el argumento, The Big Country juega con 2 ideas:
Por un lado, el clásico y absurdo enfrentamiento entre familias; y por otro, el concepto de caballerosidad de James McKay, que choca con las normas del oeste.
Gregory Peck, da vida a este clásico hombre honrado y educado, que se rige por sus principios, sin importar lo que piense al resto; es decir, es un personaje hecho prácticamente a su medida.
Lo interesante de McKay, es que se enfrenta directamente a algunos tópicos y principios del héroe de western.
Tradicionalmente, es un género basado en protagonistas que no dejan que nunca se cuestione su hombría, y que prueban constantemente su valentía y dureza.
McKay, al contrario, evita probar que posee esas características, de hecho, cuando se le pone en duda en algún aspecto similar, prefiere ponerse a prueba a sí mismo, antes que demostrar su valía públicamente; como cuando le retan a montar un caballo difícil, se niega, y luego por su cuenta, práctica hasta dominarlo; o cuando Steve le llama cobarde, McKay se retira evitando la pelea, pero luego durante la noche, reta a Steve a una pelea a solas.
Este es el punto de conflicto entre McKay y su prometida:
Ella desea un marido que se comporte como un auténtico vaquero, demostrando continuamente su hombría y su fuerza, mientras que a él le da igual lo que opinen de él, lo que le importa, es lo que se prueba a sí mismo.
Así, cuando los Hannassey secuestran a Julie, McKay demostrará su auténtica valentía, al ir a rescatarla sin ningún arma, y acompañado solo de un inofensivo criado mexicano, Ramón Gutiérrez (Alfonso Bedoya)
Aunque los demás vaqueros le miren despectivamente, demuestra tener más agallas que el resto, lo que le hace ganar el favor del cabeza de familia de los Hannassey, Rufus, quien al inicio echó en cara a Henry Terrill, que pese a su suntuosa vida, él sabía que no era verdaderamente un caballero.
Pese a su dureza, Rufus respeta instantáneamente a McKay, por reconocer en él, a un auténtico caballero, y por ello, en el duelo que tiene lugar entre McKay y su hijo Buck, se pone al descubierto, cómo es cada uno en realidad:
Buck encara al vaquero temerario por excelencia, que no teme a nada; mientras que el tranquilo McKay, parece un hombre dado a la palabra, para evitar enfrentamientos físicos; a la práctica, Buck hace trampas disparando antes, y al verse acosado por el arma de su adversario, se acobarda.
En efecto, y más allá del argumento aparente, The Big Country se sustenta en la contraposición de las mentalidades que caracterizan a los personajes principales del mismo.
Destacando 3 parejas de contrarios:
La que forman James McKay y Steve Leech, de similar edad, pero que muestran actitudes radicalmente contrarias, siendo el primero hombre educado, mesurado y discreto; mientras que el segundo, es rudo, elemental, y ansioso por demostrar su hombría, de no dejarse avasallar, imponer respeto, intimidar.
La segunda pareja se establece entre El Mayor Henry Terrill, gran propietario y ganadero, arquetipo del triunfador del Oeste; y Rufus Hannassey, también ganadero, pero en inferioridad tanto en estatus como en riqueza, respecto al primero.
Por último, el antagonismo aflora también entre Patricia Terrill y Julie Maragon, siendo la primera la caprichosa y obtusa hija del Mayor, destinada a casarse con McKay; y la segunda, una maestra, heredera del estratégico rancho de Valverde, inteligente y perspicaz, siendo la única que comprende la actitud de McKay.
Por otro lado, Wyler ha sido un director que siempre ha sabido trabajar especialmente bien con grandes actores, y aquí contó con un reparto envidiable:
Inconmensurable Gregory Peck, como el hombre tranquilo del este, educado, cabal, firme en sus convicciones, y tan seguro de sí mismo, que hace las cosas no cuando se espera que las haga, si no cuando él considera que debe hacerlas, aún a riesgo de parecer un cobarde, sin importarle las opiniones ajenas, ni ceder a ningún tipo de chantaje emocional o presión social.
Él sabe perfectamente quién es y cómo es, y tiene claro que no necesita ir demostrando su hombría a cada momento.
Un dato curioso es que The Big Country fue la única película que contó en su reparto con Gregory Peck, y con todos sus hijos:
Jonathan Peck, Carey Paul Peck y Stephen Peck.
Aparte de los Peck, tenía a Charlton Heston en un excelente papel secundario como Steve, uno de los personajes más misteriosos y ambiguos del filme.
Charlton Heston, inicialmente rechazó el papel de capataz, porque no creía que la parte era lo suficientemente grande; pero su agente le convenció, de que sería una gran oportunidad para trabajar con Gregory Peck y William Wyler.
La verdad es que así fue, pues la próxima película de Heston con Wyler, sería la máxima oscarizada, “Ben-Hur”
Pero aquí, el capataz, casi como un hijo para el ranchero, es un hombre rudo y agreste, pero noble y sin dobleces.
Los celos que le provoca la llegada de Peck, le trastornan un poco, y la lealtad que cree le debe a su patrón, le hacen consentir cosas con las que no está totalmente de acuerdo.
El antagonismo con Peck, se resuelve en la antológica pelea a puñetazos entre ambos, antes de amanecer, que está filmada con una luz impresionante; como impresionantes son los jefe de los 2 clanes, Burl Ives y Charles Bickford, representantes de 2 modos de vida distintos y, sin embargo, iguales y aferrados a los mismos conceptos de amor, odio, rencor, honor, venganza, reputación, ambición... que cada uno de ellos defiende, a su manera, pero ambos intentando imponer su propia ley.
Y es que en el oeste, el honor se demuestra de una forma distinta, y la escena de la pelea entre Heston y Peck, de madrugada, es brutal, más con la famosa frase:
“Y ahora, dígame, ¿Qué hemos demostrado?”
El claro y didáctico contraste entre el bestial oeste y el civilizado este, había quedado demostrado.
Ello se deduce claramente en el personaje interpretado magníficamente por Gregory Peck, ese hombre de ciudad, que se involucra con las salvajes costumbres del oeste, al visitar a su prometida.
Allí tratará de mediar siempre en los conflictos, sin utilizar ni caballos, ni armas ni puños; sino aprovechando el raciocinio, la educación y la inteligencia por sobre la fuerza bruta.
Magnífico ver, cómo Wyler retrata y profundiza en este personaje, encarnado por Peck, ya que el mismo vendría a ser un desafío a las normas impuestas en el “far west”
Es un hombre rebosante de sinceridad, que prefiere ser llamado cobarde, antes que alardear de sus dotes y habilidades, y que no justifica el concepto de que los más fuertes sean los más hombres, como estaba instalado en el imaginario colectivo de los pueblos del oeste estadounidense.
Deja sentado bien claro, que la ley del talión y la justicia por manos propias, son inconducentes a resoluciones de conflictos.
La ley de la fuerza, contra la fuerza de la ley; y demuestra con claridad, que mucha veces, las guerras civiles son originadas por mezquinos odios encarnizados entre los que lideran, más que en la férrea convicción de los protagonistas que intervienen.
Así como despliega punzantes diálogos, que ennoblecen y ratifican el discurso a favor de que hay un gran país para estar enemistándose por un pedazo de terreno, estratégicamente ubicado; y desarrolla una compleja narración sobre entrecruzamientos de sentimientos, donde poco a poco se van develando las verdaderas intenciones e inseguridades de los personajes que participan.
Una historia de luchas personales, egoísmo, choque entre costumbres, envidias y odios, pero sobre todo, una historia de cómo vencer a la violencia sin violencia, y de cómo al final, triunfa el amor verdadero.
No obstante, haciendo una lectura profunda, la dicotomía entre un hombre pacífico y educado, y unos rancheros toscos y violentos es falsa.
McKay es tan tosco y violento como sus rivales, pero con la diferencia que trata de hacerlo todo a escondidas, desde pelearse con quien le provoca, hasta domar a un caballo.
Todo para demostrarse así mismo, que es más que nadie.
Por eso, el personaje resulta ser bastante insoportable, porque trata de engañar a todo el mundo, incluida a su prometida, comportándose como lo que no es.
Ciertamente, hubiera sido interesante presentar a un McKay pacífico y cobarde, que no supiera pelear, ni nada de lo que se supone en esas tierras que es la masculinidad.
Pero entonces, el protagonista tendría que haberse ganado el respeto de los demás, haciendo algo realmente valeroso, pero manteniendo sus principios de no violencia, de moderación, de entendimiento, etc.
McKay, resulta ser falso, porque no es como pretende hacernos creer; es un egoísta, porque sólo le importa el mismo, no tiene en cuenta los sentimientos de nadie, ni de su prometida; es un prepotente, porque siempre quiere quedar por encima de los demás, por eso no quiere montar al caballo al principio por miedo a que lo tire; y además es un cobarde, porque no se atreve a decirle a su prometida sus verdaderos sentimientos, y da a entender con excusas que es culpa de ella; y romper el compromiso.
Porque McKay no quiere a Pat, y en vez de decírselo, le echa la culpa a ella, porque no tiene el valor de reconocerlo, y sí, la suficiente caradura para culparla.
Lo que pasa con The Big Country, es que no queda nada claro, si a la postre, Pat queda con Steve o no, lo cual es una laguna imperdonable; como igual quedan multitud de dudas en el aire sobre unos personajes fundamentales de los que, finalmente, no sabemos cuál será su futuro.
Lo más interesante, de The Big Country, queda en el enfrentamiento entre 2 mundos completamente distintos.
“He's going to be the most surprised dead man you ever saw!”
El rancho estadounidense y la ganadería, se desarrollaron principalmente en la región de Texas, y alcanzaron su apogeo después de La Guerra Civil.
Otra fuente de problemas, fue la proliferación de cultivos, y la delimitación de las propiedades con vallas de alambre de púa hacia 1880.
Poco a poco, los antiguos terrenos libres, se transformaron en campos de cultivo.
Todos estos factores, hicieron declinar la era de los grandes ranchos, que sobrevivieron comprando las mejores tierras, y cambiando sus sistemas de crianza.
El cowboy, por su parte, siguió siendo empleado para las labores de ganadería.
Renombrados ganaderos y comerciantes, dejaron su huella en la industria, y algunas mujeres participaron también en esta actividad.
Como dato, la participación de la mujer en la vida del oeste, fue un importante factor de estabilidad.
Los cambios más importantes, tanto en los poblados como en las ciudades ganaderas, provinieron de gentes de clase media, especialmente mujeres, que fomentaron la unidad de la comunidad, a través de escuelas e iglesias.
Las nativas amerindias, por su parte, fueron fundamentales en la vida de sus familias, al participar en las actividades diarias, y dar fortaleza y consistencia a los suyos.
Además, se creía que una mujer era más indicada para las actividades de curación.

“If there's anything I admire more than a dedicated friend, it is a dedicated enemy”



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