Equus

“I am yours and you are mine”

El profesor de psiquiatría, el húngaro, Thomas Istvan Szasz decía:
“Si le hablas a Dios, es oración.
Pero si Dios te habla, es esquizofrenia”
Se dice que la grandeza de Jehová, se manifiesta en el reino animal:
Dios cuida muy bien de los animales, al igual que hace con el género humano, Jehová, El Creador de este animal, describió algunas de sus principales características cuando censuró a Job:
“Su gran fuerza, el resoplido de sus grandes orificios nasales, su hábito de escarbar el suelo con impaciencia, su excitación ante la perspectiva de la batalla, y el hecho de que no se aterroriza ante el choque de las armas”
Desde tiempos antiguos, el hombre ha utilizado ampliamente este popular animal, y para controlarlo, se ha valido del freno y el látigo.
En Las Sagradas Escrituras, el caballo figura varias veces en un contexto ilustrativo.
A los hijos adúlteros de la Jerusalén infiel, se les asemeja a “caballos sobrecogidos de calor sexual”, porque la Jerusalén infiel, se prostituyó con los gobernantes de las naciones paganas, deseándolos lujuriosamente al estilo de las concubinas que pertenecían a aquellos que tenían un apetito sexual desmesurado, y a quienes se compara a caballos.
Inclusive, la actitud terca y sin arrepentimiento de un pueblo apóstata, se compara con la manera impetuosa de lanzarse un caballo a la batalla, sin tomar en cuenta las consecuencias.
¡Qué grave error sería criticar a aquel que nos creó, tanto a unos como a otros!
Pues bien, hubo un hombre llamado Job que, pese a ser recto, cayó en ese error, ya que declaró:
“Justa su propia alma más bien que a Dios”, y por eso tuvo que aprender ciertas lecciones; llegando a la conclusión que el hombre no está en condiciones de cuestionar los caminos de Dios.
Antes de plantear más preguntas sobre la fauna, Dios corrigió a Job.
¿Cómo reaccionó este?
Job se humilló, y con gusto aceptó más consejos; y reconoció que había “hablado sin entender cosas demasiado maravillosas para él”
Aceptó la corrección de Dios, se retractó, y se arrepintió; recibiendo grandes bendiciones.
Siglos después, se consideró que el hombre, no es más que un animal que puede ser examinado en el laboratorio, de la misma forma que una rana o un ratón.
Específicamente, la premisa básica de la psiquiatría afirmaba que el hombre es un animal, de ahí los experimentos que se hacían con animales; que toda la actividad mental, se origina en el cerebro, por eso se usaban tratamientos físicos para este órgano como la solución primaria; y que el hombre responde a estímulos del entorno, en consecuencia, su comportamiento puede manipularse mediante estos estímulos.
Pero nunca han descubierto, que el cerebro sólo es un vehículo físico de la psique o alma, y que el hombre es un ser espiritual.
Todo lo anterior, queda para la reflexión en “Equus”, una obra de teatro escrita en 1973, por Peter Shaffer, que relata la historia de un psiquiatra, que intenta tratar a un joven adolescente que padece una patológica fascinación sexual y religiosa por los caballos.
Los protagonistas de la obra son:
Alan Strang, el chico “enfermo”; y Martin Dysart, el psiquiatra al que le asignan el caso del muchacho.
Se establece entre ellos, una relación sumamente interesante, en la que el psiquiatra va cambiando de forma progresiva los valores básicos en los que su vida se sustenta.
A través del conocimiento de su paciente, descubre que vive una vida carente de pasión y sentido, muy dentro de los límites de lo convencional, y recomendable por la sociedad, pero totalmente vacía.
Alan sufre una psicosis, con alucinaciones en las que los caballos le hablan.
El muchacho diviniza a “Equus”, término latino que alude al vocablo “caballo”
Para él, el caballo es su símbolo de libertad, y al mismo tiempo, su presidio.
Esta adoración extraña, hace que Alan se sitúe fuera de los límites que la sociedad establece para lo normal, y provoca su aislamiento e incomunicación social.
Dysart define al propio Alan, como un “ciudadano moderno, para el que la sociedad simplemente no existe”
Las reflexiones que la obra plantea en torno a la relación con los padres, también resultan de sumo interés.
Los padres de Alan, se sienten traicionados por la rareza de su hijo, no son capaces de comprender en qué ha fallado su educación...
Es por ello que culpan a Alan de sus problemas:
La madre incluso llega a decir que ha visto al mismo Diablo en una de las visitas a su hijo al hospital.
Se resisten a asumir su parte de culpa en la incomunicación y el sufrimiento que padece su hijo, aunque ellos irremediablemente también sufren con su trastorno.
Shaffer se inspiró para escribir esta obra, cuando oyó sobre un crimen que involucraba a un adolescente que cegó a 6 equinos; y construyó un relato ficticio, sobre lo que pudo haber causado el incidente, sin conocer ningún detalle del crimen; por tanto, esta obra es esencialmente una historia detectivesca, que recurre a varios principios del psicoanálisis y la psicopatología.
“Equus”, no sólo fue aclamada por la calidad de su arte dramático o sus intérpretes, sino también por su original puesta en escena:
Los caballos, siguiendo las notas del autor, fueron interpretados por actores en trajes marrones, con unos cascos de alambre que imitaban la cabeza del animal.
La intención de Shaffer era, que en ningún momento la obra adoptara subrayadas connotaciones zoofílicas, por resaltar el parecido entre el actor y el animal; mediante la máscara/casco de alambre, se puede ver el rasgo de humanidad bajo el personaje, sin perder el efecto teatral.
“Las cabezas de los actores, deben ser visibles bajo las mismas:
No se debe intentar ocultarlas”, acotó.
Y aclara que el parecido debe lograrse mediante la gesticulación y sutiles movimientos corporales, antes que por la pantomima del caballo.
Otro detalle llamativo de la escenificación, es que todo el elenco, incluyendo a los caballos, permanecía sentado en escena contemplando la acción, al igual que el público.
Las reflexiones que plantea, entre lo normal y anormal, entre lo patológico y lo saludable, resultan también muy interesantes, especialmente en el momento actual.
Muchas veces damos por sentado, que lo bueno es lo que viene establecido, y no nos esforzamos por descubrir nuestros auténticos deseos, nuestra verdadera naturaleza, quizá por el miedo a las consecuencias sociales que la verdadera libertad pueda tener.
¿Cuál es el límite con respecto al amor y la pasión?
¿Deberíamos dar justificaciones del por qué sentimos lo que sentimos, a una sociedad tan limitada por establecimientos sociales?
¿Qué es pecado, y qué no?
¿Qué está bien, y qué está mal?
¿Quién puede encasillarnos como locos?
¿Dónde quedan nuestras pulsiones de agresividad, sexualidad, y trascendencia?
¿Es lícito reprimirlas o eliminarlas en aras de la “normalidad”?
“Passion, you see, can be destroyed by a doctor.
It cannot be created”
Equus es un drama de suspense, del año 1977, dirigido por Sidney Lumet.
Protagonizado por Richard Burton, Peter Firth, Colin Blakely, Joan Plowright, Eileen Atkins, Kate Reid, Jenny Agutter, Harry Andrews, entre otros.
El guión es de Peter Shaffer, basado en la obra de teatro “Equus” del propio Shaffer, que mezcla con morbosidad, el paganismo, la religión, los traumas sexuales, la locura, la psicología, la psiquiatría, la zoofilia, el sexo, la violencia, el suspense, el misterio, y el terror.
La palabra “Equus”, es de la lengua latina, y significa “caballo”; y también es el nombre zoológico para el género de los caballos.
Equus significó además, la primera película con desnudo frontal masculino que recibe una calificación “R”, considerada pionera en el momento, por la cantidad de desnudez masculina frontal de Peter Firth; siendo la escena final en el establo, una de las escenas más largas de completa desnudez frontal masculina en cualquier película convencional.
Sin embargo, el pene erecto de Firth, no se le permitió ser mostrado.
Los productores de Equus, se contentaron con la calificación “R”, ya que estaban preocupados de que el extenso metraje de desnudez masculina frontal, podría calificarla “X”; por lo que se filmaron 3 versiones de la escena final de Peter Firth en el granero:
Una, en la que estaba completamente desnudo, y en repetidas ocasiones se muestra completa frontal; una segunda versión, en la que sólo se filmó desnudo de cintura para arriba, para las versiones de televisión; y una tercera versión, en la que no se muestra desnudo en caso de que los censores no permitieran la desnudez en absoluto.
A veces, cuando se muestra la película en la televisión, la escena está fuertemente editada, o bien la imagen se recorta de tal manera que el pene y el escroto de Firth, no sean mostrados.
Otro dato interesante, es que muchos críticos creyeron que Equus era una alegoría de la homosexualidad.
Sin embargo, Peter Shaffer negó que esto fuera intencional.
Equus casi se filma Irlanda, pero el productor Elliott Kastner tuvo problemas graves, debido al entonces reciente asesinato del embajador británico, y se trasladó toda la producción a Canadá.
Equus obtuvo 3 nominaciones al Oscar:
Mejor actor (Richard Burton), actor secundario (Peter Firth), y guión adaptado (Peter Shaffer)
Siendo la 7ª y última nominación al Oscar por actuación para Richard Burton, que nunca ganó un Oscar, pero en general, se cree que si hubiera vivido más tiempo, Burton habría al menos, sido galardonado con un Oscar Honorífico en algún momento.
La acción gira alrededor de un psiquiatra, Martin Dysart (Richard Burton), cuando investiga el salvaje cegamiento de 6 caballos con una punta de metal, en un establo de Hampshire, Inglaterra.
La atrocidad, había sido cometida por un modesto mozo de 17 años de edad, llamado Alan Strang (Peter Firth), hijo único de un obstinado, pero tímido padre, Frank (Colin Blakely), y una gentil y religiosa madre, Dora (Joan Plowright)
Cuando Dysart expone la verdad tras los demonios del niño, se encuentra cara a cara con sus propios demonios en la persona de Jill Mason (Jenny Agutter), la novia de Alan Strang.
Sin embargo, los comienzos serán difíciles, y Dysart deberá ganarse la confianza del muchacho, antes de indagar en su problema.
De esta forma, Dysart descubrirá los traumas ocultos de Alan, como una madre demasiado creyente, y un padre autoritario, que han terminado reprimiendo a Alan, y convirtiendo al muchacho en alguien totalmente contrario a la sociedad.
Sin embargo, a medida que escucha su historia, Dysart se preguntará si lo correcto es corregir los problemas de Alan, y convertirle en un miembro productivo de la sociedad; o eso sería anularlo, y convertirlo en un fantasma más.
Equus hace una crítica a la psiquiatría, habla de los demonios que todos llevamos dentro, sobre la religión, el sacrificio y los rituales, sobre las costumbres sociales y las instituciones, sobre el entendimiento, la redención, y sobre las pasiones.
Además, una segunda lectura nos habla del fanatismo religioso, la zoofilia, el abuso sexual y la homosexualidad.
“You have a special dream?”
Equus está narrada desde la perspectiva del doctor, que de hecho, inicia y termina en su escritorio, de frente, hablándole al espectador.
Y pronto comienza a desenvolverse la historia, desde la llegada de Alan Strang al hospital, donde a su vez vamos viendo regresiones muy bien realizadas, donde se aportan asuntos vitales para la trama.
Equus, es un film bastante arriesgado para la época, porque su contenido es sumamente perturbador y oscuro, por la forma en como es narrada, y porque atañe cuestiones como la religión o la crianza, de hecho, hay una secuencia muy impactante en este aspecto.
El director, Sidney Lumet, tocó un tema innombrable hasta entonces, escenificándolo de manera más que sugerente, pero sin llegar a lo explícito; y nos habla de lo visceral, de la representación de la pasión más primitiva del ser humano más puro, y sin embargo, el más fácil de condenar.
“Loco”, “asqueroso”, “enfermo”, esos podrían ser algunos adjetivos con los cuales la “gente normal” se llenaría la boca al ver al personaje principal de esta obra:
En este crecimiento poco convencional, donde no hay amigos, ni novia, ni nadie con quien pueda hablar más que sus padres y la televisión; la vida de Alan termina dando un vuelco, un giro, cuando conoce a una chica que trabaja en un establo…
Y es que aquí, lo que debería ser una situación normal de un adolescente que conoce a una chica, por la cual tiene deseos carnales, se transforma en el punto quiebre, donde él tiene que elegir, y donde finalmente se da cuenta, que tiene que optar por tener una vida como todos dicen que tiene que ser, o elegir su fascinación por los caballos.
En este momento, es donde aparece la figura del psiquiatra:
Martin Dysart, acepta el extraño caso de Alan, un joven introvertido de 17 años, que decide una noche, cegar con una hoz a 6 caballos en el establo donde trabajaba los fines de semana.
Joven que siente desde la infancia, una extraña patología por estos animales, una atracción sexual, mística y religiosa hacia el mundo equino, que llega a comparar con La Pasión de Cristo, y su sufrimiento hacia el calvario, inculcado por su madre, una devota de la religión, que nos suelta una cita preciosa sobre los caballos Job 39:19-25.
El caso del joven Strang, supone uno de los retos más difíciles de la carrera profesional del psiquiatra, ya que se encuentra con un chico inteligente, que es capaz de ponerlo en las situaciones más comprometidas.
No parece haber nada raro en el chico, salvo en aquellos momentos en que los caballos pasan a formar parte de la vida del muchacho.
Por lo que Dysart decide investigar el entorno de Alan, y descubre que su madre es una fanática religiosa, y que su padre es un hombre volcado a su trabajo y a su familia, que sufre al ver los problemas de su hijo, y es capaz de callar muchas extrañezas de él.
Poco a poco, Dysart irá accediendo al muchacho, sus pensamientos, sueños y emociones.
También irá entendiendo más profundamente, aquello que desencadena sus acciones y miedos.
El comportamiento de Alan, parece producto de una madre extremadamente religiosa, y de un padre distanciado.
Sin embargo, no son ellos los únicos desencadenantes que llevaron a Alan a establecer una especie de relación mística con los caballos, y a autoerigir una suerte de veneración a “Equus”, una deidad de la naturaleza de apariencia equina.
La relación entre psiquiatra y paciente, se irá estrechando hasta el punto de que el doctor será consciente que, rehabilitar a su paciente, significará anular precisamente aquello que más admira de él, su pasión:
“Equus”, es ese espíritu en forma de caballo pasional, que nos ataca para dar forma a un trauma u obsesión que en la vida no se ha podido superar.
Cuando el joven, tiene de niño el encuentro con el caballo, sufre un trauma sexual, y el espíritu de “Equus” lo sustituye.
Cuando el psiquiatra consigue curarlo, se da cuenta de que “Equus”, ahora lo ataca a él, pues su vida personal y matrimonial no funciona, y es un lastre que arrastra desde hace años, y “Equus” se lo hace ver.
Por lo que Martin Dysart, el psiquiatra, durante el tratamiento,  se replanteará su propia vida, a través de este joven paciente.
Pero lamentablemente, sólo cuenta con una colega, Hesther Saloman (Eileen Atkins) que lo escucha muy poco, con la que tampoco puede desplegar su libido; porque siempre parece apurada, y con deseos de “encaminar” al joven en la “buena senda”
El historiador de las ideas, psicólogo, teórico social, y filósofo francés, Michel Foucault decía que:
“Las definiciones de enfermedad y de demencia, y la clasificación de las demencias, fueron realizadas de modo tal, de excluir de nuestra sociedad, a ciertas personas.
Si nuestra sociedad se calificara a sí misma de demente, se excluiría a sí misma.
Pretende hacerlo por motivos de reforma interna.
Nadie es más conservador, que aquellas personas que afirman que el mundo moderno está afectado por la ansiedad nerviosa, o la esquizofrenia.
De hecho, es un modo astuto de excluir a ciertas personas, o ciertos patrones de comportamiento.
De modo que no creo que se pueda, excepto como una metáfora o un juego, afirmar de manera válida que nuestra sociedad, sea esquizofrénica o paranoide, a menos que uno otorgue a estas palabras un significado no psiquiátrico.
Pero en el caso de que me presionaran, diría que nuestra sociedad ha estado aquejada por una enfermedad, una enfermedad muy paradójica y extraña, para la cual aún no hemos encontrado un nombre; y esta enfermedad mental, tiene un síntoma muy curioso, y es que el síntoma mismo, produjo la enfermedad mental”
En relación a la vida del psiquiatra, la cita de Job 39:19-25, es interesante:
Job ha estado viviendo en una miseria, sin alivio durante meses, con llagas abiertas por todo su cuerpo.
Durante este tiempo, ha cargado el dolor de 7 hijos muertos, y 3 hijas muertas.
Toda su riqueza se desvaneció en una tarde.
Se hizo repulsivo para su esposa, odioso para sus hermanos, e incluso los niños lo despreciaban mientras yacía sobre las cenizas fuera de la ciudad.
Al principio, Job soportó estas calamidades con sorprendente sumisión:
“El Señor dio y el Señor quitó; bendito sea el nombre del Señor…
¿Aceptaremos el bien de Dios, y no aceptaremos el mal?”
Pero a medida que la miseria continuó durante meses, Job vaciló en su confianza de que Dios estaba a su favor.
Al defenderse de la mala teología de Elifaz, Bildad, y Zofar, dijo cosas sobre Dios que no eran ciertas.
Comenzó a insistir en su propia justicia, a expensas de la justicia de Dios.
Por ejemplo, en 13:23-24, dijo:
“Hazme conocer mi rebelión y mi pecado.
¿Por qué escondes tu rostro, y me consideras tu enemigo?”
Job solo podía pensar que Dios estaba ignorando su fidelidad, y tratándolo como un enemigo.
Los 3 amigos de Job, habían adoptado la posición de que la severidad del sufrimiento de Job, debía ser señal de algún terrible pecado en su vida.
Dios está castigando a Job; pero Job los silencia, mostrando que no hay correlación en este mundo entre la justicia y la prosperidad, o entre la maldad y el sufrimiento.
A menudo, los justos sufren más que los malvados, y los malvados, a menudo, prosperan más que los justos; por lo que Job obtiene la victoria sobre la teología superficial de sus amigos.
La cuestión de la ceguera de los caballos, mutilados por Alan, también nos remite al final de la tragedia griega de Edipo Rey:
No faltan condimentos edipicos con una madre que desde niño, le inoculaba su fanatismo religioso a través de cuentos y leyendas siniestras, relacionadas con caballos; con un padre que contrariamente a la madre, estaba más del lado del pecado carnal en su extrema “picardía”; y un recuerdo infantil, donde fue castigado luego de montar a un caballo.
Un cóctel demasiado obvio, para promover una grave perturbación, pero el acento está más puesto en los cuestionamientos del psiquiatra, que en el caso en sí.
Porque Equus es una crítica a la psiquiatría con influencias de la antipsiquiatría, donde lo que se pone sobre el tapete, es quién está más “loco”:
Si el paciente que se encuentra arrastrado por una pasión desenfrenada y religiosa hacia los caballos; o el psiquiatra, que carece de toda pasión.
La otra cuestión que se pone en juego, es la carencia del análisis del analista, que conduce a un vínculo iatrogénico, donde es el paciente quien parecería estar “curando” al psiquiatra, y no a la inversa, si es que podemos hablar de una cura en el sentido médico, pero aquí cabe ya que el protagonista es un psiquiatra…
El psiquiatra, aparece como alguien que insta a su paciente a contar los hechos, por momentos, parece un cura que lo invade, y lo obliga a la confesión; y por otros, se asemeja a un interrogatorio policial.
Otro tópico que deja abierta la obra, es si el psiquiatra tiene el poder de domesticar las pasiones de sus pacientes, y si fuera así, si lo que se lograría, sería una adaptación social que implica el pasaje ineludible por la represión de los impulsos.
Si es este el resultado, podemos pensar que el psiquiatra tiene un gran poder.
Sabemos que hay psicofármacos que apunta a “normalizar”, pero que lejos estaría de estar investido de ese poder, un analista que se precie, ya que sólo podemos domeñar las pasiones y canalizarlas, si el paciente está dispuesto a tomar el camino de la sublimación…
Fue un proceso arriesgado, el adaptar de una forma realista una obra de teatro que tan apreciada fue, precisamente por su puesta en escena, y por su “experiencia de iluminación, sonido, representación, y texto”
Al ser una adaptación de una obra de teatro, Equus muestra cantidad de monólogos, sobre todo del psiquiatra, donde prácticamente son indescifrables y surrealistas, y habría que trasladarse a su cabeza para poder descifrarlos.
Dejando mucho a la psique del espectador, para que explore en su interior, y saque sus propias conclusiones.
Ahí, radicaba una primera dificultad casi insalvable:
Transformar una puesta en escena teatral, en la cual radicaba gran parte del encanto y atracción de la obra, en una adaptación cinematográfica más realista y llana, en la cual se habían eliminado precisamente aquellos elementos estéticos, fascinantes del teatro, para dar paso a una historia, donde la identificación se hace casi imposible.
Una segunda dificultad, la ardua tarea de mostrar en imágenes algo que la representación teatral de los años 70, no acababa de manifestar a pesar de toda su deslumbrante imaginería teatral, y es la destructiva crítica a una sociedad burguesa bien pensante, inglesa en su origen, pero extrapolada en la película de Lumet; justamente en uno de sus símbolos más queridos, el caballo, y todo lo que rodea a su imagen:
Las tradicionales cacerías de la nobleza y alta burguesía, las carreras de caballos de Newmarket, con todas las conexiones con la realeza que continúan todavía muy vigentes, como Ascot, pero sobre todo, sugerir en imágenes, algo tan tabú como la zoofilia.
Curiosamente, la temática de la zoofilia, no se encuentra tampoco ni reflejada, ni comentada en las críticas importantes de los años 70.
Una revisión de esta película, hace inevitable el tener en cuenta este aspecto.
Además, un visionado más al estilo de “rizando el rizo”, podemos ver muy bien, un abuso sexual, al momento en que Alan monta el caballo, por primera vez en su vida, que es también, suposición, la primera vez que uno; que cree que es la misma persona/animal, cuyo jinete lo viola mientras cabalgan, creando en Alan, un trauma que lo arrastrará hasta los eventos conocidos en Equus.
Desde la narrativa, la película mantiene el formato de monólogos de la obra teatral original, lo cual es especialmente grato, teniendo en cuenta que es nada menos que Richard Burton, en el excepcional rol protagónico, quien los pronuncia, con una potencia interpretativa posiblemente ligada al hecho de que él mismo ha interpretado, una de las versiones más aclamadas de la obra teatral.
No obstante, en su momento, los productores no querían inicialmente a Richard Burton, para interpretar el papel de Martin Dysart, debido a su reputación con el alcoholismo y la sobreactuación teatral; de hecho, para entonces, Burton sufría de dolor de espalda y crisis nerviosa, por lo que grabó sus 8 monólogos en un día.
Mientras Peter Firth, un actor como pocos, también tenía experiencia previa, al haber actuado en la obra teatral, y eso le da a su papel, un carácter único; tanto que es difícil imaginar a otro actor en ese rol, con su mirada perdida, su inocencia y pasión únicas.
Firth, al momento de la representación teatral, tenía 17 años de edad, cuando se estrenó en Londres; y tenía casi 23 años, cuando hizo la versión cinematográfica.
Para entonces, Firth ya había interpretado el papel de Alan Strang, más de mil veces en el escenario.
Equus siempre ha sido motivo de controversia, por su representación de la desnudez masculina, y la crueldad animal contra caballos.
Además, controversia estalló en 2007, con una etapa de reactivación inglesa de la obra teatral, teniendo como protagonista, al “Harry Potter”, Daniel Radcliffe, entonces de 17 años de edad, en el papel de Alan Strang, requiriendo Radcliffe, hacer desnudos, a pesar del hecho de que la obra había sido realizada con la desnudez lo largo de varios decenios.
Por su parte, Radcliffe declaró, que su escena de desnudo no era “gratuita”, y que quería retratar al personaje como originalmente estaba previsto por el guión de la obra; y decidió no ver la versión cinematográfica para que no influyera en su interpretación.
Si a Equus se le podría achacar algo, es que hay que tener mucha paciencia para verla entera, pues puede causar aburrimiento, además de su extenso metraje; aunque durante el delirante trayecto hay momentos apreciables, como todas esas locuras obsesivas del protagonista, y ese salvaje clímax final.
Un dato curioso de producción sobre la escena de la matanza de caballos, Shaffer, que estaba en el set en ese momento, estaba horrorizado por la forma en Sidney Lumet dirigió la escena, alegando que había vuelto como Norman Bates, en la escena de la ducha en “Psycho” (1960)
“Worship all you can see, and more will appear”
Es un hecho que la mayoría de la obra de Peter Shaffer trata temas sobre la religión, la psiquiatría y las pasiones humanas.
Por una parte, también es un hecho que el tratamiento psiquiátrico se basa fundamentalmente en la adaptación:
“Un hombre es cuerdo, en la medida en que se adapta al mundo”, dicen por ahí.
Así que la psiquiatría, reduce al hombre al nivel de los animales.
Porque los animales, adaptándose al mundo desde tiempos inmemoriales, viven siempre de la misma manera; mientras el hombre, adaptando el mundo a sí mismo, ha pasado del fuego a las monumentales represas que hoy son la gloria de la humanidad.
Por lo que el electroshock, las camisas de fuerza, el aislamiento, los cócteles químicos, y métodos similares, siguen precisamente la concepción psiquiátrica del adaptamiento.
Para la psiquiatría, un hombre está curado cuando puede ser manipulado, y sometido como un animal.
“Etiquetar a un niño de enfermo mental, es estigmatización, no un diagnóstico.
Darle a un niño una droga psiquiátrica, es envenenamiento, no un tratamiento”, decía Thomas Szasz.
Pero básicamente se cuestiona, que la psiquiatría aplique herramientas y conceptos médicos de manera impropia, “medicalizando” problemas que son de índole social; así como que trate a los pacientes contra su voluntad, siendo demasiado dominante, tanto en comparación con otras áreas de la medicina, como con los enfoques psicoterapéuticos; y que esté comprometida por nexos económicos con las compañías farmacéuticas; utilizando catálogos o sistemas de categorías diagnósticas que estigmatizan a las personas, entre ellos El Manual Diagnóstico y Estadístico de Los Trastornos Mentales (DSM), y La Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE)
Estas etiquetas diagnósticas, son rechazadas no solo por muchos pacientes, que las ven lesivas para la autoestima e identidad, sino también por profesionales del área de la salud mental, aunque no todos ellos adhieran necesariamente a la antipsiquiatría; cuyo enfoque cuestiona fuertemente los términos como:
“Enfermedad mental”, “trastorno psicológico”, “psicosis” o “esquizofrenia”, debido a que, según se plantea, catalogan y encasillan a las personas en el diagnóstico que se les asignó con tal convicción y autoridad profesional que, como consecuencia, los diagnosticados tenderían a comportarse de acuerdo a esa descripción.
Para la psiquiatría, muchas enfermedades mentales, como la esquizofrenia, son incurables, y solo se pueden controlar, aliviando algunos de sus síntomas, mediante la administración de medicamentos.
Por lo contrario, la antipsiquiatría critica radicalmente el concepto de “enfermedad mental”, y sí aspira a conseguir la mejoría o “sanación”, en el sentido de una liberación de los síntomas y manifestaciones que bajo este concepto describe la semiología psiquiátrica.
Para ello, propone alternativamente una forma de terapia radical, de carácter psicosocial.
En general, los críticos no increpan la noción de que algunas personas tengan problemas emocionales o psicológicos, o que la psicoterapia no sirva.
En lo que están en desacuerdo con la psiquiatría, es sobre el origen de estos problemas; en la corrección de caracterizarlos como “enfermedad”, y sobre las opciones existentes para manejarlos.
Algunos psiquiatras que no aceptan el modelo médico de los trastornos mentales, mantienen que el etiquetar a los niños, inflige humillación adicional, y lesiona la autoestima del niño que ya ha sido traumatizado.
En definitiva:
¿Quién es el loco?

“There is now, in my mouth, this sharp chain, and it never comes out”



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