To Catch A Killer

“Oh Mr. Policeman, don't you know a clown can get away with murder?”

John Wayne Gacy, Jr., conocido también como “Pogo, El Payaso” o “El Payaso Asesino”, fue un asesino en serie estadounidense, que violó y mató a 33 hombres jóvenes, entre 1972 y 1978.
De sus víctimas, 26 fueron enterradas en el semisótano de su propia casa, otras 3, en otros lugares de la casa, y otras 4, fueron lanzadas a un río cercano.
Se le llamó “El Payaso Asesino”, porque hacía servicios sociales en desfiles y fiestas de niños, vestido de payaso, haciéndose llamar “Pogo, El Payaso”, personaje que creó él mismo.
John Wayne Gacy, nació en Chicago, Illinois; fue el único varón, y el 2° de 3 hijos nacidos de John Stanley Gacy, un maquinista, y de Marion Elaine.
Gacy era de ascendencia polaca y danesa; y cuando niño, era obeso, estaba muy unido a sus 2 hermanas y a su madre, quien afectivamente le llamaba “Johnny”, pero era castigado frecuentemente por su padre, un alcohólico que abusaba físicamente de la familia, y siempre pegaba a su hijo con un cinturón de cuero.
Desde temprana edad, tuvo una difícil relación con su padre, ya que lo maltrataba, lo golpeaba, e incluso dudaba de su sexualidad.
Su padre era un alcohólico que abusaba físicamente de su madre; esto le provocó a John un serio problema, ya que después de un tiempo, al entrar en la etapa de la adolescencia, tuvo bastantes problemas sexuales.
Él no era más que el patito feo y gordo, que a menudo caía enfermo; por lo que tuvo problemas cardíacos desde temprana edad, y empezó a sufrir desmayos desde los 11 años; pero ante eso, su padre sospechaba, que era una manera de atraer la atención, y le decía con desprecio, que era un “niño de mamá”, y que más tarde no sería normal.
John Wayne, tenía también una personalidad dominante, como se vio a lo largo de su vida, y no se sometió nunca a la tiranía de su padre, al que detestaba por este motivo.
Como un dato curioso, Gacy vivió, durante su infancia, a sólo 4 calles de la casa donde vivía el niño Robert K. Ressler, investigador del FBI que acuñó el término de “asesino en serie”
Incluso, Gacy llegó a llevarle encargos de la tienda a la madre de Ressler.
Coincidentemente, Ressler y Gacy, también fueron al mismo grupo de “boy scouts”; y se reencontrarían muchos años después, cuando Ressler acudiera al Corredor de la Muerte, para entrevistar a Gacy
Poco después, los problemas con su padre, lo orillaron a irse de su casa.
Se fue a Las Vegas, pero era difícil encontrar trabajo sin el bachillerato.
Finalmente, consiguió un empleo de portero en el depósito de cadáveres de Plam, y con su obsesión por la limpieza, era un excelente vigilante. La vista de los cuerpos muertos, le fascinaba, sobre todo los de los chicos jóvenes.
Muchos afirman, que Gacy se entregó a la necrofilia, llegando a tener contactos sexuales con cadáveres, aunque él lo negó años más tarde, en sus entrevistas con los psiquiatras de la cárcel.
Gacy, además era un mentiroso patológico, y un ladrón habitual desde temprana edad.
Mentía para impresionar a la gente.
Estuvo un tiempo en el ejército, pero se inventó una carrera en La Marina, y decía haber estado en Corea, lo cual no era verdad.
Aunque quizás no mentía, cuando insistía en que él era una especie de “Jekyll y Hyde”, con un mínimo de 4 personalidades.
Pero esta afirmación no constituía una prueba de que tenía realmente varios alter egos.
Además, su formación le había dejado una imperiosa necesidad de imponer su voluntad a los demás.
Cuando alguien discutía con él, estaba seguro de tener razón, y no hubiera sentido remordimiento en agredir.
Liberado pues de la sombra de su padre, ganó seguridad, encanto y persuasión.
Descubrió con agrado, que su obesidad y su baja estatura, no eran un obstáculo para el éxito en sociedad, y poco después, cortejó a una bonita compañera, y se casó con ella.
Según un estudio del profesor de sociología de la Universidad de Alabama, Dennis L. Peck:
“John Wayne contrajo nupcias en 1964, y debido a sus problemas sexuales, muy rara vez conseguía una erección, y en una ocasión que la consiguió, engendro a su hija.
Aquel año, también tuvo su primera experiencia homosexual”
Se mudó a Waterloo, Iowa, donde fue gerente de un restaurante de la cadena Kentucky Fried Chicken, perteneciente a la familia de su esposa.
Durante el primer matrimonio, con Marlynn Myers, de 1964 a 1969, Gacy lo terminó después de ser declarado culpable por abuso sexual a menores, en 1968.
Su perdición, fue el desmedido afán sexual y la cantidad de jóvenes empleados que se cruzaron en su camino, en el negocio del pollo frito.
Sin duda, Gacy estaba obsesionado con el sexo, y debía pensar que, como hombre de éxito, se merecía una pequeña satisfacción.
Marlynn, cerraba los ojos ante las actividades extramatrimoniales de su marido…
Había un rasgo de perversidad en la relación de Gacy y Marlynn.
Incluso, Gacy dejó que el adolescente, Richard Westphal, se acostara con su esposa a cambio de una felación.
Gacy, estaba convencido que no era homosexual; siempre repetía que lo único que quería de sus ligues, era sexo fácil.
Invitó a Edward Lynch, un empleado suyo de 16 años, a su casa, mientras su mujer estaba dando a luz en el hospital… Según contó Lynch, jugaron al billar, y su jefe le propuso que el perdedor, hiciera una felación al ganador.
El  adolescente se negó rotundamente, y después de enseñarle unas películas pornográficas, Gacy le atacó súbitamente con un cuchillo de cocina.
Lynch luchó, y consiguió liberarse; el asesino se disculpó entonces repetidamente, explicando que “estaba sometido a una gran tensión”
El chico aceptó olvidar el incidente, y el anfitrión le pasó otra película porno…
Hacia el final, salió de la habitación, y volvió con una cadena y un candado.
Algo avergonzado por reaccionar tan bruscamente a la pelea anterior, y temeroso de perder su trabajo, Edward se dejó esposar las manos en la espalda.
Un momento más tarde, se dio cuenta de que había sido demasiado confiado:
Gacy lo lanzó de bruces contra el suelo, y le rodeó el cuello con las manos, hasta dejarlo inconsciente.
Cuando volvió en sí, su jefe le estaba desatando las manos, y le preguntaba si se sentía bien:
“Te voy a llevar a casa.
No tenía intención de hacerte nada”, le dijo.
Unos días más tarde, despidió a Lynch…
En el 2º caso, era evidente que los hechos habían tenido lugar por consentimiento mutuo.
El joven, Donald Vorhees, tenía 15 años, y era hijo de un compañero de la Joven Cámara de Comercio.
El chico aceptó ir a casa de Gacy para ver películas pornográficas.
Una vez más, su mujer no estaba en casa…
Después de la sesión de cine, Gacy entabló una conversación sobre sexo, y le comentó al adolescente, que tenía la reputación de practicar la felación.
Luego, según el joven, lo obligó a hacerle caricias…
En 2 ocasiones posteriores, Vorhees volvió para pedir dinero prestado a Gacy, y cada vez, tuvo que satisfacer sus deseos.
Poco tiempo después, su padre le mencionó, que John Wayne Gacy era candidato a la presidencia de la Joven Cámara de Comercio, y que él iba a ser el organizador de la campaña.
El chico, extrañado, advirtió a su padre, que Gacy no era tan honrado ni tan decente como aparentaba.
El padre le pidió explicaciones, y al conocer la verdad, fue directamente a la policía para denunciarle.
John Wayne Gacy, fue juzgado en noviembre, y se declaró culpable de sodomía.
Fue sentenciado a 10 años de prisión por este crimen, pero después de 16 meses, y debido a su buen comportamiento, salió en libertad condicional, el 18 de junio de 1970.
Expresó tantas veces su desprecio por “los invertidos” que sus compañeros de prisión, todos heterosexuales, estaban convencidos que su encarcelamiento se debía a algún desgraciado incidente ligado a la bebida.
Así consiguió ser cocinero de la penitenciaría, y se dedicó a su función con gran entusiasmo.
Después de abandonar la cárcel, se mudó nuevamente a Illinois, donde ocultó su registro criminal con éxito, hasta que la policía comenzó a investigarlo por los asesinatos posteriores…
Un hombre con su energía, encanto y voluntad, estaba destinado al éxito; por ello, el oficial encargado de vigilarle, lo autorizó a ir a Chicago; por lo que se mudó a casa de su madre; para entonces, su padre había muerto durante su estancia en la cárcel.
Luego, encontró un trabajo como cocinero.
Había muchos empleos de este tipo, y se cambió varias veces para mejorar.
Pero si se hubiera quedado en Waterloo, quizás nunca habría cometido los asesinatos, ya que su deseo de parecer “respetable” hubiera podido dominar sus ansias sexuales.
Pero en Chicago, estaba de nuevo sometido a tentaciones irresistibles:
Bares gays, llenos de chicos que podían comprarse por unos dólares, y una estación de autobuses, donde llegaban constantemente muchachos de provincia, que no tenían dónde dormir.
En cuanto a su vida profesional, Gacy cayó en la vieja rutina que le aportó éxito una vez; pero su inclinación por los chicos, era más fuerte que nunca.
En 1971, compró una casa en un sector anónimo de Norwood Park Township.
Allí estableció su propio negocio, dedicado a la construcción:
PDM Contracting.
La vivienda sólo tenía un problema:
El espacio bajo el suelo, tenía tendencia a llenarse de agua proveniente de una corriente subterránea, pero el inquilino lo solucionó instalando una bomba.
Se presentó a sus vecinos, Los Grexa, que lo encontraron encantador…
La casa en la que residía, por cierto, fue demolida el 3 de mayo de 1979; y en 1982, se construyó otra en su lugar.
Gacy, se casó por 2ª vez, con Carole Hoff, de 1972 a 1976; ella era una mujer que conoció en la secundaria, con la que tuvo a sus 2 hijos.
Tras el matrimonio, ella se mudó con él; y los vecinos que asistieron a la recepción, notaron un extraño olor a moho en su casa, como a un animal muerto, pero el novio les explicó, que provenía del agua que se acumulaba bajo el piso.
El nuevo matrimonio, parecía feliz; muy a pesar que ella sabía que su marido no disimulaba su afición por las revistas pornográficas de hombres desnudos, ni que había admitido sin tapujos, su preferencia por los chicos.
Y así, Gacy se convirtió en un importante y respetado miembro de la comunidad.
Además de su show como payaso, se hizo partícipe activo del Partido Demócrata, como voluntario para limpiar las oficinas del partido.
Todos, se tomaban fotos con él.
Gacy no lo sabía, pero ese personaje de “Pogo, EL  Payaso” se convertiría, con el tiempo, en el símbolo más terrible de su desintegración mental, y en un referente obligado para la historia de horror de sus crímenes.
Finalmente, en lo político, Gacy se convirtió en vocal de mesa.
En este puesto, fue capaz de conocer, e incluso ser fotografiado con la entonces futura Primera Dama de EEUU, Rosalynn Carter; una mujer que, muy curiosamente, también había estado cerca de otros 2 célebres asesinos:
Ted Bundy, y el reverendo Jim Jones.
De hecho, Carter autografió la fotografía que se tomó con John Wayne:
“Para John Gacy.
Los mejores deseos”
Como dato, durante la búsqueda en la casa de Gacy, después de ser finalmente arrestado, esta foto causó una vergüenza mayor al Servicio Secreto de los Estados Unidos, ya que en ella aparecía John, con una chapa en su solapa, que mostraba una letra “S”, lo que significa que El Servicio Secreto, le había otorgado la autorización para acceder a información clasificada...
Así se hizo Gacy famoso, donde a sus fiestas iba la crema y nata de la ciudad; El Alcalde estaba allí siempre presente, además de empresarios, comerciantes, políticos, y respetables familias. Una de sus fiestas, fue de disfraces, y Gacy se vistió como un soldado confederado…
Su madre, siempre estaba allí presente.
Muchas mujeres, también coqueteaban con Gacy, pese a los rumores sobre su homosexualidad, y él les devolvía cumplidamente sus coqueteos. Lo peor era que los vecinos se quejaban del hedor que siempre brotaba del sótano de Gacy; inclusive cuando daba fiestas a las que invitaba a más de 100 personas, y cocinaba carnes en enormes asadores; la gente percibía aquel tufo.
Pero sus jóvenes empleados, veían otro aspecto de su carácter.
Era muy tacaño con los sueldos y les pagaba sólo las horas de trabajo, sin tener en cuenta los desplazamientos entre obra y obra, y como debían viajar varias veces al día, perdían mucho dinero.
Pero uno de los empleados de 16 años, Tony Antonucci, tenía otra queja:
Una noche de 1975, Gacy se presentó en su casa con una botella de vino.
Le explicó que quería enseñarle un truco con un par de esposas, desafiándole a encontrar el método secreto para abrirlas.
Tony Antonucci se cuidó de no introducir completamente una de sus manos en la manilla, y cerró la otra sobre su muñeca.
Luego, cogió la llave, se liberó, y ató las manos del jefe en la espalda, con las mismas esposas.
Este  luchó, profirió amenazas y finalmente se calmó, y convenció al chico para que se las quitara.
No intentó ninguna otra cosa para abusar de su empleado, quien conservó el trabajo durante 9 meses.
Otro joven empleado, John Butkovitch, padeció también su tacañería:
A finales de julio de 1975, se quejó a su padre, un inmigrante yugoslavo, de que su jefe se negaba a liquidarle las dos últimas semanas de trabajo.
El padre de John, Marko, sugirió a su hijo que informara a las autoridades de que su jefe no declaraba los impuestos de la nómina de sus empleados.
Esa misma tarde, Butkovitch y 2 amigos, llamaron a la puerta de Gacy, para exigirle el dinero pendiente.
Gacy los tranquilizó, argumentando que el muchacho le debía dinero por algunos materiales que había utilizado para decorar el apartamento de su padre…
Finalmente, los jóvenes fumaron  marihuana, bebieron cerveza, y se  marcharon.
Gacy, según su confesión, decidió ir en busca de sexo, y a primeras horas de la madrugada, vio a John Butkovitch saliendo de su coche… por lo que el chico aceptó volver a su casa para aclarar las cosas.
Gacy le esposó las manos al joven, detrás de la espalda, lo violó, lo golpeó, y terminó estrangulándolo.
Luego se fue a dormir…
Por la mañana, Gacy se despertó, y fue al salón donde había dejado al joven tumbado en el suelo.
Carole y las niñas, estaban fuera todo el fin de semana, por lo que Gacy tuvo tiempo:
Arrastró el cuerpo hasta el garaje, oculto por los árboles del jardín que deliberadamente no talaba, y lo enterró, cubriendo la improvisada fosa de nuevo con cemento.
Los padres del chico, informaron a la policía de la desaparición de su hijo, y en los 2 años siguientes, llegaron a tener más de un centenar de conversaciones con Gacy sobre el joven.
Finalmente, abandonaron las esperanzas, y llegaron a la conclusión de que se había fugado…
El 2º matrimonio de Gacy terminó, y su esposa se divorció de serle infiel con otra mujer…
Así, Gacy estaba solo:
Nada le impedía llevar a sus ligues a casa.
A veces se oían gritos de madrugada, y los vecinos se preguntaban, qué podía motivar las peleas de Gacy con sus jóvenes  amantes; para entonces, ya todos sabían que Gacy era homosexual.
En 1977, David Daniel, que por aquel entonces tenía 28 años, declaró que John le ofreció llevarlo a la estación de buses, pero Daniel rehusó.
También dijo que Gacy era muy insistente, llegándole a pedir 7 veces, e incluso ofreciéndole marihuana.
De 2 víctimas que fueron reportadas como “sobrevivientes”, Daniel es el único vivo para relatar el procedimiento de John Wayne Gacy; el cual consistía en:
Atarlos, torturarlos de diversas formas, sodomizarlos sexualmente, y por último, estrangularlos.
El sótano de su casa, estaba tan lleno que ya no cabía ningún cadáver.
Gacy había sepultado los cuerpos en forma de círculo.
Al ver que no le cabían más, sepultó a otros en la entrada de su casa, e incluso debajo de la casa de su madre.
Ya no le cabían más.
Pero el éxito volvió a Gacy, tremendamente descuidado.
Ninguna sospecha recayó en él, hasta el 12 de diciembre de 1978, cuando fue investigado después de la desaparición del adolescente de 15 años:
Robert Piest, quien fue visto por última vez, camino de una entrevista de trabajo con él.
La tarde del 11 de diciembre de 1978,  Elizabeth Piest estaba sentada en un taburete frente al mostrador de caramelos de la farmacia Nissson, en Des Plaines, cerca de Chicago, esperando a que llegara su hijo Robert.
Había ido a recogerle a su trabajo por la tarde, pero éste le había pedido que esperara, mientras hablaba con un contratista para conseguir un empleo de verano.
Hacía un frío glacial aquella noche, y la nieve se había endurecido en el suelo.
Chicago podía ser la ciudad más fría de Estados Unidos durante el invierno, y a la señora Piest  no le gustaba la idea de que su hijo volviera a casa andando.
Finalmente, pidió a la dependienta, que le avisara por teléfono, cuando su hijo regresara, y volvió a su casa algo preocupada.
Robert sabía, que su madre cumplía 46 años, y que el resto de la familia, su padre, su hermano mayor y su hermana, le estaban esperando para empezar la fiesta.
No era su estilo llegar tarde, y menos todavía sin avisar por teléfono.
La familia llamó a la farmacia, pero no había rastro de su hijo.
Preguntó al dueño, si sabía el nombre del contratista,  con el cual tenía cita su hijo:
“John Gacy”, le contestó.
Pero no había nadie con ese nombre en la guía telefónica.
A las 23:30 horas, ella y su esposo fueron a la comisaría de Des Plaines, para notificar la desaparición de Robert.
La familia entera pasó el resto de la noche conduciendo despacio por las calles, buscando en los sitios más oscuros, por si el muchacho hubiera tenido un accidente, y estuviera inconsciente en alguna parte.
Fue el peor cumpleaños de Elizabeth Piest.
A las 08:30 horas de la mañana siguiente, el departamento de policía de Des Plaines, empezó la búsqueda de Robert Piest.
Una investigación en la compañía telefónica, reveló que el número de teléfono de John Wayne Gacy, figuraba a nombre de su empresa de construcción, PDM Contractors, y que vivía en el 8213 de West Summerdale Avenue, en Norwood Park.
El policía, James Pickwell, llamó a La Brigada Central de Chicago para preguntar si tenía antecedentes penales.
La respuesta, inquietante, llegó al cabo de unos minutos:
Gacy tenía antecedentes de sodomía con adolescentes, y podía llegar a la violencia.
Gacy confesó después, que lo había matado…
A la pregunta de la policía, de si había dormido con el cuerpo del joven.
Gacy negó con indignación, diciendo:
“¿Qué hombre en su sano juicio dormiría con un cadáver?”
A las 09:30 horas, el teniente de policía, Joseph Kozenczak, llamó a la puerta de la casa de Gacy.
El agente tenía un hijo de 15 años, y quizá por ello decidió encargarse personalmente del caso; cuando los policías le anunciaron su misión, Kozenczak le preguntó, si le importaría ir a la comisaría, y el sospechoso respondió con calma, que era imposible en ese momento; un tío muy querido, acababa de morir, y estaba esperando una llamada de su madre.
El policía le sugirió que llamara él a su madre, y después le acompañara.
La suave amabilidad de Gacy, se transformó súbitamente en ira y le gritó:
“¿Es que no tiene respeto por la  muerte?”
Mientras tanto, el cuerpo de Robert Piest estuvo en el desván todo el tiempo, mientras el teniente Kozenczak se presentaba para investigar la desaparición.
Posteriormente, Gacy se dio prisa en envolver el cadáver en una manta y llevarlo al coche.
Se dirigió hacia el sur, al puente de Kankakee sobre el río Des Plaines, tiró el cargamento al agua, y volvió a gran velocidad al pueblo, donde lo esperaba el teniente Kozenczak.
Un allanamiento en casa de John, reveló diversos artículos relacionados a otras desapariciones.
Hallaron también videos pornográficos, un par de grilletes, y una larga cuerda de nylon.
Y más siniestro todavía:
Una  alfombra con algo que parecía manchas de sangre.
Pero no había indicio alguno que indicara que Robert Piest hubiera estado en la casa.
Los policías, encontraron lo que podía ser una pista:
Una nota de revelado de fotografías de la farmacia Nisson.
Cuando se lo enseñaron a la madre del muchacho, ésta supuso que debía pertenecer a la novia de su hijo:
Kim Beyers, y la chica sin dudarlo un momento, lo confirmó.
Entonces, había pedido prestada la chaqueta a Robert unos días antes de la desaparición, y olvidó la nota en el bolsillo.
Pudo acordarse incluso de 2 cifras del número de serie.
Kozenczak tenía ahora la prueba, de que Robert Piest había estado en casa de Gacy, e intuía que lo más probable, es que estuviera muerto.
Pero:
¿Dónde estaba el cuerpo?
El contratista había tenido tiempo de esconderlo, sin arriesgarse a hacerlo de día, en las 24 horas que transcurrieron hasta que se presentó en la Comisaría de Policía.
Helicópteros y perros de la policía, rastrearon el bosque al borde del río de Des Plaines, pero no encontraron ni rastro del adolescente.
Cabía la posibilidad, de que el cuerpo estuviera sumergido en el río.
Mientras tanto, Gacy empezaba a mostrar signos de tensión, quizá porque los policías encargados de seguirle, no se esforzaban mucho en disimular su presencia, para así ponerlo nervioso.
A lo que Gacy los demandó por acoso.
Pero, una semana después de la desaparición de Robert Piest, se veía claramente que Gacy se estaba derrumbando; presentaba un aspecto ojeroso y sin afeitar, y llegó a conducir tan imprudentemente, que los agentes que le vigilaban, tuvieron que pararlo y aconsejarle precaución.
Un día, cogió el coche para dar un largo paseo sin rumbo y, al final del viaje, invitó a los 2 oficiales de policía que lo seguían, a visitar su casa.
Fue un error...
Nada más penetrar en la casa, el oficial Robert Schulz, reconoció el olor dulzón y nauseabundo que impregnaba el caluroso ambiente.
Se trataba, sin lugar a dudas, de la presencia de un cadáver.
Los policías que habían registrado anteriormente el bungaló, no lo habían detectado, ya que la calefacción no funcionaba ese día, y el ambiente era gélido.
Kozenczak, decidió que había llegado la hora de arrestarle.
El olor, que provenía del conducto de la calefacción, sólo podía significar una cosa:
Había cadáveres debajo de la casa.
El 21 de diciembre, la policía rodeó el coche de Gacy, y lo arrestó por tenencia de marihuana.
Pocos minutos antes, lo vieron entregar droga al encargado de un garaje.
Lo condujeron a su casa, y la policía le anunció que iban a levantar las tablas del piso del sótano, lo que hizo que el detenido se pusiera pálido, a la vez que decía que no era necesario.
Explicó que, enterrado debajo del garaje, estaba el cuerpo de un hombre que había matado en defensa propia, y que el emplazamiento estaba marcado con una cruz en el suelo.
Pero los agentes no se dejaron engañar, y registraron la casa a fondo.
A esas alturas, la policía no iba a perder el tiempo perforando el suelo de cemento…
Encontraron una trampilla oculta en el suelo de un armario del salón, y al abrirla, apareció ante sus ojos, un charco oscuro de agua fétida.
Vieron una clavija suelta y un enchufe en la pared, lo conectaron, y una bomba se puso en marcha debajo de ellos.
El agua tardó un cuarto de hora en vaciarse, y cuando desapareció por completo, un técnico de la oficina del sheriff, Daniel Genty, pudo bajar, y dar 3 pasos en el fango del pasadizo, para hundir un pico en el lodo.
Se sobrecogió por el hedor de putrefacción…
El instrumento había puesto al descubierto, una porción de sustancia viscosa y jabonosa, que reconoció  como resultado de la carne en descomposición.
Unos segundos después, levantó con el pico, el hueso de un brazo humano…
Evidentemente, no se trataba del cuerpo de Robert Piest, que no hubiera podido descomponerse de esta manera en el poco tiempo transcurrido desde su desaparición.
Pero si no era el cuerpo del muchacho:
¿De quién era?
Genty llamó a Kozenczak:
“Ya pueden acusarlo de asesinato”, le dijo.
El 22 de diciembre de 1978, John Wayne Gacy, acudió a sus abogados, y confesó sus crímenes.
Gacy permaneció en la jefatura central de policía, confesando 7 años de violentos asesinatos.
Su rostro no tenía expresión, como si estuviera bajo el efecto de un shock o de drogas.
A ratos caía en un estado semicomatoso, del cual despertaba con un espasmo, y sin saber dónde estaba.
Si se trataba de una representación, había que reconocer que era muy convincente.
Según dijo, él no había cometido esos crímenes.
El culpable, era un siniestro alter ego llamado “Jack, El Malo”, que odiaba a los homosexuales, y los mataba.
Pero esa historia no aclaraba por qué había matado a Robert Piest, que no era homosexual ni prostituto.
Gacy intentó explicarlo, sin sonar muy convincente.
Declaró haber asesinado por primera vez en enero de 1972, cuando al clavar el cuchillo en el cuerpo de un joven, y ver como la sangre brotaba del cuerpo, sintió una sensación de excitación, y esto comenzó a gustarle.
También confesó haber matado a 33 individuos, e indicó la ubicación de 28 de los cuerpos a la policía.
Estaban enterrados en su propiedad.
Las otras 4 víctimas, dijo, las había arrojado al cercano río Des Plaines.
Al menos una de las víctimas, fue recogida en la estación de buses.
Los individuos más jóvenes, tenían solo 14 años, y el mayor 21; y 7 de las víctimas, nunca fueron identificadas.
Los cuerpos fueron descubiertos desde diciembre de 1978, hasta abril de 1979, cuando la última víctima conocida, fue hallada en el río Illinois.
Los asesinatos, estaban provocando un escándalo a nivel nacional.
La casa de Gacy estaba rodeada día y noche por periodistas, cámaras de televisión, y cada noticiario mostraba el aspecto de una vivienda normal, con sus luces de Navidad.
La banalidad de la casa, y la apariencia completamente inofensiva de su dueño, aumentaron el escándalo y la repulsión de los televidentes, al descubrir la espantosa realidad de los actos de Gacy.
Los padres con hijos desaparecidos, temblaban con la idea de que el suyo pudiera estar sepultado en aquel sótano.
Los temores de algunos de ellos, se confirmaron.
Una semana después de empezar las tareas de rescate, el doctor Robert Stein, forense del condado de Cook, tenía ya 27 cadáveres en el depósito.
El número de víctimas encontradas en la casa de Gacy, alcanzaría finalmente el número de 29, más 4 descubiertas en el río.
Después de extraer los 29 cadáveres, sólo quedó el armazón de la casa, que fue declarada insalubre, y demolida en primavera.
El lote vacío, era la atracción de los turistas morbosos, que se quedaban desilusionados al ver sólo una especie de ciénaga amarilla.
A finales de abril, con el descubrimiento del cuerpo de Robert Piest en el río Illinois, en Dresden Dam, terminó el recuento de las víctimas de Gacy.
Los padres del muchacho, crearon La Fundación Robert J. Piest, para luchar contra el crimen de menores.
En 1998, mientras se realizaban reparaciones en el estacionamiento trasero de la casa de la madre de Gacy, las autoridades encontraron restos de, al menos, 4 personas más.
De la vida de John Wayne Gacy, se han realizado una infinidad de estudios, novelas, documentales; así como las películas:
“Gacy” (2003), “Dear Mr. Gacy” (2010), “8213: Gacy House” (2010), y más recientemente, el asesino fue incluido en el especial de Halloween de American Horror Story: Hotel.
“Wanna see a handcuff trick?”
To Catch A Killer es una película canadiense de suspense, del año 1992, dirigida por Eric Till.
Protagonizada por Brian Dennehy, Michael Riley, Margot Kidder, Meg Foster, Martin Julien, Scott Hylands, David Eisner, John Boylan, Tony De Santis, Mark Humphrey, Gary Reineke, Tim Progosh, Danny Pawlick, Bruce Ramsay, Brenda Bazinet, entre otros.
El guión es de Jud Kinberg, y es una adaptación para la televisión, sobre la investigación en torno a los crímenes de John Wayne Gacy, un psicópata que mató impunemente a varios jóvenes durante 7 largos años, ocultado mayormente sus cadáveres en el sótano de su propia casa.
Con 3 horas de duración, To Catch A Killer fue presentada en formato de mini serie, con 6 horas de duración inicialmente, pero cuando se editó en VHS, y más tarde en DVD, se redujo su duración a la mitad.
La historia gira entorno a John Wayne Gacy (Brian Dennehy), un perfecto vecino que ayudaba en el barrio, y hacía reír a los niños; pero que tenía engañado a todo el mundo, ocultando su lado macabro, el de un asesino de chicos jóvenes, el de un sádico homosexual, y el de un escurridizo psicópata que burlaba una y otra vez la ley.
La historia se enlaza con la elaborada y lenta investigación, que comenzó con la desaparición de Chris Gant, en alusión a Robert Piest, su última víctima, por lo que el film ha cambiado los nombres y algunos detalles por respeto a los involucrados y también por derechos.
Así como la historia paralela del investigador del caso de desaparición, Joseph “Joe” / “Polock” Kozenczak (Michael Riley), en el que vemos cómo el caso influyó en su entorno profesional y familiar, hasta afectándole la salud.
Para dar mayor dramatismo a la película, se contó con la presencia ficticia de una médium, Rachel Grayson (Margot Kidder) para demostrar procedimientos pocos ortodoxos utilizados para resolver el caso, así como simbólicamente representar la desesperación del detective.
To Catch A Killer es una magnífica película, que relata los hechos reales del asesino serial, que mató a 33 jóvenes, de cómo la policía le siguió la pista hasta encontrar las evidencias suficientes para llevarlo a la cárcel.
“You got no respect for the dead”
Hay de muchos tipos de investigación policial, siguiendo las peripecias del “killer”, ajustadas a la realidad, adaptaciones de novelas, exageraciones de mitos, y en otros ámbitos, todas tienen en común algo:
Un asesino implacable.
John Wayne Gacy, sin duda ha sido una de las figuras que ha inspirado a muchas de las películas de payasos asesinos; no en balde se ganó el apodo de “Pogo, El Payaso Asesino”
Pero este “hombre común”, ciudadano modelo, padre de familia y empresario, que incluso se disfrazaba de payaso para divertir a los niños del hospital local, era el claro ejemplo de “nada es lo que parece”
Gacy escondía un terrible secreto, por lo cual se convirtió en uno de los asesinos seriales más reconocidos de EEUU; pues violó y mató a 33 hombres jóvenes.
Pero se cree, que fueron más.
Bajo ese marco histórico, pero sin estridencias ni grandilocuencia, el director Eric Till, da vida a una película que no tiene mucho que envidiarle a montajes hollywoodenses sobre asesinos seriales.
To Catch A Killer, se basa en gran parte, en la investigación de Gacy, tras la desaparición de Robert Piest, por la policía de Des Plaines, y sus esfuerzos de detenerlo antes de la audiencia programada por demanda civil, el 22 de diciembre.
Notar que To Catch A Killer se dio rodó 2 años antes de la muerte de Gacy; con un guión bien logrado, que te mantiene en suspenso durante las 3 horas.
Y al ser una producción para la TV, hay que decir que To Catch A Killer no es una crónica de asesinatos, como ahora lo hubieran realizado, con detalles escabrosos de las muertes y escenas pasadas de tono, lo común hoy en día…
Cómo cambias las cosas; sino que To Catch A Killer gira en torno a la investigación por una desaparición, que será la ficha que hará caer las demás como piezas de Dominó.
La obra está bien estructurada, tras 3 horas de metraje, logra hacer sentir el cansancio, la angustia y la desesperación de los implicados en el caso, así como la muestra, muy sutil, del lado más horrible del ser humano.
Por una parte, Gacy actúa con impunidad, anda por la libre, mientras la policía le sigue los pasos, esperando que Gacy caiga en un crimen habitual para poder capturarlo, por lo que el departamento policial, actúa bajo la ley…
Sin embargo, la investigación se va tornando lenta, pues no hay suficientes indicios ni evidencias, por lo que empieza a moverse las bases de la legalidad, inclusive, se comienza a salirse de lo normal, empleando a una médium para que ayude en el caso.
La médium, vendría a ser ese contacto espiritual, de una persona ajena al caso, que le brinde esperanza al detective; que para entonces, ya ha tenido problemas varios en su casa, por su familia, a la cual ha descuidado, llegándole a pasar factura a su salud.
Todo eso, será dicho por la médium para que el detective agarre fuerzas, y siga en la investigación, que hasta entonces, pende de un hilo, pues las altas esferas judiciales y de policía, lo tienen con fecha para archivar la investigación a falta de pruebas contundentes.
La presión psicológica a la que fue presionado Gacy, por parte de la policía, lo hará caer.
En To Catch A Killer vemos muy buenas actuaciones, buena dirección, música, fotografía, e iluminación.
Una historia conocida, que hace se sentir durante el visionado, y sin mostrar borbotones de sangre; por lo que la convierte en un filme del más puro terror.
En lo personal, me alegro que “Pogo, El Payaso”, solo haya salido una vez; pues les tengo miedo rotundo.
De las actuaciones, todas son muy logradas:
Brian Dennehy, en el rol de su vida, que le va como anillo al dedo, logra hacer ver a Gacy como el psicópata que fue, frío con mirada de loco, y sigiloso al actuar.
Mientras Michael Riley, está excelente en el rol del detective encargado de la desaparición del muchacho, en que se centra la película.
Su mirada, que la cámara adora, muestra sus ojos, su frente llena de preocupación, y la desesperación para resolver el caso, con la esperanza de evitar que más muertes ocurran, pues él tiene un hijo de la edad aproximada de las víctimas, por lo que lo atormenta.
Así también, es destacable la labro del bizarro amigo y colaborador de Gacy, Theodore, “Ted” Koslo (Martin Julien) que también la rompe en su rol secundario, con una sonrisa de complicidad, que roza la locura.
De acuerdo con Brian Dennehy, el mismo John Wayne Gacy, le escribió una carta de protesta de la película, y para proclamar su inocencia.
Mientras que en la preparación para el papel del teniente Kozenczak, Michael Riley entrevistó el verdadero Joe Kozenczak en detalle, para conocer el caso, y al hombre que lo encarceló.
De las muertes, por dicha no aparecen gráficamente, pero si se hacen sentir, para aquellos que conocen  la historia, así como por medio del lugar de tortura, al mostrar el método de muerte, pertenencias de las víctimas, fotografías, familiares, amigos y demás, que en sus rostros u objetos, se hacen presentes, humanizándolos desde el más allá.
Y aunque en la producción hay errores varios, en la continuidad, no en la historia, porque desde el inicio se sabe que la historia es “basada en…” y que los nombres y lugares han sido cambiados, hay un error de producción demasiado evidente, y se muestra como una de las posibles víctimas de Gacy, usa una camiseta de Michael Jordan…
Para ese tiempo, Jordan estaba en 3° año de la escuela secundaria, al momento de los asesinatos.
La banda sonora corre a cargo de Paul Zaza que vale destacar porque ambienta muy bien, genera suspenso y tensión, sin ser demasiado estridente, algo difícil de conseguir hoy en día, que no deje sordo al espectador.
“We're investigating the disappearance of Christopher Gant”
Tras la aprensión de John Wayne Gacy, fue llevado al hospital psiquiátrico de Chicago, donde fue sometido a un examen médico.
El asesino, pretendía que la mayoría de los crímenes, habían sido en defensa propia, incluyendo el primero, el del chico de la terminal de autobuses. Otros tuvieron lugar en el curso de peleas:
La que precedió al crimen de Butkovitch, fue a propósito del salario; la anterior a la muerte de Godzik, fue sobre drogas; en el caso de Szyc, fue sobre un coche, etc., aunque estas versiones fueron variando continuamente, y al final, sólo reinaba el caos.
Lo que era cierto es que John Wayne Gacy, en su doble vida, había asesinado a 29 jóvenes sin sentir el mínimo remordimiento.
El examen psiquiátrico demostró que el inculpado, no sentía remordimiento alguno por los crímenes, y siempre tenía una buena excusa para justificarlos.
El 6 de febrero de 1980, comenzó el juicio de Gacy en Chicago.
Al 2º día  testificaron los padres de las víctimas, algunos perdieron el conocimiento, y muchos de ellos lloraron…
Mientras Gacy les miraba con desprecio e irritación, convencido de que todo era puro teatro.
Unos días más tarde, 2 adolescentes que habían vivido en casa del asesino, y según él fueron sus amantes, se sentaron en el estrado de los testigos.
David Cram y Mike Rossi, contaron cómo Gacy los había hecho cavar zanjas en el sótano, diciéndoles que eran para unas tuberías...
Luego, los policías que lo interrogaron en comisaría, dieron fe de las confesiones.
Durante el juicio, Gacy se declaró inocente, alegando problemas de orden mental.
Sin embargo, su testimonio fue rotundamente rechazado, ya que se le realizaron estudios de orden mental, dando resultados negativos, es decir, que no tenía ni padecía de problemas mentales.
Su abogado argumentó, que John tenía lapsos de locura temporal en el momento de cada asesinato, pero antes y después, recobraba la normalidad para atraer, y disponer de las víctimas.
En un momento del juicio, la defensa de Gacy intentó afirmar que los 33 asesinatos fueron muertes accidentales, como parte de una asfixia erótica, pero el forense del condado de Cook, demostró con evidencia, que estas afirmaciones eran imposibles.
Además, Gacy ya había confesado a la policía, y era incapaz de suprimir tal evidencia.
Así las cosas, John Wayne Gacy, fue hallado culpable, el 13 de marzo, y fue sentenciado a 21 Cadenas Perpetuas y 12 Penas de muerte.
Como dato, durante los 14 años que pasó en prisión, Gacy solía pintar con óleo.
Su tema favorito, eran los payasos...
Dijo que usaba su personaje de payaso, como álter ego; además, otro tema favorito, eran Los Siete Enanos que aparecían en la película “Blancanieves”; esto fue hasta que Disney lo demandó.
Después, se puso a pintar calaveras, paisajes, retratos de criminales y asesinos en serie a los que admiraba, como:
Al Capone, Adolf Hitler, Ted Bundy, Jeffrey Dahmer, Ed Gein, David Berkowitz, Albert Fish, y El Asesino del Zodíaco.
También realizó autorretratos.
Montó varias exposiciones, dentro y fuera de prisión, y vendió sus cuadros en muy buenos precios, pese a sus obvias deficiencias como pintor.
Pero su celebridad hizo el resto, tanto que muchas de las pinturas de Gacy, fueron vendidas en una subasta después de su muerte.
Como en el caso de Issei Sagawa, “El Caníbal del Bosque de Boulogne”, Gacy terminó convirtiéndose en un artista plástico, cuyas obras se cotizaban muy caras, debido a que se trataba de un asesino en serie.
En 2 años, pintó 250 obras que vendió por $10.000
Uno de sus cuadros con la imagen de “Pogo, El Payaso”, se la obsequió Gacy al criminalista y ex agente del FBI, Robert K. Ressler, autor del término “asesino en serie”, quien lo entrevistó en prisión en varias ocasiones.
Mientras el cineasta, John Waters, también posee un cuadro de Gacy que, según él, está colgado en la habitación de huéspedes de su casa, “para que las visitas no se queden demasiado tiempo”
El escritor, Stephen King, se inspiró en Gacy para la creación de “Pennywise”, el payaso homicida que protagoniza la novela y la película “IT”; que tras leer el libro y ver la película, Gacy se sintió tan alabado de haber inspirado a Stephen King, que incluso realizó una pintura donde retrata a “Pennywise”, en la versión del actor Tim Curry.
El 12 de marzo de 1980, el jurado tardó sólo 2 horas en decidir que estaba de acuerdo con la acusación:
Gacy, no estaba loco.
Al día siguiente, el juez le condenó a muerte, en medio de los aplausos del tribunal.
John Wayne Gacy, había comido un plato de pollo frito, langostinos y fresas que costó $18.
El día antes, estuvo arropado por su familia.
Incluso los 2 hijos que tuvo con su primera esposa, acudieron a hablar con él por última vez,
Finalmente, a los 52 años, Gacy fue ejecutado por inyección letal, el 10 de mayo de 1994, en la institución correccional de Stateville en Illinois.
Algunos señalan la pobre relación con su padre alcohólico, un trauma en la cabeza, y unos subsecuentes desmayos en su adolescencia, como la base de sus actos.
También se especula que la matanza de jóvenes, era la expresión subconsciente del odio a sí mismo por su propia homosexualidad.
A menudo declaró, que se desinhibía en el momento del sexo.
De todos modos, sus víctimas fueron mayoritariamente hombres heterosexuales, y el atributo común entre ellos, era la juventud y la belleza.
Después de su ejecución, el cerebro de Gacy fue extraído.
Actualmente es propiedad de La Dra. Helen Morrison, quien entrevistó a John, y a otros asesinos seriales, en un intento por aislar los rasgos comunes en su personalidad.
Los abogados de Gacy, contrataron a un psiquiatra forense para que examinara el cerebro de Gacy después de morir.
Los resultados revelaron, que no había anormalidades.
El especialista afirmó, que John no encajaba en ningún perfil psicológico propio de los asesinos en serie, y que probablemente, la razón de su actuación, no se sabrá jamás.
Durante el juicio, La Dra. Morrison apareció como testigo psiquiátrico, y declaró que Gacy tenía “la estructura emocional de un infante”
John Gacy, fue un maestro manipulador, probablemente uno de los criminales más grandes que haya nacido, muy inteligente.
Han pasado 22 años desde que fue ejecutado, pero el nombre de John Wayne Gacy sigue provocando escalofríos.
Sus últimas palabras, que revelan su personalidad, y su no arrepentimiento por sus crímenes, fueron:
“Matarme, no hará regresar a ninguna de las víctimas.
¡El Estado me está asesinando!
¡Bésenme el culo!
¡Nunca sabrán dónde están los otros!”
Como dato, la antigua celda de John Wayne Gacy, fue utilizada durante la filmación de la serie estadounidense “Prison Break”
Jonathan Davis, vocalista de la banda Korn, compró el traje de “Pogo, El Payaso”
Esta entrada de To Catch A Killer, va dedicada a la memoria de:
Timothy McCoy (15), John Butkovitch (17), Darrell Sampson (18), Randall Reffett (15), Samuel Stapleton (14), Michael Bonnin (17), William Carroll (16), Rick Johnston (17), Kenneth Parker (16), William Bundy (19), Gregory Godzik (17), John Szyc (19), Jon Prestidge (20), Matthew Bowman (19), Robert Gilroy (18), John Mowery (19), Russell Nelson (21), Robert Winch (16), Tommy Boling (20), David Talsma (19), William Kindred (19), Timothy O'Rourke (20), Frank Landingin (19), James Mazzara (21), Robert Piest (15), y Michael Marino (14)
Así como a todos aquellos que fueron víctimas de Gacy, cuyos cuerpos aún no han sido encontrados.

“All these years being on the force, I still can't believe there can be this kind of evil”



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