Exodus
“The island of Cyprus, madame.
World famous for beauty, and long, tragic history.
Been conquered many times, conquered by Phoenicians, Assyrians, Persians, Macedonians; also conquered by Greeks, Romans, Byzantines, Turks.
Purchased from Turkey by your esteemed self, the British Empire.
All Cyprus most wanted the British”
En el curso de la historia, poblaciones judías han sido expulsadas o condenadas al ostracismo por varias autoridades, y han pedido asilo por causa del antisemitismo numerosas veces.
Los artículos la historia de antisemitismo y cronología del antisemitismo, contienen más detallados informes acerca de las hostilidades antijudías, en tanto que la historia judía y la cronología de la historia judía, perfilan una más amplia perspectiva.
Se llama “Éxodo”, al 2° libro de La Biblia, y su nombre deriva de la descripción del tema principal, que es el viaje de los judíos de Egipto a la tierra prometida de Israel.
Miles de años después, El Imperio Británico plantó deliberadamente a los judíos en Palestina después de La Primera Guerra Mundial, pues el gobierno del Reino Unido se había comprometido a crear una patria judía en El Medio Oriente en La Declaración Balfour de 1917; debido a que El Imperio Británico necesitaba el dinero de los judíos ingleses, para poder seguir sosteniendo a un ejército ya bastante debilitado por varios siglos de guerras coloniales, por lo que a cambio de esta financiación, se les prometió ayuda en su futura creación del Estado.
Por otra parte, también necesitaba a los árabes en su lucha contra los turcos en Oriente Medio, y también se les prometió apoyo.
El avance del nazismo en 1933, dio lugar a una masiva oleada de emigración de judíos hacia Palestina, incrementando su población del 11% en 1920, a un 30% en 1940.
En 1943, ya eran propietarios del 6% del territorio del mandato británico, que incluía a la actual Jordania.
El Holocausto, junto con la negativa de las potencias occidentales de abrir sus fronteras, ocasionó otra ola de emigrantes a Palestina, hasta elevar su número a 600.000 habitantes judíos.
Así, en 1939, los británicos rompieron sus promesas, tanto a judíos como a árabes, abandonando el compromiso de la partición de Palestina, y el de favorecer la creación de un Estado judío, abogando por un único Estado en la región.
Además, tomaron medidas para limitar la inmigración judía, y restringieron la compra de tierras por parte de éstos.
Muchos judíos fueron interceptados, y devueltos a la Europa dominada por los nazis, aunque un gran número de ellos pudo eludir este bloqueo, y entrar de forma clandestina en el país.
Vemos como, poco a poco y por diferentes motivos, la diáspora de judíos escapando de Europa después de la monstruosa SHOAH, queriendo construir una patria donde nadie pudiera repudiarlos, allí se encontraron con los ingleses, y para echarlos hubo organizaciones que abogaron por la negociación, y otras por la violencia, escudándose que “ningún estado se ha formado sin violencia”, todo estos factores, sumados al hastío de los británicos, desencadenaron en la votación en La ONU, para la partición de Palestina en 2 estados:
El de Israel para judíos, y el de Palestina para los árabes; y aquí volvieron los problemas, unos problemas que continúan hasta el día de hoy:
Los musulmanes no quisieron compartir Palestina.
Aproximadamente, 2/3 de los judíos afectados, emigraron al Estado de Israel; otros destinos habituales, fueron Estados Unidos, Canadá y Francia.
“Exodus” es una novela escrita en 1958, por el novelista estadounidense Leon Uris, acerca de la fundación del Estado de Israel, basado en el nombre del barco “Éxodo” durante la inmigración en 1947.
Tras La Segunda Guerra Mundial, la causa judía era vista con una gran simpatía por la izquierda política y los intelectuales del mundo occidental.
Y no sólo por la gran tragedia que significó El Holocausto; el sistema de kibbutzs, se consideraba como “el paraíso socialista del proletariado en La Tierra”, por lo que era muy fácil hacer una equivalencia entre el David socialista judío, y el Goliat capitalista árabe.
Leon Uris, fue precisamente uno de los muchos periodistas que cubrieron estos hechos; viajó a Israel, interesado por la situación singular de la creación del nuevo Estado, y de aquella experiencia, nació su más famosa novela.
La población judía en Oriente Medio, excluyendo a Israel, era de aproximadamente 900.000 almas en 1948, y se redujo a menos de 8.000.
Algunas de estas comunidades, tenían más de 2.500 años en el lugar.
Israel absorbió a aproximadamente 600.000 de estos refugiados, muchos de estos fueron temporalmente instalados en ciudades de tiendas llamadas Ma'abarot.
Estos refugiados, tarde o temprano fueron absorbidos en la sociedad israelí.
El último Maabarah, fue desmontado en 1958; pero al momento, los refugiados judíos no tenían ninguna ayuda de La Agencia de Naciones Unidas para Los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA)
A efectos de su propio mandato, La UNRWA consideraba “refugiados”, a los que debe atender en todas sus facetas a los “palestinos cuyo lugar de residencia habitual era El Mandato Británico de Palestina entre junio de 1946, y mayo de 1948, y que perdieron sus hogares y sus medios de subsistencia con la guerra árabe-israelí de 1948” y sus descendientes, en total, más de 4 millones.
Así, la organización atiende 58 campos de refugiados palestinos, donde limita su participación a la ayuda y la prestación de servicios, pero no a las acciones de gobierno o policía, que corresponden y son obligación del país anfitrión.
De forma general, la situación de los que habitan los campos de refugiados, es de pobreza, con una alta densidad de población, y con infraestructuras básicas insuficientes.
Así, Uris cubrió el conflicto árabe-israelí como corresponsal de guerra; y 2 años más tarde, “Exodus” fue publicado en 1958, convirtiéndose en un fenómeno editorial internacional, el mayor éxito de ventas en los Estados Unidos desde “Gone With The Wind” (1936) de Margaret Mitchell.
La novela se divide en 5 bloques, denominados “Libros”, y se desarrolla con el protagonista, Ari Ben Canaan, planeando la fuga y posterior transporte de cientos de refugiados judíos, detenidos en un campo de detención británico en Chipre, para El Mandato Británico de Palestina.
La operación se lleva a cabo bajo los auspicios de la Mossad le'Aliyah bet.
El libro narra la historia de los diversos personajes principales, y de los lazos de su vida personal con el nacimiento del nuevo estado judío; y como en varias de las novelas de Uris, algunos caracteres ficticios, están parcialmente basados sobre uno o varios personajes históricos, o el acto como metáforas para las varias personas que ayudaron a construir el moderno Israel.
Uris no oculta en ningún momento su mensaje pro sionista, lo que en la actualidad molesta a muchos, ya que la historia ha cambiado desde entonces; siendo la odisea de unos hombres que lucharon por una tierra en donde poder morir; sin tener una tierra para poder vivir.
“You know, a lot of them try to hide under gentile names, but one look at their face, you just know”
Exodus es una película bélica del año 1960, dirigida por Otto Preminger.
Protagonizada por Paul Newman, Eva Marie Saint, Ralph Richardson, Peter Lawford, Lee J. Cobb, Sal Mineo, John Derek, Hugh Griffith, Gregory Ratoff, Jill Haworth, Marius Goring, Alexandra Stewart, Michael Wager, Martin Benson, Betty Walker, John Crawford, entre otros.
El guión es de Dalton Trumbo, basado en la novela homónima de 1958, escrita por Leon Uris, que trata de la fundación del Estado de Israel en 1948.
Otto Preminger, quedó entusiasmado con la lectura de la novela, y la comparó con la independencia de EEUU, en que el Estado de Israel nace a pesar de la oposición de Gran Bretaña y sus aliados árabes.
Con la ayuda de Arthur Krim, presidente de United Artists, cubrió el presupuesto necesario para la realización de la película, que ascendió a $3 millones.
Además, los alcaldes de Jerusalén y Haifa, dieron todas las facilidades del mundo para el rodaje de la misma.
También, fue Preminger quien decidió que Uris no era el más apropiado para adaptar su propia novela, por lo que el proyecto recayó en Dalton Trumbo, al que el director insistió para que firmara el trabajo con su propio nombre, en un momento en que el guionista estaba incluido en las infames listas negras.
Este apoyo de Preminger, animó a Kirk Douglas a hacer lo propio, reconociendo que Trumbo también estaba elaborando el guión de “Spartacus”
Éste fue el principio del fin de las fatídicas “Listas Negras” heredadas del macartismo.
Y quizás, lo más significativo sea la construcción de personajes, con los cuales se logra plasmar unos caracteres humanos de enorme valía, consiguiendo, y esto es bien importante, que la narración no se centre, especialmente, en ninguno de ellos; centrándose principalmente en el conflicto, en la fuga de Chipre y los acontecimientos posteriores en Israel; todo ello desde la perspectiva de la lucha por la libertad de los pueblos.
Como dato, el logo de la película, se ve en los títulos de crédito diseñados por el enorme Saul Bass, es una adaptación del logotipo del Irgún, La Organización Militar Nacional en La Tierra de Israel, en la vida real; que muestra un brazo que sostiene un rifle, en una pose similar, sobre un mapa de todo El Mandato de Palestina.
Un dato divertido ocurrido en el estreno de Exodus, cuando la película se acercaba a su 3ª hora, y no se veía su final, el comediante Mort Sahl se levantó de su asiento en el teatro lleno, y gritó:
“¡Otto, deja ir a mi pueblo!”
El incidente se convirtió rápidamente, en un chiste popular tradicional de Hollywood.
Exodus obtuvo 1 Premio Oscar a La Mejor Banda Sonora para Ernest Gold; y 2 nominaciones:
Mejor actor secundario (Sal Mineo), y fotografía a color.
Encontraremos en Exodus un poco de historia, aunque quede claro que no es una película histórica, ni refleja fielmente los acontecimientos que muestra; así como:
Política, drama, acción, un poco de amor, veremos un poco cómo es la vida en un kibutz, asistiremos a los inicios del Mossad, El Servicio de Inteligencia Israelí, que algunos dicen que es el mejor del mundo; y a las primeras escaramuzas entre judíos y palestinos; un conflicto que por desgracia aún continúa en nuestros días, y de qué dramático modo, contada con una honradez infrecuente, ya que Preminger esquivó de manera magistral, las trampas del cine de propaganda, intentando ser objetivo, y presentando a la vez, sus propios puntos de vista; siendo la 1ª película de éxito internacional, acreditada como estimulación de apoyo al sionismo y al Estado de Israel en los Estados Unidos.
Exodus se rodó en Chipre, y en Israel, en Acre y Jerusalén.
Estamos en 1947, donde miles de judíos supervivientes del Holocausto, esperan en los campos de internamiento que los británicos han establecido en Karaolos, Chipre.
Su deseo es partir a Palestina, pero el gobierno del Reino Unido no lo permite.
El Comandante de la resistencia israelí, Ari Ben Canaan (Paul Newman) activista del grupo paramilitar sionista haganah, consigue sacar a 300 refugiados judíos de los campos de refugiados en Chipre, e introducirlos en un barco mercante con destino a Palestina, saltándose el bloqueo legal impuesto por las autoridades británicas, que descubren su plan, y le instan a que lo abandone.
El buque recibe el nombre de “Éxodo”, como el libro bíblico y de la Torá hebrea, que narra la liberación del pueblo judío de la esclavitud en Egipto, y la marcha hacia La Tierra Prometida de Palestina.
Sin dejarse intimidar, Ari y sus compatriotas se niegan a entregarse, arriesgando sus vidas por su causa:
La creación del Estado de Israel.
Así veremos la odisea en el trayecto hacia Palestina, el asentamiento, las hostilidades contra la ocupación británica, las acciones pacíficas, las acciones terroristas, los intentos de conciliación, y los de declaración de guerra; y la votación internacional que se decantó, para bien o para mal, a favor de la nueva nación.
Todo ello se despliegan en una larga y colosal aventura épica de casi 4 horas; un clásico del cine épico, reflejando temas que hoy en día están de más actualidad, como es el caso del terrorismo, aunque aquí por supuesto esquivando muy hábilmente el director este tema, y presentándolo como una epopeya histórica más, sobre el nacimiento de dicho estado judío.
“The Germans used me, like you would use a woman”
Otto Preminger sabía contar historias humanas, tenía la gran capacidad de plasmar todo tipo de sentimientos en pantalla, donde las motivaciones de los protagonistas y su historia, cobraban una mayor importancia que al resto de recursos técnicos.
Era un director que nunca se repetía, nunca recurría a la misma fórmula ya empleada en algún film anterior, sino que buscaba siempre cosas nuevas, por lo que nunca llegó a encasillarse; y aquí hace un buen trabajo:
Sabe que entre manos tiene una gran superproducción, y sabe manejarla muy humildemente sin hacer alardes de estéticas preciosistas, ni abusa de efectos especiales.
Los decorados son todos naturales, y rodados en los respectivos países donde transcurre la trama; narrando la historia con buen pulso y un ritmo adecuado a cada momento, con intensidad, como en él es bastante habitual, implicándose en el relato, muy a su pesar y a su intento de imparcialidad.
Como ayuda, cuenta con una buena ambientación, una gran iluminación, con buenos trabajos de fotografía, maquillaje y vestuario.
Y, sobre todo, sobresaliendo del conjunto, por una gran banda sonora que contiene un maravilloso tema central, obra de Ernest Gold, afamado compositor nacido en Viena, al igual que Preminger, que podemos escuchar a lo largo de toda la película, pero sobre todo en el inicio de la misma, con una llama ardiendo de fondo durante los títulos de crédito diseñados por Saul Bass.
Así nos encontramos con Katherine “Kitty” Fremont (Eva Marie Saint), una enfermera de EEUU que visita la isla en busca de recuerdos de su marido, un reportero gráfico muerto un año antes, durante una escaramuza del ejército británico.
En sus visitas turísticas, Kitty no puede evitar enterarse de la situación en que se encuentran más de 30.000 emigrantes judíos, que han llegado desde todas partes de Europa, con la intención de entrar a Palestina, entonces ocupada por los británicos, cuyas autoridades impiden hacerlo, manteniéndoles aislados en campos de detención.
Es precisamente el taxista-guía de Kitty, quien le explica sucintamente la situación de este modo:
“Los judíos fletan un barco para ir de Europa a Palestina, pero los británicos capturan el barco, y los mandan a todos a Karaolos, a los campos de detención.
Los árabes no los quieren en Palestina.
Y para mí, que los británicos tampoco los quieres aquí”
El Jefe de las tropas británicas en la zona, General Sutherland (Ralph Richardson), no es partidario de devolver a los judíos a la Europa dominada aún por los alemanes; por lo que los retiene en campos.
Pero como éstos siguen llegando en gran número, estos campos están repletos y atestados.
En una visita de Kitty al General para hablar de su difunto marido al que el militar conoció, éste le ofrece ayudar en los campos de detención, prestando su experiencia como enfermera, ofrecimiento que ella acepta.
De este modo conoce a Dov Landau (Sal Mineo), un joven lleno de odio y resentimiento, superviviente de un campo de concentración nazi, y herido por los británicos mientras intentaba evitar su detención; y a Karen Hansen (Jill Haworth), una dulce, inocente y bondadosa joven judía danesa, que intenta encontrar a su padre en Palestina y que, por increíble que parezca, es la única que puede dominar un poco, al vehemente y agresivo Dov.
Por otro lado, Ari Ben Canaan, un “sabra”, es decir, un judío ya nacido en territorio palestino, y perteneciente a la Haganah, organización revolucionaria, llega clandestinamente a Chipre, con la intención de llevarse a Palestina a los 611 judíos que acaban de llegar a la isla en el barco “Estrella de David”, todos a la vez, burlando el bloqueo británico.
Para ello, consiguen otro barco, un viejo carguero al que re-bautizan como “Éxodo”, en recuerdo de aquella fuga de judíos del antiguo Egipto, a cuya cabeza iba Moisés.
Para entonces han pasado 30 minutos, y ya conocemos la situación y a los principales personajes.
Ahora, comienza la aventura; por lo que la película muestra un prólogo sobre el sufrimiento judío y un final sin “acabar”, con La ONU decidiendo por mayoría, declarar a Israel como Estado Independiente.
También se muestra, un poco de pasada, el atentado al Hotel Rey David, llevado a cabo por las partes más radicales del lado judío, que fue una catástrofe que se saldó con más de 300 muertos, y que para muchos historiadores constituye el desencadenante del conflicto que aún continúa hoy en día.
Me parece loable el intento de imparcialidad y objetividad en el tema de Preminger, de origen judeo-austríaco, porque aunque Exodus cae claramente del lado judío, no es tan descaradamente pro sionista como lo es la novela; que si consigue obviar el tono propagandístico de Uris, y que sin embargo resulta bastante entretenida; aunque por supuesto, el triunfo y algunos de los logros de los judíos, son relatados con cierta épica que engrandece dichos actos.
Evidentemente, cada uno, con sus propias ideas, verá lo que quiera ver, como ocurre con toda manifestación artística.
Aquí se muestra los 2 lados de la postura inglesa, intentando no ser demasiado anti-británico, y nos coloca 2 personajes de posturas evidentemente encontradas:
El amable y honrado General Sutherland, como un pro sionista, quien en un momento dado comenta que dan igual las ideologías, dando a entender que siempre se acaba en guerra con otros seres humanos.
Y por un lado, al idiota y antisemita Major Caldwell (Peter Lawford), es un xenófobo, una caricatura de personaje sobre el que se cargan un poco las tintas.
Simpática la escena entre él y Newman, sobre el modo en que se “detecta” a un judío, siendo este el único momento cómico de un relato de casi 4 horas.
Algo similar intentó Preminger con judíos y árabes, mostrando judíos extremistas que no atienden a ningún tipo de razones, y sólo les mueve la política; y algún árabe bueno, como Taha (John Derek), en uno de los puntos más dramáticos de la película, siendo de agradecer, para que veamos que todos los árabes no eran hostiles.
Y en el lado judío, la cosa se divide entre aquellos que utilizan la violencia, para hacerse oír; y los que la condenan, presentando con ello conflictos familiares para añadir así más gotas de drama al asunto.
David Opatoshu como Akiva, líder terrorista, asegurando que ninguna nación se creó sin derramamiento de sangre; enfrentado a un magnífico Lee J. Cobb como Barak, el padre pacifista de Ari.
En medio de ambos, Ari, el verdadero héroe de la función.
Paul Newman demostraría aquí, a sus 35 años, que ya podía empezar a hacerse cargo de personajes maduros, mentalmente hablando.
El actor demuestra ya una naturalidad fuera de lo común, aportando elegancia y pasión a un personaje caramelo, como agente de la haganah, y que lleva a cabo un audaz golpe de mano, para atraer la atención internacional sobre el problema judío.
Destacan sus reacciones al mando de la rebelión en el Éxodo, y su paseo nocturno por la cubierta, escuchando en silencio las opiniones de un pueblo dispuesto a morir de hambre, antes de volver a ser sometido.
Lamentablemente, el actor no se entendió con Preminger durante el rodaje, quien además tenía fama de tirano.
Preminger, intentó mostrar la evolución del pensamiento de EEUU, con respecto a la cuestión judía mediante el personaje de la enfermera Kitty.
Inicialmente, la sociedad de EEUU tenía un carácter antisemita, Kitty dice al principio, “no me gustan los judíos”, pero poco a poco va reconociendo que la lucha del pueblo judío, tiene un carácter muy similar al de la lucha de los propios estadounidenses por su independencia; siendo a través de ella, de las preguntas que se hace y respuestas que le dan, nos vayamos enterando de por qué sucede lo que está pasando; que al principio no quiere involucrarse en el tema porque no “entiende” a los judíos, y se siente rara entre ellos, pero que luego los va comprendiendo e involucrándose, debido al afecto que siente por Karen y, sobre todo, por el interés romántico que le despierta Ari.
Además, la historia de amor supone un gran reclamo, y Preminger se apoya en ella para seguir dotando al film de épica y dramatismo.
No obstante, tanto la película, como el libro de Leon Uris, los autores han alterado los hechos tanto en favor de la narración como de sus posiciones políticas.
En la realidad el navío “Éxodo”, fue interceptado en 1947 cerca de Haifa por la autoridades británicas, y sus pasajeros remitidos a Port-de-Bouc, Francia, desde donde regresaron a los campos de deportados de Alemania.
No fue sino hasta 1948, después de la creación del Estado de Israel, que una parte de estos refugiados, pudieron llegar a Palestina.
Mientras el atentado del Hotel Rey David, tuvo lugar antes de estos sucesos, en julio de 1946, y no en 1947 como muestra la película.
De hecho, este fue la causa de que la Haganah se retirase, en protesta, del “Movimiento de La Rebelión Hebrea”, que compartía con el Irgún y el Leji.
Asimismo, el ataque a la prisión de Acre, en mayo de 1947, y antes del asunto del “Éxodo”, fue una operación exclusiva del Irgún.
En la película, el intento de tomar Safed, se muestra como un ataque árabe a la ciudad, pero la misma había sido ya tomada por las fuerzas judías, en mayo de 1947, y la población árabe local, expulsada.
Según el historiador Larry Portis, la principal crítica histórica que puede hacerse al film, es presentar sólo uno de los lados del conflicto; los soldados de la Haganah aparecen como unos pocos hombres valientes y mal armados defendiendo un kibutz; frente a los árabes fanáticos, y encuadrados por ex soldados nazis.
Y es un hecho que los israelitas utilizaron el terrorismo que hoy tanto utilizan contra los palestinos, para obligar a los británicos a dejar su “incomodo” Mandato sobre Palestina, y obligar a la partición.
En la película se incurren en varias tergiversaciones, tales como decir que el Irgún eran los terroristas, y el Haganah eran partidarios de la negociación.
La realidad es que las 2 eran organizaciones terroristas; así como hacer ver que instructores nazis apoyaban a las tropas árabes.
La realidad es que el estado de Israel se fundó con dinero europeo y estadounidense, y que El Holocausto supuso el espaldarazo definitivo para entregar Palestina a la causa sionista.
Por ese motivo, conviene comentar más la película desde el punto de vista histórico-filosófico, intentando aclarar cuestiones espinosas, falacias y dudas, y evitando toda clase de sectarismos, por desgracia todavía muy abundantes debido a los intereses en juego.
Primero, tanto el Haganah como el Irgún, y el Stern o Lehi, eran grupos terroristas.
El primero tenía ínfulas de fuerza pseudomilitar, pero si bien se contenían por motivos tácticos de atacar a los británicos, no se cortaban un pelo con los palestinos.
El terrorismo judío, casi se ve justificado como un paso necesario para obtener la libertad, de hecho los terroristas, asesinos, serán luego héroes, y tendrán importantes cargos gubernamentales en el nuevo estado de Israel.
El atentado judío que sale en la película, lo vemos a través de 2 explosiones lejanas sin más…
En cambio, en el caso contrario, nos enseñan las víctimas y el sufrimiento.
El hecho de que los palestinos maten al personaje más angelical de la película, Karen, es el que hace que se le vea el plumero definitivamente.
Por cierto, vaya forma tan suave de mostrar el atentado en El Hotel Rey David, con muertos que no salen, y el terrorismo en general, que es presentado como heroico.
Segundo, ni existe ni se reconoce el derecho de un pueblo a gozar de un territorio en el que no habita.
Esto de que un judío piense que Israel es “La Tierra Prometida”, y le pertenece aunque él sea de Francia, por ejemplo, roza el delirio.
Por supuesto, se le reconoce el derecho a una nacionalidad, en este caso la francesa.
Tercero, tanto árabes como judíos, están con la sangre hasta los codos.
Nadie puede ir de bueno aquí, pues ambos se han enredado en una espiral de matanzas que lleva cerca de un siglo, o milenios, y no tiene visos de acabar.
Cuarto, los británicos tenían razón:
Tratar de derribar su Mandato, era conducir a Palestina al desastre.
Pero al final, parece ser que el mensaje es todo lo contrario, que gracias a los ingleses, los judíos y los palestinos no se mataban…
Ahora bien, judíos y palestinos, como cualquier otro par de pueblos, pueden convivir en cualquier sitio, siempre y cuando no haya democracia, que es la que obliga a una nación, y por tanto, provoca la limpieza étnica y el genocidio para construirla precisamente.
Por ese motivo, El Mandato Británico es tan importante.
Es en este contexto, donde se desarrolla Exodus, en un crudo momento impregnado de abundantes tensiones, donde los judíos tratan de luchar contra la opresión del Imperio Británico.
Es altamente complicado, por no decir imposible, mantenerse completamente imparcial y objetivo a la hora de narrar este tipo de historias; pero Preminger sabe otorgar cierto objetivismo, donde únicamente trata de relatarnos los hechos.
Este aspecto será muy discutido, en este drama, pues no deja a nadie impune de culpa o de castigo, y sabe meternos en las situaciones de cada uno de los personajes, percatándonos que todos ellos tienen una razón o una causa por luchar.
Lo malo, es que el tema que coge es escabroso e inacabado, el propio Preminger afirmaba, que si hubiera querido contar “toda la historia”, habría tenido que rodar 20 horas.
Pero no se hace pesada, tensando muy bien la emoción a lo largo de los distintos bloques narrativos:
El barco, quizá la mejor parte del film, la llegada a Palestina, la huida del campo, etc., y dirigiendo con una elegancia inusitada, realizando composición clásica en los planos que recuerdan a sus films de los años 40, aun gozando del formato Super Panavision 70, en el que el trabajo fotográfico de Sam Leavitt, en una de sus mejores obras, se llena de colores ardientes que transmiten pasión.
El personaje de la novela mejor reflejado en la película, es el de Dov; mientras el peor, el de Jordana (Alexandra Stewart), la hermana de Ari, que en la película está prácticamente diluido, quedando apenas en un personaje meramente testimonial.
Sólo por la secuencia del primero, confesando lo que los nazis hicieron con él, en una escena larga y tensa, uno ya comprende la más que justa nominación al Oscar para el joven actor.
Como anécdota, para los amantes del doblaje, dicha secuencia, en la que en original, el personaje confesaba haber sido violado, la censura franquista hizo de las suyas, cambiando por completo lo que Mineo dice, y justificando el nazismo.
El final de Exodus parece que termina porque tiene que terminar, puesto que podría haber seguido perfectamente, y nos deja un poco mal...
Nos quedan 2 afirmaciones con la que se pretende justificar el terrorismo y que, por desgracia, me parece cierta:
“No hay ninguna nación, antigua o moderna, que no se haya creado sin uso de la violencia”; y en un momento dado, Ari proclama un optimista mensaje:
“Al fin llegará un día en que árabes y judíos compartan esta tierra en paz”
Por desgracia también, todos sabemos que a día de hoy, ese momento aún no ha llegado.
“God, don't let my brother die at the end of a British rope”
Otto Preminger, lanzó al mundillo del celuloide, una espectacular superproducción sobre uno de los capítulos clave del siglo pasado:
La constitución de Israel.
Los judíos, perseguidos y ninguneados durante milenios, acababan de pasar por el peor genocidio de su historia.
Los recientes horrores del Holocausto, quemaban como ácido, y los supervivientes, los descendientes de la etnia de los eternos errantes del planeta, se hallaban sin hogar, sin patria, sin un suelo al que poder llamar su casa.
Desperdigados por buena parte de la geografía europea, rescatados de los campos de concentración y exterminio, en los que más de 6 millones habían perecido, se encontraban en el mismo punto que sus ancestros.
Parias, desterrados, y nómadas.
Nadie los recibiría con agrado.
No ya porque el antisemitismo sea como una enfermedad contagiosa, sino porque cualquier nación se sentiría invadida, si de repente miles de judíos se instalaran.
Las Naciones Unidas, una vez más en su azarosa y poco eficaz existencia, eran situadas ante un dilema formidable:
¿Cómo colocar a tanta gente?
¿Cómo constituir su añorado Estado de Israel, sin originar un conflicto cruento con los musulmanes de Palestina?
La coyuntura era terriblemente complicada, y tenía copada la atención mundial.
Mientras, muchos millares de personas estaban en tierra de nadie, aguardando incómodamente una resolución, en campos habilitados para acogerlos.
Pero quedaba claro que, donde quiera que fuesen, estaban tan mal vistos como una plaga de langostas.
Más recientemente, la persecución hacia otras etnias, principalmente judíos, estuvo patrocinado por La Unión Soviética, cuando incitó a más de 1 millón de judíos soviéticos a emigrar a Israel, unos 250.000 a los Estados Unidos con el status de refugiado, y otros 100.000 a Alemania.
Y es que después de su establecimiento en 1948, El Estado de Israel, se convirtió en un espacio seguro para los refugiados judíos, así como un destino ideal para la inmigración voluntaria judía.
La verdad, es que no hay una única respuesta a la eterna pregunta de cómo El Pueblo Elegido, o sea, los judíos, han pasado de ser los parias del mundo, aquellos que recibían golpes desde todas las direcciones, a convertirse en los supervillanos del siglo XXI.
Hoy por hoy, sería más conveniente que cada pueblo se diera cuenta de que mejor vivir en una tierra, cualquier tierra, que morir y matar en ella.
“Ojalá llegue una era en que los muertos no sean los únicos que cohabiten en paz en esta tierra”, bien decía Ari Ben Canaan.
No fue hasta 1994, conforme a los acuerdos de Oslo entre La Organización para La Liberación de Palestina (OLP) y el Gobierno de Israel, que fue establecida La Autoridad Nacional Palestina, como una entidad administrativa transitoria; y el 31 de octubre de 2011, Palestina fue admitida como miembro número 195 de La UNESCO, como estado miembro de pleno derecho.
El 29 de noviembre de 2012, La Asamblea General de Las Naciones Unidas, adoptó La Resolución 67/19, en virtud de la cual, concedió a Palestina la condición de “Estado observador no miembro” de la organización, reafirmando además, el derecho del pueblo palestino a un territorio bajo las fronteras definidas antes de La Guerra de 1967.
Esta resolución, no implica aún la admisión de Palestina como miembro pleno de la organización, pues para ello se necesitaría de la aprobación del Consejo de Seguridad de Las Naciones Unidas, en el cual, Estados Unidos se opone.
El 17 de diciembre de 2014, El Parlamento Europeo apoyó públicamente el reconocimiento del Estado de Palestina, tras haberlo hecho los parlamentos de varios países miembros como:
Reino Unido, España, Francia , Irlanda e Italia.
El reconocimiento del Parlamento Europeo, y de los parlamentos nacionales, es puramente simbólico, ya que el reconocimiento efectivo, lo deben realizar cada uno de los gobiernos de los estados miembros.
En la actualidad, el único país de La UE que lo ha reconocido, siendo ya miembro de La Unión ha sido Suecia, en mayo de 2015; también fue reconocido oficialmente por La Santa Sede.
“Taha, old friend, and very dear brother; Karen, child of light... and daughter of Israel:
Shalom”
World famous for beauty, and long, tragic history.
Been conquered many times, conquered by Phoenicians, Assyrians, Persians, Macedonians; also conquered by Greeks, Romans, Byzantines, Turks.
Purchased from Turkey by your esteemed self, the British Empire.
All Cyprus most wanted the British”
En el curso de la historia, poblaciones judías han sido expulsadas o condenadas al ostracismo por varias autoridades, y han pedido asilo por causa del antisemitismo numerosas veces.
Los artículos la historia de antisemitismo y cronología del antisemitismo, contienen más detallados informes acerca de las hostilidades antijudías, en tanto que la historia judía y la cronología de la historia judía, perfilan una más amplia perspectiva.
Se llama “Éxodo”, al 2° libro de La Biblia, y su nombre deriva de la descripción del tema principal, que es el viaje de los judíos de Egipto a la tierra prometida de Israel.
Miles de años después, El Imperio Británico plantó deliberadamente a los judíos en Palestina después de La Primera Guerra Mundial, pues el gobierno del Reino Unido se había comprometido a crear una patria judía en El Medio Oriente en La Declaración Balfour de 1917; debido a que El Imperio Británico necesitaba el dinero de los judíos ingleses, para poder seguir sosteniendo a un ejército ya bastante debilitado por varios siglos de guerras coloniales, por lo que a cambio de esta financiación, se les prometió ayuda en su futura creación del Estado.
Por otra parte, también necesitaba a los árabes en su lucha contra los turcos en Oriente Medio, y también se les prometió apoyo.
El avance del nazismo en 1933, dio lugar a una masiva oleada de emigración de judíos hacia Palestina, incrementando su población del 11% en 1920, a un 30% en 1940.
En 1943, ya eran propietarios del 6% del territorio del mandato británico, que incluía a la actual Jordania.
El Holocausto, junto con la negativa de las potencias occidentales de abrir sus fronteras, ocasionó otra ola de emigrantes a Palestina, hasta elevar su número a 600.000 habitantes judíos.
Así, en 1939, los británicos rompieron sus promesas, tanto a judíos como a árabes, abandonando el compromiso de la partición de Palestina, y el de favorecer la creación de un Estado judío, abogando por un único Estado en la región.
Además, tomaron medidas para limitar la inmigración judía, y restringieron la compra de tierras por parte de éstos.
Muchos judíos fueron interceptados, y devueltos a la Europa dominada por los nazis, aunque un gran número de ellos pudo eludir este bloqueo, y entrar de forma clandestina en el país.
Vemos como, poco a poco y por diferentes motivos, la diáspora de judíos escapando de Europa después de la monstruosa SHOAH, queriendo construir una patria donde nadie pudiera repudiarlos, allí se encontraron con los ingleses, y para echarlos hubo organizaciones que abogaron por la negociación, y otras por la violencia, escudándose que “ningún estado se ha formado sin violencia”, todo estos factores, sumados al hastío de los británicos, desencadenaron en la votación en La ONU, para la partición de Palestina en 2 estados:
El de Israel para judíos, y el de Palestina para los árabes; y aquí volvieron los problemas, unos problemas que continúan hasta el día de hoy:
Los musulmanes no quisieron compartir Palestina.
Aproximadamente, 2/3 de los judíos afectados, emigraron al Estado de Israel; otros destinos habituales, fueron Estados Unidos, Canadá y Francia.
“Exodus” es una novela escrita en 1958, por el novelista estadounidense Leon Uris, acerca de la fundación del Estado de Israel, basado en el nombre del barco “Éxodo” durante la inmigración en 1947.
Tras La Segunda Guerra Mundial, la causa judía era vista con una gran simpatía por la izquierda política y los intelectuales del mundo occidental.
Y no sólo por la gran tragedia que significó El Holocausto; el sistema de kibbutzs, se consideraba como “el paraíso socialista del proletariado en La Tierra”, por lo que era muy fácil hacer una equivalencia entre el David socialista judío, y el Goliat capitalista árabe.
Leon Uris, fue precisamente uno de los muchos periodistas que cubrieron estos hechos; viajó a Israel, interesado por la situación singular de la creación del nuevo Estado, y de aquella experiencia, nació su más famosa novela.
La población judía en Oriente Medio, excluyendo a Israel, era de aproximadamente 900.000 almas en 1948, y se redujo a menos de 8.000.
Algunas de estas comunidades, tenían más de 2.500 años en el lugar.
Israel absorbió a aproximadamente 600.000 de estos refugiados, muchos de estos fueron temporalmente instalados en ciudades de tiendas llamadas Ma'abarot.
Estos refugiados, tarde o temprano fueron absorbidos en la sociedad israelí.
El último Maabarah, fue desmontado en 1958; pero al momento, los refugiados judíos no tenían ninguna ayuda de La Agencia de Naciones Unidas para Los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA)
A efectos de su propio mandato, La UNRWA consideraba “refugiados”, a los que debe atender en todas sus facetas a los “palestinos cuyo lugar de residencia habitual era El Mandato Británico de Palestina entre junio de 1946, y mayo de 1948, y que perdieron sus hogares y sus medios de subsistencia con la guerra árabe-israelí de 1948” y sus descendientes, en total, más de 4 millones.
Así, la organización atiende 58 campos de refugiados palestinos, donde limita su participación a la ayuda y la prestación de servicios, pero no a las acciones de gobierno o policía, que corresponden y son obligación del país anfitrión.
De forma general, la situación de los que habitan los campos de refugiados, es de pobreza, con una alta densidad de población, y con infraestructuras básicas insuficientes.
Así, Uris cubrió el conflicto árabe-israelí como corresponsal de guerra; y 2 años más tarde, “Exodus” fue publicado en 1958, convirtiéndose en un fenómeno editorial internacional, el mayor éxito de ventas en los Estados Unidos desde “Gone With The Wind” (1936) de Margaret Mitchell.
La novela se divide en 5 bloques, denominados “Libros”, y se desarrolla con el protagonista, Ari Ben Canaan, planeando la fuga y posterior transporte de cientos de refugiados judíos, detenidos en un campo de detención británico en Chipre, para El Mandato Británico de Palestina.
La operación se lleva a cabo bajo los auspicios de la Mossad le'Aliyah bet.
El libro narra la historia de los diversos personajes principales, y de los lazos de su vida personal con el nacimiento del nuevo estado judío; y como en varias de las novelas de Uris, algunos caracteres ficticios, están parcialmente basados sobre uno o varios personajes históricos, o el acto como metáforas para las varias personas que ayudaron a construir el moderno Israel.
Uris no oculta en ningún momento su mensaje pro sionista, lo que en la actualidad molesta a muchos, ya que la historia ha cambiado desde entonces; siendo la odisea de unos hombres que lucharon por una tierra en donde poder morir; sin tener una tierra para poder vivir.
“You know, a lot of them try to hide under gentile names, but one look at their face, you just know”
Exodus es una película bélica del año 1960, dirigida por Otto Preminger.
Protagonizada por Paul Newman, Eva Marie Saint, Ralph Richardson, Peter Lawford, Lee J. Cobb, Sal Mineo, John Derek, Hugh Griffith, Gregory Ratoff, Jill Haworth, Marius Goring, Alexandra Stewart, Michael Wager, Martin Benson, Betty Walker, John Crawford, entre otros.
El guión es de Dalton Trumbo, basado en la novela homónima de 1958, escrita por Leon Uris, que trata de la fundación del Estado de Israel en 1948.
Otto Preminger, quedó entusiasmado con la lectura de la novela, y la comparó con la independencia de EEUU, en que el Estado de Israel nace a pesar de la oposición de Gran Bretaña y sus aliados árabes.
Con la ayuda de Arthur Krim, presidente de United Artists, cubrió el presupuesto necesario para la realización de la película, que ascendió a $3 millones.
Además, los alcaldes de Jerusalén y Haifa, dieron todas las facilidades del mundo para el rodaje de la misma.
También, fue Preminger quien decidió que Uris no era el más apropiado para adaptar su propia novela, por lo que el proyecto recayó en Dalton Trumbo, al que el director insistió para que firmara el trabajo con su propio nombre, en un momento en que el guionista estaba incluido en las infames listas negras.
Este apoyo de Preminger, animó a Kirk Douglas a hacer lo propio, reconociendo que Trumbo también estaba elaborando el guión de “Spartacus”
Éste fue el principio del fin de las fatídicas “Listas Negras” heredadas del macartismo.
Y quizás, lo más significativo sea la construcción de personajes, con los cuales se logra plasmar unos caracteres humanos de enorme valía, consiguiendo, y esto es bien importante, que la narración no se centre, especialmente, en ninguno de ellos; centrándose principalmente en el conflicto, en la fuga de Chipre y los acontecimientos posteriores en Israel; todo ello desde la perspectiva de la lucha por la libertad de los pueblos.
Como dato, el logo de la película, se ve en los títulos de crédito diseñados por el enorme Saul Bass, es una adaptación del logotipo del Irgún, La Organización Militar Nacional en La Tierra de Israel, en la vida real; que muestra un brazo que sostiene un rifle, en una pose similar, sobre un mapa de todo El Mandato de Palestina.
Un dato divertido ocurrido en el estreno de Exodus, cuando la película se acercaba a su 3ª hora, y no se veía su final, el comediante Mort Sahl se levantó de su asiento en el teatro lleno, y gritó:
“¡Otto, deja ir a mi pueblo!”
El incidente se convirtió rápidamente, en un chiste popular tradicional de Hollywood.
Exodus obtuvo 1 Premio Oscar a La Mejor Banda Sonora para Ernest Gold; y 2 nominaciones:
Mejor actor secundario (Sal Mineo), y fotografía a color.
Encontraremos en Exodus un poco de historia, aunque quede claro que no es una película histórica, ni refleja fielmente los acontecimientos que muestra; así como:
Política, drama, acción, un poco de amor, veremos un poco cómo es la vida en un kibutz, asistiremos a los inicios del Mossad, El Servicio de Inteligencia Israelí, que algunos dicen que es el mejor del mundo; y a las primeras escaramuzas entre judíos y palestinos; un conflicto que por desgracia aún continúa en nuestros días, y de qué dramático modo, contada con una honradez infrecuente, ya que Preminger esquivó de manera magistral, las trampas del cine de propaganda, intentando ser objetivo, y presentando a la vez, sus propios puntos de vista; siendo la 1ª película de éxito internacional, acreditada como estimulación de apoyo al sionismo y al Estado de Israel en los Estados Unidos.
Exodus se rodó en Chipre, y en Israel, en Acre y Jerusalén.
Estamos en 1947, donde miles de judíos supervivientes del Holocausto, esperan en los campos de internamiento que los británicos han establecido en Karaolos, Chipre.
Su deseo es partir a Palestina, pero el gobierno del Reino Unido no lo permite.
El Comandante de la resistencia israelí, Ari Ben Canaan (Paul Newman) activista del grupo paramilitar sionista haganah, consigue sacar a 300 refugiados judíos de los campos de refugiados en Chipre, e introducirlos en un barco mercante con destino a Palestina, saltándose el bloqueo legal impuesto por las autoridades británicas, que descubren su plan, y le instan a que lo abandone.
El buque recibe el nombre de “Éxodo”, como el libro bíblico y de la Torá hebrea, que narra la liberación del pueblo judío de la esclavitud en Egipto, y la marcha hacia La Tierra Prometida de Palestina.
Sin dejarse intimidar, Ari y sus compatriotas se niegan a entregarse, arriesgando sus vidas por su causa:
La creación del Estado de Israel.
Así veremos la odisea en el trayecto hacia Palestina, el asentamiento, las hostilidades contra la ocupación británica, las acciones pacíficas, las acciones terroristas, los intentos de conciliación, y los de declaración de guerra; y la votación internacional que se decantó, para bien o para mal, a favor de la nueva nación.
Todo ello se despliegan en una larga y colosal aventura épica de casi 4 horas; un clásico del cine épico, reflejando temas que hoy en día están de más actualidad, como es el caso del terrorismo, aunque aquí por supuesto esquivando muy hábilmente el director este tema, y presentándolo como una epopeya histórica más, sobre el nacimiento de dicho estado judío.
“The Germans used me, like you would use a woman”
Otto Preminger sabía contar historias humanas, tenía la gran capacidad de plasmar todo tipo de sentimientos en pantalla, donde las motivaciones de los protagonistas y su historia, cobraban una mayor importancia que al resto de recursos técnicos.
Era un director que nunca se repetía, nunca recurría a la misma fórmula ya empleada en algún film anterior, sino que buscaba siempre cosas nuevas, por lo que nunca llegó a encasillarse; y aquí hace un buen trabajo:
Sabe que entre manos tiene una gran superproducción, y sabe manejarla muy humildemente sin hacer alardes de estéticas preciosistas, ni abusa de efectos especiales.
Los decorados son todos naturales, y rodados en los respectivos países donde transcurre la trama; narrando la historia con buen pulso y un ritmo adecuado a cada momento, con intensidad, como en él es bastante habitual, implicándose en el relato, muy a su pesar y a su intento de imparcialidad.
Como ayuda, cuenta con una buena ambientación, una gran iluminación, con buenos trabajos de fotografía, maquillaje y vestuario.
Y, sobre todo, sobresaliendo del conjunto, por una gran banda sonora que contiene un maravilloso tema central, obra de Ernest Gold, afamado compositor nacido en Viena, al igual que Preminger, que podemos escuchar a lo largo de toda la película, pero sobre todo en el inicio de la misma, con una llama ardiendo de fondo durante los títulos de crédito diseñados por Saul Bass.
Así nos encontramos con Katherine “Kitty” Fremont (Eva Marie Saint), una enfermera de EEUU que visita la isla en busca de recuerdos de su marido, un reportero gráfico muerto un año antes, durante una escaramuza del ejército británico.
En sus visitas turísticas, Kitty no puede evitar enterarse de la situación en que se encuentran más de 30.000 emigrantes judíos, que han llegado desde todas partes de Europa, con la intención de entrar a Palestina, entonces ocupada por los británicos, cuyas autoridades impiden hacerlo, manteniéndoles aislados en campos de detención.
Es precisamente el taxista-guía de Kitty, quien le explica sucintamente la situación de este modo:
“Los judíos fletan un barco para ir de Europa a Palestina, pero los británicos capturan el barco, y los mandan a todos a Karaolos, a los campos de detención.
Los árabes no los quieren en Palestina.
Y para mí, que los británicos tampoco los quieres aquí”
El Jefe de las tropas británicas en la zona, General Sutherland (Ralph Richardson), no es partidario de devolver a los judíos a la Europa dominada aún por los alemanes; por lo que los retiene en campos.
Pero como éstos siguen llegando en gran número, estos campos están repletos y atestados.
En una visita de Kitty al General para hablar de su difunto marido al que el militar conoció, éste le ofrece ayudar en los campos de detención, prestando su experiencia como enfermera, ofrecimiento que ella acepta.
De este modo conoce a Dov Landau (Sal Mineo), un joven lleno de odio y resentimiento, superviviente de un campo de concentración nazi, y herido por los británicos mientras intentaba evitar su detención; y a Karen Hansen (Jill Haworth), una dulce, inocente y bondadosa joven judía danesa, que intenta encontrar a su padre en Palestina y que, por increíble que parezca, es la única que puede dominar un poco, al vehemente y agresivo Dov.
Por otro lado, Ari Ben Canaan, un “sabra”, es decir, un judío ya nacido en territorio palestino, y perteneciente a la Haganah, organización revolucionaria, llega clandestinamente a Chipre, con la intención de llevarse a Palestina a los 611 judíos que acaban de llegar a la isla en el barco “Estrella de David”, todos a la vez, burlando el bloqueo británico.
Para ello, consiguen otro barco, un viejo carguero al que re-bautizan como “Éxodo”, en recuerdo de aquella fuga de judíos del antiguo Egipto, a cuya cabeza iba Moisés.
Para entonces han pasado 30 minutos, y ya conocemos la situación y a los principales personajes.
Ahora, comienza la aventura; por lo que la película muestra un prólogo sobre el sufrimiento judío y un final sin “acabar”, con La ONU decidiendo por mayoría, declarar a Israel como Estado Independiente.
También se muestra, un poco de pasada, el atentado al Hotel Rey David, llevado a cabo por las partes más radicales del lado judío, que fue una catástrofe que se saldó con más de 300 muertos, y que para muchos historiadores constituye el desencadenante del conflicto que aún continúa hoy en día.
Me parece loable el intento de imparcialidad y objetividad en el tema de Preminger, de origen judeo-austríaco, porque aunque Exodus cae claramente del lado judío, no es tan descaradamente pro sionista como lo es la novela; que si consigue obviar el tono propagandístico de Uris, y que sin embargo resulta bastante entretenida; aunque por supuesto, el triunfo y algunos de los logros de los judíos, son relatados con cierta épica que engrandece dichos actos.
Evidentemente, cada uno, con sus propias ideas, verá lo que quiera ver, como ocurre con toda manifestación artística.
Aquí se muestra los 2 lados de la postura inglesa, intentando no ser demasiado anti-británico, y nos coloca 2 personajes de posturas evidentemente encontradas:
El amable y honrado General Sutherland, como un pro sionista, quien en un momento dado comenta que dan igual las ideologías, dando a entender que siempre se acaba en guerra con otros seres humanos.
Y por un lado, al idiota y antisemita Major Caldwell (Peter Lawford), es un xenófobo, una caricatura de personaje sobre el que se cargan un poco las tintas.
Simpática la escena entre él y Newman, sobre el modo en que se “detecta” a un judío, siendo este el único momento cómico de un relato de casi 4 horas.
Algo similar intentó Preminger con judíos y árabes, mostrando judíos extremistas que no atienden a ningún tipo de razones, y sólo les mueve la política; y algún árabe bueno, como Taha (John Derek), en uno de los puntos más dramáticos de la película, siendo de agradecer, para que veamos que todos los árabes no eran hostiles.
Y en el lado judío, la cosa se divide entre aquellos que utilizan la violencia, para hacerse oír; y los que la condenan, presentando con ello conflictos familiares para añadir así más gotas de drama al asunto.
David Opatoshu como Akiva, líder terrorista, asegurando que ninguna nación se creó sin derramamiento de sangre; enfrentado a un magnífico Lee J. Cobb como Barak, el padre pacifista de Ari.
En medio de ambos, Ari, el verdadero héroe de la función.
Paul Newman demostraría aquí, a sus 35 años, que ya podía empezar a hacerse cargo de personajes maduros, mentalmente hablando.
El actor demuestra ya una naturalidad fuera de lo común, aportando elegancia y pasión a un personaje caramelo, como agente de la haganah, y que lleva a cabo un audaz golpe de mano, para atraer la atención internacional sobre el problema judío.
Destacan sus reacciones al mando de la rebelión en el Éxodo, y su paseo nocturno por la cubierta, escuchando en silencio las opiniones de un pueblo dispuesto a morir de hambre, antes de volver a ser sometido.
Lamentablemente, el actor no se entendió con Preminger durante el rodaje, quien además tenía fama de tirano.
Preminger, intentó mostrar la evolución del pensamiento de EEUU, con respecto a la cuestión judía mediante el personaje de la enfermera Kitty.
Inicialmente, la sociedad de EEUU tenía un carácter antisemita, Kitty dice al principio, “no me gustan los judíos”, pero poco a poco va reconociendo que la lucha del pueblo judío, tiene un carácter muy similar al de la lucha de los propios estadounidenses por su independencia; siendo a través de ella, de las preguntas que se hace y respuestas que le dan, nos vayamos enterando de por qué sucede lo que está pasando; que al principio no quiere involucrarse en el tema porque no “entiende” a los judíos, y se siente rara entre ellos, pero que luego los va comprendiendo e involucrándose, debido al afecto que siente por Karen y, sobre todo, por el interés romántico que le despierta Ari.
Además, la historia de amor supone un gran reclamo, y Preminger se apoya en ella para seguir dotando al film de épica y dramatismo.
No obstante, tanto la película, como el libro de Leon Uris, los autores han alterado los hechos tanto en favor de la narración como de sus posiciones políticas.
En la realidad el navío “Éxodo”, fue interceptado en 1947 cerca de Haifa por la autoridades británicas, y sus pasajeros remitidos a Port-de-Bouc, Francia, desde donde regresaron a los campos de deportados de Alemania.
No fue sino hasta 1948, después de la creación del Estado de Israel, que una parte de estos refugiados, pudieron llegar a Palestina.
Mientras el atentado del Hotel Rey David, tuvo lugar antes de estos sucesos, en julio de 1946, y no en 1947 como muestra la película.
De hecho, este fue la causa de que la Haganah se retirase, en protesta, del “Movimiento de La Rebelión Hebrea”, que compartía con el Irgún y el Leji.
Asimismo, el ataque a la prisión de Acre, en mayo de 1947, y antes del asunto del “Éxodo”, fue una operación exclusiva del Irgún.
En la película, el intento de tomar Safed, se muestra como un ataque árabe a la ciudad, pero la misma había sido ya tomada por las fuerzas judías, en mayo de 1947, y la población árabe local, expulsada.
Según el historiador Larry Portis, la principal crítica histórica que puede hacerse al film, es presentar sólo uno de los lados del conflicto; los soldados de la Haganah aparecen como unos pocos hombres valientes y mal armados defendiendo un kibutz; frente a los árabes fanáticos, y encuadrados por ex soldados nazis.
Y es un hecho que los israelitas utilizaron el terrorismo que hoy tanto utilizan contra los palestinos, para obligar a los británicos a dejar su “incomodo” Mandato sobre Palestina, y obligar a la partición.
En la película se incurren en varias tergiversaciones, tales como decir que el Irgún eran los terroristas, y el Haganah eran partidarios de la negociación.
La realidad es que las 2 eran organizaciones terroristas; así como hacer ver que instructores nazis apoyaban a las tropas árabes.
La realidad es que el estado de Israel se fundó con dinero europeo y estadounidense, y que El Holocausto supuso el espaldarazo definitivo para entregar Palestina a la causa sionista.
Por ese motivo, conviene comentar más la película desde el punto de vista histórico-filosófico, intentando aclarar cuestiones espinosas, falacias y dudas, y evitando toda clase de sectarismos, por desgracia todavía muy abundantes debido a los intereses en juego.
Primero, tanto el Haganah como el Irgún, y el Stern o Lehi, eran grupos terroristas.
El primero tenía ínfulas de fuerza pseudomilitar, pero si bien se contenían por motivos tácticos de atacar a los británicos, no se cortaban un pelo con los palestinos.
El terrorismo judío, casi se ve justificado como un paso necesario para obtener la libertad, de hecho los terroristas, asesinos, serán luego héroes, y tendrán importantes cargos gubernamentales en el nuevo estado de Israel.
El atentado judío que sale en la película, lo vemos a través de 2 explosiones lejanas sin más…
En cambio, en el caso contrario, nos enseñan las víctimas y el sufrimiento.
El hecho de que los palestinos maten al personaje más angelical de la película, Karen, es el que hace que se le vea el plumero definitivamente.
Por cierto, vaya forma tan suave de mostrar el atentado en El Hotel Rey David, con muertos que no salen, y el terrorismo en general, que es presentado como heroico.
Segundo, ni existe ni se reconoce el derecho de un pueblo a gozar de un territorio en el que no habita.
Esto de que un judío piense que Israel es “La Tierra Prometida”, y le pertenece aunque él sea de Francia, por ejemplo, roza el delirio.
Por supuesto, se le reconoce el derecho a una nacionalidad, en este caso la francesa.
Tercero, tanto árabes como judíos, están con la sangre hasta los codos.
Nadie puede ir de bueno aquí, pues ambos se han enredado en una espiral de matanzas que lleva cerca de un siglo, o milenios, y no tiene visos de acabar.
Cuarto, los británicos tenían razón:
Tratar de derribar su Mandato, era conducir a Palestina al desastre.
Pero al final, parece ser que el mensaje es todo lo contrario, que gracias a los ingleses, los judíos y los palestinos no se mataban…
Ahora bien, judíos y palestinos, como cualquier otro par de pueblos, pueden convivir en cualquier sitio, siempre y cuando no haya democracia, que es la que obliga a una nación, y por tanto, provoca la limpieza étnica y el genocidio para construirla precisamente.
Por ese motivo, El Mandato Británico es tan importante.
Es en este contexto, donde se desarrolla Exodus, en un crudo momento impregnado de abundantes tensiones, donde los judíos tratan de luchar contra la opresión del Imperio Británico.
Es altamente complicado, por no decir imposible, mantenerse completamente imparcial y objetivo a la hora de narrar este tipo de historias; pero Preminger sabe otorgar cierto objetivismo, donde únicamente trata de relatarnos los hechos.
Este aspecto será muy discutido, en este drama, pues no deja a nadie impune de culpa o de castigo, y sabe meternos en las situaciones de cada uno de los personajes, percatándonos que todos ellos tienen una razón o una causa por luchar.
Lo malo, es que el tema que coge es escabroso e inacabado, el propio Preminger afirmaba, que si hubiera querido contar “toda la historia”, habría tenido que rodar 20 horas.
Pero no se hace pesada, tensando muy bien la emoción a lo largo de los distintos bloques narrativos:
El barco, quizá la mejor parte del film, la llegada a Palestina, la huida del campo, etc., y dirigiendo con una elegancia inusitada, realizando composición clásica en los planos que recuerdan a sus films de los años 40, aun gozando del formato Super Panavision 70, en el que el trabajo fotográfico de Sam Leavitt, en una de sus mejores obras, se llena de colores ardientes que transmiten pasión.
El personaje de la novela mejor reflejado en la película, es el de Dov; mientras el peor, el de Jordana (Alexandra Stewart), la hermana de Ari, que en la película está prácticamente diluido, quedando apenas en un personaje meramente testimonial.
Sólo por la secuencia del primero, confesando lo que los nazis hicieron con él, en una escena larga y tensa, uno ya comprende la más que justa nominación al Oscar para el joven actor.
Como anécdota, para los amantes del doblaje, dicha secuencia, en la que en original, el personaje confesaba haber sido violado, la censura franquista hizo de las suyas, cambiando por completo lo que Mineo dice, y justificando el nazismo.
El final de Exodus parece que termina porque tiene que terminar, puesto que podría haber seguido perfectamente, y nos deja un poco mal...
Nos quedan 2 afirmaciones con la que se pretende justificar el terrorismo y que, por desgracia, me parece cierta:
“No hay ninguna nación, antigua o moderna, que no se haya creado sin uso de la violencia”; y en un momento dado, Ari proclama un optimista mensaje:
“Al fin llegará un día en que árabes y judíos compartan esta tierra en paz”
Por desgracia también, todos sabemos que a día de hoy, ese momento aún no ha llegado.
“God, don't let my brother die at the end of a British rope”
Otto Preminger, lanzó al mundillo del celuloide, una espectacular superproducción sobre uno de los capítulos clave del siglo pasado:
La constitución de Israel.
Los judíos, perseguidos y ninguneados durante milenios, acababan de pasar por el peor genocidio de su historia.
Los recientes horrores del Holocausto, quemaban como ácido, y los supervivientes, los descendientes de la etnia de los eternos errantes del planeta, se hallaban sin hogar, sin patria, sin un suelo al que poder llamar su casa.
Desperdigados por buena parte de la geografía europea, rescatados de los campos de concentración y exterminio, en los que más de 6 millones habían perecido, se encontraban en el mismo punto que sus ancestros.
Parias, desterrados, y nómadas.
Nadie los recibiría con agrado.
No ya porque el antisemitismo sea como una enfermedad contagiosa, sino porque cualquier nación se sentiría invadida, si de repente miles de judíos se instalaran.
Las Naciones Unidas, una vez más en su azarosa y poco eficaz existencia, eran situadas ante un dilema formidable:
¿Cómo colocar a tanta gente?
¿Cómo constituir su añorado Estado de Israel, sin originar un conflicto cruento con los musulmanes de Palestina?
La coyuntura era terriblemente complicada, y tenía copada la atención mundial.
Mientras, muchos millares de personas estaban en tierra de nadie, aguardando incómodamente una resolución, en campos habilitados para acogerlos.
Pero quedaba claro que, donde quiera que fuesen, estaban tan mal vistos como una plaga de langostas.
Más recientemente, la persecución hacia otras etnias, principalmente judíos, estuvo patrocinado por La Unión Soviética, cuando incitó a más de 1 millón de judíos soviéticos a emigrar a Israel, unos 250.000 a los Estados Unidos con el status de refugiado, y otros 100.000 a Alemania.
Y es que después de su establecimiento en 1948, El Estado de Israel, se convirtió en un espacio seguro para los refugiados judíos, así como un destino ideal para la inmigración voluntaria judía.
La verdad, es que no hay una única respuesta a la eterna pregunta de cómo El Pueblo Elegido, o sea, los judíos, han pasado de ser los parias del mundo, aquellos que recibían golpes desde todas las direcciones, a convertirse en los supervillanos del siglo XXI.
Hoy por hoy, sería más conveniente que cada pueblo se diera cuenta de que mejor vivir en una tierra, cualquier tierra, que morir y matar en ella.
“Ojalá llegue una era en que los muertos no sean los únicos que cohabiten en paz en esta tierra”, bien decía Ari Ben Canaan.
No fue hasta 1994, conforme a los acuerdos de Oslo entre La Organización para La Liberación de Palestina (OLP) y el Gobierno de Israel, que fue establecida La Autoridad Nacional Palestina, como una entidad administrativa transitoria; y el 31 de octubre de 2011, Palestina fue admitida como miembro número 195 de La UNESCO, como estado miembro de pleno derecho.
El 29 de noviembre de 2012, La Asamblea General de Las Naciones Unidas, adoptó La Resolución 67/19, en virtud de la cual, concedió a Palestina la condición de “Estado observador no miembro” de la organización, reafirmando además, el derecho del pueblo palestino a un territorio bajo las fronteras definidas antes de La Guerra de 1967.
Esta resolución, no implica aún la admisión de Palestina como miembro pleno de la organización, pues para ello se necesitaría de la aprobación del Consejo de Seguridad de Las Naciones Unidas, en el cual, Estados Unidos se opone.
El 17 de diciembre de 2014, El Parlamento Europeo apoyó públicamente el reconocimiento del Estado de Palestina, tras haberlo hecho los parlamentos de varios países miembros como:
Reino Unido, España, Francia , Irlanda e Italia.
El reconocimiento del Parlamento Europeo, y de los parlamentos nacionales, es puramente simbólico, ya que el reconocimiento efectivo, lo deben realizar cada uno de los gobiernos de los estados miembros.
En la actualidad, el único país de La UE que lo ha reconocido, siendo ya miembro de La Unión ha sido Suecia, en mayo de 2015; también fue reconocido oficialmente por La Santa Sede.
“Taha, old friend, and very dear brother; Karen, child of light... and daughter of Israel:
Shalom”
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