Dallas Buyers Club
“Let me give y'all a little news flash.
There ain't nothin' out there can kill fuckin' Ron Woodroof in 30 days”
Ron Woodroof fue uno de los personajes más controversiales de los últimos tiempos:
Un hombre que no se resignó a morir, y desde la clandestinidad, comenzó a contrabandear medicamentos para tratar su enfermedad, y ayudó a otros en igual situación, vendiendo las drogas antivirales que eran ilegales en EEUU.
Su “Club de Compradores de Dallas”, lugar donde vendía a otros infectados, puso en jaque a los organismos de salud de EEUU, y los presionó para que comenzaran a considerar alguna de estas terapias.
Ron Woodroof, fue un electricista texano, mujeriego, y homofóbico, que en 1986 le diagnosticaron VIH.
Desafiando los órdenes establecidos, Woodroof comenzó a traficar medicamentos alternativos para tratar su enfermedad; siendo perseguido por el gobierno de Estados Unidos, eso no impidió que fundara un negocio de venta de drogas ilegales para ayudar a otros enfermos.
Cuando hablamos de Ron Woodroof, hablamos de SIDA, y hablamos de los 80.
En esos primeros años de la pandemia la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) había aprobado solo el AZT.
La Zidovudina, Azidotimidina o AZT, fue el primer medicamento antirretroviral (ARV), aprobado en 1987, como un medicamento indicado para personas infectadas con el VIH, por su efecto retardador de la extensión de la infección por VIH, aunque no representa una cura, y no garantiza la disminución de la cantidad de enfermedades relacionadas con la infección por VIH.
La Zidovudina, no evita el contagio del VIH a otras personas; no obstante puede causar efectos adversos graves, como:
Daños en el hígado, toxicidad en la sangre, y desórdenes musculares, además de otros efectos leves como:
Nauseas, dolor de cabeza, cambios en la grasa corporal, y decoloración de los dedos de las manos y pies.
Otros efectos adversos más severos, incluyen:
Anemia, supresión de la médula ósea, los cuales pueden ser superados usando tratamientos con eritropoyetina, o la darbeopoetina.
Estos efectos indeseados, podrían ser causados por la sensibilidad de la γ-ADN polimerasa, en la mitocondria de la célula.
Fue en 1986, cuando a Woodroof le diagnosticaron VIH, y le pronosticaron 6 meses de vida.
En vez de aceptar esta condena de muerte, Woodroof estudió la enfermedad obsesivamente, y sobre todo, las drogas y tratamientos alternativos.
Es así que comenzó a probar con su propio cuerpo, y a la luz de los resultados, pues vivió 6 años más con sus propios métodos, creó un negocio de medicamentos conocido como “The Dallas Buyer’s Club” o “El Club de Los Compradores de Dallas”; para ello, comenzó a traficar medicamentos no aprobados por la FDA.
A finales de los 80, los clubes de este tipo, proliferaban por todo el país.
Woodroof tenía una vasta red de personas, incluidos abogados, jueces, médicos, auxiliares de líneas aéreas, y personas en la frontera, que le ayudaron a conseguir medicamentos no autorizados en los Estados Unidos, y para los pacientes que los necesitaban.
Con el tiempo, los médicos de todo el país, también comenzaron a ver los beneficios del Dallas Buyers Club, y recomendaron a sus pacientes, que acudieran a él.
En un artículo de 1991, de The New York Times sobre el comercio ilegal de droga, una persona que hacía frente a una etapa avanzada de la enfermedad, dijo que su doctor le dio el número de personas relacionadas con el club, para pedir un medicamento en las primeras etapas de desarrollo, ya que no fue capaz de “participar en la mayoría de los ensayos clínicos”
Pero la personalidad de Ron, le traería más problemas que los obvios.
En las pocas entrevistas que concedió, relataba cómo otras personas que también llevaban adelante el tráfico de drogas antivirales, lo atacaban por la impunidad con la que se manejaba.
“Este es un asunto en el que hay que tomar estos riesgos.
Tiempos desesperados, exigen medidas desesperadas”, declaraba para The Dallas Morning News, en 1989.
Woodroof, era conocido por su carácter irascible, racismo, y homofobia, o por lo menos, así lo describían las crónicas periodísticas.
Los medios lo llamaban:
“El Arrogante Vaquero del SIDA Subterráneo”
Bien le valía la fama, pues Ron realizaba el contrabando él mismo, sin ayudantes.
Así, viajó a México unas 300 veces, y volvía con el auto cargado de drogas.
Se disfrazaba de policía, médico, mecánico, sobornaba a la policía, y a los médicos.
Como anécdota, una vez en China, volvía con drogas en una valija llena de hielo seco.
En la aduana, el hielo comenzó a humear, y él se colocó todas las drogas en la ropa, y pudo zafar, trasportando sólo una valija con hielo.
Siempre escapaba.
La FDA por su parte, mantenía una doble moral con respecto a estos clubes de venta:
Por un lado los perseguía, defendiendo los intereses de la industria farmacológica, y por otro, hacía la vista gorda.
Mientras tanto, Woodroof ya había convertido su pequeño departamento en Oak Lawn, en uno de los mayores centros de distribución de tratamientos experimentales contra el SIDA en Estados Unidos.
Sólo un mes después de creado el lugar, cientos de compradores, ya no podían prescindir de él.
A los 39 años, Ron exclamaba:
“Yo soy mi propio médico”
En 1990, Ron estaba esperando un embarque de Dinamarca de Péptido T, y fue allí que el gobierno tomó medidas enérgicas, y detuvieron el envío de la droga.
Luego de una batalla judicial, un juez federal de California, falló en contra de Ron Woodroof, pero éste logró llegar a un acuerdo con la FDA:
La droga le sería suministrada, a través de ese organismo, quedando registrado con sus datos.
La historia comenzaba a cambiar...
La figura de Ron Woodroof, fue un gran dedo en la llaga para muchos.
Los organismos federales lo atacaban, hablaban de su racismo y homofobia, para calmar el interés de la gente por sus terapias.
Lo cierto es que, si bien era un homófobo reconocido, no sólo ayudó a muchos homosexuales, sino que comenzó a cambiar un poco, su modo de entender las cosas.
Para algunos, fue un héroe que logró que empezara a cambiar la legislación a través de su lucha en los tribunales, y promovió el conocimiento de la enfermedad, ayudando a cientos de personas.
Ron Woodroof murió por complicaciones relacionadas con el SIDA, en 1992.
“Am I fucking dreaming?”
Dallas Buyers Club es una película dramática, dirigida en el año 2013, por Jean-Marc Vallée.
Protagonizada por Matthew McConaughey, Jennifer Garner, Jared Leto, Steve Zahn, Dallas Roberts, Denis O'Hare, Griffin Dunne, Kevin Rankin, Lawrence Turner, Jonathan Vane, entre otros.
El guión es de Craig Borten y Melisa Wallack, basados en la vida de Ron Woodroof, quien en 1992, fue sujeto de un extenso reportaje, escrito por el periodista Bill Minutaglio, para The Dallas Morning News.
“Un mes antes de que Ronald Woodroof muriera por una enfermedad relacionada con el SIDA, en septiembre de 1992, el guionista Craig Borten, entrevistó al texano, con la esperanza de poder llevar su vida a la gran pantalla.
Su historia era idónea:
Después de que Woodroof conociera que era seropositivo, a mediados de los 80, y que fuera rechazado para los ensayos de los nuevos fármacos, el mujeriego y electricista homofóbico, buscó otras maneras de conseguir el tratamiento, que creía que necesitaba para sobrevivir.
Su aventura principal, fue “Dallas Buyers Club”, su propia versión local de una red internacional de servicios de distribución de droga, pero con medicación contra el SIDA.
Tras el diagnóstico, se le dio 30 días de esperanza de vida.
Cuando él vivió 7 años más” dijo Craig Borten; quien se dedicó más de 20 años, a investigar junto a la también guionista, Melisa Wallack, para hacer Dallas Buyers Club.
“Craig y Melisa, encontraron la combinación perfecta de precisión” cuenta la productora Rachel Winter.
“No sólo por los detalles médicos, sino también, sobre los asuntos legales y gubernamentales, a los que Ron se enfrentó.
Y además, Dallas Buyers Club tenía que ser entretenida”, aseguró Winter.
El conocimiento más exhaustivo de la labor del activista, pertenece a los propios guionistas, pues Borten tiene grabadas, más de 20 horas de entrevistas con Ron Woodroof, y tuvo acceso a sus diarios personales.
Según él, el guión es una “representación bastante exacta” de la vida de Woodroof, pero reconoció, que él y Wallack, emplean una gran cantidad de licencias poéticas, para llevar su vida a la pantalla; casi a modo biográfico, ya que Borten conoció a Ron Woodroof, y se interesó por su historia hace más de 20 años, por lo que tuvo varias entrevistas y grabaciones con él, hasta que éste le permitió llevar su vida al cine.
La documentación de ésta historia, es especial, ya que no hay libros sobre lo que hizo este hombre, salvo artículos de periodistas, y confesiones de personas cercanas.
Probablemente por ello, Dallas Buyers Club, sea un documento único al respecto.
El guión, se desarrolla siempre con un enorme acierto, en todos sus momentos y ensamblaje, y deja con energía o delicadeza, mucha intriga, drama, y hasta humor; y el abanico de personajes, resulta ser el modelo de cómo deben construirse éstos en un libreto.
Dallas Buyers Club obtuvo 6 nominaciones al Oscar:
Mejor película, actor principal (Matthew McConaughey), actor secundario (Jared Leto), guión original, maquillaje y peinado, y edición.
Ganando 3: Mejor actor principal (Matthew McConaughey), actor secundario (Jared Leto), y maquillaje y peinado.
Dallas Buyers Club toca todos los poros de su temática, y todos los toca con sensibilidad, que no sensiblería, humanidad, viveza, tensión, y madurez.
Desde la feroz lucha contra la enfermedad, hasta la infinita avidez a la hora de encontrar una cura, pasando por la experimentación de la marginación, y la incomprensión por primera vez, o por el entendimiento común, y la amistad con un círculo que nunca se pensó el protagonista que llegaría ni a rozar.
Pero ante todo, lo que más emociona de esta fascinante historia, es la conclusión que se desprende de ella.
Al fin y al cabo, lo único que nos mantiene en vida, es la lucha por un ideal, sea cual sea nuestra causa.
Sigamos luchando para seguir viviendo.
Vivamos para seguir luchando.
Hoy, mañana, y siempre.
Dallas Buyers Club, tuvo un cronograma de grabación muy ajustado, de tan sólo 25 días.
El director, maximizó cada minuto, al utilizar sólo luz real, y filmando todo el metraje, con una cámara en mano, lo que contribuyó a dar realismo a Dallas Buyers Club.
Afortunadamente, en vista del limitado del presupuesto, los encargados del vestuario, lograron adquirir las piezas de ropa de los 70s y 80s, en tiendas de segunda mano.
Los atuendos, abarcan desde el look de vaquero urbano, y trajes de poliéster, hasta jeans a la cintura, y hombreras.
Dallas Buyers Club inicia, como no puede ser de otra manera, en la ciudad de Dallas, durante el año de 1985, cuando el homófobo y drogadicto vaquero, Ron Woodroof (Matthew McConaughey) es diagnosticado con SIDA, por tener relaciones sexuales sin protección, y se le dan, 30 días de vida.
Como buen Hijo de Texas, Ron es un electricista y cowboy de rodeo; y está metido en un estilo de vida temerario, que no se replantea.
Con el diagnóstico, es aislado de sus amigos, y de la comunidad, y comienza a consumir AZT, una droga aprobada por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) que está legalmente disponible en los Estados Unidos, la cual, lo lleva al borde de la muerte.
Tras conocer la enfermedad por voluntad propia, y para sobrevivir, Woodroof contrabandea medicinas antivirales desde todo el mundo, las que aún no están permitidas, ni disponibles en los Estados Unidos, y que él mismo ha probado con buenos resultados.
Otros pacientes con SIDA, averiguan sobre él, sobre sus medicamentos, y los hospitales que ha visitado, y los médicos que lo han atendido.
Con la ayuda de la doctora, Eve Saks (Jennifer Garner) y la paciente transgénero Rayon (Jared Leto), logrará enfrentarse a grandes desafíos.
Woodroof era un extraño en la comunidad gay, y por cosas del destino, encuentra un improbable aliado, en otro paciente con SIDA, Rayon, un transexual que comparte el deseo de Ron por la vida.
Rayon, también comparte el espíritu emprendedor de Ron, tratando de evitar sanciones del gobierno contra la venta de medicamentos y suplementos, establecen un “Club de Compradores”, donde gente seropositiva, paga cuotas mensuales para acceder a los recién adquiridos suministros.
Así pues, en lo profundo del corazón de Texas, el carácter pionero Ron sale a la luz.
Con una creciente comunidad de amigos y clientes, Ron lucha por la dignidad, la educación, y la aceptación; y en los años siguientes a su diagnóstico, el luchador solitario, vive la vida como nunca.
Con todo a su favor, Ron crea “Dallas Buyers Club”, uno de los varios que funda en el país, para proveer de tratamientos alternativos, a todos los miembros que puedan costearlos.
Pero los clubes, que crecen en cantidad y membrecía, llaman la atención de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) y de la industria farmacéutica, las cuales libran una guerra total contra Ron.
Lo curioso de esta historia, es observar como un hombre que es un maleducado, que detesta a los gays, que es un mujeriego compulsivo, y que trabaja como electricista, es capaz de cambiar su vida, y todo lo que le rodea, en un suspiro.
La evolución de éste, al enterarse que tiene SIDA, y que solo le quedan 30 días de vida, lo llevará a una carrera por la supervivencia, transformada en una nueva vida como traficante.
Para ello, se hará pasar por cura, o por doctor si hace falta.
Pero son algunas de sus escenas, las que se grabaran en la retina, como ese comienzo donde la gente se separa de él, y lo tilda de homosexual, cuando él es el primero que los detesta.
Dallas Buyers Club cuenta su argumento sin ambages, y mostrando una parte curiosa, la de la ignorancia que sobre el SIDA hubo durante mucho tiempo, donde se pensaba que era una enfermedad de homosexuales nada más.
Dallas Buyers Club roza este problema, y muestra la sorpresa que produce la infección por heterosexuales, pero de una forma poco sensiblera, sin drama, y aún así, muestra todo el drama que supone esta enfermedad, para quien es contagiado en los primeros años de su aparición, lleno de conmoción y de miedos por la mucha ignorancia.
La segunda crítica, de Dallas Buyers Club, la hace contra el sistema, fundamentalmente sanitario y farmacéutico, de nuevo, deja mucho a la voluntad del espectador, lo cual se agradece.
Es muy crítica, pero sin cebarse en ella.
El espectador tiene la oportunidad de pensar por él mismo, de sacar sus propias conclusiones al respecto.
Dallas Buyers Club no fuerza el pensamiento, muestra lo que hay, sin más, muy duro, pero uno puede sentirse en libertad, para aceptarlo o no.
Y sinceramente, se agradece mucho, porque uno siente esa dureza, pero no se siente arrastrado por ella, hacia una opinión formada por uno mismo, es sólo una invitación.
“He was my friend too!”
Dallas Buyers Club es lo que tiene el cine estadounidense, entre tantas y tantas cintas comerciales e independientes, siempre hay alguna al año, que resulta ser una “gran pequeña joya” llena de enjundia, talento, e intelecto.
Y Dallas Buyers Club no falla.
No esperaba que Dallas Buyers Club fuera a ser una de esas joyitas, pero el caso es, que es una película que me ha sorprendido, y personalmente me ha enamorado; abordando las temáticas de las drogas, la promiscuidad heterosexual, la homosexualidad, el SIDA, y el dinero de por medio, algo así como una historia a lo “Robbin Hood” que lucha por obtener medicación, y ayuda para otros pacientes, que realmente morían en mayor porcentaje que hoy en día, por culpa de la demagogia del sistema de toda una sociedad, es sin duda, apoteósico.
La trama, se torna totalmente profusa y diversa, con múltiples y perfectos desarrollos de importantes temas.
El discurso de Dallas Buyers Club es contundente, pero huye del drama personal, y utiliza el problema de las farmacéuticas, y los gobiernos en los primeros años de la enfermedad.
Por supuesto, que hay drama humano, pero esa es la parte más floja, porque aquí, en la tragedia, se huye de moralizar tanto para bien, como para mal, y expone hechos para que el espectador saque su conclusión, una conclusión que siempre simpatizara más con el débil, o enfermo.
Aquí, no hay buenos ni malos, sino enfermos y sanos, y todos interactúan movidos por propia doble moral.
El de las farmacéuticas, que dicen esforzarse para evitar que la gente muera de SIDA, mientras pretender ganar dinero, o el de su enfermo protagonista, que se esfuerza en curarse, cuando también desea ganar dinero con el club de asociados, a los que vende ilegalmente, una curación al margen de la ley.
Al final, todos encuentran su destino, unos más afortunados que otros, y es en este viaje, que el espectador contempla, desde demasiada distancia, cuanto sucede, y puede entender, unos acontecimientos a los que fue, es, y será siempre ajeno.
Y con personajes llenos de aristas, y desarrollados con inteligencia.
Tenemos al enérgico Ron Woodroof, obligado a cambiar a la fuerza, y experimentando una transformación vital con mayúsculas, que no tópicamente redentora, purgándose por fuera y por dentro, y al que su adoración por vivir el presente, le hace más luchador y astuto.
Tenemos las nuevas pruebas de medicamentos de las industrias farmacéuticas, y sus luchas por hacerse con el “nuevo mercado”
Tenemos a los enfermos desinformados, que no encuentran la solución en la medicación “oficial” buscando alternativas... todo este coctel de recientes situaciones, que impactan en los personajes, conforman una historia de averiguaciones, y supervivencia.
Los protagonistas, unos ENORMES Matthew McConaughey y Jared Leto, son los diamantes de belleza eterna, pues han logrado lo que pocos actores consiguen, y es su propia metamorfosis.
Y no solo debemos referirnos a la conversión física, sino a como han estudiando a sus personajes, y han sacado lo mejor de sí mismos, para alcanzar ese nivel altísimo de profesionalismo actoral.
Para representar a Ron Woodroof, McConaughey se sometió a una dieta estricta para bajar de peso.
El resultado fue asombroso, 20 kilos menos, por lo que fue cuestionado por poner en riesgo su vida.
El plan de adelgazamiento de McConaughey, estuvo bajo la supervisión de médicos, y comenzó 4 meses antes de la filmación.
Rebajó casi 22 kilos para interpretar a Woodroof, con 63 kilos durante gran parte de Dallas Buyers Club, y luego, llegó a los 61 kilos, para la escena del hospital.
McConaughey asegura, haber trabajado por hace meses con nutricionistas, y estar en perfecto estado de salud.
Y es que McConaughey quien se vio obligado a hacer una estricta dieta, en la que comía 8 veces al día, cargando su cuerpo de carbohidratos, y muy pocas proteínas para tener ese aspecto demacrado como el que luce.
Mathew McConaughey, jamás había estado mejor, esta es la interpretación de su vida, al menos hasta el momento, y por primera vez, demuestra que es mucho más que un “Sexy Man Alive” que se luce en banales comedias románticas.
Su interpretación, es de Oscar, dejando de lado, su impresionante transformación física, que es superlativa, el actor aporta una perfecta naturalidad, con unos manierismos maravillosos, y consigue un carisma, que jamás se le había visto, como ese amante de los rodeos, promiscuo, drogadicto, alcohólico, homófobo, y machista, que ve su irresponsable vida trastocada, cuando los doctores le diagnostican SIDA, una enfermedad que en los 80, época en la que se sitúa la trama, era tan desconocida como mítica, un virus lleno de mitos infundados, que mataba en cuestión de semanas, a cientos de personas.
Y es que Ron Woodroof tiene el SIDA en los 80, pero no se va a quedar de brazos cruzados, sabiendo que hay una salida contra la muerte prematura, tanto para él como para los que comparten su situación, y siempre con ánimo de lucro, pues el personaje jamás deja de ser lo que es, Woodroof dará esperanza a los contagiados con el virus, y pondrá de morros a la industria hospitalaria, y todas las normas sanitarias.
Pera para Jared Leto, la cosa fue más difícil.
Firmó contrato cuando el rodaje ya había comenzado, así que tuvo menos tiempo para adelgazar, y llegó a estar a piel y huesos.
Leto se había retirado de la actuación para entonces, y se había dedicado a su banda: 30 Seconds to Mars, y a una gira de 3 años.
Muchos se preguntaban:
¿Cuándo volvería a actuar?
Su decisión, con Dallas Buyers Club, dejó a la prensa, casi sin palabras; pues había perdido peso, aunque en menor medida, pues Leto es un hombre más fibroso.
Rayon como adorable, tierno, carismático, y dulce, es un personaje que tampoco es ningún ángel, y que también está roto por su enfermedad y sus conflictos internos y familiares, pero es con el que siempre se querría estar acompañado. Leto jamás se sale del personaje, y aporta una sensibilidad y complicidad arrolladoras, y resulta memorable.
Jared Leto, sólo tuvo 3 semanas para prepararse, y ayunó para alcanzar los aterradores 52 kilos.
Curiosamente, no era la primera vez que lo hacía, pues tuvo que adelgazar 11 kilos para “Requiem For A Dream” (2000), y ganar 27 kilos, para interpretar al asesino Mark David Chapman en “Chapter 27” (2007)
Ambos, han sido aplaudidos por la crítica, y han logrado diversas nominaciones por sus papeles, y hay que aplaudirles su gran labor.
Lo Mejor, sin duda de Dallas Buyers Club, es Matthew McConaughey; y la crítica a la todopoderosa empresa farmacéutica, así como algunas escenas que me han emocionado, como:
El llanto de Woodroof en el coche, o la propia escena de sexo, en su propia “empresa” que resulta tan simpática, como enormemente triste.
La escena de la oración en el "strip club"...
Ver a la gente haciendo cola en su casa, es otro momento que no puedo pasar por alto.
De paso, la crítica que se hace a la gran empresa farmacéutica es evidente, un gigante que se mueve por dinero, y que no trata de buscar una solución, para no perder clientela.
Y ese final, circular, de llegar a tener éxito, y esto lo simboliza muy bien la historia de Dallas Buyers Club, al mostrarnos a su protagonista, a lomos de un búfalo, en señal de que ha sido capaz de montar a los más grandes.
Sin embargo, la realidad se compara con la ficción:
En Dallas Buyers Club, Ron se presenta como un vaquero de rodeo a tiempo parcial, y un electricista antes de conocer diagnóstico.
Además, se le ve teniendo un trío con 2 mujeres, en un puesto del rodeo, y se ve haciendo bromas misóginas y homofóbicas con sus amigos, durante descanso del trabajo.
El verdadero Ron, era de hecho electricista, y trabajaba como contratista independiente, con empleo esporádico.
Aunque Dallas Buyers Club comienza y termina con él en un rodeo, Woodroof sólo era un entusiasta del rodeo, pero no un profesional.
Sin embargo, los guionistas lo utilizan como una metáfora de la lucha, y la capacidad de sobrevivir mucho más tiempo de lo que los médicos le decían.
Como ocurre en Dallas Buyers Club, tras el diagnóstico, Woodroof perderá a sus amigos, cuando le diagnostican la enfermedad, en 1985.
Borten dice, que es el año estimado en que Ron conoció que era seropositivo, aunque podría estar infectado desde hace mucho antes.
Woodroof incluso, sugirió cuándo pudo contraerlo:
“Describe un encuentro sexual con una mujer en 1981, en la que “no acabó de sentirse bien” dijo.
Woodroof sospecha, que la mujer podría ser drogadicta, y habló de cosas “tan crudas” que no salen en Dallas Buyers Club.
Además, en pantalla, se alude a ese encuentro, con una breve retrospectiva, mostrando a Ron y a una mujer sin identificar teniendo sexo.
Los personajes que cambian la vida de Ron tras el diagnóstico son:
Rayon, un transexual, también portador del VIH, que se convierte en su socio del Dallas Buyers Club, y la doctora Eva Saks, que finalmente se convierte en amiga y aliada, en la búsqueda del tratamiento que necesitan los enfermos del VIH.
Pues ninguno de estos personajes, se basa en una persona en particular, en la vida de Woodroof.
Borten y Wallack, entrevistaron a un grupo de activistas transexuales, y médicos que formaron parte de la vida de Woodroof, y a través de los retazos de cada uno, crearon a ambos personajes.
Borten dijo también, que había muchas cosas interesantes en la vida de Woodroof, que no se podían incluir en un solo metraje.
Hubo muchas más demandas de Woodroof, que no se ven en Dallas Buyers Club, ni tampoco hay mención a su familia, pese a que tenía una hermana llamada Sharon Woodroof Braden, y una hija, llamada Yvette Carroll, que habían hablado sobre él.
Borten, nunca se acercó a la familia, y decidió no incluirlos en el guión, porque según dijo, él ve Dallas Buyers Club como un “estudio de carácter” y “la manera en que Ron Woodroof se veía a sí mismo”
Algunos, también expresaron la preocupación, de que mientras que Dallas Buyers Club era un retrato generalmente exacto de la vida de Woodroof, que engañó a muchos a creer que el Dallas Mercy Hospital, era culpable de maltratar a sus pacientes; el medicamento llamado AZT, es representado como venenoso, tras el impacto negativo sobre la salud de su personaje en Dallas Buyers Club, cuando en realidad, el fármaco demostró ser muy eficaz en el tratamiento de la enfermedad.
Jonathan Engel, un historiador de la medicina en el Baruch College, afirma que el fármaco, podría prolongar la vida de más de un año.
Como dato curioso y para entender la ignorancia en los personajes, se hace una referencia a Rock Hudson, por ser un “hijo de puta” que siendo gay, se acostaba en pantalla con hermosas mujeres, y que protagonizó “North by Northwest” (1959), siendo protagonista el actor Cary Grant, quien actuó, y no Hudson.
Por lo demás, Dallas Buyers Club, comparte muchos de los atributos del “cine queer indie” de EEUU, algo que ya pudo detectarse en otras nominadas a la estatuilla, aunque el personaje retratado acá, ofrece un amplio abanico de luces y sombras, al final, siempre prima la parte más luminosa, la libertad inicial, que acaba cediendo a la conclusión azucarada, y las ataduras del falso “biopic” pues hay que ser fiel al caso real, restan espontaneidad a Dallas Buyers Club.
“Watch what you eat and who you eat”
“No se puede construir el futuro, sin reconocernos en nuestro propio pasado.
Dallas Buyers Club, aborda la deuda histórica, que la sociedad mantiene aún hoy en día, con los primeros afectados por el VIH; se trata probablemente, de la primera película que resalta el hecho, de que los gays y transexuales de toda condición social, se unieron, desesperados y segregados por la inmensa mayoría de la sociedad, en la búsqueda de su propia supervivencia, adelantándose a los médicos, y a los intereses de las farmacéuticas”, así opinaba El Jurado del Festival de Cine de Sebastiane.
La historia de Ron Woodroof, es una de esas biografías que no aparecen en los libros de historia, que no merecieron ningún tipo de homenaje, y que nadie a posteriori, se ha encargado de reivindicar.
Un hombre como él, adicto a las mujeres, al alcohol, y a la mala vida, se puso el mundo por montera, toreó a la FDA, y dio muchísima esperanza, a muchísimos enfermos de SIDA, a mediados de los 80, una enfermedad que él mismo padecía, y que le obligó a cambiar su ética, y estilo de vida.
Dallas Buyers Club, es la historia de una evolución, de una reconversión, de una lucha, y de un terror inmenso:
El que sufrieron millones de heterosexuales y homosexuales, al ser portadores de un virus, para el que no existía cura, y que iba acompañado de un enorme prejuicio social.
Lejos de ver una película, en la cual estás todo el rato compadeciéndote del protagonista, o en la cual, la sensiblería está presente en todo momento.
Dallas Buyers Club te transmite mucha fuerza positiva, al ver cómo una persona, es capaz de cambiar y evolucionar de la noche a la mañana, al diagnosticarle SIDA, afrontando sus problemas, y sin renunciar a la vida.
Así pues:
Dejar de fumar, de beber, llevar un tratamiento médico alternativo del que hasta ahora, era el convencional, y también, abandona las ideas de homofobia, y acaba uniéndole una gran amistad a un transexual.
La moraleja de Dallas Buyers Club, es que Ron Woodroof, consiguió 7 años de vida adicional, cuando le habían sentenciado, a un mes, y realmente, al final de todo, el discurso se reduce a que el personaje se suba a ese toro de rodeo, que es la vida, y no se baje del mismo.
No obstante, Dallas Buyers Club interesa; no sólo por las interpretaciones de McConaughey y Leto, sino por aportar otro punto de vista inédito, bajo un foco dramático, menos moralista de lo que se podía pensar, a un tema del que creíamos que estaba todo dicho.
“Fight for Your life”
There ain't nothin' out there can kill fuckin' Ron Woodroof in 30 days”
Ron Woodroof fue uno de los personajes más controversiales de los últimos tiempos:
Un hombre que no se resignó a morir, y desde la clandestinidad, comenzó a contrabandear medicamentos para tratar su enfermedad, y ayudó a otros en igual situación, vendiendo las drogas antivirales que eran ilegales en EEUU.
Su “Club de Compradores de Dallas”, lugar donde vendía a otros infectados, puso en jaque a los organismos de salud de EEUU, y los presionó para que comenzaran a considerar alguna de estas terapias.
Ron Woodroof, fue un electricista texano, mujeriego, y homofóbico, que en 1986 le diagnosticaron VIH.
Desafiando los órdenes establecidos, Woodroof comenzó a traficar medicamentos alternativos para tratar su enfermedad; siendo perseguido por el gobierno de Estados Unidos, eso no impidió que fundara un negocio de venta de drogas ilegales para ayudar a otros enfermos.
Cuando hablamos de Ron Woodroof, hablamos de SIDA, y hablamos de los 80.
En esos primeros años de la pandemia la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) había aprobado solo el AZT.
La Zidovudina, Azidotimidina o AZT, fue el primer medicamento antirretroviral (ARV), aprobado en 1987, como un medicamento indicado para personas infectadas con el VIH, por su efecto retardador de la extensión de la infección por VIH, aunque no representa una cura, y no garantiza la disminución de la cantidad de enfermedades relacionadas con la infección por VIH.
La Zidovudina, no evita el contagio del VIH a otras personas; no obstante puede causar efectos adversos graves, como:
Daños en el hígado, toxicidad en la sangre, y desórdenes musculares, además de otros efectos leves como:
Nauseas, dolor de cabeza, cambios en la grasa corporal, y decoloración de los dedos de las manos y pies.
Otros efectos adversos más severos, incluyen:
Anemia, supresión de la médula ósea, los cuales pueden ser superados usando tratamientos con eritropoyetina, o la darbeopoetina.
Estos efectos indeseados, podrían ser causados por la sensibilidad de la γ-ADN polimerasa, en la mitocondria de la célula.
Fue en 1986, cuando a Woodroof le diagnosticaron VIH, y le pronosticaron 6 meses de vida.
En vez de aceptar esta condena de muerte, Woodroof estudió la enfermedad obsesivamente, y sobre todo, las drogas y tratamientos alternativos.
Es así que comenzó a probar con su propio cuerpo, y a la luz de los resultados, pues vivió 6 años más con sus propios métodos, creó un negocio de medicamentos conocido como “The Dallas Buyer’s Club” o “El Club de Los Compradores de Dallas”; para ello, comenzó a traficar medicamentos no aprobados por la FDA.
A finales de los 80, los clubes de este tipo, proliferaban por todo el país.
Woodroof tenía una vasta red de personas, incluidos abogados, jueces, médicos, auxiliares de líneas aéreas, y personas en la frontera, que le ayudaron a conseguir medicamentos no autorizados en los Estados Unidos, y para los pacientes que los necesitaban.
Con el tiempo, los médicos de todo el país, también comenzaron a ver los beneficios del Dallas Buyers Club, y recomendaron a sus pacientes, que acudieran a él.
En un artículo de 1991, de The New York Times sobre el comercio ilegal de droga, una persona que hacía frente a una etapa avanzada de la enfermedad, dijo que su doctor le dio el número de personas relacionadas con el club, para pedir un medicamento en las primeras etapas de desarrollo, ya que no fue capaz de “participar en la mayoría de los ensayos clínicos”
Pero la personalidad de Ron, le traería más problemas que los obvios.
En las pocas entrevistas que concedió, relataba cómo otras personas que también llevaban adelante el tráfico de drogas antivirales, lo atacaban por la impunidad con la que se manejaba.
“Este es un asunto en el que hay que tomar estos riesgos.
Tiempos desesperados, exigen medidas desesperadas”, declaraba para The Dallas Morning News, en 1989.
Woodroof, era conocido por su carácter irascible, racismo, y homofobia, o por lo menos, así lo describían las crónicas periodísticas.
Los medios lo llamaban:
“El Arrogante Vaquero del SIDA Subterráneo”
Bien le valía la fama, pues Ron realizaba el contrabando él mismo, sin ayudantes.
Así, viajó a México unas 300 veces, y volvía con el auto cargado de drogas.
Se disfrazaba de policía, médico, mecánico, sobornaba a la policía, y a los médicos.
Como anécdota, una vez en China, volvía con drogas en una valija llena de hielo seco.
En la aduana, el hielo comenzó a humear, y él se colocó todas las drogas en la ropa, y pudo zafar, trasportando sólo una valija con hielo.
Siempre escapaba.
La FDA por su parte, mantenía una doble moral con respecto a estos clubes de venta:
Por un lado los perseguía, defendiendo los intereses de la industria farmacológica, y por otro, hacía la vista gorda.
Mientras tanto, Woodroof ya había convertido su pequeño departamento en Oak Lawn, en uno de los mayores centros de distribución de tratamientos experimentales contra el SIDA en Estados Unidos.
Sólo un mes después de creado el lugar, cientos de compradores, ya no podían prescindir de él.
A los 39 años, Ron exclamaba:
“Yo soy mi propio médico”
En 1990, Ron estaba esperando un embarque de Dinamarca de Péptido T, y fue allí que el gobierno tomó medidas enérgicas, y detuvieron el envío de la droga.
Luego de una batalla judicial, un juez federal de California, falló en contra de Ron Woodroof, pero éste logró llegar a un acuerdo con la FDA:
La droga le sería suministrada, a través de ese organismo, quedando registrado con sus datos.
La historia comenzaba a cambiar...
La figura de Ron Woodroof, fue un gran dedo en la llaga para muchos.
Los organismos federales lo atacaban, hablaban de su racismo y homofobia, para calmar el interés de la gente por sus terapias.
Lo cierto es que, si bien era un homófobo reconocido, no sólo ayudó a muchos homosexuales, sino que comenzó a cambiar un poco, su modo de entender las cosas.
Para algunos, fue un héroe que logró que empezara a cambiar la legislación a través de su lucha en los tribunales, y promovió el conocimiento de la enfermedad, ayudando a cientos de personas.
Ron Woodroof murió por complicaciones relacionadas con el SIDA, en 1992.
“Am I fucking dreaming?”
Dallas Buyers Club es una película dramática, dirigida en el año 2013, por Jean-Marc Vallée.
Protagonizada por Matthew McConaughey, Jennifer Garner, Jared Leto, Steve Zahn, Dallas Roberts, Denis O'Hare, Griffin Dunne, Kevin Rankin, Lawrence Turner, Jonathan Vane, entre otros.
El guión es de Craig Borten y Melisa Wallack, basados en la vida de Ron Woodroof, quien en 1992, fue sujeto de un extenso reportaje, escrito por el periodista Bill Minutaglio, para The Dallas Morning News.
“Un mes antes de que Ronald Woodroof muriera por una enfermedad relacionada con el SIDA, en septiembre de 1992, el guionista Craig Borten, entrevistó al texano, con la esperanza de poder llevar su vida a la gran pantalla.
Su historia era idónea:
Después de que Woodroof conociera que era seropositivo, a mediados de los 80, y que fuera rechazado para los ensayos de los nuevos fármacos, el mujeriego y electricista homofóbico, buscó otras maneras de conseguir el tratamiento, que creía que necesitaba para sobrevivir.
Su aventura principal, fue “Dallas Buyers Club”, su propia versión local de una red internacional de servicios de distribución de droga, pero con medicación contra el SIDA.
Tras el diagnóstico, se le dio 30 días de esperanza de vida.
Cuando él vivió 7 años más” dijo Craig Borten; quien se dedicó más de 20 años, a investigar junto a la también guionista, Melisa Wallack, para hacer Dallas Buyers Club.
“Craig y Melisa, encontraron la combinación perfecta de precisión” cuenta la productora Rachel Winter.
“No sólo por los detalles médicos, sino también, sobre los asuntos legales y gubernamentales, a los que Ron se enfrentó.
Y además, Dallas Buyers Club tenía que ser entretenida”, aseguró Winter.
El conocimiento más exhaustivo de la labor del activista, pertenece a los propios guionistas, pues Borten tiene grabadas, más de 20 horas de entrevistas con Ron Woodroof, y tuvo acceso a sus diarios personales.
Según él, el guión es una “representación bastante exacta” de la vida de Woodroof, pero reconoció, que él y Wallack, emplean una gran cantidad de licencias poéticas, para llevar su vida a la pantalla; casi a modo biográfico, ya que Borten conoció a Ron Woodroof, y se interesó por su historia hace más de 20 años, por lo que tuvo varias entrevistas y grabaciones con él, hasta que éste le permitió llevar su vida al cine.
La documentación de ésta historia, es especial, ya que no hay libros sobre lo que hizo este hombre, salvo artículos de periodistas, y confesiones de personas cercanas.
Probablemente por ello, Dallas Buyers Club, sea un documento único al respecto.
El guión, se desarrolla siempre con un enorme acierto, en todos sus momentos y ensamblaje, y deja con energía o delicadeza, mucha intriga, drama, y hasta humor; y el abanico de personajes, resulta ser el modelo de cómo deben construirse éstos en un libreto.
Dallas Buyers Club obtuvo 6 nominaciones al Oscar:
Mejor película, actor principal (Matthew McConaughey), actor secundario (Jared Leto), guión original, maquillaje y peinado, y edición.
Ganando 3: Mejor actor principal (Matthew McConaughey), actor secundario (Jared Leto), y maquillaje y peinado.
Dallas Buyers Club toca todos los poros de su temática, y todos los toca con sensibilidad, que no sensiblería, humanidad, viveza, tensión, y madurez.
Desde la feroz lucha contra la enfermedad, hasta la infinita avidez a la hora de encontrar una cura, pasando por la experimentación de la marginación, y la incomprensión por primera vez, o por el entendimiento común, y la amistad con un círculo que nunca se pensó el protagonista que llegaría ni a rozar.
Pero ante todo, lo que más emociona de esta fascinante historia, es la conclusión que se desprende de ella.
Al fin y al cabo, lo único que nos mantiene en vida, es la lucha por un ideal, sea cual sea nuestra causa.
Sigamos luchando para seguir viviendo.
Vivamos para seguir luchando.
Hoy, mañana, y siempre.
Dallas Buyers Club, tuvo un cronograma de grabación muy ajustado, de tan sólo 25 días.
El director, maximizó cada minuto, al utilizar sólo luz real, y filmando todo el metraje, con una cámara en mano, lo que contribuyó a dar realismo a Dallas Buyers Club.
Afortunadamente, en vista del limitado del presupuesto, los encargados del vestuario, lograron adquirir las piezas de ropa de los 70s y 80s, en tiendas de segunda mano.
Los atuendos, abarcan desde el look de vaquero urbano, y trajes de poliéster, hasta jeans a la cintura, y hombreras.
Dallas Buyers Club inicia, como no puede ser de otra manera, en la ciudad de Dallas, durante el año de 1985, cuando el homófobo y drogadicto vaquero, Ron Woodroof (Matthew McConaughey) es diagnosticado con SIDA, por tener relaciones sexuales sin protección, y se le dan, 30 días de vida.
Como buen Hijo de Texas, Ron es un electricista y cowboy de rodeo; y está metido en un estilo de vida temerario, que no se replantea.
Con el diagnóstico, es aislado de sus amigos, y de la comunidad, y comienza a consumir AZT, una droga aprobada por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) que está legalmente disponible en los Estados Unidos, la cual, lo lleva al borde de la muerte.
Tras conocer la enfermedad por voluntad propia, y para sobrevivir, Woodroof contrabandea medicinas antivirales desde todo el mundo, las que aún no están permitidas, ni disponibles en los Estados Unidos, y que él mismo ha probado con buenos resultados.
Otros pacientes con SIDA, averiguan sobre él, sobre sus medicamentos, y los hospitales que ha visitado, y los médicos que lo han atendido.
Con la ayuda de la doctora, Eve Saks (Jennifer Garner) y la paciente transgénero Rayon (Jared Leto), logrará enfrentarse a grandes desafíos.
Woodroof era un extraño en la comunidad gay, y por cosas del destino, encuentra un improbable aliado, en otro paciente con SIDA, Rayon, un transexual que comparte el deseo de Ron por la vida.
Rayon, también comparte el espíritu emprendedor de Ron, tratando de evitar sanciones del gobierno contra la venta de medicamentos y suplementos, establecen un “Club de Compradores”, donde gente seropositiva, paga cuotas mensuales para acceder a los recién adquiridos suministros.
Así pues, en lo profundo del corazón de Texas, el carácter pionero Ron sale a la luz.
Con una creciente comunidad de amigos y clientes, Ron lucha por la dignidad, la educación, y la aceptación; y en los años siguientes a su diagnóstico, el luchador solitario, vive la vida como nunca.
Con todo a su favor, Ron crea “Dallas Buyers Club”, uno de los varios que funda en el país, para proveer de tratamientos alternativos, a todos los miembros que puedan costearlos.
Pero los clubes, que crecen en cantidad y membrecía, llaman la atención de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) y de la industria farmacéutica, las cuales libran una guerra total contra Ron.
Lo curioso de esta historia, es observar como un hombre que es un maleducado, que detesta a los gays, que es un mujeriego compulsivo, y que trabaja como electricista, es capaz de cambiar su vida, y todo lo que le rodea, en un suspiro.
La evolución de éste, al enterarse que tiene SIDA, y que solo le quedan 30 días de vida, lo llevará a una carrera por la supervivencia, transformada en una nueva vida como traficante.
Para ello, se hará pasar por cura, o por doctor si hace falta.
Pero son algunas de sus escenas, las que se grabaran en la retina, como ese comienzo donde la gente se separa de él, y lo tilda de homosexual, cuando él es el primero que los detesta.
Dallas Buyers Club cuenta su argumento sin ambages, y mostrando una parte curiosa, la de la ignorancia que sobre el SIDA hubo durante mucho tiempo, donde se pensaba que era una enfermedad de homosexuales nada más.
Dallas Buyers Club roza este problema, y muestra la sorpresa que produce la infección por heterosexuales, pero de una forma poco sensiblera, sin drama, y aún así, muestra todo el drama que supone esta enfermedad, para quien es contagiado en los primeros años de su aparición, lleno de conmoción y de miedos por la mucha ignorancia.
La segunda crítica, de Dallas Buyers Club, la hace contra el sistema, fundamentalmente sanitario y farmacéutico, de nuevo, deja mucho a la voluntad del espectador, lo cual se agradece.
Es muy crítica, pero sin cebarse en ella.
El espectador tiene la oportunidad de pensar por él mismo, de sacar sus propias conclusiones al respecto.
Dallas Buyers Club no fuerza el pensamiento, muestra lo que hay, sin más, muy duro, pero uno puede sentirse en libertad, para aceptarlo o no.
Y sinceramente, se agradece mucho, porque uno siente esa dureza, pero no se siente arrastrado por ella, hacia una opinión formada por uno mismo, es sólo una invitación.
“He was my friend too!”
Dallas Buyers Club es lo que tiene el cine estadounidense, entre tantas y tantas cintas comerciales e independientes, siempre hay alguna al año, que resulta ser una “gran pequeña joya” llena de enjundia, talento, e intelecto.
Y Dallas Buyers Club no falla.
No esperaba que Dallas Buyers Club fuera a ser una de esas joyitas, pero el caso es, que es una película que me ha sorprendido, y personalmente me ha enamorado; abordando las temáticas de las drogas, la promiscuidad heterosexual, la homosexualidad, el SIDA, y el dinero de por medio, algo así como una historia a lo “Robbin Hood” que lucha por obtener medicación, y ayuda para otros pacientes, que realmente morían en mayor porcentaje que hoy en día, por culpa de la demagogia del sistema de toda una sociedad, es sin duda, apoteósico.
La trama, se torna totalmente profusa y diversa, con múltiples y perfectos desarrollos de importantes temas.
El discurso de Dallas Buyers Club es contundente, pero huye del drama personal, y utiliza el problema de las farmacéuticas, y los gobiernos en los primeros años de la enfermedad.
Por supuesto, que hay drama humano, pero esa es la parte más floja, porque aquí, en la tragedia, se huye de moralizar tanto para bien, como para mal, y expone hechos para que el espectador saque su conclusión, una conclusión que siempre simpatizara más con el débil, o enfermo.
Aquí, no hay buenos ni malos, sino enfermos y sanos, y todos interactúan movidos por propia doble moral.
El de las farmacéuticas, que dicen esforzarse para evitar que la gente muera de SIDA, mientras pretender ganar dinero, o el de su enfermo protagonista, que se esfuerza en curarse, cuando también desea ganar dinero con el club de asociados, a los que vende ilegalmente, una curación al margen de la ley.
Al final, todos encuentran su destino, unos más afortunados que otros, y es en este viaje, que el espectador contempla, desde demasiada distancia, cuanto sucede, y puede entender, unos acontecimientos a los que fue, es, y será siempre ajeno.
Y con personajes llenos de aristas, y desarrollados con inteligencia.
Tenemos al enérgico Ron Woodroof, obligado a cambiar a la fuerza, y experimentando una transformación vital con mayúsculas, que no tópicamente redentora, purgándose por fuera y por dentro, y al que su adoración por vivir el presente, le hace más luchador y astuto.
Tenemos las nuevas pruebas de medicamentos de las industrias farmacéuticas, y sus luchas por hacerse con el “nuevo mercado”
Tenemos a los enfermos desinformados, que no encuentran la solución en la medicación “oficial” buscando alternativas... todo este coctel de recientes situaciones, que impactan en los personajes, conforman una historia de averiguaciones, y supervivencia.
Los protagonistas, unos ENORMES Matthew McConaughey y Jared Leto, son los diamantes de belleza eterna, pues han logrado lo que pocos actores consiguen, y es su propia metamorfosis.
Y no solo debemos referirnos a la conversión física, sino a como han estudiando a sus personajes, y han sacado lo mejor de sí mismos, para alcanzar ese nivel altísimo de profesionalismo actoral.
Para representar a Ron Woodroof, McConaughey se sometió a una dieta estricta para bajar de peso.
El resultado fue asombroso, 20 kilos menos, por lo que fue cuestionado por poner en riesgo su vida.
El plan de adelgazamiento de McConaughey, estuvo bajo la supervisión de médicos, y comenzó 4 meses antes de la filmación.
Rebajó casi 22 kilos para interpretar a Woodroof, con 63 kilos durante gran parte de Dallas Buyers Club, y luego, llegó a los 61 kilos, para la escena del hospital.
McConaughey asegura, haber trabajado por hace meses con nutricionistas, y estar en perfecto estado de salud.
Y es que McConaughey quien se vio obligado a hacer una estricta dieta, en la que comía 8 veces al día, cargando su cuerpo de carbohidratos, y muy pocas proteínas para tener ese aspecto demacrado como el que luce.
Mathew McConaughey, jamás había estado mejor, esta es la interpretación de su vida, al menos hasta el momento, y por primera vez, demuestra que es mucho más que un “Sexy Man Alive” que se luce en banales comedias románticas.
Su interpretación, es de Oscar, dejando de lado, su impresionante transformación física, que es superlativa, el actor aporta una perfecta naturalidad, con unos manierismos maravillosos, y consigue un carisma, que jamás se le había visto, como ese amante de los rodeos, promiscuo, drogadicto, alcohólico, homófobo, y machista, que ve su irresponsable vida trastocada, cuando los doctores le diagnostican SIDA, una enfermedad que en los 80, época en la que se sitúa la trama, era tan desconocida como mítica, un virus lleno de mitos infundados, que mataba en cuestión de semanas, a cientos de personas.
Y es que Ron Woodroof tiene el SIDA en los 80, pero no se va a quedar de brazos cruzados, sabiendo que hay una salida contra la muerte prematura, tanto para él como para los que comparten su situación, y siempre con ánimo de lucro, pues el personaje jamás deja de ser lo que es, Woodroof dará esperanza a los contagiados con el virus, y pondrá de morros a la industria hospitalaria, y todas las normas sanitarias.
Pera para Jared Leto, la cosa fue más difícil.
Firmó contrato cuando el rodaje ya había comenzado, así que tuvo menos tiempo para adelgazar, y llegó a estar a piel y huesos.
Leto se había retirado de la actuación para entonces, y se había dedicado a su banda: 30 Seconds to Mars, y a una gira de 3 años.
Muchos se preguntaban:
¿Cuándo volvería a actuar?
Su decisión, con Dallas Buyers Club, dejó a la prensa, casi sin palabras; pues había perdido peso, aunque en menor medida, pues Leto es un hombre más fibroso.
Rayon como adorable, tierno, carismático, y dulce, es un personaje que tampoco es ningún ángel, y que también está roto por su enfermedad y sus conflictos internos y familiares, pero es con el que siempre se querría estar acompañado. Leto jamás se sale del personaje, y aporta una sensibilidad y complicidad arrolladoras, y resulta memorable.
Jared Leto, sólo tuvo 3 semanas para prepararse, y ayunó para alcanzar los aterradores 52 kilos.
Curiosamente, no era la primera vez que lo hacía, pues tuvo que adelgazar 11 kilos para “Requiem For A Dream” (2000), y ganar 27 kilos, para interpretar al asesino Mark David Chapman en “Chapter 27” (2007)
Ambos, han sido aplaudidos por la crítica, y han logrado diversas nominaciones por sus papeles, y hay que aplaudirles su gran labor.
Lo Mejor, sin duda de Dallas Buyers Club, es Matthew McConaughey; y la crítica a la todopoderosa empresa farmacéutica, así como algunas escenas que me han emocionado, como:
El llanto de Woodroof en el coche, o la propia escena de sexo, en su propia “empresa” que resulta tan simpática, como enormemente triste.
La escena de la oración en el "strip club"...
Ver a la gente haciendo cola en su casa, es otro momento que no puedo pasar por alto.
De paso, la crítica que se hace a la gran empresa farmacéutica es evidente, un gigante que se mueve por dinero, y que no trata de buscar una solución, para no perder clientela.
Y ese final, circular, de llegar a tener éxito, y esto lo simboliza muy bien la historia de Dallas Buyers Club, al mostrarnos a su protagonista, a lomos de un búfalo, en señal de que ha sido capaz de montar a los más grandes.
Sin embargo, la realidad se compara con la ficción:
En Dallas Buyers Club, Ron se presenta como un vaquero de rodeo a tiempo parcial, y un electricista antes de conocer diagnóstico.
Además, se le ve teniendo un trío con 2 mujeres, en un puesto del rodeo, y se ve haciendo bromas misóginas y homofóbicas con sus amigos, durante descanso del trabajo.
El verdadero Ron, era de hecho electricista, y trabajaba como contratista independiente, con empleo esporádico.
Aunque Dallas Buyers Club comienza y termina con él en un rodeo, Woodroof sólo era un entusiasta del rodeo, pero no un profesional.
Sin embargo, los guionistas lo utilizan como una metáfora de la lucha, y la capacidad de sobrevivir mucho más tiempo de lo que los médicos le decían.
Como ocurre en Dallas Buyers Club, tras el diagnóstico, Woodroof perderá a sus amigos, cuando le diagnostican la enfermedad, en 1985.
Borten dice, que es el año estimado en que Ron conoció que era seropositivo, aunque podría estar infectado desde hace mucho antes.
Woodroof incluso, sugirió cuándo pudo contraerlo:
“Describe un encuentro sexual con una mujer en 1981, en la que “no acabó de sentirse bien” dijo.
Woodroof sospecha, que la mujer podría ser drogadicta, y habló de cosas “tan crudas” que no salen en Dallas Buyers Club.
Además, en pantalla, se alude a ese encuentro, con una breve retrospectiva, mostrando a Ron y a una mujer sin identificar teniendo sexo.
Los personajes que cambian la vida de Ron tras el diagnóstico son:
Rayon, un transexual, también portador del VIH, que se convierte en su socio del Dallas Buyers Club, y la doctora Eva Saks, que finalmente se convierte en amiga y aliada, en la búsqueda del tratamiento que necesitan los enfermos del VIH.
Pues ninguno de estos personajes, se basa en una persona en particular, en la vida de Woodroof.
Borten y Wallack, entrevistaron a un grupo de activistas transexuales, y médicos que formaron parte de la vida de Woodroof, y a través de los retazos de cada uno, crearon a ambos personajes.
Borten dijo también, que había muchas cosas interesantes en la vida de Woodroof, que no se podían incluir en un solo metraje.
Hubo muchas más demandas de Woodroof, que no se ven en Dallas Buyers Club, ni tampoco hay mención a su familia, pese a que tenía una hermana llamada Sharon Woodroof Braden, y una hija, llamada Yvette Carroll, que habían hablado sobre él.
Borten, nunca se acercó a la familia, y decidió no incluirlos en el guión, porque según dijo, él ve Dallas Buyers Club como un “estudio de carácter” y “la manera en que Ron Woodroof se veía a sí mismo”
Algunos, también expresaron la preocupación, de que mientras que Dallas Buyers Club era un retrato generalmente exacto de la vida de Woodroof, que engañó a muchos a creer que el Dallas Mercy Hospital, era culpable de maltratar a sus pacientes; el medicamento llamado AZT, es representado como venenoso, tras el impacto negativo sobre la salud de su personaje en Dallas Buyers Club, cuando en realidad, el fármaco demostró ser muy eficaz en el tratamiento de la enfermedad.
Jonathan Engel, un historiador de la medicina en el Baruch College, afirma que el fármaco, podría prolongar la vida de más de un año.
Como dato curioso y para entender la ignorancia en los personajes, se hace una referencia a Rock Hudson, por ser un “hijo de puta” que siendo gay, se acostaba en pantalla con hermosas mujeres, y que protagonizó “North by Northwest” (1959), siendo protagonista el actor Cary Grant, quien actuó, y no Hudson.
Por lo demás, Dallas Buyers Club, comparte muchos de los atributos del “cine queer indie” de EEUU, algo que ya pudo detectarse en otras nominadas a la estatuilla, aunque el personaje retratado acá, ofrece un amplio abanico de luces y sombras, al final, siempre prima la parte más luminosa, la libertad inicial, que acaba cediendo a la conclusión azucarada, y las ataduras del falso “biopic” pues hay que ser fiel al caso real, restan espontaneidad a Dallas Buyers Club.
“Watch what you eat and who you eat”
“No se puede construir el futuro, sin reconocernos en nuestro propio pasado.
Dallas Buyers Club, aborda la deuda histórica, que la sociedad mantiene aún hoy en día, con los primeros afectados por el VIH; se trata probablemente, de la primera película que resalta el hecho, de que los gays y transexuales de toda condición social, se unieron, desesperados y segregados por la inmensa mayoría de la sociedad, en la búsqueda de su propia supervivencia, adelantándose a los médicos, y a los intereses de las farmacéuticas”, así opinaba El Jurado del Festival de Cine de Sebastiane.
La historia de Ron Woodroof, es una de esas biografías que no aparecen en los libros de historia, que no merecieron ningún tipo de homenaje, y que nadie a posteriori, se ha encargado de reivindicar.
Un hombre como él, adicto a las mujeres, al alcohol, y a la mala vida, se puso el mundo por montera, toreó a la FDA, y dio muchísima esperanza, a muchísimos enfermos de SIDA, a mediados de los 80, una enfermedad que él mismo padecía, y que le obligó a cambiar su ética, y estilo de vida.
Dallas Buyers Club, es la historia de una evolución, de una reconversión, de una lucha, y de un terror inmenso:
El que sufrieron millones de heterosexuales y homosexuales, al ser portadores de un virus, para el que no existía cura, y que iba acompañado de un enorme prejuicio social.
Lejos de ver una película, en la cual estás todo el rato compadeciéndote del protagonista, o en la cual, la sensiblería está presente en todo momento.
Dallas Buyers Club te transmite mucha fuerza positiva, al ver cómo una persona, es capaz de cambiar y evolucionar de la noche a la mañana, al diagnosticarle SIDA, afrontando sus problemas, y sin renunciar a la vida.
Así pues:
Dejar de fumar, de beber, llevar un tratamiento médico alternativo del que hasta ahora, era el convencional, y también, abandona las ideas de homofobia, y acaba uniéndole una gran amistad a un transexual.
La moraleja de Dallas Buyers Club, es que Ron Woodroof, consiguió 7 años de vida adicional, cuando le habían sentenciado, a un mes, y realmente, al final de todo, el discurso se reduce a que el personaje se suba a ese toro de rodeo, que es la vida, y no se baje del mismo.
No obstante, Dallas Buyers Club interesa; no sólo por las interpretaciones de McConaughey y Leto, sino por aportar otro punto de vista inédito, bajo un foco dramático, menos moralista de lo que se podía pensar, a un tema del que creíamos que estaba todo dicho.
“Fight for Your life”
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