Krakatoa East of Java
Terminando de ver “Krakatoa East of Java” (1969) de Bernard L. Kowalski con Maximilian Schell, Diane Baker, Brian Keith, Barbara Werle, John Leyton, Rossano Brazzi, Sal Mineo, entre otros.
Película de aventuras y desastres, nominada al Premio OSCAR a los mejores efectos visuales; se basa libremente en los acontecimientos que rodearon la erupción del volcán en La Isla de Krakatoa, que en realidad está al oeste de Java; y que a pesar del error geográfico en el título de la película, sus creadores decidieron dejarlo sin cambios, porque “era un título más exótico que Krakatoa West of Java”, además, se dieron cuenta del error después que todo el material publicitario había sido preparado; por lo que consideraron “demasiado costoso volver a hacerlos”, y que “retrasaría el estreno en aras de una precisión geográfica simple”
Sin embargo, el no corregirlo produjo la mofa y el ridículo generalizado en Hollywood.
Estamos en 1883, y los personajes se dedican a la recuperación de un cargamento de perlas de un naufragio peligrosamente cerca del volcán Krakatoa, en el estrecho de Sunda entre las islas de Java y Sumatra en la provincia indonesia de Lampung; donde El Capitán del barco tendrá que enfrentarse a rebeldes, buzos de aguas profundas, escapes de prisioneros, motines y enfrentar especialmente la explosión volcánica de Krakatoa.
La película se filmó en Super Panavision 70, con algunas escenas filmadas en Todd-AO; y se presentó en Cinerama de 70mm en algunos cines al momento en que disminuía el interés en ese formato, siendo así la única película de desastres que aparece en Cinerama; y como se dijo, el guión se basa muy libremente en los eventos reales que rodearon la erupción, pero se utiliza simplemente como telón de fondo para su historia; una película que se hace demasiado larga, 127 minutos; e irregular, pues el filme, como era de esperar por aquella época, tenía una obertura, un intermedio y la música de salida; pero el problema más grande fue de producción:
Se supo que el productor Philip Yordan la abandonó, y se unió un nuevo productor que encargó un nuevo guión, generando cambios conceptuales que crearon cierta inconsistencia en el tono y momentos extraños; por ejemplo, el filme era una historia de aventuras familiar, pero los nuevos productores optaron por atraer a una audiencia más adulta al incluir algunos elementos sórdidos y picantes, como relaciones torturadas, romances extramaritales, un striptease y un estilo “musical” que parece totalmente fuera de lugar en una aventura o película de desastres; no obstante, la banda sonora Frank De Vol es buena y sugerente, pero llega a ser muy melodramática y manipuladora en escenas puntuales.
Y es que también se supo que en las primeras fases de producción, no había guión, pero sabían qué secuencias de efectos especiales se necesitaban; por lo que el creador de efectos especiales, Eugène Lourié, filmó muchas de las secuencias en miniatura antes de que se completara la escritura; esos efectos que dependen completamente del trabajo del modelo en la cámara, siguen siendo impresionantes hoy, y se consideran un logro inmenso para los estándares de 1969.
Pero como historia falla estrepitosamente, pues tiene el espíritu de Julio Verne con el melodrama en una variada procesión de personajes y papeles superficiales típicos del cine catastrófico; eso sí, el filme tiene un inicio prometedor, unos efectos especiales logrados, y una fotografía donde se confunde el rojo de la lava con el azul del océano; y eso resulta bello y atractivo en formato pantalla grande; sin olvidar un desarrollo final donde la tragedia viene a poner las cosas en su sitio, y al sentido común donde siempre debió estar:
“¡El evento más catastrófico en la historia del hombre!”
NO RECOMENDADA.
Película de aventuras y desastres, nominada al Premio OSCAR a los mejores efectos visuales; se basa libremente en los acontecimientos que rodearon la erupción del volcán en La Isla de Krakatoa, que en realidad está al oeste de Java; y que a pesar del error geográfico en el título de la película, sus creadores decidieron dejarlo sin cambios, porque “era un título más exótico que Krakatoa West of Java”, además, se dieron cuenta del error después que todo el material publicitario había sido preparado; por lo que consideraron “demasiado costoso volver a hacerlos”, y que “retrasaría el estreno en aras de una precisión geográfica simple”
Sin embargo, el no corregirlo produjo la mofa y el ridículo generalizado en Hollywood.
Estamos en 1883, y los personajes se dedican a la recuperación de un cargamento de perlas de un naufragio peligrosamente cerca del volcán Krakatoa, en el estrecho de Sunda entre las islas de Java y Sumatra en la provincia indonesia de Lampung; donde El Capitán del barco tendrá que enfrentarse a rebeldes, buzos de aguas profundas, escapes de prisioneros, motines y enfrentar especialmente la explosión volcánica de Krakatoa.
La película se filmó en Super Panavision 70, con algunas escenas filmadas en Todd-AO; y se presentó en Cinerama de 70mm en algunos cines al momento en que disminuía el interés en ese formato, siendo así la única película de desastres que aparece en Cinerama; y como se dijo, el guión se basa muy libremente en los eventos reales que rodearon la erupción, pero se utiliza simplemente como telón de fondo para su historia; una película que se hace demasiado larga, 127 minutos; e irregular, pues el filme, como era de esperar por aquella época, tenía una obertura, un intermedio y la música de salida; pero el problema más grande fue de producción:
Se supo que el productor Philip Yordan la abandonó, y se unió un nuevo productor que encargó un nuevo guión, generando cambios conceptuales que crearon cierta inconsistencia en el tono y momentos extraños; por ejemplo, el filme era una historia de aventuras familiar, pero los nuevos productores optaron por atraer a una audiencia más adulta al incluir algunos elementos sórdidos y picantes, como relaciones torturadas, romances extramaritales, un striptease y un estilo “musical” que parece totalmente fuera de lugar en una aventura o película de desastres; no obstante, la banda sonora Frank De Vol es buena y sugerente, pero llega a ser muy melodramática y manipuladora en escenas puntuales.
Y es que también se supo que en las primeras fases de producción, no había guión, pero sabían qué secuencias de efectos especiales se necesitaban; por lo que el creador de efectos especiales, Eugène Lourié, filmó muchas de las secuencias en miniatura antes de que se completara la escritura; esos efectos que dependen completamente del trabajo del modelo en la cámara, siguen siendo impresionantes hoy, y se consideran un logro inmenso para los estándares de 1969.
Pero como historia falla estrepitosamente, pues tiene el espíritu de Julio Verne con el melodrama en una variada procesión de personajes y papeles superficiales típicos del cine catastrófico; eso sí, el filme tiene un inicio prometedor, unos efectos especiales logrados, y una fotografía donde se confunde el rojo de la lava con el azul del océano; y eso resulta bello y atractivo en formato pantalla grande; sin olvidar un desarrollo final donde la tragedia viene a poner las cosas en su sitio, y al sentido común donde siempre debió estar:
“¡El evento más catastrófico en la historia del hombre!”
NO RECOMENDADA.
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