蜘蛛巣城 (Throne Of Blood)

Terminando de ver “蜘蛛巣城” (Throne Of Blood – 1957) de Akira Kurosawa con Toshirô Mifune, Isuzu Yamada, Takashi Shimura, Akira Kubo, Hiroshi Tachikawa, Minoru Chiaki, Takamaru Sasaki, Gen Shimizu, entre otros.
Drama japonés, cuyo título se traduce literalmente como “El Castillo de La Telaraña”, es una adaptación de la obra “Macbeth” de William Shakespeare, trasladada al Japón feudal con elementos estilísticos extraídos del nō, que es un estilo de drama breve, lírico y aristocrático japonés, que tuvo su apogeo en el siglo XVII; que al igual que con la obra, la película cuenta la historia de un guerrero que asesina a su soberano a instancias de su ambiciosa esposa.
Este es un relato prestigioso, marcado por una economía de medios asombrosa, un diseño de producción evocador, una violencia inquebrantable, y claro está, un drama intenso con atmósfera fatalista; y a pesar del cambio en el entorno, del lenguaje y las numerosas libertades creativas, el filme a menudo se considera “una de las mejores adaptaciones cinematográficas de la obra”; pues muestra al ser humano como alguien manipulable por factores internos como su propia ambición, o externos como la sociedad; y el condicionamiento de la vida en torno a un destino que transforma sus deseos, o aumenta su codicia.
Como libertad creativa, tenemos en nō, que a menudo enfatiza la doctrina budista de la impermanencia; y que está relacionado con la negación de la salvación del protagonista, con el coro cantando que “su fantasma todavía está en el mundo”, además, el uso de la flauta y el tambor en la partitura, proviene del nō.
Los protagonistas, Toshirô Mifune e Isuzu Yamada, hacen un gran papel inspirados en los personajes Macbeth y Lady Macbeth, y agregan mucho realismo a través del nō en su maquillaje y posturas; tremenda Yamada como villana, sin olvidar a Mifune que jamás ha decepcionado.
Como dato, entre sus cambios estaba el final, que requería que los arqueros dispararan flechas alrededor de Mifune; esa es una gran y famosa escena, que de hecho, utilizó flechas reales, lanzadas perfectamente coreografiadas por arqueros profesionales, precisamente para obtener una gran carga de realismo en las expresiones faciales de Mifune, siendo excepcionalmente difícil de imitar.
Muy a pesar de lo reducido de la trama, aunque cubre los momentos esenciales de la obra, esta es una maravillosa película porque está hecha de muy poco:
Niebla, viento, árboles, actores, una locación y un escenario; que nos recuerda que el hombre siempre es un lobo para el hombre.
“Mis manos nunca más estarán limpias”
RECOMENDADA.



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