Mein Name ist Bach

Terminando de ver “Mein Name ist Bach” (2004) de Dominique de Rivaz con Vadim Glowna, Jürgen Vogel, Anatole Taubman, Paul Herwig, Karoline Herfurth, entre otros.
Drama suizo y representación del país en Los Premios OSCAR como Mejor Película Extranjera, pero no fue aceptada; desarrolla el encuentro de Johann Sebastian Bach con El Emperador Friedrich der Große, amante de la música y gran admirador de Bach, conocido como “El Rey Filósofo”, “El Rey Músico” pues fue un compositor y flautista nato; por lo que la trama gira entorno a que Friedrich ve en Bach al padre ideal, nada parecido a su opresivo padre Friedrich I de Prusia; y Bach ve en El Emperador al hijo poderoso y resuelto que hubiera deseado, muy distinto a Carl Philipp Emanuel Bach, que estaba en La Corte de Friedrich, pero que era demasiado sumiso y marginal.
Así, la oposición de los caracteres fuertes y decididos de Bach y Friedrich, darán origen a la “Musikalisches Opfer” o “Das Musikalische Opfer” BWV 1079, una colección de cánones, fugas y otras piezas de música, consideradas una de las mejores obras maestras de la música escrita por un humano, y una de las más altas cimas del pensamiento musical, que curiosamente se basan en un tema escrito por El Emperador.
El filme muestra el encuentro de egos, pensamientos y delirios, hasta que Bach se va de Potsdam, y Frederick llama al filósofo francés Voltaire, quien escribirá sus memorias.
Toda la diversión de esta película proviene de las estratagemas elaboradas por Bach para evitar caer bajo el control de Frederick; así se recrea cómo pudo ser la posible relación que se estableció entre ambos; y aunque la música no es el tema central, es interesante ver cómo queda retratada la influencia de Quantz sobre la formación musical y cultural del Emperador, así como la discusión entre los hermanos Carl Philipp Emanuel y Wilhelm Friedemann Bach sobre sus distintos intereses en el campo de la composición musical.
El engaño viene al pensar que este filme es biográfico, que no lo es, y parece más interesante la vida de Friedrich que la de los 3 Bach juntos; y eso que Emanuel fue un compositor influyente, que trabajó en un momento de transición entre el estilo barroco de su padre y el estilo clásico que lo siguió; pero de eso no se dice nada porque fue posterior a estos eventos.
Y es que esta habría sido una película decente, aunque la trama no es particularmente fuerte o interesante, si no fuera por las muchas imprecisiones históricas; por ejemplo, existen sospechas presumiblemente fundadas por Voltaire, que aquí se presenta como una loca aspaventosa, sobre la supuesta homosexualidad de Friedrich II, pero no existe algún dato certero definitivo; al tiempo que el filme da un tratamiento totalmente vergonzoso de la música de Wilhelm Friedemann Bach, que lo hace demasiado anacrónico, casi tirando al jazz. Recordar que Friedemann fue un compositor bastante talentoso y fascinante por derecho propio, aunque probablemente no tan bueno como su famoso padre; eso sí, se muestra que él era un espíritu bastante libre, y como persona y compositor, notablemente era bastante diferente.
No obstante, el filme si recrea muy bien el conocido pasaje donde El Emperador interpretó un tema original suyo para Bach, y lo desafió a improvisar una fuga basada en éste.
El compositor improvisó una fuga en III partes en el pianoforte del monarca, entonces una novedad, y posteriormente presentó al Emperador la famosa “Ofrenda Musical”, que consistía en fugas, cánones y un trío basado en ese tema.
Por otra parte, el guión esboza los perfiles de la personalidad de los protagonistas mediante aproximaciones, contrastes y contraposiciones; en especial, el dúo de personajes, el “tour de forcé” está muy bien llevado y ejecutado, por lo que genera mucho interés:
Vadim Glowna es muy astuto y conmovedor como Bach; mientras Jürgen Vogel hace un trabajo excelente como Frederick, un gobernante con muchos problemas emocionales, que amerita un filme profundo y propio.
También destaca Anatole Taubman como el lujurioso y deshonesto Friedemann; y se deja de lado, casi que desaparece el personaje de Emanuel, Quantz no llega a tener peso, y la hermana del Emperador entra y sale del relato a conveniencia.
El filme destaca en los decorados y el vestuario diseñado por Vivienne Westwood; aunque la forma vanguardista de representar a los personajes principales no es muy adecuada, la película si tiene un excelente tratamiento de un evento histórico real, pero descuida la banda sonora, que debió ser tan grandiosa como los personajes reales.
Como dato, en la realidad, Friedrich der Große se mantuvo como una figura admirada e histórica después de la derrota del Imperio Alemán en La Primera Guerra Mundial; así, el nazismo le glorifica como el líder alemán que precede a la figura de Hitler; por lo que su reputación se vuelve mucho más desfavorable tras la caída del Régimen Nazi; sin embargo una reevaluación de su legado como un gran monarca general e ilustrado le devolvió la opinión a favor.
“La familia no es eterna, sin embargo la música sí”
RECOMENDADA.



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