Richard Jewell
Terminando de ver “Richard Jewell” (2019) de Clint Eastwood con Paul Walter Hauser, Sam Rockwell, Kathy Bates, Jon Hamm, Olivia Wilde, entre otros.
Drama basado en hechos reales, en el artículo “American Nightmare: The Ballad of Richard Jewell” (1997) de Marie Brenner para Vanity Fair y en el libro “The Suspect: An Olympic Bombing, The FBI, The Media, and Richard Jewell, The Man Caught in The Middle” (2019) de Kent Alexander y Kevin Salwen.
La acción describe El Atentado Terrorista durante Las Olimpiadas de Atlanta 1996 y sus consecuencias, donde un guardia de seguridad encontró una bomba y alertó a las autoridades para evacuar, siendo más tarde erróneamente acusado de haberla colocado.
El filme es otro más de Clint Eastwood sobre heroísmos de gente corriente, donde vuelve a demostrar el suspenso, el uso del ritmo pausado, la descripción psicológica de los personajes y una historia basada en hechos reales que tocan a una familia de clase baja alta.
La producción ha recaudado $23 millones de $45 millones de presupuesto; y creo saber que el enfoque dado a la cinta, entre el drama cruel como lo es el terrorismo y la comedia, no tienen cabida en el desarrollo de la trama.
Y es que algunos eventos fueron imaginados con fines dramáticos y licencias artísticas; tanto que hace ver a Richard Jewell como un perfecto idiota, como una persona de lenta en capacidades mentales, donde Paul Walter Hauser vuelve a repetir su personaje en “I, Tonya” (2017), y pone más detalle en lo peligroso que puede llegar a ser, en vez de captar la idea de una persona con problemas injustamente juzgada por su estereotipo; por lo que el filme vale solo por ver a Kathy Bates en un papel sobrecogedor, como una madre que sufre por su hijo, ni siquiera el ganador del Oscar, Sam Rockwell da la talla necesaria como reparto; pues aquí hay mucho chiste y burla hacia una persona “lenta”, así como se critica al sistema investigativo del FBI que llega al absurdo y la ilegalidad con tal de tener “un chivo expiatorio”, y claro está, los medios de comunicación que buscan vender a cuesta del sufrimiento a base de mentiras; sin olvidar una cuña hacia la tenencia de armas en personas con problemas psicológicos, muy Trump, que no está del todo desarrollado; sin olvidar el uso del estereotipo sexista en mujeres periodistas que intercambian sexo por información, en la reportera Kathy Scruggs, que murió de una sobredosis de drogas en 2001.
También se nota demasiado el propósito de exponer y condenar a Jewell, haciendo un final rápido, sin importar el efecto de las difamaciones, que solo se centraron en Jewell.
Como dato, fue el terrorista estadounidense fundamentalista, Eric Robert Rudolph, quien llevó a cabo el atentado, al ser cristiano fanático, ir contra el aborto, la homosexualidad y contra los supuestos ideales “socialistas y globalistas” que, según él, promueven Los Juegos Olímpicos.
No fue hasta octubre de 1996, que Jewell fue formalmente exonerado de los cargos; y en 1997, El FBI identificó a Rudolph como el autor, siendo finalmente capturado hasta en 2003.
El costo personal del juicio hecho por los medios, no es profundo en esta producción, y la hace más una comedia negra.
Richard Jewell murió el 29 de agosto de 2007, a los 44 años, de insuficiencia cardíaca por complicaciones de la diabetes; un héroe como él, no se merece esta película, aun así, “el mundo sabrá su nombre y la verdad”
NO RECOMENDADA.
Drama basado en hechos reales, en el artículo “American Nightmare: The Ballad of Richard Jewell” (1997) de Marie Brenner para Vanity Fair y en el libro “The Suspect: An Olympic Bombing, The FBI, The Media, and Richard Jewell, The Man Caught in The Middle” (2019) de Kent Alexander y Kevin Salwen.
La acción describe El Atentado Terrorista durante Las Olimpiadas de Atlanta 1996 y sus consecuencias, donde un guardia de seguridad encontró una bomba y alertó a las autoridades para evacuar, siendo más tarde erróneamente acusado de haberla colocado.
El filme es otro más de Clint Eastwood sobre heroísmos de gente corriente, donde vuelve a demostrar el suspenso, el uso del ritmo pausado, la descripción psicológica de los personajes y una historia basada en hechos reales que tocan a una familia de clase baja alta.
La producción ha recaudado $23 millones de $45 millones de presupuesto; y creo saber que el enfoque dado a la cinta, entre el drama cruel como lo es el terrorismo y la comedia, no tienen cabida en el desarrollo de la trama.
Y es que algunos eventos fueron imaginados con fines dramáticos y licencias artísticas; tanto que hace ver a Richard Jewell como un perfecto idiota, como una persona de lenta en capacidades mentales, donde Paul Walter Hauser vuelve a repetir su personaje en “I, Tonya” (2017), y pone más detalle en lo peligroso que puede llegar a ser, en vez de captar la idea de una persona con problemas injustamente juzgada por su estereotipo; por lo que el filme vale solo por ver a Kathy Bates en un papel sobrecogedor, como una madre que sufre por su hijo, ni siquiera el ganador del Oscar, Sam Rockwell da la talla necesaria como reparto; pues aquí hay mucho chiste y burla hacia una persona “lenta”, así como se critica al sistema investigativo del FBI que llega al absurdo y la ilegalidad con tal de tener “un chivo expiatorio”, y claro está, los medios de comunicación que buscan vender a cuesta del sufrimiento a base de mentiras; sin olvidar una cuña hacia la tenencia de armas en personas con problemas psicológicos, muy Trump, que no está del todo desarrollado; sin olvidar el uso del estereotipo sexista en mujeres periodistas que intercambian sexo por información, en la reportera Kathy Scruggs, que murió de una sobredosis de drogas en 2001.
También se nota demasiado el propósito de exponer y condenar a Jewell, haciendo un final rápido, sin importar el efecto de las difamaciones, que solo se centraron en Jewell.
Como dato, fue el terrorista estadounidense fundamentalista, Eric Robert Rudolph, quien llevó a cabo el atentado, al ser cristiano fanático, ir contra el aborto, la homosexualidad y contra los supuestos ideales “socialistas y globalistas” que, según él, promueven Los Juegos Olímpicos.
No fue hasta octubre de 1996, que Jewell fue formalmente exonerado de los cargos; y en 1997, El FBI identificó a Rudolph como el autor, siendo finalmente capturado hasta en 2003.
El costo personal del juicio hecho por los medios, no es profundo en esta producción, y la hace más una comedia negra.
Richard Jewell murió el 29 de agosto de 2007, a los 44 años, de insuficiencia cardíaca por complicaciones de la diabetes; un héroe como él, no se merece esta película, aun así, “el mundo sabrá su nombre y la verdad”
NO RECOMENDADA.
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