The Ten Commandments - 1923

Terminando de ver “The Ten Commandments” (1923) de Cecil B. DeMille con Theodore Roberts, Charles de Rochefort, Estelle Taylor, Julia Faye, Richard Dix, Rod LaRocque, Leatrice Joy, Nita Naldi, Robert Edeson, entre otros.
Drama dividido en 2 partes:
Un largo prólogo de casi 45 minutos que recrea la historia bíblica del Éxodo, cuando las plagas han asolado Egipto, hasta la entrega de Las Tablas de La Ley; y una historia moderna de 1 hora y 30 minutos, en torno a 2 hermanos y sus respectivos puntos de vista acerca de “Los Diez Mandamientos”, donde se analiza la influencia práctica de estos en la vida moderna, en una historia ambientada en la contemporánea San Francisco, donde se refleja muy bien el modo de vida de los años 20, con su bullicio y el jazz como elemento pecaminoso.
A lo largo de la segunda parte, el motivo visual de “Las Tablas” aparecerá en varios decorados cuando es relevante y requerido para la historia.
La idea de la película se basó en la presentación ganadora de un concurso, en el que el público sugirió ideas para la próxima película de DeMille; y el ganador fue F.C. Nelson de Lansing; donde la primera línea de su sugerencia decía:
“No puedes romper Los Diez Mandamientos, porque ellos te romperán”
Esto sirvió para que el director nos hablara desde nuestra tradición y educación judeo/cristiana, de que cada pecado tiene su castigo, para así ofrecernos una lección moral; donde lo destacable es el uso constante de intertítulos en base a citas bíblicas con efluvios lapidarios como parte del “diálogo” pero en la segunda parte es donde se le cobra más la factura; pues se pasa de la antigüedad a la modernidad… todo se desinfla, y el espectador queda desconcertado, tanto que le cuesta entrar en lo que es “otra película”
Y es que el prólogo es demasiado corto, siendo casi un resumen de lo que sería el remake de 1956; mientras que la otra historia sería una alegoría acerca de la observancia de “Los 10 Mandamientos”, y de cómo su olvido significa la caída en desgracia; así que, poniendo en contexto la familia que protagoniza la 2ª parte, está formada por una madre que simboliza todo El Antiguo Testamento, que tiene 2 hijos: uno cristiano moderado y “buen hombre” que simbolizaría El Nuevo Testamento; y el otro, todo lo contrario, mundano y pecador.
Además tenemos a una chica caída en desgracia, y atea convencida.
El papel que desempeñan los hermanos en la construcción de una iglesia, será la prueba de valor que les mostrará donde termina la verdadera Fe, y donde empieza la malsana ambición de conquistar el éxito a cualquier precio; pero todo ello resulta demasiado moralista.
Si bien, el filme sigue Las Escrituras en su adaptación, el filme forma parte de una compañía de valores que DeMille desarrolló durante La Era Muda y que continuó en menor grado después de la llegada del sonido.
Del reparto, sólo tienen desarrollo los personajes de la 2ª parte, donde destacan actores en papeles muy estereotipados, con Richard Dix haciendo simbólicamente el papel de Jesús, carpintero de profesión, con sus enseñanzas y milagros, hablándonos de un Dios comprensivo, cariñoso, compasivo, que perdona los pecados, en clara simbología de como las generaciones evolucionan; mientras Rod LaRocque, hace de cruel pecador y sinvergüenza, creador de una Torre de Babel; así tenemos a uno bueno y otro malo como si fuera el mismo Caín & Abel; hijos de una madre piadosa, Edythe Chapman, que llega a ser casi Inquisidora.
Sin olvidar a Leatrice Joy como la chica en disputa por los hermanos; y Nita Naldi, en un rol vampiresco de “femme fatale”, donde todo lo asiático se relacionaba con lo pecaminoso y ominoso, siendo ella la que sigue la tradición sexy y furtiva de todas las chicas malas de DeMille.
Técnicamente, el rodaje constituyó por sí mismo una aventura épica, sobre todo por sus secuencias monumentales del Prólogo, donde la dirección artística de Paul Uribe fue mastodóntica al dar vida al imponente frente del Palacio egipcio, con reproducciones de las famosas 4 estatuas de Ramsés en Abu Simbel, así como una enorme pared grabada con representaciones gigantes del Rey en un carro, empequeñeciendo a los personajes de modo colosal; al tiempo que se muestran escenas a color del éxodo del pueblo judío cuando consigue la libertad, la posterior persecución del ejército egipcio, un momento de extraordinaria belleza épica y, por supuesto, la mítica separación de las aguas del Mar Rojo, una de las secuencias más recordadas de la historia del cine.
Es un hecho que este filme fue un encargo, ya que se notan muchas irregularidades en el desarrollo de la narración, producto tal vez de la primitiva concepción del guión como historias independientes, pero mantiene un elevado tono de espectacularidad y emoción.
Como dato, la película fue prohibida en la década de 1930 en China, bajo una categoría de “películas supersticiosas” debido a su tema religioso que involucra a dioses y deidades; pero internacionalmente fue elogiada por sus escenas inmensas y estupendas, el uso del proceso Tecnicolor 2, y la secuencia del Mar Rojo.
Con un alto presupuesto, demostró ser un éxito de taquilla, con escenas bíblicas irresistibles en su montaje, amplitud, color y dirección; que es tan grande, que el relato moderno posterior parece insignificante, aunque contiene escenas notables, como el colapso de la iglesia, y la escena climática de una noche tormentosa en el mar.
Pero los enormes decorados del Antiguo Egipto, se han convertido en una leyenda de Hollywood en sí mismos, construidos en las dunas del desierto de Guadalupe, en California, era una construcción enorme, considerablemente la más grande desde La Babilonia de “Intolerance” (1916) de D.W. Griffith, con la que a menudo se comparan.
Pero se cuenta que tras el rodaje, DeMille hizo dinamitar todo, y todavía hoy están enterrados debajo de las dunas, tanto que el sitio ahora es reconocido como un sitio arqueológico oficial por El Estado de California, y es contra la ley excavar y sacar los restos.
Pese a su rigor histórico, el filme tiene anacronias y errores, la más evidente está en el tipo de bastón utilizado por Moisés y sus seguidores, que tiene una Estrella de David al final; una estrella que no se convirtió en un símbolo del judaísmo hasta La Edad Media; así como en el momento en que se hizo esta película, las leyes de afinidad impedían que una persona se casara con la viuda de su hermano…
Cabe señalar que mientras el Faraón y sus secuaces persiguen a los hebreos en El Mar Rojo, varios de los carros obviamente se estrellan; estos fueron accidentes reales, que ocurrieron durante la filmación, porque los carros eran difíciles de conducir.
Por otro lado, la influencia del educador padre de DeMille, Henry, y su amigo David Belasco, son fuertes aquí, como lo son en todo el trabajo de DeMille; y se nota en la historia moderna, mostrando el tipo de drama moral que Belasco produciría y escribiría para el escenario durante años, como el choque de los valores tradicionales con lo moderno. “The Ten Commandments” es sin duda la primera de una trilogía de películas bíblicas hechas por DeMille, junto a “King of Kings” (1927) y “The Sign Of The Cross” (1932); y años más tarde, esta película fue rehecha por él mismo, como una nueva versión ampliada y centrada sólo en el prólogo, la historia bíblica, donde se superaría a sí mismo con creces; así, DeMille abandonó la trama moderna, para perfilar más de la vida temprana de Moisés; estrenándose en 1956, usando el mismo título.
De hecho, DeMille volvió a grabar varias secuencias idénticas, casi toma por toma para la nueva versión, creando escenarios colosales, casi duplicados del filme de 1923; y aunque se trata del mismo título y del mismo director, son 2 películas muy diferentes que no deberían compararse.
En definitiva, este filme es de alto valor histórico, ahora restaurada, como una muy recomendable propuesta de los valores artísticos y antropológicos del cine mudo, que son la envidia de cualquier producción del siglo XXI.
RECOMENDADA.



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