La Chienne

Terminando de ver “La Chienne” (1931) de Jean Renoir con Michel Simon, Janie Marèse, Georges Flamant, Roger Gaillard, Romain Bouquet, Pierre Desty, entre otros.
Drama social francés, cuya traducción literal es “La Golfa”, a menudo se la conoce en inglés como “Isn't Life a Bitch?”
La película comienza con un teatro de marionetas que definen la historia que se va a contar como:
“No es un drama, ni una comedia:
No tiene moraleja y no demuestra nada.
Los personajes no son héroes ni traidores.
Son pobre gente como usted y como yo” donde el protagonista, un empleado de mediana edad menospreciado en su trabajo y oprimido por su insoportable esposa, encuentra una válvula de escape en su afición por la pintura, y se obsesiona por una prostituta que, obligada por su chulo, le saca todo lo que puede llevándolo a la ruina total.
Esta es la 1ª película sonora y la 1ª película importante de Jean Renoir; basada en una novela de Georges de la Fouchardiere, que tuvo un “remake” del gran Fritz Lang, titulado “Scarlet Street” (1945), pero con otro sentido estético, sin ningún trasfondo político, otra visión del mundo y de la humanidad; por lo que las diferencias inconfundibles en la ejecución y el estilo, hacen que estas 2 obras maestras sean lo suficientemente distinguibles; pero mientras el film de Lang profundiza en las tensiones psicológicas, Renoir nos hunde el barullo y vitalidad de Montmartre.
El filme tiene detalles técnicos tan importantes como de producción; pues se cuenta que los productores se asustaron por lo directo de la trama y expulsaron a Renoir del rodaje, avisando a la policía para impedir que el director volviese a aparecer por allí; sin embargo, ante la imposibilidad de encontrar otro director con agallas para levantar aquella historia, tuvieron que recontratar a Renoir; además, al parecer, cuando la película estuvo terminada, los productores quisieron retocarla para encontrar el tono de comedia que consideraban comercial… por su parte, Jean Renoir ganó la batalla judicial, y consiguió que se estrenara en su versión íntegra, al tiempo que creó un gran revuelo entre los fascistas, que atacaron la película con violencia.
Técnicamente asombrosa y muy adelantada a su tiempo; Renoir maneja con sobriedad una cámara serena, que acierta al aproximarse con espíritu de “voyeur” a la sordidez de sus personajes, algo que casi 80 años después de su estreno sigue resultando impactante; y tal vez esta sea la película donde se asientan sus principios:
El enfoque social del drama, una ambientación lúgubre y brumosa, personajes víctimas de su condición y de los estereotipos sociales y, sobre todo, una muestra de la filosofía de Renoir, una mirada abierta sobre el libre albedrío y la convicción de que “todos tienen sus razones”
La historia termina como inició, con un fundido del teatro de marionetas, como si aquella haya sido una puesta en escena teatral circular, como la vida misma.
Del reparto, todos correctos, pero sobre todo hay mucha ironía: Se cuenta que el filme fue responsable de la separación de Renoir y Catherine Hessling, que molesta por haber sido reemplazada por Marèse; tuvo la recompensa de sentir la emoción al ver cómo sus actores reprodujeron en la vida privada, las mismas peripecias que viven los personajes durante la película:
El protagonista, Michel Simon, está espléndido en su papel, resultando a la vez ridículo y digno de lástima; él vivió realmente esa pasión por Janie Marèse, quien, a su vez, se enamoró durante el rodaje de Georges Flamant, que interpretaba al chulo despiadado receptor del dinero que el pobre empleado entregaba a la prostituta.
La semejanza entre ficción y realidad, tuvo incluso una trágica prolongación en el accidente de coche que le costó la vida a Marèse, poco después de haber rodado la secuencia en que es asesinada por los celos de uno de esos hombres.
Michel Simon, que iba con Marèse en el auto, posteriormente amenazó a Renoir con una pistola, y dijo que la muerte de Marèse era culpa suya:
“Mátame si quieres, pero yo hice la película”, le respondió Renoir.
En definitiva cabe preguntarse si “La Chienne” es mejor que “Scarlet Street”; en primer lugar, esta está más cargada sexualmente, y la segunda estaba encadenada al Código Hays; sin embargo, el filme de Lang sigue siendo el más sombrío de los 2, y sigue siendo uno de los sellos distintivos del cine negro clásico; mientras que la obra de Renoir sólo se beneficia de su tono “tragicomédico” constante.
Las 2 son grandes películas, donde “la ilusión del amor puede sobrevivir a la vista de un dormitorio lúgubre, pero inevitablemente uno se despierta”
RECOMENDADA.



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