Shake Hands with The Devil: The Journey of Roméo Dallaire

Terminando de ver “Shake Hands with The Devil: The Journey of Roméo Dallaire” (2004) de Peter Raymont con Roméo Dallaire, Stephen Lewis, Mark Doyle, Gerald Caplan, Paul Kagame, Brent Beardsley, Bonaventure Niyibizi, Rosette Musabe, entre otros.
Documental basado, en parte, del libro “Shake Hands with The Devil: The Failure of Humanity in Rwanda” (2003) escrito por Dallaire, por lo que sigue al General canadiense, encargado de la unidad de Las Naciones Unidas que estuvo hasta el final durante El Genocidio de Ruanda, cuando trató de prevenir El Infierno en La Tierra, desde que desobedece la orden de retirarse, y dejar que todos se maten, ya que eso va en contra de sus principios; y 10 años después, regresa a Ruanda junto a su esposa para el recordatorio del 10° aniversario.
El filme es una crónica, en parte no del todo, de la vivencia del General, un relato personal de las experiencias, y de cómo el estar en El Infierno, al final termina por quemarte.
Y cómo esos eventos afectaron su vida, ya que sufrió una crisis emocional e intentó suicidarse… por lo que es un retrato respetuoso del General, que se presenta como una persona reflexiva, decidida pero profundamente conmocionada, más filósofo que guerrero, y nos describe las imágenes, los sonidos y los olores de la carnicería humana, así como imágenes de archivo de montones de cadáveres, miembros cortados y cuartos con cráneos. También se cuenta la historia de cómo comenzaron los odios, y de cómo el mundo no logró intervenir a tiempo.
Y es que a cada paso, Dallaire se veía frustrado por sus supuestos superiores para hacer cualquier cosa; y en su mayor parte, dejaron a sus hombres para ver cómo el país se destruyó.
Como todo esto sucedía en la primavera de 1994, el mundo estaba obsesionado con un OJ Simpson y su guante sangriento, como una manera para dar importancia a hechos banales sobre los humanitarios, al tiempo que la película intercala entrevistas con algunas de las personas involucradas en Ruanda, que completan otros detalles de la historia.
La fotografía da la belleza del paisaje y las imágenes de archivo se colocan muy bien; en general, es una película increíble, y le doy la mayor parte de ese crédito al editor.
Es importante dar a conocer la documentación de primera mano de Dallaire y Ruanda, pero también es una mirada muy honesta a los efectos de la guerra.
Porque el documental es fuerte, pues presenta imágenes pocas veces vistas del genocidio, algunas muy crudas, y otras muy impactantes por medio del relato de los sobrevivientes, así como la exploración de algunos de los lugares donde ocurrieron hechos inimaginables, y donde solo quedan vestigios de lo acontecido.
Narrado de manera lineal, intercalando imágenes de archivo reales con las actuales, del caminar de este General en medio del Infierno, se llega a notar cierto “culto de la personalidad”, que a veces se muestra como un proyecto promocional o hagiografía para Dallaire, amigos y colegas; en lugar de un examen documental verdaderamente reflexivo de las experiencias de un Comandante asediado y psíquicamente herido al tratar de defender una misión imposible…
Sin embargo es otra forma de crear conciencia sobre el legado de Ruanda.
Guste o no, también es una oportunidad para mirar los pensamientos internos de Dallaire, para conocer a un hombre que dice que no es un héroe sino un humanista, pero eso es una obviedad al tratarse de la persona que estuvo más involucrada en El Genocidio, y que ahora rememora los hechos, donde también se culpa a sí mismo por no haber hecho lo suficiente y reclama al mundo, al ser traicionado por la misma ONU, e ignorado por el resto del mundo, especialmente El Vaticano, Francia y a Bélgica, que dieron la espalda a muchas personas; mientras que los EEUU tienen un momento para “lavarse la cara”
Todo da vergüenza, porque un puñado de blancos, Occidente, decidió que lo que sucedía en Ruanda “era una lucha tribal” como ya había sucedido en el pasado tantas veces; y por tanto “es un asunto interno”
Y por ello, el documental reconoce que la capacidad del mal es un componente humano.
Que bajo ciertas condiciones, poblaciones enteras pueden perder su humanidad y volverse locas; y con la locura a su alrededor, este General mantuvo su humanidad y apenas su cordura.
Una escena calve resume todo el filme y aquella durante la investigación de Ruanda, donde un Senador belga comienza a recriminar a Dallaire por la muerte de un par de pacificadores belgas, que según él, pudieron haberse salvado…
Me sorprendió absolutamente ver a este hombre justo y egocéntrico, pensando en la pérdida de 2 hombres, mientras que casi un millón fueron asesinados.
Y culpar a Dallaire, quien estaba discapacitado por La ONU, se negó a darle apoyo a un mandato, el de irse, eso aturde la mente; pues el General tuvo que rogar incluso por los suministros más básicos, y no obtuvo respuesta.
Así las cosas, esta película reafirma por qué la realización de películas documentales es tan importante, porque los documentales no solo cuentan una historia; cuentan una historia real, una historia humana; y ayudan a arrojar luz sobre los triunfos humanos y las tragedias humanas, pero incluso aquellos que sienten que Dallaire es la figura del fracaso, de una misión ya de por sí fracasada, reconocerán que él sí se quedó cuando podría haberse ido fácilmente, como todos los demás hicieron.
Y sorprende cómo los países que se levantan y condenan El Holocausto, que llamaron a Irak y Afganistán “centros de maldad que deben ser invadidos y liberados”, parecen permanecer tranquilos, y permitieron que El genocidio ocurriera, y repetidamente en África y en el resto del mundo.
Por tanto, “El diablo al que se estrechó la mano, fue a Occidente”
RECOMENDADA.



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