Das Blaue Licht

Terminando de ver “Das Blaue Licht” (1932) de Béla Balázs & Leni Riefenstahl con Leni Riefenstahl, Mathias Wieman, Beni Führer, Max Holzboer, Martha Mair, Franz Maldacea, entre otros.
Película de fantasía y suspense alemana, donde toda la historia está encerrada en un “flashback” sobre una mujer que es marginada por el pueblo por defender una montaña llena de gemas preciosas.
El título se traduce como “La Luz Azul” debido a que la protagonista vive en esa montaña, cuya cumbre brilla de luz azul por las noches de Luna Llena, y que los habitantes del pueblo, temerosos, creen que ella es una bruja.
Con guión no acreditado de Carl Mayer, basado en una leyenda del mismo nombre, compilada por los hermanos Grimm en 1810, y luego popularizada por los nacionalistas pre-hitlerianos de la década de 1920; se encasilla dentro del “Bergfilm”, algo así como “cine de montaña”, según algunos, es a los alemanes lo que el western a los estadounidenses; donde en un período de tiempo en que un “ethos pangermánico” estaba barriendo el país, era muy probable que el público estuviera familiarizado con la antigua leyenda y, en consecuencia, esperaba que la película lo siguiera de cerca; sin embargo, la película comparte muy poco con la leyenda original; y eso le cobra factura, porque la historia no es muy sólida, divaga por momentos, y en ocasiones uno no sabe en qué lugar de la historia se encuentran los personajes, de ahí no es extraño que haya sido recortada y reditada en múltiples ocasiones.
Pero destaca desde lo técnico, siendo una de las primeras películas de sonido filmada completamente en locaciones, innovadora en ese momento, y a pesar del sonido, no abundan los diálogos, ni tampoco son especialmente necesarios, pues lo determinante son las imágenes del espectáculo grandioso de la naturaleza, que tiene relación con la proximidad cronológica y conceptual de la autora con el cine mudo, donde los actores se expresaban mediante la postura y la expresión facial.
Por tanto, el filme es pura belleza pictórica, que concierne al tratamiento legendario y místico, de gran belleza en los paisajes naturales, mostrados por las innovaciones derivadas de los intereses etnográficos y antropológicos de la directora, con la hermosísima fotografía, especialmente en relación con los efectos de luz, el empleo equilibrado de los planos y el virtuosismo en el manejo de la cámara, puede parangonarse como las mejores realizaciones alemanas del turbulento periodo de entreguerras.
Se dice que la estética de la película, particularmente la descripción de la naturaleza, llamó la atención de Adolf Hitler, y posiblemente contribuyó a su decisión posterior de encargar a Riefenstahl que hiciera películas de propaganda para él.
El filme constituye, pues, la deslumbrante presentación de Leni Riefenstahl como realizadora, en donde ella misma encarnó, con notables dotes interpretativas, a la protagonista, que obnubila con su inocente, hermosa y salvaje presencia a todos los demás personajes.
Nunca el inicio de la leyenda ha quedado mejor retratado.
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