Gruppo di famiglia in un interno

Terminando de ver “Gruppo di famiglia in un interno” (1974) de Luchino Visconti con Burt Lancaster, Silvana Mangano, Helmut Berger, Claudia Marsani, Stefano Patrizi, Elvira Cortese, Dominique Sanda, Claudia Cardinale, entre otros.
Drama italiano, y penúltima película de Visconti después de sufrir un derrame cerebral en 1972; es fiel a su obra:
Un retrato intimista de la decadencia de la aristócrata, que en este caso, gira en torno a un profesor de EEUU que vive en un Palacio en Roma, y una Marquesa le alquila el piso de arriba para su amante alemán, al tiempo que la hija y el novio de esta, serán visitas constantes; por lo que la historia sacará los trapos sucios de todos, así como se mostrará la política y la sociedad de la Italia de esos días; donde nadie sale como ganador del desencantado análisis. Paradójicamente, el amante es el único que consigue acercarse verdaderamente al Profesor, y entablar con él una relación casi filial.
Como dato, El Profesor es un coleccionista de “piezas de conversación”, pinturas inglesas del siglo XVIII, del retratista Arthur Devis, que documenta a las clases medias de Inglaterra y al “gentry” regional del siglo XVIII.
El film, es un retrato crepuscular de la incapacidad del intelectual coherente de hacer frente a su grupo social, y de adaptarse a un mundo de valores culturales banales.
Visconti se veía muy reflejado en ese retrato, aunque el personaje protagonista era un trasunto del crítico de arte Mario Praz, que como el protagonista, vivía en un Palacio y vio alterada su tranquilidad por la llegada de unos jóvenes y caóticos inquilinos.
El realizador, con su exquisito gusto por la elegancia, por los decorados recargados y barrocos, evoluciona un espléndido melodrama, inundado de ambigüedad moral; un reflexivo estudio sobre el implacable paso del tiempo, sobre la inevitable sombra de la muerte, sobre las complicadas relaciones y la desestructuración familiar; sobre los amores platónicos, sobre la represión sexual, sobre los recuerdos que se alejan en la memoria, sobre el arte, el desprecio, y sobre todo, sobre seres contradictorios, matizados, frágiles, con carácter, típicos del ideario “viscontiano”
Del reparto, todos los actores son de diferentes nacionalidades, destacando Burt Lancaster en el papel del citado Profesor sin nombre, que recuerda al Profesor Aschenbach de “Morte a Venezia” (1971), y como éste, se ve turbado ante la belleza y la juventud en la última etapa de su vida, por lo que asistimos a, cómo la soledad, la búsqueda de la juventud y el miedo a la muerte, afecta por igual a un hombre de ciencia y a la más vulgar de las aristócratas.
El resultado, es una película rodada en un único set, y con una iluminación siempre tenue a oscura; de ritmo lento y profundo, pero menos pedante y pretenciosa que obras anteriores.
Silvana Mangano es un rayo de luz, un torrente de visceralidad, poderosa, racial bella, impetuosa, elegante, despótica, manipuladora, y colosal; y Helmut Berger resulta una presencia turbadora, como Tadzio, bello y resplandeciente, y encarna su personaje con intensidad, con un arco de desarrollo gradual fascinante.
Pero el filme peca de no contar casi nada para el espectador medio, y es que Visconti quiso a través del personaje de Lancaster, examinar la posición, responsabilidad, las ilusiones y los fracasos de los intelectuales de mi generación.
Sin embargo, la vaguedad de lo expuesto, la superficialidad de sus propósitos y la efectista conclusión, rebajan el interés general del film; aunque el final es bastante hermoso y poético.
Nos queda que “el dolor es tan precario como cualquier otra cosa”
RECOMENDADA



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