The Road

Terminando de ver “The Road” (2009) de John Hillcoat con Viggo Mortensen, Kodi Smit-McPhee, Charlize Theron, Robert Duvall, Guy Pearce, Molly Parker, entre otros.
Drama post apocalíptico, basado en la novela homónima de 2006, galardonada con el Premio Pulitzer 2007, del escritor Cormac McCarthy.
La acción tiene lugar en el año 2019, y tras un misterioso cataclismo, padre e hijo deambulan en el descampado, en buscan de un lugar para asentarse, sobreviviendo al hambre, la locura, a los bandidos y al canibalismo; donde los nexos sociales se desvanecieron, luchando contra la psicosis, la desolación y la paranoia.
Es una historia de amor y sacrificio paterno-filial, y una reflexión del principio “homo homini lupus” que nos da al menos 3 opciones:
Convertirte en predador, llamando al instinto animal; abandonar la lucha por sobrevivir y matarse; o tratar de mantener a la esencia humana.
Lo mejor de la propuesta es la ambientación, con grandes momentos inquietantes y de suspense, que toma lugar en exteriores, aunque se note el CGI para mantener una atmósfera desolada y tétrica.
Pero en esencia es una reflexión sobre el fin y los principios.
Pero también cuestiona al espectador en:
¿Por qué dar un paso al frente, cuando el horizonte no revela más que un gris desierto de muerte y devastación; cómo ser humano, cuando la humanidad ha dejado de existir; qué hacer cuando ya no hay nada que hacer; cómo vivir estando ya muerto…?
Como dato, nadie tiene un nombre específico/personal, solo el viejo dice llamarse Ely, tal vez en alegoría a la sabiduría del pasado, pues todo el filme tiene muchas metáforas. Del reparto, siempre se agradece la aparición del gran Robert Duvall, con personajes clave en la historia; Viggo Mortensen hizo un gran trabajo físico, además de gestual, pues vive realmente su personaje y Kodi Smit-McPhee, tiene una gran química con Mortensen, aunque a veces resultó irritante.
Como dato, en la novela ni en la película, el origen del cataclismo jamás es determinado; aunque se sugiere una guerra nuclear mundial, o una catástrofe geológica/volcánica.
Los cineastas no se detiene a explicarlo, para poder de ese modo, jugar más con las dinámicas, sobre la culpa o la falta de ella por la situación, y mantienen el foco en, cómo el hombre y el muchacho, intentan sobrevivir en los ajustes del mundo que les ha tocado enfrentar.
Pero eso mismo le cobra factura: si toda la vida vegetal está muerta, la vida humana pronto la habría seguido; al no saberlo, jamás podrían beber agua, posiblemente contaminada, no andarían sin algo que les cubra la boca, oídos y orejas para evitar cualquier infección.
La ceniza evidencia que algo se quemó, pero hay muestras de plástico y tela que están tal cual… por lo que no es creíble en un panorama abierto en posibilidades de causas.
En la metáfora, los árboles quemados recuerdan a la incineración misma de un cadáver, por lo que se sugiere que la naturaleza está muerta, así como las aguas y el aire mismo.
¿Entonces, cómo salen?
No les queda mucho tiempo de vida ahí afuera; por lo que el ambiente sugiere que se queman las ilusiones y las esperanzas.
Otro detalle, es que a pesar de ser supuestamente privados de alimento, ninguno de los personajes principales, ni la mayoría de los personajes menores, parecen mostrar signos de desnutrición.
Padre e hijo tienen todos sus dientes visibles, sus estómagos no están distendidos, y parecen tener una gran cantidad de energía para viajar a pie largas distancias; además que la cantidad de personas que se encuentran en el camino, es absurda; aunque sin ellos no llamarían a la lección de humanidad.
En síntesis, es una cinta fría y conceptual, sin ternura humana, y con escasa intensidad dramática; un análisis humanista de nuestra sociedad con personajes siempre al borde del precipicio moral, que peca en su excesiva corrección, pues la violencia sucede más fuera de campo que de manera visible; sin embargo resulta cruda, desasosegante, y en algunos momentos, profundamente nihilista, con escenas brutales como las del sótano; de cómo el padre muestra al niño cómo matarse; o la coca cola una metáfora al consumismo, símbolo de la civilización devastada.
El final, trata incomprensiblemente de dulcificar una situación desgarradora, sacándose de la manga la milagrosa aparición de una familia que actúa de elemento renovador de la esperanza, y se aprecia esto con los créditos finales, donde escuchamos los sonidos de los niños jugando… lo que el mundo debió haber sido en tiempos más felices; pero ojo que, cuando empiezas a soñar con cosas buenas, es que deberías preocuparte.
Final abierto.
RECOMENDADA



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