La Grande Illusion

Terminando de ver “La Grande Illusion” (1937) de Jean Renoir con Jean Gabin, Erich von Stroheim, Pierre Fresnay, Marcel Dalio, Dita Parlo, Jean Dasté, Julien Carette, entre otros.
Película francesa anti bélica por antonomasia, que dejó huella en el género desde el día de su estreno; y ha servido de inspiración a muchas obras posteriores; que aglutina en su metraje grandes dosis de humor, drama, romance, e incluso un fascinante análisis sobre el honor y el sinsentido de la guerra; recurriendo a la exaltación de los valores humanos, frente al odio en que se basa cualquier todo bélico.
Hoy es considerada la primera de las obras maestras del cine francés. Sobre el marco histórico, Renoir usó La Primera Guerra Mundial como una lente a través de la cual examinar a Europa al enfrentar el creciente espectro del fascismo, especialmente en la Alemania nazi y el inminente acercamiento de La Segunda Guerra Mundial; por lo que fue “enemiga cinematográfica Nº1” por El Ministro de Propaganda alemán, Joseph Goebbels; sin embargo, en EEUU estuvo nominada al Premio Oscar como Mejor Película, convirtiéndola en la primera de habla no inglesa en ser nominada en dicha categoría.
El título de la película proviene del libro “The Great Illusion”, del periodista británico, Norman Angell, que sostenía que “la guerra es inútil debido a los intereses económicos comunes de todas las naciones europeas”
La perspectiva de la película, es generosamente humanista para sus personajes de diversas nacionalidades; por lo que sigue especialmente a unos prisioneros franceses, mientras pasan el tiempo en una prisión alemana de la mejor manera posible, siempre con la ilusión de escapar.
La historia es casi una comedia en tiempos bélicos, por lo que la amenaza no se siente ni se muestra en su crudeza, muy probablemente por la fecha de la producción, que trata así el tono más “amable” para llegar a una audiencia más general; por lo que al final, a partir de la última hora es donde la trama toma más seriedad.
Y es que es una película de guerra sin ninguna representación de la batalla, tan pacifista que no muestra ningún tipo de combate sangriento; en cambio, el campamento de prisioneros de guerra se usa como un espacio en el que los soldados de muchas naciones tienen una experiencia común; y en el fondo, es una historia de amistad, de camaradería, que examina las relaciones entre diferentes clases sociales en Europa, la cuestión del antisemitismo; con la idea de que la valentía, el honor o el deber de un hombre común, pueden tener un impacto en un gran evento. Se crítica a la política e ideología contemporáneas, celebra la humanidad universal que trasciende las fronteras nacionales y raciales; y el nacionalismo radical, sugiriendo que las experiencias comunes de la humanidad, deberían prevalecer sobre la división política y su extensión, la guerra; y de manera muy vanguardista, la aceptación o cuanto menos un no-rechazo de la homosexualidad, como relación entre hombres en situaciones excepcionales.
Del reparto, todos caen el estereotipo, que junto a la comedia en la mayoría de las escenas, le cobra factura para sobresalir como un filme importante sobre la contienda.
Pero si hay que destacar a uno, sería a Erich von Stroheim, como el antagonista con un sentido ambiguo, y no tan malo como debería, pero con una presencia en pantalla notable; y como dato, la niña que hizo de Lotte, nunca vio la película, pues murió de gripe semanas antes del estreno.
Atención a la escena de “La Marseillaise” que utilizaría “Casablanca” (1942) de una mejor manera; "Stalag 17" (1953); o el plan de escapar de “The Great Escape” (1963) y el grupo de prisioneros que recuerda “The Dirty Dozen” (1967) por la comedia, etc.
Nos queda que “las fronteras son una invención de los hombres; la naturaleza no da bocinazos”
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