Where The Day Takes You

Terminando de ver “Where The Day Takes You” (1992) de Marc Rocco con Laura San Giacomo, Dermot Mulroney, Sean Astin, Balthazar Getty, Will Smith, Kyle MacLachlan, Christian Slater, Adam Baldwin, Alyssa Milano, David Arquette, Lara Flynn Boyle, entre otros.
Drama y crítica social sobre un grupo de jóvenes de la calle, y adolescentes fugitivos tratando de sobrevivir en las calles de Hollywood.
La historia está basada en la experiencia del guionista Michael Hitchcock, cuando trabajó en un refugio para adolescentes fugitivos en Hollywood, donde logró conocer la consecuencia de los peligros de la calle, la violencia, las drogas, la prostitución, las armas, etc.
De la dirección, el relato está contada de manera episódica, tomando de base una entrevista al personaje principal, y haciendo cortes en “flashback” para conocer las diversas historias que lo tienen a él en común con un grupo de jóvenes.
Ese estilo narrativo le pasa factura a la producción debido a que muchos personajes quedan por fuera, y no se vuelve a saber de ellos a discreción del guión, como sucede con el personaje de Will Smith, el único que está 100% trabajado desde la caracterización, pues los demás siempre mantienen la buena salud aparente, muy a pesar que se pasan drogas, se prostituyen o vivan debajo de un puente.
Aquí no se muestra ese sentimiento de soledad, desamparo y necesidad, sino más bien, parece un grupo de revoltosos que quieren todo fácil, tragarse el mundo, no crecer y jamás trabajar.
Sin embargo, con el bajo presupuesto de la producción se logró reunir un elenco de estrellas en ascenso y con un currículo de vida muy particular; de quienes se dijo, trabajaron contra el consejo de sus agentes por un pequeño salario, y se prepararon para sus papeles al pasar días con fugitivos adolescentes reales en el distrito de Hollywood.
La película funciona porque es amena y estimable, pero no hay desgracia dramática, más por la esperada como si fuera una bola de nieve, lo que la hace previsible, y no tarda en arruinarse y caer en un mar de tópicos, moralina barata y lugares comunes, como el sacrificio del líder, el estereotipo de los personajes, etc., donde el tratamiento moral de las acciones brilla por su ausencia, pues desconocemos cómo y por qué llegaron hasta allí.
Si bien la historia aparenta dureza y rebeldía, no lo logra porque se contiene en mostrar lo que se quiere prevenir, y se mantiene en su tufo conservador y domesticado, muy probablemente para llegar a la TV, y por ello se opta en muchas ocasiones por suavizar su contenido por lo que al final, todo se monta dentro de los forzados límites.
Hay escenas buenas, dentro de lo episódico, como la secuencia final en la estación de autobús, ya que contextualiza de manera perfecta el personaje de Dermot Mulroney.
Del reparto destaca por ser la primera película de Will Smith, en una historia muy aclamada por la crítica en su momento, pero su personaje dura solo unos minutos en pantalla.
Dermot Mulroney está bien como el personaje principal, y uno no se espera el giro que da debido a las grabaciones de las entrevistas.
Sean Astin como un adicto a varias drogas, no está muy bien trabajado su personaje, pues es demasiado “dulce” para un drogadicto, y uno no se lo cree, pero se aprecia que busque darle un giro a su carrera con personajes oscuros.
Y Balthazar Getty como Little J, como un joven agresivo al que no le importan las reglas, y que llega a los límites de venderse por nada, es el mejor personaje de todos y el único que logra la “redención” aunque el final es ambiguo, pareciera que no hay vuelta atrás, pues sin padres, no hay reglas, y estos brillan por su ausencia.
Si quieren ver cine de realidad, les recomiendo el cine de Larry Clark.
Nos queda la canción de Buffalo Sprinfield que resume toda la película, pieza que inicia y acaba el relato de manera circular, como la vida misma:
“Stop what's that sound, everybody look what's going down”
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