Into The Inferno

Terminando de ver “Into The Inferno” (2016) de Werner Herzog con Clive Oppenheimer, Tim D. White, Adam Bobette, Yun Yong Gun, James Hammond, Kampiro Kayrento, Mael Moses, entre otros.
Documental #28 de NETFLIX, que no es particularmente informativo; no es un documental sobre volcanes, pero hay que tener en cuenta que se trata de un documental de Werner Herzog, por lo que no está tan interesado en los hechos acerca de los volcanes, sino en lo que los volcanes pueden decirnos sobre nosotros mismos, y como especie.
Por tanto, Herzog retoma esta relación entre el hombre y los poderes de la naturaleza, esta vez para mostrarnos a los volcanes como nunca los habíamos visto; y se unió al vulcanólogo, Clive Oppenheimer, de la Universidad de Cambridge, y autor del libro “Eruptions That Shook The World” (2011), que sirvió de inspiración para la película, para viajar a Indonesia, Islandia, Etiopía, incluso ha conseguido permiso para rodar en El Monte Paektu, en Corea del Norte; con el fin de “entender la relación entre el hombre y las maravillas más violentas de la naturaleza”
Él encuentra que el volcán es misterioso, violento y maravillosamente hermoso, y nos instruye que “no hay uno solo que no esté conectado a un sistema de creencias”
La inconfundible voz de Herzog, anuncia que “es difícil quitar la mirada del fuego que arde debajo de nuestros pies”, y la cámara se interna en el torrente de fuego.
Además de aprender sobre las erupciones prehistóricas y diversas baratijas sismográficas, nos introducimos al folclore, a los cultos, a los espíritus ancestrales, las profecías del Día del Juicio Final, y los cultos políticos de la personalidad.
En Etiopía, por ejemplo, un volcán cercano es la clave para encontrar fósiles de homínidos del Paleolítico, el más raro de los fósiles humanos; mientras en Corea del Norte, el feroz patriotismo de la región está relacionado con su volcán local, donde los líderes Kim Il-sung y Kim Jong-il, estuvieron de pie, mostrando orgullosamente a su nación que eran fuertes y resistentes frente al vitriolo exterior, el mítico volcán donde se forjó la resistencia contra la invasión japonesa.
¿Qué tiene que ver esto con los volcanes?
Todo parece que debería haber sido dejado para un documental diferente, pero, como he dicho, a Herzog le gusta mezclar las cosas y encontrarles una relación.
Este es un documental muy personal sobre la naturaleza violenta y descompensada de los volcanes, puesta en relieve por las historias indefensas y delirantes que las comunidades primitivas crean sobre ellas.
Por lo que Herzog habla un poco acerca de una pareja que eran fotógrafos volcánicos: Katia & Maurice Krafft, que murieron junto a 40 periodistas que también cubrían las erupciones del Monte Unzen, y fallecieron a causa de un flujo piroclástico, el 3 de junio de 1991, en Japón.
Que se hubiera centrado en Maurice y Katia, el documental hubiera tenido más solidez, pues divaga en muchas historias que solo tienen conexión con los volcanes; mientras que los Krafft me parecieron interesantes, y de ellos se habla poco:
Ellos fueron conocidos, siendo los pioneros en fotografiar y filmar volcanes, a menudo a 30cm de distancia de la lava.
Maurice, fue famoso por decir en el video justo el día antes de su muerte que “nunca tengo miedo, porque he visto tantas erupciones en 23 años, que aunque mañana muriera, no me importaría”
Eso hubiera dado más en la diana que Herzog siempre anda buscando en sus documentales.
Pero aquí dice combinar un acercamiento científico con una intención de perseguir el lado mágico, con un espíritu entre didáctico y filosófico, donde los testimonios de los expertos en la materia, y de líderes de los pueblos originarios que adoran en sus rituales y creencias a los volcanes, y la belleza inconmensurable de las panorámicas obtenidas en muchos casos con drones, le permiten al film, transmitir una mezcla de sensaciones que van de lo melancólico a lo surreal.
Las fuerzas de la naturaleza fascinan, pero también generan pánico, belleza y terror.
Así Herzog superpone su marca registrada:
“El hombre como nada, pero sometido a las fuerzas indiferentes de la naturaleza”, donde la sutileza es el tema a desarrollar a lo largo del metraje, hasta el final, donde se presenta en su totalidad, con nada menos que una especulación apocalíptica sobre volcanes, que aniquilarán al planeta en una erupción sincronizada…
Respeto la visión de Herzog de que “el hombre es un organismo inútil, indefenso y engañado a merced de las fuerzas objetivas y desconsideradas de la naturaleza”, pero eso no es más que un reflejo de su visión personal sobre la humanidad y la naturaleza.
No es inspirador, es particularmente original, y más bien es una idea oscura y nihilista.
El mundo es hermoso como peligroso en cuanto a su poder natural, pero estamos inextricablemente unidos, nos apoya y proporciona esta increíble experiencia llamada vida humana, por lo que hay que defender al medio natural, ese debió ser su mensaje final, pero no fue así.
Por último, la banda sonora grandilocuente de Verdi, Vivaldi y sobre todo los cantos de los monjes de una iglesia de Kiev, hacen su trabajo junto a las impactantes imágenes y la narración inconfundible de Herzog.
Y de hecho, Herzog captura algo prehistórico con este documental; en medio de nuestra Era Digital que a menudo nos engaña a creer que hemos conquistado a la naturaleza, vuelve al hombre una vez más tan increíblemente pequeño y frágil contra las fuerzas térmicas eternas, en contraste de La Tierra; y nos recuerda que aún hoy, con todo el progreso tecnológico, seguimos siendo insignificantes contra las poderosas fuerzas naturales.
“Memento Mori”, decían en La Edad Media, “recuerda que tienes que morir”
Lo que adoramos puede destruirnos.
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