Fifty Shades Darker

Terminando de ver “Fifty Shades Darker” (2017) de James Foley con Dakota Johnson, Jamie Dornan, Bella Heathcote, Kim Basinger, Eric Johnson, Rita Ora, Marcia Gay Harden, entre otros.
Drama erótico y secuela del filme “Fifty Shades Of Grey” (2015), de la tetralogía basada en la novelas de la británica, E.L. James, en la que Grey sigue explorando sus demonios interiores, y Anastasia confronta sus sentimientos y confusión sobre su relación con el atractivo millonario, un tipo misterioso, lleno de secretos.
La historia esta vez va más orientada al “thriller” erótico con la nueva dirección en sustitución de Sam Taylor-Johnson, que también tiene nuevo guionista, Niall Leonard, marido del escritora, y tratan de introducir algo de intriga y tensión, con más melodrama alrededor de “las sombras” a las que hace referencia el título, donde brilla la aparición de la mujer que enseñó a Christian todo lo que hay que saber sobre sumisión y sadomasoquismo, pero el enfrentamiento entre ambas se queda limitado a una cuestión de celos; mientras algo más oscuro lo desarrolla el jefe de Anastasia, un acosador sexual que al final se revela por donde irán los tiros en el desenlace de la trilogía.
La película es mojigata, hasta bien se podría decir que MIENTE al espectador, porque se vende como un “filme erótico con escenas explícitas, llenas de elementos que involucran:
Disciplina, dominación y masoquismo”, vamos, es BDSM, si alguien no ha visto porno en Internet, pues verán que un video de esos, es lo que debería de mostrarse; pues todo aquí huele a mucho perfume, donde los personajes deberían ser realmente oscuros; porque este es un filme sobre sexo, no sobre amor; por lo que la historia debió ser más arriesgada, audaz si se quiere… porque resulta IMPOSIBLE, que un hombre se excite por BDSM y ¡NO MUESTRE NI SIQUIERA UNA ERECCIÓN!
Aunque sea a través de la ropa. Pero el morbo llega en polvos mal rodados, y con ropa, lo que resulta más vulgar en el término más peyorativo posible, y se mete demasiado pudor en un relato en el que hay un “cuarto rojo” que por descuido se mantiene abierto para la sirvienta más fisgona.
Pero la historia no acaba ahí, ahora meten a un tipo sexualmente perturbado, que sabe de las “deviaciones” del millonario…
¡Qué rápido se saben las manías íntimas en Seattle!
Al tiempo que meten a una cabra loca, que es el reflejo de lo que puede llegar a ser Anastasia, una “perra adiestrada”
Por cierto, ¿Cuántas mujeres sometidas por Christian hay?
Y por último, Mrs. Robinson, que la GRAN Anne Bancroft se revolvería en su tumba. Ni hablar de los giros intermedios, como todo el pastel romántico, la cabra loca, ¿La madre y los cigarros? y “el accidente de helicóptero”
Del reparto, la pareja protagonista, por muy guapos los 2, ser bonito no es suficiente para actuar y dar un buen rendimiento.
Ambos se ven aquí, muy mayores para una trama más orientada a adolescentes que experimentan con el sexo.
Dakota Johnson se ve demasiado puritana/santa, cuando no lo es; igual Jamie Dornan y esos juegos de seducción que se verían mucho mejor en una jovencita como Elle Fanning, pero los censores hubieran puesto el grito en el cielo.
Aunque Kim Basinger da la talla, y siempre es un gusto verla, aunque le cueste parpadear por tanta cirugía que se hace difícil valorarla, además que su metraje, debió jugar más, es muy corto. Bella Heathcote como la cabra loca adiestrada… ni le dio tiempo de respirar, un personaje meramente anecdótico que debió ser mejor desarrollado.
Eric Johnson como Jack Hyde, ya dijo todo con el apellido… y será quien tendrá la batuta del desarrollo de la parte final de la historia.
Por último, Marcia Gay Harden, un gusto verla actuar, pero siempre con un papel satelital.
Como verán, la película es predecible, aburrida, melodramática… tanto que si quitan las escenas sexuales, bien puede ser proyectada en matiné.
El logro de la secuela, además de lo único rescatable, la hermosa fotografía; es meramente económico, porque la curiosidad era ver hasta dónde llegarían los nuevos, director y guionista que, al ser hombres, y no mujeres, no arriesgaron NADA.
De ahí la taquilla: $378.8 millones de un presupuesto de $55 millones.
Por tanto, el viaje de 2 horas fue como “deslizarse en una sombra más oscura” pero con las luces puestas.
NO RECOMENDADA



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