Amadeus

“El hombre… La música… La locura… El asesinato… La película…
Todo lo que has oído es verdad.”

Prácticamente desde los primeros años de vida del cine, se pueden encontrar numerosos biopics a lo largo de su historia.
No son pocos los analistas que han mantenido encendidas discusiones teóricas acerca de si el biopic debe ser considerado un género en sí mismo.
Se trata de una polémica que ha perdido su vigencia en los últimos años, habida cuenta de que las barreras entre géneros parecen difuminarse a pasos agigantados.
En cualquier caso, numerosos directores de todo pelaje han sucumbido alguna vez a la tentación de traspasar a imagen fílmica, la vida y milagros de un personaje de importancia histórica, o al menos algunos de los momentos más relevantes de su biografía.
Biopics los hay de todas clases.
Los más comunes son aquellos que ensalzan la figura del personaje referente, hasta el punto de pasar por alto algunos detalles “escabrosos” que podrían enturbiar la hagiografía que tratan de vender.
Existe, en fin, una variante del biopic en la que el personaje aludido no es más que una excusa para abordar determinados aspectos de las relaciones humanas.
Aquí sin duda el maestro es Miloš Forman con Amadeus.
Que no estamos ante una minuciosa reconstrucción histórica de la vida del compositor Johannes Chrysostomus Wolfgangus Theophilus Mozart, conocido como Wolfgang “Amadeus” Mozart, debería quedar claro con el propio título de la película.
En lugar de bautizar la obra como “Mozart” a secas, Forman utiliza un nombre por el que el compositor fue conocido.
No se trata de un ninguneo gratuito, porque no es Mozart el motor de la historia.
Amadeus está narrado desde el punto de vista de Salieri, su mentor y enemigo en la sombra, y sus recuerdos están barnizados con capas de rencor, celos y odio.
Mozart no fue nunca tan infantil ni descerebrado.
Si aparece así en el filme es porque la visión de Salieri le demoniza, le retuerce y deforma a voluntad, porque es la única victoria moral que puede obtener sobre él.
A Forman no le interesa lo más mínimo si lo narrado se ajusta a la veracidad histórica, o si Salieri tuvo realmente algo que ver en la muerte de Mozart.
En realidad, la relación entre ambos artistas es el verdadero “leitmotiv” de la película.
De una parte Amadeus, que profesa una fe ciega en Salieri, pero también un cierto desdén por su obra, que considera propia de un músico decididamente menor.
De otra Salieri, que a lo largo del filme pasa por un auténtico calvario personal, al no poder conciliar las sensaciones tan contratadas, de odio y admiración, que le provoca el joven músico.
Amadeus es un estudio sobre las pasiones humanas: la frustración de no poder llegar a ser aquello por lo que se ha luchado toda la vida; la impotencia que da sentirse torpe ante la llegada de alguien mejor que consigue eclipsarte por completo; la envidia insana que genera ser arrojado como un juguete viejo cuando se ha dejado de ser el objeto de atención.
Richard Wagner conceptuó la ópera como la obra de arte total, ya que ella se amalgamaban la música, el teatro, la danza y el arte de la forma y el color.
Yo por mi parte, salvando las distancias con tan insigne compositor, opino lo mismo aplicado a esta película que ocupa estas líneas.
Me es difícil apartar la historia de los hechos reales, como reflejo de mi ETERNA admiración por el compositor austriaco, por tanto trataré de hilvanar el comentario, con la intención del director y los hechos acometidos en Amadeus.
Amadeus es una película estadounidense del año 1984 dirigida por Miloš Forman para The Saul Zaentz Company / Orion Pictures; donde se narra la vida del compositor austriaco Wolfgang Amadeus Mozart (Salzburgo, en la actual Austria, 27 de enero de 1756 / Viena, 5 de diciembre de 1791) desde el punto de vista de su más conocido rival, el también compositor Antonio Salieri.
La película está basada en el guión escrito por Peter Shaffer, basado en su propia obra de teatro "Amadeus".
Hay recalcar que la supuesta rivalidad es una adaptación literaria al guion cinematográfico y no se basa en hechos históricos.
Está protagonizada por un ENORME F. Murray Abraham (Antonio Salieri), Tom Hulce (Wolfgang Amadeus Mozart), Elizabeth Berridge (Constanze Mozart), Simon Callow (Emanuel Schikaneder), Roy Dotrice (Leopold Mozart), Christine Ebersole (Caterina Cavalieri), Jeffrey Jones (Emperador José II de Habsburgo-Lorena), Charles Kay (Conde Franz Orsini-Rosenberg), Patrick Hines (Kapellmeister Giuseppe Bonno), Nicholas Kepros (Arzobispo Colloredo) y Jonathan Moore (Baron Gottfried Van Swieten), entre otros.
La música es de Wolfgang Amadeus Mozart, por Sir Neville Marriner dirigiendo brillantemente a la Academy Of Saint Martin In The Fields.
Como no podía ser de otra manera, tratándose de una biografía sobre un compositor, la música juega un papel fundamental.
Forman consigue engarzar las composiciones de Mozart en la trama de manera absolutamente fluida, natural.
Incluso las representaciones operísticas, que en principio podrían ralentizar el ritmo narrativo, están dotadas de una tremenda carga emocional.
Amadeus cuenta con una impresionante puesta en escena, un fastuoso diseño de producción de Patrizia Von Brandenstein, un fascinante montaje de Michael Chandler y Nena Danevic con una provocativa fotografía de Miroslav Ondricek.
Amadeus fue inicialmente una obra teatral escrita por el dramaturgo británico Peter Shaffer en 1979.
Fue estrenada en Londres, con Paul Scofield como Salieri y Simon Callow como Mozart.
En 1981, Miloš Forman asistió desencantado a la puesta en escena de Amadeus en Broadway.
Forman odiaba las películas y obras biográficas de músicos (las hallaba terriblemente aburridas).
Sin embargo y tras presenciar el primer acto, Forman se acercó a un nervioso Peter Shaffer (quien conocía la trayectoria de Forman y sabía que él se encontraba en la función) y emocionado, Forman le comentó:
“Si el segundo acto es tan bueno como el primero, haré la película”.
El resto, es historia.
Tanto Peter Shaffer como Miloš Forman trabajaron en conjunto durante cuatro exhaustivos meses en 1982, en la redacción del guión, aunque los créditos finalmente reconocen sólo a Shaffer.
El libreto teatral difiere en dos aspectos muy importantes para la película:
Salieri habla al público y no a un sacerdote (que puede significar el espectador) cuando narra su historia; y,
La ausencia de música.
Miloš Forman descubrió acertadamente mientras trabajaba el guión con Shaffer, que la versión cinematográfica contaba ahora con un tercer personaje:
La música de Wolfgang Amadeus Mozart (como Dios mismo).
Es curioso el uso que hace de la banda sonora, dejando de lado su función mero fondo subrayante para hacerla protagonista de ese proceso de creación que nos va mostrando (fascinantes todas las secuencias en las que vemos cómo compone Mozart; cruel el instante en que Mozart adapta la marcha que Salieri le ha dedicado, tras escucharla una sola vez).
Así, no es la imagen la que nos hace testigos, sino la música la que se presenta y nos sienta en primera fila.
El teatro, por su naturaleza escénica, es limitado; el cine no, de manera que Amadeus ofrecía en su versión cinematográfica una gran oportunidad de ser dimensionada más ampliamente en el terreno visual y sonoro.
Así, Forman sugirió a Shaffer extender el guión, mostrando ahora escenas completas de las óperas y música de Mozart, para que éstas ilustraran y ahondaran aún más la intrincada trama, dando por resultado a una película con un guión sólido en texto y efectivo como espectáculo cinematográfico.
Pero Amadeus no es sólo un excelente compendio de las emociones humanas más subterráneas.
Forman también logró captar en el celuloide todo el barroquismo de la época en que tiene lugar la acción.
Amadeus fue rodada principalmente en Praga, la capital checa, que en palabras del mismo Forman:
«Conservaba el sabor del siglo XVIII gracias a la ineficacia comunista».
Viena también fue parte de los escenarios.
Las escenas de ópera se filmaron en el Teatro Estatal checo, el lugar en el que Mozart estrenó su ópera "Don Giovanni".
Las escenas del manicomio donde es ingresado Salieri se rodaron en el Museo De Las Armas de Praga.
Las escenas de palacio, en el Palacio del Arzobispo de Salzburgo, y el resto de imágenes en las calles de la misma ciudad.
Y, desde luego, sin palabras se queda uno cuando asiste a una película de tres horas que tiene una banda sonora compuesta por la mayor figura musical de todos los tiempos.
El placer que resulta escuchar su obra queda aún aumentado cuando la vemos puesta en escena, rodada con magnificencia por Miloš Forman.
Las representaciones de las óperas son momentos álgidos en el filme, con un tratamiento muy sensible de la iluminación y del color, con una sabia utilización de los planos y con la carga emocional que se les atribuye por lo que suponen en la vida de Mozart.
La perfección casi absoluta de la película está, además, envuelta en un diseño de vestuario.
Mientras que Mozart siempre va ataviado con ropajes blancos que evocan la pureza, Salieri parece un verdadero cuervo negro, encogido y malhumorado, y una recreación histórica barroca que deja al espectador sin aliento, y que Forman armoniza perfectamente con localizaciones en Viena y su sabiduría como director.
Un dominio que ha dotado a toda la película de un ritmo magnífico, infatigable durante las horas de metraje, de un aroma provocador y polémico tremendamente sugerente y de una espectacularidad visual que convierten a Amadeus en una pieza de orfebrería en la Historia del Cine, y un especial gozo absoluto para cinéfilos y melómanos.
Aunque se trate de la adaptación de una obra teatral, se agradece que este Amadeus se aparte del estilo convencional que suele abundar entre los “biopics” hollywoodienses, habitualmente edulcorados y políticamente correctos.
Amadeus corría el riesgo de caer en el ridículo, pues presenta a Mozart como una criatura infantil, inmadura y que roza el retraso mental, por no decir que lo alcanza de lleno, por su comportamiento y su ya emblemática carcajada, pero este detalle sirve magistralmente a Miloš Forman para justificar la envidia y la profunda ira que siente el personaje de Salieri, que en esos momentos es el músico preferido y más destacado de la corte.
Forman adapta el libreto de Schaffer, transformando un texto teatral en un acertado matrimonio Cine-Música pocas veces visto antes.
Música e imágenes deslumbran por la pantalla mientras los textos brillantes rebosan de humanismo y psicología.
El enlace de los diálogos a través de la música crean una armonía perfecta y poética entre las situaciones y la narración en off convierte la música en un tercer personaje (Mozart-Salieri-la Música).
La asociación que hace el director personificando a Dios con Mozart, y a Salieri con el mismísimo Diablo, envuelven la trama en una historia apasionante con una atmósfera envolvente, sin lugar a dudas, tan acertadamente contada y narrada que la convierten en una absoluta obra maestra.
Amadeus resulta así un brillante ejemplo de Cine-Música sin precedentes.
Hay que hacer notar que la intención tanto de Shaffer como de Forman no era hacer una biografía o documental sobre Mozart; por el contrario, la idea era crear una fantasía basada en un mito popular en los siglos XVIII y XIX (Mozart vs. Salieri) para así presentar el verdadero tema de la obra: el hombre en contra de Dios.
La película así construye un gran mito que, para algunos seguidores de Mozart, fue incluso ofensiva y hasta se llegaron a realizar protestas por dañar la imagen de Mozart y convertirla de un genio musical a estúpido con suerte.
Protestas aparte, lo cierto es que Amadeus muestra a un Mozart cinematográficamente apasionante y efectivo.
El personaje de Salieri resulta tan sobrecogedor, tan humanamente odioso que se lleva todo el protagonismo de la película, gracias en parte a una interpretación soberbia e introspectiva de F. Murray Abraham en el papel que le ha valido el paso a la posteridad.
Salieri me recuerda lo que, al parecer, es la gente de Hollywood.
Es el hombre que cierra los tratos, un cínico, un chismoso, un entendido, un manipulador.
Domina la inmediatez del medio, el arte del sarcasmo y del odio, y los sirve como si fuera un plato de la más exquisita cocina.
La admiración mezclada con incomprensión y odio que Salieri siente por Mozart es el motor fundamental de esta admirable película, y los actores protagonistas ofrecen uno de los mejores duelos interpretativos que se han visto en una pantalla.
Tanto Tom Hulce (Mozart), como F. Murray Abraham (Salieri) hacen creaciones magistrales dándole la vuelta al inferior talento de su personaje frente al de Hulce.
F. Murray Abraham proporciona una de esas interpretaciones capaces de trascender el sentido mismo de lo narrado para convertirse en atemporal, inmortal.
Con un estilo de interpretación que conjuga a la perfección la técnica y la intuición, su composición de un Salieri acabado, amargado y arrepentido, ha pasado ya a la historia del cine.
Simplemente ENORME.
Es tan complejo e interesante el personaje de Salieri que llega a eclipsar la labor interpretativa de Tom Hulce, un Mozart muy convincente al que la crítica ha vituperado sin miramientos, en este sentido creo que el propósito de Salieri para con el público se ha cumplido, odiar a Mozart también.
Hablamos de un personaje que tan pronto demuestra una sensibilidad a flor de piel, que le hace llorar al leer partituras de Mozart, como estalla de celos al constatar su incapacidad para producir material a la altura del joven músico.
En realidad, es el odio hacia el genio el que alimenta a Salieri, pero también le consume hasta hacerle perder la razón.
Su esquizofrenia le hace acudir maravillado a las representaciones de las óperas de Mozart, para después hacer lo imposible para impedir que se sigan celebrando más pases de las mismas.
Ya al final de la película, una escena resume a la perfección la relación entre ambos personajes.
Un Mozart terriblemente enfermo dicta una partitura a un incrédulo Salieri, que se ve incapaz de seguir el ritmo del genio.
Del rencor inicial hacia el alocado artista pasa a la resignación, acabando totalmente maravillado del talento de Mozart.
El in crescendo de la psique de Salieri es admirable en Amadeus.
¿Necesita la genialidad aposentarse en seres igual de iluminados en todas sus facetas?
Por lo que se ve, no.
Antonio Salieri ve convertido su sueño al llegar a ser el músico de más éxito en Viena, la ciudad de los músicos y ser compositor de corte.
¿En qué consistía ser compositor de corte?
En ser el maestro de música e intérprete privado del emperador, es decir, era el compositor contratado para organizar y escribir los conciertos en el palacio y dirigir a los músicos de la orquesta puestos bajo su dirección.
En aquella época, los Habsburgo tenían todos fama de ser grandes amantes de la música y la mayoría de los miembros de esta familia de monarcas eran buenos intérpretes aficionados e invertían parte de su riqueza en fomentar la música.
Por eso Viena, a finales del siglo XVIII, se convirtió en la “capital de la música”, un centro cultural de referencia europea.
Pero un día llega a la ciudad un joven que cambiará todo para siempre.
Era sabido que a la edad de seis años, Wolfgang Amadeus Mozart ya era famoso como niño prodigio, al que su dominante padre llevaba por Europa haciendo trucos musicales para deleite de la aristocracia.
Ahora, a los veintiséis años, el joven Amadeus es bastante más que un mono de feria, se ha convertido en compositor y está deseoso de mostrar sus habilidades en Viena.
Salieri se entera de que va a dar un concierto en la residencia de su patrón, el Arzobispo de Salzburgo, y se apresura a asistir.
Esa noche la vida de Salieri cambiará totalmente.
«Todos los hombres son iguales ante los ojos de Dios»
El tema religioso en Amadeus es demasiado amplio, desde el punto de vista cinematográfico, Miloš Forman y Peter Shaffer ambientaron la película para que el tema fuese “El Hombre versus Dios”, que dicho sea de paso, es el punto de vista de Salieri, en donde toma venganza contra Dios, al no hacerlo genial musicalmente, cosa que vimos que ni la castidad y las continuas plegarias lograron; en cambio se esfuerza en bloquear a su divino en la tierra, al Ama Deus (amado por Dios) que es Mozart.
A tal punto, se hace creer que el mismo Dios no le permite a Salieri compartir esa genialidad y Dios mata a Mozart, evitando que un mediocre como Salieri pueda hacerse de las obras (específicamente el Réquiem) de Wolfgang.
De manera majestuosa personifica a la misma muerte sobre aquel hombre misterioso y encapuchado que resultó ser su gran enemigo, Salieri, destruyendo al mismo Dios "asesinado" por un mediocre.
Amadeus también plantea el cinismo de determinadas convicciones religiosas.
Salieri es un personaje religioso, en paz con el creador, al que le agradece su posición; es el músico mimado de la corte del Emperador José II de Austria.
Sin embargo, tras el revuelo causado por la llegada de Mozart, se quejará amargamente a su dios cristiano por dotarle de un verdadero amor hacia la música, pero no de las dotes para materializarla.
El creador no sólo le ha arrebatado su don, sino que ha incrementado su sensibilidad para apreciar el talento de su rival.
Salieri, ciego de ira, llegará a tramar un plan para vengarse de dios, destruyendo lo que él interpreta como creación divina.
Salieri, de adolescente, había hecho un pacto con Dios, a quien le entregaría su castidad y laboriosidad a cambio de hacerlo un músico tan famoso y brillante como Mozart, que era su ídolo.
Años más tarde, Salieri se convierte en el maestro de cámara del Emperador José II de Habsburgo, donde Salieri confiesa que era un modelo de virtud, de generosidad y un gran ejemplo para todos, que todos lo tenían en estima y el mismo Salieri se quería...
Hasta que él llegó.
Descubre que no es un gran hombre tocado por Dios, sino un hombrecillo infantil, sin modales, atontado y soñador que, sin embargo, es el más grande genio que la música dio jamás:
"La encarnación misma de Dios".
Salieri, siempre fiel y entregado a Dios, intenta con todas sus fuerzas aceptar al joven genio, tratando de descubrir cuál es la voluntad de Dios.
Pero a pesar de sus fervientes rezos para desechar de su mente los pensamientos contra Mozart, éste sigue haciéndole ver en cara el divino talento que posee.
La mente de Salieri empieza a torcerse, llena de envidia, y toma aquello como un auténtico reto que Dios mismo le ha mandado:
Mozart nació para enseñarle a Salieri que el genio no es resultado ni de la castidad, ni de los rezos, ni del espíritu religioso o de la inspiración, sino que es genio quien Dios decide que lo sea (una lección de humildad).
La guerra se inicia en ese preciso instante:
Salieri destruirá ahora a la creación de Dios: Wolfgang Amadeus Mozart, el amado por Dios («Amadeus»), y no descansará hasta borrarlo de la faz de la tierra.
Tal guerra entre Dios y Salieri toma pues a Mozart como su campo de batalla.
Luego de haber decidido la destrucción de Mozart para vengarse de Dios, Salieri se encarga de convertir la vida de aquél en un infierno.
Pero a pesar de todos sus intentos por destruirle, Salieri ve horrorizado cómo parece ir en favor de su joven enemigo, y como una tenebrosa ironía, lo que parece de Dios un ataque contra Salieri, despedaza también a Mozart.
Dios riéndose de Salieri en su rostro, destruyendo a su amado mientras Salieri se destruye a sí mismo.
Aunque el principio del fin para Mozart fue la muerte de su padre, Salieri ve esto como una terrible ventaja para vengarse de Dios de una vez por todas, y, en secreto, se disfraza de negro, con un traje que una vez Leopold había usado estando con su hijo.
Esto atormenta a Mozart de una forma inimaginable, pues ve a su propio padre en quien le encarga que escriba la misa de Réquiem.
A lo largo de la película hay regresiones hacia el pasado y el presente, con el viejo Salieri narrando la historia al padre Vogler, en la que Salieri admite, con dolor, cómo llegó a alcanzar el punto más infame de la envidia: encargar a Mozart una gran misa de muertos, para luego asesinarlo y robarle la obra, que vería la luz en el propio funeral.
La escena del dictado del “Confutatis” nos hace entender cómo durante todo este tiempo, a pesar de odiarlo con toda el alma, Salieri había sabido que Mozart era el más grandioso compositor jamás visto.
La película acaba con el frío entierro de Mozart en una fosa común y con el viejo Salieri, frente al ahora abrumado padre Vogler, comentando que fue Dios el que destruyó a ambos: a Mozart le arrebató la vida de manera horriblemente temprana, con el fin de dejar a Salieri vivir para atormentarle con la realidad: su música cae lentamente en el olvido mientras la de Mozart es jubilosamente reconocida, y el viejo Salieri autodenominándose el "Santo Patrón de los Mediocres".
La relación de rivalidad de Salieri hacia Mozart va mucho más allá de la mera envidia, pues se ve entrecruzada por una admiración, una pasión por la música que hace al villano de la cinta fomentar la genialidad de su competidor, porque no quiere privar al mundo del deleite de la composición de Mozart.
No quiere hundirlo, sólo siente impotencia al ver cómo su talento viene de la providencia y él no es capaz de alcanzarlo ni de destruirlo por ningún medio.
Esta parte de la película resulta mucho más interesante que los acontecimientos de la vida de Mozart, sus devaneos con el alcohol, las mujeres, una vida llena de excesos, a pesar del virtuosismo y la sagacidad narrativa.
Históricamente, ocurrió en los años alrededor de 1790 que Mozart, entonces en la cima de la fama, acusara a Salieri, cuya popularidad decaía, de plagio y de querer atentar contra su vida.
Según el historiador Alexander Wheelock Thayer, las sospechas de Mozart podrían tener origen en un episodio ocurrido diez años antes, cuando Mozart vio cómo Salieri le quitaba el puesto de profesor de música de la princesa de Wurtemberg.
Cuando la ópera de Mozart Le Nozze di Figaro, tuvo en principio un juicio negativo tanto del público como del propio emperador, el compositor acusó a Salieri del fracaso y de haber boicoteado el estreno («Salieri y sus acólitos moverían cielo y tierra con tal de hacerlo caer», comentará el padre de Mozart, Leopold, refiriéndose al primer fracaso de su hijo, fracaso sólo temporal, como demostrará más adelante el éxito de esta ópera).
Pero en aquella época Salieri estaba ocupado en Francia con la representación de su ópera Les Horaces, por lo que es improbable que realmente haya tenido la posibilidad de decidir a esa distancia el éxito o el fracaso de una ópera.
Mucho más probablemente (y siempre siguiendo a Thayer), quien debió de instigar a Mozart contra Salieri podría haber sido el poeta Giovanni Battista Casti, rival del poeta de la corte Lorenzo da Ponte, autor del libreto de Figaro.
Una confirmación indirecta de hasta qué punto esta disputa entre Mozart y Salieri pudo haber sido algo artificialmente montado está en el hecho de que, cuando en 1788 éste es nombrado Kapellmeister, en lugar de proponer para la ocasión una de sus óperas prefirió reeditar Le Nozze di Figaro.
Por otro lado, tenemos las figuras de los Masones, inclusive la ideología Illuminati, que indica que Mozart fue masón durante sus últimos años, e hizo sus últimas obras con recargos masónicos explícitos, ejemplo de ellos fue Le Nozze di Figaro, en donde la ideología masónica-iluminista considera que la nobleza no está necesariamente ligada a la alta clase social (los educados, la realeza, etc.) y que realmente se puede encontrar nobleza en las personas pertenecientes al último escalón de la sociedad, como sucedió con el personaje heroico, por decirlo así, de Fígaro en contrapunto al personaje del Conde Almaviva que es un noble y es el villano de la ópera.
Aquí vemos la lección de humildad que nunca vio Salieri en la película, ya que la envidia lo cegó por completo.
“Primero la música y luego las palabras”.
El tema religioso como tal, está muy ligado al mito de la muerte de Mozart, mucha gente habla de conspiraciones:
Una de ellas gira en torno a que el compositor revela demasiados secretos masónicos en sus óperas, especialmente en Die Zauberflöte, y que fueron los masones quienes acabaron con su vida.
Otra gira en torno a los problemas con el Arzobispo Colloredo que nunca se sintió cómodo ante las faltas de Mozart en la corte, en fin esa son puras conjeturas.
Nada de eso ha sido probado con certeza.
Y en todo el metraje vemos como Salieri arremete contra Dios, etc.
Amadeus está plagada de momentos memorables de buen cine, que impacta y divierte al mismo tiempo, como la escena en que un Mozart agonizante y en la cama dicta a Salieri su famoso “Réquiem’” mientras éste no da crédito a la música que aparece en su cabeza cuando traduce esas partituras mentalmente, que Mozart parece estar improvisando, por lo fácil que le resulta escribirlas, y el ritmo al que lo hace.
En la vida real, Salieri ni siquiera presenció la muerte de Mozart.
Es cierto sin embargo que Mozart recibió un encargo de componer una misa de muertos, el Réquiem K.626, que no conseguiría terminar por su enfermedad.
Las circunstancias un tanto misteriosas bajo las que nació la obra han dado origen a leyendas románticas.
Estudios recientes han arrojado luz sobre ello.
Lo cierto es que un conde, Franz von Walsegg-Stuppach, que era un gran aficionado a la música y daba veladas musicales en su casa, hizo el encargo del réquiem.
El 14 de febrero de 1791 murió la joven esposa del conde, que no había cumplido aún los 21 años.
En honor a ella, el conde Franz quiso hacer componer un réquiem especial que se estrenaría en su casa en el funeral.
Así, él mismo encargó a un criado suyo que fuera a pedirlo a Mozart, pero quiso llevar todo el asunto en silencio, de ahí, que el sirviente del conde apareciera tapado y encapuchado cuando iba a la casa del compositor a encargarle la obra.
Resultó que el conde quería poner su nombre como autor del mismo réquiem y, así, elogiarse ante sus colegas.
El misterioso encapuchado se presentó en julio en la casa de Mozart y le encargó el réquiem y guardar secreto total, prometiéndole pagarle muy bien, pero no dijo quién era ni de parte de quién iba.
Mozart inició la composición cuando estaba ya enfermo durante sus últimos meses de vida, creyendo incluso que la escribía para su propio funeral a causa de los delirios de la enfermedad, que le hacía creer que la Muerte lo había avisado para componer su última pieza musical.
Empezó a empeorar rápidamente el 5 de diciembre de 1791 cuando estaba terminando el pasaje de la “Lacrimosa”.
Ese mismo día unos amigos se reunieron en su casa e interpretaron el pasaje a capela, estando el compositor en cama.
Al día siguiente moría Johannes Chrysostomus Wolfgangus Theophilus Mozart, plácidamente en su cama.
Según los doctores y los informes de la época murió de fiebre reumática aguda, aunque se dijo entonces que había muerto envenenado por algún compositor envidioso como Salieri, hecho que nunca se pudo demostrar.
El 6 de diciembre fue bendecido el cadáver en la catedral de Viena y se le llevó al cementerio de San Marcos, situado a 5 kilómetros de la ciudad, donde fue enterrado.
Constanza, su esposa, no se preocupó por designarle un nicho o tumba, debido a los aprietos económicos por los que pasaba su matrimonio y a la inesperada muerte del compositor (contaba con 35 años), es por ello que cuando quiso poner una tumba al cadáver, el sepulturero no recordó dónde lo había enterrado, misterio que aún hoy permanece sin resolver.
Mientras que las “líneas básicas” sobre la muerte de Mozart son conocidas, los detalles completos probablemente nunca puedan ser aclarados debido al conflicto o falta de pruebas.
Hay dudas en cuanto a cuál fue la enfermedad que causó la muerte del compositor y qué ocurrió en el tiempo inmediatamente anterior.
Por otro lado, al final de los días, Salieri alternaba sus clases con un puesto en la Orquesta de Viena.
Allí, el 8 de diciembre de 1813, en un concierto de caridad para los soldados heridos en la Batalla de Hanau, junto a Hummel, Meyerbeer, Louis Spohr, Ignaz Moscheles, Domenico Dragonetti y Andreas Romberg, hace parte de un gran grupo de músicos de la orquesta dirigida por un antiguo discípulo suyo: Ludwig van Beethoven.
El maratónico repertorio comprendía los estrenos de varias obras del propio Beethoven: la Séptima Sinfonía, la Victoria de Wellington.
En sus últimos años de vida, Salieri vio cómo su salud empeoraba repentinamente y de modo irreversible.
Quedó ciego y pasó los últimos años de su vida internado en un hospital.
En ese período pudo haberse acusado a sí mismo de la muerte de Mozart, o al menos eso es lo que testimonian dos de sus enfermeras.
Murió a los 75 años.
Salieri está enterrado en el cementerio central (Zentralfriedhof) de Viena.
En su funeral, Schubert (su alumno predilecto) dirigió el Réquiem que el propio Salieri había escrito tiempo atrás para su propia muerte.
En Amadeus se habla sobre la vulgaridad que representaba Mozart y la mediocridad de Salieri.
La vulgaridad, bueno, vulgaridad no lo veo dentro del concepto de lo morboso, sino dentro del concepto de lo corriente, lo ordinario, lo común, inclusive, el no estudiado, de clase baja.
Mozart lo dijo ante el Emperador y está realmente documentado que:
“Si bien él es vulgar (corriente, ordinario, común), su música no lo es”.
De hecho, otro ejemplo de vulgaridad del mismo período lo encontramos en Ludwig von Beethoven, que era un alcohólico temperamental y que logró crear las más bellas y mejores sinfonías, en último ejemplo, vemos a Stanley Kubrick, un genio misántropo, poseedor de bajos instintos, pornógrafo, que logró crear solo 13 películas de las cuales, todas son consideradas “de referencia” en la cinematografía mundial.
Mediocridad; bueno, Salieri ignoraba como sus ruegos no eran escuchados, tal vez por falta de conocimiento o insensatez hacia él mismo, y tal vez esa fue su respuesta para hacer lo le hizo a Dios, y no a Mozart, en atacarlo.
Se convirtió en esclavo de sus propias acciones y actitudes, recordemos que se dice que la sabiduría no tiene nada que ver con la cantidad de conocimientos y experiencias adquiridas, sino mas bien, al uso que se le dan.
Por tanto, sabiduría es la prudencia y la rectitud con la que aplico y uso lo que sé.
Salieri se abandona a sí mismo al conocer a Mozart, Salieri cumplía con ese concepto de genialidad, él se comparó y se hizo mediocre.
Repito, lección de humildad, de ahí que:
“Los humildes nunca llegaran a ser mediocres”.
"Cada hombre es como es y no podría ser de otra manera".
Amadeus obtuvo 11 nominaciones al Premio de la Academia, ganando 8 Oscar, incluyendo mejor película, mejor director, mejor actor principal (F. Murray Abraham), mejor guión adaptado (Shaffer), mejor dirección artística, vestuario, maquillaje y sonido.
Estuvo nominada como mejor actor (Tom Hulce), mejor fotografía y mejor montaje.
Compitió contra increíbles películas como lo son: The Killing Fields, A Passage To India y Places In The Heart.
La Academia resto meritos para este rubro a películas como: The Natural y Country.
Mozart: El Mito
Existen algunas diferencias entre Amadeus con la realidad y son:
Salieri fue un músico muy respetable en Viena e incluso más respetado que Mozart, ya que contaba con el favor de los nobles y poderosos, algo con lo que Mozart no contaba a pesar de la fama que alcanzó de pequeño (éste ya había pasado de moda), por lo que se le creía un músico sin reconocimiento y por ello, no podía conseguir trabajo tan fácilmente, además de que sus ideas novedosas no iban con los intereses de la burguesía; ello llevó al Emperador José II de Habsburgo-Lorena a mencionar que Mozart usaba demasiadas notas.
Salieri, por su parte, solía reconocer abiertamente el trabajo de Mozart y no se sentía ni amenazado ni menospreciado por él; si acaso, es posible que Mozart sintiera envidia por Salieri, ya que él tenía todo lo que Mozart anhelaba.
El mito de Mozart vs. Salieri se crea a partir de lo que Leopold Mozart mencionó: Salieri y sus acólitos harían lo que fuese para que Mozart no triunfase en Viena.
Influyó también al rumor la cancelación de un concierto y el testimonio de dos de las enfermeras de Salieri quienes declararon que Salieri solía exclamar que él había matado a Mozart.
El pequeño Salieri siempre fue inducido a la música siguiendo el ejemplo de su hermano mayor (que no se menciona en el filme) y así continuó aún antes de la temprana pérdida de sus padres, a diferencia del hostil trato e intereses del padre de Salieri en la película, quien aparentemente odia la música.
El sentido del humor agudo que Mozart tenía, está documentado históricamente, así como también su risa escandalosa; sin embargo, aspectos como que Mozart formaba parte de la Francmasonería no se mencionan (tanto) en el filme.
Cuando Mozart se encuentra en una fiesta de disfraces y se le pide que toque algo de Händel, Mozart expresa que no le gusta, sin embargo Mozart era un gran admirador de Händel.
Después de que Mozart se casara con Constanze Weber, su padre Leopold (quien siempre se opuso al matrimonio de ambos) se limitó a tener una comunicación vía postal y no los visitaba.
Salieri difícilmente tenía contacto con Mozart y aún menos con Constanze, por lo que nunca se relacionaron íntimamente como se retrata en el filme.
La composición que Mozart interpreta al llegar ante el emperador José II y que supuestamente escribió Salieri, en realidad es de Mozart.
Emmanuel Schikaneder buscó a Mozart para ofrecerle escribir Die Zauberflöte, cuando éste vivía en tabernas de Viena y se encontraba solo, ya que Constanze se mudó un tiempo a Baden por su salud, y no en el teatro donde se presentaba Schikaneder con Constanze oponiéndose; además, ambos pasaban por una muy mala racha, por lo que la asociación les vino de maravilla a ambos.
Mozart no solía escribir sobre una mesa de billar, aunque es acertado el que las ideas le llegaban mientras jugaba con sus amigos al billar.
Algo que no se menciona es que Mozart tenía cierta adicción al juego y a las apuestas, algo en lo que aparentemente no era muy bueno, de modo que empeoraba su situación económica.
Mozart se muestra renuente a impartir clases; esto era todo lo contrario, ya que no podía darse el lujo de rechazar la paga, la cual realmente necesitaba.
En el filme, Mozart se desmaya y muere horas después del estreno de Die Zauberflöte.
Mozart aparentemente sufrió un ligero desmayo durante el estreno de Die Zauberflöte, sin embargo pudo terminar de dirigir el estreno, además de dar algunas presentaciones más él mismo durante un par de meses, antes de que cayera en cama para nunca recuperarse.
Murió tres meses después del estreno.
Fue Franz Xaver Süssmayr, quien tomó dictado de Mozart del Réquiem, mientras éste yacía en la cama; y no, Salieri.
Mozart murió tras una larga agonía de días cuando ya no podía ni siquiera hablar, (dicen que estaba hinchado y olía muy mal) acompañado por su médico, algunos alumnos y su esposa e hijos; así, en la vida real, Salieri no presenció la muerte de Mozart.
Curiosidades de Amadeus:
F. Murray Abraham cuenta que en el bellísimo hotel de Praga donde se alojó el equipo de rodaje, le tocó compartir su habitación con un compañero muy desconfiado que estaba convencido de que los comunistas habían escondido micrófonos para espiar sus conversaciones.
Empezó a buscar frenéticamente por todos sitios hasta que, finalmente, encontró una placa metálica atornillada en el suelo debajo de una alfombra.
¡Ajá!, le dijo a Abraham, ¿lo ves?
¡Tenía razón!
Y se puso a desatornillarla con un pequeño cuchillo de cocina.
Cuando sacó el último tornillo se oyó un gran estruendo: había desatornillado el anclaje de la enorme lámpara de cristal de la suite inferior...
Murray Abraham y su desconfiado compañero bajaron rápidamente a comer antes de que nadie hiciese averiguaciones.
El primer día que Miloš Forman y el equipo de rodaje entraron en el Teatro Nacional para localizar los lugares donde se instalarían las cámaras, Peter Shaffer (autor de la obra de teatro Amadeus y del guión de la película y gran conocedor y amante de la música de Mozart) desapareció durante unos minutos.
Miloš Forman lo encontró escondido y llorando en un pasillo lateral.
Shaffer estaba emocionado al saber que estaba pisando exactamente el mismo Teatro en el que Mozart estrenó su ópera Don Giovanni dos siglos atrás.
El 4 de julio de 1983, fiesta nacional en los Estados Unidos, el equipo de Amadeus estaba a punto de empezar el rodaje de una de las escenas más espectaculares en el Teatro Nacional y cuando Miloš Forman dijo:
¡Acción! en lugar de oírse la música de Mozart que debía sonar en ese momento se oyeron los acordes del himno nacional estadounidense y todos (equipo técnico estadounidense y extras checos) se pusieron en pie y comenzaron a aplaudir y a cantarlo.
Todos, excepto una treintena de extras que no sabían qué hacer y miraban alucinados a todas partes.
Eran miembros de la policía secreta que estaban vigilando el rodaje por orden del gobierno checo.
En una de las tomas de la representación de Don Giovanni el actor y cantante checo Karel Fiala llevaba una larga pluma de pavo en el sombrero y, al girarse para responder al fantasma de su padre, el Comodoro, la pluma se prendió fuego y la cabeza del actor empezó a arder poco a poco sin que éste se diera cuenta, ante la atónita mirada de los extras que contemplaban la escena y que no se atrevían a intervenir.
Sólo un bombero se atrevió a levantar la voz para decirle a Miloš Forman:
¡Señor, su actor está ardiendo!
Las escenas de ópera fueron rodadas en un auténtico teatro, no en un plató.
Se trata del Teatro Nacional, que era completamente de madera, e incluso se iluminaba con farolas de gas en lugar de electricidad.
Como lugar de rodaje era magnífico, pero también muy peligroso, ya que podía prenderse fuego con mucha facilidad y todas las escenas rodadas en él se hicieron con la luz de miles de velas.
30 ó 40 miembros del Cuerpo de Bomberos de Praga estaban dispuestos entre bastidores para intervenir en el caso de que la estructura de madera se incendiase.
La película fue rodada íntegramente en Praga, Checoslovaquia, ciudad natal de Miloš Forman, ya que según el director la incompetencia y dejadez del régimen comunista había permitido que la ciudad mantuviese el aspecto y las infraestructuras propias del siglo XVIII.
En el casco viejo de Praga (el llamado Hrad o Castillo) no había carteles publicitarios ni otros elementos propios del siglo XX, y bastó con cambiar unas cuantas farolas para convertirla en la Viena de Mozart.
La Banda Sonora de Amadeus:
Sir Neville Marriner, dirigió a la Academy Of Saint Martin In The Fields, en una completa banda sonora, que contiene temas de Mozart, Pergolesi y Salieri.
A continuación aparecen las piezas que muestra la película, entre otras:
Sinfonía n. º 25 KV 183 de Mozart.
Stabat Mater de Pergolesi.
Música gitana de principios del siglo XVIII.
Serenata para viento n. º 10 KV 361 de Mozart.
Final turco de Die Entführung Aus Dem Serail de Mozart.
Sinfonía n. º 29 KV 201 de Mozart.
Concierto para dos pianos n. 10 KV 365, primer movimiento, de Mozart.
Kyrie de la Gran Misa en do menor de Mozart.
Sinfonía Concertante, primer movimiento de Mozart.
Concierto de piano n. º 22 KV 482, 3er. movimiento, de Mozart.
Le Nozze di Figaro, movimientos del III y IV acto de Mozart.
Don Giovanni, escena final del comendador de Mozart, cuando el padre se muere.
Zaide, aria, de Mozart.
Die Zauberflöte, aria de la “Reina de la Noche” (Der Hölle Rache kocht in meinem Herzen), aria de Papageno y el dueto de Papageno y Papagena.
Réquiem KV 626: Introitus, Dies Irae, Rex Tremendae, Confutatis y Lacrimosa, de Mozart.
Concierto para piano n. º 20 KV 466 de Mozart.
Axur Rey de Ormus, de Salieri (aria para soprano y número final).
Mozart en la Cultura popular:
Si mi mente juega con el tiempo y el espacio me pregunto si he sido, sin saberlo, contemporáneo de algún Mozart.
O dicho de otra manera:
¿Si Mozart hubiera pertenecido a esta época como se hubiera desarrollado su vida, arañando con uno solo de sus dedos, la música popular del Siglo XX?
Y creo que si eso hubiera sucedido hubiera sido de la mano del Rock and Roll.
De hecho Forman le dan matices de “ídolo del Rock” a Amadeus, con sus conciertos, el vestuario, los fans, sus detractores, etc.
De hecho, Mozart transportado a este siglo, mutado en estrella de Rock, comenzando tal vez en un bar de mala muerte para terminar llenando estadios rodeado de gloria, aniquilado poco a poco por los excesos.
De Jimi Hendrix a Bon Scott, de Jim Morrison a Kurt Cobain, veo algo de Mozart en todos ellos, existiendo un paralelismo evidente en su final entrecortado, fagocitados por monstruos diversos ajenos a la trascendencia de lo creado.
Sin embargo siendo coherente no encuentro nada similar a Mozart en el último medio siglo de la humanidad más allá del malditismo de su figura y de su precoz muerte.
El genio de Mozart se antoja algo inabarcable para todos nuestros coetáneos.
Por eso lo siento en mi imaginación como una majestuosa estrella de rock de otro tiempo, que aunque intenta reencarnarse en otras épocas y otros cuerpos permanece intacta, casi se diría que incorrupta, siendo todos los siguientes a él meros sucedáneos de casi nada, caminando hacia la tumba sin haber ni siquiera rozado la gracia que solo pudo haber conocido el grande entre los grandes.
Numerosos artistas han encontrado en Mozart una fuente de inspiración para sus obras.
Tales trabajos han incluido novelas, juegos, óperas y películas.
También se ha usado su imagen en la acuñación de monedas o en la emisión de sellos postales, en muchos casos con motivo de los aniversarios de su nacimiento o fallecimiento.
La más representativas han sido, claro está, la ópera de Nikolái Rimski-Kórsakov “Mozart y Salieri”, basada en la obra teatral de Pushkin, también trata sobre la leyenda del envenenamiento de Mozart por parte de Salieri; la obra de teatro de Shaffer y la película de Miloš forman del mismo título, pero sobre todo “El Efecto Mozart”.
La expresión "Efecto Mozart" se refiere a los efectos que puede producir a personas escuchar las melodías de Wolfgang Amadeus Mozart.
La década de 1990 marcó el surgimiento en Estados Unidos de muchas investigaciones y libros de divulgación basados en el famoso "Efecto Mozart": una pequeña y temporal elevación de los puntajes de ciertos test como consecuencia de escuchar música de Mozart.
La versión popular de la controvertida teoría fue expresada sucintamente por un columnista musical del New York Times:
"Investigadores han determinado que oír a Mozart te hace más inteligente".
En 1993, la psicóloga Frances Rauscher y el neurobiólogo Gordon Shaw de la Universidad de Wisconsin, describieron que la exposición de 36 estudiantes durante 10 minutos de la sonata para dos pianos en re mayor K.448 tenía efectos positivos en las pruebas de razonamiento espacio temporal.
Este efecto duraba supuestamente unos 10 minutos y el hallazgo fue publicado en 1993 en la revista Nature.
La influencia de la música de Mozart en el cerebro según algunos investigadores radica en los patrones y el cronometraje.
El presunto efecto Mozart también se utiliza para designar los efectos de la música sobre el comportamiento humano, indistintamente de su género.
Existe una serie de productos que se aprovechan de este presunto efecto, entre ellos el "Baby Mozart".
Independientemente de la validez que se dé al primer estudio sobre el efecto Mozart, la música sinfónica e instrumental se utiliza en salas de hospitales, ante intervenciones quirúrgicas, en fábricas, en bibliotecas, y en otros ambientes, buscando según los casos, la relajación, la concentración, la memoria, la creatividad, el análisis.
Todo esto que hace la música se debe, presuntamente, a las ppm (pulsaciones por minuto) que tiene en especial la música de Mozart.
El sistema auditivo se desarrolla en un momento muy temprano en el feto: en el quinto mes de gestación el bebé ya empieza a reaccionar a los estímulos sonoros de su madre.
El autor de estas investigaciones, Don Campbell, propone que el niño, desde su etapa fetal sea estimulado musicalmente por su madre.
De este modo, mejorará su crecimiento, su desarrollo intelectual, físico y emocional y su creatividad.
Con esto, se refuerzan los lazos afectivos madre e hijo.
Este científico norteamericano explica por qué es la música de Mozart y otros compositores, y no la de otros estilos, la que induce estos efectos sobre el cerebro.
Este efecto también sigue dando buenos resultados durante los primeros cinco años de vida, estimulo capaz de formar seres inteligentes pero además emocionalmente sanos.
No obstante debe tenerse cuidado de no saturarlo.
La música al igual que otros ejercicios de estimulación debe ser dosificada; no más de 10 minutos dos veces al día es suficiente, en horarios entre las 7:00 y 10:00 de la mañana y 7:00 y 10:00 de la noche, ya que los momentos de juego y sueño del bebe pueden aprovecharse para escuchar esta música.
En los adultos, Mozart y otros autores de la época, provocan estados de relajación y también les estimula la inteligencia, por lo que no está de más poner atención a unas cuantas composiciones.
También se han reportado casos de personas con diversas enfermedades psiquiátricas que han tenido mejoría escuchando regularmente música de Mozart.
La obra de Mozart fue catalogada por Ludwig von Köchel en 1862, en un catálogo que comprende 626 opus (obras), codificadas con un número del 1 al 626 precedido por el sufijo KV (Estas iniciales corresponden al apellido Köchel después Köchel -Verzeichnis; la palabra "verzeichnis" en alemán significa índice o lista ordenada).
La producción sinfónica e instrumental de Mozart consta de:
41 sinfonías, varios conciertos (27 para piano, 5 para violín y varios para otros instrumentos); sonatas para piano, para piano y violín y para otros instrumentos, que constituyen piezas clave de la música mozartiana; música de cámara (dúos, tríos, cuartetos y quintetos); adagios, 61 divertimentos, serenatas, marchas y 22 óperas.
Mozart empezó a escribir su primera sinfonía en 1764, cuando tenía 8 años de edad…
¿Necesitas más razones para ver Amadeus?

“Mediocres del mundo...
Yo os absuelvo, Yo os absuelvo...”

"Las naciones rivalizarían para poseer tan valiosa joya dentro de sus fronteras."
Joseph Haydn, declarando que eso hubiera sido así si hombres influyentes hubieran reconocido la valía de Mozart.

"Me preguntaron qué pensaba del ilustre Mozart y de sus pecados.
Respondí que habría renunciado con gusto a todas mis virtudes por los pecados de Mozart."
Felix Mendelssohn-Bartholdy.

"Por Mozart."
Johannes Brahms, respuesta que dio alzando su copa en una fiesta en honor a él cuando el anfitrión propuso un brindis por el más grande de los compositores.

"Mozart es el Cristo de la música."
Pyotr Ilyich Tchaikovski.

"¡Mozart!"
Gustav Mahler… sus últimas palabras antes de morir...


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