Casablanca

«Aux armes, citoyens,
Formez vos bataillons,
Marchons, marchons!
Qu'un sang impur
Abreuve nos sillons!
Vive la France!»

MITICA E IRREPETIBLE.
1942 fue el año en que EEUU finalmente entro en la Segunda Guerra Mundial, el año en que los alemanes sufrieron su primera gran derrota al ser masacrados en Stalingrado, y nosotros obtuvimos Casablanca.
Durante la II Guerra Mundial los alemanes conquistaron casi la mitad de Francia, incluyendo París.
El gobierno francés se replegó a Vichy en el sur del país y pactó la paz a cambio de colaboración.
El general de Gaulle marchó con los opositores al invasor nazi hacia la zona de Marruecos en poder de Francia después de la I Guerra Mundial.
Debilitados y con muchas ciudades -como la importante Casablanca- dudando aún de en qué bando quedarse, apoyaban a los movimientos de resistencia en Europa.
En la guerra, Casablanca fue uno de los tres puntos de desembarque de las fuerzas aliadas para la invasión de África del Norte.
Conspiradores, espías, refugiados, ladrones y gentes de oscuro pasado se mezclaban con avanzadillas nazis e individuos tan hábiles como para no mojarse bajo un chaparrón; gente como Rick Blane, el dueño de un turbio café de Casablanca, el local nocturno más popular de la ciudad.
Casablanca nos sumerge en un universo negro en el que reina “un sentimental” con el corazón roto y lleno de cicatrices.
Un lugar en el que viven hombres que conocen el poco valor de sus vidas, dispuestos para entrar en el infierno por la puerta grande.
Casablanca es un film de extranjeros, sobre extranjeros por la amplia variedad de nacionalidades de los actores, técnicos e involucrados en el.
De hecho, sólo tres de los actores con créditos fueron actores estadounidenses.
Gran parte del impacto emocional de Casablanca se atribuye a la numerosa proporción de exiliados europeos y refugiados que participaron como extras y en roles menores.
Los ciudadanos alemanes que había entre ellos, por ejemplo, debieron guardar el toque de queda al ser considerados como extranjeros enemigos.
Irónicamente, además, casi siempre fueron requeridos para la interpretación de soldados nazis, de los cuales ellos mismos habían huido.
Obviamente, Casablanca también es una película política.
Los alemanes eran los enemigos.
Los italianos, “chupamedias” de los nazis.
Los franceses, mayormente confiables.
Los americanos, héroes.
Estas ideas pueden verse en cada personaje en particular.
Dentro de los alemanes están los nazis, fríos, implacables, tenaces y soberbios intentan imponerse a pesar de estar en un territorio que no es suyo, ordenan y mandan, el resto de la gente les teme y muchos están sumisos a ellos -caso del Capitán Renault o la chica francesa rubia-.
Muy opuestos a los americanos a los que incluso insultan como “fantoches americanos”.
Otros alemanes son el matrimonio judío que va a marchar a EEUU, si bien no se ven rasgos positivos en ellos, lo cierto es que sí se les diferencia claramente de los nazis, con ello se quería mostrar que los alemanes no eran sólo los nazis, esta pareja no se siente alemana.
Curiosamente, no hay referencia ninguna al holocausto.
Su presencia es ambigua.
Los franceses.
La primera de las necesidades de propaganda es crear una Francia distinta de la real, la posibilidad del país que es, lo que puede llegar a ser, aunque en ese momento esté sometida a Alemania puede llegar a ser del bando aliado.
Los personajes son el Capitán Renault y la mayoría de los clientes del café de Rick.
El capitán se muestra desde un principio cínico pero no es un nazi, su actitud es salvable y demuestra la ambigüedad de la Francia no ocupada.
La decisión de Rick le arrastra para que se vuelva aliado, depende de lo que haga Rick, así actuará él y sólo queda al final la “Francia libre”.
La identificación de Francia es con la defensa de la libertad.
Cuando cantan “La Marseillaise” -una de las escenas más elaboradas desde el punto de vista del montaje- contra la canción militar nazi, se rompe ese mutismo y su silencio, terminando cantando todos:
Las actitudes van cambiando, de la sorpresa inicial y el temor hasta cantar todos, incluso la chica que se había ido con un alemán, rompe a llorar y entona emocionada el himno de su país, al igual que los gendarmes.
Los italianos aparecen representados por los fascistas, aquí también se hace una distinción entre ellos y el resto de italianos.
El pequeño militar bajito aparece como totalmente sumido a los designios del alemán Strasser, es un pelota -palabras textuales de un general francés- y ridículo, continuamente está discutiendo con el galo sobre logros militares de sus respectivos países.
Tiene interés por la importante comunidad italiana en Estados Unidos y la distinción entre ellos y los nazis (por eso va de uniforme y se le ridiculiza tanto).
Otro italiano es Ferrari, que tiene el monopolio del mercado negro en la ciudad.
El máximo representante de Estados Unidos es el protagonista, Rick, excombatiente de Etiopía en 1935 y con los republicanos españoles en la Guerra Civil Española.
No se quiere involucrar en nada -no ayuda a Ugarte cuando es detenido-, sólo se preocupa de sí mismo y sus negocios a pesar de su pasado.
Aunque finalmente su intervención es decisiva y rompe la balanza a favor de la resistencia contra los alemanes.
Es el ejemplo de que si EEUU no se involucra en el conflicto, todo está perdido para los aliados, y a pesar de poner reticencias al final lo hace, es curiosa la frase con la que despide la película.
“Este es el comienzo de una hermosa amistad” con el general francés, simbolizando la unión entre los dos países como fuerzas aliadas.
También está el pianista Sam, cuyo papel aunque no es relevante, pero podría ser el ejemplo de la población negra de EEUU.
Laszlo es checoslovaco, estuvo un año preso en los campos de concentración nazis y de allí escapó para unirse a la resistencia contra la Alemania nazi, conoce a los jefes de la resistencia y es la pieza fundamental en la película para la esperanza en la victoria.
Ilsa, la mujer de Laszlo y amante de Rick es noruega, es quien finalmente convence a Rick para que les dé los pasaportes y así puedan marcharse, en el pasado ambos estuvieron relacionados durante la invasión alemana de París.
Su nacionalidad no importa tanto en la película como el hecho de que finalmente ella es quién convence el duro americano.
Un noruego más es Herbert, que aparece al comienzo de la película tratando con Laszlo para conseguir que este tenga un avión para ir a París.
Una chica búlgara pide ayuda a Rick para que ayude a su novio que necesita dinero para el viaje y pierde en la ruleta, es una muestra de los países que sufren el yugo nazi y que necesitan ayuda exterior.
Un grupo de holandeses que quieren entrar al establecimiento de Rick.
Uno de ellos es el director del segundo banco más importante de ese país y a pesar de eso no se le permite la entrada, arrogante cree que con eso basta.
Los actores en Casablanca son una parte fundamental en la caracterización y realismo de los personajes, la mayoría de ellos son centroeuropeos y así se consigue una gran variedad de acentos de la lengua inglesa, con lo que se consigue dotar de más credibilidad al filme.
Casablanca es una de las películas mejor valoradas de la cinematografía norteamericana.
En los EEUU, por su popularidad, Casablanca es conocida como The Movie y junto a Gone With The Wind han sido las películas del cine clásico que cuentan con más variedad de carteles sobre la misma; ello es debido a su gran comercialización internacional.
Casablanca tuvo un inicio sólido pero no espectacular y, sin embargo, fue ganando popularidad a medida que pasó el tiempo y se fue colocando siempre entre los primeros lugares de las listas de mejores películas.
En su tiempo el filme tenía todo para destacar ampliamente, con actores renombrados y guionistas notables, sin embargo ninguno de los involucrados en su producción esperaba que Casablanca pudiese ser algo fuera de lo normal.
El proyecto de cine rebautizó la obra como Casablanca, quizás intentando imitar el éxito de la película de 1938, Argel.
«Of all the gin joints in all the towns in all the world, she walks into mine»
Casablanca es una película estadounidense de 1942 dirigida por Michael Curtiz para Warner Bros. Pictures y Hal B. Wallis como productor.
Tres actores encabezan la cinta Humphrey Bogart, Ingrid Bergman y Paul Henreid.
Pero seria injusto dejar por fuera a los ENORMES Claude Rains, Sydney Greenstreet, Peter Lorre y Conrad Veidt.
Casablanca narra un drama romántico en la ciudad marroquí de Casablanca bajo el control del gobierno de Vichy.
La película, basada en la obra teatral “Everybody comes to Rick’s” de Murray Burnett y Joan Alison, está protagonizada por Humphrey Bogart en el papel de Rick Blaine e Ingrid Bergman como Ilsa Lund.
El desarrollo de la película se centra en el conflicto de Rick entre —usando las palabras de uno de los personajes— el amor y la virtud: Rick deberá escoger entre su amada Ilsa o hacer lo correcto.
Su dilema es, ayudarla o no, a escapar de Casablanca junto a su esposo, uno de los líderes de la resistencia, para que éste pueda continuar su lucha contra los nazis.
«We'll always have Paris»
La película se rodó completamente en estudios, excepto una secuencia en la que se muestra la llegada del mayor Strasser, que se realizó en el Aeropuerto Van Nuys.
Por su parte, el set para el Café de Rick fue construido en tres partes inconexas, por lo que no se podría determinar en trazado lo que sería su planta.
De hecho, en una escena se hace pasar a la cámara a través de una pared desde el área del café hacia el interior de la oficina de Rick.
Curiosamente, los turistas que visitaban el país Africano pedían la ubicación del bar de Rick, que no existía.
Posteriormente el municipio construyó dos bares frente a la plaza: el Rick’s Bar, y el Blue Parrot Bar.
El fondo de la escena final, el cual muestra un avión pequeño modelo L-12 Electra Junior de la compañía Lockheed con personal caminando alrededor; fue armado usando extras de baja estatura y un avión de cartón dibujado a escala.
Se usó humo, simulando neblina, para cubrir la apariencia poco convincente del modelo.
Se aprecian además, durante todo el metraje, barras de sombras cruzándose con los personajes y con el fondo.
Dichas sombras, según cada caso, poseen distintos significados: algunos muestran símbolos de encarcelamiento, el crucifijo, el símbolo de la Francia Libre y hasta confusión emocional.
Además, la oscuridad del film noir y la luz expresionista es usada en numerosas escenas, principalmente hacia el final de la película.
Estas luces y sombras son elementos clásicos del estilo de Curtiz, junto a la fluidez del trabajo de cámara y el uso del entorno como herramienta de encuadre.
Una mención especial merece la fotografía de Ingrid Bergman, en la que se puso especial cuidado.
Ingrid fue fotografiada casi siempre en su perfil izquierdo, perfil preferido por la propia actriz, y en muchas ocasiones se aplicaba un filtro suavizador de tipo gaussiano y con catch lights para hacer que sus ojos destellaran.
Estos efectos fueron diseñados para proporcionar a su rostro una apariencia «inefablemente triste, tierna y nostálgica».
Por otra parte, la estatura de la actriz causó algunos problemas.
Bergman sobrepasaba por unos centímetros a Bogart, por lo que el director Curtiz tuvo que elevar al actor sobre ladrillos o sentarlo sobre cojines en las escenas en las que aparecían juntos.
En todas las escenas en las que aparece Humphrey con Ingrid hay una plataforma de palmo y medio para Humphrey porque era más bajo que ella.
Ingrid medía 1,80 m. y Humphrey 1,60 m.
Más tarde se pensó en introducir una escena final que mostrara a Rick y Renault junto a un destacamento de soldados franceses libres, en un barco, alistándose para incorporarse a la invasión de 1942 a África del Norte por parte de las tropas aliadas.
Sin embargo, resultó muy difícil conseguir al actor Claude Rains para la filmación, y la idea fue definitivamente abandonada cuando otro productor, David O. Selznick, señaló que «sería un error tremendo cambiar el final».
El filme se topó con algunos problemas cuando Joseph Breen, miembro del cuerpo de auto-censura de la industria hollywoodense (el Production Code Administration), expresó su oposición a que el personaje del Capitán Renault solicitara favores sexuales a cambio de visados y a que los personajes de Rick e Ilsa hubieran dormido juntos en París.
Ambos puntos, de todos modos, permanecieron en forma implícita en la versión final.
«Here's looking at you, kid»
Sus personajes, rozan el Olimpo de los Dioses:
Humphrey Bogart como Rick Blaine.
El neoyorquino Bogart se consagró en el estrellato gracias a Casablanca.
Al inicio de su carrera, Bogart se había encasillado en papeles de gángster, interpretando personajes en los que recibía nombres como: Bugs, Rocks, Turkey, Whip, Chips, Gloves y Duke (en dos ocasiones), pero ciertamente Rick fue su primera interpretación en un rol verdaderamente romántico.
Rick lleva dentro la cualidad sin nombre de los hombres inteligentes que han vivido demasiadas calamidades; no necesita que nadie le reconozca; y -aunque es una gran mentira- “jamás se jugará el cuello por nadie”
Ingrid Bergman como Ilsa Lund.
El sitio web oficial de Bergman menciona a Ilsa como su «papel más famoso y perdurable».
Roger Ebert la califica como «luminosa», y comenta la química entre ella y Bogart:
«ella pinta la cara de él con sus ojos.»
Paul Henreid como Victor Laszlo.
Henreid, actor austríaco que había abandonado su país natal en 1935, rechazó en un principio el papel, ya que pensaba que éste «lo encasillaría para siempre», y sólo lo aceptó cuando recibió la promesa de encabezar el reparto junto a Bogart y Bergman.
Henreid no se llevó muy bien con sus compañeros actores y, de hecho, consideraba a Bogart solo «un actor mediocre», mientras que Bergman calificó a Henreid como una «prima donna».
Los actores secundarios fueron: Claude Rains, Sydney Greenstreet, Peter Lorre y Conrad Veidt.
Claude Rains como el capitán Louis Renault.
Rains, actor londinense, curiosamente había servido en la Primera Guerra Mundial, en donde efectivamente había alcanzado el grado de capitán.
Curtiz fue su maestro y se dice que le enseñó: «qué no hacer frente a una cámara».
Cabe estacar su interpretación de cuyo personaje es uno de los mejores papeles secundarios de la historia del cine: el corrupto, chaquetero y carente de escrúpulos, prefecto de policía, que a pesar de lo exagerado del mismo, la comedida actuación de Rains le dota de una mayor credibilidad y de cierta simpatía ante el espectador.
Sydney Greenstreet como el señor Ferrari, propietario de un club de la competencia.
Peter Lorre como el Sr. Ugarte.
Lorre fue un actor judío austrohúngaro que había trabajado en Alemania, de la cual emigró tras la llegada de los nazis al poder en 1933.
Conrad Veidt como el mayor Strasser de la Luftwaffe.
Veidt, actor alemán, había huido de los nazis, una semana después de haberse casado con una mujer judía.
Otros actores con créditos en la película fueron: Dooley Wilson, Joy Page, Madeleine LeBeau, S. Z. Sakall, Curt Bois y John Qualen.
Dooley Wilson como Sam.
Wilson, actor estadounidense, era en realidad baterista y no sabía tocar el piano.
Hal Wallis previamente consideró la posibilidad de cambiar la figura masculina del pianista por una femenina (papel que podría haber sido interpretado por Hazel Scott o Ella Fitzgerald), e incluso aún después de haber terminado el rodaje, Wallis siguió considerando doblar la voz de Wilson en las canciones que éste interpretaba.
Joy Page como Annina Brandel, en la película una joven refugiada búlgara.
Page, actriz estadounidense, era la hijastra del presidente del estudio, Jack Warner, y al inicio opinaba que el guion de Casablanca estaba «pasado de moda» y era «estereotipado».
Contaba con apenas diecisiete años, estaba recién egresada de la preparatoria.
Madeleine LeBeau como Yvonne, quien en la película aparece como novia de Rick durante un muy breve espacio de tiempo.
LeBeau, actriz francesa que contaba con 21 años, fue la segunda esposa del actor Marcel Dalio, de quien se divorció mientras participaba en la filmación de la película.
S. Z. (o S. K.) Sakall como Carl, el mesero.
Actor judío húngaro que había sido forzado a abandonar Alemania en 1933 y participaba regularmente en películas en su tierra natal hasta que tuvo que huir de la persecución nazi en 1939.
Fue amigo de Curtiz desde sus días en Budapest.
Sus tres hermanas murieron en campos de concentración nazis.
Curt Bois como el carterista.
Bois, actor alemán judío, también era un refugiado.
Había comenzado su carrera siendo apenas un niño, en 1907 (y continuaría actuando casi durante ochenta años).
John Qualen como Berger, personaje que aparece como contacto de Rick con la Resistencia.
Qualen fue un actor canadiense que apareció en muchas películas de John Ford.
Leonid Kinskey como Sascha, a quien en la película Rick asigna como guardaespaldas en la casa de Yvonne.
Kinskey, actor ruso, había huido en su infancia de la Revolución rusa.
Se dice que es muy probable que haya sido seleccionado para este papel en Casablanca debido a que era compañero de copas de Humphrey Bogart.
Otros actores dignos de mención cuyos créditos no aparecen en la película son: Marcel Dalio, Helmut Dantine, Norma Varden, Jean Del Val, Torben Meyer, Dan Seymour y Gregory Gaye.
Marcel Dalio como Emil, el crupier.
Actor francés que había participado en los filmes del director Jean Renoir.
Después de haber huido ante la caída de Francia, obtuvo sólo papeles secundarios en Hollywood y por su papel en Casablanca recibió solamente 667 dólares.
En la película participa en una de las más memorables escenas que explicitan el ejercicio de la doble moral: cuando el capitán Renault clausura el «Café de Rick» diciendo:
«Estoy pasmado, ¡pasmado de encontrar que hay juegos de apuestas en este lugar!»
Emil se acerca a él y le entrega el soborno acostumbrado diciendo:
«Sus ganancias, señor».
Por otra parte, el 22 de junio de 1942 Dalio se divorció de Madeleine LeBeau, su segunda esposa, quien estaba también actuando en el mismo filme.
Helmut Dantine como Jan Brandel, un jugador de ruleta búlgaro.
Se trataba de otro actor austriaco que había sido internado temporalmente en un campo de concentración después de la «Anschluss».
Norma Varden como la dama inglesa a cuyo marido han robado la cartera.
Fue una actriz de reparto inglesa famosa, que recibió pequeños papeles, casi siempre sin créditos, en más de 100 películas.
Jean Del Val como el policía francés que abre Casablanca reportando por radio la noticia del asesinato de dos mensajeros alemanes que llevaban dos cartas de tránsito.
Es ese personaje el que transmite la orden de capturar a «todos los personajes sospechosos», presagiando lo que será la línea memorable y tantas veces citada de «capturar a los sospechosos de siempre», que mencionará el capitán.
Torben Meyer como el banquero alemán que se sienta en la mesa de bacarrá en el «Café de Rick».
Él le susurrará a Carl, el mesero, la línea de:
«Quizá si le dices que yo manejé el segundo banco más grande de Ámsterdam».
Meyer fue un actor danés que actuó durante 50 años en más de 180 películas.
Dan Seymour como Abdul, el portero.
Fue un actor estadounidense obeso (pesaba 120 kilogramos) que recibió siempre papeles de persona gorda, llegando a actuar en más de 60 películas para la Warner Bros durante 35 años.
Gregory Gaye como el banquero alemán que se le niega a entrar al casino de Rick.
Se trata de un actor ruso que se exilió en los Estados Unidos en 1917 tras la Revolución y que apareció en pequeños papeles en más de un centenar de películas.
Junto a Kinskey fueron los únicos dos actores rusos en el filme.
Algunos de los actores exiliados que formaron parte del reparto fueron: Wolfgang Zilzer, Hans Twardowski, Ludwig Stössel, Ilka Grünig, Lotte Palfi, Trude Berliner, Louis V. Arco y Richard Ryen.
Wolfgang Zilzer, el actor que aparece en la escena de apertura, había sido un actor de cine mudo en Alemania que terminó casándose con otra de las actrices del reparto, Lotte Palfi.
Hans Twardowski como el oficial nazi que discute con un oficial francés acerca de Yvonne.
Twardowski fue un actor nacido en Stettin, una ciudad en aquel entonces de Alemania (hoy llamada Szczecin, en Polonia), que tuvo que huir de Alemania por su homosexualidad.
Ludwig Stössel como el Sr. Leuchtag, el refugiado alemán del que se dice en el filme que su inglés: «no es muy bueno».
Stössel, actor austríaco, era judío y, por eso, tras el Anschluss fue encarcelado.
Al recuperar su libertad dejó su país y se trasladó a Inglaterra y luego a los Estados Unidos.
Allí alcanzó la fama tras una larga serie de comerciales para los vitivinicultores de una colonia Ítalo-suiza.
Ilka Grünig como la Sra. Leuchtag.
Grünig había nacido en Viena (Austria) y fue una actriz de cine mudo en Alemania y se exilió en Estados Unidos tras el Anschluss.
Lotte Palfi como la refugiada que trata de vender sus diamantes.
Palfi, actriz judío alemana, había interpretado papeles en un prestigioso teatro de Darmstadt (Alemania).
Se vio obligada a emigrar de su país, por ser judía, a la llegada de los nazis al poder en 1933.
En Estados Unidos se casó con otro de los actores de Casablanca, Wolfgang Zilzer.
Trude Berliner como uno de los jugadores de bacarrá en el «Café de Rick».
Berliner, actriz alemana, había sido una famosa actriz en cabarets y películas.
Por su religión judía se vio también forzada a abandonar su país en 1933.
Louis V. Arco como uno de los refugiados que aparece en el Café de Rick.
Arco era austrohúngaro pero había participado en algunas películas en Alemania.
En 1933 prefirió trasladarse a su casa, donde permaneció hasta 1938, año en el que huyó finalmente a los Estados Unidos tras el Anschluss y cambió su nombre.
Richard Ryen como el coronel Heinze, el asistente de Strasser.
Richard Anton Robert Felix fue un actor judío húngaro que había actuado en películas y dirigido obras de teatro en Alemania.
Al huir a Estados Unidos cambió su nombre.
En Hollywood interpretó casi siempre papeles de oficial nazi.
«Play it once, Sam, for old times' sake»
La música fue escrita por Max Steiner, la canción “As time goes by” de Herman Hupfeld había sido escogida para formar parte de la obra de teatro original, y Steiner tenía previsto reemplazarla por una obra propia.
Sin embargo, cuando el compositor quiso crear su propia obra para remplazarla, se encontró con que Ingrid Bergman ya se había cortado el cabello para protagonizar su siguiente papel cinematográfico (María, en "For Whom the Bell Tolls"), por lo que no se podían volver a rodar las escenas en las que aparecía la canción.
Por otra parte, cuando se estrenó la película la canción gozó de un resurgimiento que la posicionó 21 semanas en los primeros puestos de las listas de éxitos.
Así que Steiner basó por completo la música de la película en dicha canción y en La Marseillaise, el himno nacional francés, transformándolos para que reflejaran diversas situaciones.
De nota excepcional es el «duelo de canciones» en que La Marseillaise compite —interpretada a todo pulmón por una orquesta completa— contra un pequeño grupo de alemanes que cantan «Die Wacht am Rhein» (El guardia sobre el río Rín) en el piano.
Originalmente se había pensado para esta secuencia maestra en la canción «Horst Wessel Lied», que era de facto el segundo himno nacional de la Alemania Nazi, pero éste se encontraba todavía bajo derechos reservados al menos en los países no aliados.
Un testigo de la filmación de la secuencia del «duelo de canciones» afirmó haber visto a muchos de los actores llorando y haberse dado cuenta de «que todos eran en realidad verdaderos refugiados».
De hecho yo lo hago con solo imaginármelo…
Otras canciones incluidas en la película son “It Had to Be You”, de 1924, con letra de Gus Kahn y música de Isham Jones; “Knock on Wood”, con música de M.K. Jerome y letra de Jack Scholl, y “Shine” de 1910 de Cecil Mack y Lew Brown, con música de Ford Dabney.
En una de las escenas de flash back en París, Rick e Ilsa bailan al ritmo de “Perfidia” del compositor chiapaneco mexicano Alberto Domínguez Borrás.
En los Oscar de 1943 (entregados el 2 de marzo de 1944), Casablanca tuvo ocho nominaciones al Oscar y finalmente obtuvo tres en 1944: mejor guión (que pertenece a Julius J. y Phillip G. Epstein y Howard Koch); mejor director (Michael Curtiz); y mejor película; y fue nominada para otros cinco.
Tanto Humphrey Bogart como Claude Rains optaron al premio al mejor actor y mejor actor secundario respectivamente, así como también el montaje, la fotografía -en blanco y negro- y la banda sonora -en drama o comedia- pudieron haber alcanzado las doradas figuras.
Wallis, el productor, se resintió porque el presidente del estudio, Jack Warner, recogió el premio en vez de él; éste desaire desencadenó la ruptura de las relaciones de Wallis con el estudio en abril del mismo año.
Fue una fuerte competidora de The Song Of Bernadette y For Whom The Bell Tolls.
A pesar de su irrefrenable triunfo, sin parangón, la Academia dejo por fuera de competición al Oscar a la mejor película a la obra de Hitchcock: Shadow Of A Doubt.
«Round up the usual suspects».
La crítica ha alabado las actuaciones carismáticas de Bogart y Bergman, y la química entre ellos, así como la profundidad de las caracterizaciones, la intensidad de la dirección, el ingenio del guión y el impacto emocional de la obra en su conjunto.
Los críticos han analizado a Casablanca desde muchas perspectivas diversas.
William Donelley describe cómo la relación entre Rick y Sam, y posteriormente entre Rick y el Capitán Renault, es «un caso típico de la homosexualidad reprimida que subyace en la mayoría de las historias de aventura estadounidenses de la época».
Harvey Greenberg hace una lectura freudiana de la cinta según la cual las transgresiones que le impiden a Rick retornar a los Estados Unidos se deben a un complejo de Edipo, el cual sólo es resuelto cuando Rick comienza a identificarse con su padre en la figura de Laszlo y la causa que él representa.
A estas propuestas interpretativas Sidney Rosenzweig contesta diciendo que se trata de lecturas reductivas y que el aspecto más importante del filme es la ambigüedad, sobre todo en Rick; para esto cita los diferentes nombres que cada personaje le da a Rick (Richard, Ricky, Señor Rick, Herr Blaine y así por el estilo) como evidencia de los muchos significados que tiene para cada persona.
El filme tiene varios defectos lógicos, de los cuales el más notorio es acerca de las «cartas de tránsito» que permitirían a los portadores abandonar el territorio de la Francia de Vichy.
No queda claro si Ugarte dice que las cartas han sido firmadas por el general del ejército francés de la Francia de Vichy Maxime Weygand o por el general Charles de Gaulle, líder de la Francia Libre.
Parte de la confusión se origina por la diferencia entre lo que está escrito y lo que se dice.
El audio claramente menciona: «de Gaulle» y los subtítulos en inglés del DVD oficial escriben: «de Gaulle»; pero la versión francesa escribe «Weygand». Weygand había sido el delegado general de Vichy para las colonias norafricanas hasta un mes antes de la fecha en que se produce el filme.
En cambio, de Gaulle estaba en ese momento a la cabeza del gobierno de la Francia Libre y era el enemigo del régimen de Vichy que controlaba Marruecos.
De hecho, una corte marcial condenó a de Gaulle el 2 de agosto de 1940 por traición in absentia y lo sentenció a purgar su pena en prisión.
Estando así las relaciones entre los dos bandos enemigos, parece ilógico que una carta firmada por de Gaulle produjera algún beneficio.
Entre los errores se cuenta además una versión equivocada de la bandera del Marruecos francés.
Renault afirma que estuvo «con ellos cuando ‘metieron la pata’ en Berlín en 1918», pero la capital germana no fue tomada en la Primera Guerra Mundial, como tampoco ninguna tropa alemana uniformada puso un pie en Casablanca durante la Segunda Guerra Mundial.
Hubo también errores de continuidad inevitables.
Por ejemplo, en la escena en la que Rick deja París a bordo del tren.
Allí se aprecia con claridad que su abrigo se empapa por la lluvia abundante; pero en cuanto pone un pie sobre el tren súbitamente aparece seco.
La actitud de Curtiz ante estos detalles fue simple; decía:
«lo hago ir tan rápido que nadie se da cuenta».
Otro de los rumores famosos sobre la película es aquel que afirma que los actores no supieron hasta el último día de filmación cómo terminaría la historia.
De hecho, la obra original (que por cuestiones técnicas se desenvuelve por completo dentro del café) terminaba con Rick enviando a Ilsa y a Víctor hacia el aeropuerto.
Durante la adaptación del guion se discutió la opción de hacer morir a Laszlo en Casablanca, lo que hubiera permitido que Rick e Ilsa volaran juntos, pero —como Casey Robinson le escribiera a Hal Wallis previo el inicio de la filmación— el final de la historia:
«está hecho para que haya un giro oportuno en el momento en que Rick la envíe en el avión con Víctor; entonces así, haciendo eso, no sólo está resolviendo el triángulo amoroso; está forzando a la chica a estar a la altura del idealismo de su naturaleza, obligándola a cargar con el peso de un trabajo que en estos días es más importante que el amor entre dos personas insignificantes».
Hubiera sido ciertamente imposible presentar una Ilsa que dejara a Laszlo por Rick, pues el código estadounidense de producción cinematográfica de 1930 prohibía exhibir a una mujer dejando a su marido por otro hombre.
La disputa como tal no era, pues, sobre si Ilsa se iría con Laszlo, sino sobre cómo esta solución podía ser resuelta en el guion.
Cuando la gente salía de los cines de ver la película, pedían una continuación.
Aunque la Warner Bros se lo pensó, el productor David O. Selznick dijo que no prestaría a Bergman para una secuela.
En 1989, Casablanca fue seleccionada por el National Film Registry para ser preservada en la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, por ser «cultural, histórica o estéticamente significativa».
En 1997, el American Film Institute, tras interrogar a mil quinientos expertos de la cinematografía estadounidense, colocó a Casablanca en sus listas como la segunda mejor película estadounidense de todos los tiempos detrás tan sólo de Citizen Kane.
Este estatus fue ratificado en la revisión que el Instituto hizo en 2007, cuando se colocó en tercer puesto.
En 2005, fue calificada como uno de «los 100 más grandiosos filmes de los últimos 80 años» por el sitio web de la revista Time (los filmes seleccionados no están colocados en un orden específico).
En 2006, la sección oeste del sindicato Writers Guild of America que agrupa guionistas de cine y televisión así como a empleados de la televisión y la radio, eligió el guion de Casablanca como el «mejor de todos los tiempos» en su lista de Los 101 Mejores Guiones.
Casablanca contiene las resonancias míticas, en el que determina la presencia de algunas constantes narrativas que la acercan a temas universales.
Entre ellas destaca el amor que no puede concretarse, el vuelo como metáfora de la huída (la única salida es el avión), el pasaje a la tierra prometida (en este caso, Estados Unidos por vía de Lisboa), la guerra santa (Laszlo es el idealista opuesto a una dictadura monstruosa), la espera (recordemos que la escena inicial de la película es un pseudo documental sobre la situación en Casablanca, y la voz del narrador termina repitiendo que los refugiados “esperan... esperan... y esperan”), la llave mágica para resolver el juego fatal (en este caso las visas de tránsito, McGuffin) y por sobre todo el triunfo de la pureza.
Los únicos que pueden concretar su deseo y encontrar la libertad son los puros de corazón (llsa y Laszlo), en tanto que Rick alcanza la pureza a través del sacrificio de su amor, lo que le asegura la redención final.
De esa redención participa Renault, no sólo como agente de la salvación de Rick sino encontrando su propio camino con su decisión, que lo convertirá en otro prófugo, y en definitiva en un héroe a pesar suyo.
Y es que tal vez ahí encontremos la magia imperecedera de Casablanca.
Es la historia de alguien que en un ambiente ambiguo, corrupto, plagado de intrigas, se permite la nobleza de renunciar a su amor.
Nos gustaría creer que todavía hay un lugar para los Ricks en un mundo en el que los ideales parecen cosa del pasado.
Entonces, para concluir…
¿Qué entiendo yo por una obra maestra?
Pues aparte de estar magníficamente realizada en todos los aspectos exclusivamente cinematográficos -guión, dirección, fotografía, música -, tiene que tener un ingrediente más, y éste es extra-cinematográfico; por eso estas cosas son tan subjetivas a veces, y este aditivo especial es tan simple y a la vez tan complicado como que la película tiene que tocarme la fibra sensible, tiene que demostrarme, y esto ocurre sólo muy de cuando en cuando, que todavía tengo sentimientos.
Casablanca es una de esas películas que me llegan, me conmueven y consiguen extraerme casi unas lagrimas -que para mal o para bien soy incapaz de mostrar en público, pero no así en la oscuridad de mi casa frente a mi TV- y que me devuelven la humanidad que puedan quitarme, por ejemplo, los telediarios de cada día.

«Louis, I think this is the beginning of a beautiful friendship»


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