Driving Miss Daisy

“The funny, touching and totally irresistable story of a working relationship that became a 25 year relationship”

Magnífico retrato de la vejez, pero también del trasfondo sociocultural que se desarrollaba en Estados Unidos a mediados del siglo pasado.
En el estado sureño de Georgia, donde aún pervivían los fuertes y arraigados prejuicios contra las personas de raza negra y contra los judíos, la señora Daisy, (judía) y Hoke (negro) nos conmueven y se ganan nuestro corazón con su gran dignidad, su bondad natural y su forma de elevarse por encima de todos los prejuicios.
Driving Miss Daisy es una película estadounidense de1989, dirigida por Bruce Beresford para la Zanuck Company / Warner Bros.
Está escrita (y adaptada de su obra homónima) por Alfred Uhry.
Protagonizada por una ENORME Jessica Tandy, Morgan Freeman, Dan Aykroyd, Patti Lupone y Esther Rolle.
La música es de Hans Zimmer.
Driving Miss Daisy es un excelente, sutil y tierno drama (basada en un premio Pulitzer de Uhry) acerca de la peculiar relación que se establece a lo largo de 25 años entre un viejecita de mal carácter y su amable chofer.
Beresford creó uno de los panegíricos más bellos en alabanza a la dignidad de la vejez y a la amistad verdadera.
Un guión repleto de sensibilidad, unos diálogos que nos calan hondo en su sencillez y su sinceridad.
Los dos actores protagonistas absolutamente consagrados (Jessica Tandy y Morgan Freeman), un actor secundario que brilló en esta película como nunca más lo haría (Dan Aykroyd) y unas escenas que nos regalan la vida cotidiana de personas corrientes que van afrontando su ancianidad.
La historia define a la señora Daisy y su punto de vista a través de una red de relaciones y emociones que se desarrollan en su casa, en la sinagoga, entre sus amigos y familiares, temores y preocupaciones.
Hoke rara vez se ve fuera de la presencia de la señora Daisy, aunque el título implica que la historia es contada desde su perspectiva.
El título de la película debe ser interpretado como “Manejando a la señora Daisy” por el papel de Hoke al lidiar con el carácter de la señora Daisy.
Lo que nos plantea el director es el tema de la vejez, de hacernos mayores y necesitar que nos cuiden, que nos quieran y no sentirse solo.
Miss Daisy es una mujer inglesa, que tiene mucho dinero pero conseguido gracias al trabajo y al respeto.
Tiene unas fuertes convicciones sobre la sociedad, el dinero y las apariencias.
Es una mujer de trato difícil pero a medida que transcurre la película entiendes que la amargura es un escudo.
Una historia llena de ternura, de amistad y de cosas simples de la vida.
Llena de toques e indirectas hacia la discriminación y el trato social hacia la gente de color, el filme desarrolla una peculiar relación entre dos septuagenarios particulares: un negro y una judía testaruda y de difícil carácter.
Por lo tanto, Bruce Beresford se dedicará a narrar simpáticas situaciones que resultan del trato diario y desde allí nos encuadra su principal discurso:
“Nunca es tarde para cambiar de actitud frente a la vida, hacia el trato hacia los demás y que a veces es necesario recibir ayuda de nuestros semejantes”.
Morgan Freeman, en otra memorable actuación, no conduce un coche, si no que su Cadillac es una máquina del tiempo que nos mostrará el viaje que quizás algún día nosotros mismos realicemos, y ojalá tengamos a alguien como él al lado.
Freeman interpreta a un personaje tierno, bondadoso y carismático, de los que solo él podría y a los que ya nos tiene muy acostumbrados, pues casi toda su filmografía se reduce a semejantes.
Así mismo, el actor hace una gran interpretación, a un buen nivel como es habitual en él y digna de reconocimiento.
Ver a Miss Daisy consumirse emociona, como ver al chófer llegar al mismo estadio que Miss Daisy cuando empieza la historia.
Pasa la vida, igual que pasan los diferentes coches, los amigos y enemigos.
Todo cambia pero lo que permanece firme siempre es el amor, la amistad y el respeto mutuo.
El amor puro y sincero que aguanta los desplantes y las malas maneras, que lo disculpa todo, que no lleva las cuentas del mal, que vence el mal a fuerza de bien.
La relación entre la pareja protagonista es sin duda el centro del guión y además constituye la parte más lograda.
Toda la cinta está llena de detalles, entre ellos puestos tras la cámara con mucho oficio ya que consiguen transmitir al espectador las intenciones que en un principio se tenían o se querían reflejar.
Es admirable lo bien medida que está la evolución de la amistad que surge entre la dama y su chofer.
No se cae en reiteraciones sino que todo lo que ocurre entre ellos sirve para formar la idea pretendida en un principio, todo está calculado de un modo muy preciso y complejo sin embargo Driving Miss Daisy ofrece un planteamiento y estructura muy sencillos y digeribles para el gran público.
Driving Miss Daisy obtuvo 9 nominaciones y fue ganadora de 4 Oscar, incluyendo Mejor película de 1989, mejor actriz principal (merecido para Jessica Tandy), mejor guión adaptado y evidentemente al mejor maquillaje.
Recibió 5 nominaciones en los apartados de mejor actor (Freeman), mejor actor de reparto (Dan Aykroyd), vestuario, dirección artística y montaje.
Ese año compitió con los films: Born On The Fourth Of July, Dead Poets Society, Field Of Dreams y la maravillosa My Left Foot.
La academia dejo por fuera en esa competencia a films como: Glory, The Little Mermaid, The Abyss, Cinema Paradiso, Do The Right Thing y Henry V.
Considero que es mayor clímax ver al chófer dando de comer amorosamente a Miss Daisy, su amiga, que un beso de la pareja protagonista de cualquier otra historia... lo de los dos ancianos si es amor verdadero.
De algunas películas se puede decir simplemente que son mágicas, sin saber muy bien qué razones dar y sin saber por qué nos producen unos sentimientos que otras por mucho que se empeñen no consiguen ni acercarse.
Éstas son las extrañas razones que tiene Driving Miss Daisy, un entrañable relato sobre cómo se desarrolla la amistad hacia alguien que en principio no se acepta, pues representa lo que no somos capaces de hacer por nosotros mismos, pero acaba siendo una de las pocas alegrías que nos quedan.
En un mundo cruel dominado por el odio racial, Miss Daisy y Hoke dan a todos una lección de humildad.
Bellísimo y delicado drama, de hondos sentimientos que se demuestran con suavidad y honestidad.
El transcurrir de los días para esas excelentes personas que van envejeciendo sabiendo que son amadas.
Driving Miss Daisy es una película de personas normales, de vidas sencillas que hablan de las cosas cotidianas y no hacen nada extraordinario, y por ello llega mucho más adentro, sin necesidad de conversaciones brillantes ni especialmente ingeniosas, ni de giros sorprendentes en la trama.
Vidas en su ocaso, que nunca dejan de brillar, ni siquiera cuando ya se han apagado.
Para los que gusten de apreciar un drama sencillo, tranquilo y hermoso.
Driving Miss Daisy es una oda a la tercera edad.

“You're my best friend”


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