Unforgiven

“Si has nacido cazador, no puedes ser porquero ni darte a la carpintería.
Si tu oficio es la muerte, no existe lugar para la redención”.

Los territorios fronterizos son proclives a la tragedia, a los encuentros violentos entre distintos modos de concebir la vida, a situaciones extremas resueltas por indómitos, y en ocasiones, secretos compartimentos del alma.
Lares donde la única ley respetada es el darwiniano precepto de que sólo el más fuerte sobrevive.
Todo ello les convierte en idílico enclave para el desarrollo de una historia impactante; y en pésimo emplazamiento para criar a tus hijos.
Y esa es una cuestión que no entiende de épocas, ni de biombos que separen ficción de realidad.
El mundo del cine fue capaz de intuir dicho potencial narrativo casi desde sus albores, y dedicó buena parte de sus esfuerzos económicos a reproducir la vida en el fronterizo oeste norteamericano de mediados del siglo XIX.
A dichos insignes pioneros, forjados en el western, debemos gran parte de los recursos narrativos y visuales que acabaron encumbrando al cine como el más fascinante método para contar historias.
Pero como pasa en todas las lides artísticas, el género cayó en desuso, quizá agotado tras el aluvión de aventuras empapadas en polvo, asquerosidad y sangre desgranadas a lo largo de los años; quizá porque el público que mayoritariamente poblaba las salas cambió de perfil, y con ello de intereses, sueños y miedos.
Unforgiven es una película estadounidense del género western dirigida por Clint Eastwood en 1992, para Warner Bros. Pictures / Malpaso Company.
Protagonizada por Clint Eastwood, Gene Hackman, Morgan Freeman, Richard Harris, Jaimz Woolvett, Saul Rubinek, Frances Fisher, Anna Thomson (a.k.a Anna Levine) y Anthony James, entre otros.
Magnifica fotografía de Jack N. Green.
Cuenta con guión de David Webb Peoples.
Música de Lennie Niehaus y Clint Eastwood.
"¿Quién es el dueño de esta pocilga?"
Uno de los últimos rótulos de Unforgiven es un conciso:
“Dedicado a Sergio y Don”.
Evidentemente se refiere a Sergio Leone, con quien hizo la mítica Trilogía Del Dólar, y Don Siegel, con quien hizo cinco cintas, si contamos la ópera prima de Eastwood, seis, y de quien aprendió prácticamente todo lo que sabe de dirección.
Estos dos autores navegan por las imágenes de Unforgiven, pero menos de lo esperado.
Nombres como John Ford —la contenida lírica del relato—, Sam Peckinpah—el héroe crepuscular condenado a un fatal destino—, John Huston —el perdedor—, o William A. Wellman —una vez más “Incidente en Ox-Bow” de 1943 se vislumbra en su obra— están más presentes que los dos antes mencionados, pero dichas influencias están asimiladas como debe ser.
Insertadas inteligentemente en la historia no ahogan ni por un instante el estilo de Clint Eastwood, fusión de clasicismo y modernidad que ningún otro director posee en la actualidad.
Los protagonistas de sus westerns son hombres abocados a la violencia, fantasmas resurgidos de la tierra para vengarse de los que le humillaron, forajidos con un aura mística nacida del dolor y el horror por contemplar a tu familia violada y asesinada, ángeles de un cielo sin leyes que socorren a los necesitados, en definitiva, muertos vivientes de rostro enjuto, que arrastran tras de sí un carromato de cadáveres, fruto de sus múltiples encuentros con pobres desdichados que se creyeron más rápidos y más listos.
Una de las sensaciones que más calan al espectador que visualiza Unforgiven es el de la total falta de épica de la historia narrada.
Si Sam Peckimpah había mostrado el crepúsculo del western en un grupo de hombres perdidos y aislados cuyo único motor de supervivencia es la violencia que arrastraban consigo, y John Ford había jugado, la última y más duras de las bazas, al desmitificar la leyenda del etéreo cowboy, Eastwood, no exento de tristeza, rueda su último western desde el estigma más hondo.
Su Will Munny es un asesino de mujeres y niños, un borracho que pegaba y maldecía a los animales, cuya última aventura, por si no fuera bastante, acaba por destrozarlo definitivamente, siendo el motor de la misma, unos cortes realizados por un par de jóvenes a una prostituta que se había reído al ver el minúsculo pene de uno de ellos.
El despropósito de muertes y flagelaciones que conlleva dicha acción, está encadenada a los estúpidos actos de los protagonistas: un sheriff que se niega a castigar a los culpables, las prostitutas que creen que se debe pagar con la muerte tal ofensa, un joven bravucón que sólo piensa en la recompensa, y un par, casi de ancianos ex pistoleros, incapaces de subirse al caballo o de disparar ya a otra persona, aceptando un trabajo carente de toda épica, un vil asesinato a dos jóvenes, que al margen del acto brutal que abre el film, se presentan cómo gente de a pie, trabajadora e, incluso, arrepentida.
Unforgiven nos presenta a William Munny, un antiguo pistolero que ahora vive con sus dos hijos pequeños alejado de todo mal, aunque en condiciones precarias.
La relación con su mujer Claudia, fallecida a la temprana edad de 29 años, hizo que Munny se apartase del mal camino que llevaba convirtiéndose en un hombre de bien.
Pero la leyenda hace que alguien siempre esté interesado en rescatarla del olvido.
Munny recibe la visita de un joven atrevido, Schofield Kid, que quiere pedirle ayuda para matar a dos hombres que rajaron la cara a una prostituta y no recibieron castigo por ello.
La recompensa de 1.000 dólares que convence a Munny de volver a las andadas, aunque las cosas ya no son tan fáciles como entonces.
Con Schofield y un antiguo socio, Ned Logan, partirán a implantar ¿justicia?
William Munny, el asesino de mujeres y niños, cuya transformación en el relato sigue una lógica interna.
Tras once años apartado del alcohol, el principal motivo de su pasado violento, las armas o los caballos —en el film monta una yegua—, volverá a ser el que era antaño cuando le comuniquen la muerte de su amigo Ned Logan y coja una botella de whisky de la que se pondrá a beber.
Unforgiven tiene una estructura casi circular, adornada con la historia paralela de English Bob —sensacional y divertido Richard Harris—, un pistolero que ha acudido al pueblo atraído por la recompensa.
Su enfrentamiento con Little Bill Daggett, el sheriff del pueblo, no sólo es un anticipo de lo que le espera a Munny y sus amigos, sino que sirve para vestir el personaje de Daggett, uno de los antagonistas más fascinantes que haya dado el cine en los últimos años.
Gene Hackman, logra crear un personaje con múltiples aristas que va más allá de ser el típico villano de la función.
Daggett es un hombre con un peculiar sentido de la justicia, y puede resultar tan temible —la paliza delante de todo el pueblo a English Bob — como encantador por torpe —la penosa construcción de su casa—.
Un rival a la altura de la leyenda de William Munny.
También nos habla de Ned Logan, quizá el único personaje positivo en un relato donde los buenos no son tan buenos ni los malos tan malos.
Morgan Freeman, en su primera colaboración con Eastwood, transmite esa humanidad típica en muchos de sus personajes.
Un hombre que ayuda a su amigo, pero llegado el momento de la verdad no puede disparar contra un hombre porque realmente él ya se ha reformado, ha dejado atrás de verdad su pasado violento.
Schofiled Kid —un convincente Jaimz Woolvett— refleja la juventud, el ímpetu, la fanfarronería, tal vez lo que Logan y Munny fueron en sus tiempos jóvenes.
El chico ayudará a Munny hasta que descubre por sí mismo que, matar a un hombre puede ser algo fácil de hacer, pero muy duro de asimilar.
Hasta el clímax final, Eastwood alterna paisajes abiertos con escenas de una oscuridad casi extrema, en la que apenas pueden verse los rostros de los personajes.
Poco a poco, las tinieblas van ganando a la luz en una historia cuyo clímax parece desarrollarse en el mismísimo infierno, fotografiado por un Jack N. Green en plena forma.
En la famosa escena del bar, Munny aparecerá cual figura fantasmal, para llevar a cabo su venganza personal y demostrará la eficacia de la historia que, instantes antes, Daggett ha contado al biógrafo:
“Un hombre tranquilo es el más peligroso en un tiroteo”.
La fotografía es más tenebrista que nunca, y Munny, que sabe que se verá con Daggett en el infierno, desaparece en medio de la lluvia no sin antes lanzar una advertencia de muerte y destrucción.
Unforgiven está delimitada por dos planos al más puro estilo John Ford —como si, a modo de homenaje, todo lo narrado por Eastwood no sobrepasase al más grande director de western que ha habido—.
Un texto nos indica el pasado de Munny, y cómo una mujer le cambió la vida.
Dicha mujer se llamaba Claudia, y su madre, que viajará hasta el último lugar de descanso de su hija, jamás llegará a entender por qué su única hija se casó con un hombre tan violento.
Nadie conoce la verdadera cara de William Munny, sólo Claudia —pocas veces un personaje que no aparece físicamente en una cinta tuvo tanta presencia en una historia—, y el espectador.
Es así como Unforgiven representa entonces, el crepúsculo del Western y la consagración artística de Eastwood.
Hoy en día ya nadie hace westerns, o por lo menos, ya nadie hace westerns interesantes.
Eastwood consigue demostrar lo que los grandes cineastas han demostrado siempre, aunque ni mucho menos lo pretenda, que el clasicismo es mucho más valido que cualquier mamarrachada seudomoderna perpetrada por tipos con gafas de pasta, que la fuerza de un filme reside tanto en el guión como en la fotografía, la puesta en escena y un montaje coherente y con intención dramática.
Unforgiven es un nostálgico western que nos adentra en una historia sobre huída del pasado con cambio y reorientación de vida, sobre la culpa que agobia la razón, sobre el amor perdurable a pesar del alejamiento físico, sobre las cicatrices anímicas que deja el ejercer la perversidad.
Con un carácter sumamente aplomado y maduro, Clint Eastwood dirige e interpreta una obra sumamente reflexiva en sus circunstancias.
Pocas veces he asistido a un filme que haga que me encariñe con los "villanos", en donde la sangre y la acción tengan un sentido, y motivación de fondo que las justifiquen y se alejen del matar por matar.
Donde no exista para nada el típico maniqueísmo de sheriff bueno versus forajidos malvados, en donde todos tienen pecados en su haber, en donde nos adentramos en el alma de un hombre en pena por sus errores y que quiere de todas maneras remediar sus equivocaciones.
Épica sobria e inteligente, que demuestra que no siempre el tiroteo o el duelo es lo más atrayente del western, sino la profundidad de los personajes: en este caso, esos seres que deambulan entre la falta de práctica y la tormentosa conciencia que les agobia para no reincidir en los resbalones del pasado.
Unforgiven puede parecer una película carente de la épica de antaño, pero esa voluntad de mostrar a los anti-héroes, de mostrarlos humanos, frágiles a la vez que duros, violentos y carentes de moral, es a mi juicio, donde reside la épica de Unforgiven.
“Es duro matar a un hombre, le quitas todo lo que tiene y todo lo que podría tener.”
En un soberbio y seco primer plano puede parecer el fin del western, el fin del héroe, pero cuando es Munny quien lo dice se convierte automáticamente en épico.
Sobra decir que las actuaciones son brillantes e incontestables, que la estética no tiene nada que envidiarle a grandes clásicos del lejano oeste, y que la banda sonora acrecienta el tono melancólico y solitario del protagonista principal.
"Si, he matado mujeres y niños, y todo lo que tenía vida, y ahora he venido a matarte a ti".
Unforgiven ganó 4 Premios de 10 nominaciones al Oscar de la Academia a la Mejor Película, Mejor Director, Mejor Actor de Reparto (Gene Hackman) y Mejor Montaje; y fue nominada para otros 6: Mejor Actor Protagonista (Clint Eastwood), Mejor Guion Original, Mejor Fotografía, Mejor Dirección Artística, Mejor Sonido y Mejor Montaje de Sonido.
Ese año Unforgiven compitió contra grandes filmes como The Crying Game, A Few Good Men, Howards End, y Scent Of A Woman.
La Academia deja por fuera del reconocimiento mayor a otras grandes como: Bram Stoker's Dracula, Aladdin, A River Runs Through It, Indochine, Death Becomes Her, The Last Of The Mohicans, Chaplin, Basic Instinct, The Bodyguard, Hoffa, Husbands And Wives, Lorenzo's Oil y Malcolm X, todas grandes obras cinematográficas, gran año para el cine.
Unforgiven es el tercer western, en toda la historia del Oscar, que conseguía el premio a la Mejor Película, tras Cimarron de 1931 y Dances With Wolves de 1990.
“Me llamo William Munny y como volváis a tocar a las putas volveré y os mataré a todos...¡¡hijos de perra!!"
Unforgiven sigue siendo una película violenta pero es tremendamente lírica.
La mirada revisionista que propone, desmonta el mito para crear uno nuevo.
Las balas, siempre certeras en el género del western, toman aquí una naturaleza más real, donde la violencia siempre acarrea consecuencias y matar es una cuestión de suerte en el reparto.
Esto hace que sea una película profundamente moral y que una historia en apariencia simple, nos ofrezca, como todas las grandes obras, más carne de la que aparenta.
Esta es una historia en la que no hay buenos ni malos, sino personas que ceden de diferentes formas ante la maldad innata del ser humano.
Todos los personajes, magistralmente definidos hasta en los secundarios más secundarios, son humanos de los pies a cabeza, desprovistos de todo atisbo de halo mítico, y en cuyos corazones, el bien y el mal, se entremezclan como alimañas al igual que sucede fuera de la pantalla, en el mundo real.
Una historia profunda que versa sobre la violencia, la justicia, la redención personal, y cómo los demonios del pasado no pueden ser exorcizados, sino que se encapsulan en los más recónditos interiores del ser humano, dormidos, para aguardar el momento idóneo de volver a la superficie.
Pues, como dice el propio título de Unforgiven, “no existe el perdón para nadie”.
A la película, además le acompaña una brillante y melancólica banda sonora y una fotografía de primerísimo nivel.
Eastwood un hijo pródigo de dos realizadores cómo Sergio Leone y Donald Siegel, a los protagonistas de sus westerns, a esos personajes sacados de la mente de Sergio y Don es a quienes va dedicada la película.
El pasado irremediable en un tiempo inhóspito, la reflexión sobre el profesional y la técnica del pistolero, el perfil sombrío del mito, las consecuencias de la violencia (que cambia vidas y las marca, como ganado, para siempre), unos personajes arrastrados por el tiempo a un lugar que no conocen ni dominan...
Pocas películas son capaces de tratar con tal maestría las claves de un género y actualizarlas sin necesidad de pervertirlas.
Curiosamente, pese a que nunca conozcamos a su mujer más allá de la figura de un solitario árbol y una lápida ante un bello atardecer, su presencia se puede sentir en todas las miradas, frases y actos de Munny, siendo por tanto un “personaje en off” casi al mismo nivel que Rebecca de Winter, de Alfred Hitchcock. Especialmente descorazonadora es la secuencia que antecede al clímax final, por suponer lo que supone y por suceder, precisamente, bajo un solitario árbol frente a unas nubes que guardan una tormenta.
Memorable la escena del desfiladero, memorable la escena del bar, memorable salida del bar, memorables todos los actores, memorable la película.
No hay perdón!

“She was a comely young woman and not without prospects.
Therefore it was heartbreaking to her mother that she would enter into marriage with William Munny, a known thief and murderer, a man of notoriously vicious and intemperate disposition.
When she died, it was not at his hands as her mother might have suspected, but of smallpox.
That was 1878.
Some years later, Mrs. Ansonia Feathers made the arduous journey to Hodgeman County to visit the last resting place of her only daughter.
William Munny had long since disappeared with the children...
Some said to San Francisco where it was rumored he prospered in dry goods.
And there was nothing on the marker to explain to Mrs. Feathers why her only daughter had married a known thief and murderer, a man of notoriously vicious and intemperate disposition.”


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