Mrs. Miniver

“Mrs. Miniver no dirige un combate aéreo ni una batalla por mar, pero nos muestra su esfuerzo y el de la población británica por sobrevivir a los bombardeos alemanes”.

Churchill comentó que Mrs. Miniver ayudó más a Gran Bretaña y fue más vital para la nación que una flota de destructores.
El premier británico supo ver el valor que una simple cinta podía tener para elevar la moral de todo un país y para ayudarle a sobrevivir, convirtiéndose, más allá de la simple propaganda, en una valiosa arma ideológica al servicio de las libertades y contra la tiranía, un canto a los valores comunes que los totalitarismos del Eje estaban empeñados en destruir.
El 7 de diciembre de 1941, los EEUU tuvieron que enfrentar la decisión más difícil de su historia moderna.
Un nuevo conflicto bélico generalizado había tocado a su puerta, apresurando una decisión que el gobierno de Franklin Delano Roosevelt no deseaba tomar.
El ambiente de guerra se permeó rápidamente a lo largo y ancho de la nación y a través de todos los estratos sociales hasta alcanzar a Hollywood.
Con una rapidez asombrosa, los estudios de cine se transformaron en arsenales destinados a la producción de propaganda bélica de emergencia, ofensiva o defensiva, y con sus nombres más famosos acaparados por las fuerzas armadas.
Así, con el grado de coronel, Frank Capra trabajó para el Departamento de la Defensa supervisando la serie de documentales “¿Por qué peleamos?” (1942-45), en la que colaboraron muchos directores importantes.
John Ford fue movilizado, con el grado de comandante, para dirigir la producción cinematográfica de la Marina, mientras que el mayor William Wyler se encargó de las Fuerzas Aéreas.
Sumamente popular en su tiempo, Mrs. Miniver puede verse hoy como una curiosidad perteneciente a una época en la que los valores comunes a una sociedad eran más sencillos de codificar.
Sin embargo, es importante reconocer la honestidad con que cada uno de los integrantes de esta producción trabajó al servicio de una ideología en la cual creían, y a la cual le debemos, ésta y otras valiosas producciones del cine norteamericano.
Durante más de dos décadas, Wyler fue considerado como un genio por los críticos estadounidenses, quienes alabaron su capacidad para asimilar las experiencias de sus antecesores y desarrollar una nueva forma de escritura cinematográfica basada en el plano secuencia y el manejo de la profundidad de campo.
Esta opinión cambió con el paso del tiempo, al surgir un nuevo tipo de crítica tendiente a menospreciar a aquellos directores que se sujetaron siempre a la política de los estudios.
Mrs. Miniver es una cinta inteligentemente feminista.
Pero más aún, es Inglaterra en sí misma, símbolo de los cambios que se operan en todo un país atacado.
Mrs. Miniver se para frente a la barbarie, la guerra y el nazismo, Mrs. Miniver es una sociedad que defiende unida sus valores superiores acaba por vencer aunque sea la masacre.
Ese es el mensaje que este grandioso film quiso trasladar a aquellos norteamericanos que incluso después de Pearl Harbor seguían siendo reacios a la intervención en la guerra.
Mejor que cualquier documental de guerra Mrs. Miniver supo hacer ver que la imagen de los ciudadanos de Londres y otras ciudades británicas empeñados en recomponer su vida cotidiana tras los bombardeos de cada noche marcó el comienzo de la derrota de Hitler.
La supuesta raza superior no podía derrotar a una sociedad éticamente superior.
La democracia más antigua de la Tierra se refuerza y sus ciudadanos se igualan en la solidaridad; eso se simboliza en Lady Beldon admitiendo que por primera vez un humilde ferroviario la despoje de su premio en el concurso de rosas; y se expresa con convicción en el oficio religioso en la iglesia anglicana destruida por las bombas con que se cierra esta emocionante film.
Mrs. Miniver es una película de 1942 dirigida por William Wyler para Metro-Goldwyn-Mayer y protagonizada por Greer Garson, Walter Pidgeon, Teresa Wright, Dame May Whitty, Reginald Owen, Henry Travers, Richard Nfy y Henry Wilcoxon; basados en el personaje de la ama de casa, creada por Jan Struther, entre 1937 y 1939 para un serial de un diario, y en un guión de George Froeschel, James Hilton, Claudine West y Arthur Wimperis.
Con música a cargo de Herbert Stothart.
Este impecable trabajo de William Wyler muestra el cuidado de las mujeres a sus hombres y cierto cinismo, más disimulado, de ellos ante sus “proezas”.
Son las Mrs. Miniver rosa y mujer, las que representan la humanidad que debe seguir indemne a pesar del horror de las bombas nazis, representados en el filme por sus continuos ataques aéreos y por un piloto que ha caído con su aparato cerca del barrio de los Miniver.
Y es precisamente este personaje el que “mancha” la película, el que representa la etiqueta de filme de propaganda de Mrs. Miniver.
Cuando la mujer protagonista (Oscar a Greer Garson por su magnífico trabajo) lo descubre, el piloto le confiesa, orgulloso y medio en trance, que los nazis mataron en uno de sus bombardeos a 30.000 personas en dos horas.
La breve discusión que mantendrá con el piloto la colocará frente al horror y el fanatismo al que se enfrenta su país.
La Academia de Hollywood, por su parte, también valoró con los más altos galardones al filme con 6 premios de 12 nominaciones.
Además de Garson (cuyo discurso de aceptación ha sido el más largo registrado: 5 minutos, 30 segundos por lo que la Academia luego impondría el límite de tiempo para los agradecimientos), también lograron su estatuilla Teresa Wright (secundaria), Joseph Ruttenberg (fotografí¬a), Wyler (director), Sidney Franklin (pelí¬cula) y los antes citados escritores (guión).
Además, fueron nominados, ente otros, Walter Pidgeon (actor), Henry Travers (secundario) o Dame May Whitty (secundaria).
Mrs. Miniver fue la primera en conseguir un Óscar a la mejor película y nominada en las cuatro categorías que premian a los mejores actores y actrices.
Fue una fuerte competidora de Yankee Doodle Dandy y deja por fuera a Now, Voyager.
Uno de los grandes momentos del este gran clásico es su final, cuando se nos presenta una misa en la que el párroco (Henry Wilcoxon) pide fuerza, valor, ánimo y coraje ante los ataques nazis.
Mientras el cura sigue su homilía, Wyler (nacido en Alemania y firmemente implicado en el ejército norteamericano) abre el plano y nos descubre lo que sólo habíamos intuido: la iglesia está en ruinas, algo que no afecta a los convencidos y entregados feligreses.
Esta escena fundamental fue reescrita por William Wyler y Henry Wilcoxon la noche antes de su rodaje.
El texto, además, fue literalmente impreso en las revistas “Time” y “Look” y lanzado por aviones sobre Europa por orden expresa del presidente Roosevelt.
Es curiosa la paradoja de la flor…
De hecho la sociedad de Belham tiene como principal acontecimiento anual el concurso de rosas y flores ornamentales que organiza la aristócrata local Lady Beldon (Dame May Whitty), todo un símbolo de la Inglaterra eterna, concurso que la propia dama octogenaria siempre gana.
Por eso el hecho de que el humilde jefe de estación Mr. Ballard (Henry Travers) tenga la osadía de competir con su propia rosa, un bellísimo ejemplar que dedica a la señora Miniver, representa poco menos que la revolución que hará tambalearse al Antiguo Régimen.
Sin ser propiamente una cinta bélica, Mrs. Miniver es la mejor muestra cinematográfica sobre cómo la guerra cambia la vida en la retaguardia y la importancia de la sociedad civil, y el heroísmo de lo cotidiano en un conflicto por la supervivencia de una civilización como fue, desde el bando aliado, la Segunda Guerra Mundial.
En años posteriores, directores como Wyler han sido redescubiertos por una nueva generación de especialistas, quienes no dudan en señalar su influencia directa en el estilo de cineastas tan alabados por su originalidad como el propio Orson Welles.
A reserva de futuras interpretaciones, lo cierto es que la obra de William Wyler continúa siendo una de las más sólidas del Hollywood clásico y su elegante estilo uno de los más perfectos que se hayan visto en la pantalla.
Todo está muy bien estructurado para dar esa dimensión publicitaria al conjunto, rematado por el discurso del vicario, alabado por Churchill y Roosevelt, y que llegó a ser conocido como el "Wilcoxon Speech", en homenaje al actor que lo pronunciaba.
Una curiosidad sobre la película:
Cuando el doctor Goebbels, ministro de propaganda de Hitler, vio esta película, se quedó muy admirado, y la alabó diciendo que era la mejor propaganda anti-nazi que había visto nunca.

“This is the People's War.
It is our war.
We are the fighters.
Fight it then.
Fight it with all that is in us and may God defends the Right”.


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