My Fair Lady

“I'm a good girl, I am!”

My Fair Lady es una joya clásica del cine musical, además de sus incuestionables méritos artísticos, nos muestra que con trabajo, esfuerzo y disciplina se puede conseguir cualquier cosa.
También es la belleza escondida en toda alma humana, sea cual sea su condición social y lo que muestren las apariencias, o la importancia del lenguaje y de saber expresarse con corrección.
My Fair Lady debe ser exigida visionar en su idioma original.
My Fair Lady nos dice que hay que ser feliz, que a pesar de que no lo tengas todo, hay que conformarse con lo que se tiene y sobretodo apreciarlo.
My Fair Lady está llena de sentimientos y amor del que jamás se podrá olvidar, es capaz de hacernos pasar unas horas de felicidad y olvidar el mundo real.
My Fair Lady, es una película musical de 1964, dirigida magistralmente por George Cukor para Warner Bros Pictures, Jack L. Warner productor y está protagonizada por Audrey Hepburn, Rex Harrison, Stanley Holloway, Wilfrid Hyde-White, Gladys Cooper, Jeremy Brett y Theodore Bikel.
El guión y la adaptación del musical teatral del mismo título son de Alan Jay Lerner y la música de Frederick Loewe, que muestran cómo hablan el idioma inglés en Londres las clases altas a principios del siglo XX y las clases populares.
My Fair Lady a su vez está basado en la obra de teatro Pigmalión de Sir George Bernard Shaw.
Lo que hace sonreír, también hace sufrir, en esta obra teatral en la que un hombre de enorme talento como George Bernard Shaw (1856-1950), adalid de las causas sociales y de la defensa de la independencia de la mujer, no pudo modificar o no supo corregir el rumbo de la historia y de sus propios intereses sociales y sentimentales frente al irresistible y peligroso encanto femenino.
Otros dramaturgos sí se atrevieron a dar un paso más; por ejemplo, el sueco Strindberg (1849-1912) asegurando que la mujer era un demonio castrador del que había que huir de cualquier modo, o bastante antes el noruego Henrik Ibsen (1828-1906), quien nada menos que en 1879 planteó la independencia absoluta de la mujer en Casa De Muñecas, probablemente la obra que da comienzo al considerado teatro moderno.
Pero el gran Bernard Shaw que había llegado a resolver satisfactoriamente para el sexo femenino disputas graves entre madre e hija en La Profesión De La Señora Warren (respetada burguesa tras años de prostitución de alto nivel), escribió Pigmalión aprovechando el mito griego de Galatea, bellísima escultura que cobra vida ante la pasión de su observador.
En el manuscrito original de esta pieza teatral convertida en musical que se representa en todo el mundo constantemente, Bernard Shaw deja dos finales: el que todos conocen y otro, ideal, que nunca se representó.
Quien vea My Fair Lady se dará cuenta de qué hablo:
“Cuestión de amor con pantuflas”.
Pero lo más importante es que el prototipo masculino, rico e intelectualmente sabio, es emocionalmente un adolescente maleducado que no sabe expresar sus emociones...
Y aquí llega George Cukor, un hombre de vida sentimental, homosexual, que supo como nadie en el cine comprender y adorar a las mujeres, y es capaz de dar precisa, elegante, emocionante forma cinematográfica a esta obra aparentemente pueril y sin embargo profunda, bellísima en todas sus facetas e incluso en su dulce y amargo final.
Las películas de George Cukor se podría decir que fueron las más opulentas y elegantes del Hollywood clásico.
Mas por el hecho de contar con grandes presupuestos y conseguir la espectacularidad que los mismos les otorgaban (algo que puede apreciarse también en Cecil B. DeMille), el cine de Cukor tiene una capacidad envolvente, y a la vez el trazo fino y preciso, de algunos de los grandes nombres que como en su caso giraron en torno a los géneros aparentemente más livianos como la comedia o el musical aunque no siempre.
Cukor y el fotógrafo Cecil Beaton construyeron una cinta con de magia visual y sonora, con unas actuaciones realmente destacables, sobre todo del trío protagonista.
Magnífica restauración de decorados diseñados casi en su totalidad por Beaton, con algunas aportaciones de Cukor, representando con la magia exclusiva de aquellos años, escenarios recuerdo de la maravillosa ciudad de Londres…
El vestuario diseñado con un gusto exquisito, sobre todo las escenas, con trajes en blanco y negro, y los sombreros y pamelas tan espectaculares de las damas, en las carreras de Ascott.
La elegancia de la Hepburn brillantísima en toda la película, y sobre todo bajando la escalera con el príncipe, para abrir el baile.
Así es como un misógino y clasista profesor de fonética británico, para quien el origen de la existencia de clases está en la pronunciación, prosodia y vocabulario de la lengua materna utilizada, el profesor Henry Higgins (magnífico Rex Harrison), y un misántropo coronel del ejército británico y estudioso de las lenguas exóticas, coronel Pickering (Wilfrid Hyde-White), apalabran una apuesta que implicará de lleno a la vendedora de flores.
Llevando la cinta en todo momento a situaciones y escenarios mágicos, con inolvidables momentos como la asistencia y presentación en (la alta) sociedad de Eliza en Ascott, o el baile en la embajada en honor de la reina de Transilvania… pasando también y sobre todo por la maravillosa aportación del padre de la protagonista Alfred Doolitlle (increíble Stanley Holloway) y su inolvidable “…with a little bit of luck…”, o su discurso sobre los prejuicios y ataduras de la mediana y alta burguesía respecto a los de su clase original: los humildes.
A parte de la historia social y lingüística que todos conocemos (es exigido oír las canciones en inglés con subtítulos), se ha hablado muy poco de un tema peliagudo que aparece levemente desarrollado durante la película y que al final de ella da claros brotes de intencionalidad.
Me estoy refiriendo a la relación amorosa entre los dos protagonistas, y concretamente a las dos últimas escenas.
Higgins (Rex Harrison) siempre aduce que no soporta a las mujeres, y Eliza (Audrey Hepburn) le aguanta todo tipo de desdenes.
Se produce así un paralelismo entre la relación profesor-alumna inicial y lo que ustedes verán al final.
Son en estas dos últimas escenas donde el lenguaje da un giro inesperado, cargado de confesiones morbosas que no dejarán indiferente al espectador ante tanta sinceridad sexual.
Una clara relación pasional y tortuosa al descubierto, en la que parece que ninguno de los dos encaja en los deseos del otro, pero que finalmente queda resuelto por la atracción de los polos.
Este final es una manipulación de su original, Pigmalión, donde no existe tal desenlace.
Éste es más romántico y pasional, pero oculta narrativamente una presunta homosexualidad de su protagonista, bien por cuestiones tanto contextuales de la época como del propio autor, Bernard Shaw.
Creo que podrán encontrar algunas pistas de ello durante la película, y espero que la disfruten mucho.
“All I want is a room somewhere, far away from the cold night air.
With one enormous chair; oh wouldn't it be loverly?”
Resulta que Julie Andrews había sido la compañera de reparto de Harrison en el teatro, interpretando el papel de Eliza en Broadway y en West End, pero a pesar de la presión del libretista y guionista Alan Jay Lerner, Jack Warner, de la compañía Warner Bros, insistió en dar el papel a Audrey Hepburn en la película, pues era ya una estrella de la pantalla reconocida mientras que Julie Andrews no se conocía en el cine.
Se cuenta que la misma diva Elizabeth Taylor también luchó por este papel, que al final no consiguió.
Originalmente, My Fair Lady se iba a llamar “Lady Liza”, pero Rex Harrison se negó a estar en una película donde el título de esta, se basara en el papel femenino principal.
Por otra parte, como Audrey Hepburn era muy mayor para interpretar a Eliza, se contrató al actor Jeremy Brett, de 30 años, para interpretar a Freddie, quien en la película tenía 20.
“I could have danced all night”
Resulta que Jeremy Brett (Freddie), quien celebró su 30º cumpleaños durante la filmación, se llevó una gran sorpresa al saber que su voz en las canciones fue doblada por un hombre de 42 años llamado Bill Shirley, especialmente cuando su voz era bastante buena para el papel.
Este hecho detono una marejada de contradicciones.
Primero lo primero.
El instrumental “Busker Sequence”, que abre la obra tras el “Preludio” (“Overture”) es el único número musical omitido en la película.
A pesar que el ingrediente fundamental de este musical son las canciones como: "Wouldn't It Be Loverly?", "With a Little Bit of Luck”, "I Could Have Danced All Night", "Get Me to the Church on Time".
Tras escuchar las pistas grabadas por Audrey Hepburn, y sin hablarlo con ella, el equipo de producción organizó una audición para buscar una voz que doblase a Audrey Hepburn en las canciones, resultando elegida la soprano californiana Marni Nixon, que grabó todas las canciones completas excepto “Just you wait”, donde se escucha la voz de Audrey Hepburn tal cual en la mayoría de la canción exceptuando una transición melódica cantada por Marni Nixon.
Nixon firmó guardar secreto por su participación, y no recibió reconocimiento alguno en los títulos de crédito, sin embargo la información de que Audrey Hepburn sería doblada en las canciones acabó por filtrarse a la prensa.
Algunas de las interpretaciones originales de Audrey Hepburn para la película fueron publicadas en los años 1990, permitiendo al público juzgar si el doblaje realmente era necesario.
En especial, sus interpretaciones de las canciones “Wouldn't it be loverly?” y “Show me” están disponibles en los contenidos extras del DVD publicado en 1998.
Aunque menos publicitado, Rex Harrison rechazó grabar previamente sus números musicales, explicando que nunca había cantado las canciones igual de una vez para otra y, por tanto, no podría hacerlo de forma convincente haciendo playback en el rodaje, como habían hecho los protagonistas de los musicales desde el nacimiento del cine sonoro en Hollywood.
Para permitir que Rex Harrison cantara sus canciones en directo durante el rodaje, el estudio colocó un micrófono inalámbrico en las corbatas, siendo el primer micrófono inalámbrico usado en la historia del cine.
André Previn dirigió la versión final de la música escuchando la grabación de voz de Harrison, haciendo que el departamento de sonido ganase un Óscar por sus esfuerzos.
A todo esto, tiempo después Audrey Hepburn confesó que nunca habría aceptado el papel de Eliza Doolittle si hubiese sabido que el productor Jack Warner quería que se doblara su voz en las canciones.
Junto con esto, afirmó que Julie Andrews debió ser escogida para el papel.
“The rain in Spain stays mainly in the plain”
Fuerte competidora de Mary Poppins, Zorba The Greek y la obra de Kubrick, Dr. Strangelove: Or How I Learned To Stop Worrying And Love The Bomb; My Fair Lady fue la ganadora de 8 Oscars, incluyendo, película (Jack Warner), director (Cukor), actor (Harrison), fotografía/color, sonido, adaptación musical (André Previn), vestuario (para el Gran Cecil Beaton) y dirección artística.
Lastimosamente Stanley Holloway, fue quien se robó el corazón y el espectáculo de interpretar el papel de Alfred (el padre de Eliza, en teatro y en la versión cinematográfica) no se llevo el Oscar, inolvidable y muy carismático papel, así como Gladys Cooper, el guion adaptado y el montaje fueron pasados por alto.
Cuando Harrison aceptó el Oscar al mejor actor por la película le dio las gracias a sus «dos hermosas damas» («two fair ladies») Audrey Hepburn y Julie Andrews.
Curiosamente, el Óscar a la mejor actriz que recibió Julie Andrews en 1964 por Mary Poppins y la falta de nominación de Audrey Hepburn, según se cree por haber sido doblada por Marni Nixon en las canciones, fue visto como muchos como la revancha de Julie Andrews, aunque ambas actrices han negado que existiera odio alguno entre ellas.
My Fair Lady en la única película cuyos derechos de emisión pertenecen a CBS pero no ha sido distribuida por CBS Home Entertainment.
En los años 90, los rollos de película original se encontraban degradados tras múltiples copias, y se temía su total deterioro.
CBS descubrió esto tras ganar dos años seguidos el premio al peor disco láser (DVD) del año.
Los restauradores Robert A. Harris y James C. Katz, junto con 20th Century Fox, cuya división de vídeo tenía los derechos de la filmoteca de CBS incluyendo My Fair Lady, fueron contratados con el fin de salvar la película.
Tras meses de trabajo, consiguieron preservar la calidad de la imagen para futuras generaciones, lo que llevó a un reestreno cinematográfico de la película restaurada en 1994 por parte de 20th Century Fox, reforzando la popularidad de la película.
Inolvidable el parlamento de Eliza en Ascott:

“My aunt died of influenza - so they said, but it's my belief they done the old woman in...
Yes, Lord love you.
Why should she die of influenza when she come through diptheria right enough the year before?
Fairly blue with it, she was.
They all thought she was dead, but my father, he kept ladling gin down her throat...
Then she come to so sudden she bit the bowl off the spoon...
Now what call would a woman with that strength in her have to die of influenza?
And what become of her new straw hat that should have come to me?
Somebody pinched it, and what I say is, them as pinched it done her in...
Them she lived with would have killed her for a hat pin, let alone a hat...
Gin was mother's milk to her.
Besides, he'd poured so much down his own throat, he knew the good of it...
Drank!
My word!
Something chronic!”


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