The Departed

“Lies.
Betrayal.
Sacrifice.
How far will you take it?”

El género humano tiene más armas que las físicas.
Una de esas herramientas es la mentira, que bien utilizada se puede convertir en un arma infalible.
Martin Scorsese reflexiona sobre el poder de la mentira en una película de ritmo asfixiante, donde los acontecimientos se suceden de manera vertiginosa.
La astucia de sus protagonistas y elementos como la fidelidad, la amistad, la traición, la venganza y la violencia, unidos siempre a las películas de mafiosos, dotan a The Departed en un envoltorio de cine con mayúsculas.
“I don't want to be a product of my environment.
I want my environment to be a product of me.
Years ago we had the church.
That was only a way of saying - we had each other.
The Knights of Columbus were real head-breakers; true guineas.
They took over their piece of the city.
Twenty years after an Irishman couldn't get a fucking job, we had the presidency.
May he rest in peace.
That's what the niggers don't realize.
If I got one thing against the black chappies, it's this - no one gives it to you.
You have to take it”
The Departed es una cinta del género thriller policiaco del año 2006, dirigida por Martin Scorsese para Warner Bros Pictures.
Está protagonizada por Leonardo DiCaprio (Billy Costigan), Matt Damon (Colin Sullivan), ENORME Jack Nicholson(Frank Costello), ENORME Mark Wahlberg (Sargento Dignam), Martin Sheen (capitán Queenan), Vera Farmiga (Madolyn), Alec Baldwin (capitán Ellerby), Anthony Anderson (Brown), Kevin Corrigan (Sean), James Badge Dale (Barrigan)
El guión corre a cargo de William Monahan como un remake (se me crispa el pelo) de un thriller policíaco de 2002 llamado “Infernal Affairs” escrito originalmente por Alan Mak y Felix Chong.
“Well, "Families are always rising and falling in America", am I right?”
Scorsese introduce al espectador en la acción con un bombardeo incesante de imágenes cruzadas.
Su mirada a los mecanismos del poder es una de las más lúcidas que hayamos visto en mucho tiempo, aunque aparente ligereza, impresión que dejan su velocidad y la precisión de las réplicas de sus personajes.
La convivencia eterna entre la ley y el orden impuestos bajo las sagradas instituciones del estado y las otras que se desenvuelven un poco más abajo llega al extremo del mimetismo.
Explora las calles del sur de Boston, donde transcurre la historia, y registra los negocios de la mafia y los matones hasta llegar al rey de la ciudad: un fabuloso capo de la mafia interpretado por Jack Nicholson.
A través de este caos narrativo inicial, al que se suma una excelente banda de sonido, el director construye una historia compleja, desprolija, que se va armando de manera gradual, pero que es envolvente de principio a fin.
Las interpretaciones y la cuidada composición de personajes es uno de los principales fundamentos de la cinta.
De las actuaciones se puede decir que Jack Nicholson, en uno de sus satánicos papeles, me convence como siempre, sólo con su carisma y experiencia componiendo un personaje frívolo e irónico.
Un maniático excelente.
La trama gira alrededor del Staff Sergeant Colin Sullivan (Matt Damon odioso, pero realmente odioso, te dan ganas de matarlo tú mismo) y William "Billy" Costigan Jr. (Leonardo DiCaprio en uno de sus mejores papeles como atormentado policía), quienes interpretan al policía corrupto y al buen policía respectivamente, son la némesis el uno del otro, y ambos sin saberlo.
Colin, un hombre que ha crecido en el barrio del mafioso Francis "Frank" Costello (un MAGNÍFICO Jack Nicholson), y al que le debe mucho (un gran prólogo, muy Scorsese), así que cuando ingresa en la academia, trabaja infiltrado como confidente para Costello.
Y debido a sus cualidades (un crápula en toda regla), va ascendiendo poco a poco hasta ser alguien dentro del departamento.
Billy viene de barrios pobres, y todo lo que ha conseguido es por su propio esfuerzo y tesón.
Tiene grandes cualidades, pero en una entrevista realizada por sus superiores, Oliver Charles Queenan (genial Martin Sheen) y Staff Sergeant Sean Dignam (ENORME Mark Wahlberg), recibe un trato: trabajar como infiltrado para atrapar a Costello y descubrir al topo del departamento.
Billy es infiltrado, empezando con Arnold "Frenchy" French (GENIAL Ray Winstone), el brazo derecho de Costello.
Por su parte, Collin asciende para ser el ojito derecho de George Ellerby (Alec Baldwin, haciendo de Alec Baldwin).
Desde ahí, también descubre que el Departamento de Policía tiene un infiltrado entre la banda de Costello, así que su misión será desenmascararlo.
Entre tanto, tenemos a Costello, un Nicholson como el de siempre; rozando lo histriónico, con brotes psicóticos, lleno de tics y algún toque "Joker".
La tensión de la historia, que es considerable, se basa en la naturaleza humana.
Tras varios años, ambos hombres llegan a identificarse con los hombres a los que engañan, y a desear su aprobación.
Esto puede ser una variante del síndrome de Estocolmo: de hecho, lo vemos todos los días en políticos que se consideran servidores públicos aunque de hecho son ladrones.
Si vas a ser un gánster convincente, tienes que estar preparado para cometer crímenes.
Para ser un policía convincente, tienes que estar preparado para atizarles a los malos, incluso a algunos que conoces.
Protege a tus auténticos jefes y te harás sospechoso.
Esas son las premisas de The Departed.
La línea divisoria entre los ideales y la corrupción es representada por la misión que emprenderán Colin y Billy, casi al mismo tiempo.
La notable secuencia de la entrevista de entrada al servicio marca el camino para ambos en el que, como diría Jesucristo:
“Mucho son los llamados pero pocos los escogidos”
Colin saborea las mieles del rápido y soñado ascenso a base de su contrato de por vida con el Mefistófeles que fungió como su tutor.
Mientras que el bien intencionado Billy tendrá que pasar por los sinsabores de un vía crucis que corresponde a la dura lucha de la honestidad por sobrevivir en las aguas turbias, enviado al riesgo de ocupar un lugar en la tropa de Costello.
Intercambio de papeles en el que impiadosamente se ve representada la injusticia propia de este mundo.
La historia entonces se convierte en scorsesiana, visión totalizadora de los demonios del pecado y el castigo que esta vez se divide en dos.
The Departed alterna impecablemente ambos itinerarios como hemisferios de un mismo planeta en el que la impunidad, por parte de un lado y el servicio de lo establecido por parte del otro, se consiguen a base de transacciones, acuerdos o hasta alianzas.
The Departed da una vuelta más de tuerca porque, tanto uno como otro, sólo son conocidos por unos pocos hombres del bando para el que trabajan.
Ejemplo:
Si matan al jefe de Billy, al capitán Queenan,
¿Quién puede testificar que Billy es en realidad un policía?
Las trampas y traiciones de la vida encubierta quedan dramatizadas en uno de mis momentos favoritos, cuando le dicen a uno de los personajes:
"Te di la dirección equivocada; pero fuiste a la que era".
Hemingway decía:
“Si te sientes bien después, has hecho bien, y si te sientes mal es que has hecho mal”
Colin y Billy se sienten mal todo el rato, y así sus vidas suponen una actuación que es una mentira.
Y esta es la clave para las interpretaciones de DiCaprio y Damon: por la naturaleza de la película creemos que la mayoría de los personajes actúan o hablan por sí mismos.
Pero virtualmente en cada momento en The Departed, excepto en unas pocas escenas clave, ellos no lo hacen.
Los dos actores transmiten este conflicto interno atormentador de modo que lo notamos y sentimos, pero no lo vemos, no van agitando banderas para llamar la atención sobre sus engaños.
Uno de los límites ideales de la paradoja del espía se da cuando (una vez destruido su anclaje secreto y precario en la organización que lo envió), el espía se encuentra abandonado en tierra enemiga, que es donde tiene ahora la identidad más sólida.
Como el Henry IV de Pirandello, atrapado en su propio juego y obligado a seguir interpretando para siempre el papel que creía que podía interpretar, la máscara ahora pegada a la piel, y convertida en nueva cara.
La tentación aquí es, pues, la inversión de papeles, muerto el satánico capo Frank Costello, y toda su banda, y una vez eliminado su alter ego o mala conciencia de un sorprendente tiro en la frente que le dan sus "compañeros", Colin Sullivan puede pasar ahora por un agente limpio y recto, en caso de que algo se descubra de sus trapicheos, siempre podrá decir que era un infiltrado en campo enemigo.
Igual que peligraba Costigan debido al carácter secreto de su misión, que lo desvincula de casi todos los policías.
La identidad es un sistema de información, y lo esencial es asegurar su coherencia.
Si ciertos anclajes se eliminan, la coherencia de la identidad del espía puede verse súbitamente alterada.
Y parece que esa va a ser la resolución en The Departed, pero hay un hilo suelto, claro, Colin no ha matado a su novia, quizá porque (con ella) no está actuando al 100 por 100, sino sólo al 50 por 100 (como hace ella, por otra parte).
Y quizá o quizá no es ella la que contacta al último peón suelto; el socio del difunto capitán Queenan, que sin dar mucha conversación sorprende a Sullivan y le vuela la cabeza sin darle tiempo a resolver sus crisis de identidad.
Muertes simétricas, también.
Con lo cual este último policía-sorpresa se convierte, claro, en un asesino de policías (aunque fuese de un policía falso, no se sabía) y en un vigilante que es a la vez policía, juez y ejecutor.
Una figura quintaesencialmente americana, claro, el justiciero fuera del sistema.
Porque el sistema genera su propia corrupción, y su propia imagen especular o negativa, su alter ego indeseable.
Y cuando no lo hace por extrusión, lo hace por intrusión.
La fatigante misión concluye de manera implacable: el premio a la integridad será siempre y únicamente el sacrificio, dejando a la nación en manos del oportunismo total y sus propias verdades que serán asumidas como las oficiales, siempre redactadas por los triunfadores (no necesariamente los mejores).
Aquellos que “partieron” para no volver, se llevaron al menos la dignidad de morir en su propia ley.
Mucho ojo.
Los deliciosos y pecaminosos premios finalmente se quedarán ahí esperando a un nuevo viajero en el tren de la ambición.
La imagen final de la brillante cúpula frente la cual se pasea la rata (¿el gobierno, la justicia?) es más que elocuente.
Mirada dura y no tan disimulada dentro de un film que tiene más de la personalidad, simbólica e inquietante, de su autor de lo que puede aparentar en un primer instante.
El funcionario corrupto, el político corrupto, son a la vez probos ciudadanos e infiltrados más o menos activos, enviados por sí mismos, o activados en momentos clave por sus redes de contactos para mover un papel que no moverían en otras circunstancias, o para aplicar una ceguera selectiva y puntual.
Y volver luego a ser quienes eran, o quienes creen que son.
Curiosamente, a la psiquiatra, Dr. Madolyn Madden, quien se convertiría en la unión del dúo Sullivan – Costigan, le reclamo dos cosas:
Primero, vaya profesionalismo y de segundo, todos los diplomas obtenidos por Madolyn, nunca captó la idea de la paradoja del espía, hum!, bueno…
Será que Francis también se veía a Madolyn, recordemos que Mr. French le solicitó a Costello ver a un psiquiatra!?
¿¿¿Pudo ser Madolyn una infiltrada también????
De la banda sonora, muy acertada, Howard Shore elige sencillez musical, con temas rítmicos que se dejan escuchar perfectamente y una mezcla orquestal con guitarra acústica y guitarra eléctrica.
Es una prueba más de su versatilidad y de su experiencia, al que se le suma la originalidad de aportar nuevas fórmulas y nuevos sonidos a su amplio e intachable currículum.
Un toque acústico.
“What is it, your period?”
En la noche del Oscar, The Departed compitió contra los siguiente films por el premio a la mejor película: Babel, The Queen, ENORME Little Miss Sunshine y Letters From Iwo Jima.
The Departed fue ganadora de 4 Premios Oscar, de 5 nominaciones, a la mejor película en la entrega número 79 de los premios de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas.
Martin Scorsese recibió, por fin, el Óscar como mejor director, fabuloso trabajo de Thelma Schoonmaker, Óscar al mejor montaje y William Monahan, Óscar al mejor guión adaptado.
Solo perdió la nominación de mejor actor de reparto, muy injustamente, el ENORME Mark Wahlberg.
La Academia no nomina como mejor película a filmes que considero tenían el merito de competir por el mismo y son: El Laberinto Del Fauno, Dreamgirls, An Inconvenient Truth (un documental), Blood Diamond, Apocalypto, United 93 y Little Children.
Muy importante, The Departed, que en español debería traducirse como “Los Difuntos”, y NO como “Los Infiltrados”, lo de infiltrado es circunstancial, es el segundo remake en ganar el máximo galardón, Ben-Hur fue el primero, aunque se considera a Mutiny On The Bounty (1935) como el primer remake en ganarlo por “In The Wake Of The Bounty” (1933), una producción australiana que sirvió de debut para Errol Flynn en el papel de Christian Fletcher.
“When you decide to be something, you can be it.
That's what they don't tell you in the church.
When I was your age they would say we can become cops, or criminals.
Today, what I'm saying to you is this: when you're facing a loaded gun, what's the difference?”
The Departed es pues una película de espías, que se adentra bastante en la paradoja del espía.
A saber; la identidad es un constructo basado en la interpretación de un rol, y la identidad del espía, más.
La identidad del individuo está garantizada por el grupo; la identidad social o profesional, por el círculo inmediato, familia, amistades y círculo laboral del sujeto.
El espía infiltrado en un círculo adquiere una identidad provisional que superpone a la suya "auténtica".
Pero un buen espía debe ser un infiltrado total, es decir, ser parte activa de la organización o círculo en el que se infiltra, y trabajar para él tanto como para quien le envía a espiar.
Por eso el espía tiende por definición al caso del agente doble, y triple, y cuádruple, según cuál sea la maniobra informativa en concreto para la cual esté utilizando los recursos de que dispone provenientes de cada una de sus dos identidades básicas.
La amenaza de recursión al infinito, o de reducción al absurdo del papel del espía, es lo que podemos llamar la paradoja del espía.
Dobles vidas, falsas apariencias, buenos que no lo son pero lo parecen, y malos que no lo son tanto, vidas paralelas que acaban colisionando…
Una película que se mueve constantemente en la delgada línea que separa el bien y el mal, y que nos devuelve al mejor Scorsese.
EEUU es un lugar vil y contradictorio que se avergüenza de sus propias raíces, disfrazándolas de western.
El uno y el otro, como dice la canción de Pink Floyd que acompaña a una de las escenas, "se entumecen confortablemente".

“Loyalty is a lie”


Comentarios

Entradas populares