An American In Paris

"It’s very clear… our love is here to stay".

An American In Paris es una obra sinfónica de George Gershwin, compuesta en 1928.
Fue estrenada ese mismo año en el Carnegie Hall de Nueva York, bajo la batuta de Walter Damrosh.
Esta pieza, hunde sus raíces en el jazz, ya que Gershwin decía que esa música era la que más enraizada estaba en el corazón de cualquier ciudadano de los EEUU, y de ahí su empeño en introducirla en una obra sinfónica.
George Gershwin decidió vivir en París para seguir estudiando, pero fue rechazado como alumno por Maurice Ravel y Nadia Boulanger, y más tarde por Igor Stravinsky.
Acerca de An American In Paris, su autor dijo:
“Mi propósito aquí es retratar las impresiones de un estadounidense que visita París, mientras pasea por la ciudad escuchando los ruidos de la calle, se va empapando del ambiente francés”.
An American In Paris comienza con un paseo por Les Champs-Élysées.
Durante todo el film se glorifica la alegría de vivir gloriosamente en esa ciudad, más aún después de los desastres ocasionados por la Segunda Guerra Mundial.
Su carácter optimista la ubican en una de las cintas más taquilleras del Hollywood de posguerra, teniendo a París como su centro.
An American In Paris es, realmente, un regalo para los oídos y los ojos, ya que todo su entorno está maravillosamente bien cuidado y cada movimiento llevado casi a la perfección.
Los personajes no cantan ni bailan para vivir, sino que parecería que lo hacen como algo natural, como si fuera ésa su forma de vida.
An American In Paris es un musical tan brillante y maravilloso que reúne el talento de Gene Kelly el productor Arthur Freed, y la dirección maestra del italiano Vincente Minnelli para llevar a la pantalla toda la magia de una obra cinematográfica considerada como una de las mejores producciones de Hollywood.
El género del musical normalmente o te gusta o lo odias.
Pero An American In Paris es uno de los grandes musicales del cine protagonizado por el masculinísimo Gene Kelly, que junto con el estético, elegante y fino Fred Astaire sean los dos mejores bailarines del cine.
“It´s wonderful, marvellous”.
An American In Paris es una película estadounidense de 1951, dirigida por Vincente Minnelli para MGM, con Arthur Freed como productor.
Posee un guión del magnífico Alan Jay Lerner.
Protagonizada por el Divo Gene Kelly (Jerry Mulligan), Leslie Caron (Lise Bouvier), Oscar Levant (Adam Cook), Georges Guétary (Henri Baurel) y Nina Foch (Milo Roberts) entre otros.
La música es interpretada por Benny Carter y la orquesta de la MGM y es, por completo, extraída de la obra del genial compositor George Gershwin, bajo la supervisión de John Green y Saul Chaplin.
El resultado de la película (y su consiguiente triunfo) situó en la Metro Goldwyn Mayer en la auténtica productora referente del musical de la década de los 50.
Por otro lado, Vincente Minnelli y Gene Kelly sorprendieron a todo el público ofreciendo una nueva concepción del musical, basado en la conjunción de la fotografía, el decorado con la coreografía y los protagonistas.
Puede decirse que prácticamente todo en el film es soberbio, desde la cuidada dirección de Vincente Minnelli hasta la adecuada aplicación en espacio y tiempo de cada una de las 22 canciones de Gershwin utilizadas en el rodaje.
Los números musicales de Kelly son, en verdad, espectaculares, y ponen en clara evidencia su genio como coreógrafo, y su gracia y distinción como bailarín y artista.
La dirección de Minnelli es magnífica.
La película está rodada en decorados, que aunque no sean París, la recrean de una manera muy bonita.
El vestuario del ballet final está inspirado en grandes pintores como Manet, Van Gogh y Tolousse-Lautrec.
Uno de los números musicales más logrados e inolvidables que tiene a Gene Kelly como protagonista, es en la escena donde sale bailando con un grupo de chicos en las calles de París, intercalando sus famosos saltos acrobáticos y zapateos.
Otra puesta en escena realmente deliciosa la comparten Kelly y Georges Guétary, donde ambos entonan canciones de amor para una mujer, sin darse cuenta de que se trata de la misma persona.
Sin embargo, la verdadera “impresionante” del film es un ambicioso, colorido e imaginativo número de baile ininterrumpido, donde se reconstruyó magníficamente el Palacio de la Concordia, con un estilo francés realmente logrado, y cuya puesta en escena costó al estudio casi medio millón de dólares.
Pero sin duda la inversión no tiene desperdicio, ya que la magia alcanzada por el momento y la ambientación es total y es el número musical final de diecisiete minutos, combinado con la sinfonía “An American In Paris”, los impresionantes decorados y el talento único de Kelly para contar una historia a través del baile consiguieron que An American In Paris obtuviera 8 nominaciones al premio de la Academia, incluido el correspondiente al de Mejor Película.
Fuerte competidora ante la inolvidable y pasional A Streetcar Named Desire de Elia Kazan, Quo Vadis y A Place In The Sun de George Stevens, An American In Paris ganó justamente 6 premios recibiendo galardones como Mejor Película (Arthur Freed), Mejor Argumento y Guión (Alan Jay Lerner), Mejor Fotografía en Color (Alfred Gilks y John Alton), Mejor Dirección Artística y Escenografía en Color (Cedric Gibbons y Preston Ames, y Edwin B. Willis y Keogh Gleason, respectivamente), Mejor Partitura de un Musical (John Green y Saul Chaplin) y Mejor Diseño de Vestuario en Color (magníficos Walter Plunkett, Irene Sharaff y Orry-Kelly).
Aunque Minnelli fue también nominado como Mejor Director y Adrienne Fazan como responsable del rubro Mejor Edición, no ganaron el premio.
Pero sin duda el más galardonado fue Gene Kelly, verdadero artífice del film en su totalidad.
El actor fue distinguido con un Premio Especial de la Academia, en reconocimiento a su versatilidad como cantante, director y bailarín, y especialmente por sus brillantes logros en el arte de la coreografía del film.
Además, también habría que otorgar a Kelly un merecido premio por su sagaz elección, ya que fue él quien eligió a Leslie Caron (de 19 años de edad) entre muchísimas bailarinas del Ballet de Les Champs-Élysées, y convirtió a esta maravillosa bailarina en una estrella de un día para otro.
Una vez más, Hollywood olvida nominar a grandes obras como la de Alfred Hithcock: Strangers On A Train, The African Queen, The Great Caruso y Rashōmon y la futurista The Day the Earth Stood Still de Robert Wise en el rubro de mejor película de 1951.
Revisada hoy, An American In Paris es usualmente azotada por pseudo-críticos especializados, acusándola de ser muy pretenciosa, sobre producida y más aún, sobreactuada y mal dirigida.
Una minoría cree que Kelly y Minnelli no lograron crear una armonía perfecta, ya que la avasalladora personalidad del bailarín sumada a su marcada faceta varonil contrastaban en más de un punto con el marcado refinamiento y meticulosidad del director Minnelli.
Pero la mayoría de los críticos y el público en general ven su temática y su espléndido (y simple) final como una maravillosa experiencia romántica, y muy satisfactoria.
Si se observa An American In Paris desde lo frío del intelecto, puede resultar decepcionante.
Pero si se le mira desde lo profundo del corazón, es seguro que se le hallará encantadora.

“Who could ask for anything more?”



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