The Best Years Of Our Lives

“El aroma a muerte de una guerra, es un olor que te sigue todo el resto de tu vida.
Y en ocasiones ese hedor putrefacto se cuela por tu nariz con más fuerza hasta tu cerebro, como un ente espectral que no te permite vivir”

Después de una cruenta guerra, qué más puede desear un hombre que reencontrarse con la paz.
Después de haber matado y de haber sembrado llanto, dolor y soledad en incontables familias, qué otra cosa puede quererse que el olvido eterno en un remanso de amor y de alegría.
Después de padecer el miedo, el sufrimiento y el horror de los campos de batalla, cuánto se sueña con el reencuentro familiar y con poder dormir en la propia cama.
Terminada la guerra, los héroes ya no son más que seres anónimos luchando como muchos otros para poder sobrevivir… y las medallas y las cartas de reconocimiento, son ahora símbolos gastados que apenas recuerdan que alguna vez se pudo ser útil.
La fuerza interior trasciende cualquier cosa que se ponga ante nuestros ojos.
La grandeza de The Best Years Of Our Lives consiste en que se siente muy, pero muy adentro.
La condición humana es puesta a prueba a través del vacío creado por la distancia en el tiempo de unos recuerdos que se han desvanecido y que han dado paso a una realidad muy diferente de la que dejaron tiempo atrás.
La guerra no deja héroes, no deja vencedores.
Todos son perdedores.
Todos se han dejado trozos de sí mismos en alguna parte hostil.
Tras la tremenda fortuna de seguir vivos, viene la gesta de recomponerse, reubicarse y sentirse otra vez seres humanos.
The Best Years Of Our Lives es un largo camino por recorrer.
William Wyler sangró aquel dolor de la incertidumbre, el miedo y el renacimiento del superviviente maltrecho de espíritu y/o cuerpo, y lo hizo con tanta maravillosa magia que las dos horas y tres cuartos de metraje se deslizan como si nada.
The Best Years Of Our Lives se ocupa de mostrar los dramas humanos particulares que se esconden detrás de las victorias en los frentes de batalla.
Porque el triunfo de una nación no se logra sin los sacrificios individuales de miles de hombres, cuyas vidas se ven indefectiblemente alteradas por la guerra.
Una realidad que se plasmaría en otros films del periodo inmediatamente posterior al fin de la contienda hasta que, a comienzos de la década de los 50, el inicio de la Guerra Fría y el Macartismo se encargaran de borrar este impulso autocrítico, dándole un nuevo giro patriotero al cine bélico; el cual volvería a centrarse en gran medida en loar la épica de las hazañas militares y la exaltación de las virtudes castrenses de las Fuerzas Armadas de EEUU.
En agosto de 1944, un reportaje gráfico aparecido en la revista Time, describiendo las dificultades para la readaptación a la vida civil de los veteranos de guerra llamó la atención del productor Samuel Goldwin.
Ese mismo artículo serviría de inspiración para la novela titulada “Glory For Me”, escrita por MacKinlay Kantor, cuyos derechos fueron adquiridos inmediatamente por Samuel Goldwin, de cara a su adaptación para la gran pantalla.
El elegido por el productor para dirigir el proyecto fue William Wyler, quien durante la contienda había filmado varios documentales bélicos, destacando entre ellos el titulado “Memphis Belle”, a la vez que encargaba al prestigioso guionista Robert E. Sherwood la adaptación del texto de MacKinlay Kantor para el guión del film.
El proyecto de rodaje de The Best Years Of Our Lives fue encargado al guionista Robert Sherwood y William Wyler cuando éstos estaban en un momento profesional bastante poco creativo.
Sherwood se dedicaba a escribir los discursos de Roosevelt y Wyler había estado haciendo documentales sobre la primera línea de fuego, motivo por el que se había quedado parcialmente sordo.
A pesar de ser un gran éxito de público y de crítica, en la caza de brujas de Joseph McCarthy fue una de las películas vigiladas por considerarla de contenido subversivo, al hablar de la adaptación a la paz y lo complicado que puede resultar.
El Comité de Actividades Antiamericanas planteó convocar a Robert Sherwood, el guionista, por el contenido sospechoso de ciertas escenas, pero finalmente no llegó a más por la intervención directa de Samuel Goldwyn, uno de los creadores de la MGM, y amigo íntimo de Sherwood.
The Best Years Of Our Lives es una película estadounidense de 1946, dirigida por William Wyler para Samuel Goldwyn Company.
Está protagonizada por Myrna Loy (Milly Stephenson), Fredric March (Al Stephenson), Dana Andrews (Fred Derry), Teresa Wright (Peggy Stephenson), Virginia Mayo (Marie Derry), Cathy O’Donnell (Wilma Cameron), Hoagy Carmichael (Butch Engle), Harold Russell (Homer Parrish)
The Best Years Of Our Lives está basada en la novela Glory For Me de MacKinley Kantor.
La música corre a cargo de Hugo Friedhofer.
The Best Years Of Our Lives es un fiel relato del destino que les espera a los ¿vencedores? de la guerra.
Wyler se recrea con la cámara para contarnos ese destino que depara a tres militares que vuelven del frente, y que claro está, esto les supondrá enfrentarse a una serie de grandes problemas.
Al (Fredric March), es un banquero, el que mejor lo tiene, buen trabajo y mejor familia, Fred (Dana Andrews), se ha quedado sin empleo y lo que es peor su mujer le ha abandonado y Homer (Harold Russell), sobre el papel el peor de los tres, pues ha perdido las dos manos en la guerra, y teme lo peor, la incapacidad para llevar una vida como la de antes.
The Best Years Of Our Lives es como digo una extraordinaria película de ese gran cine realista de Hollywood, y que tanto por supuesto gustaba.
Todos los actores brillan con luz propia, todos están fenomenales y en donde poco a poco nos vamos metiendo en sus vidas, y al final como no, te sientes identificado con todos ellos.
Naturalmente, el punto fuerte de The Best Years Of Our Lives radica en el trabajo de sus actores, dentro de un reparto en el que no se encontraba ninguna “gran estrella” de Hollywood, pero pese a lo cual –o quizás precisamente por ello- todos los actores brillan a gran altura con unas interpretaciones que resumen naturalidad.
Se da la circunstancia de que Harold Russell, el actor que interpreta al marinero de las manos amputadas, era realmente un lisiado de guerra, descubierto durante el rodaje de un documental sobre la rehabilitación de soldados mutilados.
Pese a no aparecer siquiera en los principales créditos del film la actuación de Russell marcó un hito, al ser el único actor que ha ganado dos Oscar por un mismo papel: uno por su actuación, y otro honorífico, que la Academia le concedió por servir ejemplo de coraje y superación para los veteranos.
Fue así como The Best Years Of Our Lives ganó 7 Oscares de la Academia, mejor película, mejor director para William Wyler, mejor actor principal (Frederic March), mejor actor de reparto (Harold Russell, verdadero mutilado que se interpretó a sí mismo), mejor guión, mejor música, y mejor montaje; y obtuvo una nominación al mejor sonido.
En esta ocasión la Academia de Hollywood deja por fuera, en el mejor rubro de competición, otros clásicos como The Postman Always Rings Twice, Gilda y Notorious de Alfred Hitchcock.
Ese año la fuerte competidora de The Best Years Of Our Lives fue la inolvidable y muy recordada It's A Wonderful Life de Frank Capra
The Best Years Of Our Lives presenta una temática real, cruda y difícil pero planteada desde ópticas optimistas de quien cree en la capacidad de un pueblo para superarse a sí mismo en los momentos críticos de su historia.
Un drama de supervivencia pura y dura pero apuntalada desde las sonrisas de la esperanza.
Uno de los momentos más emotivos es el reencuentro del personaje de Harold Russell con su novia, mientras otro de los soldados dice en voz baja:
"No le enseñaron a abrazar a su novia, ni a acariciarle el pelo", y eso sucede en los primeros 20 minutos del rodaje…
Me saco lágrimas.
De las tres historias que cuenta la película la más «bonita» es la de Wilma y Homer.
La escena en la que se pronuncia esta gran frase acaba con Wilma acostando a Homer en la cama, ayudándole sumisamente a quitarse las zapatillas (escándalo! para la época), dándole un tierno beso de buenas noches, apagando la luz con una sonrisa maternal y (más escándalo aun!) saliendo por la puerta sin consumación amatoria alguna.
A Homer se le cae una lagrimilla.
Esta escena, y la película en general, hacen patente el profundo cambio de paradigma que el feminismo ha provocado en nuestra cultura desde 1946.
La mejor secuencia sin lugar a dudas de The Best Years Of Our Lives, y una de esas secuencias memorables de la historia del Cine; es cuando nos muestran el paseo del ex capitán de las Fuerzas Aéreas, Fred Derry, por el desolado cementerio de aviones listos para deshacer; una poderosa metáfora visual que resume a la perfección el contenido de toda la cinta.
En 1989 The Best Years Of Our Lives fue incluida entre los filmes que preserva el National Film Registry de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos por ser considerada «cultural, histórica, o estéticamente significativa».

“¿Crees que nunca tuvimos problemas?
¿Cuántas veces te he dicho que te odiaba y estaba convencida de ello?
¿Cuántas veces me has dicho que estabas harto de mi y que todo había acabado entre nosotros?
¿Cuántas veces tuvimos que enamorarnos de nuevo desde el comienzo?”

Esos fueron… Los mejores años de nuestras vidas…


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