Lawrence Of Arabia

«Un hombre puede ser lo que él quiera ser»

Lawrence Of Arabia representa, para millones de cinéfilos de todo el mundo, el cine en su máxima expresión.
El cine como espectáculo definitivo y, al mismo tiempo, como arte propio de grandes artistas, de grandes autores.
Porque no solamente vamos a hablar de uno de los más asombrosos relatos cinematográficos de la historia, también del retrato de un hombre asombroso y complejísimo, que iniciará una verdadera odisea en el desierto que le llevará a lugares de una belleza y de un horror superlativos, y a acceder a oscuras regiones de su interior que jamás imaginó que existían.
Es mérito del gran David Lean, por tanto, proponer un viaje interior de una profundidad equiparable a su viaje exterior, audiovisual, que es uno de los más asombrosos, fotográficos y sonoros, que se conocen.
Lawrence Of Arabia es una experiencia sensorial y psicológica de grandísima envergadura.
Desinteresado campeón de la independencia de un pueblo primitivo, obstinado oponente de las grandes potencias que despojaron a sus seguidores de la victoria: tal es la imagen del T.E. Lawrence célebre personaje literario y cinematográfico.
¿Es ésta la verdad?
Existen nombres de resonancias míticas.
Zanzibar, Tombuctú, Omán, Patagônia, Samoa, Machu Pichu…
Más que lugares, espacios que acogen sueños y deseos.
El cine, agente reciclador de ensoñaciones, ha reelaborado muchos de ellos, los ha “formateado” y, en algunos casos, los ha elevado a la categoría de mito, como si se tratasen de la Atlántida, de Shangri La o de Eldorado.
Hay también nombres de exploradores que fueron en busca de parajes tan míticos como los nombrados:
Gengis Khan, Burton, Livingstone, Amundsen, Scott, Mallory y Tensing, Alejandro Magno.
Pocos de ellos, sin embargo, han gozado de buena fortuna en su representación en el cine.
Hay, no obstante, un personaje que adquirió categoría mítica en la vida real (sobre todo “post mortem”, todo hay que decirlo) y a quien el cine inmortalizó en “scope” y con fanfarrias:
Thomas Edward Lawrence, “Orens”, Lawrence Of Arabia…
Un auténtico solitario que lo tenía todo para ser menospreciado por la sociedad de su época: misántropo, orientalista cultivado, militar enemigo de las normas y, más que probablemente, homosexual y masoquista.
Pese a tantos riesgos en contra, Lawrence tuvo doble fortuna.
En primer lugar, por tener la posibilidad de luchar en la tierra que admiraba (dada su imprevisible conducta no cabe hablar de servir).
Por otra parte, porque consiguió que sus itinerarios vitales y sus acciones bélicas fueran recogidos con magnificencia por David Lean en la obra maestra que es Lawrence Of Arabia.
Desde mediados del siglo XIX, el imperio otomano era conocido como “el hombre enfermo de Europa”.
Alemania, Francia y Rusia ansiaban reemplazar al decadente imperio como factor de poder en el Oriente Medio e Inglaterra quiso asegurar sus propios intereses.
Al tomar Egipto en 1882, los británicos controlaron el canal de Suez, vital para su imperio en la India.
Pero necesitaban vigilar la actividad política al este del golfo de Suez y en el mar Rojo.
Bajo el respetable patrocinio del Fondo de Exploración de Palestina, Lawrence se unió a principios de 1914 al arqueólogo Leonard Woolley y al capitán británico Stewart Newcombe para una prospección de la península de Sinaí.
Dijeron buscar evidencias de los 40 años de éxodo de los israelitas al salir de Egipto.
En realidad, rastreaban las actividades militares de los turcos en la región limítrofe.
La I Guerra Mundial estalló en agosto de 1914 y todo parecía indicar que el imperio otomano sería neutral.
Pero cuando atacó a Rusia, aliada de Inglaterra, Lawrence se enroló en el ejército en Egipto.
En diciembre ya estaba en El Cairo, organizando una red de inteligencia en la región que conocía al dedillo.
En junio de 1916, el sharif (príncipe) de La Meca, Hussein Ibn Ali, inició la rebelión contra los cuatro siglos de dominio otomano en la península arábiga.
Como gobernador de Hejaz, provincia desértica junto al mar Rojo, controlaba La Meca, el lugar más santo del Islam, lo que le hacía líder espiritual de los pueblos árabes.
Pero la rebelión de Hussein se estancó en Medina, donde las tropas turcas podían abastecerse gracias al ferrocarril del norte.
Antes de proclamar la rebelión, Hussein buscó el apoyo de Inglaterra y más tarde afirmó que le prometieron armas, balas y asistencia técnica para cortar la vía férrea.
Desde un principio, los ingleses quisieron controlar la rebelión, por lo que le retuvieron el abastecimiento para hacerla “más modesta y conveniente”.
Cuando todo indicó que Hussein se retiraba a La Meca, obligado a rendirse, los ingleses se dieron cuenta de que era tiempo de recabar un informe fidedigno.
Enviaron desde El Cairo a un oficial de inteligencia de 28 años, que hablaba árabe y tenía años de experiencia en el Oriente Medio: Thomas Edward Lawrence.
2 años después, una multitud aclamante abarrotó las calles de Damasco el 1 de octubre de 1918, cuando el ejército rebelde marchó por la ciudad liberada.
El día anterior, cuando las tropas otomanas se replegaron, la antigua ciudad siria pasó del control turco al árabe.
Los vítores no sólo eran para las tribus victoriosas, sino también para un joven inglés que cabalgaba entre ellos, vestido con ondeante indumentaria árabe.
La rebelión y su británico mentor se habían hecho inseparables.
Las hazañas del coronel británico T.E. Lawrence durante la rebelión árabe entre 1916 y 1918 fueron la base de la película Lawrence Of Arabia.
Si hay una palabra que pueda describir Lawrence Of Arabia es MITO, desde su mismo director Sir David Lean, los actores y la soberbia música, este servidor se coloca en el piso en posición de cruz reverencial.
Lawrence Of Arabia es una película británica de 1962, de género épico, basada en la participación en la Rebelión Árabe de Thomas Edward Lawrence durante la Primera Guerra Mundial.
El filme muestra cuatro episodios principales de Lawrence durante su estancia en Arabia: la conquista de Aqaba, su secuestro y tortura a manos de los turcos en Dera, la masacre de Tafas, y el fin del sueño árabe de Damasco.
También, Lawrence Of Arabia se basa en la obra Los Siete Pilares De La Sabiduría, último libro autobiográfico de Thomas Edward Lawrence, donde narra sus experiencias como militar británico mientras servía como oficial de enlace con las fuerzas rebeldes durante la revuelta árabe contra los otomanos turcos durante los años 1916 a 1918.
Lawrence Of Arabia lanzó al estrellato a Peter O'Toole, acompañado de un reparto de prestigiosos actores internacionales, como Anthony Quinn, Alec Guinness, Jack Hawkins, Omar Sharif, José Ferrer, Anthony Quayle, Claude Rains, Arthur Kennedy, principalmente.
Lawrence Of Arabia fue producido por Sam Spiegel para Columbia Pictures, la banda sonora estuvo a cargo del magistral Maurice Jarre y la espectacular fotografía en Super Panavisión 70 fue realizada por Freddie Young.
Esa impresión visual es gracias a la magnífica labor de Young, que nos ofrece escenas inolvidables como el espejismo que ve Lawrence cuando ve a los lejos acercarse a Ali, la limpieza del desierto o la transición que hay cuando Lawrence apaga una cerilla y enseguida sentimos el intenso Sol del desierto.
Además hay imágenes de camellos desfilando por el desierto, con unas inmensas formaciones rocosas al fondo.
Todas esas imágenes desprenden calor, te sientes en el desierto y en esos momentos de esplendor oyes de fondo la embriagadora música de Maurice Jarre y crees estar paseando por ese paraje inhóspito a lomos de un camello.
NO HAY PALABRAS para describir las sensaciones… Grandeza que corta.
Otro dato curioso es que cada vez que se rodaba un plano, una legión de operarios se paseaba por el desierto con escobas barriendo la arena para hacer desaparecer las huellas.
Una de las singularidades más importantes de Lawrence Of Arabia es la omisión de cualquier efecto especial, a excepción de varias tomas del Sol.
Todo es naturalidad y maestría a la hora de rodar, y de buscar las localizaciones adecuadas como la costera ciudad de Aqaba que se rodó en las costas de Almería, o el cuartel inglés de El Cairo en el Alcázar de Sevilla.
Actualmente muchas de esas escenas estarían digitalizadas, como el ataque a Aqaba, donde un movimiento panorámico de la cámara y una buena sincronización resultan más efectivos y da al espectador mayor magnitud de lo acontecido.
Los actores que se presentan en los planos lejanos, bajo el ardiente sol, no son otros que los mismos actores protagónicos, no hay dobles ni en las carreras.
El guión es obra de Robert Bolt y Michael Wilson.
El modélico guión nos presenta la evolución de Lawrence.
De funcionario desesperado por su destino y por la incompetencia de sus superiores a enviado especial a un puesto mucho más relevante de lo que inicialmente parece.
Lawrence devendrá el líder de un insospechado ejército panarabista, que sin duda repudiarían los fundadores del partido baasista, Hafez el Assad y un Saddam Hussein ante una fórmula que en realidad encubría un colonialismo pertinaz, para devaluarse luego en un rol colateral que le arrastra a la marginalidad y a la locura en los coletazos del Gran Juego.
Un epílogo, colocado como prólogo en una inteligente opción de montaje, permite ver tanto la valoración que se hizo del personaje como la hipocresía de una sociedad superada por un individuo aventajado a su tiempo.
Imposible desligar completamente la figura de Lawrence, como la figura de Yuri Zhivago, de la del propio Lean.
Pero sobre todo la primera.
Imposible también decidir si Lean se parece a Lawrence o es Lawrence el que se parece a Lean.
Tendrá que decidirlo el espectador por sí mismo.
Este hombre, que en la primera parte de la cinta obrará una serie de genialidades que le harán perder la perspectiva de cómo son las cosas, y que al final de esa primera parte sufrirá un doloroso correctivo, en la segunda pate comprenderá en sus propias carnes lo que significa creerse un semidios, o un Dios, y caer en el más profundo abismo del dolor físico, moral y espiritual.
Lo fascinante es que, cuanto más se acerca a su condición humana, mortal, más mítico le muestra la cámara de Lean.
Como si por fin, extrayendo su dolorosa y atormentada humanidad por los poros del fotograma, Lawrence alcanzara, precisamente, esa condición divina que tanto se esfuerza en aparentar.
Como si Lean se hubiera percatado de que sólo siendo patéticos y frágiles seres humanos se puede acceder a la inmortalidad.
“Orens”
Lawrence Of Arabia es una película mítica con actores míticos.
Seguramente uno de los motivos de la efectividad en pantalla de O´Toole y de la gran aceptación del público fue ese desconocimiento que se tenía sobre él, ya que era un actor que procedía del teatro y no había ninguna obra anterior a la cual compararlo.
La cinta además fue la primera gran aparición de Omar Sharif, quien entabló una gran amistad con Lean y que posteriormente fue el protagonista absoluto de la posterior film del director inglés, la no menos brillante "Dr. Zhivago", iniciando Sharif una larga carrera cinematográfica.
El reparto en general es excelente, con actores reconocibles como un habitual en el cine de Lean, el camaleónico Alec Guinness que perfeccionó su acento hablando con Omar Sharif.
El esplendido Anthony Quinn fue la requerida estrella americana e interpreta a Auda de forma magnífica y José Ferrer, en su breve pero estupenda participación, interpreta a un oficial turco que tortura a Lawrence.
Es curioso observar que de las pocas mujeres que aparecen, ninguna habla, de hecho no hay mujeres acreditadas en el film, lo que hace de Lawrence Of Arabia, una película exclusivamente masculina.
Las actuaciones de los protagonistas están a un nivel pocas veces visto, porque no es fácil que una película con un reparto tan coral y heterogéneo acabe resultando en un todo sin fisuras, y cada personaje es capaz de dominar el plano, sea cual sea su cuota de aparición en pantalla.
Como ejemplo, baste contemplar el minúsculo pero potente trabajo de José Ferrer como el Bey turco.
Y es que, lo único que diferencia en Lawrence Of Arabia a los protagonistas de los secundarios es el número de minutos que aparecen.
Sería temerario considerar "actor secundario" a un Alec Guinness que transmite un señorío y una majestuosidad sólo con salir en plano; a un Anthony Quinn que destila garra y fuerza, además de ser responsable de la mayoría de momentos divertidos de la película a base de encarnizados e ingeniosos enfrentamientos dialécticos; a un Omar Sharif descomunal, con una mirada tan intensa que podría derretir la arena del desierto... o a un Peter O'Toole que se funde con su personaje de forma que es imposible saber hasta dónde llega la interpretación y dónde comienza la transformación.
A pesar de esto, el auténtico protagonista de la función es el desierto.
Dudo que se pueda transmitir su inmensidad, su grandiosidad y su dureza de forma más nítida que en Lawrence Of Arabia.
La historia de Lawrence Of Arabia no se basa solamente en escenas de batallas o en un melodrama, sino que sobretodo es maravillarse por la capacidad de David Lean de hacer que el desierto fuera un personaje con igual o incluso mayor protagonismo que los actores principales.
Y a propósito de árabes: no he encontrado mejor retrato sutil del carácter árabe que en el desdoblamiento de dos personajes claves en el filme.
Feisal (el inteligente, astuto y cultivado príncipe) y Auda (volcánico, apegado a la tierra y a su tribu), dos caras de la misma moneda (encarnadas en dos actores en estado de gracia permanente, Alec Guinness y Anthony Quinn).
Y entre ellos, Ali, un personaje que es Arabia personificada, con un pie en la modernidad y en el futuro, y otro en el apegamiento a su tierra y a sus tradiciones.
Otra faceta más de la película.
Lo más interesante es, a mi parecer, la relación que Lean establece entre Lawrence y Arabia.
Lean consigue no sólo deslumbrarnos visualmente, sino que hace crecer nuestro interés por todo lo que rodea a Lawrence, usando las batallas como un telón de fondo para profundizar más sobre su carácter y personalidad.
En ningún momento Lawrence deja de ser el epicentro de la historia y Lean junto con la genial interpretación de Peter O´Toole, consiguen meternos de lleno en las excentricidades, fobias y anhelos de un hombre de ideas sencillas que adora la limpieza del desierto.
La película es muy cuidadosa a la hora de mostrar la homosexualidad de T.E. Lawrence.
Según parece, David Lean quiso ser más explícito, pero la productora le advirtió que el puritano público norteamericano lo rechazaría.
En cualquiera de las ocasiones en las que me he atrevido a escribir mi humilde opinión sobre el trabajo de un artista, siempre me ha asaltado una imperiosa sensación de exceso de responsabilidad, pues de una manera u otra, mis palabras enjuician el esfuerzo y el talento de una persona.
Cuánto más aprensivo podré sentirme sobre una de las obras consideradas clásicas de la historia de la música de cine, por lo que de antemano quisiera expresar mi admiración por la extensa obra de un autor de genialidad innegable como Maurice Jarre.
Un hombre que alcanzó el status de mito gracias a sus tres Oscars concretamente por Doctor Zhivago (1965) y A Passage To India (1984) y a su participación fundamental en algunas de las películas más importantes de las décadas de los 60, 70 y 80, clásicos indiscutibles como su tercer Oscar, la laureada Lawrence Of Arabia.
Musicalmente, el proyecto adquirió desde un principio tal envergadura que, inicialmente, eran tres compositores los contratados para escribir el score del filme, entre los cuales ya estaba aquel joven francés, con poca experiencia en el cine pero con una firme carrera a sus espaldas en las tablas del teatro, y que se sentía extremadamente orgulloso de poder compartir trabajo con Benjamín Britten y Aram Khachaturian, los otros dos autores contratados.
¡Casi nada!
Por diversos avatares del destino, a poco más de dos meses para el estreno del filme ante la mismísima Reina de Inglaterra, Jarre se encontró ante la tesitura de tener que componer la totalidad de la música para un filme que casi alcanzaba las cuatro horas de duración.
Por suerte, algunos pasajes importantes ya estaban bastante avanzados, pues correspondían a aquellos momentos del filme que ya habían sido puestos en sus manos.
Poco podía suponer que aquel encargo titánico iba a cambiar totalmente su carrera, abriéndole horizontes insospechados hasta aquel momento.
Lawrence Of Arabia es una obra densa y contundente, en la que brillan con luz propia los tres temas centrales que Jarre consideró como “los pilares del score” y que, de una u otra manera, reflejan las principales características del personaje protagonista: su origen británico y condición de militar, su pasión por el desierto, y el mundo árabe que fue conociendo tan en profundidad como le fue posible.
Todos funcionan tanto de manera independiente como combinados, resultando esta última fórmula una de las experiencias sonoras más abrumadoras que he podido tener.
Más aún cuando la primera vez que la escuchamos en el filme.
Como dato anecdótico David Lean le preguntó al autor de la música, Maurice Jarre, durante el rodaje que, en un desierto, dónde se colocarían los músicos.
Jarre le respondió con una frase típica de los responsables de música de la época:
"justo detrás de donde se coloquen las cámaras".
“Aqaba!”
To Kill A Mockingbird era la favorita del año 1962 ante la magna obra de Lean.
Lawrence Of Arabia ganó 7 Premios Óscar al mejor Director, la mejor Escenografía, la mejor Fotografía, la mejor Película, el mejor Montaje, la mejor Banda sonora y el mejor Sonido de 10 nominaciones, para Peter O'Toole como actor protagónico y Omar Sharif como actor de reparto, así como el rubro de mejor guion adaptado.
Ese año la Academia deja por fuera The Manchurian Candidate en la carrera por el Oscar principal.
Viendo Lawrence Of Arabia, no es de extrañar que recibiera tantas alabanzas, ya que el espectáculo visual que ofrece es grandioso.
Debió ser algo maravilloso poder verlo en una pantalla de cine, ya que al verlo por la televisión sientes que le falta algo y es esa majestuosidad que ofrece su visionado en pantalla grande.
Lawrence Of Arabia es una experiencia fascinante que nos sumerge entre belleza y nos embriaga los sentidos ofreciéndonos una experiencia fílmica de primer orden.
Una obra maestra incontestable.
“Si nosotros hemos dicho mentiras, usted ha dicho medias mentiras.
Un hombre que dice mentiras, como yo, simplemente oculta la verdad; pero el que dice medias mentiras ha olvidado dónde la ha puesto”
La escena de la cerilla fusionándose con el esplendor del sol, la primera escena del desierto cobijada por la música de Jarre, la loca matanza indiscriminada de prisioneros, el interrogatorio del reprimido oficial turco, la luz somnolienta del sol, los camellos transitando por la lejanía o la toma de Aqaba, escena increíblemente bien planificada, es una muestra de simplicidad y elegancia, son muestras de la maestría de David Lean, excepcional.
Controversia:
Lawrence Of Arabia trae a replantear la continua exaltación del personaje, hasta parecer un príncipe o peor aún un Mesías, un verdadero Moisés (él mismo se le compara en la película), es una especie de Jesucristo que también sufre su tortura, medita en el desierto, tiene sus apóstoles, sufre la tentación del mal, el libre albedrío con el "nada está escrito"... todo tiene un marcado carácter bíblico y de exaltación religiosa.
Además esa continúa egolatría del héroe.
Por otro lado, los británicos creadores e inventores de los campos de concentración, la guerra Boer de Sudáfrica, acuden al hospital turco con ambulancias escandalizados de la crueldad de los árabes.
Y qué decir del Imperio Otomano, que sólo salen para torturar al protagonista, no aparece nada, no hay empatía si mueren o no aunque intenten hablan de horror nadie lo siente.
Algunos de los críticos protestan ante la falta de interés por el Islam y el Imperio Otomano y parecen ser dos de las cuestiones más preocupantes de Lawrence Of Arabia y demuestra el anglocentrismo de Lean.
Además del velado tema homoerotico entre los protagonistas.
La leyenda de Lawrence.
¿Por qué había hecho todo esto?
El epílogo de “Los Siete Pilares De Sabiduría” da cuatro motivos:
El primero y más poderoso era personal, “omitido en el libro, pero creo que nunca ausente de mi alma durante todos estos años, dormido o en vela, ni siquiera por una hora”.
Los detectives académicos revelaron que éste era el amor de Lawrence por un muchacho árabe llamado Dahoum, a quien conoció en Carchemish en 1913; en otra parte escribió que la libertad para el pueblo del muchacho sería “un regalo aceptable”.
Poco antes de que Damasco fuera tomada, supo que el muchacho había muerto de tifus y anotó con dolor:
“mi regalo fue en vano”.
El segundo motivo de Lawrence fue su patriotismo.
Quería ayudar a Inglaterra a ganar la guerra.
El tercero fue la curiosidad intelectual:
“el deseo de sentirme el inspirador de un movimiento nacional”.
El cuarto fue la ambición personal:
“sumar a mi vida esa nueva Asia que nos traía el tiempo inexorable”
¿Fue Lawrence un héroe?
¿O fue un oportunista descarado?
¿Estuvo verdaderamente dedicado al nacionalismo árabe con toda la convicción de conseguir la libertad?
¿Solamente utilizó a crédulas tribus árabes para perpetuar el imperialismo británico?
¿Es que su historia no fue la de dedicarse a la causa de un pueblo sino la de su obsesión por un amor imposible?
La carrera de Lawrence en la posguerra es tan extraña e intrigante como sus andanzas en la rebelión árabe.
En agosto de 1922 el ex coronel se enroló en la fuerza aérea inglesa con el seudónimo de John Ross.
Se sometió humildemente a la tiranía de los oficiales que lo entrenaron.
Cuando la prensa publicó esta auto humillación de Lawrence, fue dado de baja.
No pudo hallar empleo porque, como lo confesó casi con alegría:
“nadie me ofrece un trabajo lo suficientemente pobre como para que lo pueda aceptar”.
Se dedicó a recorrer la campiña en motocicleta.
Por intervención de amigos, fue readmitido al ejército en marzo de 1923, como soldado raso en la unidad de tanques y bajo otro seudónimo, T.E. Shaw.
Dos años después, consiguió ser transferido a la fuerza aérea, donde sirvió como piloto durante los restantes diez años de su vida
Un tiempo después Lawrence es reconocido por los ingleses como “miles gloriosus” y vuelve a su país con rango de coronel.
El 13 de mayo de 1935, camino del aeropuerto una motocicleta semejante a la que causará su muerte se cruza en su camino.
Murió seis días después, por heridas en la cabeza.
Antes del accidente, en el film, se refleja a un coche negro pasó en dirección opuesta a la de Lawrence, entonces aparecieron dos niños en bicicleta en una loma frente a él y trató de esquivarlos.
El hombre, antes mito, luego diablo, vuelve a ser hombre.
La persistencia de lo efímero.
La repetición de la Historia.
No se requiere demasiada imaginación para asimilar esta Arabia y este Damasco con Gaza, Cisjordania y Bagdad.
Siempre nos movemos en círculos y es esto lo que angustia a los inquietos como Lawrence.
¿Estaba escrito?

“Para ciertos hombres, nada está escrito si ellos no lo escriben”.


Comentarios

Entradas populares