Million Dollar Baby

"El boxeo es algo antinatural porque todo va al revés.
En vez de huir del dolor vas hacia él"

Mi padre siempre fue un deportista, su pasión por el football y por correr era admirable.
El 27 de agosto del año 2010, a los 70 años, mi padre muere después de pasar un año y medio en coma a causa de un paro cardiorrespiratorio, toda la familia sufrió y agonizó con él a sus maneras, en el estado que se encontraba, con sus descomposiciones y emergencias…
Ese día, yo recibí el golpe del destino, uno del que nunca se está preparado, del que nunca se estará protegido.
"Para ganar en el boxeo, hay que moverse hacia atrás.
Pero si retrocedes demasiado, al final ya no estás luchando."
Million Dollar Baby es una película estadounidense de 2004, dirigida por Clint Eastwood para Warner Bros. Pictures / Laskeshore Entertainment / Malpaso Productions.
Está protagonizada por Clint Eastwood, Hilary Swank, Morgan Freeman, Anthony Mackie, Jay Baruchel, Mike Colter, Lucia Rijker, Brian O'Byrne, Margo Martindale, Riki Lindhome y el gimnasio Hit Pit
El guión está a cargo de Paul Haggis, basado en la novela “Rope Burns: Stories From the Corner” de F.X. Toole.
La música fue compuesta por Clint Eastwood.
La magnífica fotografía corre a cargo de Thomas Stern.
Million Dollar Baby narra la historia de un veterano entrenador de boxeo al final de su carrera y sus esfuerzos por ayudar a una boxeadora a llegar hasta lo más alto, aunque entrenar a una mujer esté contra sus criterios.
De a ratos exasperándose e inspirándose el uno al otro, los dos comienzan a descubrir que comparten un espíritu en común, que trasciende el dolor y las pérdidas en sus pasados, y encuentran el uno en el otro, el sentido de familia que habían perdido hacía mucho tiempo atrás.
Lo que ellos no saben, es que pronto afrontarán una batalla que va a requerir mucho más corazón y coraje que ninguna otra que ellos hayan enfrentado jamás.
La narración (en off) de la película resulta ser una carta que Dupris (Morgan Freeman) está escribiendo a la hija de Frankie, en un intento de mostrarle "la clase de hombre que era" su padre.
Toda la película está rodada con una fotografía expresionista, de fuertes claroscuros, con escenas en permanente penumbra y juegos de contraluz: se logra con ello una ambientación casi opresiva, que sirve para mostrar la oscuridad interior de sus protagonistas.
El boxeo como metáfora (mcguffin) de la vida, y las sombras como señal de las dudas que les atenazan y que les obligan a “protegerse siempre” –lema de Frankie (Eastwood) en el boxeo y en la vida–, lo que a la larga significa encerrarse tras su coraza, en su escepticismo y en su soledad.
El carácter lineal de la historia, desde los primeros entrenamientos hasta el combate por el título mundial, sufre un quiebro en su parte final, pero este giro dramático golpea de lleno al espectador y le encoge el alma.
El duro desenlace, con unos personajes que sufren el conflicto de conciencia ante la muerte, y que se acercan al abismo que les espera si traicionan sus convicciones, queda lejos de la frívola y sensiblera postura pro eutanasia.
Aquí se respira auténtico respeto y sensibilidad ante el dolor y quien lo sufre, y se percibe sinceridad en su director al plantear la duda moral entre un pretendido “derecho a morir” y la licitud al dejar de poner medios extraordinarios para mantener la vida.
Así, esta historia de falsos perdedores (en el cine de Eastwood perder no significa necesariamente melancolía o tristeza, sino que siempre es una parte más, natural, de la vida), funciona a varios niveles:
En primer plano está la lucha de una voluntariosa joven (Swank) sin nada que perder por conseguir su objetivo de ser una boxeadora, y dar algo de sentido a su existencia a través de su relación con ese entrenador reticente a prepararla, y otro antiguo boxeador que ve en ella posibilidades.
Una trama que responde punto por punto a cualquiera de los tópicos imaginables del género.
Por debajo de todo eso transcurren los verdaderos temas de la película, auténticas obsesiones del cineasta: la conciencia de la propia madurez, la culpa por los pecados del pasado de los que nunca se puede escapar del todo y que le atormentan el presente, la sublimación de una amistad de años en la que basta una palabra o una mirada para expresar las más contundentes verdades y, por encima de todo, el terrible sentimiento de pérdida paterna, esa insoportable angustia, que Eastwood ya había explorado, en la necesidad de recuperar una relación padre/hija perdida en alguna esquina de la vida, que consigue superar cualquier tipo de barrera, incluso la falta de una relación biológica propiamente dicha.
Clint Eastwood es uno de los pocos autores contemporáneos que recoge con maestría la narrativa y profundidad clásica.
Su cine más que en sus mentores primarios, Sergio Leone y Don Siegel, se asienta en la mirada madura y sencilla de dos de los pesos pesados del cine del Hollywood dorado: John Ford y el Howard Hawks más cetrino, por la sobriedad narrativa sin trucos ni adornos estéticos, por la querencia por el detalle significativo, por la pervivencia de la sustancia por encima del estilo, con un tratamiento intenso y sabio en las emociones de asuntos, situaciones y personajes, a los que retrata de manera excelente, incidiendo en sus anhelos vitales, sus miedos y sus residuos sentimentales, que evocan su pasado, moldean su carácter presente y pavimentan su futuro, complementándose el terceto protagonista en sus ansias existenciales.
Es así como Million Dollar Baby es la historia de un perdedor, tanto en el plano moral como en el profesional.
La máxima que figura en un cartel del gimnasio (colocado estratégicamente por Eastwood, para que el espectador fije su atención en el mismo), es un desagradable sarcasmo respecto al personaje interpretado por el mismo Eastwood:
"Los ganadores están dispuestos a hacer lo que los perdedores nunca harán."
Dos personajes que necesitan que alguien crea en ellos.
Comenzarán entonces meses de duro entrenamiento, en los que Frankie y Maggie no sólo van construyendo a una campeona de boxeo, también van forjando un vínculo hasta comprender que comparten un espíritu que trasciende el dolor y las pérdidas de su pasado, que son el uno para el otro, el padre y la hija que perdieron.
Y lo saben antes de que la tragedia les haga conscientes de ello, como demuestra el nombre en gaélico “Mo Cuishle” que Frankie hace bordar en el batín de Maggie.
Vale aclarar de una vez que “Mo Cuishle” está mal deletreado, donde lo correcto es: “Mo Chuisle”
El gimnasio Hit Pit es, junto a Frankie Dunn, Scrap y Maggie, el otro gran protagonista de la historia.
Una especie de purgatorio en el que un conjunto de personajes se refugian de un mundo que les es hostil y en el que cuelgan estratégicamente una serie de consignas para estimularles.
Big Willie conseguirá salir de él gracias a su perseverancia.
El egoísmo de Shawrelle será la causa de su destierro.
Danger y Scrap no tienen otro lugar al que ir.
Maggie y Frankie lo habitan a la espera de encontrar su lugar en un mundo que se aleja de ellos.
Junto a Eastwood, los creadores de este Hit Pit son Henry Bumstead, director de producción, y Tom Stern, director de fotografía.
Entre todos han gastado las paredes de este viejo local, nos muestran sus paredes descascarillados, los rincones mal iluminados y recogen los ecos de sueños que rebotan en las paredes desnudas.
En ninguna otra obra de Eastwood el espacio había tenido tanta relevancia, tanta densidad dramática.
Lo cierto es que Million Dollar Baby tiene de boxeo más que su mcGuffin.
Es decir, el boxeo es la excusa para mostrarnos la lucha vital de unos personajes para hacerse un lugar en el mundo.
Quizás un pequeño lugar; pero, en definitiva, su lugar.
La banda sonora descansa en dos instrumentos con protagonismo propio: el piano, totalmente melancólico y descriptivo, que se queda para el sólito el leitmotiv principal, tal vez un leitmotiv que describe la vejez y la sabiduría... además de la delicadeza, y la carente pero presente, femineidad de nuestra protagonista.
El otro instrumento es la guitarra acústica, tocada con cierto aire sureño, muy blusero, que conecta con la vida diaria, con esa pequeña aventura que es enfrentarse a la realidad más dura y mundana.
La partitura es una joya de la delicadeza, de la simplicidad y de la efectividad.
Muy recomendable.
"Al boxeador que sólo tenga corazón, le espera una buena paliza"
La noche del Oscar, tuvo como competidoras a The Aviator, Finding Neverland, Ray y Sideways.
Million Dollar Baby consiguió 7 candidaturas a los Premios de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas en su 77ª edición; ganó 4 Óscar a la mejor película, al mejor director (Clint Eastwood), actriz principal (Hilary Swank) y mejor actor de reparto (Morgan Freeman).
El resto de nominaciones fueron al mejor actor principal (Clint Eastwood), mejor guión adaptado (Paul Haggis) y mejor montaje.
Cabe destacar, además del nivel profesional de la actriz, Hilary Swank tuvo que ganar 10 kilos de músculo y aprender a golpear.
Para ello contó con la ayuda de varios entrenadores y boxeadores famosos, como la boxeadora Lucia Rijker, quien interpreta en el filme a la malvada 'Blue Bear'.
Logró tal verosimilitud que, en la película, no hay ni un sólo plano filmado con un doble.
Ese año, la Academia deja por fuera del máximo galardón a grandes filmes como: The Incredibles, Mar Adentro, The Passion Of The Christ, la ENORME Hotel Rwanda; María, Llena Eres De Gracia y Fahrenheit 9/11 (A pesar que es un documental).
“La magia de arriesgarlo todo por un sueño que nadie ve más que tú”
No tengo palabras para definir una obra maestra de tal índole, tal vez en parte y mucho por la vivencia personal; que Million Dollar Baby se haya convertido en clásico de manera instantánea, sin necesidad de que pasen cincuenta años por encima de ella para que se corrobore su verdadera valía.
Se dice que lo difícil no es alcanzar la cima sino mantenerse en ella, pues en este lugar podrás encontrar a tu mayor enemigo, y no hablo de la competencia externa que inspira rivalidad en continuo reto de la excelencia; sino del propio reto que te encuentras al intentar superar tu propia creación, tu propio menester, inspiración y expresión.
Hay en el ser humano motivaciones tan íntimas, sentimientos tan arraigados, y necesidades tan poderosas que, además de que entran a determinar el comportamiento futuro, son la raíz de aquello que nos mantiene vivos.
Cuando se nos franquea la entrada para que podamos acceder a un cuadro humano de esta naturaleza -y al respecto, este filme lo logra con eficacia absoluta, con sus tres protagonistas-, no queda otro camino que la comprensión, la aceptación y la indulgencia pues, todo lo que se comprende, deshace la necesidad de perdón.
Es curioso pero, no obstante la aversión que he tenido siempre por el boxeo y la lucha libre -deportes que me parecen brutales, nocivos y rodeados de corrupción-, muchos filmes sobre el pugilismo me han conmovido sensiblemente y ahora tengo la sensación de que, sobre ningún otro deporte, han llegado a hacerse tan buenas películas.
Pues es en ese instante en el que demuestras si podrás superarte o si has sido derrotado por quien menos te imaginabas, tu propio talento, y que has decaído ante aquello que te esforzaste tanto en detallar, pulir y armar para que derrotara y ofreciera fiel competencia a tus propios congéneres, aquello que resultará ser no sólo una dificultad para tu compañero de trabajo, sino para tu propia persona, es aquí donde surgen cuestionamientos que llenan tu aire de suspiros de interrogación, que si te conformas, o te retas propiamente, pero…
¿Estarás preparado para enfrentar a un espejo que refleja un sueño y tus detalles oníricos hechos realidad?
¿Será el momento?
¿Podrás vencerte?
Irónico u onírico, según sea el caso, Clint Eastwood ha logrado retarse nuevamente, y no sólo se ha retado profesionalmente, sino que ha retado su propia esencia y existencia, al plasmar una historia hecha para trascender en la mente del espectador, en el corazón del cine y en la razón del crítico, mostrando tres magníficos personajes hundidos en la derrota, la esperanza, el destino, e infinitos sentimientos que son indescriptibles.
Million Dollar Baby muestra que una persona pese a todas las adversidades, si lucha, puede conseguir cualquier cosa en la vida, pero la película va más allá, nos muestra que las personas con menos oportunidades tienen a veces, más capacidad de lucha y superación que las demás.
Cualquier espectador de un combate piensa que el objetivo del boxeo es golpear al oponente.
Hay uno más importante y prioritario: no ser golpeado.
O al menos así lo ven dos de los protagonistas de la película.
Las maneras de boxear son también formas de vivir: hay quienes van a exprimir su tiempo y otros que intentan que el tiempo no les exprima a ellos.
Vivir hacia adelante, tratando de disfrutar al máximo, o protegerse de los posibles golpes, poniendo todas las condiciones a nuestro alcance para evitar el dolor y el sufrimiento: vivir a la defensiva.
Los antiguos solían decir que la vida es una meditación de la muerte, y esta idea ha encontrado siempre una respuesta inmediata: no es vida la de aquel que está pensando en que puede perderla, en lo que vendrá después o en el significado de la muerte.
No hay manera de boxear si pensamos únicamente en defendernos y esquivar los golpes: la vida y el boxeo consisten en un cálculo de riesgos.
Exposición, ataque y defensa.
Lo mismo en la calle que subido en un cuadrilátero.
En el camino, se tomarán decisiones que no compartimos, pues no comulgan con nuestros principios pero, cuando las vemos a la luz de las personalidades que Million Dollar Baby recrea, las comprendemos.
Y al poder entender que todo lo hicieron guiados por el afán de realizar un sueño y de alcanzar su redención; con un amor mal entendido, pero amor al fin y al cabo; y con un afán de sujetarse a lo que sienten correcto, aunque no sea quizás lo realmente cierto, los aceptamos incondicionalmente y los vemos tan valiosos como a cualquier ser humano que viva a plenitud.
“Nunca tuve mi oportunidad”
La solución final del relato despertó críticas en Estados Unidos y en el mundo entero, por parte de grupos de activistas y de la derecha católica por considerar que justificaba la eutanasia.
Es pasmoso saber que la especie que mas mata semejantes sanos, se indigne porque un enfermo pida el fin de su padecer.
La palabra "eutanasia" tiene una fuerte carga emocional, como las palabras "cáncer" o "muerte".
Etimológicamente la palabra "eutanasia" sólo significa "buena muerte".
Históricamente este término se ha utilizado para describir actuaciones muy variadas en contenido, destinadas a facilitar la muerte del enfermo desahuciado.
Habitualmente han sido prácticas realizadas por los médicos, pero no sólo ni siempre.
La tendencia actual es restringir la palabra eutanasia a las acciones realizadas por un profesional sanitario a petición, expresa y reiterada, de un paciente que padece un sufrimiento derivado de una enfermedad incurable, que él vive como inaceptable, en las que existe un vínculo causal, directo e inmediato, entre la acción realizada y la muerte del paciente.
El personaje interpretado por Clint Eastwood, al inyectar por vía endovenosa cantidades masivas de adrenalina hasta producir una parada cardiorrespiratoria a la protagonista, que se ha quedado tetrapléjica por un golpe de boxeo y le ha solicitado reiteradamente que la ayude a morir, parece realizar una acción plenamente eutanásica.
Quizás lo único que desdibuja levemente lo que sucede es la poco lógica secuencia de los actos, que comienza por la desconexión del respirador de la protagonista, y que quizás pueda achacarse la condición no profesional sanitaria del entrenador de boxeo interpretado por Eastwood.
En cualquier caso, cuando falta alguna de las condiciones antes expuestas, por ejemplo cuando no existe petición expresa del paciente, quizás el término más preciso a utilizar es "homicidio", con el atenuante de la "compasión" o la "piedad".
Igualmente, si el que realiza la acción no es el profesional sanitario sino el propio paciente, pero aquel le proporciona conocimientos y medios para hacerla, entonces de lo que hablamos es de "suicidio médicamente asistido".
El caso de Terri Schiavo, que puede ser paralelo al caso que sufrió mi padre, es un caso de lo que denominamos "limitación del esfuerzo terapéutico", es decir, la suspensión progresiva de tratamientos en los enfermos irrecuperables o con pronóstico infausto a corto plazo.
Esto es una práctica médica común en todos los países del mundo, y responde a la necesidad ética de evitar que la tecnología médica acabe destruyendo la dignidad de las personas.
Dejar morir a aquel al que la enfermedad ya ha vencido definitivamente, aunque nuestras máquinas retengan, o pudieran retener entre nosotros si se las pusiésemos, es hacer un ejercicio de humanidad.
Bien es cierto que, de toda la tecnología médica, la que suscita más angustia a la hora de su retirada es la que tiene que ver con la alimentación y la hidratación artificial.
Si además, como en el caso de Terri Schiavo/mi padre, no tenemos conocimiento preciso de lo que hubiera deseado el paciente en estos casos, como lo tendríamos de haber cumplimentado, el paciente, en un testamento vital, pues la toma de decisiones es más compleja, con más incertidumbre, y por tanto más expuesta a la deriva emocional.
En el caso Schiavo/mi padre, tal situación lo hizo fácil presa de la manipulación ideológica, religiosa y política.
En la sedación paliativa también es una barbaridad hablar alegremente, como se ha hecho, de "eutanasia".
La sedación paliativa es una práctica médica que, si se hace conforme a los protocolos estandarizados, es simple y llanamente, buena práctica clínica.
Consiste en facilitar a los pacientes terminales en agonía, que le autoricen la posibilidad de recibir medicación que los duerma profundamente, mientras esperan la muerte.
Conviene, por tanto, llamar a las cosas por su nombre, porque lo que tenemos entre manos es algo muy valioso: se trata de aclarar las posibles formas en las que todos y cada uno, también quien lea este artículo, habremos de "bien-morir".
Todo el que trabaja con seres humanos, todo el que se dedica a ellos en alguna forma, si tiene el suficiente corazón se va viendo tan involucrado y tan unido afectivamente, que ya no puede distinguir dónde acaba lo profesional ni dónde empieza lo personal.
Ese tipo de personas no desempeñan simplemente un trabajo.
Están exponiendo las fibras de su alma y ayudando a otra(s) persona(s) a realizarse, a alcanzar sus sueños, a encontrar una vida mejor, inclusive más allá de una “mala muerte”.
Las van guiando por el tortuoso camino hasta que descubren que han dejado de ser guías para convertirse en iguales, que caminan a la par, siguiendo por el sendero que les conduce hacia el resto de su vida.
Tal vez el camino se bifurque y sus pasos se separen en algún momento, como suele ser ley de vida, pero ese tramo avanzado conjuntamente les ha marcado para siempre y les ha unido, y de algún modo esas personas pasan a un plano que puede ser lo más parecido a la familia, donde el amor y la amistad ocupan un espacio tan inmenso que nadie más podrá llenarlo.
Para mí, la decisión que toma Frankie es un acto de amor, ya que en el fondo de su ser, sabe que es la única salida posible y lo mejor para todos.
Nadie nos dijo que la vida iba a ser fácil y por eso a veces, estos puñetazos a lo políticamente correcto y a la demagogia, nos ayudan a no perder el rumbo y a que hagamos, lo que se espera de nosotros.
Parece claro que en esta vida no todo el mundo tiene las mismas oportunidades, y eso es así por culpa del ambiente, la condición social y económica que vive cada persona.
La otra cara de la moneda genera preguntas:
¿Acaso el ser humano no vale por lo que es?
¿Por qué decidió el guionista que el protagonista de la historia sea un católico practicante?
¿Acaso quiso deslizar la idea de que es posible confesarse católico y a la vez optar por la Eutanasia?
Million Dollar Baby se rodó en 38 días, siendo una muestra de la seguridad y respeto de Eastwood hacia los actores, ya que apenas se repitieron escenas.
Cuando algo está bien está bien, y cuando se puede mejorar, se hacen sugerencias.

"Hoy voy a elevarme y voy a ser libre, y desde lo alto miraré lo que algún día gocé, y algo de paz voy a tener que me caerá como la lluvia envuelta en los velos matutinos y en el canto de los grillos."
Mo Chuisle (“mi hija, mi sangre")


Comentarios

  1. Muy preciso tu comentario, conoci detalles del boxeo que no sabia. Tambien dejas muchas interrogantes, que nos hacen reflexionar. Me encanta tu critica

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  2. Kryssia, muchas gracias por el comentario, de hecho yo también descubrí detalles muy interesantes y mucho mas que el deporte, sobre las relaciones humanas y como superar nuestros obstáculos, y vivir la vida 100%, sabiendo que tal vez no tendremos mas oportunidades y sobre todo seguir nuestros sueños, aunque sean aquellos que solo los ves tu, pero que son tuyos. Gracias nuevamente.

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