Dances With Wolves

“Sunkmanitu Tanka Owaci...
Sunkmanitu Tanka Owaci…”

En estos últimos años se ha puesto muy de moda el término decrecimiento para referirse a lo que venía siendo luchar por un mundo más justo, en el que los humanos puedan respetar el ecosistema de una manera holística pero no sólo eso, sino que también podamos lograr un equilibrio entre los hombres, aniquilando la barbarie capitalista que hace que se malgasten recursos por pura codicia.
La razón nos advierte que la ecología profunda, el desarrollo sostenible, el decrecimiento, -que son sinónimos naturalmente-, o simplemente la justicia deben prevalecer ante el fascismo del neoliberal que está destruyendo el planeta Tierra.
En eso estamos.
Pues Dances With Wolves trata sobre este tema tan importante y crucial si queremos tener un futuro.
Tanto los ricos del primer mundo como los pobres del tercer mundo, tenemos que aunar fuerzas para que el desastre medioambiental pueda ser evitado.
Por cierto, un informe de la ONU que salió a la luz en junio del 2010, admite que la única dieta válida de este siglo es la vegana, lo que me da a pensar que si todos fuésemos veganos no habría hambre porque los recursos se utilizarían con raciocinio.
La liberación animal es una causa justa, ya que derribar el antropocentrismo es un deber para los ciudadanos éticos que ven que la religión cristiana, aliada con el capital, pervirtió la ley natural y por eso debemos volver al camino recto otra vez.
Dances With Wolves es una crítica de la sociedad americana de mediados de siglo XIX, en la que los intereses comerciales derivados de las siempre injustas colonizaciones, priman sobre la cultura y la memoria de uno de los pueblos nativos más respetables y puros que habitaron las praderas de Norteamérica.
Como siempre, una muestra más de la crueldad y el racismo de la raza blanca, a lo largo de nuestra historia, pero esta vez, relatada con absoluta perfección y enmarcada en una fabulosa y enternecedora historia que realza los valores del amor y la amistad.
“La cultura de los caballos de las praderas pronto pasaría a la historia.”
Dances With Wolves es una película épica estadounidense de 1990.
Dirigida y protagonizada por Kevin Costner para Orion Pictures / Tig Productions. Está escrita (y basada en la novela del mismo título) por Michael Blake.
Está protagonizada por Kevin Costner, Mary McDonnell, ENORME Graham Greene, ENORME Rodney A. Grant, Tantoo Cardinal, Robert Pastorelli, Maury Chaykin y Wes Studi entre otros excelentes actores de reparto y extras.
Estupenda fotografía a cargo de Dean Semler.
Con una ENORME partitura musical del eterno John Barry.
Fue en el rodaje de “Stacy’s Knights” donde el productor y realizador Jim Wilson, el novelista y guionista Michael Blake y el actor Kevin Costner coincidieron, hacia 1981.
En ese momento Blake les habló de una idea que tenía en la cabeza, una historia de un hombre blanco y su intento de aproximación al hábitat de los sioux para convivir con ellos, en el contexto de las guerras raciales que hacia 1860 tuvieron lugar en las praderas del medio Oeste americano.
Costner animó al autor a que escribiera su relato, y el resultado fue la novela homónima publicada por Blake en el año 1988.
El proyecto cinematográfico se fue posponiendo hasta que el propio Costner decidió implicarse y ponerse a la cabeza del mismo, compatibilizando por primera vez en su carrera las labores de dirección, producción e interpretación.
Era ante toda una historia que le motivaba y a la que en cierto modo se sentía particularmente vinculado pues su abuelo era indio.
Pero sobre todo le parecía que era una oportunidad única para mostrar la otra cara de la moneda, hacer un western que se saliese de las convenciones y se acercara con sinceridad a la verdad de los hechos.
Su implicación en la producción y en la realización, respondía a su intento de poder controlar el resultado y poder eludir en una pequeña parte el severo control que siempre ejerce la productora.
De hecho Costner tenía muy claro que había tres requisitos que la United International Pictures tenía que cumplir:
Primero, libertad en la duración; segundo, fidelidad histórica, aunque implicase la inclusión de matices críticos; y por último, que no fuese doblada la lengua lakota en las conversaciones entre los sioux, sino que fuese subtitulada.
Costner aportó dos de los dieciocho millones del presupuesto, y sus exigencias fueron respetadas.
Costner quería componer un fresco fiel del pueblo indio, retratando con la mayor verosimilitud posible sus costumbres, su lengua y su particular cosmovisión.
Para conseguirlo, estudió con minuciosidad los grabados y fotografías de la época, intentando captar cada detalle de los trajes, los peinados, las viviendas y útiles.
Los sioux eran la nación de mayor renombre de las tribus del Norte, y gracias a los testimonios sabemos que los modos y costumbres que aparecen en Dances With Wolves se corresponden con la realidad; la construcción de campamentos temporales, siempre cercanos a arroyos, la peculiar disposición de las tiendas en ellos, el sistema de relaciones dentro de la comunidad, la asignación de roles en aras al beneficio común, etc.
En sus palabras, quería contar la formación de su país pero no como si de una lección de Historia se tratase, sino más bien como una historia comunicativa no de la conquista del Oeste sino de la pérdida del Oeste.
En realidad su particular épica de la perdida no era algo del todo nuevo y Costner con su proyecto se enganchaba a una sutil trama de directores que desde los años cincuenta habían intentado ver el mundo del Oeste con otros ojos.
Con Dances With Wolves parecía como si de repente, Costner subvirtiera los mandamientos del género de los géneros, el western, y alzase por primera vez un grito a favor de los eternos malos, encumbrados a la altura de héroes en su film.
Su mayor logro fue conseguir conectar con un público joven para el que el western no era más que una referencia lejana y anquilosada, y conseguir construir un retrato coral en el que los personajes se caracterizaban por su espesor moral.
En muchos western la trama se sustenta sobre un doble itinerario que cumple el héroe, al que a menudo se le ofrece una segunda oportunidad para purgar sus errores del pasado.
Es este el caso de John J. Dunbar en Dances With Wolves, quién se siente del todo insatisfecho con su vida como teniente del ejército americano.
Es el suyo sobre todo un malestar moral que lo lleva a intentar suicidarse, un total desacuerdo con el horror bélico y con los métodos destructivos que está aplicando el ejército.
Paradójicamente al intentar suicidarse y sobrevivir al tiroteo del ejército enemigo, Dunbar es reconocido con todos los honores como militar valeroso.
Pero Dunbar reniega y se adentra en su segundo itinerario, el que le lleva a las tierras de la frontera en busca de paz y de una reconciliación con el mundo y con la vida.
Inicia así su segundo periplo, en busca de su esencia humana primigenia, su verdadero viaje épico.
Curiosamente, Kevin Costner no quiso contar con un especialista para las escenas de riesgo, pues quería alcanzar la mayor autenticidad posible; y quienes cabalgan, caen o peligran, son en realidad los mismos actores.
El equipo rodó en Dakota del Sur durante cuatro meses.
Este emplazamiento fue elegido porque es en este estado donde existe la mayor comunidad de indios de todo el país en la actualidad.
Además en Dakota es también donde se conservan la mayor parte de los búfalos tras las matanzas del siglo pasado.
Cabe señalar que para la escena de la cacería fueron empleados 3.500 búfalos.
Fue así como Dances With Wolves se convirtió en la primera incursión en el mundo de la dirección de Kevin Costner, y que consiguió convencer tanto a la crítica como al público, y constituye hoy en día uno de los títulos más conocidos del cine reciente, eso que algunos llaman un clásico moderno.
Cine taquillero con vocación de autor, western con aires clásicos pero con un evidente sabor nuevo, Dances With Wolves debe ser entendido sobre todo como una obra que ha sabido conectar con un público profano y especialista, y que además aporta una reflexión profunda sobre el exterminio de los pueblos indígenas de Norteamérica.
Una película sobre la conquista del Oeste pero con una mirada absolutamente distinta, aquí Kevin Costner propone un miramiento naturalista y ecológico, desmitificando el hecho que los indios eran todos unos salvajes despiadados.
Aquí se igualan blancos e indígenas, ambos con virtudes y con errores, aunque quizás esta mirada igualitaria resulte una especie de apología hacia los que siempre fueron mal vistos y tan vapuleados en tantas obras.
No es fácil encontrar una cinta que trate a los indios como personas con sentimientos, y en ello se detiene Dances With Wolves, es una mirada reflexiva sobre sus costumbres y el choque que se produce por contraste con las políticas de los blancos.
En este colapso de culturas, entra el personaje de Kevin Costner, así poco a poco irá renegando de su condición de blanco para ser adoptado por la cultura Sioux.
Es fantástico como se muestra el conflicto que se produce en este personaje quien por un lado pertenece por lazos sanguíneos a una cultura, pero que una situación extrema lo lleva replantearse y cuestionarse como tal, al convivir con personas que poseen otros códigos y donde la vida es concebida y pensada de manera muy distinta.
Desde la precariedad, el estado natural y salvaje se entiende que el avance colonizador de los blancos por allí es despiadado, y da derecho a la reacción de los que poseen menos estudios pero más sentido común.
Aunque no pienso que sea una película pro-indios, pienso que salen favorecidos porque el principal valor de este filme es el desmitificar la maldad congénita con que se los relacionó siempre.
No se trata de una película antinada, sino más bien un canto al desarrollo sostenible a no fagocitar todo y a todos, y a intentar estar en el ecosistema sin desequilibrarlo y respetar los recursos sin ponerlos en peligro tal y como hacían en general los pueblos indígenas norteamericanos.
Dances With Wolves es un canto a la naturaleza, a los animales, de ahí la importancia de Cisco, de Two Socks, los Tatankas...
En este trabajo de igualar ambas culturas, vemos una cinta mucho más creíble y más reflexiva sobre los aciertos y errores de cada uno.
Y es una gran virtud que Costner haya planteado el romper el mito para exponer una reflexión sobre la validez moral de la conquista del Oeste.
La empatía y el interés por la gente que es diferente (ampliando conceptos), por los animales, por la naturaleza que pisamos, matamos y destruimos todos los días.
Si bien el cruce de las fronteras depara inciertas consecuencias, se puede trasponer, salir, de la propia cultura y perder las raíces, el pasado y la sustancia del yo personal.
O, quizás, el abandonar el propio universo cultural es escena de un renacimiento, de una mutación del yo, y, por tanto, el advenimiento de una nueva identidad.
Este último proceso transformador es el que acaso evidencia la historia de John Dunbar, en Dances With Wolves.
Al ser absorbido por la otredad indígena, el hombre blanco no se desvanece sino que descubre su nombre auténtico.
Muchas veces, creemos estar seguros en el camino rumbo a un objetivo, pero en mitad de ese viaje, nos damos cuenta de que no es el destino correcto o el que queremos verdaderamente.
Tal vez equivocarse en la meta no sea tan terrible.
La lucha para abrirse una senda hacia la finalidad es un gran esfuerzo pero también es encontrar; no se aprende sólo una vez que se posa uno en la aspiración final, sino en el recorrido hacia él.
Probablemente, como en Dances With Wolves, el camino equivocado desemboque en el descubrimiento de algún definitivo objeto, o quizá hasta sea el reconocimiento de nueva verdadera y secreta identidad.
Preguntado al Papa Juan Pablo II por su pieza de música favorita, el Pontífice respondió que era la música de Dances With Wolves.
Una muestra de que la música de cine no tiene fronteras.
La música de Dances With Wolves fue compuesta y dirigida por el renombrado compositor John Barry, que le reportó su cuarto Oscar de la academia, pasando a convertirse en una de sus obras más valoradas por el público.
Dances With Wolves es una obra compuesta para orquesta sinfónica y presenta una factura y desarrollo clásicos, fieles a la tradición musical del género de las bandas sonoras.
Barry se esforzó por dotar a la composición de una emotividad lo más compatible posible con los objetivos de Kevin Costner, realzando la película enormemente.
Uno de sus mayores aciertos es, paradójicamente, el no presentar música en ciertos pasajes de la película, reservándola para otros más pertinentes: presentación de personajes, transiciones entre secuencias, escenas de acción.
Su orquestación es típicamente "barryniana".
Alterna de manera sencilla el metal (especialmente trombones y trompas) con tuttis de cuerda y adornos a base de percusiones y trompetas.
Su ritmo es en general pausado, sentimental, pero contundente.
Como queriendo resaltar la sencillez de las emociones que pretende representar la película: libertad, amor, amistad, etc.
Siendo Barry inglés, su sonido es americano, pero alejado del sonido western típico, acaso porque Dances With Wolves no es un western al uso, sino un drama épico ambientado en la frontera americana.
En definitiva, se trata de una banda sonora de merecido prestigio debido al acierto de sus temas, la inclusión de la música, desarrollo, orquestación y sonido.
Una auténtica obra de arte.
En 1990, Dances With Wolves fuerte competidora de Awakenings, Ghost, la mítica GoodFellas y la fabulosa The Godfather Part III, para el Oscar.
Con 12 nominaciones Dances With Wolves fue ganadora de 7 Óscar: mejor película, mejor director (Kevin Costner), mejor guión adaptado, mejor fotografía (planos inolvidables), mejor sonido, mejor Banda Sonora (John Barry) y mejor montaje.
Estuvo nominada a otras 5 categorías: mejor actor (Kevin Costner), mejores actor y actriz de reparto (ENORME Graham Greene y Mary McDonnell respectivamente), dirección artística y vestuario.
Ese año la academia dejo por fuera del premio mayor a Misery.
Escenas; todas pero me quedo con la escena final, y es que cada vez que la veo no puedo reprimir las lágrimas cuando Wind In His Hair le grita al personaje de Costner aquello de:
"Soy Wind In His Hair
¿No ves que soy tu amigo, que siempre seré tu amigo?"
Mientras suenan los últimos compases de banda sonora y en la lejanía aúlla un lobo...
…SIN PALABRAS…
Si bien, Dances With Wolves, posee un ritmo que es en general pausado, sentimental, pero contundente, hay que verlo con contemplación.
Formalmente bello y contenido comprometido y justo.
Por otro lado, al ver aquél inmenso mar de tatankas, me di cuenta que de lo que habla realmente ésta película no era esencialmente de indios, sino de equilibrio, de libertad, de desarrollo sostenible.
En aquel mundo las cosas se hacían con sentido, con respeto, no sólo a sus iguales sino, también, a lo que los rodea, a la naturaleza que es realmente su modus vivendi, su despensa, pero que no hay que olvidar tampoco que sigue siendo la nuestra en la actualidad.
Mato búfalos (tatankas) pero no a toda la especie; cojo realmente lo que necesito y el año siguiente volveré a tener suficiente para coger lo que preciso.
Sólo los más fuertes sobreviven, los que aguantan en épocas de escasez, los que tienen una salud de hierro.
Ello se llama selección.
La naturaleza selecciona a los más fuertes y los premia.
Puede considerarse cruel desde nuestro actual punto de vista.
Pero en realidad lo cruel es nuestro sistema actual.
Los débiles sobrevivimos gracias a la medicina moderna.
Cada día somos más los que habitamos el mundo, y muchos no servimos a la sociedad como ésta merece.
Y esto último que he dicho puede resultar aún más cruel, pero acaso no es penoso y cruel el acoso, y derribo que infringimos continuadamente, día tras día, sobre la naturaleza, como consecuencia de todo lo anterior, y por culpa también del inhumano desequilibrio de la riqueza, causado a su vez por una mala gestión de las mismas que tiene como principal objetivo llenar los bolsillos de unos pocos.
El cuento de nunca acabar, pero que acabó con la libertad de los Sioux, y que acabará desgraciadamente con la madre naturaleza, no sin pasar antes por encima de nosotros como una aplanadora; porque nosotros precisamos de los recursos que la naturaleza nos brinda para poder subsistir.
Justamente igual que aquellos indios con los que el hombre blanco acabó, y que al parecer eran más sabios que nosotros, porque ellos sí cuidaban de su fuente de vida.
Dances With Wolves es una película ecológica, optimista, que cree en los principios básicos de nuestros sentimientos y que dicta en su desarrollo, un feroz veredicto sobre la crueldad del desarrollo urbano.
En la aldea, los niños son hijos de todos, hermanos de todos, padres de todos, nadie está sólo y, unos y otros sacrificarán sus vidas por salvar la de cualquiera de sus congéneres, es el utópico antagonismo de la fría sociedad actual gobernada por el materialismo y la sin razón.
Dances With Wolves es un alegórico relato de nuestra civilización actual, en el que el sistema político aniquila con mentiras todo aquello que sea diferente y carezca defensa.
Muchas conclusiones se pueden extraer de una película como esta, la más fácil quizás sea el del simple derecho a existir en paz, lo importante que resulta cuidar nuestro entorno o su contundente rechazo al racismo, en cualquier caso sólo alguien muy superficial será incapaz de ver su brillante estructura como la gran película que es.
Dances With Wolves parece una antología de tradiciones culturales.
Nos da una visión casi antropológica de una civilización en vías de extinción.


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