Chariots Of Fire

"Mi arrogancia llega tan lejos como lo exige mi conciencia"

El boicot de Estados Unidos y otros países a la Olimpiada de Moscú de 1980, cuando la USSR, un año antes había invadido Afganistán en lo alto de la Guerra Fría, provocó una gran demanda del deporte por parte por la población del bloque occidental, alcanzando dicha demanda al mundo del cine, siempre reticente en realizar películas de temática deportiva.
Ese fue uno de los motivos por el que se decidió realizar Chariots Of Fire en 1981, cubriendo el anhelo del público de consumir este tipo de eventos y complaciendo al cinéfilo al proponer un excelente producto galardonado con diversos premios, entre ellos, el Oscar a la mejor película en la edición de ese citado año 81.
Chariots Of Fire es un filme emocionante porque está lleno de proezas conseguidas con coraje gracias al talento innato y al dedicado entrenamiento profesional.
En sí Chariots Of Fire es una exaltación al triunfo del espíritu y al vencimiento de las dificultades siempre manteniendo en firme las convicciones y los principios de vida.
Chariots of Fire es una película británica de 1981, dirigida por Hugh Hudson para 20th Century Fox / Allied Stars present an Enigma Production; David Puttnam productor.
Está protagonizada por Ben Cross, Ian Charleson, Nigel Havers, Cheryl Campbell, Alice Krige, Ian Holm, John Gielgud, Lindsay Anderson, Brad Davis, Dennis Christopher, Nigel Davenport, Peter Egan y Patrick Magee.
El guión es de Colin Welland, basado en la historia real de los atletas británicos preparándose para competir en los Juegos Olímpicos de París 1924, en donde por primera vez se usó el eslogan Olímpico “Citius, Altius, Fortius” (“Más Rápido, Más Alto, Más Fuerte”); además, por primera vez se utilizó un logo para los Juegos, Irlanda participa por primera vez como equipo independiente, y a manera de curiosidad cinematográfica, el nadador y luego actor austroestadounidense Johnny Weissmüller, famoso por su rol de Tarzán, ganó tres medallas de oro y una de bronce en waterpolo.
Resulta curioso que Chariots Of Fire abogue por el atletismo en una época (1924) en que estaban más de moda deportes violentos como el rugby o el boxeo, herederos de la exaltada época victoriana e imperialista.
Este hecho confiere al film de una mayor fraternidad, cristiana en este caso, como el mismo término indicaba originalmente.
La fotografía es de David Watkin, usando un color más bien oscuro, para dar más realce a la historia y a la época en que se desarrolla.
Estupenda película sobre el deporte, y más aún sobre ese espíritu de superación personal, y en donde el ser humano despliega sus diferentes posturas en pos de la fama, y de la gloria.
Inolvidables las imágenes de los atletas corriendo en la playa.
Pero, si estas imágenes ya forman parte de una página especial en cualquier enciclopedia del cine, hubo otro hombre que contribuyó a llevarlas hasta el Olimpo de los dioses cinematográficos, estoy hablando del tocado por la mano de Dios, del célebre compositor griego Evángelos Odiseas Papathanassiou, conocido mundialmente con Vangelis, y gracias a él, esta partitura electrónica (muy inusual escucharla en contraste con la época histórica del film), pasó a ser sinónimo de excelencia deportiva, nunca pienso yo, una película debe tanto a su banda sonora como Chariots Of Fire.
“Citius, Altius, Fortius”
Chariots Of Fire está cargada con fuertes historias ideológicas.
El director Hugh Hudson logra retratar la dura vida de un deportista de una forma excelente, que el espectador verá a través de dos protagonistas.
Son preciosos los pequeños detalles en los que Hudson ha querido empeñarse para que el espectador vea, por ejemplo, todo lo previo que hay antes de la carrera o los momentos de silencio en los que no sabes que piensan mientras están en el vestuario, o el simple detalle de ver como cavan un agujero en el suelo para meter sus pies y lograr un mayor impulso a la hora de la salida.
Una película donde la competencia es la protagonista que dinamiza un relato de variadas motivaciones personales que impulsan a las personas a conseguir sus logros.
Esos estímulos adoptan distintos matices de acuerdo al personaje.
Recrea la peripecia real, de una manera un tanto libre, las hazañas de dos corredores británicos que acudieron a los Juegos Olímpicos de París de 1924.
Para ello, abunda más en las condicionantes personales de cada uno de ellos que en el desarrollo detallado de su historia.
Se insiste en cómo la religión afectaba a cada uno de ellos:
Uno era judío y utilizaba el deporte para sentirse integrado, y de paso darles en las narices a los que le desprecian; y el otro, misionero en China, corre para agradar a Dios.
De esta manera se desarrollan las dos tramas paralelas, prácticamente no coincidentes, más allá de que ambos pertenecen al mismo equipo y que los dos viajan a la ciudad del Sena en las mismas fechas.
La vida de Eric Liddell y Harold Abrahams como dos extremos de afrontar la vida.
Eric (Ian Charleson) es un cristiano evangélico de la iglesia reformada de Escocia y sus padres son misioneros en China.
Ha nacido en China pero ha vuelto a Escocia para estudiar, y ha llegado a ser un famoso jugador de rugby.
Su fama como deportista excepcional más su simpática personalidad y su desenvolvimiento como un predicador del evangelio en contacto con la gente, hacen de Eric un personaje de excepcional talla: famoso pero humilde, conocido por todos pero también accesible a todos, querido por los niños y por los grandes.
Si bien el argumento distorsiona algunos hechos para realzar el dramatismo, se centra en los conflictos de distinta índole que les afectan a ambos, y de manera especial la decisión de Liddell de no correr en domingo durante los Juegos de 1924:
“Él me hizo rápido para complacerle.”
Eric aparece como un cristiano humilde y satisfecho en Dios que, con gran clarividencia y fe, entiende que la voluntad de Dios para su vida es ser misionero en la China, una vida heroica de por sí, pero que además Dios se complace con que él corra y use sus dones como el veloz corredor que es, lo cual deberá hacer antes de dirigirse a su destino final en la China.
Pero Eric no solo es un veloz corredor, cuando corre puede verse su alegría y su empuje interior excepcionales que deja a todos los espectadores pasmados, entre ellos al mismo Harold Abrahams.
“No corro para ser derrotado.
Si no gano, no corro”.
Harold Abrahams (Ben Cross), también es un personaje conmovedor, en agudo contraste con Eric, en su condición de judío, Harold percibe dolorosamente que no cuenta con el beneplácito de los ingleses, en una Inglaterra a la que él llama anglosajona y cristiana, al menos no el beneplácito que él espera.
Se recogen especialmente las dificultades que Abrahams se plantea bajo su condición de judío, con los prejuicios existentes en la sociedad inglesa de la época y como el deporte se convierte en una vía para ser aceptado dentro de la élite británica.
Harold posee una personalidad signada por un complejo de inferioridad social, agravada por ser él una persona sensible e inteligente.
Harold encuentra una solución a su necesidad de aprecio en ser un famoso corredor.
Cuando entra en el Caius College de la Universidad de Cambridge, bate el récord de velocidad tradicional de la Universidad.
Más adelante, con tres compañeros de Cambridge, llegarán a formar parte del equipo olímpico, en el cual también se integrará Eric Lidell.
Otro personaje importante de la película es Aubrey Montague de quien podría decirse que es el héroe anónimo, es el paciente y comprensivo amigo del conflictuado Harold Abrahams.
Montague hace posible para Abrahams el apoyo formidable que sólo puede dar un verdadero amigo.
Chariots Of Fire estuvo nominada a 7 Premios Óscar, siendo ganadora de 4: mejor película de 1981, mejor guión original, mejor banda sonora original (MITICO Vangelis) y mejor vestuario para Milena Canonero.
Además obtuvo tres nominaciones más: mejor director, mejor actor secundario (Ian Holm) y mejor montaje.
Derrotó a las favoritas: Raiders Of The Lost Ark, Reds y On Golden Pond.
La Academia deja por fuera en reconocer las grandiosas producciones de An American Werewolf In London, Mephisto, Ragtime, Body Heat y The French Lieutenant's Woman.
"Creo que Dios me hizo con un propósito.
Pero también me hizo rápido.
Y cuando corro...
Siento el placer de Dios.
Abandonarlo sería como despreciarlo."
Resulta emocionante imaginarse corriendo a Harold Abrahms y Eric Lidell, cada uno con sus creencias, sus ideas... pero dentro de la pista son iguales, corren en el mismo suelo.
Un gran reflejo de lo que es el deporte, y el porqué el Barón de Coubertin quiso resucitar este bello acontecimiento.
Chariots Of Fire es un símbolo con el que nos identificaremos todos los que amamos realmente el deporte.
El deporte es algo que yo veo como medio de la superación personal, la paz con uno mismo y el bienestar.
Sin embargo eso se ha perdido con los años, en los que los Juegos Olímpicos han perdido el espíritu con el que los fundó el Barón Pierre de Coubertin, intentando simular aquel precioso evento que tenía lugar en la Grecia antigua cada cuatro años.
Hoy día, se utilizan para convertirlo en un circo a nivel mundial en el que los deportistas de élite intentan satisfacer la exigencia a las que sometemos miles de espectadores, a la espera de que batan records mundiales y hagan sonar "nuestro" himno nacional, cosa que ha dado lugar al dopaje, del que tanto nos quejamos, sin darnos cuenta que hemos sido nosotros los que lo hemos originado por culpa de nuestra demanda de éxitos bajo nuestra bandera, que en ocasiones, más que hazañas, parecen milagros.
Grato ver, para los que nos apasiona el deporte como en los años veinte se competía realmente por amor al deporte y como un estilo de vida a seguir, un sentimiento que en nuestro tiempo lo lleva de la mano el dinero en el deporte, tan alejadas del merchandising y el dopaje.
El espíritu de superación de cada uno de sus personajes queda latente y se transmite de una forma magistral.
La tenacidad, la lealtad, la amplitud de miras, la necesidad de compartir los triunfos y sacar consecuencias útiles de los fracasos, y en medio la templanza, la fortaleza, el equilibrio, la conciliación y la adaptación a las circunstancias.
La dedicación, integridad y sacrificio son valores que propone Chariots Of Fire como fundamentales para triunfar en la vida.
“Eres una persona valiente, comprensiva y satisfecha, ese es tu secreto”.
Es la voluntad de ser congruente y de saberse vencer y sobreponerse con determinación a los problemas y las adversidades que se nos puedan presentar.
Y ese mensaje es atractivo, y se puede ver cómo el triunfo final viene después de haberse entregado con pasión a la tarea propuesta, lejos de la comodidad, de la molicie y de la chapuza que tan de moda en la sociedad actual que enaltece todo lo contrario, el triunfo sin esfuerzo y el engaño para triunfar.
A modo biográfico, Harold Abrahams fue campeón olímpico de los 100 metros lisos, nació el 15 de diciembre de 1899, y falleció el 14 de enero de 1978, se convirtió al catolicismo en el año 1934.
Eric Liddell fue campeón olímpico de los 400 metros lisos, nació el 16 de enero de 1902, y falleció el 21 de febrero de 1945.

"Elogiemos a los hombres famosos... y a nuestros padres que nos engendraron.
Todos estos hombres fueron honrados en sus generaciones y fueron una gloria en sus días.
... quienes al cerrar los ojos podemos recordar a aquellos pocos jóvenes con esperanza en nuestros corazones y alas en los talones."


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