Ben-Hur

“Anno Domini
In the year of our Lord”

Comentar demasiado de Ben-Hur es quedarme corto ante el único sinónimo cinematográfico que posee la palabra ARTE.
Ben-Hur tiene vínculos que se podrían calificar de vitales para ir comprendiendo, no sólo el origen del cine, sino lo que este Arte es y debemos asimilar como esencia primordial.
El cine por encima de todos los componentes políticos y sociales de todos los tiempos, valores que respeto y apoyo, es ante todo, un espectáculo visual.
El cine no sería cine, sin esa visualidad que entra estallando nuestro cerebro y dividiéndolo en moléculas de vida y a veces, retazos del más puro de los artes.
Y Ben-Hur es claro exponente de todo lo dicho, como lo es Gone With The Wind, Lawrence Of Arabia y Cleopatra que son films que pasaron por meritos propios a ser considerados piezas de museo, valores representativos del nuevo cine, y centro y guía de las nuevas realizaciones, como por ejemplo, la magnánima trilogía The Lord Of The Rings, salvando las distancias, lógicamente.
Ben-Hur es un clásico, pero no un titulo clásico de visión obligada.
Es el clásico de los clásicos, es el film coral de un profesional como William Wyler, y la única cinta que tiene el merito de ser por sí sola una fuente de enseñanza, recubierta por el dorado y merecido metal, del premio más prestigioso de las artes y ciencias cinematográficas de Hollywood: los premios Oscar de la Academia.
Ben-Hur supone uno de los paradigmas del cine como estudio, espectáculo, del cine épico y colosal que entretiene y que, a pesar de su larga duración no se hace pesada.
Además es de aquellas cintas que soporta perfectamente el paso del tiempo.
Las podemos ver repetidamente sin que aburran.
Ben-Hur es una de las superproducciones de Hollywood, máximo exponente del llamado cine "Kolossal" que intentó competir con la televisión en aquel entonces.
Ben-Hur es todo y nada, es Roma, es Palestina, es un romano y un judío, un creyente y un ateo, es amor y odio, venganza y perdón, injusticia y justicia al final.
Tiene todo y a la vez dice nada que no sepamos.
Ben-Hur nos remonta a un relato ficticio enmarcado dentro de un contexto histórico, más precisamente, nos adentramos en los tiempos de Jesús.
Pero lo más llamativo es que Cristo no es un personaje principal en esta historia, sino que es un elemento importante sin ocupar el protagonismo.
Curioso, dado que se deja de lado al personaje numero uno de la historia de la humanidad, y se le utiliza a manera de guía fortalecedora.
Ben-Hur me pareció un relato sensibilizador y al mismo tiempo nos deja muchos mensajes de los cuales puedo quedarme con la idea de que la venganza nunca es buena.
Ben-Hur nos presenta también situaciones de tremenda injusticia, de opresión y de vejaciones que llevarán a nuestro protagonista (un maravilloso Charlton Heston) a un dilema moral entre el ojo por ojo y diente por diente o el difícil perdonar las afrentas.
Si bien el filme posee un matiz religioso, pienso que puede ser disfrutado por la mayoría ya que además posee de un argumento lleno de conceptos fuertes, contemporáneos, tanto en la literatura como en la realidad.
Hasta ese momento, antes de The Passion Of Mel Gibson, Ben-Hur era la única cinta hollywoodense que es aceptada por el Vaticano como película religiosa.
"Anno Domini XXVI”
Ben-Hur es una película estadounidense filmada en 1959, la cual pertenece al género Peplum así como al cine épico.
Esta dirigida por el ENORME William Wyler para Metro-Goldwyn-Mayer y protagonizada por Charlton Heston, Jack Hawkins, Stephen Boyd, Haya Harareet, Hugh Griffith, Martha Scott, Cathy O'Donnell, Sam Jaffe, Frank Thring, Terence Longdon, George Relph, André Morell y Finlay Currie, entre innumerables extras.
Ben-Hur tiene un guion de Karl Tunberg, el cual está basado en el libro homónimo escrito por el general Lewis Wallace en 1880, y cuyos derechos fueron comprados por la MGM llegando a producir una película basada en el libro, de la cual Ben-Hur de Wyler llegó a convertirse en un remake.
Existe una versión previa del clásico, con el mismo nombre, que data del 1907 y de una duración aproximada de 15 minutos, la cual se rodó sin los derechos del autor.
Posteriormente se rodó otra versión en 1925 y estrenada en 1927 bajo la dirección de Fred Niblo con Ramon Novarro y Francis X. Bushman.
Esta última, combinaba el blanco y negro con los nuevos métodos de color de la época (un Technicoloraun algo primitivo).
Con la sola excepción de The Departed del 2006, Ben-Hur constituye el único “remake” que ha alcanzado el Oscar como mejor película.
Aunque se considera a Mutiny On The Bounty (1935) como el primer remake ganador del Oscar, por “In The Wake Of The Bounty” (1933), una producción australiana que sirvió de debut para Errol Flynn en el papel de Christian Fletcher.
La película que vemos cada Semana Santa es Ben-Hur de 1959, pero como anoté, hubo otras en 1925 y en 1907, y una obra de teatro antes, y antes aún la novela de Lew Wallace.
La novela de la que todo surgió, se publicó en 1880.
Ben-Hur: A Tale Of The Christ.
Su autor era el general Lew Wallace, un hombre de vida agitada, había defendido Washington de las tropas confederadas (sudistas) durante la Guerra Civil Americana, sirvió en la corte marcial que juzgó a los asesinos de Lincoln y cuando fue gobernador de Nuevo México tuvo que tratar con problemas como el de Billy The Kid.
Wallace era un enamorado de las historias folletinescas de aventuras como El Conde de Montecristo, pero nunca habría escrito su novela de no ser por un encuentro con un agnóstico apasionadamente anti-cristiano, Robert Ingersoll.
Al conocer a Ingersoll, el general Wallace, que siempre había sido bastante indiferente a los temas religiosos, sintió la necesidad de investigar el cristianismo por su cuenta... y así llegó a ser un creyente convencido.
Como era de esperar, existen varias diferencias entre la novela original y la película.
Los cambios introducidos servirán para hacer la película de la historia más dramática de inmediato.
La diferencia más llamativa es que en la novela, Ben-Hur en realidad no mata a Messala
La historia de Judah Ben-Hur, la amistad con Messala, la venganza hacia su tragedia familiar, sus experiencias y aventuras a lo largo de los años, y el brillo bíblico que bordea este fresco del cine, es resaltado por el brillantísimo trabajo de William Wyler, profesional camaleónico y puntual hombre del Séptimo Arte.
El productor Sam Zimbalist fue el elegido para crear este proyecto, ya que contaba con la experiencia de haber producido otro gran éxito en taquilla de la Metro, la superproducción “Quo Vadis” de 1951.
Contrató a William Wyler, director de prestigio y talento en el Hollywood de aquellos años e hizo firmar a Charlton Heston, actor en alza por aquel entonces, uno de los papeles que le harían internacionalmente famoso, no ya solo como presencia en pantalla, sino como actor reconocido.
Lamentablemente Zimbalist falleció durante el rodaje, con lo que no pudo ver su obra finalizada.
Personajes casi Bíblicos:
Charlton Heston como Judah Ben-Hur:
Protagonista principal de la película, es un aristócrata judío que es traicionado por su mejor amigo, el tribuno Messala y enviado a las galeras para luego rescatar al cónsul Arrio y ser adoptado por este, regresa a Judea en busca de su familia perdida y de venganza.
Jack Hawkins como Quinto Arrio:
Cónsul romano, conoce a Ben-Hur en las galeras y se empieza a interesar por sus cualidades, es salvado por este en una batalla naval contra los piratas y Arrio lo adopta como hijo.
Stephen Boyd como Messala:
Tribuno romano y mejor amigo de Ben-Hur a quien acaba traicionando con el deseo de usarlo para intimidar al pueblo judío y aumentar su poder.
Muere a manos de Judah en la carrera de cuadrigas, no sin antes redimirse con este y ayudarle en la búsqueda de su familia.
Haya Harareet como Esther:
Hija de Simónides, al principio es designada como sirvienta de Judah pero ambos acaban enamorándose.
Tiene un papel primordial en cuidar a la madre y hermana de Ben-Hur cuando estas sufren de lepra.
Sam Jaffe como Simónides:
Mayordomo de la familia de Ben-Hur quien después de que este fuera arrestado, es torturado por órdenes de Messala, quedando lisiado de las piernas dependiendo de un amigo a quien conoció en la cárcel.
Hugh Griffith como el Sheik Ilderim:
Sheik del desierto que contrata a Ben-Hur como conductor de cuadrigas para sus caballos, así como para proveerle protección temporal.
Finlay Currie como Baltasar:
Es uno de los reyes magos que visitan a Jesús al inicio de la película.
Es amigo de Sheik Ilderim con quien conoce a Ben-Hur, y le explica a este, la existencia de un salvador y redentor.
Su mensaje influye en el judío hasta el final de la película.
Martha Scott como Miriam:
Madre de Ben-Hur y de Tirzah, quien con esta última es arrestada por los romanos después de ser acusada de atacar al gobernador romano, y encerrada en una cárcel en donde contrae junto con Tirza la lepra, siendo curadas por Jesús en el momento de la crucifixión reencontrándose con Judah al final de la película.
Cathy O'Donnell como Tirzah:
Hermana menor de Ben-Hur.
Al igual que su madre es encerrada con ella en una cárcel contrayendo lepra, pero es curada por Jesús en el momento de la crucifixión.
Frank Thring como Poncio Pilatos:
Gobernador de Jerusalén.
Conoce a Ben-Hur en la fiesta del cónsul Arrio y es quien condecora a Judah después de la carrera de cuadrigas.
Ben-Hur le recrimina que la transformación de Messala fue por la maldad de Roma.
Terence Longdon como Drusus:
Asistente de Messala quien es enviado por este a recabar información sobre la madre y hermana de Ben-Hur.
Descubre que son leprosas y ordena echarlas de la celda.
Asiste a Messala en su muerte después de la carrera de cuadrigas.
Claude Heater (no acreditado) como Jesús de Nazareth:
Personaje (cantante de ópera) secundario en la película, pero que tiene una gran influencia tanto para Ben-Hur como para su familia y amigos.
En medio de su crucifixión logra curar a Miriam y Tirzah y transformar el corazón de Judah a la redención.
Para conseguir mayor efecto dramático nunca se le ve el rostro, pero más que nada, eso se hizo por respeto, y de acuerdo con las preferencias declaradas de Lew Wallace que exigía que el rostro de Jesús no se mostrara.
Ben-Hur fue filmado en un proceso conocido como "MGM cámara 65", 65 mm de valores negativos desde que se hizo de 70 mm anamórfico de impresión con una relación de aspecto de 2,76:1, una de las más amplias impresiones que jamás se ha hecho, tiene una anchura de casi tres veces su altura.
Una lente anamórfico que produjo una compresión de 1,25 x se utiliza junto con un negativo 65 mm, (normal cuya relación de aspecto 2.20:1) fue para producir esta relación de aspecto muy amplia.
Esto permitió espectaculares tomas panorámicas, además de canales de audio de seis.
En la práctica, sin embargo, "cámara 65" impresiones se muestra en una relación de aspecto de 2.5:1 en la mayoría de las pantallas, de modo que los teatros no estaban obligados a instalar los nuevos, pantallas más amplias o utilizar menos de la altura total de las pantallas ya instaladas.
Muy interesante, la secuencia de remos incluye los comandos sucesivos de Arrio:
"velocidad de batalla, "hortator"... velocidad de ataque... velocidad de remo!”
La palabra hortator ya no está en uso, y es notable la ausencia de la mayoría de los diccionarios modernos.
Era una palabra latina que en un barco significaba "jefe de los remeros", o "el que tiene dominio sobre los remeros", y probablemente tiene sus raíces en el verbo latino Hortor ("exhortar, animar").
Para Ben-Hur se hicieron más de 100.000 diseños de vestuario, se utilizaron más de 8.000 extras y 300 decorados.
Se construyeron más de 300 sets y se usaron más de 1000 escenarios naturales.
La carrera de cuadrigas, aún para los estándares actuales, se considera como una de las espectaculares secuencias de acción más jamás filmada.
Filmada en los estudios Cinecittà fuera de Roma, mucho antes de la llegada de los efectos generados por ordenador, le tomó más de tres meses para completar, con 15.000 extras en el plató más grande construido nunca, a unos 18 acres (73.000 m2 ).
Dieciocho carros fueron construidos, la mitad se utiliza para la práctica.
La vuelta de delfines de oro fue una característica del Circo Máximo histórico de Roma.
El director William Wyler, afirma que ni hombre ni caballo se lesionó en la famosa escena.
“A Tale of the Christ”
La banda sonora de la película fue compuesta y dirigida por Miklós Rózsa, quien hacía la mayoría de temas épicos de la MGM.
Su obra sinfónica es paralela al film, es decir, se puede ver el film en la versión musicalizada en DVD, sin los diálogos, ya que el 95% de la película está musicalizada por el genial Miklós Rózsa.
Rózsa se encontró con el problema de la recreación musical de un periodo histórico, máxime de un periodo del que no queda documentación escrita.
En un trabajo de investigación, más relacionado con la musicología que con la composición, llegó a basarse en música hebrea, oriental y griega, como ya había empezado a hacer en "Quo Vadis".
Desde los primeros contactos, Wyler dejó claro lo que pretendía tanto de la película como de la música:
"Aquí sí nos ocuparemos de los personajes", y en perfecta concordancia con la historia, la música se muestra unas veces majestuosa y grandiosa, otras desgarradoramente intima y personal.
Con un tiempo excepcional de año y medio para la composición, y más de cinco meses para la grabación, y con una orquesta de casi cien instrumentos y grandes coros, Rózsa edificó una obra inmensa en proporciones y riqueza temática, e intensa en la variedad de emociones y matices expresados.
La obra contiene brillantes fanfarrias, "marcias", música palaciega y ritmos africanos, melodías llenas de lirismo, temas cargados de espiritualidad y misticismo.
Nos propone también un recorrido por el mapa de sentimientos humanos como el amor filial, amor al hogar, amistad, pasión, nostalgia, odio, despecho, frustración, idealismo, misticismo, etc.
Además de todo lo dicho anteriormente, si la partitura luce intensamente por los propios valores musicales y, por la brillante y elaborada orquestación, independiente de la historia, se ve aumentar su grandeza por la perfecta conjunción con la imagen a la que se supedita en todo momento, por la fluidez que añade a un montaje ya fluido, su capacidad de trasladarnos a otra época, y siempre en el peculiar estilo de Rózsa, definitivamente influido por sus compatriotas Kodaly y Bartok, por la música tradicional húngara, tan rica en matices y texturas expresivas, por el impresionismo francés y el neo romanticismo.
Por todo esto estamos sin duda ante una obra maestra entre las bandas sonoras y una composición de altura de la música sinfónica del siglo XX.
Es de agradecer a Rózsa que en obra tan monumental haga gala de la "humildad de los grandes", de los que no tienen necesidad de demostrar su "genio" porque se le presupone, pues siendo Ben-Hur una maravillosa partitura de indiscutibles valores intrínsecos, la música no intenta "destacar" (las pocas veces que lo hace es al servicio de la historia), sino que se supedita a la imagen hasta fundirse con ella como cualquier otro elemento del hecho cinematográfico, hasta llegar a desaparecer del plano consciente del espectador para alojarse en el inconsciente desde donde actúa moviendo nuestras emociones.
Cuando en muchos momentos los amantes del cine nos quejamos de que nuestros compositores favoritos se "repiten" o ya no nos "sorprenden", paradójicamente es de agradecer a Rózsa estos "defectos", pues en lo que siempre se "repite" el compositor es en la demostración de su genio y lo único en que no nos puede "sorprender" es en la fuerza de sus trabajos y en su entrega honesta.
Sirva este comentario de sentido y modesto homenaje a quién con su música tanto ha aportado al séptimo arte en general y a quién desde algún lugar privilegiado, personalmente, ahora sé, no dejará de conmoverme.
Los "Grandes" no mueren, viven en nuestra admiración.
Rózsa ganó su tercer premio de la Academia por su trabajo en Ben-Hur.
Esta banda es considerada una de las más populares bandas sonora que se hayan escrito jamás, y ocupa el puesto #21 de la AFI 100 Años de Música para Películas.
Controversia, Ben-Hur no se eximio de ellas.
En una entrevista para el documental de 1995 The Celluloid Closet, el guionista Gore Vidal afirma que persuadió a Wyler para dirigir a Stephen Boyd para crear un subtexto homoerótico velado entre Messala y Ben-Hur.
Vidal dice que quería ayudar a explicar la extrema admiración de Messala hacia Ben-Hur, y sugirió a Wyler que Messala y Ben-Hur habían sido amantes homosexuales mientras crecían, pero que Ben-Hur no estaba más interesado, por lo que se desencadena como venganza y Messala estaría motivado por su sentimiento de rechazo.
Desde Hollywood, el código de producción no lo permitía, y Vidal propuso a Wyler que Stephen Boyd desempeñara el papel de esa manera, pero Heston lo desmiente.
Vidal afirma que Wyler siguió su consejo, y que los resultados se pueden ver en la película.
Durante el rodaje, el actor Stephen Boyd que representa a Messala, se encontró con el problema de que en su papel tenía que representar a un hombre que era amigo de Ben-Hur, pero a la vez su principal verdugo.
Un hombre que era capaz de querer profundamente, pero también dejar cualquier escrúpulo ante el ejercicio de sus deberes.
Wyler, viendo el problema, habló con él para ayudarle con el personaje.
Lo curioso fue la idea que le dio: aconsejado por Gore Vidal para desarrollar su personaje, le dijo que debía enfocar su relación hacia Ben-Hur como una relación homosexual.
Una relación homosexual pero no física, sino emocional.
Admirando y queriendo a Judah desde lo más profundo de su ser, pero a la vez escondiendo sus sentimientos y su oscuro deseo.
Gracias a este consejo y al buen hacer de Boyd, su actuación fue la más sobresaliente de toda la película.
Y por supuesto, Heston jamás se enteró de esto ya que él fue el principal precursor de anular en la película cualquier tipo de relación homosexual entre Judah y Messala.
“One wife?
One god that I can understand - but one wife!
That is not civilized.
It is not generous.”
La Academia deja por fuera la comedia Some Like It Hot de Billy Wilder, a la inigualable obra Hitchcock North by Northwest y Suddenly, Last Summer.
Ben-Hur tuvo como fuerte competidora a The Diary Of Anne Frank y Anatomy Of A Murder y coloca a Ben-Hur como la primera película en la historia en recibir 11 Premios de la Academia, con 12 nominaciones, número igualado 38 años más tarde por TITANIC en 1997 y The Lord Of The Rings: The Return Of The King en 2003.
Ben-Hur gana Mejor Película, Mejor Director, Mejor Actor Protagonista (Charlton Heston), Mejor Actor de Reparto (Hugo Griffith), Mejor Dirección Artística, Mejor Fotografía, Mejor Montaje, Mejor Diseño de Vestuario, Mejor Efectos Visuales, Mejor Banda Sonora Original y Mejor Sonido.
Y solo pierde el rubro de mejor guión adaptado.
"Father, forgive them for they know not what they do."
Ahora bien, Ben-Hur, tras un prólogo inicial de más de seis minutos con la música de Miklós Rózsa sobre un plano detalle fijo de la mano de Adán en la Creación, de Miguel Ángel, y el título de "Overture" en tipografía cuadrada, se inicia con el nacimiento de Cristo en el portal de Belén, y esta secuencia da una idea del enorme peso que esta trama secundaria tiene como subtexto importantísimo del guión.
Todo gira alrededor de un eje temático básico: el poder de la doctrina cristiana y la conveniente aplicación de las enseñanzas de Cristo en las situaciones más adversas de la vida.
Judah Ben-Hur es un joven cargado de odio, primero hacia Messala, como catalizador de la vorágine de desgracias que sobrevienen a Judah y a su familia, y más tarde contra lo que el mismo Messala ejemplifica: la colonización y destrucción que ejerce Roma, imponiendo su aplastante imperio en todas las culturas y pueblos que va encontrando en su camino hacia el poder mundial.
A lo largo del film, Judah Ben-Hur se va encontrando en diversos momentos con personajes que, pese a tener diversas caras, orígenes y nombres, tienen todos en el guión una función común: la de intentar hacer entender a Judah Ben-Hur que el único camino posible es el del perdón cristiano que ese extraño profeta predica por las calles de Judea, antes de que los mismos romanos lo lleven a la cruz.
Todos estos personajes: Baltasar, Esther, Miriam, Tirzah, Sheik Ildarim e incluso su mismo padre adoptivo romano Quinto Arrio, tratan de convencer a Judah de que el odio y la venganza no han de ser su objetivo, y este es realmente el verdadero tema del film.
La cinta está llena de simbología, y destacan a este respecto, los tablones de madera sobre los que Judah y Messala juegan a clavar su lanza -claro anticipo de la cruz cristiana- o el agua, como símbolo cristiano de vida y purificación, que acompaña todas las situaciones en las que Judah se plantea su fe: momento en que Jesús le da agua salvándole la vida en una cadena de esclavos y que se repetirá a la inversa cuando aquél caiga con su cruz en su camino hacia la muerte, la misma acción realizada por Arrio en las galeras, tras ser salvado por Judah en tres ocasiones, o en la secuencia final de la muerte de Cristo, catarsis definitiva para Judah, cuando su madre y hermana son curadas de la lepra milagrosamente, mientras el agua cae del cuerpo ya inerte de Jesús en la cruz, arremolinándose en riachuelos cargados de una sangre mártir e inocente.
Todo este sentido religioso, muy adecuado y atractivo para una sociedad americana marcada por un fuerte conservadurismo, iba acompañado, a su vez, de un sentido político indudable.
En aquella época muchos de los grandes magnates de la industria de Hollywood eran de origen judío, por lo que la denuncia de las injusticias históricas hacia este pueblo era lógicamente muy frecuente.
Los romanos aparecen en muchos de estos films como un grupo tan injusto y cruel como lo fueron los mismos alemanes nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
De todos es conocida, por otro lado, la influencia de la antigua Roma en la imaginaría y en los propósitos imperialistas del Tercer Reich, pero es curiosa en el caso de Ben-Hur la inspiración directa en el genial rodaje que del Congreso del Partido nazi en Nuremberg en 1934, rodó Leni Riefensthal como documento de incalculable valor histórico y estético en “Triumph Des Willens”.
Esta influencia es clarísima en los planos que preceden a la llegada de Judah Ben-Hur a Roma, recibido como héroe tras salvar la vida de Arrio.
El César subiendo las escaleras del palacio, las tropas congregadas en una disposición milimétricamente ordenada, la gran Águila Imperial tras el gobernante…
Roma y la Alemania nazi son las mayores opresiones que el pueblo judío ha sufrido a lo largo de su historia, y en la cinta esta alusión paralela está claramente presente.
Pero a su vez, el film transmite un mensaje de esperanza hacia la situación que el pueblo de Israel estaba atravesando en esos años.
Tras la reciente creación del estado israelí en el año 1948, la relación entre los árabes y los judíos estaba ya siendo en sus inicios un problema creciente que, como tristemente sabemos, se ha ido acrecentando con los años.
En el guión de Ben-Hur, pese a haber una relación conciliadora entre árabes y judíos, claro mensaje de lo que podría y debería ser, se da una clara apuesta por el pueblo judío y por sus derechos en una tierra a la que históricamente pertenecen.
Los árabes, representados apenas por el personaje de Sheik Ildarim (espléndido Hugh Griffith) aparecen muy superficialmente y en algún caso hasta un tanto ridiculizados por los romanos, de manera que no es de extrañar que el supuesto mensaje de paz no fuese para nada captado por este pueblo, y que el film se prohibiera en la República Árabe Unida, la que argumentó con razón que la cinta se decantaba claramente a favor de los judíos.
Esta película, posterior al establecimiento del Estado de Israel, trató de unir a los espectadores de distintas religiones.
Aquí Judah Ben-Hur no es un militante mesiánico: su rabia contra Roma tiene causas personales.
Los personajes no ven a Jesús como el Mesías que cumple las profecías, no tienen una fidelidad directa a Él tanto como a otras cosas que asocian: Esther, la amada de Judah, dice que Jesús habla de amor y perdón; las últimas palabras de Judah son "sentí que su voz quitaba la espada de mi mano", que es una opción por la paz, pero aún no una opción por Jesús.
Algunos críticos apuntan que las leprosas se curan no por su fe en Jesús sino porque les da pena... es decir, bastan los buenos sentimientos, más que los buenos consentimientos.
Es curioso que el judío Judah hiciese tan buenas migas con el jeque árabe que le aporta los caballos.
Una amistad árabe-israelí que en la vida real era difícil entonces más que ahora por lo que la película se prohibió en varios países árabes.
A pesar de la controversia, en 2004 Ben-Hur fue incluida entre los filmes que preserva el National Film Registry de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, por ser considerada «cultural, histórica, o estéticamente significativa».
Es precisamente el estilo lo que hace que Ben-Hur esté por encima de otras grandes obras por el brillante argumento de Lew Wallace pero sobre todo por su extraordinario guión de Karl Tunberg.
Unido a unas actuaciones sobresalientes de todos sus actores secundarios así como una actuación muy notable de Charlton Heston, y el excepcional despliegue de medios técnicos y humanos.
Por ello, si tuviésemos que catalogar por cada género la mejor película de cada uno de ellos, sin lugar a dudas en el género Peplum y de Aventuras semi-históricas la nº1 sería Ben-Hur.
Apoteosis y canto del cisne del séptimo arte.

“El amor no busca poder, sólo aspira a la unión de todos los hombres.”


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