American Beauty

"Sólo soy una persona normal, sin nada que perder, por eso vivo cada día como si fuera el último día de mi vida”

Una civilización edificada sobre pantalones vaqueros y hot-dogs, una democracia sustentada por la corrupción y el magnicidio, una sociedad basada en la tradición y la mitomanía, y una religión impresa en billetes verdes sólo podía ser analizada si miramos más de cerca.
El comportamiento de las clases medias ha sido tratado por el cine americano desde múltiples puntos de vista.
Y es que, al contrario de lo que ha ocurrido en muchas naciones europeas, en EEUU, esta industria nunca ha sido subvencionada por el gobierno; esto hace que no solo no se condicionen los temas que se puedan tratar, sino también el modo en cómo puedan ser abordados.
En Estados Unidos, los directores han gozado casi siempre de gran libertad para exponer puntos de vista que eran muy críticos con los gobiernos, los ejércitos, los sindicatos o la misma sociedad; y al contrario, han valorado todas aquellas cualidades que merecían ser exaltadas.
American Beauty, como su nombre indica, aparentemente se refiere a la sociedad americana; sin embargo, no debemos ser tan ingenuos como para pensar que los mismos fenómenos que se exponen aquí, no se puedan producir en otra sociedad occidental, política, social y económicamente desarrolladas.
La sociedad americana es solamente el símbolo que mejor refleja la carga de ironía que envuelve el titulo de la cinta.
Hubo que esperar hasta finales del siglo XX para encontrar una película americana que criticara con rotundidad "the american way of life".
La película despelleja a la más rancia sociedad "wasp" americana.
Se ha roto el hechizo,..., el " american dream" es una pesadilla, malsana, y psicológicamente nefasta.
El identificar el éxito individual con la mera posesión de bienes materiales está completamente desacreditado.
Del visionado del filme se deduce que los EEUU son un gigante con los pies de barro, debido, entre otras razones, a que sus valores morales están muy caducos.
La película canaliza el grito de socorro de millones de norteamericanos que buscan desesperadamente la salida a una vida absurda, falsa y desmotivadora.
No obstante, hay algo que la película tiene de positivo, los americanos están despertando,... están dejando de ser pueriles e inmaduros, para empezar a cuestionar toda una serie de valores culturales que son absurdos.
Desde ese punto de vista, la película no parece un punto y final, sino un punto y seguido.
Los americanos como pueblo multicultural, multiétnico... multirracial, van a tener su esperanza, van a tener la posibilidad de dejar de ser amos y señores despóticos y crueles, para empezar a ser solidarios y justos.
¿Será posible que más de 200 años después de la Declaración de Independencia, ésta empiece a ser una realidad?
¿Será posible que los magníficos valores que dieron origen a EEUU empiecen a ser reales?
¿Será posible que los restantes pueblos de la Tierra no miren a los americanos como a unos bastardos?
Confiemos que este espíritu crítico se mantenga, y no represente un simple "canto al sol", porque sino todos estamos perdidos.
American Beauty es una película dramática de 1999, dirigida por Sam Mendes para Dreamworks Pictures.
Sobre un ENORME guión escrito por Alan Ball, fotografía a cargo de Conrad L. Hall y una banda sonora original de Thomas Newman.
Cuenta con un reparto que incluye a Kevin Spacey, ENORME Y SOBERBIA Annette Bening, Thora Birch, Allison Janney, Peter Gallagher, Mena Suvari, Wes Bentley, Chris Cooper, Scott Bakula, Sam Robards y Barry Del Sherman.
“Sólo soy una persona normal, sin nada que perder”
La infelicidad como forma de vida.
American Beauty explora los temas del amor, la libertad, la belleza, la liberación personal, el existencialismo, la búsqueda de la felicidad y la familia, contra la situación general de los barrios residenciales norteamericanos.
Sin más ni menos, a los EEUUU no les quedó otra cosa que mirarse al espejo y verse retratada mediante un tipo con tanta suerte, que si se compra un circo le crecen los enanos.
La película se enfoca alrededor de la familia Burnham, aunque creo fielmente que debería ser alrededor de Ricky, pero bueno… los Burnham lo componen tres personas: Lester (Kevin Spacey), su esposa Carolyn (Annette Bening), y su hija adolescente Jane (Thora Birch) quienes se relacionan con otros personajes, incluidos sus vecinos, la familia Fitts.
American Beauty trata temas como la importancia puesta por las sociedades occidentales modernas en la apariencia y el éxito económico, y cómo estos menoscaban las relaciones interpersonales, deformándolas y generando, muchas veces, una necesidad de escapar.
Es en ese sentido en que se presenta la relación del protagonista con la amiga de Jane.
La audacia narrativa de American Beauty consiste en el tratamiento ácido, casi burlón de uno de los mensajes más contundentes de cuantos se han transmitido en mucho tiempo.
Así, asistimos a la proyección de una película de dos horas tremendamente entretenida, pero que en cada diálogo (sin excepción, y ahí está el gran mérito), está dando un puñetazo a toda la infraestructura de nuestra sociedad, hasta dejarla en escombros.
Dos familias le son suficientes al guionista para crear una pasarela de personajes a cada cual más ridículo y, a la vez, más real.
Representan la ambición, el deseo soterrado, la represión, la abulia, el engaño… todas viven en armonía.
Hasta que, como un castillo de naipes, todo se derrumba cuando Lester Burnham, el padre de familia, se enamora de la lasciva compañera de su hija, y despierta de entre toda la basura en la que ha estado aletargado durante años.
Entonces, hará un acto de sinceridad consigo mismo y comenzará a hacer lo que siempre ha querido: revelarse contra los cánones que la sociedad le ha impuesto.
Y tras una serie de actos muy políticamente incorrectos, se convierte en una persona nueva, la que él aspiraba ser: un sueño opuesto al americano, pero un sueño real, que le hace feliz.
Este planteamiento ya es arrollador, pero prepárense para un desarrollo brillante y una catarsis final del todo memorable.
Kevin Spacey da vida a un resignado padre de familia, un fracasado congénito del que sabemos su final nada más empezar la película.
Spacey, genial en su retrato del perdedor apático, encuentra en la transgresión de la norma el empuje para un nuevo vivir.
Su indolencia se trastoca en vigor por una pasión casi pedófila por una compañera de instituto de su propia hija; es entonces, cuando saborea el placer del riesgo, cuando empieza a disfrutar de verdad de su vida.
Pero frente a esta implosión, frente a este estallido interno, tenemos el caso opuesto de su esposa, interpretada ENORMEMENTE por Annette Bening.
Aquí la mujer super competitiva, falsamente cómoda con su vida se precipita hacia un estallido externo de furia.
Lo que Spacey consigue es paz interior, lo que Bening alcanza es el paroxismo de la crisis.
Testigos de esta adorable corrupción son la hija de la pareja y su novio.
Unos personajes tan dispuestos a mostrar su madurez como a herir por su frialdad.
Toda esta crónica está rodada en un estilo limpio, discreto, casi minimalista.
Apenas hay detalles en los decorados, casi no hay escenas situadas fuera del microcosmos de esta familia americana, si bien se refuerza, mediante imágenes, la idea de una triple forma de mirar.
Por un lado la apariencia costumbrista, formalmente perfecta en la que está rodado casi todo el metraje, por otro lado la imagen onírica, la visión del deseo y por fin la mirada real, dada por una cámara de vídeo casi omnipresente en las manos del joven vecino.
Algo huele a podrido en Norteamérica.
American Beauty es como una fábula.
La fábula de la clase media estadounidense en la que, de poco sirve alcanzar el “American Way of Life” (traducido: un matrimonio, una hija, un trabajo y una casa con un sofá de seda), si todo está enmohecido por unas relaciones condenadas al fracaso y un día a día rutinario hasta la náusea.
El vecino no está mejor: es más, aseguraría que apesta.
Aquí es donde un ácido y demoledor guión arrasa con unos personajes magistralmente dibujados, acertados en la breve exageración que cada uno tiene de su forma de ser, como prototipos de la sociedad en que vivimos: el inseguro, la ambiciosa, la acomplejada, el tímido, la guapa, el triunfador, el fascista…
Cuando las comodidades materiales y la civilización se han instalado definitivamente en la mayor parte de la gente, American Beauty arremete contra los frágiles pilares morales y las relaciones superficiales, a través de la transformación del personaje principal (insuperable Spacey), y las implicaciones sobre el resto del rebaño.
Por si fuera poco, Mendes y Ball nos venden su inteligente ensayo de manera asombrosamente entretenida, siendo de agradecer que una película como ésta, que destila bilis por cada fotograma, no dicte doctrina, no exponga soluciones: sólo consecuencias.
Que nos veamos reflejados, que observemos su fascinante bolsa de plástico… bella e hipnótica imagen de vacío contenido.
Además, el contenido de la cinta era claramente opuesto a los ideales de la nación americana, por no decir anticonstitucional.
El orgulloso espíritu yanqui era objeto de mofa, burla y escarnio.
El matrimonio entre Lester, un editor cuarentón, y Carolyn, una neurótica agente inmobiliaria, aparenta ser una sólida unión en la consecución de unos objetivos comunes tradicionalmente americanos: la casa en una zona residencial, el necesario coche y un mercedes-benz, y la hija adolescente a la que se intenta inculcar un modelo de vida similar, que a su vez transmitirá a las nuevas generaciones.
Pero la fachada del matrimonio esconde un interior sórdido y destructivo.
Marido y mujer sólo saben comunicarse mediante el desprecio, su convivencia se encuentra viciada por años de omisiones y silencio, sus auténticos deseos e ilusiones están amordazados.
Su hija Jane (Thora Birch) aguanta estoicamente el fuego cruzado, creciendo a su pesar en un mundo de adultos que se comportan como niños.
Todo eso comienza a cambiar cuando irrumpen en escena una serie de personajes que trastornarán de maneras distintas al trío protagonista.
Lester conoce a la mejor amiga de su hija, Ángela (Mena Suvari) y comienza a sentir una pasión irrefrenable hacia ella que le hará replantearse toda su vida.
Decide reconocerse como un ser frustrado que se ha auto engañado de manera miserable.
La casa con jardín, el coche, la mujer, su hija…
¿Es eso realmente lo que quería en su vida?
Como venganza contra las imposiciones de la sociedad deja su empleo de editor (parece que le echan, pero en realidad se va él), con chantaje incluido al jefe, y se pone a trabajar en una hamburguesería.
El deporte y las drogas blandas le ayudarán a recuperar el espíritu juvenil que necesita para ligarse a Ángela.
Ésa es la verdadera American Beauty.
Las recreaciones de las fantasías sexuales resultan quizás lo más raro y simbólico del filme en el tema del sexo, que a pesar de su fama de subversivo no puede liberarse de cierto puritanismo del que en Estados Unidos no se escapa ni el apuntador.
La resolución final de la relación entre ambos no hace sino confirmar esos escrúpulos americanos ante ciertos ámbitos de la sexualidad.
Por su parte, la mujer de Lester conocerá a Buddy (Peter Gallagher), un exitoso vendedor, que la imaginación de la ingenua Carolyn lo transformará en un ídolo.
Ante la espantada de su marido de la asfixiante vida familiar y la evidente cercanía del divorcio, Carolyn piensa que ha llegado el momento de echar una cana al aire, y acabará acostándose con Buddy.
Sin duda el personaje de Annette Bening es el que más férreamente está dominado por el sueño americano, y es la que más pena da, cuando observamos los torpes intentos que realiza por reconstruir su vida, siempre encadenada a unos ideales imposibles.
Esplendorosamente descriptiva es la escena en la que se preocupa más de la tapicería del sofá que, de las caricias de su marido.
Jane, la estupenda jovencita avergonzada de sus grandes pechos, entrará en relación con Ricky (Wes Bentley), un nuevo vecino, personaje fundamental en la trama, que contagia a padre e hija un nihilismo delictivo que les hará mirar la vida desde una perspectiva peligrosa y atractiva.
Este muchacho, ex-drogadicto, traficante de hierba, artista vanguardista (la escena de la bolsa de basura pertenece ya a la antología del cine) y voyeur impúdico, llena la película con su sola presencia, y es el hilo conductor de una trama que habrá de conducirnos hasta la muerte anunciada de Lester.
Jane, asqueada de la farsa familiar y anhelante de amor, quedará enseguida prendada de Ricky, y juntos planearán una nueva vida sustentada en el crimen.
Cualquier cosa mejor que ver a su padre babeando por la zorra de su mejor amiga, o a su madre emulando las hazañas de Barbie Superstar.
Las huidas hacia atrás de marido y mujer, a pesar de ser divertidas y refrescantes, están abocadas al fracaso.
Detrás de tanta infelicidad persisten lazos que son difíciles de borrar de un plumazo.
Sospechamos que el amor entre Lester y Carolyn merece una revisión, una segunda oportunidad, ahora que son capaces de decir la verdad.
¿Y qué ocurrirá con la pequeña Jane?
¿Se convertirá su plan de fuga en una travesura sin importancia?
Las respuestas se quedan para el espectador, pues la intrigante muerte de Lester, no por sabida esperada, hace su acto de presencia rompiendo en mil pedazos las inútiles cábalas que nos pudiéramos hacer sobre los protagonistas.
La belleza americana, los ideales del Tío Sam, se alejan lentamente con la cámara de la zona residencial, mientras la voz de Lester, llena de ironía, se despide de nosotros embargada de felicidad.
Finalmente, la partitura de Thomas Newman deja el mismo sabor que la película: sabes que no estás ante un producto “perfecto”, pero te gusta.
Es una música extraña, escasamente melódica y en ocasiones impropia para las imágenes que contemplamos, pero todos sabemos que este compositor suele experimentar bastante en este campo de las bandas sonoras.
American Beauty compitió ese año contra: The Cider House Rules, The Green Mile, The Insider y The Sixth Sense
La cual ganó 5 Premios de 8 nominaciones al Oscar de la Academia: Mejor Película, Mejor Director, Mejor Actor Protagonista (Spacey), Mejor Guion Original y Mejor Fotografía; y nominada a otros 3: Mejor Actriz Protagonista, Mejor Montaje y Mejor Banda Sonora Original.
Por su parte, la Academia no reconoce el trabajo de los siguientes films, en el rubro de mejor película: Boys Don't Cry; Girl, Interrupted; Todo Sobre Mi Madre, The Red Violin, The Talented Mr. Ripley, Magnolia, Star Wars: Episode I - The Phantom Menace y la ENORME The Matrix.
"Mi trabajo consiste básicamente en ocultar mi desprecio por los cerdos de dirección, y al menos una vez al día meterme en el lavabo y sobármela, mientras sueño con vivir una vida que no se parezca tanto al infierno."
Para empezar tomaremos en cuenta de que cuando una persona no suele ser autentica no es feliz pues, vive frustrada y refugiada en sus fracasos, mentiras, engaños, apariencias, etc.
Por lo cual es imposible poder sentirse libre y satisfecho con uno mismo, ya que siempre buscamos poder quedar bien con los demás, lo que es un gran error que cometemos como personas, puesto a que nunca nos damos cuenta que el actuar de este modo no nos sentimos cómodos con nosotros mismos, y solo hacemos que la sociedad se sienta bien por medio de engaños y falsas relaciones.
Es por eso que al empezar a querer cambiar comienza siendo difícil, pero luego empieza a convertirse en un placer porque, aunque la verdad no siempre les parece bien a todos, la persona se libera y ya no se siente bajo presiones de engaño, que es lo que hace el personaje de esta película (Lester), que ya estaba harto de caer en una vida rutinaria de la cual decide salir y encontrar una mejor vida, no para los demás sino para el mismo en todos los ámbitos.
Al principio muestra un poco de desinterés en el, pero con el paso del tiempo y viendo los resultados que le producía ser autentico y no engañar a las demás personas con tal de que ellas estuvieran bien, fue ahí cuando él comenzó a vivir la vida como persona sin importarle lo que los demás pensaran, y empezó a cambiar todos sus aspectos tanto físicos como emocionales, y empieza a cumplir todos sus deseos dejando de preocuparse en lo que pensaran las demás personas, porque uno es como uno quiere que lo vean...
American Beauty es una osada muestra de exposición crítica de la vida del ciudadano común de clase media acomodada en EEUU.
Sin dudas que ese es el objetivo principal de Mendes, poner sobre la mesa ciertas verdades que son disimuladas en la mayoría de los casos, tales como la perversión camuflada, las falsas apariencias, los matrimonios deshechos pero que siguen como mera fachada externa para el qué dirán los demás, los sueños de superación de adolescentes que no quieren ser ordinarios y detestan vivir en la mediocridad absoluta, la homosexualidad como fenómeno desbordado, las frustraciones y los sueños insatisfechos que son suplidos por efímeros escapismos, tales como la droga y el alcohol, las rutinas que agobian a las familias, la hipocresía y el engaño como arma para superarse a sí mismo, y dejar de lado cualquier proyecto a nivel familiar, hijos descuidados en su educación que encuentran afuera la felicidad que debería provenir de un hogar bien constituido, padres que no cumplen efectivamente su rol de educadores, en definitivas... el vacío existencial de la sociedad y la carencia de valores humanos indispensables para el normal funcionamiento de la anterior.
Es brillante la caracterización de personajes, los mismos están muy bien desarrollados y de cada uno se puede extraer muchos matices de análisis, ricos para la reflexión.
Todo es vacío de contenidos, la superficialidad aflora y se apodera de un filme que muestra con crudeza, la ausencia de valores, la incapacidad del ser humano de emprender proyectos de vida basada en fuertes pilares.
Todo es endeble, delicado, corrupto, superfluo, inmoral... en una palabra una irónica y mordaz demostración radiográfica de los males que aquejan a las sociedades modernas.
The Simpsons lo ha venido retratando desde 1989 pero a manera de comedia, en caricaturas para adultos, logrando amortizar o hacer mejor digestión en la verdad oculta de American Beauty.
Temáticas: Muchas!!!!
En American Beauty están presentes todas las constantes que uno pueda relacionar con la sociedad tradicional norteamericana: el ejército, la comida rápida, los institutos, la obsesión por el triunfo o las viviendas unifamiliares, pero también se apuntan los rasgos de una América emergente y, en parte oculta, representada por las videocámaras, los homosexuales, el sexo adolescente o las drogas.
De la mezcla, más que del contraste, entre estas constantes surge el amargo drama con resquicios de humor negro que Mendes nos muestra.
Las Rosas:
American Beauty es una variedad de rosa cultivada artificialmente para tener una apariencia perfecta, es un híbrido perpetuo de rosa, el sustento de la Francia de 1875, y originalmente llamada “Madame Fernando Jamin”.
Son flores en forma de copa, de color rosa oscuro y de olor fuerte, aparecen en oleadas durante un largo período, siendo la variedad más vendida de la rosa en los Estados Unidos hasta 1920 y es el título de la perfección, representa la "falsa belleza", belleza que es sólo apariencia, y es el elemento dominante durante toda la película.
Algunos floreros con rosas cortadas decoran la casa de los Burnham, especialmente la mesa del comedor.
El rojo brillante de sus pétalos le da un contraste duro con los tonos pálidos de las habitaciones donde viven.
Las fantasías de Lester sobre Angela se pueden distinguir de la realidad por la presencia de pétalos de rosa: apareciendo del jersey de animadora cuando se lo abre, cubriendo la superficie del agua de la bañera, cubriéndola mientras está tumbada desnuda, y una en la que Lester se la pasa de su boca después de fantasear con besarla en la cocina.
Carolyn también viste una chaqueta con un patrón de rosas pintado durante la escena en la que Lester tira el plato de espárragos y en la escena siguiente en la que le da una bofetada a Jane, etc.
Honestidad a uno mismo:
La represión de lo que uno realmente quiere/necesita/desea y la creación de un exterior superficial para ocultar las propias inseguridades es uno de los temas predominantes de la película.
Lester, durante su narración pide morir antes de su muerte física.
Empieza a entrar en la crisis de los 40, lentamente emergiendo su personalidad real y sintiendo su vida, encontrando lo que realmente quiere poder expresar por sí mismo otra vez después de ceder a la personalidad de Carolyn durante tanto tiempo.
Carolyn anhela el éxito y la imagen del mismo tanto que rechaza reconocer que ella y su marido están teniendo una desconexión fundamental en su matrimonio.
Su imagen de la perfección está tan arraigada que no puede aceptar los cambios en los deseos de Lester de hacer su propia vida.
Eventualmente tiene una aventura con un exitoso vendedor de bienes raíces, obteniendo una pistola y compra cintas de auto-ayuda, poco dispuesta a admitirlo hasta que la muerte de Lester le revela su vida delante de los ojos.
La transformación de Jane en la película es sutil, pero notable.
Tiene una habitación alegre y colorida, lleva maquillaje y es miembro del equipo de animadoras en el instituto; es amiga de Angela, supuestamente la animadora más guapa y más popular.
Después de conocer a Ricky Fitts, Jane empieza lentamente a salirse de lo 'normal': lleva cada vez menos maquillaje, cuestiona el comportamiento de Angela y su actitud, y adopta lo que la hace diferente de los otros.
Frank Fitts es un Coronel de la Marina cuya actitud militar, y la insistencia en la disciplina y el orden en su casa, incluye análisis de orina a su hijo.
El Coronel ha reprimido su homosexualidad durante muchos años negando lo que el estimaba como innatural para sí mismo y después de que Lester le rechazara, mata al hombre que convirtió la aceptación eventual de esos sentimientos en frustración.
Barbara Fitts, por alguna razón desconocida, parece haberse desconectado de la realidad.
Quizá a través del abuso y la represión de su marido, un suceso traumático del pasado o el efecto colateral de alguna medicación, la personalidad de Barbara parece haberse prácticamente suprimido.
Ella parece perdida en todas las escenas en las que aparece.
Ricky Fitts es forzado a ocultar tanto su naturaleza artística, como su tráfico de marihuana debido a las reglas militares de su padre en su casa.
Al principio contacta con Jane grabándola, conoce su nombre gracias a Lester, y tiene una naturaleza tierna y tímida hasta el final de la película.
Cuando Angela se enfrenta a Jane diciéndole que le deje, Ricky muestra su naturaleza más enérgica defendiendo a la chica que ama.
Angela Hayes ha adoptado una personalidad segura de sí misma, arrogante y promiscua para ocultar sus propias inseguridades.
Ella miente a sus compañeras diciéndolas que se acuesta con fotógrafos de moda, presume delante de Jane de que los hombres se la han comido con los ojos desde que tenía doce años, y coquetea con Lester, cuya atracción hacia ella es obvia.
Su imagen sexual se desbarata cuando admite a Lester que ella es virgen después de haber estado diciendo a Ricky que ser 'ordinaria' para ella es lo peor del mundo.
Ella se está limpiando el maquillaje que se le ha corrido de la cara en el baño cuando Lester es asesinado.
Esta escena puede entenderse como si se estuviera quitando la máscara que ella había tenido a lo largo de los años.
La Belleza:
La belleza puede encontrarse en todos los rincones del mundo si uno sólo sabe cómo encontrarla.
Como dice Angela:
"No hay nada peor que ser ordinaria".
Angela piensa que ella es "ordinaria", aunque Lester piense lo contrario.
Lester, en cambio, piensa que él es un "perdedor", aunque Angela le encuentre "sexy", Jane odia su aspecto y piensa que ella es "aburrida" y Ricky, sin embargo, la encuentra fascinante.
Por tanto, como Lester dice en su narración, incluso una bolsa de plástico ordinaria ondeando al viento tiene una cierta suma de belleza, sólo depende de cómo la mires.
De ahí que todos los personajes de la película sean "bellos" de alguna manera, incluso aunque ellos mismos no puedan ser conscientes de ello.
El símbolo "rojo" en la historia es muy obvio y tenemos desde las rosas que emanan de la hermosa musa de Lester, amiga de la hija, hasta las manchas de sangre y las rosas frente a él en la secuencia final, pasando por la puerta de la casa...
Si el rojo es lo deseado (¿la musa?, ¿la paz?, ¿la certeza?, ¿la vida segura y sin riesgos?), el color en la puerta (¿es para entrar o más bien para salir y huir?) es quizá la idea más compleja de la historia, pues la libertad de hacer lo que deseamos está ahí, y es nuestra decisión seguir el rumbo que nos lleve a una calma al menos momentánea...
El video es un elemento de voyeur, pues con la base de que no se puede soportar tanta belleza directamente, es mejor usar un medio que sirva de interfaz (¿una cámara?), pues entre platos Nazis y morales complejas con violencia en un lazo paterno la única opción es mirar ("más de cerca", pues siempre existe la "curiosidad") a través de otra realidad (que de hecho es la causa por la que tú y yo vamos al cine)...
La última sonrisa de Lester es memorable, y remata la idea de que la vida "insignificantemente significativa" ("a nadie le gusta ser ordinario") no es siempre como parece...
No es posible soportar tanta belleza, es cierto, pero la profundidad de las ideas narradas, de los temas y la ambigüedad que existe en la breve frontera entre lo ordinario y lo extraordinario, bien merece sonreír, aunque reconozcamos que lo que logra nuestra sonrisa, bien puede ser un motivo para deprimirnos y cortarnos las venas con galletas...
La elección es suya, pueden tomar el camino corto y reír, sin profundizar mayormente, pero te recomiendo leer entre líneas, “LOOK CLOSER”, la realidad mostrada es devastadora, demasiado "bella" y "ordinaria" para algunos...
Pérdida de Comunicación/Falta de Comunicación:
Dos Familias y Dos Patrones de Silencio Colectivo.
Aunque no el menos obvio, uno de los temas más importantes que la película aborda es la falta de comunicación en el núcleo familiar y, por extensión, el silencio colectivo que ello implica.
Esta ausencia de comunicación queda articulada mediante las relaciones dentro de dos unidades familiares, esencialmente: la de Lester Burnham y la de Ricky Fitts.
Así pues, aquí nos encontramos con una importante diferencia con respecto a los Burnham: mientras que la alienación y el silencio en la familia de Lester se debe a una pérdida de comunicación (más adelante vemos señales inequívocas de que una vez fueron felices, aunque todos ellos han colaborado activamente en ir perdiéndola de forma gradual); en el caso de los Fitts está claro que no se ha perdido ninguna comunicación porque, de hecho, jamás la hubo.
Es por esto que el silencio en la casa de los Fitts nos parece más traumático: no hay siquiera ironía con que llenar los huecos que deja el silencio, Ricky y su madre son sólo víctimas de la incomunicación (mientras que los Burnham también eran ejecutores de la misma), que jamás han tenido la oportunidad de "hablar" en la casa.
Por último, hay una tercera unidad familiar a la que no se presta mucha atención, pero sobre la que se sugiere que, a su modo, también es una familia disfuncional: La de Angela Hayes (Mena Suvari).
Justo antes de que Angela y Jane hagan su número de las Spartanettes, la segunda se queja de que sus padres hayan insistido en mostrar "interés" por ir a verla como animadora.
Inmediatamente, Angela replica:
"Qué asco.
Yo odio que mi madre haga eso".
Puede parecer una nota superficial, de hecho muy desmarcada de las agudas disecciones de las otras familias, pero está claro que abre algunas preguntas respecto a la familia de Angela:
¿Por qué dice "mi madre" y no "mis padres"?
Puede que se trate de una madre divorciada, quizás incluso una viuda.
En todo caso, no se trata de una familia feliz en el sentido más tradicional…
Alienación y Renacer:
Patrones Individuales de Silencio.
Aunque podemos considerarla una tragicomedia coral, es innegable que el narrador y anti-héroe Lester es el eje en torno al que los demás rotan de un modo u otro.
Sin embargo, para el objetivo de este artículo considero más interesante estudiar otros personajes, precisamente porque comparten dos características comunes: alienación y silencio.
La alienación en American Beauty puede interpretarse como un distanciamiento activo de nuestro auténtico "yo".
El grado de autoconciencia en cuanto a este distanciamiento difiere según el personaje, pero siempre implica una operación de "silenciamiento" que viene inspirada por una visión personal (deformada o no) de la vida moderna… una vida moderna en la que, de hecho, lo importante no es quién eres, sino quién pareces ser.
La mayoría de personajes afectados por esta auto-alienación usan "máscaras" para tratar de ocultar esos aspectos de sí mismos con los que creen que la sociedad podría no estar satisfecha.
En otras palabras, hacen uso de una espesa verborrea en un intento desesperado por amortiguar su propio silencio; todo lo cual significa que, a pesar de que la mayoría de ellos no deja de hablar, en realidad se mantienen todo el tiempo callados.
Otros personajes alienados, en cambio, no están tan inconscientemente contentos teniendo que recurrir a estas técnicas de silenciamiento.
El Coronel Fitts, Silencio en el Armario:
El padre de Ricky es uno de los personajes que más profusamente emplea un "discurso" ajeno a modo de cortina de humo (no sólo para los demás, también para sí mismo) con objeto de silenciar su auténtico yo.
A lo largo del film, se muestra no sólo como un conservador radical, sino también profundamente homófobo.
Pero, paradójicamente, en uno de los giros finales, demuestra que en realidad es un homosexual que nunca se ha atrevido a salir del armario.
Angela Hayes, La Virgen Muda:
La mejor amiga de Jane funciona en el film como el estereotipo de la Lolita del siglo XXI.
No por casualidad, su apellido (Hayes) es homófono del apellido de la Lolita creada por Vladimir Navokov (Haze).
En este caso, sin embargo, adopta los rasgos de la quintaesencia de la vampiresa pubescente americana: rubia, con ojos azules, sexy, guapa, voluptuosa, procaz y, como no podía ser de otro modo, animadora y popular.
Angela tiene mucho en común con el coronel Fitts: detrás de toda esa verborrea de comentarios indecentes y anécdotas sexuales, lo único que está haciendo es crear una espesa cortina de humo para silenciar su secreto, es decir, el hecho de que en realidad sigue siendo virgen.
Así pues, si la ruptura de silencio del coronel Fitts vino dada por un beso, la de Angela viene por la breve confesión que le hace a Lester antes de comenzar a hacer el amor:
"Es mi primera vez"
Una confesión que, inevitablemente, transforma todo lo que ha estado diciendo durante la película en lo que realmente es: silencio.
Carolyn Burnham; La Conciencia Artificial:
Desde el principio de la película, Carolyn parece llevar la voz cantante en casa de los Burnham, pero además en el sentido más literal: pone el hilo musical que ella quiere durante la cena y, desafiantemente, mantiene a su familia callada a base de comentarios cáusticos (recordemos que, al principio, Lester ni siquiera se atreve a levantarle la voz y, cuando se queja, lo hace mascullando).
En este sentido, ella entiende "la palabra" como poder y, por el contrario, "el silencio" como sumisión.
Carolyn se muestra a los demás como una mujer muy competitiva, con gran autoconfianza, que tiene una idea muy específica de lo que quiere y cómo conseguirlo.
Podemos observarlo la primera vez que la vemos trabajar: con una mirada confiada, abre triunfalmente la puerta principal de la casa que debe vender y dice:
"Voy a vender esta casa hoy".
Pero, de pronto, la cámara nos muestra un montaje frenético de escenas en las que vemos a Carolyn limpiando nerviosamente la casa y repitiendo de forma obsesiva esa misma frase, que pasa de ser una afirmación de seguridad a un mantra que revela una profunda falta de confianza.
Más adelante, descubriremos de dónde viene ese mantra: habitualmente, Carolyn oye unos cassettes de auto-ayuda para reforzar la auto-confianza y estabilidad de las que adolece.
De este modo, es consciente de que convencer a los demás de que es feliz y exitosa no es suficiente: tiene que convencerse también a sí misma.
Éste es, pues, un detalle que la desmarca de la alienación sufrida por Angela o el coronel Fitts (los cuales no parecen tener ninguna conciencia que acallar, o al menos no parecen ser conscientes de tenerla).
La conciencia de Carolyn, por el contrario, se hace oír por encima de ese silencio auto-impuesto, y es por este motivo que necesita repetir los mantras de la conciencia artificial que representan los audio-cassettes inclusive:
“Don´t Rain on My Parade”
En última instancia, lo que hace es sustituir su voz interior por una voz artificial perfectamente manipulada.
Y así, lo que nos llega de ella es, una vez más, silencio.
Dado que su filosofía de vida viene a ser algo así como "el éxito de verdad comienza por aparentarlo", Carolyn se esfuerza por silenciar muchas cosas.
Le interesa más dar la imagen de una felicidad fingida que trabajar para cambiar lo que no funciona en su vida.
Aunque también es probable que, en el fondo, confíe en que su vida "artificiosa" se irá normalizando poco a poco, hasta que llegue el día en que su felicidad y éxito sean reales.
El problema es que es un fracaso en todas las facetas de su vida: como madre, como esposa y como agente inmobiliaria.
Por tanto, su frustración y resentimiento son tan profundos y absolutos que no se permite el lujo de que nadie los vislumbre siquiera ("Hazme un favor", le pide a Lester en una escena, "Finge que eres feliz").
Lo último que me gustaría señalar de Carolyn es precisamente lo que nunca llegamos a ver en pantalla, es decir, la ruptura de su silencio.
A mi entender, la escena en que descubre el cadáver de su marido es una de las más complejas, y Annette Bening está magistralmente SOBERBIA.
Se trata de una escena muy corta, sin diálogo alguno, de modo que la actriz sólo se puede apoyar en su lenguaje corporal para transmitir de forma convincente tres cambios de humor consecutivos:
Carolyn abre la puerta horrorizada por lo que acaba de encontrar, con la mano (cómo no) tapándose la boca.
Entonces, de pronto observa el bolso que sujeta (y que contiene el revólver, el símbolo de poder que le dio su ex amante, y con el que suponemos pretendía como mínimo amenazar a Lester).
Sólo llegada a este punto toma conciencia de la acción terrible que estaba a punto de cometer, de modo que tira nerviosamente el bolso en el cubo de la ropa sucia y cierra con firmeza la tapa (dando la espalda, con este simple gesto, a la cultura de la violencia de Buddy Kane).
El tercero (y decisivo) cambio de humor se produce cuando se fija en el interior del armario, con la ropa de su difunto esposo, y no puede evitar romper a llorar por fin.
Sin embargo, esta vez ya no se trata de un lloriqueo infantil, como en su venta frustrada.
Es más bien un llanto prolongado, lleno de dolor por la pérdida de su pareja, como queda enfatizado por su gesto de abrazarse a la ropa mientras ya no puede seguir en pie.
Ricky Fitts: Belleza Extrema y el Poder de la Negación.
Cuando Ricky le muestra a Jane su famosa grabación de la bolsa de plástico mecida por el viento (obviaremos su discurso, plagado de silencios y pausas que evidencian su lucha por expresar con palabras algo que está más allá de ellas), acaba diciendo:
"A veces hay tanta belleza en el mundo que siento que no lo aguanto…"
Se trata de una forma brillante de razonar el por qué de su silencio al observar el mundo, y tal vez ello explique por qué prefiere filmar la belleza (en lugar de, por ejemplo, escribir o hablar sobre ella).
Sin embargo, la variedad de silencio que más me interesa estudiar en Ricky es la que se refiere al "poder de la negación".
Esto implica que Ricky sea el único personaje que no resulta ser una víctima de su silencio, sino un manipulador del mismo.
Cuando su padre lo acusa de ser un gigoló, acaba respondiendo lo único que sabe que su padre está dispuesto a oír: que realmente lo es.
Así, la lucidez de Ricky no le salva de usar el silencio para enfrentarse a la sociedad.
Pero el punto de ruptura está en los objetivos que quiere alcanzar con ello: no una alienación voluntaria que lo convertirá en esclavo de lo que la gente espera de él, sino todo lo contrario, alcanzar la individualidad que le liberará de las meras expectativas ajenas.
Barbara Fitts: La Víctima Pura
Si hay un personaje en el film que merece realmente el calificativo de "gran perdedora", la alienación más absoluta, la víctima pura, ése es sin ningún género de dudas la madre de Ricky.
Sus silencios son los más envolventes y misteriosos, los más sutiles y, una vez llegados a algunos giros finales del argumento, también los más descorazonadores.
Resulta muy interesante constatar que, aunque en los títulos de crédito figura como Barbara Fitts, su nombre no se pronuncia durante toda la película.
Podría perfectamente haber figurado en los créditos como "madre de Ricky" o "esposa del coronel".
Jamás vemos al coronel someterla a ningún tipo de violencia doméstica (ni física ni psicológica), pero no es demasiado arriesgado conjeturar con que la ha habido en múltiples ocasiones antes.
Quizás esto explicaría tanto la silenciosa sumisión de Barbara como, sólo parcialmente, su mirada triste.
No se atreve a hablar, no se atreve a "interferir", y por tanto no es una coincidencia que su escueto discurso quede reducido a disculpas.
Lo último que me gustaría comentar respecto a este personaje se refiere a esos momentos en que aparece sentada sola en la casa, completamente en silencio y ausente.
Hay una escena en la que el coronel Fitts, mientras fisgonea los vídeos caseros de Ricky, da con uno de su esposa sentada a solas en la cocina, como un zombie, perdida en sus propios pensamientos como de costumbre.
Del mismo modo, cuando Ricky se la va a presentar a Jane, Barbara aparece sentada en la misma postura reflexiva.
Esto puede inducirnos a sospechar que existe todo un mundo interior en Barbara que nunca llega a verbalizarse de ninguna manera.
Quizás en su juventud tuviera una serie de expectativas para su vida, que quedaron cruelmente barridas desde el momento en que se casó con el coronel Fitts, basta con observar la amarga y un tanto cómplice sonrisa que dedica a su hijo cuando éste le dice:
"Ojalá las cosas te hubieran ido mejor"
De igual forma, tampoco llegamos a estar del todo seguros sobre si Barbara sabe con toda certeza de la homosexualidad de su marido, pero es evidente que entiende que algo pasa con él, de nuevo, no es muy atrevido hipotetizar sobre una vida sexual prácticamente inexistente, inclusive se puede llegar a creer que Ricky es adoptado, y de ahí la admiración del coronel cuando este se peina en su habitación.
En definitiva y ésta es la razón por la que he dejado a este personaje para el final de mi análisis, Barbara es la víctima en mayúsculas.
Nunca tiene la menor oportunidad de expresarse, al contrario de los otros personajes alienados.
Nunca llega tampoco a un punto de inflexión en el que rompa el silencio y encuentre una cierta vislumbre de redención.
Al contrario, su silencio se convierte en una especie de cárcel de la que, probablemente, jamás podrá escapar.
Buscando sentido en el sin sentido.
American Beauty es una crítica despiadada a la forma de vida americana.
El dinero y el consumo son el territorio de la infelicidad.
La frustración afectiva está a la orden del día.
Las parejas adultas son un desastre.
Lester, el padre de Jane busca la compensación de una joven en la que idealiza la belleza y Carolyn, la madre, es una convulsiva que únicamente busca ser reconocida.
Los jóvenes son hijos de un mundo amoral y perdido.
La dedicación al tráfico de drogas muestra hasta qué punto saben sobrevivir y hacer daño a un sistema que no les ofrece sentido.
Con este panorama una joven pareja, Jane y Ricky emprende la búsqueda de la belleza.
A pesar de todo buscan una contemplación profunda del mundo y para filmarlo emplea la cámara de vídeo.
La muerte y la belleza:
La muerte es vista como una puerta de salida hacia la belleza.
Así lo percibe Ricky ante los ojos de una vagabunda congelada.
Y de la misma manera lo percibe Lester después de morir.
En primera instancia esta perspectiva puede parecer cristiana ya que el arte ha contemplado la belleza del crucificado.
Pero la belleza no se manifiesta en el suplicio atroz ni en el cuerpo desgarrado y roto.
Es la belleza escondida que aparece en la negatividad pero que es un escándalo sino está referida a la gloria de Dios.
Esta experiencia estética tiene un punto de perversidad.
Por una parte es nihilista en cuanto que ante el abismo de la muerte descubre la belleza.
Así la ecuación muerte igual a nada tiene un componente suicida.
En esta clave el asesinato de Lester puede comprenderse como liberación del sin sentido de una vida vacía.
Dios, ¿fuerza o persona?
Dios es descrito como fuerza increíblemente benévola que está detrás de la realidad sosteniéndola y guiándola.
Esta afirmación tiene la limitación de ignorar el aspecto personal de Dios, aunque sin embargo podría ser aplicada hipotéticamente a algunos aspectos del Espíritu Santo.
Como el viento electrificado que mueve misteriosamente la bolsa de plástico así Dios conduce como fuerza a Jane y Ricky hacia el amor.
Pero, en principio, su identidad parece más cósmica que personal.
Dios nos mira a los ojos en la muerte pero este mirar de Dios no insiste en el componente personal.
Tal es así que del mirar no se pasa al comunicar, Dios sigue siendo silencioso.
El alma después de la muerte.
Curiosamente el componente nihilista de la muerte acentúa el aspecto de tránsito natural hacia una vida de plenitud.
Así la vida postmortal emerge después de la propia muerte como prolongación de la vida.
Al morir, el hombre, como la bolsa de plástico, se debe dejar llevar hacia lo alto dónde le lleve el Viento.
Debe dejar que todo fluya, sin aferrarse.
El alma es liberación y plenitud.
Todo se ha consumado.
La ausencia cristológica y el componente comunitario son indicios de una concepción bastante New Age.
Es notable la utilización de metáforas, pasajes oníricos y el fluir de la conciencia, como técnica utilizada por el protagonista, que opera como narrador testigo, y un meticuloso trabajo en la dirección de arte que, por ejemplo, cuenta con el detalle de reiterar los colores de la bandera americana en todas las escenas claves.
Puede ser que haya vida después de la muerte, y en ese caso, esta vida no es más que un suspiro, un chasquido de dedos, y darse cuenta de lo aprendido a posteriori, la tranquilidad de haber hecho “algo”, es lo que prevalece.
Por eso American Beauty tiene un mensaje positivo, por mucho que esté disfrazado de crueldad y pesimismo.
El dolor de los personajes, sus emociones, se transmiten al espectador de forma sincera, le llegan al corazón, le impactan supone dar a los personajes un momento de liberación, un instante para sincerarse consigo mismos y con los demás.
Es una película que hay que ver obligatoriamente, además de estar sobrecargada de lecturas, simbolismos y muchas, muchas interpretaciones, hay que ser contemplativo.
A algunos quizá les angustie la realidad, a la mayoría les entusiasmará, pero a nadie dejará indiferente.
De cualquier manera, deja huella en el espectador.
Arrasa sus emociones y en cada escena presenta un mundo por descubrir, analizar y trasladar a la vida real.
Una auténtica obra maestra.
Probablemente la intención de Sam Mendes, y Alan Ball, a la hora de contar estas historias era mostrar que las relaciones humanas constituyen el fundamento de una convivencia.
Tenemos que sacar siempre lo mejor de nosotros mismos, en un proceso que comienza en nuestra infancia y debería terminar con el final de nuestras vidas.
¿Por qué si no, esa pregunta que se hace Lester con la foto de su hija en la mano?
“Cómo hemos llegado a esto Jane, tú que en la foto eras como un ángel y me querías con locura”
Y aquella otra que le hace a su mujer:
“¿Dónde está aquella Carolyn tan alegre e ingenua, que se subía a los tejados y se desnudaba cuando pasaban los helicópteros, y era todo como una fiesta?”
Al final todo se ha roto porque ese equilibrio que tiene que reinar en toda relación humana, y que se basa en la confianza, cuando se traslada al interior de una familia tiene que tener una finura extraordinariamente delicada.
No puede haber tiranía de una persona sobre las demás, como se percibe en la familia del coronel.
El interés de cada uno de los miembros de la familia por los demás debe estar presidido por la comprensión; pero no una comprensión impuesta, sino surgida de la convicción íntima de cada uno de ellos.
En el fondo, es el amor, día a día, el que tiene que crear esa ligazón que sea capaz de aunar voluntades.
Y en esto no hay distinción entre heterosexuales y homosexuales, entre ricos y pobres; porque en todo caso, cada persona será siempre responsable de sus actos.

"Siempre oí que tu vida entera pasa en frente de tus ojos un segundo antes de morir.
Primero que nada, ese segundo no es para nada un segundo, se estira para siempre, como un océano de tiempo.
Para mí, fue estar echado de espalda en el campamento de Boys Scouts, viendo las estrellas fugaces caer.
Y las hojas amarillas de los árboles de arce alineadas en nuestra calle.
O las manos de mi abuela, y la forma en que su piel se me parecía al papel.
Y la primera vez que vi el nuevo Firebird de mi primo Tony.
Y Janie… y Janie.
Y Carolyn.
Supongo que podría estar cabreado con lo que me pasó, pero cuesta cuando hay tanta belleza en el mundo.
A veces siento como si la viera toda a la vez y es demasiado.
Mi corazón se llena como un globo que está a punto de estallar...
Y entonces recuerdo que tengo que relajarme y no intentar aferrarme a ella, y entonces fluye a través de mí como la lluvia, y no puedo dejar de sentir gratitud por cada simple momento de mi estúpida y pequeña vida...
No tienes idea de lo que estoy hablando.
Pero no te preocupes...
Algún día la tendrás."

Podría seguir desvariando y divagando por horas, pero no quiero aburrirte sino dejarte la idea de que veas American Beauty, una y otra vez, con ojos críticos pero receptivos, y te atrevas a mirar "más de cerca"...
¿Qué haces?...
¿Te estabas masturbando?...
¡NO!
Algo huele a podrido en Norteamérica...
Tal vez…
La hipocresía ha sido globalizada…
Ciertamente, SI!


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