The Deer Hunter

“You wanna play games; I'll play your fucking games”

Nos encontramos con una película muy dura y cruel; quizás una de las tres o cuatro más crueles que se haya parido Hollywood, no aconsejable para espíritus acríticos y acomodaticios.
Independientemente de que la catalogación genérica de las películas sea o no una tarea más o menos fácil, o más o menos exacta, lo cierto es que se puede afirmar sin ninguna duda, que la fluctuación de los films pertenecientes a una tipología concreta tiene sus vaivenes y épocas de apogeo u olvido, que corresponden a las circunstancias específicas, sociales y económicas de un contexto determinado, así como, evidentemente, a las características propias de cada cinematografía.
Es tristemente constatable a este respecto que el género bélico, entendido éste como una tipología de films que tiene como tema de trasfondo un conflicto militar, implícito o explícito, sea el único género que ha logrado mantenerse a lo largo de toda la historia del cine, como reflejo, no considero que se deba anteponer en este caso el adjetivo fiel, de unas situaciones sociales que en todos los casos deberían avergonzarnos como copartícipes de la sociedad contemporánea que las genera.
El género bélico, dada su enorme complejidad y heterogeneidad, suele ser diseccionado en una sub-categorización de sus productos, sirviendo a este respecto la división de las películas en función del conflicto bélico que les sirve de eje temático, y de este modo, es corriente la distinción entre grupos de films como “los de la Segunda Guerra Mundial”, “los de la Guerra del Vietnam”, “los de la Guerra de Bosnia”, y un etcétera tan largo como guerras y películas se produzcan.
A esto suceden otras posibilidades de distinción entre estos productos, puesto que las diversas funciones de estos films son en muchos casos bien diferentes.
En los dos extremos de estas funciones, encontramos los films de ensalzamiento patriótico, normalmente desarrollados con funciones propagandísticas y políticas, y aquellos otros que tratan de dar una visión más cruda y real de los conflictos, actuando como elementos de denuncia social que muestran a la gente la cara más amarga de la guerra, con sus lisiados y sus muertos, con sus injusticias y sus horrores.
The Deer Hunter pertenece a esta segunda categoría de películas.
Definida como una “crónica del desencanto”.
The Deer Hunter es una de la primeras películas comerciales que trata de la guerra del Vietnam, que afronta con propósitos de neutralidad y deseos de evitar manifestaciones explícitas a favor o en contra de la misma, elude escenas de combate y muestra las consecuencias de la guerra sobre las personas y las relaciones interpersonales.
También se refiere a las heridas que la guerra deja en el cuerpo y el espíritu de los combatientes.
La narración está hecha desde el punto de vista de los soldados, sus familias y sus grupos de amigos.
Presta especial atención a la opinión que de la guerra tienen las personas comunes, las que pueblan las calles y los locales públicos de pueblos y ciudades del país.
Destacan los niveles de desinformación, falta de información y mala información que las personas corrientes tienen sobre el curso de la guerra.
El realizador muestra especial acierto en la construcción que hace del dolor colectivo como suma de la aflicción de los miembros del grupo.
The Deer Hunter se convierte en una pesadilla, en una búsqueda constante de lo que un día se perdió, de lo que una vez fuimos, y ya no volverá.
The Deer Hunter es una epopeya asombrosa que trata la vida de tres obreros siderúrgicos de Pennsylvania: Michael, Nick y Steven, cuyas rutinarias y felices vidas se transforman de modo irreversible en medio de la trágica devastación de la Guerra de Vietnam.
No sabemos si el tremendismo que aparece ante nuestros ojos ocurre de facto o simplemente pasa por la mente de nuestros personajes.
Es una combinación de LSD alucinógeno con auto lapidación hacia Norteamérica.
La guerra real y la interior dejarán secuelas irreversibles en el Mundo y en el Hombre, respectivamente.
No obstante, hay que destacar que la Guerra de Vietnam fue una guerra perdida, la primera gran derrota de los americanos ante un enemigo infravalorado y del todo desconocido.
También fue la primera guerra televisada y retransmitida por los “mass media”, por lo que se hizo muy difícil apaciguar los ánimos de una población que asistía impotente a la muerte y mutilación de sus soldados.
Es por ello más lógico que las lecturas negativas de tan vergonzosa y humillante situación se hayan repetido, con mayor frecuencia, que las de otros conflictos mejor resueltos para los estadounidenses.
No pasa el tiempo por el que quizá sea el film más completo de su director, un poderoso y terrible drama, muy difícil de catalogar, pues no se inscribe (aunque buena parte de él desde luego lo es) en la fecunda y apasionante tradición del cine bélico, pero tampoco podemos definirlo como un drama social, ni desde luego como un melodrama, ni mucho menos como cine clásico o de vanguardia.
The Deer Hunter es, sencillamente, cine lírico, libérrimo, atormentado, un admirable y doloroso viaje de amistad y muerte, de amor y de desesperación infinita, de pérdida, de derrota.
No pasa el tiempo por ella porque habla de cosas que importan: de la dificultad de la amistad, del sinsentido de la guerra, de la certeza de la muerte.
Y lo hace a través de personajes verdaderos, algo al parecer reservado al talento de muy escasos cineastas.
Michael Cimino pudo ser uno de ellos, el poco tiempo que duró su carrera.
Perteneciente, por derecho propio, a la extraordinaria generación proclamada como el Nuevo Hollywood: Coppola, Scorsese, De Palma, Lucas, Spielberg, sin duda Michael Cimino es uno de los casos de malditismo más célebres y notables de la historia del cine norteamericano.
Existe un ramillete de grandes títulos, como The Deer Hunter, que en esa época se erigieron como portavoces de la conciencia y del dolor norteamericano, una nación que construye su sociedad, como tantos otros imperios, gracias a la guerra.
The Deer Hunter es una película dramática de guerra de 1978 dirigida por Michael Cimino para EMI Films.
Protagonizada por Robert DeNiro, Meryl Streep, Christopher Walken, John Savage, George Dzundza, John Cazale (quien fallecería poco antes del estreno de la cinta), Amy Writght y Joe Grifasi, entre otros.
Punto y aparte merece la actuación de Bobby DeNiro.
Su personaje, Michael, es un ser impermeable que está devastado en su interior.
Su fuerza y coraje son el eje principal de la acción, llevándonos desde la fábrica siderúrgica hasta Vietnam, pasando por los pubs y los humildes hogares de los obreros.
El desenlace del personaje y el cara a cara con Nick en Saigón nos deja un regusto amargo que nos plantea una cuestión inquietante:
¿Cuál es el mejor camino, haber muerto en la guerra o vivir con sus secuelas?
El elenco es envidiable, sin embargo, me veo obligado a mencionar un nombre que sonará a algunos, y otros lo conocerán por el nombre de Fredo Corleone; estamos hablando de John Cazale.
Aquí mi homenaje:
Cazale fue un actor con una proyección espectacular a finales de los 60 y la primera mitad de la década de los 70.
Su filmografía, tan brillante como breve, se resume en producciones de la talla de The GodFather I y II, The Conversation y Dog Day Afternoon, esta última, coprotagonizada nuevamente con Al Pacino.
Poco antes de iniciar el rodaje de The Deer Hunter, le diagnosticaron un cáncer óseo terminal, pero lejos de tirar la toalla, tomó la decisión de continuar con el rodaje.
El estudio no quiso contar con él y Cimino les amenazó con abandonar la producción, aunque no fue necesario porque se llegó a un acuerdo de muy mal gusto: rodar la muerte del personaje de Cazale por si moría en mitad del rodaje.
Cimino escribió una escena y lo rodaron, por suerte, jamás incluyeron las imágenes.
Su íntimo amigo DeNiro y su pareja en aquel entonces y también compañera de reparto, Meryl Streep, pasaron los últimos días de rodaje en el hospital, acompañándole en sus últimos momentos.
Murió dos semanas después del estreno del film.
Grande entre Grandes…
Regresando al comentario, la briosa y nada pretenciosa fotografía de Vilmos Zsigmond, fría, apagada, de colores desaturados y con una clara decantación hacia el claroscurismo, nos muestra un acercamiento hacia un hiperrealismo visual con pinceladas impresionistas.
Él mismo la definió como:
“Una película de blanco y negro, con un poco de color”.
Se rueda en escenarios naturales de Tailandia (Bangkok, Río Kwai...) y EEUU (Cleveland, Pensilvania, Washington y West Virginia).
La enternecedora partitura corre a cargo de Stanley Myers, The Cavatina (tan tremendamente conmovedor como la historia misma), es uno de los mejores temas que he escuchado para The Deer Hunter.
Una canción tan íntima que a mi parecer, subraya muy bien la naturaleza trágica y emocional de The Deer Hunter.
El guión fue obra de Michael Cimino, Deric Washburn, Louis Garfinkle, Quinn K. Redeker.
Ante el abandono de Washburn, Cimino, en seis semanas consiguió escribir una historia que cambió el modo de mirar el conflicto y logró hacerlo más comprensible para el ciudadano americano mediante una historia centrada en la tragedia de los personajes, las heridas de la guerra, la incapacidad de readaptarse a la sociedad y los sueños rotos.
The Deer Hunter; apoteósica, apabullante, intensa, brutal, y conmovedora; son solo algunos de los adjetivos que podrían resumir la obra cumbre de Michael Cimino, el director italoamericano que alcanzó la cima con este, su segundo largometraje, para luego ser repudiado debido a que provocó la bancarrota del estudio fundado por Charles Chaplin y Douglas Fairbanks entre otros, United Artists.
Cimino se encuentra actualmente en un retiro virtual, y lo que es aun más triste, jamás alcanzó de nuevo el potencial conseguido en esta mítica cinta.
La cinta está dividida en tres partes.
1ª Parte - La Boda:
Michael Cimino sin duda era consciente de que tenía un material colosal entre manos e iba a hacer una película grandiosa, por lo que decidió hacerla de extenso metraje, como toda película épica que se precie.
En la primera se nos muestra la vida en un típico pueblo norteamericano compuesto de gente ruda y trabajadora.
En este caso trabajadores de una fundación todos de origen ruso.
Tres de los jóvenes, Michael “Mike” Vronsky (Robert DeNiro), Nickanor “Nick” Chevotarevitch (Christopher Walken) y Steven (John Savage) van a partir hacia Vietnam y están convencidos de que van a luchar por su país y parar al comunismo.
Vemos que Steven se casa de suerte y que durante una cacería, Michael se ve obligado a hacer una promesa a Nick de que no le dejará atrás.
Es de destacar la belleza de la escena de la cacería con su fondo sonoro de unos cánticos religiosos rusos.
Hay tres detalles que me parecen muy significativos y simbólicos:
La burla a la que someten los amigos al oficial del ejército, que aguanta absorto y impertérrito, como ausente, la misma sensación que tendrán ellos al volver y que sin duda serán objeto de las mismas burlas, las gotas caídas en el traje de novia, que se asemejan a gotas de sangre (La mala suerte), y la caza y muerte del ciervo (el consejo de Mike a su amigo Nick, que luego será tan importante "Recuerda, solo una bala").
2ª Parte - Vietnam:
En una elipsis brutal, pasamos de los festejos de la boda a la guerra, donde, ahorrándonos otros detalles o presentación, ellos ya son prisioneros.
Se pasa de las vidas felices de los protagonistas en su pueblo a la barbarie, sin razón y sin sentido de la guerra en apenas unos segundos.
La guerra es así, la muerte en unos segundos.
Una cautividad terrible en la que los del Vietcong obligan a los prisioneros a jugar a la ruleta rusa.
Y ese “juego” absurdo de la ruleta rusa simboliza magistralmente ese otro juego absurdo que es la guerra.
Gracias a la audacia de Michael consiguen escapar, pero la huida es muy accidentada (la escena de la caída de Steven es auténtica), y sólo Michael consigue llegar intacto a los Estados Unidos.
Nick deserta y se queda atrás.
Steven regresa pero ha perdido las piernas y prefiere permanecer en el hospital de veteranos a regresar a su pueblo.
Sin embargo, no todo es perfecto.
La visión maniquea del conflicto que exhibe la cinta: los vietnamitas son crueles e inhumanos hasta decir basta, cuando los invasores fueron los americanos, se ha quedado bastante trasnochada, y dio lugar a muchas críticas.
3ª Parte - El Regreso:
Mike no desea una fiesta de bienvenida, porque no tiene nada que celebrar.
Las secuelas físicas, psicológicas y morales son brutales, a pesar de que ha sido el mejor parado del grupo.
Mucho ha cambiado en el.
Ya no es capaz de dispararle al ciervo.
Tras un regreso a los infiernos, se encuentra con Nick jugando a la ruleta rusa.
Sin embargo la mente de Nick está completamente rota por las drogas y no reconoce a su amigo.
Mike se ve forzado a jugar contra Nick confiando en que recuerde el cautiverio y lo reconozca.
Nick consigue reconocerle, pero se suicida.
Lo único que consigue Michael es regresar con su cadáver.
El final, con todos brindando por su compañero caído y su país, puede parecer absurdo en una gente que a sesgado brutalmente sus vidas por culpa de defender una bandera, pero creo que Cimino lo utiliza a modo de ironía, de igual manera que toda la película se basa en la idea irónica de ese grupo de rusos (Lituanos), inmigrantes, que siguen apegados a sus raíces y su cultura.
Como queda muy claro en la boda, pero se involucran en una guerra para defender un país que no es el suyo.
Desde el principio de la cinta, un halo de pesimismo, de inasible melancolía (a pesar de las juergas y las risas) invade inexplicablemente al espectador.
Como si de un presagio fúnebre se tratara, la mirada compasiva de Cimino sobre sus criaturas, narrando con una precisión majestuosa la boda, las torturas, las borracheras, convoca una tensión psíquica atroz, que nos despoja de esperanza y nos enfrenta desnudos con la muerte.
“If you are really brave and lucky, I can make you very, very rich”
Algunos analistas quieren ver simbologías en el ciervo al que Michael apunta con su rifle, hacia el final de la cinta.
Pero en general, esa imagen no es un símbolo, en absoluto.
Sino que, observando a ese magnífico y bello animal, Michael comprende por fin el valor de la vida, de cualquier vida.
Y no dispara.
Es decir; en la primera escena de la caza:
Mike abate a un ciervo de un disparo certero, erigiéndose en poderoso vencedor en la persecución de su presa.
Las armas en The Deer Hunter juegan un papel muy importante, constituyendo el símbolo (americano, por excelencia) del poder del hombre ante la naturaleza y su superioridad ante el resto de especies vivas, sean éstas de la naturaleza que sean.
La caza, a este respecto, es el ritual más ancestral de la primacía del hombre sobre la naturaleza, quien impone su fuerza en una lucha desigual e injusta para los más indefensos.
Este orgullo, que mucho tiene que ver con el orgullo patriótico que anima a estos hombres a luchar (Mike le dice a Nick que es el único con el que le gusta ir de caza, pues es decidido y rápido de movimientos, en otras palabras, según él es el único valiente del grupo, aunque finalmente será en el fondo el más cobarde), se verá aniquilado tras el fracaso de la guerra y de las amargas experiencias vividas, a través de las que Mike cambiará totalmente esta sensación de segura superioridad, puesto que en ella pasará a representar el papel de presa indefensa.
Mike anima a Nick a seguir el juego de los captores en la ruleta rusa, dándose cuenta de que la única posibilidad de escape es situarse en objetivo cruel del arma, que ahora apunta a sus propias cabezas, sintiendo la inferioridad de la presa ante una muerte probable.
En la segunda escena de caza:
Mike, ahora solo, se da cuenta de que su propia experiencia le impide disparar a sangre fría al ciervo, y desvía su disparo sabiéndose para siempre marcado por la identificación con la víctima.
Esta empatía hacia su presa es el punto central del cambio que en Mike ha producido la guerra.
En la otra cara de la moneda, Nick no consigue salir del pozo en que la guerra lo ha sumido.
Completamente incapaz de enfrentarse al humillante regreso como vencido, opta por dejarse llevar en una espiral de abandono y locura al actuar como púgil en las apuestas de los bajos fondos de Saigón, como queriendo demostrar con ello su valentía y frialdad perdidas durante la guerra.
Ni siquiera Mike conseguirá convencerle de su estupidez, y Nick perderá finalmente su apuesta ante los ojos atónitos de su contrincante, el mismo Mike, quien llorará impotente su pérdida.
Como amargo final, los amigos se reúnen en el bar del pueblo tras el funeral, y cantan espontáneamente, aunque con una tristeza latente, el “God Bless América”, canto patriótico que contrasta con la tristeza y decepción de todos ellos.
Curiosamente, al cabo del tiempo, Robert DeNiro confesó que en la escena de la ruleta rusa puso una bala de verdad en la recámara para poder actuar de la manera más real posible.
Michael Cimino confirmó la historia, pero dijo que nunca se permitió que la bala de verdad se situase en la posición de ser disparada.
Además, las bofetadas que da el vietnamita son auténticas, con lo que se consiguió añadir agresividad a la interpretación.
Lo increíble es que a causa de esta cinta se desató una epidemia de gente que jugaba a la ruleta rusa.
Las noticias hablaron de hasta una veintena de muertos que trataron de imitar a DeNiro y Walken.
Otra polémica bastante curiosa que se desató es que se la criticó por retratar a los guerrilleros del Vietcong como unos sádicos torturadores de prisioneros o de asesinos de la población vietnamita.
Las críticas se refirieron sobre todo a las escenas de la ruleta rusa alegando que no había pruebas de dichas prácticas.
Cimino se defendió alegando que era una forma de generar una escena muy tensa en la cinta y de que nadie estaba seguro de lo que estaba pasando en realidad con los prisioneros norteamericanos y de que de lo poco que se sabía no había nada bueno.
En cuanto al retrato del Vietcong, Cimino alegó que él no pretendía hacer un film político, sólo un film que mostrase lo que la guerra había hecho a tres amigos y a su entorno.
“The deer has to be taken with one shot”
Ese año, el Oscar tuvo historias desgarradoras, para optar por el premio principal y fueron: Coming Home, Heaven Can Wait, la espectacular Midnight Express y An Unmarried Woman.
Y deja por fuera de competición a la maravillosa Superman, la excelente Death On The Nile y The Boys From Brazil.
The Deer Hunter fue la ganadora de 5 Oscars en 1978 a la mejor película, mejor director (Michael Cimino), mejor actor secundario (Christopher Walken), mejor sonido y mejor montaje; de 9 nominaciones: mejor actor (DeNiro), actriz de reparto (Streep), guion y fotografía.
The Deer Hunter está considerada dentro de la lista de las 100 mejores películas de la historia del cine por el American Film Institute.
Curiosamente, de nuevo, lo importante de The Deer Hunter no radica en el fragmento central de la guerra, al que se le dedica muy poco metraje en relación a las otras dos partes, sino en el profundo cambio que ésta produce en la psicología de los jóvenes que la han sufrido directamente, así como en la gente del pueblo, que sentirá asimismo la decepción e incomprensión ante un país que ha masacrado y humillado a sus hijos y amigos a los que una vez vieron partir como héroes.
La historia entonces sentencia: asesinar, ya sea a un ciervo, de un solo tiro o de muchos; ya sea a hombres, por la causa más justa o la más injusta, siempre será simplemente asesinar.
Mike comprende por fin esto hacia el final y sabe que ya no puede hacerlo más.
Se lo grita al bosque, a la naturaleza, al hábitat del ciervo que esta vez se aleja, sereno.
Tantas guerras aún hoy, tantos intereses involucrados para que ellas existan, tanta desinformación...
The Deer Hunter claramente no es hoy una película políticamente correcta.
Entendiendo esto, es fácil comprender por qué abundan esas risueñas y tontas series y novelas televisivas que nos adormecen en la modorra del individualismo y del mirar hacia otro lado.
Si tuviera la decisión a la mano, no solo regresaría esta película a la cotidiana programación televisiva, sino que se la mostraría de forma obligatoria a cada nuevo joven que anhela ingresar a la milicia de su país.
… justo en aquella pequeña sala militar donde acaba de ingresar a firmar esa hoja que algún día lo mandará a luchar lejos, muy lejos de aquello que nos hace ser seres humanos.
Ese sería el preciso momento en el cual le mostraría esta película a aquel joven.
Y sé entonces que ese muchacho necesitaría pensarlo mucho nuevamente antes de estar seguro de querer participar de veras en una guerra.
En una situación como la actual, en la que de nuevo contemplamos avergonzados cómo el ejército estadounidense se erige en dueño y salvador del mundo, no debemos olvidar que las guerras, perdidas o ganadas, suponen siempre una derrota para los que las viven, soldados de uno y otro bando, en algunos casos entrenados, pero en muchísimos otros adolescentes sin conciencia ni entendimiento de sus actos, convertidos en cazadores a la búsqueda de presas humanas, y quienes en el mejor de los casos conseguirán un destino como el de Mike, tristes y abatidos ante una guerra que en el fondo no han elegido vivir.
Pero sobretodo no hay que olvidarse de la gente, de la población que muere víctima de estas guerras.
Detrás de cada uno de ellos hay una vida, un futuro, unas ilusiones deshechas y perdidas para siempre.
Detrás de todas las cifras, hay siempre unos corazones, miles de preguntas sin respuesta.
Pese a la complejidad de la información que recibimos, pese a la vanas y vacías justificaciones que tratan inútilmente de convencernos, lo cierto es que aunque esta vez se trate de una victoria para algunos, y aunque el cine no llegue a dedicar nunca un espacio significativo de reflexión ante un hecho esta vez considerado “glorioso” y del todo triunfante, nunca hemos del olvidarnos de los muertos, de las familias y de las decepciones, de las locuras y el hambre, y sobre todo, de la vergonzosa constatación de que cualquier guerra constituye el más enorme de los fracasos del hombre, y la más grande de las derrotas ante la pureza y nobleza del reino animal.
The Deer Hunter no es una película sobre la guerra, sino sobre la amistad.
Sobre cómo la vida puede joder las cosas más hermosas que hemos tenido, la imposibilidad de recobrar el esplendor en la hierba.
También es un canto a la supervivencia.
A mí me sigue haciendo llorar.

“Here's to Nick…
Nasdrovia!”


Comentarios

Entradas populares