Schindler’s List

“The list is an absolute good.
The list is life.
All around its margins lays the gulf”.

"La pulsión de muerte se torna en pulsión de destrucción cuando con la ayuda de órganos especiales, es dirigido hacia fuera, hacia los objetos.
El ser viviente protege en cierta manera su propia vida destruyendo la vida ajena.
No se trata de eliminar del todo las tendencias agresivas humanas; se puede intentar desviarlas, al punto que no necesiten buscar su expresión en la guerra.
Lo más fácil será apelar al antagonista de esa pulsión: Eros.
Todo lo que establezca vínculos afectivos entre los hombres debe actuar contra la guerra."

A inicios del mes de abril del 2009 se publicó la noticia de que se descubrieron, en una biblioteca de Sídney, Australia, entre las notas de trabajo que había donado el escritor Thomas Keneally, el autor de la novela en la que se basó la película Schindler’s List, 13 páginas de papel frágil y amarillento con la lista de los nombres y nacionalidades de 1100 judíos.
La lista hallada ha sido localizada traspapelada entre notas de trabajo y recortes de periódicos alemanes recopilador por el Keneally.
Ni la biblioteca ni el comerciante de libros que les vendió seis cajas de material en 1996, se dieron cuenta de que la lista estaba oculta entre varios documentos.
Keneally consiguió la lista hace casi 30 años en una tienda en Los Ángeles, cedida por una de las personas a las que ayudó Schindler: Leopold Pfefferberg, el obrero judío número 173 de la lista.
Pfefferberg quería que el novelista escribiese la historia de Schindler.
Schindler’s List es una película biográfica de 1993 dirigida por Steven Spielberg para Universal Pictures / Amblin Entertainment.
La película que cuenta la historia de Oskar Schindler, un empresario alemán que salvó la vida de un millar de judíos polacos durante el Holocausto.
El film está basado en la novela Schindler's Ark, con un guion de Steven Zaillian inspirado en la novela de Keneally.
Fue protagonizada por Liam Neeson, Ben Kingsley, Ralph Fiennes, Caroline Goodall, Jonathan Sagall y Embeth Davidtz, entre un centenar de extras.
La música es obra del único y ENORME John Williams.
Con una tremenda fotografía de Janusz Kaminski (B&W)
Resulta ser que un día caluroso de octubre de 1980, el novelista australiano Thomas Keneally visita una marroquinería en Beverly Hills en procura de una maleta nueva.
Mientras tanto, el propietario de la misma, Leopoldo Page (nombre real Poldek Pfefferberg), un sobreviviente del holocausto, cuenta a Keneally la historia de Oscar Schindler (1908-1974), de cómo en su fábrica ubicada en Cracovia, hizo lo que tuvo que hacer para salvar la vida de 1098 judíos polacos (801 hombres y 297 mujeres), si bien, en total la lista de los judíos beneficiados ascendió a 1.200.
Poldek Pfefferberg le compartió su archivo personal con recuerdos de esos tiempos y intentó por todos los medios convencer a Keneally escribir un libro sobre la epopeya de Schindler (ya lo había intentado en vano con otros escritores que no habían valorado el relato).
Intrigado por esta narración, Keneally se dio a la tarea de investigar, asistido por Pfefferberg, quien no solo sugería, sino que llegó incluso a acompañarlo hasta Cracovia, Polonia y a los sitios relacionados, para darle vida a su obra, y escribir su novela “Schindler's Ark”, un texto de 380 páginas dedicado a Pfefferberg “quien con su celo y persistencia hizo posible ese libro”.
El productor de cine Sid Sheinberg adquiere los derechos para hacer una película sobre la novela de Keneally, pero solo una década después, Steven Spielberg hace una bella película a partir del libro del australiano que tituló Schindler's List.
Este relato se convirtió en una película biográfica de 1993 que cuenta la historia del empresario alemán que salvó la vida de un millar de judíos polacos durante el Holocausto.
El director y productor trabajó en Schindler’s List durante diez años, iniciando la misma tras la finalización de E. T. The Extra-Terrestrial en 1983.
Spielberg es descendiente de una familia judía de origen húngaro y aprendió del genocidio judío de sus abuelos, quien, según dijo él mismo, constantemente hablaban del genocidio incluso sin que ellos hubieran sido afectados personalmente.
Spielberg dice:
“Me he preparado para esta película durante toda mi vida”, aunque al mismo tiempo admite que encontró el judaísmo durante la filmación de la película.
En principio, Spielberg quiso rodar en polaco y alemán con subtítulos en inglés, pero desechó la idea al comprender que en esos idiomas no podría sacar la mejor actuación de los intérpretes.
El film de Spielberg da más miedo que cualquier película de terror, pues desgraciadamente, sabemos que los hechos narrados ocurrieron.
El director no escatimó medios para acentuar el realismo y rodó en Polonia, y como no le dejaron filmar en Auschwitz, construyó una réplica del campo.
El uso del blanco y negro, y los planos cámara en mano, dan un aire documental.
Los actores, desconocidos, evitan que el espectador se distraiga y la música de John Williams, de melancólicos violines, ayuda a crear la atmósfera de tragedia.
No se ahorran los pasajes desagradables, para que no olvidemos la magnitud de lo sucedido: los disparos arbitrarios; los escondites de los judíos en lugares insólitos, incluida una letrina; el hacinamiento en los vagones, donde unas gotas de agua son una bendición; el reconocimiento médico masivo de hombres y mujeres, obligados a pasear su desnudez, despojados así de su dignidad...
Determinados supervivientes del Holocausto, algunos de los cuales dijeron estar en la misma lista a la cual hace mención la película, dijeron que era una detallada reconstrucción de los hechos ocurridos 50 años atrás.
Casi toda Schindler’s List está en blanco y negro, pero se utilizan elementos en color dentro de la fotografía en blanco y negro en determinados momentos de la película.
Casi la mitad de la película es filmada con cámaras de mano para darle un toque de “cinema verité”.
Virtualmente todo el filme es filmado en blanco y negro como una herramienta efectiva al presentar la historia en color cuando la película empieza, y luego cuando el judío se degrada físicamente va despareciendo el color, el cual no reaparece cuando estos sobreviven al final.
Sobre todo se ve en color rojo la chaqueta de la niña que camina por el gueto, mientras Schindler observa horrorizado desde la distancia.
¿Cómo puede una niña pequeña perdida entre la multitud, ejemplificar de una manera tan perfecta, el puro horror ante la masacre?
Spielberg logró que el espectador se sintiera, al igual que Oskar Schindler en su caballo, abrumado al ver cómo una pequeña niña caminaba sola por el gueto en medio de la masacre, y con el paso del tiempo, dicha secuencia ha permanecido grabada a fuego literalmente, en el subconsciente colectivo, como una de esas imágenes de un poder visual único.
Luego vemos la misma chaqueta en el cadáver de la niña, para causar el efecto de reacción emocional de la audiencia (y del propio Schindler).
El cartel de la película es una mano grande agarrando una mano pequeña con una manga de color rojo, presumiblemente se refiere al deseo de Schindler de haber salvado a la niña de la chaqueta roja.
También vemos el color en las velas, el color de la llama.
Pero veamos que contiene el cartel del film: una mano grande con un tendón de muñeca muy prominente (presumiblemente una mano masculina) agarrando una mano pequeñita, y en cuyo brazo correspondiente se ve una manga de un tejido de color rojo (un color entre rojo y pastel, en cualquier caso idéntico al color del abrigo de la niña del gueto).
Esta imagen no existe en la película.
En ningún momento ni Schindler ni nadie coge de la mano a la niña, ni cuando era ya cadáver, ni cuando la ve paseando por las calles del gueto, ya que estaba a unos centenares de metros de distancia.
Por eso es razonable pensar que esta mano grande cogiendo a la mano pequeña simboliza un deseo.
El deseo del propio Schindler de haber podido ayudar a ese ser indefenso que no tenía culpa de nada, un ser que pese a ser inocente, fue asesinado y enterrado en una fosa común.
Este pensamiento, este deseo podría ser la causa de que Schindler tome conciencia de la maquinaria de la barbarie en la cual él mismo se halla inscrito, y la razón por la que cambia su actitud de codiciador de dinero hacia la de defensor de los judíos.
Ahora me detengo en las deslumbrantes formas:
Actuaciones sencillamente fuera de serie.
Con unos protagónicos que sobresalen de la media histriónica.
Especialmente los protagonistas antagónicos, intérpretes que dan clase magistral de actuación con matrícula de honor.
La ambientación del filme es la mejor recreación del espacio- tiempo que yo pude admirar de un filme.
La atmósfera es deslumbrante y me saco el sombrero al mejor trabajo de Spielberg en este tema, y difícilmente lo pueda superar en otro filme.
Poco sirve que lo explique, hay que ver el nivel de detalles que se logró en este filme para poder palpar tan inconmensurable trabajo.
En definitivas es recomendable y es fundamental mirar esta obra crítica al régimen nazi.
Para el papel de Schindler, Spielberg contrató a Liam Neeson, y podemos afirmar que la decisión fue acertadísima.
Neeson encarna al moralmente equívoco Schindler con una fuerza y una verosimilitud en verdad impresionantes y conmovedoras.
Schindler es egoísta, ambicioso, mujeriego, seductor, manipulador, cínico, derrochador, con grandes cualidades para las relaciones públicas y escasas capacidades de gestión empresarial (como empresario fracasa antes y después de la II Guerra Mundial, y muere en la indigencia).
Fiennes interpreta al despiadado Amon Goeth con similar perfección.
Goeth, capitán de las SS y comandante del campo de Plaszow (de II/1943 a VIII/1944), es despótico, psicótico, maltratador, sanguinario, sinvergüenza, codicioso y sádico.
Kingsley, uno de los actores más completos de su generación, borda a su contador judío sin apenas mover una ceja.
Y así, todos y cada uno de los muchos intérpretes, protagonistas o episódicos.
El tema de este relato, con el trasfondo del genocidio nazi, es por supuesto el viaje de Schindler desde el cinismo ilimitado de un hombre de negocios implacable y astuto, hasta la compasión absoluta experimentada como catarsis y transformación final.
Y este largo viaje es entendido por Spielberg como una peripecia de redención a través de un dolor brutal, sin apenas esperanza.
El horror visto muchas veces de frente, con la mirada limpia de un niño asombrado por la capacidad de destrucción y crueldad del ser humano.
¿Y cómo presenta a este anti-héroe?
Es interesante observar que primero vemos sus manos, para después armar una magnífica secuencia en la que nos percatamos del poder de persuasión de este arribista sin escrúpulos.
En esta larga secuencia, filmada con maestría, se describe con qué habilidad Oskar se hace amigo de los principales mandos nazis para conseguir lo que se propone: salir de la ruina y forrarse con la guerra.
Los “azules” ojos de Neeson son la viva imagen de la ambición, y en su relación con los hombres de negocios judíos (comunidad a la que Spielberg no se resiste a criticar por su ánimo de lucro y la cobardía de algunos de ellos) comienza a gestarse su futuro destino.
Pero lo que va a vertebrar este relato son dos relaciones apasionantes, las que unen a Oskar con Itzhak Stern y Amon Goeth, respectivamente, la luz y la oscuridad, que curiosamente van a extraer de Oskar, lo opuesto a lo que representan.
Oskar actúa como un espejo invertido ante ellos: la natural bondad del contable provoca mezquindad y displicencia en Schindler, mientras que la suprema abyección de Goeth (posiblemente uno de los personajes más repulsivos y repugnantes de la entera historia del cine) termina por sacar el lado más compasivo de este hombre, tan fascinante y dual.
Schindler, poco a poco, va comprendiendo el momento histórico en el que vive, y la capacidad de ayudar de los judíos de la que goza por su privilegiada posición.
Será capaz, por tanto, de pactar con el diablo (porque Goeth es el Mal Supremo), infinidad de veces, sacando partido de él, aprovechándose de su amistad, y aprendiendo a la vez a respetar el estoicismo y la serenidad de Stern.
Así, la acción comienza tras la invasión nazi de Polonia (1-IX-1939) y la ocupación del país en dos semanas.
Los nazis ordenan la concentración de la población judía en los guetos de las grandes ciudades, entre ellas Cracovia, donde se sitúa la primera parte de la acción dramática.
Schindler, con el propósito de ganar dinero conviene (1940) con el mando alemán la ocupación de judíos del gueto de Cracovia en su planta industrial de fabricación de utensilios de metal esmaltado de uso militar, que vende al ejército alemán con grandes beneficios.
El 20-III-1941 es la fecha límite para entrar en los guetos.
El 13-III-1943 se produce la matanza de judíos en el gueto de Cracovia, la evacuación del mismo y el traslado de los supervivientes al campo de concentración de Cracovia-Plaszow (febrero 1943).
Algún tiempo más tarde, los nazis acuerdan evacuar (junio 1944) este campo y trasladar a los supervivientes a Auschwitz.
Oskar Schindler consigue entonces (julio/agosto 1944) adquirir a 1.100 judíos y trasladarlos al campo de Zwittan-Brunnlitz, bajo su mando, situado en las cercanías de su ciudad natal, Zwittan (Moravia).
Allí monta una planta de fabricación de falsas municiones que permanece activa durante 7 meses (octubre 1944-mayo 1945).
En mayo de 1945 se produce la rendición de Alemania y los prisioneros judíos son liberados.
Oskar Schindler huye a la Argentina.
Acá Spielberg construye un relato fluido, de lenguaje eminentemente cinematográfico y de fuerte pulso narrativo.
Sorprende con algunos alardes, como la introducción de la cámara de filmación en la cámara de gas.
Se sirve de diversos recursos estilísticos, como la contraposición: judíos y alemanes, reclusos y carceleros, víctimas y verdugos, etc.
Otro recurso estilístico del que hace uso frecuente es el de los paralelismo (las circunstancias de la guerra condicionan a Schindler y a Goeth, se afeitan de modo similar, su codicia es parecida, besan a una mujer al mismo tiempo en lugares diferentes, etc.).
Hace uso de metáforas, como la de la liberación de judíos mediante entrega de objetos de valor.
Construye símbolos, como la niña con el abrigo rojo, que simboliza la inocencia (niña) y la vida (color rojo).
Uno de los puntos capitales del relato viene dado por los cambios que experimenta la personalidad de Schindler, que pasa del propósito inicial de ganar mucho dinero a toda costa a invertir su fortuna en la compra de judíos y en mantener la apariencia de actividad en la planta de municiones.
La explicación que se ofrece es posiblemente insuficiente.
Se crea una atmósfera realista, adecuada para trasmitir información sobre unos hechos brutales que nunca deberían repetirse.
Subraya el realismo con reiteración (abrazo desnudo en la cama, maltrato de Goeth a Hellen, el niño que se esconde en las letrinas, etc.).
Son escenas memorables, muchas, pero destaco el asesinato de la ingeniera judía, la visión del interior de la cámara de gas, los disparos mortales de rifle que hace Goeth desde la terraza de su dormitorio, la ejecución del judío manco, la doble escena de la niña del abrigo rojo, la reacción de las madres ante la evacuación de los hijos, el rescate de Stern del tren en marcha, la boda judía en la fábrica, etc.
El film explica el horror del Holocausto.
Explora los resortes de la tiranía y su crueldad.
Explica que la lucha contra el mal es posible y que se puede tener éxito en ella.
Pese al aparente optimismo del realizador, el conjunto del relato transpira un aire denso y áspero de pesimismo.
Exalta el amor de madre, la ternura de los niños y la gratitud de los supervivientes.
Por otra parte, la banda sonora, dirigida por el ENORME John Williams, ofrece una hermosa partitura dramática de 13 cortes.
Añade melodías bailables (tangos, valses...) y canciones ajenas, como “God Bless the Child”, “Le capricieuse opus 17” (Elgar), “Jerusalem” (escena final), “Gute Nach Mutter” y emocionantes solos de violín (confección de la lista) y clarinete.
La banda sonora de Williams es intensa y va mejorando a medida que nos sumergimos en el filme.
En esta ocasión el compositor se muestra maravillosamente contenido.
De hecho, la música de Williams apenas suena durante la primera parte de la película.
El artista se muestra certero en la evolución de la música.
Crea un gran retablo de himnos al Holocausto, a las víctimas, a la naturaleza humana.
Por lo tanto es un tópico más que recomendable la banda sonora de este filme.
Schindler’s List compitió por el Oscar contra The Fugitive, In The Name Of The Father, The Piano y The Remains Of The Day.
La película contó con 12 nominaciones al Oscar, ganando 7 premios como mejor película, mejor director, mejor guión adaptado, mejor montaje, mejor banda sonora, mejor dirección artística y mejor fotografía.
Injustamente perdió los rubros de actor principal para Neeson, actor de reparto para Fiennes, mejor vestuario, maquillaje y sonido.
La Academia dejó por fuera del premio principal a brillantes films como: Jurassic Park, Philadelphia, The Age Of Innocence, Belle Époque, In The Line Of Fire, The Firm, Shadowlands, Tina y Groundhog Day.
Después de Schindler’s List nunca más nadie se ha atrevido a dudar del nivel de Spielberg.
Un detalle importante que cabe señalar a estas alturas es que Hollywood es conocida por su poca precisión al relatar hechos históricos.
Schindler’s List no es la excepción.
Solamente alguien con poco criterio puede esperar que Hollywood realice una película y cuente los hechos de forma tan real como se pueda ya que no sería comercial.
No se pretende que Spielberg enfrente las preguntas a los tratos y comportamientos posteriores de Schindler o el abuso hacia su esposa, la cual incluso dijo que la película no se ajusta a los hechos verídicos ni a su esposo.
Tampoco que explique ciertos detalles inexplicables en la película que no concuerdan con la realidad, ya que la historia de la película no sería beneficiada.
Schindler’s List está basada en la novela de Thomas Keneally del libro del mismo título, el cual es claramente presentado como una obra de ficción y categorizado e indexado por la librería del Congreso Americano como novela de ficción.
De esta novela el escritor Steven Zaillian creó las imágenes que luego se transforman en película que se presentan al espectador final como documental histórico.
Para colmo del mismo espectador la productora Universal Pictures publicita la película como basada en hechos históricos, creando de esta forma el toque de realismo final.
Esto es correcto hasta cierto punto.
Hubo un Oskar Schindler que estuvo casado a una mujer de nombre Emilie.
También hubo un Amon Goeth, una fábrica de nombre de Deutsche Emailwaren Fabrik y un campo con el nombre de Plaszow.
Casi todo el resto de la película es inventado por el escritor de la novela o alterado para encajar a la historia.
Un buen ejemplo es de cómo en la película muestran al final de la guerra a Schindler sin dinero debido que invirtió este en la salvación de los judíos.
En realidad eso no concuerda en lo más mínimo con la realidad y Schindler tenía grandes cantidades de dinero cuando se escondió al final de la guerra.
Realidad o no, Schindler’s List muestra lo peor y lo mejor que un ser humano puede dar de sí mismo...
Dicen que el dinero no puede comprar la felicidad, pero en este caso, no solo compra la felicidad sino también la libertad y la vida.
Más allá de todas las escenas y realismo, la imagen que más me conmueve es el final, desde la despedida en la ficción hasta cuando 128 de aquellos judíos de Schindler y los actores que los encarnan, desfilan por el cementerio católico en el Monte de Sion en Jerusalén, frente a la tumba de su salvador, siguiendo una antigua tradición, poniendo piedras conmemorativas, de gratitud, sobre la lápida.
Lloré, lloré mucho y aún cada vez que veo esta escena lo hago.
Porque eso de hacer de nuestras vidas algo digno y memorable más allá de la muerte, ha marcado mi existencia.
Imborrables escenas como la de un judío manco de avanzada edad es ejecutado por los nazis, y poco después de ello, Spielberg regresa al cadáver, aún con los ojos abiertos, y su cámara se aleja junto con la sangre.
Es innecesario, tendencioso, y manipulador en extremo, tomando esa decisión.
Sin embargo, muy poco después, Goeth manda ejecutar a la capataz judía que avisa de los malos cimientos de un futuro edificio.
Ahí Spielberg es frío y despiadado, no hay un plano contemplativo o especulativo, sino la pura verdad, un balazo despiadado que nos pone la carne de gallina.
Más ejemplos: en la larga y escalofriante matanza del gueto, Spielberg alterna lo sublime (el plano de la anciana caminando por calle, adelantada por un grupo de furiosos nazis; el rosselliniano momento de la ingesta de objetos de valor) con lo vulgar y facilón (el nazi pianista tocando, mientras suenan los disparos y se ilumina el edificio con intermitencia).
Y en cuanto al famoso y polémico momento de la niña vestida de rojo, una figura burda con la que Spielberg quería construir una metáfora entrañable del genocidio, el rojo quizá simbolizando la sangre derramada, como si fuera necesario simbolizar nada, el rostro espantado de una niña por cierto preciosa simbolizando la pérdida total de humanidad de los nazis.
Dos secuencias, eso sí, en las que Spielberg enseña el horror sin falsas componendas: la cremación de los cadáveres exhumados, y el paseo de las mujeres por el infierno en la tierra que fue Auschwitz.
Ambos pueden ser los dos mejores y más escalofriantes momentos filmados jamás por Spielberg.
Es conmocionador observar al nazi disparando a la pira de cadáveres (uno de los planos más desoladores que se ha visto en el cine), y es terrorífica la recreación del más famoso y siniestro lugar del siglo XX.
Pero no siempre Spielberg mira al horror con semejante aplomo.
Se comenta que Spielberg renunció a su salario, al considerar que sería recibir "dinero de sangre" pero con los derechos creó la Shoah Foundation, encargada de preservar la memoria de los supervivientes del Holocausto.
Por su tratamiento de la historia alemana, recibió la Cruz del Mérito Federal con Estrella, la más alta distinción civil de Alemania.
"Lo más sorprendente es cómo la gente perdona y se muestra optimista, cómo abrazaron la vida", advierte Spielberg.
El DVD incluye el documental “Las Voces De La Lista”, con testimonios de 200 de los 1.100 judíos salvados por Schindler, muy recomendado.
La fundación pretende prestar atención ahora a otros genocidios, como los de Camboya y Rwanda.
Creo que si hubiese habido más gente que hubiera producido más actos singulares como los de Oskar Schindler, el mundo no seguiría cargando con la culpa de 6.000.000 de Judíos (entre ellos, 1.500.000 eran niños) y de otros millares de personas que murieron por el simple hecho de ser diferentes (gitanos, homosexuales, enfermos mentales y discapacitados, entre otros).
Cargar con la culpa por abalar la ley, cargar con la culpa por negarla, o cargar con la culpa por serle indiferente, pues es tan culpable aquel que acata la ley, como aquel que simplemente la transgrede, por el placer mismo de la transgresión, pero sin producir nada nuevo a cambio, o aquel al cual no le importa, pues no están tocando a su puerta... aún.
Schindler’s List es una poesía viviente, una obra totalmente lírica sobre el horror y la demencia del hombre, un maravilloso canto a la vida, a la esperanza en la oscuridad, y le da voz a un pueblo silenciado y humillado durante siglos, que por fin vio cómo su sufrimiento era relatado con manos serias, y todo ello es posible gracias a un hombre, el mayor mecenas del siglo XX, y probablemente de la historia, el mecenas de lo más valioso e importante de este mundo: la vida.
Cabe destacar, además de los horrores propios de toda guerra, la Segunda Guerra Mundial introdujo formas de sufrimiento no achacables a la propia escala de la misma:
1. Deportaciones masivas a campos de concentración y de trabajo, organizados en Europa por Alemania (contra judíos, homosexuales, eslavos, discapacitados, gitanos, Testigos de Jehová, comunistas, españoles republicanos, sacerdotes católicos y ministros de otras religiones, etc.), que se convertirían en campos de exterminio donde tendría lugar el Holocausto; también en Estados Unidos y otros países de América, internando a sus ciudadanos de ascendencia japonesa.
2. Masacres masivas de población y de prisioneros enemigos perpetrada por las fuerzas japonesas, principalmente en China, y las alemanas, en Rusia.
Tras la guerra, malos tratos a prisioneros de guerra, sobre todo por parte de la Unión Soviética.
3. Violaciones masivas de mujeres por parte de tropas soviéticas y japonesas.
4. Experimentos científicos usando prisioneros realizados por médicos nazis y japoneses, que solían acabar con la muerte del individuo.
5. Bombardeo aéreo masivo de civiles y lanzamiento de cohetes iniciado por el Eje en Varsovia, Londres, Coventry y otras ciudades, que fue continuado por los aliados a una escala mucho mayor (Tokio, Berlín, Dresde y Hamburgo entre otras).
Además, por primera y única vez, la bomba atómica fue utilizada en una guerra: dos bombas arrojadas por Estados Unidos explotaron con tres días de intervalo, en Hiroshima y Nagasaki.
6. Durísimos años de postguerra para la población civil.
7. Como consecuencia de los cambios territoriales, millones de personas se vieron desplazadas y desarraigadas de sus lugares de origen.
8. En el ámbito intelectual y artístico, queda de forma opresiva y, a veces, obsesiva, la pregunta de cómo fue posible la guerra y cómo fueron posibles las circunstancias históricas que llevaron a ella.
En muchos casos esta cuestión se ve agravada por el saber de qué intelectuales y artistas colaboraron con los totalitarismos y el clima bélico o, al menos, no se opusieron decididamente a ello.
En la 2ª guerra mundial fueron aproximadamente 50 y 60 millones de muertos, hay que aclarar que casi de todos los países del mundo murió gente, en su mayoría civiles.
Probablemente habrá quedado otro tanto de mutilados y de gente con problemas psiquiátricos o psicológicos de por vida, detalles importantes sobre los que nunca se hace demasiado hincapié.
A esta pavorosa cifra hay que sumar las perturbaciones de los prisioneros, las secuelas de los campos de concentración, la desorganización familiar, el hambre y el esfuerzo de adaptación de los soldados vueltos a la vida civil, todo ello y mas se cuentan entre esos 60 millones, de los cuales, 6 millones eran judíos.
En definitiva “Schindler’s List” es una de las tres mejores películas del director de Ohio y una obra clave de la década de los noventa.
La controversia deviene a que Schindler’s List no es perfecta por tres motivos principales:
El primero de ellos es que siendo Spielberg un judío de origen húngaro, se decantara por el gueto de Cracovia y no por el de Budapest, que también fue terrible, y sobre todo por ningunear la historia – que conoce seguramente a la perfección- de D. Ángel Sanz Briz, el ángel español de Budapest, que salvo no mil cien o mil doscientos judíos sino más de cinco mil.
Pero claro, entiendo que un español como héroe en una película norteamericana no hubiera ganado tanto Oscar.
En segundo lugar porque Spielberg a lo largo de las tres horas de película hasta el remate final dedicado a los judíos asesinados hace algo muy peligroso, y es convertir el Holocausto en algo plenamente judío.
Cuando no es así ni por asomo, ojalá lo hubiera sido, en el sentido de que hubieran muerto menos personas, pero desgraciadamente en los campos de exterminios abundaban y predominaban otros grupos como polacos –no judíos- homosexuales, discapacitados, presos políticos, inadaptados... pero sobre todo eslavos y prisioneros soviéticos que constituyeron el grueso de los incinerados, incluso entiendo que la comunidad gitana no tenga dinero ni poder para hacer cine en Hollywood, pero fueron casi un millón de ellos exterminados y nadie se digna a decir una sola palabra.
Y el tercer motivo está relacionado con el segundo y es que la película no reconoce ni nos cuenta nada del sistemas de castas que había dentro de un campo de concentración, donde los judíos salían bien parados, comparados con algunos de los grupos citados anteriormente como gitanos, vagos, alcohólicos, maleantes...y sobre todo homosexuales que recibían un auténtico desprecio y maltrato por parte del resto de prisioneros incluido los judíos.
Pero no, Spielberg obvia todo ello para llevarnos a su terreno, consiguiendo que pierda el sentido universal del valor del hombre en sí mismo para ser un alegato judaico.
Él debió haber dedicado la película a todas las víctimas de los campos de concentración y no a los de su raza y/o religión, como prefieran.
Sin embargo, y lo más importante, es el mensaje que dijo Stern al final de Schindler’s List:

"Aquel que salva una vida, salva al mundo entero".



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