The Lord Of The Rings

“Ash Nazg durbatulûk, ash Nazg gimbatul, ash Nazg thrakatulûk
agh burzum-ishi krimpatul”

Pocos leerán estas líneas y no reconocerán en ellas el comienzo de unas de las más fantásticas, emocionantes y maravillosas historias jamás contadas en la literatura de ficción, que algunos califican sin pudor como “el libro del siglo”, y que corresponde a la trilogía que John Ronald Reuel Tolkien escribió hace ya más de sesenta años.
Tarde o temprano, estoy seguro, tenía que hacer un análisis trabajado y profundo de la trilogía fantástica (o trilogía a secas) más importante de los últimos años, y seguramente más famosa, seguida e influyente.
Y ello por dos cosas, no sólo porque las tres películas tienen muchas cosas que me gustan y bastantes puntos interesantes sobre los que hablar, sino también para situarlas en su justo lugar, sin alabanzas extremas, ni ataques furibundos muy injustos.
Tolkien, nacido en 1892, pasó la mayor parte de su vida impartiendo filología inglesa medieval en la Universidad de Oxford.
Aficionado a crear lenguajes imaginarios, gracias a sus conocimientos de lingüística, inventó las lenguas élficas Quenya y Sindarin, cuyos alfabetos, reglas gramaticales y fonética completa es explicada con todo lujo de detalles en el voluminoso apéndice de “The Lord Of The Rings”, lenguas que están basadas en nórdico e inglés antiguo.
Para Tolkien era sumamente importante la etimología de las palabras, y de ahí que ninguno de los nombres de sus personajes o lugares esté puesto al azar, todos poseen su significado; por ejemplo:
Gandalf en antiguo nórdico significa "duende con bastón" y Sauron “abominable”; Mordor, tomado del inglés antiguo es “asesinato o pecado mortal” y Saruman “hombre astuto”, etc.
De un cuento que narraba a sus hijos surgió su primer libro, “The Hobbit”.
En 1935 llegó a manos de un editor que lo pasó a su hijo de diez años para que lo valorase.
El libro tenía como protagonista a Bilbo Baggins, un hobbit que vivía en su agujero y no buscaba aventuras, según palabras del propio niño, al que el cuento gustó tanto que recomendó vivamente a su padre que lo editase, y éste quedó tan satisfecho que instó a Tolkien a escribir una continuación.
A diferencia de The Hobbit, The Lord Of The Rings fue una obra mucho más elaborada (le tomó a Tolkien 16 años desarrollarla), y es un trabajo de enormes proporciones.
Básicamente Tolkien recicló partes de arcaicas leyendas europeas (en especial, germanas como Der Ring Des Nibelungen), pero una inmensa mayoría de su trabajo es original.
Debido a lo monumental del libro, los editores los publicaron en tres tomos entre 1954 y 1955, pero en su momento sólo tuvo una tibia respuesta.
Recién a finales de los 60 comenzaría a tomar status de culto, y terminaría por transformarse en la obra de ficción más popular jamás editada.
Tras años de trabajo, Tolkien entregaba a su editor un par de manuscritos que incluían más de un millón de palabras.
Se trataba de las obras “El Silmarillion” y “The Lord Of The Rings”, ésta última según palabras de su autor:
“Una obra bastante inadecuada para los niños, si es que resulta apta para alguien...”
El editor de entonces, aquel niño de diez años que había leído “The Hobbit” casi dos décadas antes, estaba convencido de lo necesario de su publicación, pese a que estimaba representaba una pérdida de 1.000 libras, y el proyecto finalmente salió adelante, aunque debido a la vasta extensión de la obra, ésta hubo de ser publicada en tres tomos, a pesar de que a Tolkien no le hacía gracia la idea de dividir el manuscrito original.
El primer tomo vio la luz el 26 de agosto de 1954 y el último en 1955.
El apellido Baggins y con él, el mundo de Tolkien, se hizo mundialmente famoso en los años sesenta, cuando Estados Unidos descubrió su obra, y hoy día la trilogía está traducida a 25 idiomas.
En la versión cinematográfica, el director Peter Jackson hace suya la obra y la adapta con profundo respeto, cuidando cada personaje, recreando con gran maestría el increíble universo de fantasía creado por Tolkien: los inocentes hobbits; los elegantes y misteriosos elfos, y su maravilloso Rivendel; los valerosos guerreros de la raza de los hombres, los intrépidos jinetes rohirrims; los temibles y repugnantes orcos; los arcanos ents y su bosque Fangorn; la rutilante Minas Tirith... y tantas otras criaturas y parajes que salieron de la mente del genial escritor.
Para construir todo este mundo de fantasía de forma tan acertada, Jackson contó con el trabajo del dibujante Alan Lee -autor de la premiada edición ilustrada de “The Lord Of The Rings” publicada por Harper Collins-, además del diseñador de producción Grant Major y John Howe, considerado otro de los mejores ilustradores del mundo de Tolkien.
Las tres películas fueron rodadas en Nueva Zelanda, tierra natal del director, simultáneamente, para lo que Jackson empleó 18 meses.
Casi cinco años le llevaría montar las tres.
Un presupuesto total de unos 350 millones de dólares costó finalmente la realización de esta gran obra.
El rodaje simultáneo de las tres partes requirió una operación logística a gran escala y la labor de una legión de creativos -expertos en infografía, diseñadores de armas medievales, escultores, lingüistas, encargados de vestuario, maquilladores, herreros y maquetistas-, además de un equipo de figuración de más de 26.000 personas.
El músico Howard Shore, compuso la música, que precisamente fue el único elemento de la película que no fue creado en Nueva Zelanda.
Shore convocó a la London Philharmonic Orchestra e hizo su partitura en Londres, adonde Jackson viajaba periódicamente para reunirse con su compositor.
Un acierto más, de los muchos que se podrían destacar en esta descomunal producción, es el reparto, sabiamente elegido, que conjuga actores de consolidada reputación, como Ian McKellen en un insuperable mago Gandalf, con otros entonces desconocidos por el gran público y que hoy, gracias a su participación en esta obra, son valores en alza dentro del mundo del cine, como por ejemplo el cotizadísimo Orlando Bloom, cuyo nombre se baraja incluso como el futuro Bond.
Las películas pueden adquirirse de forma individual o en pack, y cada una de ellas tiene una versión estándar, una extendida y una de coleccionista.
En este caso, se revisará la versión extendida en su conjunto, una obra maestra absolutamente imprescindible en nuestra DVDteca.
En 1995 comenzó un proyecto para hacer una película de acción real de la mano del director neozelandés Peter Jackson.
La compañía Miramax fue la primera interesada en el proyecto, pero lo acabó rechazando debido a que contemplaba la opción de una sola película, mientras que el guión, escrito por el propio Jackson, junto con su esposa, Fran Walsh, estaba hecho para dos.
Entonces Jackson presentó el proyecto a New Line Cinema y se decidió que la novela fuera adaptada finalmente en tres partes, reescribiendo de nuevo el guión, que, esta vez, contó también con la ayuda de Philippa Boyens.
El rodaje comenzó en octubre de 1999 y finalizó en diciembre de 2000, contando cada película con un año de postproducción:
The Lord Of The Rings: The Fellowship Of The Ring se estrenó en diciembre de 2001.
The Lord Of The Rings: The Two Towers en diciembre de 2002 y
The Lord Of The Rings: The Return Of The King en diciembre de 2003.
Supusieron un gran éxito de taquilla, revivieron el fenómeno Tolkien y, en su mayoría, tuvieron una buena acogida entre la crítica.
Consiguieron entre las tres 17 premios Óscar de la Academia de Cine de los Estados Unidos (de los 30 posibles), siendo la tercera parte la más galardonada con 11, precisamente los mismos que hitos del cine como Ben-Hur y TITANIC.
Pero como Trilogía vino a ser el hecho cinematográfico más premiado de la historia.
Aunque ninguna de las tres películas consiguió ganar ningún premio en las categorías de mejor actuación, Ian McKellen fue el único de los actores de La Trilogía en ser premiado con una nominación por la producción de 2001, The Lord Of The Rings: The Fellowship Of The Ring.
La obra de Tolkien ha marcado a varias generaciones de lectores y cinéfilos, definiendo para muchos la lucha arquetípica entre el Bien y el Mal, y fue votada en diversas encuestas realizadas en todo el mundo como el “Libro del Siglo" y a la película como “la del nuevo milenio”.
Estableció el punto de referencia para el género fantástico al crear un universo completamente nuevo y fascinante.
Nos presentó a un héroe inolvidable, el Hobbit: Frodo Baggins, atrapado en una guerra de proporciones míticas en Middle-Earth, un mundo lleno de magia y sabiduría.
Pero sobre todo, es un homenaje al poder de la amistad leal y a la valentía individual, fuerzas que pueden detener incluso el devastador poder de la oscuridad.
La leyenda que Tolkien escribió llevada a la gran pantalla, fue un desafío que ha significado la producción más colosal jamás llevada a cabo.
Los mitos, paisajes y personajes que Tolkien creó son espectaculares y han sido necesarias cuatro décadas para que la tecnología cinematográfica alcanzara el nivel necesario de sofisticación para hacerlas realidad.
Un proyecto tan vasto requería un soñador para llevarlo a cabo.
Ese soñador fue Peter Jackson, quien ha encabezado una proeza sin precedentes al rodar tres películas simultáneamente para poder capturar la épica de Tolkien en su totalidad.
Durante años, Jackson y su equipo de rodaje trabajaron en los espectaculares paisajes de Nueva Zelanda.
El resultado fue el despliegue de una operación logística que recordaba a una campaña militar a gran escala.
Como cité, un ejército de artistas incluyendo genios de lo digital, expertos en armas medievales, escultores de piedra, lingüistas, sastres, diseñadores de maquillaje, carpinteros y constructores de maquetas, junto con un grupo de actores de prestigio internacional, y miles de extras, han logrado hacer de este ambicioso sueño una realidad.
Resultado: tres películas estrenadas por separado que significarán el regreso del cine por entregas por primera vez desde las series de aventuras de décadas pasadas.
Ambientadas en el ficticio mundo de Middle-Earth, las tres películas siguen como el joven hobbit Frodo Baggins y sus compañeros se embarcan en una aventura para destruir el Anillo Único y asegurar así la destrucción del Señor Oscuro, Sauron.
Sin embargo, esa comunidad se rompe y Frodo continúa su aventura junto a su fiel compañero Sam y el traicionero Gollum.
Por otro lado, el mago Gandalf y Aragorn, heredero en el exilio del trono de Gondor, se unen y lideran a las gentes libres de Middle-Earth durante varias batallas contra las fuerzas del mal.
Finalmente, el mago Saruman es vencido, el Anillo destruido, y Sauron y sus fuerzas son derrotadas.
Las tres películas fueron escritas, producidas y dirigidas por Peter Jackson, coescritas por Fran Walsh y Philippa Boyens, y distribuidas por New Line Cinema.
Considerado como uno de los mayores proyectos cinematográficos nunca acometidos, con una recaudación global de más de 2,900 millones de dólares, el proyecto completo llevó ocho años.
La trilogía se rodó en más de 150 localizaciones, con siete unidades diferentes rodando, además de rodaje de sonido en los alrededores de Wellington y Queenstown.
Además de Peter Jackson como director de toda la producción, entre los directores de las distintas unidades se incluyen John Mahaffie, Geoff Murphy, Fran Walsh, Barrie Osbourne, Rick Porras y alguno que otro asistente del director, productor o guionista disponible.
Jackson, quien controlaba todas esas unidades vía satélite y con la presión añadida de constantes reescrituras del guión y el visionado del resultado de las interpretaciones rodadas por las distintas unidades, sólo podía dormir por la noche apenas cuatro horas.
Debido a las distancias de algunos de los lugares de filmación, el equipo técnico llevaba consigo kits de supervivencia en caso de que los helicópteros no pudieran llegar a la localización para traerlos a casa a tiempo.
Para la trilogía se utilizaron innovadoras técnicas y efectos visuales digitales.
La primera película cuenta con alrededor de 540 efectos, la segunda 799 y la tercera 1488 (2730 en total).
El total se incrementa hasta 3420 en las versiones extendidas.
260 artistas de efectos visuales trabajaron en la trilogía, y el número se duplicó para The Two Towers.
El equipo técnico, encabezado por Jim Rygiel y Randy Cook, trabajó duro haciendo horas por las noches para producir los efectos especiales en un corto espacio de tiempo, especialmente por la imaginación hiperactiva de Jackson.
Como fanático de los efectos especiales, debo hacer mención del extraordinario trabajo que el Estudio Weta realizó en ese campo.
Y no sólo me refiero a las tomas evidentemente digitales, como las batallas con miles de "extras" o las vertiginosas visitas al mundo subterráneo; me refiero a los efectos que deben ser invisibles para el espectador, y que van desde los fastuosos escenarios hasta cosas aparentemente simples como la sutil transformación facial de algunos personajes en ciertos momentos.
El Estudio Weta ha probado en numerosas ocasiones que no hace falta acudir a los Estados Unidos para tener efectos de calidad igual o superior a los que ahí se realizan, y también nos ha enseñado que el éxito de dichos efectos no necesariamente se debe a las avanzadas herramientas, sino a la visión de los artistas que los realizan.
Howard Shore compuso la música de la trilogía y ganó 3 Oscar por ello, creando lo que se ha denominado “The Lord Of The Ring Symphony” o la “Sinfonía Oscura”.
Fue contratado en agosto de 2000, visitó el lugar de rodaje y visionó el montaje de las películas 1ª y 3ª.
Aunque para la primera película se había grabado parte de su banda sonora en Wellington, prácticamente toda la banda sonora de la trilogía se grabó en el Ayuntamiento de Watford y se mezcló en los estudios Abbey Road.
La banda sonora es principalmente interpretada por la Orquesta Filarmónica de Londres, y muchos artistas como Ben Del Maestro, Enya, Renée Fleming, Sir James Galway y Annie Lennox participaron.
Incluso los actores Billy Boyd, Viggo Mortensen, Liv Tyler, Miranda Otto (las dos últimas en escenas de la versión extendida) y el director Peter Jackson (en un sonido de gong en la segunda película), contribuyeron también.
Fran Walsh y Philippa Boyens también escribieron las letras para varias músicas y canciones, las cuales David Salo tradujo a los lenguajes de Tolkien.
La canción final de la tercera película, «Into the West», fue un tributo a un joven cineasta amigo de Jackson y Walsh llamado Cameron Duncan, que murió de cáncer en 2003.
En la trilogía de The Lord Of The Rings, Tolkien elabora una teoría donde explica el esquema actual de poder.
Un esquema viciado, verticalista y concentrado donde el poder se detenta y usa sobre los demás, en vez de manejarse de manera colectiva para la construcción del bien común.
Se explica como los que quieren usar el poder (Sauron), tornan a este en su obsesión, y lo utilizan sobre los demás (resto de los habitantes de Middle-Earth), quienes aunque sufren las consecuencias, prefieren esta situación a tener que asumir las responsabilidades de la destrucción del esquema retrogrado de poder instaurado y la construcción de uno nuevo.
Dentro de este juego, tanto Sauron como los habitantes, rondan en el mismo esquema de concepción de uso del poder, pero en cambio, Frodo, es quien sale de este ciclo, es quien toma el anillo que representa el esquema de poder, y quiere, y lo logra, destruirlo en el volcán.
Frodo es quien intenta romper con ese esquema, en vez de perpetuar la estructura.
El anillo no refleja el poder en sí, sino la concepción “fálica” del poder, en la que unos la poseen y la usan sobre otros, estando los primeros subordinados a una obsesión al poder, y los otros a quién lo detenta.
El único que rompe el juego, es Frodo.
También, Tolkien, explica como no es la solución usar este esquema de poder para el bien, sino que el objetivo es acabar con esa estructura, él muestra que no es la intención el problema, sino que es el mismísimo esquema el que corrompe e inhabilita.
El cuenta que esa estructura no logra solucionar los problemas, y además corrompe a quienes la usan (como se corrompe Frodo cada vez que usa el anillo), siendo insostenible en el tiempo.
En el libro, se establece el problema principal de la democracia moderna, creer que para hacer los cambios hay que tomar el poder situado en la cima de la estructura, en cambio dice que la solución es destruir este esquema, tirar el anillo al volcán, y romper con este tipo de poder, no seguir intentando cambiar las cosas dentro de esta matriz.
No se termina con este juego escondiendo al anillo de Sauron, porque te termina convirtiendo en Sauron, el juego se termina cuando arrojas el anillo en el volcán.
Se cuenta como dentro de cada personaje se debaten diferentes concepciones y tentaciones, de manera que los personajes cometen errores y aciertos, aunque posees una esencia respecto a su relación con este esquema de poder.
La producción fue monumental, cada vaso, pendientes, ropas, armas, orejas, pelucas, pies, fueron hechas especialmente para la trilogía; de hecho las miniaturas y esculturas, escenarios, bosques, comarcas, etc., también fueron construidas para ese único fin.
La Trilogía, en su versión extendida, trae consigo 2 discos cada película de más de 4 horas cada uno y las horas aumentan según pasen las películas; con apéndices donde se documentan todos los detalles de producción, con la ayuda de mapas digitales y cartográficos, miles de fotogramas y dibujos, bocetos y escenas borradas, historias, comentarios y todo un sin terminar de conceptos para el aficionado de Tolkien.
La trilogía de "The Lord Of The Rings" es una épica en todo el sentido de la palabra, no sólo en la escala de los eventos sino en el crecimiento y transformación de los personajes.




The Lord Of The Rings: The Fellowship Of The Ring

I amar prestar aen, han mathon ne nen, han mathon ne chae a han noston ned ´wilith.

“The world is changed. 

I feel it in the water. 
I feel it in the earth. 
I smell it in the air. 
Much that once was is lost, for none now live who remember it...
It began with the forging of the Great Rings.
Three were given to the Elves; immortal, wisest and fairest of all beings.
Seven, to the Dwarf Lords, great miners and craftsmen of the mountain halls.
And nine, nine rings were gifted to the race of Men, who above all else desire power.
For within these rings was bound the strength and the will to govern over each race.
But they were all of them deceived, for a new ring was made.
In the land of Mordor, in the fires of Mount Doom, the Dark Lord Sauron forged in secret, a master ring, to control all others.
And into this ring he poured all his cruelty, his malice and his will to dominate all life.
One ring to rule them all.
One by one, the free peoples of Middle Earth fell to the power of the Ring.
But there were some who resisted.
A last alliance of men and elves marched against the armies of Mordor, and on the very slopes of Mount Doom, they fought for the freedom of Middle-Earth…
Victory was near, but the power of the ring could not be undone.
It was in this moment, when all hope had faded, that Isildur, son of the king, took up his father's sword…
And Sauron, enemy of the free peoples of Middle-Earth, was defeated.
The Ring passed to Isildur, who had this one chance to destroy evil forever, but the hearts of men are easily corrupted.
And the ring of power has a will of its own…
It betrayed Isildur, to his death.
And some things that should not have been forgotten were lost.
History became legend.
Legend became myth.
And for two and a half thousand years, the ring passed out of all knowledge.
Until, when chance came, the ring ensnared another bearer…
The ring came to the creature Gollum, who took it deep into the tunnels under the Misty Mountains, and there it consumed him.
The ring gave to Gollum unnatural long life.
For five hundred years it poisoned his mind; and in the gloom of Gollum's cave, it waited…
Darkness crept back into the forests of the world.
Rumor grew of a shadow in the East, whispers of a nameless fear, and the Ring of Power perceived.
Its time had now come…
It abandoned Gollum.
But then something happened that the Ring did not intend.
It was picked up by the most unlikely creature imaginable.
A hobbit, Bilbo Baggins, of the Shire.
For the time will soon come when hobbits will shape the fortunes of all”...

I M P R E S I O N A N T E.
208 minutos, es decir 30 minutos más en la versión extendida, sentado en el sofá de mi casa aunque levitando en estado de gracia, y cuando la película llega a su fin, aún quieres más y más y más; ansías ver las tres partes de esta epopeya fantástica de un sólo tirón, hecho que hice junto a mis sobrinos (Javier, Mónica y Guillermo) en un día completo que generó desayunar, almorzar y cenar en el sofá, hasta que terminó con la ducha para ir a dormir y soñar con la continuación de la saga en nuestros sueños…
El camino es largo...
El siglo XXI inicia con una obra monumental y maravillosa por no decirlo menos.
Haciendo que el cine como arte se encumbre a lugares inexplorados.
Su rescate de los valores como la amistad, el valor, la compasión, los sentimientos de un padre hacia su hijo y muchos otros.
Muestra ese paso de la oscuridad (Middle-Earth) hacia la luz, con un aire esperanzador en la raza humana.
Con una dirección increíble de Peter Jackson, haciendo una labor de gran respeto al trabajo de J.R.R. Tolkien.
Inolvidables actuaciones de todo el reparto.
Una obra maestra completa muestra de lo que es y debe ser el cine.
The Lord Of The Rings: The Fellowship Of The Ring es la primera película de la trilogía cinematográfica de The Lord Of The Rings, basada en el primer tomo de la novela homónima del escritor británico de literatura fantástica J. R. R. Tolkien.
La película fue ganadora de 4 Oscar en la edición de los Premios de la Academia del 2002, de un total de 13 nominaciones:
«Mejor fotografía», «Mejor banda sonora», «Efectos visuales» y «Mejor maquillaje».
Las otras categorías en las cuales estuvo nominada fueron:
«Mejor director», «Mejor película», «Mejor actor de reparto», «Mejor guión adaptado», «Dirección artística», «Mejor sonido», «Mejor canción original», «Mejor vestuario» y «Mejor montaje».
La película se encuentra actualmente en undécimo lugar entre las películas de mayor recaudo de taquilla a nivel mundial.
Esta primera parte de la trilogía fue estrenada el 19 de diciembre de 2001
El diseño de producción comenzó mientras Peter Jackson, Fran Walsh y Philippa Boyens se encargaban de escribir el guión, ya que no era necesario esperar a que éste estuviera terminado gracias a las descripciones ofrecidas por la novela.
Desde un principio Jackson dejó claro al equipo de diseñadores de Weta Workshop que no quería "cine fantástico estilo Hollywood", sino autenticidad.
El trabajo que los artistas Alan Lee y John Howe habían realizado durante años ilustrando las obras de J. R. R. Tolkien, fue el que más le gustó a Jackson, tanto que mientras escribía el guión tenía colgados sus dibujos en la pared para que le sirvieran de inspiración.
Ambos aceptaron la oferta del director para participar en la trilogía como artistas conceptuales y se unieron a los trabajadores de Weta en su estudio de Nueva Zelanda.
Procuraron darle un diseño distintivo a cada raza que aparece en la novela, tanto en su vestimenta como en su armamento o arquitectura, estableciendo diseños simbólicos.
Además trataron de insinuar "una noción de historia del arte" porque, dentro de la ficción, Middle-Earth había sido construida en gran parte por los númenóreanos, una raza de hombres casi extinguida en la época en la que transcurre la película, y aún quedaban vestigios de ella.
Inclusive se trabajo en la forma de caminar, de hablar, de luchar incluso de gesticular de cada criatura para poder distinguirlas en esos aspectos.
Weta Digital, empresa creada por Peter Jackson con base en Wellington (Nueva Zelanda) fue la encargada de añadir los efectos visuales.
La mayor parte de la toma ambiental de la trilogía tiene algún tipo de manipulación digital.
Como por ejemplo el troll de las cavernas que aparece en Moria, esta fue la primera criatura que esculpió el diseñador Richard Taylor y la primera en ser escaneada para su creación digital.
Tras construir su esqueleto y sus músculos por ordenador, los diseñadores de Weta Digital incorporaron la piel escaneada y realizaron una animación de prueba con varios movimientos del troll y una pelota, con el fin de mostrar los resultados a New Line.
Para planificar la escena donde el troll ataca a la Comunidad del Anillo en la tumba de Balin, los diseñadores construyeron digitalmente una copia exacta del plató donde se iba a rodar y le incorporaron a los nueve personajes y al troll, todos ellos con movimientos capturados.
Usando esta misma técnica, los diseñadores incorporaron unos electrodos a un tronco para que simulara una cámara y Peter Jackson, usando unas gafas de realidad virtual para ver el plató digital que había sido realizado por ordenador, filmó la escena que le serviría de guía para el rodaje como si el troll estuviera en un plató real.
Steven Regelous, uno de los trabajadores de Weta, diseñó el software Massive para facilitar la materialización por pantalla de las grandes huestes militares que aparecen en el prólogo de The Lord Of The Rings: The Fellowship Of The Ring; capaz de crear miles de individuos por ordenador, el software les otorga además una inteligencia artificial que permite añadirles conductas individuales y dotarles de movimiento.
Seis meses después del estreno de The Lord Of The Rings: The Return Of The King, en algunas salas de varios cines de Norteamérica y otros países, se proyectaron unas versiones extendidas de la trilogía con escenas inéditas y con escenas extendidas; estas versiones son más fieles a los libros de Tolkien que las versiones normales de cine.
Como puntualicé, New Line Cinema lanzó al mercado las tres películas extendidas en DVD, en lo que se llamaron "Platinum Edition", que consiste en setpacks de 4 discos por película, 2 DVDs de película y 2 DVDs de material extra y detrás de cámaras; posteriormente se lanzó al mercado la Edición de 2 discos, los cuales solo incluyen los 2 discos de película, sin incluir material extra.
Tengo a Peter Jackson por uno de los directores que mejor ha sabido captar el objeto del formato DVD.
No sólo por el hecho de poder ver la película en versión original y un montón de idiomas, sino porque al espectador que le gusta la película puede tener el placer de conocer como se diseñó, se hizo, se tomaron o dejaron hilos argumentales... en fin todo el placer de montar una obra del 7º arte...
¡Que por eso se llama arte, y no lo hace cualquiera!
The Lord Of The Rings: The Fellowship Of The Ring es la primera entrega de la saga.
Y es un film denso que cuesta apreciar.
No termina de enganchar a todo el público, y recién sobre el final comienza a tomar ritmo.
El principal problema es la densidad de la obra en sí: hay demasiados caracteres, demasiadas historias, demasiadas razas y demasiados diálogos.
Puede decirse que el mérito de Jackson es, ya que The Lord Of The Rings: The Fellowship Of The Ring, es un largo prólogo a la gran historia contenida en las siguientes dos entregas, tirar tantos conceptos de la forma más simple e ilustrativa, de manera que el público pueda atrapar la mayoría y sepa entender de qué va la obra.
Curiosamente puede ser un film para ver inmediatamente después de The Lord Of The Rings: The Return Of The King, y entender, por ejemplo, por qué la hechicera Elfo Galadriel decide tomar el barco que lleva al Mar (o al más allá), etc.
Diálogos y actuaciones son muy buenos, y eso es lo que amerita la visión del film, más allá de la densidad argumental.
Es la interacción de los personajes lo que atrae de esta entrega, además de la belleza de sus imágenes.
En general, los caracteres lucen pintorescos (recién cobrarán estatura épica en las próximas dos entregas), y la persecución por los caballeros negros tras Frodo añade cierto condimento a un relato muy dialogado.
Y sólo será cuando la comunidad llegue a las Minas de Moria, que el film empieza a vislumbrar todo lo que se puede esperar de lo que sigue.
Pero, mientras, la sensación de peligro es más teatral que otra cosa.
El primer acto, por decirlo de una manera, funciona como presentación en relación con las otras dos películas, pero también como una película con entidad propia, dotada de espectacular desarrollo en todas sus vertientes.
Una de las mayores virtudes de la cinta es que se toma su tiempo para narrar el relato, caracterizar a los personajes, admirar los paisajes...sin atropellos ni estridencias.
Así, pasamos del carácter atmosférico y misterioso de la primera hora a la belleza y reposo de Rivendel, para llegar a la acción, la espectacularidad y el dramatismo y a un dilatado final poético, lírico, trágico y que rubrica la majestuosidad de todo el metraje.
Todos estos elementos serían combinados e intensificados en los dos partes siguientes con excelsa maestría, pero en ésta ya tienen la fuerza y calibre suficiente como para dejar al respetable sencillamente sin palabras.
Todo ello se debe al virtuosismo de Jackson tanto en el trabajo de dirección como en el de montaje, combinando clasicismo y modernidad a la perfección, dosificando la emoción, la intensidad, la furia, la paz, sorprendiendo con constantes nuevos ángulos, detalles y perspectivas.
Sin embargo, estos trabajos no serían nada si no hubiera un excelente guión detrás, minucioso y detallista, y unos actores magníficos, que consiguieron hacer suyos los personajes por completo.
Y del trabajo técnico... poco se puede decir, salvo que es uno de los más brillantes de la historia.
Absolutamente todo está equilibrado e interacciona para dar a la cinta realismo y credibilidad, además de deleitar al espectador con unos paisajes bellísimos (y muy bien fotografiados) o no dejarle respirar con unos efectos especiales de infarto.
Capítulo aparte merece la banda sonora de Howard Shore, que es ya un clásico del cine contemporáneo.
La música de Shore con una partitura épica llena de misticismo, con un tema central muy pegadizo y hermosas melodías que describen a la perfección los distintos cambios emocionales en la narración.
The Lord Of The Rings al completo, es todo un regalo para cualquier espectador, y tiene en esta película su poderoso arranque, configurando una historia larga, densa, rica, compleja y apasionante.
Uno no puede dejar de sentirse atrapado por una película que nos transporta a un mundo ficticio, lleno de los más inimaginables seres, lugares y situaciones.
No nos podemos abstraer de lo que significa esta película dentro del género aventuras y fantasía, un jalón muy difícil de olvidar.
Una marca que quedará grabada y será considerada como una obra maestra, sin lugar a dudas.
La película es una epopeya que sumerge inmediatamente al espectador dentro de su sugerente historia y contagia cada sentimiento que transmite: valor, coraje, solidaridad, compañerismo, emprendimiento para el logro de objetivos justos, aventura que combina mucho sentimientos simples como el amor, la bondad y la malicia tantas veces retratada, la alegría del triunfo y la decepción del fracaso, etc.
El objetivo principal del filme está holgadamente logrado: entretener con situaciones llenas de energía, entusiasmo y con el toque de misticismo propio de la fantasía.
La película es una frenética aventura que atrapa desde los sentidos, pero que a su vez nos muestra muchas variantes como para que el entretenimiento no sea vacío como en la mayoría de filmes de fantasía.
La historia es brillante, dejando un poco de lado si es o no fiel al relato de Tolkien, pienso que la trama de la película es una invitación a lanzarnos a una aventura llena de míticos personajes, sombríos paisajes, emocionantes batallas, maravillosos efectos especiales muy bien logrados, escenarios naturales magníficos y muchos de los ambientes generados por CGI son sencillamente deslumbrantes.
La película tiene un ritmo variante y ello es importante porque no es pura acción, sino que hay momentos de reflexión para después seguir acelerando y desacelerando las instancias de narración tramatica.
Comienza con una introducción que nos va preparando para la aventura, se nos dosifica muy bien la información como para ir compenetrándonos y envolviéndonos en el espíritu de la epopeya.
Y es prácticamente imposible no aceptar el reto de ver este filme que nos alejará de la realidad diaria y nos sumergirá en situaciones llenas de extrema acción con la consiguiente ansiedad de estar pendiente cómo sigue la narración.
Una experiencia única, irrepetible que marca al cine moderno por el descomunal trabajo de llevar a la pantalla grande una historia fascinante.
Las actuaciones son deslumbrantes, (ninguno actor es norteamericano), si bien hay protagónicos destacados, los actores se compenetran tanto con los personajes que se forma un bloque indisoluble donde todo es creíble, donde se nota un trabajo descomunal por parte de ellos, tanto en el plano físico como en los registros más dramáticos también.
No se puede soslayar al protagonista principal, el director.
Jackson da vida de manera asombrosa y convierte la magia de la narración y en imágenes en movimientos muy bien conseguidas.
Muy meritorio el trabajo que supone armar, dirigir y estar en todos los detalles de esta fascinante aventura.
En The Lord Of The Rings: The Fellowship Of The Ring se nos presenta la historia, tenemos un filme muy cambiante de ritmo, con escenas de acción muy bien logradas y espacios para el diálogo y la reflexión donde se planifica cómo llevar adelante el plan.
El vestuario, el maquillaje y la fotografía son maravillosas, a decir verdad todo desde lo técnico no posee errores.
Están muy bien cuidados todos los detalles para que nada se improvise o no esté a la altura de las circunstancias del espectro general del filme.
Una obra imprescindible para ver y rever cuantas veces se quiera, una maravilla que hace volver a creer en el cine fantástico con profundidad de discurso y que se atreve a ir más allá de la mera diversión y exaltación de adrenalina.
La aventura lograda en términos fílmicos es una delicia: la trilogía es en primer término una aventura, y la cinta toma todas las letras de este término para mostrarnos y saturarnos de todo lo imaginable: uno no ve Middle-Earth, uno se adentra en ella...
La imaginación del director nos traslada al lugar y al momento, a la historia y al conflicto, y eso es un mérito que no todos los directores hubieran logrado...
La aventura implica acción y momentos de pausa y reflexión, y así las transiciones de The Shire a Rivendel a Moria (uno de los mejores momentos del filme) y al encuentro con Galadriel son una antesala perfecta para la batalla que marca la separación de la Comunidad: la muerte honrosa de Boromir, la caída de Gandalf, la decisión de Frodo, la correcta modificación del guión para hacer más explícita la reflexión de Frodo en sus decisiones...
¡Ahh! ¡Qué maravilla!, ¡Qué logro y mérito!...
Es obvio que hay algunas cosas que no son perfectas, pero el global es tan intenso y tan bien logrado que eso es secundario...
Jackson nos lleva con una destreza comparable con la de Gandalf en las minas, y con una precisión y un buen ojo que sólo Legolas podría igualar... el valor de la cinta es como el de Frodo, y el arrojo y orgullo de Aragorn está presente desde los primeros acordes y cuadros...
Todo, todo, hasta los nombres que he omitido, están ahí y son parte de la cinta....
Si la historia de Frodo habla de la importancia de la hermandad y la necesidad de fuerzas dentro de uno mismo para salir adelante, digamos que la labor del director es un digno equivalente, y la comunidad es su equipo de producción y reparto, pues casi un año se dice muy fácilmente pero significa mucha, mucha convivencia...
Middle-Earth está impecable: todo se vale, miniaturas, diseño de producción magistral, cámara con posiciones y trucos ópticos simples para dar la idea de las relaciones de tamaño de los personajes (¡una maravilla! Pese a lo que crean, no todo fue trucaje vía capas, hay muchas tomas que sólo dependieron de la óptica para haber sido logradas), y obviamente hay CGIs, pero no en demasía, un recurso que hubiera sido simple pero que el director evitó donde pudo lograr su visión sin esa tecnología (y ganó en secuencias realistas)... una joya por donde quieran verla...
La fotografía.
Maravillosa, es de Andrew Lesnie (Babe y similares, reconocido en tierras Australianas)
Los actores: difícil elegir a los mejores ya que en general todos son sobresalientes...
Me quedo con el convincente Frodo, definitivamente con el poderoso Gandalf, también con el peculiar Bilbo, la hermosa Arwen (Liv Tayler, breve pero bien lograda, pese lo que puedan creer), y con la maldad de Saruman (Christopher Lee)... Cate Blanchet en su rol de Galadriel es también aceptable...
Los detalles para los seguidores de Tolkien están ahí, desde los escenarios hasta los broches de las capas élficas, pero los no-iniciados y los que aún no leen la obra pueden verla y comprenderla en forma general...
A mi juicio, sin embargo, la cinta se disfruta miles de veces más después de haber leído la historia, y puede ser tremendamente compleja como para pretender que la cinta será la única referencia sugerida...
Las entregas siguientes, The Lord Of The Rings: The Two Towers y The Lord Of The Rings: The Return Of The King, son mejores en intensidad que esta, estamos hablando entonces de una nueva leyenda, una historia que opacará todas las cintas del género, y que no sólo es un más que digno ejemplo de haber llevado la historia a la pantalla, sino un ejemplo y un parte aguas, no sólo de la fantasía sino del cine en general...
La edición discográfica de la película empieza con The Prophecy, que marca lo que posteriormente será la piedra angular de la composición: Masas corales impresionantes.
Concerning of the Hobbits es uno de los temas más bellos del disco.
De claras influencias celtas, la flauta protagoniza las primeras notas, para dar paso a un violín alegre, jovial, que enlaza en un último momento con la orquesta.
The Shadow of the Past es el transito a la atmósfera terrorífica.
Un paso a un ambiente opresivo creado para la ocasión por Shore, con la aparición de unos coros con reminiscencias de The Omen, pero sin ese cargado tono religioso del único Oscar de Goldsmith.
The Treason of Isengard tiene un comienzo pausado, para de nuevo sorprendernos con una masa orquestal descomunal, propia de cualquier composición de David Arnold.
De nuevo hacen acto de aparición los coros con un protagonismo casi absoluto.
Cerrando los ojos no podemos contener la emoción al pensar en la impresionante unión de las imágenes con la música.
The Black Rider es uno de los momentos claves de la partitura.
De nuevo hace acto de aparición el tema de los Hobbits pero con un tempo mucho más acalorado, descriptivo de las imágenes.
Todo se calma cuando el caballero oscuro aparece.
Y todo cambia.
Los coros empiezan a hacer acto de presencia.
Ya explicamos cuáles son los personajes que conectan con los coros.
Evidentemente, las tropas oscuras de Sauron.
At the sign of the Prancing Pony empieza con una atmósfera amenazante para poco a poco deshacerse de ella, y otra vez caer.
Los Caballeros Oscuros persiguen a los Hobbits y eso no para de reflejarse en la música.
El grado de opresión es muy alto y Shore, con su música, consigue lo que el director pretenderá conseguir con las imágenes.
Con sólo escuchar, sabemos cuándo Frodo se pone el anillo.
A Knife in the Dark sigue con esa atmósfera terrorífica.
Y es cuando nos damos cuenta de que Shore es sin duda la mejor elección para llevar a cabo este proyecto.
Los Hobbits no consiguen deshacerse de los Jinetes oscuros.
Los coros martillean nuestros oídos en un crescendo incesante, llegando a cotas sobrecogedoras.
Este tema puede considerarse como el más marcadamente terrorífico de la partitura con una percusión que domina en un ritmo que no desfallece la persecución del anillo.
Flight to the Ford comienza con una voz femenina en un momento de descanso.
La delicadeza demuestra la, ya conocida por todos, versatilidad de Shore.
Pero este descanso no es eterno.
De nuevo las tropas oscuras no tardan en encoger el corazón de nuestros protagonistas.
El anillo es un preciado botín que ha de tomarse las vidas que haga falta.
Many Meetings es un tema luminoso, con coros femeninos que reflejan cierto grado de religiosidad, algo que se consigue gracias a la orquesta.
Y de nuevo el tema de los Hobbits pero sin esa flauta celta, a merced de la orquesta.
The Council of Elrond comienza con ese halo religioso de Many Meetings.
Y entonces la voz de Enya empieza a sumergirnos en una tierra inexplorada, sólo por la mente, en ese viaje a la literatura, un mundo tan real que parece histórico, el mundo de Tolkien.
Y aparece un nuevo tema, el tema de la Comunidad que llevará el anillo, el grupo que velará por su salvaguarda hasta decidir qué hacer con él.
Sencillamente no tiene precio.
The Ring Goes South describe el viaje de la comitiva del anillo, así lo refleja el tema de éste, que seguramente se fundirá con algún que otro momento fotográfico sin parangón.
Pero volvemos a las tinieblas con A Journey in the Dark, más concretamente a las minas de Moria.
Los coros masculinos así nos lo dan a entender, como también la típica atmósfera opresiva de Shore.
Ahora los Hobbits no se encuentran solos y la música no solo describe momentos de persecución, sino de lucha.
The Bridge of Khazad-dûm es un tema impresionante, propio del Conan de Poledouris.
La espectacularidad que roza Shore aquí no tiene precedentes en su carrera.
Ninguna de sus partituras alcanza tal cota de grandeza.
Los coros masculinos hacen acto de aparición pero más agresivos si cabe, con una percusión que no cesa en su ritmo, y unas trompetas que describen la lucha.
Los coros alcanzan una grandeza no escuchada antes en ninguna composición cinematográfica.
Pero los buenos son los buenos, y el tema de The Fellowship Of The Ring hace acto de aparición de forma heroica, aunque de todas formas la cosa no termina muy bien para ellos.
La voz de un niño intentando calmar un poco el ambiente (demasiado cargado), cierra este magnífico tema.
Lothlorien tiene un cargado sabor árabe, gracias a lo etéreo de la voz de Elisabeth Fraser.
Un coro pseudoreligioso ocupa un segundo lugar.
The Great River describe uno de los momentos más bellos de la película, el paso de la comitiva por los pilares de Argonath, que tan magníficamente quedan en uno de los pósters promocionales.
Amon Hen es la última toma de contacto con los seres oscuros.
El grado de oscuridad es el establecido durante toda la audición del CD.
The Breaking of the Fellowship describe lo que todos sabíamos.
Que esta historia continua, dejando así las puertas abiertas para lo que le pueda suceder al anillo.
Un niño, Edward Ross, termina el tema con una versión cantada del tema del consejo del anillo.
May it be es un broche de oro para esta impresionante composición, con una Enya que recuerda a la de sus comienzos, su mejor momento, para finalmente dar paso al tema de la Comunidad, y así cerrar tan incomparable composición.
En conclusión, Shore ha compuesto una partitura que eclipsa a todas sus contemporáneas.
El nivel de esta obra está muy por encima de todo lo que hemos escuchado.
Pero no hay que olvidar que, aunque la aparición de Enya dé a engaño, estamos ante una composición eminentemente terrorífica y con una atmósfera muy cargada, siendo los temas celtas algo casi anecdótico.
El que piense que va a encontrar aquí un nuevo TITANIC, está muy equivocado.
Va a encontrar un nuevo... un nuevo...
¡Lo siento!, pero no hay precedentes.
The Lord Of The Rings tiene sabor propio y eso es lo que más revaloriza el resultado final, a todas luces…
IMPRESIONANTE.
Otro aspecto, polémico, cuenta aunque Peter Jackson se ha saltado fragmentos importantes de la novela o ha simplificado otros, hay que reconocer que ha sabido contentar a todos los que nos consideramos seguidores de esta magna obra literaria.
Bien es cierto que su realización a veces abusa de los movimientos de cámara frenéticos o de la cámara lenta, habiendo deseado al respecto que las imágenes discurrieran con un estilo más clásico, pero hay que reconocer que logra con ello momentos ciertamente espectaculares (el troll en Moria).
También es un acierto que los orcos no sean criaturas por ordenador, ya que las batallas permiten exhibir una necesaria crueldad.
Por último, reseñar el talento de Jackson a la hora de mostrar los instantes en los que Frodo introduce el anillo en sus dedos, haciéndose invisible con ello a ojos de los demás.
Son escenas que sorprenden gratamente, pues se alejan por completo de los cánones establecidos por la habitual comercialidad de Hollywood.
En general, la mayor parte de actores realizan un trabajo notable que consigue efectivas cuotas de empatía, sin embargo la labor de algunos merece ser destacada por encima del resto.
Ian McKellen como Gandalf ofrece otra de las magistrales lecciones interpretativas a las que nos tiene acostumbrado.
Elijah Wood no sólo soporta con gran dignidad su protagonismo en el difícil papel del hobbit Frodo, sino que aborda su ejecución de manera excepcional.
Ver a ambos en las escenas que propician este mano a mano intergeneracional es un auténtico deleite.
Viggo Mortensen como el oscuro y fiel Aragorn, Sean Bean como el atormentado Boromir o Ian Holm como Bilbo, también deben ser mencionados.
Todos poseen un misterioso, interesante y entrañable perfil psicológico que tomaría volúmenes explicarlo.
Sin entrar ahora en tan prolija discusión, lo que sí parece claro es que se abordan realidades humanas con gran profundidad y sensibilidad, eternas en el tiempo y en el espacio: la lucha por hacer el bien y no ser arrastrado por el mal, la ambición de poder y el egoísmo, la capacidad de sacrificio o de lealtad, los ideales por los que luchar o la degradación de los seres más sublimes, la misión de cada uno en la vida o cómo aprovechar el tiempo que a cada uno le ha tocado vivir.
Detrás de todo hay una rica antropología, positiva y optimista, a la vez que un análisis esperanzador de nuestro mundo y nuestra sociedad.
El escritor inglés más de una vez dijo que lo que a la gente le interesaban eran "historias humanas", y eso es lo que él escribió.
Que Tolkien fuese un católico consecuente, que en su libro se refleje una moral y unas virtudes cristianas, eso es otro asunto; algunos echan en falta referencias más explícitas al respecto -personajes que recen o una simbología religiosa más clara-, pero no se trataba de eso.
Todos sabemos que Frodo ha sido el elegido para una misión que le supera y para la que no está preparado: no es más que un personaje ordinario, sin historia y sin cualidades; todo eso no es necesario, porque basta el corazón y la fidelidad, la responsabilidad y la conciencia generosa para afrontar los peligros que le esperan.
Tolkien no escribió la obra pensando en una moraleja, aunque en su revisión reconoció que se le había "escapado" un planteamiento ante la vida en el que todos podíamos y deberíamos ser un poco héroes, y asumir nuestra misión sacrificándonos por las demás "razas" de Middle-Earth.
Hoy todo esto resulta muy actual, y tendríamos que hablar de solidaridad, tolerancia y libertad.
En definitiva, The Lord Of The Rings: The Fellowship Of The Ring es una historia de aventuras sobre la amistad, la pasión, la sabiduría que deben prevalecer a las peligrosas tentaciones de codicia, traición y poder.
Claro, hay maneras y maneras de contar lo mismo, y el genio de Tolkien le permitió crear un mundo repleto de magia y fantasía para hacerlo.
Por suerte, más allá de los aciertos y los errores, The Lord Of The Rings: The Fellowship Of The Ring de Peter Jackson llega a donde no pudieron llegar ni Burton con sus simios, ni Lucas con su fantasmal amenaza, ni Spielberg con sus androides, ni Columbus con su hijo Potter.
Un diez rotundo y sin apenas fisuras para este eterno adolescente, que ha levantado un escultural episodio cinematográfico sobre unos cimientos que siempre había demostrado controlar.

“Even the smallest person can change the course of the future”.
(Galadriel "Lady of Light")





The Lord Of The Rings: The Two Towers

“Edra le men, men na guil edwen, haer o auth a nîr a naeth”.

“I know.
It's all wrong.
By rights we shouldn't even be here.
But we are.
It's like in the great stories, Mr. Frodo.
The ones that really mattered.
Full of darkness and danger, they were.
And sometimes you didn't want to know the end.
Because how could the end be happy?
How could the world go back to the way it was when so much bad had happened?
But in the end, it's only a passing thing, this shadow.
Even darkness must pass.
A new day will come.
And when the sun shines it will shine out the clearer.
Those were the stories that stayed with you.
That meant something, even if you were too small to understand why.
But I think, Mr. Frodo, I do understand.
I know now.
Folk in those stories had lots of chances of turning back, only they didn't.
They kept going.
Because they were holding on to something...
…That there's some good in this world, Mr. Frodo... and it's worth fighting for”

Lo bíblico y lo shakesperiano, así, tal cual, se engarza en el impresionante arranque de esta aventura, que se erige en un prodigio narrativo de construcción visual, y sin lugar a dudas en lo más hermoso que ha filmado jamás Peter Jackson.
El camino continúa…
Teóricamente se trata del film más difícil (el primero tiene la ventaja de la novedad, el tercero el de presentar el emocionante desenlace final), pero Jackson ha sabido no enredarse y combina las tres subtramas descritas antes con innegable maestría.
A los hermosos paisajes que ya pudimos disfrutar en The Lord Of The Rings: The Fellowship Of The Ring (nos deja sin resuello la larga carrera de Aragorn, Legolas y Gimli por las espectaculares montañas), se suman espectaculares escenas de batalla nunca vistas, sobre todo la del Helm’s Deep.
Desafíos como el del diseño de los ents son resueltos sin ningún problema.
La película fue una vez más nominada al Oscar (6) incluyendo “mejor película”, “mejor montaje”, “mejor dirección de arte”, y “mejor sonido”; ganando 2 Oscar: “mejores efectos sonoros” y “mejores efectos visuales”.
Una verdadera hazaña si se tiene en cuenta la posible tendencia de los académicos a no votar un film cuya primera parte estuvo nominada el año anterior.
The Lord Of The Rings: The Two Towers está basada en el segundo tomo de la novela The Lord Of The Rings, del escritor británico J. R. R. Tolkien.
Es la secuela de The Lord Of The Rings: The Fellowship Of The Ring y precede a la última entrega de la serie, The Lord Of The Rings: The Return Of The King.
Dirigida por el director neozelandés Peter Jackson y escrita por él mismo, junto con su esposa Fran Walsh y Philippa Boyens.
Los actores aportaron ideas durante el rodaje, hecho que, junto con las protestas de los fans por informaciones filtradas en Internet, hizo que el guión sufriera numerosas modificaciones.
El rodaje tuvo lugar en Nueva Zelanda entre los años 1999 y 2000.
The Lord Of The Rings: The Two Towers se estrenó el 18 de diciembre de 2002 y recibió en general buenas críticas, convirtiéndose en la película con mayor recaudación en taquilla ese año.
Tan sólo en su primer día, The Lord Of The Rings: The Two Towers recaudó 42 millones de dólares (26 millones en Estados Unidos y 16 millones en otros ocho países), el doble que The Lord Of The Rings: The Fellowship Of The Ring.
En carteles oficiales y otros productos, Jackson decidió usar como torres a Orthanc y Barad-dûr, las dos torres del mal, aunque Tolkien nunca dejó claro de cuáles se trataban.
En una carta dirigida a Stanley Unwin, presidente por aquel entonces de la editorial encargada de la publicación de The Lord Of The Rings, George Allen & Unwin, Tolkien decía que la identidad de las torres quedaba en la ambigüedad, pues podría referirse tanto a Orthanc y Barad-dûr (las dos torres relacionadas con el enemigo), como a Minas Tirith y Barad-dûr (las dos torres más poderosas de cada bando) o a Orthanc y Cirith Ungol (las dos torres que aparecen en los últimos pasajes de los libros III y IV del tomo).
Por otro lado, New Line quería un nuevo prólogo para esta parte en el que se recordara lo ocurrido en The Lord Of The Rings: The Fellowship Of The Ring, pero los guionistas se negaron para evitar un exceso de información.
La escena inicial de la lucha entre Gandalf y el balrog estaba pensada desde los guiones iniciales que se ofrecieron a Miramax e iba a ser más larga, mostrando a un balrog hecho de fango debido a su caída al agua de las Misty Mountains.
No obstante, debido al alto presupuesto que suponían los efectos especiales de esta escena (unos 50.000 dólares según Jackson) se decidió eliminarla.
Desde el principio, Jackson descartó incluir en The Lord Of The Rings: The Two Towers las escenas de Shelob para evitar que coincidieran con la batalla del Helm’s Deep y el clímax de ésta se rompiera.
Además, de esta forma conseguían seguir un orden cronológico que J. R. R. Tolkien no hizo en la novela, ya que los hechos ocurridos en el antro de Shelob coinciden en el tiempo con el asedio de Minas Tirith.
El traslado de estas escenas a The Lord Of The Rings: The Return Of The King hizo que la historia de Frodo, Sam y Gollum perdiera fuerza, siendo éste uno de los motivos que llevaron a los guionistas a alterar la trama con Faramir y la aparición del ataque a Osgiliath.
El otro motivo que les llevó a esta alteración fue que, tras tratar de convencer de que el Anillo es malvado y está consumiendo a su portador, no podían dejar que Faramir prestara su ayuda sin más a los hobbits y no se viera tentado por el poder del Anillo, siendo así una posible amenaza para la misión de Frodo y Sam.
Debido a las críticas surgidas por la desaparición del personaje de Tom Bombadil en The Lord Of The Rings: The Fellowship Of The Ring, los guionistas decidieron rendirle un homenaje: trasladaron al viejo Hombre-Sauce al bosque de Fangorn para que atacara a Pippin y Merry, y Treebeard es el que se encarga de salvarles pronunciando palabras similares a las Bombadil en el libro.
Esta escena tan solo aparece en la edición extendida del DVD de The Lord of the Rings: The Two Towers.
La empresa Weta Digital fue la encargada de añadir los efectos visuales a las tres películas.
Al igual que ocurrió con el guión, los trabajadores de Weta admitieron que The Lord Of The Rings: The Two Towers supuso mayor dificultad que The Lord Of The Rings: The Fellowship Of The Ring debido al mayor número de tomas y a la aparición de personajes digitales nuevos, como Treebeard y el espectacular Gollum.
Todos somos Gollum: Quizá el gran ACIERTO de The Lord of the Rings: The Two Towers, así, CON MAYÚSCULA, es Gollum, diseñado digitalmente a partir del actor Andy Serkis, que le presta su voz.
Jackson ha logrado reproducir de modo notable la duplicidad de la criatura, donde pugna su parte corrompida por el Anillo, atraído por el Mal, y su parte noble, que aprecia la humanidad con que le trata Frodo.
Todo espectador entiende esa deliberación entre lo que uno sabe que debe hacer, y lo que le apetece, que resulta placentero y cómodo, aunque no lo mejor.
Frodo entiende aquello por lo que está pasando Gollum, pues a él le toca llevar la pesada carga del Anillo, y sabe por tanto las duras pruebas a que fue sometido antaño Smeagol; y también recuerda sin duda las palabras sabias de Gandalf, hablando de que puede que Gollum aún tenga un papel que desempeñar; de momento, el nada desdeñable de guiar a Frodo a las tierras de Mordor.
Gollum es la criatura más perfecta creada por Weta, la empresa encargada de los efectos especiales.
Gran parte del mérito se lo lleva el actor Andy Serkis, que hizo todos los movimientos ataviado con sensores.
A partir de ahí, los técnicos en efectos se pusieron a trabajar, con tanto empeño y dedicación que algunos espectadores consideraron una injusticia que Gollum no fuera nominado al Oscar al mejor de reparto, compitiendo con personas de carne y hueso.
Una de las mejores escenas es aquella en la que una de sus dos personalidades, Sméagol, conversa con su otro yo, Gollum.
En otro de sus alardes de talento, Peter Jackson trató esta esquizofrenia de Gollum rodándole como si fueran dos personajes, en lo que en el lenguaje técnico se llama 'plano y contraplano'.
Shakesperiano Sméagol?
Es del todo fascinante, y muy sencilla en su realización, la secuencia en la que Sméagol y Gollum discuten en el interior de la criatura.
Primero, sin cortes, la cámara se mueve a un lado y a otro, a medida que cambia de personalidad.
Luego, el director recurre al corte, y aunque sabemos que sigue hablando consigo mismo, también percibimos de forma mucho más nítida la lucha interior.
Y pocas veces hemos sentido hasta entonces tanta compasión por una criatura generada por ordenador.
Su dolorosa dualidad respira una verdad y una veracidad sorprendentes.
Esta grandiosa secuencia, además, nos habla de la capacidad de la mente para crear demonios internos, y también para expulsarlos…
Pero, como no podía ser de otra manera, el destino se interpone en los buenos deseos de Sméagol.
Es uno de los aspectos más importantes de la literatura tolkiana: el destino como un elemento inevitable y muchas veces despiadado.
El trío se cruza con Faramir, y los acontecimientos serán cruciales para que Gollum regrese.
Y aquí, además, hay una de las variaciones respecto del libro más inteligentes por parte de Jackson y sus guionistas: hacer más creíble el precioso personaje de Faramir (un estupendo David Wenham), que en la novela se limitaba a dejar marchar a Frodo, sin sentirse tentado por el anillo.
Con esto, conectaba a la perfección con la idea que quería transmitir Tolkien: nadie es completamente bueno ni completamente malo.
Otro aspecto notable es que con el objetivo de que, el público que no había leído la novela, dudara sobre la identidad del mago que aparecía en el bosque de Fangorn ante Aragorn, Legolas y Gimli, el equipo de sonido mezcló la voz de Ian McKellen (Gandalf) con la Christopher Lee (Saruman).
Para la voz del ent Treebeard, de la que se ocupaba John Rhys-Davies, el actor que también interpreta a Gimli, construyeron una caja de madera de dos metros de alto, a la que acoplaron bafles dentro.
En primer lugar, grabaron la voz del actor y la emitieron desde un lado de la caja para volver a grabarla desde el otro; de esta forma, la voz resultante tenía una resonancia de madera.
El 21 de noviembre de 2003 se puso a la venta la edición extendida de la película (43 minutos adicionales!) en un paquete de cuatro DVD, dos con la versión alargada de la película y dos con contenidos extras de una duración total de aproximadamente siete horas, entre los que se encuentran varios documentales largos sobre las influencias de Tolkien y sobre el guión, el rodaje y la producción de The Lord of the Rings: The Two Towers.
Dentro de la película se incluye la opción de escuchar los comentarios de los guionistas, del equipo de diseño, del equipo de producción y postproducción, y del reparto.
En la primera parte, además, se incluye un huevo de pascua oculto, que se trata de una escena de comedia entre Gollum y su intérprete, Andy Serkis, que fue emitida en la ceremonia de los Premios MTV y que considero MEMORABLE.
La versión extendida del DVD recupera el personaje de Boromir, fallecido en la primera parte.
Un flash-back recoge el momento en el que éste es enviado a Rivendel por su padre, Denethor, que no salía en la versión de los cines.
En la cinta Denethor se presenta como un hombre severo, que no muestra ningún cariño por sus hijos, lo que explica en parte la actitud hosca de Faramir.
Por tanto, esta segunda entrega, corresponde al segundo tomo de la obra de Tolkien, el más denso y difícil de adaptar debido a la gran cantidad de personajes y tramas que en él aparecen.
Tras la desaparición de Gandalf en el Puente de Khazad-dûm, y la muerte de Boromir durante el ataque de los orcos, la Comunidad es dividida en tres grupos.
Frodo y Sam se encuentran en las colinas de Emyn Muil, donde descubren que son seguidos por la extraña criatura llamada Gollum, que en esta segunda parte tendrá mucho más protagonismo.
Mientras Aragorn, en compañía de Legolas y Gimli, llega al Reino de Rohan, donde conoceremos a nuevos personajes: el otrora glorioso rey Théoden, ahora manipulado por el maligno Saruman, y su bella sobrina Éowyn.
Y un tercer bando está integrado por los hobbits Merry y Pippin, secuestrados por los Orcos, y que tendrán un papel fundamental en la destrucción de la torre de Saruman.
A esta segunda parte corresponde la magnífica batalla del Helm’s Deep, que nos deja sin aliento cuando vemos a miles de soldados Uruk-hai invadiendo la inexpugnable fortaleza de Rohan o a Gandalf, ahora The White, acudiendo en ayuda de Théoden en compañía de los valientes rohirrim, tirándose al abismo en una escena UNICA Y ESPECTACULAR que crispa los pelos y hace lagrimear.
Si The Lord Of The Rings: The Fellowship Of The Ring había resultado en un tibio comienzo que recién sobre el final de la cinta toma vuelo, es realmente en esta película donde la historia ruge toda su potencia.
Hay cosas que uno sospecha, después de ver varias veces la trilogía, y es que se llega a la conclusión que la historia de los hobbits en el fondo no es demasiado interesante como para cargar el peso del film.
A pesar de su nobleza y de ciertas actitudes heroicas, no es más que una travesía de dos personajes que no tienen a nadie más con quien interactuar, y que viven escapando de los peligros de la travesía.
Quizás el condimento que le faltaba a esa parte venga por la incorporación del Gollum al relato, que le da un enemigo a la altura de los hobbits, y que prueba ser un villano fantástico a la vez que una creatura miserable.
La mímica de voz y gestos por captura de movimientos sobre el actor Andy Serkis es impresionante, amén de que Serkis fácilmente debiera haber merecido un Oscar honorario por su modo de interpretar al personaje de modo memorable.
Pero, aún con la presencia de Gollum, la travesía de Frodo y Sam no termina por enganchar al público - uno espera ansiosamente ver qué pasa con la otra parte de la historia, relativa al reino de Rohan -; y si bien es una gran mejora, recién los hobbits probarán ser interesantes en la siguiente entrega, The Lord Of The Rings: The Return Of The King, cuando el final esté próximo (nota al margen: la historia del anillo y Gollum difiere de los libros; en realidad Bilbo Baggins le había ganado a Gollum el anillo en una apuesta en The Hobbit, pero Jackson decide simplificar esa historia para obtener una premisa inicial más sencilla).
En realidad este film explota todo lo que el público estaba esperando de la historia.
El comienzo de la épica, el choque de fuerzas, el acotamiento de personajes y darles tridimensionalidad, y el comienzo del camino del héroe para Aragorn, aunque no es el único que roba pantalla.
La relación de Gimli y Legolas, de respeto entre guerreros, es muy destacable, así como la transformación de Gandalf, aunque el mago aquí solo cuenta como una participación especial y tomará protagonismo en The Lord Of The Rings: The Return Of The King.
El placer del relato épico se basa en minorías combatiendo a fuerzas descomunales.
Hasta ahora sólo habíamos visto viñetas de lo que podía hacer las fuerzas de Sauron, pero sin duda acá es cuando realmente entran en acción.
Y lo mejor que puede hacer el relato es agregar los personajes del reino de Rohan a la trama.
No sólo le da a Aragorn una estatura romántica que la historia precisaba - Éowyn cae ante sus pies, pero su corazón está con Arwen -, sino que el delicioso dúo entre el Rey Théoden y Éowyn brinda, en breves escenas, un sentimiento de respeto, admiración y ternura.
Y, por supuesto, está el sentido del destino, donde todo se va construyendo lentamente hacia el clímax en el Helm’s Deep.
Sin embargo, hay fallas menores.
La primera es la ausencia de explicitar la distribución de Middle-Earth, ya que la abundancia de datos puede marear al espectador.
Las fuerzas del mal están divididas en dos torres, ubicadas en cada extremo de Middle-Earth; Isengard, comandada por Saruman y pegada a Rohan; y Mordor, donde mora Sauron - aguardando al anillo - que está próxima a Gondor, antiguo reino de los antecesores de Aragorn.
La segunda falla es el tenor del carácter de Théoden, que muchas veces parece actuar caprichosamente al comandar la batalla.
Y una tercera, que podríamos concluir después de ver ésta y la siguiente entrega, es que en el fondo las fuerzas del mal son unos torpes incapaces que con decenas de miles de soldados superando al enemigo son impotentes para derrotar al resto siquiera una vez, etc.
Como siempre, la capacidad de Jackson para comandar la pantalla permite ampliamente superar estos defectos mediante una masiva y constante inyección de adrenalina, y un encantamiento de la platea por los personajes.
Pero mientras que Théoden resulta imperfecto en cuanto a su capacidad de líder, es impecable como metáfora del destino.
En sus parlamentos contribuye a crear la épica: desde el adiós a su hijo en el cementerio, hasta llevar a su pueblo al exilio (y a una posible masacre), o sabiendo que la batalla está perdida de antemano, continuando con su trabajo de estimular a sus tropas, define una sensación de que la suerte de una era depende de la suya y de su pueblo.
Quizás el problema de The Lord Of The Rings: The Return Of The King sea que hay muchas batallas y todas se visten como cruciales, sin tanto tiempo para construir la expectativa del espectador... al menos no como en The Lord of the Rings: The Two Towers, donde sólo hay una y todo parece indicar que el mundo depende de ella.
Théoden es un personaje fascinante, más allá de ciertos defectos.
Y hay en sus diálogos poesía pura y sentido trágico, que revisten a la historia de una profundidad y belleza similar a la de ciertas escenas de Shakespeare.
Realmente es a través de su historia en que el relato nos hace olvidar de lo ingenuo de sus premisas - ya no es una historia de criaturitas, magos y seres imaginarios -, sino que lo viste con auténtica sensación de peligro y urgencia.
Y por otro lado, Aragorn crece en estatura heroica, a su vez que su relación de compañerismo con el resto de la comunidad le provee humanidad a los personajes.
Si este es el turno de los héroes, tampoco debemos olvidar a Merry y Pippin.
Ciertamente la escena del bosque con los Ents es algo infantil, pero no carece de valor o de reconocimiento para sus protagonistas.
Reitero el punto de que los hobbits no resultan totalmente adecuados como personajes heroicos.
Sin duda es una obra maestra; no sólo por la logística de coreografiar una batalla, sino por hacerla impresionante, emotiva y potable.
Muchas batallas de filmes recientes impresionan por efectos y carnicería, pero no saben ubicar al espectador en medio del caos y, especialmente, hacerlo seguir las suertes de los protagonistas - que el director se tomó el trabajo de volverlos carismáticos para el público -.
Y, como todo estamento intermedio de una trilogía, termina con una nota oscura - la demencia de Gollum, el llevar a los Hobbits a una trampa.
Belleza y emoción son los dos mejores términos para definir el film, y que hace que usted - aunque no lo fuera - se convierta en un fan de The Lord Of The Rings.
Un monumento cinematográfico que resulta imposible comparar con otro film, y que difícilmente pueda ser superado en su calidad.
Su construcción de personajes y clímax es perfecta.
Las razones y los valores, antes bien, están "infiltrados": surgen con cierta naturalidad de los episodios que, como capítulos, hilvanan la narración.
El coraje y el patriotismo están en la defensa de Rohan, pequeño reino amenazado por la ira arrasadora de Saruman (rostro del Mal; el otro –ya ni rostro– es el temido Sauron); la ecología –o la armonía con la flora– asoma en el largo vadeo del bosque de Fangorn, poblado de ancianos árboles parlantes, igualmente amenazados, con los que nuestros hobbits traban relación.
El enamoramiento, la camaradería de armas y la solidaridad también cabalgan sobre sus respectivas construcciones dramáticas.
Un segundo factor rítmico proviene de la fragmentación del grupo protagónico: tres puñados de héroes, cada cual por su lado y avanzando con el mismo rumbo, proveyeron abundante material para el montaje alterno.
Algunos son más héroes que otros, pero en lo que hace al heroísmo estrictamente entendido (el que sufre, el que lucha, el que gana...), la mayor parte del tiempo la cosa está sanamente repartida entre unos y otros, y entre todos ellos y las colectividades que "representan".
Pero a no creer que The Lord Of The Rings: The Fellowship Of The Ring quiere ser por esto un sucedáneo, o una versión mejorada, de los parlamentos de este mundo (como sucedía, y muy groseramente, en la última versión de Star Wars).
Al contrario: uno de los mayores méritos de The Lord Of The Rings: The Two Towers es que funciona realmente como relato fantástico: nos saca de este mundo para instalarnos en otro (Middle-Earth) que se impone como tal.
Y en el que reinan valores ciertamente humanos... pero de los más universales que se puedan encontrar.
El viaje de Frodo, Sam y Sméagol, además de una hazaña física, se revela una aventura psicológica de gran magnitud, cuando Sam comience a sentirse celoso de que Frodo defienda continuamente a la grimosa criatura, y cuando Sméagol comience a luchar contra su demonio interior para no traicionarles definitivamente.
Pero, y esto es tremendamente interesante, Frodo tiene que seguir creyendo que hay alguna manera de que Sméagol vuelva a ser el que fue.
A fin de cuentas, está recorriendo el mismo camino que él.
Por otro lado, para mí, la emboscada de los orcos de Saruman, montados sobre lobos gigantescos (Tolkien les llamó Huargos), es una secuencia antológica, que por una vez, y sin que sirva de precedente, convierte a Jackson en un grandioso director de aventuras, con una fuerza épica que yo he visto en cine muy pocas veces.
Es una escena de violencia salvaje, de intensidad indescriptible, que está contada con una fuerza narrativa, una limpieza visual, y un crescendo admirables.
Nada que ver con tantas paupérrimas películas de aventuras.
La probable muerte de Aragorn, que tanto hace sufrir a Éowyn, hace posible una de las secuencias más bellas, y sin duda la más lírica, de toda la trilogía, pero ahora hablaremos sobre el precio de no morir jamás.
El tono está tan bien establecido, que hasta la conexión mental de Arwen con Aragorn, que en otro contexto parecería forzada, aquí es creíble.
Aragorn despierta en la orilla del río, y parte hacia Helm, mientras que Arwen vuelve a enfrentarse al dilema moral de quedarse con él, o marcharse a Valinor.
Por supuesto, Elrond no puede ni imaginar que ella sea capaz de renunciar a su inmortalidad, y le explica cuál será su posible futuro.
Y las imágenes que acompañan esa explicación son de una belleza, un lirismo, una melancolía, sencillamente inenarrables.
Arwen ve lo que será su probable futuro, en el caso improbable de que sobrevivan: que Aragorn fallezca de viejo, en el mejor de los casos, y se pase la eternidad vagando en pena.
Imágenes como esta son las que responden afirmativamente a aquellos agoreros que esperaban que Jackson fuera un referente futuro del cine fantástico.
Colores ocres, púrpuras y grises, con infinitas variaciones, para este episodio tan especial.
Y son colores que, de alguna otra forma, están presentes en toda la película, que, como ya dijimos, tiene una homogeneidad visual mucho mayor que The Lord Of The Rings: The Fellowship Of The Ring, ni que decir tiene The Lord Of The Rings: The Return Of The King.
La música de The Lord Of The Rings: The Two Towers proviene de otro universo, de otro mundo, más convencional, tranquilo, tal vez cotidiano, donde las fantasías se vivían en la mente de las personas y no en sus vidas.
Provenía de la mente de un músico, aquel bardo que se convirtió en compositor capaz de describir epopeyas inconmensurables siguiendo los patrones de otro gran músico, el alemán Richard Wagner.
The Lord Of The Rings: The Two Towers es un trabajo antológico por parte de Shore.
Tal vez su mejor obra hasta la fecha, y eso muestra lo que es su composición para The Lord Of The Rings: The Two Towers.
La complejidad es tal, que no sólo se acostumbra a desarrollar temas anteriores, sino que incluye nuevos mucho más complejos y elaborados, desarrollando los más conocidos mediante diversas aproximaciones, dependiendo de la trama que nos cuente Jackson en ese momento.
Para definir el trabajo con una sola palabra, que mejor que decir: ÓPERA.
Howard Shore vuelve a traernos una de las bandas sonoras más esperadas y lo hace con la misma maestría, si no superior, como lo hizo con la primera parte de The Lord Of The Rings.
Considero que no viene a cuento hacer comparaciones entre una y otra, puesto que son piezas de una obra global que se ha de valorar en su conjunto.
También una Trilogía, Sinfónica, Musical.
Shore sigue los patrones establecidos por Wagner en sus obras tales como Der Ring Des Nibelungen, con esas masas corales impresionantes que imaginaban las historias más grandes jamás contadas.
Foundations of Stone.
El inquietante tema del Anillo aparece apenas 30 segundos de iniciada esta banda sonora.
Pero poco después, los metales y la percusión -y un poco más tarde los coros masculinos- nos trasladan a las minas de Moria para recordarnos cuál fue el destino de Gandalf tras su combate con el Balrog en el puente de Khazad-dûm.
Se trata de un espectacular corte de introducción, como el prólogo, The Prophecy, de la primera película, cuyo objetivo es poner al espectador en antecedentes.
The Taming of Sméagol.
El título corresponde al capítulo del libro de Tolkien "Sméagol domado" y, por tanto, incluye la presentación de Gollum/Sméagol a través de un nuevo tema creado para este personaje.
The Riders of Rohan.
Los primeros compases de este corte, variaciones de temas ya oídos en The Lord Of The Rings: The Fellowship Of The Ring, acompañan esas escenas hasta que se interrumpen repentinamente para dar paso a un tema nuevo y grandioso: el tema de Rohan.
La aparición de los jinetes comandados por Éomer introduce una música que emana nobleza, pero una nobleza melancólica, evocando un gran reino del pasado venido a menos.
The Passage of the Marshes.
De vuelta con Frodo, Sam y Gollum, atravesando la Dead Marshes que conduce a Mordor, el corte es un progresivo y terrorífico torbellino de sonidos que llega a límites espeluznantes cuando entran en acción unos coros cacofónicos y fantasmagóricos.
La música se suaviza en la segunda mitad para acabar brevemente con el tema de Gollum, al que ahora se han incorporado el dulcimer, instrumento de cuerda que se percute con pequeñas mazas, y unas suaves percusiones.
El dulcimer ya fue utilizado en The Lord Of The Rings: The Fellowship Of The Ring en los temas de The Shire, y su uso en el tema de Gollum se justifica porque tiempo atrás había sido un hobbit que sucumbió a la maldad del Anillo.
El sonido del instrumento podrá ser el mismo, pero su empleo es completamente distinto y subraya la maliciosa mente de este personaje.
The Uruk-Hai.
El célebre tema de los Uruk-Hai remata el corte con la fuerza de sus metales y percusiones, haciendo de esta pieza una de las más impactantes de toda la obra.
The King of the Golden Hall.
La interpretación del tema evoca la enfermedad del rey y la decadencia del territorio.
Pero también hacia la mitad del corte la música cambia a un pasaje de acción -momento en que la traición de Gríma se devela- y recupera más tarde toda su nobleza, gracias a los coros: el rey ha recuperado la salud y la sensatez y se dispone a salvar su reino.
Nótese que en este momento, Gandalf hace un sortilegio para sacar a Théoden de la posesión de Saruman.
Increíble: Es un exorcismo!.
El corte despide una aureola total de soberanía, para posteriormente derivar en una tonalidad oscura, con unos trombones y unos agudos violines.
The Black Gate is Closed.
Las cuerdas retoman sutilmente el tema del Anillo, iniciando un clima de tensión, pues los Nazgûl están al acecho y sienten la cercanía del objeto más codiciado de Middle-Earth.
Evenstar.
En esta segunda parte de la serie, Peter Jackson utiliza secuencias que no están en el libro de Tolkien.
El tema dedicado a Arwen, Evenstar, interpretado magníficamente por Isabel Bayrakdarian, reconocida soprano de origen armenio nacida en Líbano, evoca un sueño-pesadilla de Aragorn en el que se le aparece su prometida.
La voz etérea de la cantante y la belleza de la composición, crean un remanso de paz en un score donde hasta el momento han predominado los sonidos épicos y terroríficos.
The White Rider.
Se inicia como una pieza coral con tambores de guerra cuyas voces adquieren un tono más delicado y que finaliza de forma majestuosa con la partida de los guerreros.
Menudo regreso el de Gandalf...
En una figura que podría estar sacada directamente del Antiguo Testamento, con ese aire de senectud valerosa y férrea, donde la bondad está perfectamente representada en un blanco inmaculado, en uno de las representaciones perfectas para que la fotografía brille con luz propia.
Un temazo, que sin duda se sitúa entre mis favoritos, sobre todo por el nuevo tema de Gandalf al final del corte.
Treebeard.
Suaves percusiones con maderas y pausadas notas de cuerno inglés crean una atmósfera de misterio y en cierta manera opresiva.
Sonidos más ásperos y duros, con una instrumentación cadenciosa de percusión suave y oscilante.
De un modo casi comunicativo la percusión, a la vez que una orquestación intrigante; la percusión clama a los cuatro vientos que estamos ante Treebeard, un ser de madera.
Es como si utilizara troncos huecos para conseguir este efecto en la percusión, irónico!.
The Leave Taking.
Tristes coros élficos ocupan la mayor parte de esta pista, que acompaña escenas de la partida de esta raza inmortal a los Grey Havens, pues Middle-Earth dejará definitivamente de ser su mundo al final de la trilogía.
Claramente un tema conjugado con motivos élficos, triste a la vez que piadoso; dolor y confusión se entremezclan en esta trama de notas que termina remontándose al principio de la historia, remontándose al tema del anillo.
Shore intenta acercarnos al dolor del alma al abandonar el cuerpo mortal para alzarse a la gloria.
Para mí, uno de los mejores temas.
Helm's Deep.
Una breve frase del tema de los Uruk-Hai nos introduce rápidamente en música de batalla, con fanfarrias que dan paso a los coros.
De hecho fueron grabados por miles de personas en un estadio durante un campeonato de Rubgy en Nueva Zelanda.
Muy Wagner!?.
The Forbidden Pool.
La oscuridad y su abrazo se extienden en el principio, se hacen más presentes en un tema descriptivo...
El tema del anillo vuelve aparecer...
Haciéndose cada vez más presente...
Breath for Life.
Shore introduce aquí otro melancólico y bello canto élfico, con la peculiar voz de Sheila Chandra, vocalista londinense de origen indio.
The Hornburg.
Se retoman los coros élficos y poco después aparecen nuevas fanfarrias.
Segundos más tarde suenan los tambores de guerra y los metales: los orcos se disponen a dar el golpe de gracia.
Forth Eorlingas.
El corte acompaña un momento clave de la película: la resolución de la batalla en el Helm’s Deep.
Repentinamente, los coros callan y escuchamos los poderosos metales que acompañarán la carga de los hombres del rey y, probablemente, la llegada de Gandalf con los refuerzos que fue a buscar al Westfold y que desequilibrarán el combate hacia una victoria que se presuponía imposible.
Finalmente, aparece la voz de Ben del Maestro para cerrar el corte con una intensidad y espectacularidad de las que ponen "los vellos como escarpias".
En opinión de su servidor, es uno de los momentos, si no el momento, clave de la banda sonora, y de la película, algo que el maestro Shore subraya de forma magistral.
Isengard Unleashed.
El tono es más triste y oscuro.
Tal vez acompaña la imagen de desolación que es ahora Isengard, donde sólo la torre con Saruman y Gríma en su interior, permanece en pie.
El tema de lucha que le sucede es probablemente un flashback de la batalla en la que los Ents desempeñaron un papel crucial, y en el que tema de los Uruk-Hai reaparece con fuerza, en pugna directa con el tema heroico de Rohan interpretado por los metales.
Samwise the Brave.
Este es el último tema de la película, pues la canción de Gollum corresponde a los créditos.
De forma similar que en la primera parte de la trilogía, donde se remataba con The Breaking of the Fellowship, el mismo tema de entonces suena ahora como un lamento de cuerdas, con el tema de Frodo incluido.
La situación de Frodo y Sam entrando en Mordor no da pie al optimismo, y el tema de Gollum que se escucha en los pasajes finales, ambiguo y misterioso, nos recuerda que aún tiene un papel crucial que desempeñar en el tercer y último acto de la trilogía.
Gollum's Song.
Interpretada por la islandesa de padre italiano Emiliana Torrini, una voz peculiar que muchos han encontrado parecida a más famosa Björk.
Es asimismo un tema intrigante, fantasmagórico, como el ser al que se refiere, rasgos que ponen de manifiesto tanto en la melodía como en la voz que dice:
"Donde una vez hubo luz, ahora cae la oscuridad.
Donde una vez hubo amor, nunca habrá más.
No digas adiós, no digas que no lo intentaré."
Las intenciones de Gollum, fruto de la lucha de su doble personalidad, se revelan en la letra:
"Al final, seré quien seré.
No un amigo leal, nunca lo he sido".
Por último:
"Despertaréis cuando os enfrentéis al final solos.
Estáis perdidos, nunca volveréis a casa.
Estáis perdidos".
Oscuro, desangelado, siniestro, desesperanzador.
El solo de violines es exquisito.
Temas épicos, melancólicos, desgarradores, terroríficos, trepidantes y líricos.
Como en la obra de Tolkien.
Los coros tienen tanta fuerza o más que en la primera parte de la serie y todas las secciones de la orquesta brillan cuando procede.
A destacar el tema de Rohan, contenido a veces, heroico en otras, pero siempre emanando esa sensación de nobleza…

“The power of the enemy is growing.
Sauron will use his puppet Saruman to destroy the people of Rohan.
Isengard has been unleashed.
The Eye of Sauron now turns to Gondor, the last free kingdom of men.
His war on this country will come swiftly.
He senses the Ring is close.
The strength of the Ringbearer is failing.
In his heart, Frodo begins to understand.
The quest will claim his life.
You know this.
You have foreseen it.
It is the risk we all took.
In the gathering dark, the will of the Ring grows strong.
It works hard now to find its way back into the hands of men.
Men, who are so easily seduced by its power.
The young captain of Gondor has but to extend his hand, take the Ring for his own and the world will fall.
It is close now, so close to achieving its goal.
For Sauron will have dominion over all life on this Earth, even unto the ending of the world.
The time of the elves is over.
Do we leave Middle-Earth to its fate?
Do we let them stand alone?
(Galadriel "Lady of Light")





The Lord Of The Rings: The Return Of The King

Pippin:
“I didn't think it would end this way”
Gandalf:
“End?”
“No, the journey doesn't end here.
Death is just another path.
One that we all must take.
The grey rain-curtain of this world rolls back, and all turns to silver glass... then you see it!”
Pippin:
“What?
Gandalf?
See what?”
Gandalf:
“White shores... and beyond.
A far green country, under a swift sunrise”
Pippin:
“Well, that isn't so bad”
Gandalf:
“No.
No, it isn't”

The Lord Of The Rings: The Return Of The King es la tercera película de la trilogía cinematográfica The Lord Of The Rings, dirigida por Peter Jackson y basada en la tercera parte de la obra de J. R. R. Tolkien.
Tuvo un presupuesto de 94 millones de dólares y fue rodada del 11 de octubre de 1999 al 22 de diciembre de 2000.
Ganadora de 11 premios Oscar de 11 nominaciones, convirtiéndose en la película más exitosa en la historia de estos premios.
Única película fantástica en ganar el Oscar a Mejor Película.
Si The Lord Of The Rings: The Fellowship Of The Ring y The Lord Of The Rings: The Two Towers no fueran dos películas maravillosas, difícilmente The Lord Of The Rings: The Return Of The King lo sería.
Pero Peter Jackson acertó en los tres filmes.
The Lord Of The Rings: The Return Of The King trata sobre la última parte del viaje que emprendieron los nueve compañeros para salvar a Middle-Earth de la oscuridad impuesta por Sauron.
En esta parte se decide el destino de todos los habitantes de éstas tierras.
En el primer film, los ojos de todo el mundo (y en primer lugar los de los exigentes admiradores de Tolkien) estaban puestos en él.
Y Jackson probó su fidelidad a la obra original, no reñida con tomarse pequeñas libertades con tal de que respetaran su espíritu.
Fue delicioso el dibujo de The Shire, un lugar idílico sin ser cursi, en el que a nadie sensato le importaría vivir: plena naturaleza, familia, camaradería, cerveza y una buena pipa, y un montón de historias que contar y escuchar.
La presentación de los peligros que corría Middle-Earth, y la formación de la Comunidad del Anillo, con criaturas de distintas razas y linajes, era perfecta.
Aunque Rivendel se nos antojaba un tanto frío, esto era compensado por la majestuosidad de Moria.
El mago Gandalf era un personaje que rebosaba grandeza y humanidad.
El reto de The Lord Of The Rings: The Two Towers era ser 'la película de en medio': ni el principio en que la curiosidad se pregunta qué habrá hecho Jackson, ni el final en que se resuelve todo.
El director mostró una increíble puntería al dar peso específico a Gollum, la criatura corrompida que una vez tuvo el Anillo.
Creada digitalmente a partir del trabajo del actor Andy Serkis, este 'actor digital' sorprendió a propios y extraños.
Sobre todo en los diálogos esquizofrénicos que mantenía su lado corrupto con los restos de bondad que aún alberga su alma.
Además, nos ofreció la primera batalla épica de proporciones descomunales, la del Helm’s Deep, que nos ponía los dientes largos acerca de lo que nos depararía la tercera entrega de la saga.
The Lord of the Rings nos muestra una confrontación de proporciones épicas entre la gente buena y las fuerzas del mal.
El Enemigo es Sauron, el Señor Oscuro, que es descrito en la novela de Tolkien como "el Ojo que todo lo ve" (¿Illuminati?)
Aunque se trata de una imagen poderosa, parecía algo limitada para los guionistas, a la hora de dar presencia física al Enemigo.
Por supuesto que en toda la trama tienen presencia los servidores de Sauron -los jinetes negros, los orcos, el propio Saruman.
Pero hacía falta algo que hiciera presente al Enemigo.
Y claro, ese algo terminó siendo el Anillo.
"Es algo que tenemos siempre delante de nosotros", dice Jackson.
Frodo sabe que lo ama y que lo necesita.
Y es en la lucha, de Frodo con el Anillo, donde reside el corazón de la historia.
Así, desarrollaron la idea de que el Anillo era algo más que un pedazo de metal en una cadena colgada alrededor del cuello de Frodo.
Explica Boyens:
"El Anillo hacia hablar a algunas personas, que oirían diferentes voces.
Y no serían voces físicas, sino como una energía que se manifiesta en sonido y música."
Quizá la mayor novedad en dirección artística de The Lord Of The Rings: The Return Of The King sea el maravilloso aspecto de Minas Tirith, una ciudad-fortaleza con varias alturas en forma de espiral, construida en bellísima piedra blanca.
La entrada de Gandalf con Pippin cabalgando enardece a cualquiera.
Para representar la ciudad se construyó una maqueta a escala 1/72 que se utilizaba para los planos generales, con detalles profusamente cuidados en lo que se refiere a edificios, calles y puertas.
Para los planos más cercanos se utilizaron maquetas más cercanas al tamaño real (escalas 1/35 y 1/14), que reproducían parte de la ciudad, y se combinaban dichas maquetas con prolongaciones digitales.
Jackson pidió planos muy realistas dentro de la ciudad, y muy dinámicos.
Su idea era lograr algo tan vertiginoso como las escenas de las naves en los pasillos de la Death Star en Star Wars.
El resultado final es de quitarse el sombrero.
Ok, partamos del hecho de que el tercer libro es, sin duda, el más cinematográfico de los tres.
Además, resulta ineludible hacer mención al original literario, y en este caso más que nunca.
No se trata de comparar el libro con la adaptación cinematográfica, ni mucho menos, sino de dejar constancia de un hecho que es innegable a todas luces: si el texto escrito por Tolkien para la tercera entrega es material perfecto para una película, cosa que sucede en menor medida con los otros dos libros, es evidente que la película debe hacerle justicia.
Y por Narsil que lo hace.
Si bien resulta difícil dilucidar cuál de las tres películas es mejor, el hecho de que se trate de la resolución de la historia y que sea, sin duda, la más espectacular de las tres cintas hace que nos encontremos ante el mejor de los finales para una trilogía que se convirtió, en Historia del Cine.
Muy seguros estaban, Peter Jackson y la New Line cuando decidieron rodar las tres películas a la vez, ya que ésa era la única forma de acometer el proyecto.
Y la jugada les ha salido perfecta a todos los niveles.
Centrándonos en The Lord Of The Rings: The Return Of The King, sucede un tanto lo mismo que con las dos cintas anteriores: en el trasvase de la novela a la gran pantalla el director y sus guionistas se dejan cosas en el tintero, detalles que no son esenciales ni alteran la historia.
Además, siguen una estructura mucho más cinematográfica que la del libro, alternando las acciones y los lugares, aunque también es cierto que, si bien en el segundo libro Tolkien prefirió dividir el libro en dos partes muy diferenciadas, en el tercero se acerca a esa estructura más cinematográfica.
E incluso la película imita al libro a la hora de resolver las historias de forma un tanto acelerada.
Por lo que hace referencia a la espectacularidad de la cinta, cabe decir que, tal y como sucede también en los libros, llega aquí a su cenit.
Película a película, la dosis de espectáculo ha aumentado de forma gradual, y en The Lord Of The Rings: The Return Of The King quedan en la retina del espectador escenas tan impresionantes como la Batalla Final y el asedio a la ciudad de Minas Tirith.
Con este tercer y por desgracia, último regalo navideño, Peter Jackson se ha convertido en nuestro Santa Claus particular en aquella época.
El viaje junto a la comunidad del anillo ha sido todo un placer.
Como dije, cuando una película forma parte de una trilogía, y hace la número tres, un desafío importante para el cineasta es iniciarla con buen pie.
Ese tercer título tiene ya a sus espaldas un pasado, un puñado de buenas vibraciones que el espectador ha vivido, pero que quizá están adormecidas.
Y se hace preciso despertarlas.
Peter Jackson tiene el buen tino de empezar el film recordándonos el pasado de Gollum.
Esa desdichada criatura, carcomida por el deseo de poseer el Anillo único, fue tiempo atrás un tipo normal, como cualquiera, se llamaba Sméagol, y sabía disfrutar de una mañana de pesca en compañía de Déagol, su buen amigo.
Explicándonos cómo casualmente, al caer al agua, halló su compañero de pesca ese bonito anillo, Jackson mata dos pájaros de un tiro: nos recuerda que el Anillo está repleto de maldad, que aunque concede a quien lo posee un poder inmenso, corrompe los corazones y empuja al asesinato; y al señalarnos que Gollum no siempre fue un ser repulsivo, el espectador cae en la cuenta del peligro al que está expuesto Frodo Baggins, el hobbit portador del Anillo.
Se nos anticipa que, a pesar de sus buenas intenciones, de llevar su pesada carga hasta el Mount Doom para destruirlo allí donde fue forjado, el atractivo creciente que emana del Anillo le está transformando: Frodo empieza a parecerse peligrosamente a Sméagol-Gollum.
El film no sólo sigue las evoluciones decisivas de Frodo, acompañado en su incursión a las tierras de Mordor por su fiel compañero Samwise Gamgee, y por el inesperado guía Gollum.
Entretanto los que fueron compañeros en The Lord Of The Rings: The Fellowship Of The Ring trabajan a fondo para enfrentarse al todopoderoso ejército de Sauron, el Señor Oscuro.
Saben que si Frodo fracasa, todo su esfuerzo será en vano.
Pero ellos deben ganar tiempo, poner toda la carne el asador, porque todo lo que hagan es importante, de cara a la salvación de Middle-Earth.
Hasta la más pequeña criatura tiene un papel importante que cumplir.
Por un lado, Aragorn, el legítimo heredero de Isildur, tiene que pensar en asumir sus responsabilidades para reinar en Gondor.
Con ayuda del elfo Legolas y el enano Gimli se enfrentará a mil peligros, incluido el de convocar a las tropas del Rey de los Muertos, que tendrá así ocasión de reparar el perjurio del pasado.
El rey Théoden, librado de las malas artes de Saruman, empezará a reunir las tropas necesarias para acudir en ayuda de Minas Tirith.
Merry está a su servicio, y Éowyn se destacará en el campo de batalla, siendo la mujer capaz de plantar cara al Rey de los Nazgûl; mientras Gandalf acude con Pippin a Gondor, para preparar la defensa de Minas Tirith.
La tarea no es sencilla, pues Denethor, el Senescal, ha enloquecido de dolor desde que supo de la muerte de su muy querido hijo Boromir.
Sometido al influjo de fuerzas oscuras, nunca ha sabido reconocer la valía de su otro hijo, Faramir, etc.
Dice Jackson:
"Los personajes principales no se encuentran ni interaccionan uno con otro, lo que es bastante extraño.
Así que siempre buscábamos formas de crear conexiones que transmitieran la sensación de que los hechos están ocurriendo simultáneamente, para dar la ilusión de que, aunque no compartan el mismo espacio, existe una coherencia en el devenir de los acontecimientos."
Las escenas de batalla son, una vez más, impresionantes.
La batalla de los Campos de Pelennor, con populosos ejércitos, poderosas catapultas, o los sorprendentes olifantes, rodada en los increíbles parajes de Nueva Zelanda, tiene toda la capacidad del mundo para dejar boquiabierto al espectador más reticente.
Sin embargo, Jackson usó un truco elemental para no convertir aquello en una serie de escenas de acciones llamativas pero rutinarias:
"Ninguna escena dura más de cinco minutos.
Si no, se convierte en impersonal.
Aunque los efectos sean todo lo espectaculares que tú quieras, después de unos minutos de observarlos, deja de importarte.
Y tienes que empezar a fijarte en los personajes."
Tan es así, que los guionistas personalizaron incluso a uno de los orcos, con más peso que el resto: Gothmog, que apenas tiene presencia en el libro, nos presta sus ojos para ver la batalla desde el campo enemigo.
La espectacularidad del film no impide que Jackson preste una esmerada atención a los numerosos personajes.
Aunque precisamente el hecho de contar con tantos, todos con peso, y evitando dar protagonismo absoluto a uno u otro, ha jugado en contra de premios y nominaciones para las actores.
Pero realmente todos están estupendos, ninguno desentona.
Ahora bien, hay que rematar la historia, oh, qué difícil es…
Pero Jackson y Cía. lo consiguen.
El clímax en el Mount Doom es impresionante, se logra visualizar lo que escribió Tolkien.
Y le da un toque de sorpresa y suspense, cuando las dudas y el atractivo del mal, vuelve a surgir con toda su fuerza.
Ni el más entusiasta fan de The Lord of the Rings diría que se trata de una historia de amor romántico.
El amor que impregna cada fotograma del film es un amor más excelso, el del sacrificio para salvar al mundo, o el de la camaradería entre amigos que luchan hombro con hombro.
Pero también hay amores románticos destacables.
Curiosamente, el amor entre Éowyn y Faramir, que tenía una presencia importante en el tercer tomo de la obra de Tolkien, apenas se deja notar en el film: de hecho la edición extendida se ocupó de él.
En cambio, Jackson, Walsh y Boyens tuvieron claro desde el principio que tendría más relevancia el amor entre Aragorn y Arwen, una historia sólo presente en los apéndices de la novela.
El film sabe hacer hincapié en el dilema de Arwen, que si decide compartir su destino con un mortal, sufrirá viendo morir a tantos seres queridos, entre ellos su amado.
El anticipo en imágenes de lo que podría ser el futuro, golpea fuerte en el ánimo del espectador.
Si bien los efectos visuales de The Lord Of The Rings: The Fellowship Of The Ring no supusieron ningún adelanto con respecto a otras películas estrenadas en las mismas fechas, no se puede decir lo mismo de sus continuaciones.
En The Lord Of The Rings: The Two Towers se logró crear a un personaje virtual, Gollum, que parecía de carne y hueso, donde su interacción con los personajes es DESCOMUNAL y que es refinada en la tercera y última entrega, utilizándose además las maquetas y las masas generadas por ordenador con una pericia admirable.
Sobre todo ello se profundiza ahora en la tercera entrega de la trilogía, con la dificultad de que las más vastas contiendas se realizan con la luz del día, mitigada, eso sí, por una fotografía que nos permite percibir las sombras que sobre los cielos genera la tierra de Mordor.
El ataque con las catapultas, la aparición de los olifantes o la embestida de los jinetes de Rohan son impresionantes, al igual que los excelsos decorados, como el interior de la morada de Denethor.
Existe una edición especial extendida, la aquí comentada, en la cual se introdujeron nuevas escenas que ayudan a comprender mejor el contexto de la película y a cada uno de los personajes.
Estas escenas se suprimieron en la versión original porque alargan demasiado la película y le restan dinamismo (52 nuevos minutos por disfrutar en su metraje!!!!)
El 29 de febrero de 2004, durante la ceremonia de los Premios Óscar, The Lord Of The Rings: The Return Of The King ganó los 11 Óscar a los que fue nominada: “Mejor Película”, “Mejor Dirección (Peter Jackson)”, “Mejor guión adaptado”, “Mejor dirección artística y decoración”, “Mejor diseño de vestuario”, “Mejor montaje”, “Mejor banda sonora”, “Mejor canción”, “Mejor maquillaje”, “Mejores mezclas de sonido” y “Mejores efectos visuales”.
Es así como The Lord Of The Rings: The Return Of The King se convierte en una de las 5 películas en obtener todos los premios a los que optaba (las otras son 9 premios: Gigi (1958), 9 premios: The Last Emperor (1987), 5 premios: It Happened One Night (1934) y 1 premio: Grand Hotel (1932)), y convirtiéndose también en una de las películas más premiadas de la historia, igualando en número de premios a TITANIC y Ben-Hur.
También pasó a convertirse en la tercera película más taquillera de todos los tiempos: 1.200 millones de dólares, convirtiéndose en una de las cinco películas en recaudar más de mil millones de dólares (Avatar: más de 2.000 millones de dólares, TITANIC: 1.800 millones de dólares, The Lord Of The Rings: The Return Of The King: 1.200 millones de dólares, Pirates Of The Caribbean: Dead Man's Chest : 1.100 millones de dólares y The Dark Knight: 1000 millones de dólares).
The Lord Of The Rings: The Return Of The King está considerada como una de las películas más grandes y exitosas en la historia del cine
Ese año, The Lord Of The Rings: The Return Of The King compitió contra: Lost In Translation; Master And Commander: The Far Side Of The World; Mystic River y Seabiscuit.
Por su parte, a pesar del éxito, MONSTRUOSO y ARROLLADOR, de The Lord Of The Rings: The Return Of The King, la Academia deja por fuera de la competencia por el premio a la mejor película a films como: Cold Mountain, Finding Nemo, Monster, Pirates Of The Caribbean: The Curse Of The Black Pearl, Cidade De Deus, The Last Samurái, House Of Sand And Fog, 21 Grams y Whale Rider.
Hablando nuevamente sobre el guión, esta vez frente al libro; curiosamente, en la primera versión de la escena acontecida en el Mount Doom, Frodo empujaba a Gollum y éste se caía a la lava junto con el Anillo; sin embargo, tras verla rodada, la escena no convenció a los guionistas y finalmente hicieron que los dos personajes forcejearan por el Anillo (como espejo de la escena inicial de la película entre Sméagol y Déagol) y cayeran accidentalmente.
Otro aspecto fue “El Saneamiento de The Shire”, el cual fue descartado pronto por los guionistas, ya que la trama de la trilogía se centraba en la destrucción del Anillo y tras eso solo querían finalizar la película.
A pesar de ello, intentaron rendirle homenaje en The Lord Of The Rings: The Fellowship Of The Ring cuando Frodo ve en el Espejo de Galadriel, The Shire destruida y a los hobbits siendo apresados por orcos.
Otra era la muerte del mago Saruman, que en la novela ocurre durante “El Saneamiento de The Shire”, fue trasladada a lo alto de la torre de Orthanc, e iba a ser mostrada al final de The Lord Of The Rings: The Two Towers, pero finalmente cambiaron el guión para que apareciera al principio de The Lord Of The Rings: The Return Of The King, con el fin de no romper el clímax final de la segunda entrega.
La escena fue omitida de nuevo en la versión estrenada en cines para reducir la duración de la película y, aunque fue incluida en la versión extendida publicada en DVD, esto provocó que el actor Christopher Lee mostrara abiertamente su molestia hacia Peter Jackson.
En un principio, los guionistas escribieron escenas finales para todos los miembros de la Comunidad del Anillo, tal y como lo hizo Tolkien en sus libros, e incluso fueron rodadas, pero finalmente solo incluyeron la de Aragorn y se centraron en el deterioro de Frodo a causa del viaje
Middle-Earth imaginada por Jackson fue diseñada principalmente por Alan Lee y John Howe, dos de los principales ilustradores de J. R. R. Tolkien, y creada por la empresa Weta Workshop, que se hizo cargo de las armas, armaduras, miniaturas, prótesis y criaturas de toda la trilogía, así como por el Departamento de Arte que construyó los platós.
Richard Taylor dirigió Weta, mientras que Grant Major y Dan Hennah organizaron la planificación y los edificios respectivamente.
Con esta tercera parte, la más épica de todas, culmina el gran trabajo de Jackson y se pone de manifiesto el acierto de rodar las tres películas simultáneamente.
La batalla de los campos de Pelennor es una de las mejores muestras de cine bélico puro y duro que se han hecho en la Historia del Cine, donde el dramatismo, el heroísmo y, sobre todo, un inconmensurable sentido de la épica se dan la mano con un despliegue técnico nunca antes alcanzado por el cine, un inteligente uso de los efectos visuales que permite verdaderamente creer en la enormidad de una lucha que parece cambiar de signo, con cada nueva introducción de un elemento nuevo en ella, ya sea por un bando u otro.
Durante más de una hora se asiste boquiabierto a una experiencia brutal que sobrecarga los sentidos y que no da tregua alguna.
La música de Howard Shore ayuda al sentimiento de intensidad con el que se vive este sorprendente alarde, que ofrece mucho al espectador ávido de emociones fuertes.
Pero Jackson no se queda en el envoltorio: más allá de los inevitables planos aéreos marca de la casa (qué hermosa secuencia la del incendio de las almenaras y las posteriores hogueras entre Minas Tirith y Rohan), los efectos visuales capaces de recrear de tal forma las más diversas criaturas (uno siente en The Lord Of The Rings: The Return Of The King el poder de los Nazgûl y sus cabalgaduras, o el terror que provoca Shelob, sin olvidar el perfeccionamiento del ya conocido Gollum), o el aprovechamiento de las maquetas en miniatura (la recreación de Minas Tirith es tan minuciosa como brillante).
Lo mejor de The Lord Of The Rings: The Return Of The King reside en su capacidad de síntesis de todas las constantes demostradas en las anteriores entregas y que aquí alcanzan su máxima expresión, una faceta que Jackson cuida especialmente, por lo que bien puede presumir de haber sabido captar la esencia misma de la obra de Tolkien: valores como la amistad o el heroísmo, la tragedia y la compasión última que inspiran personajes como Gollum, el sentido del deber, el honor y el sacrificio que impregnan los comportamientos de Aragorn o Théoden, la determinación con la que afrontan sus objetivos, incluso la figura trágica del héroe en última instancia fracasado...
Todo ello está presente en esta obra monumental a la que no resulta fácil hacer justicia en “estas pocas líneas” desde la perspectiva de ver satisfechas más que notablemente las expectativas depositadas por todos los aficionados.
Y es cierto que la batalla final se prolonga durante casi tres cuartos de hora, pero lo es tanto como resulta necesario cerrar cada una de las historias, y despedirse de cada personaje, y es seguro que a esas alturas el público está ya entregado, con lo que, lejos de cansar, lo que se consigue es prolongar el disfrute.
Las batallas ocupan buena parte del metraje, y aunque en algunos momentos parecen repetirse en el modo de haber sido rodadas, siempre se introduce algún nuevo aliciente, y no deja de sorprender, por ejemplo, ver a los olifantes o a los espíritus de los muertos entrar en acción.
Especial cuidado ha tenido Jackson en filmar el momento culminante en que el Anillo es destruido en Mount Doom y el posterior derrumbe de la Torre de Sauron, quizá lo más espectacular de esta tercera entrega.
Y entre las interpretaciones, justo es destacar la de Sean Astin, pletórico en el papel de Sam, personaje con el que el espectador se identifica de principio a fin.
Jackson ha adaptado una obra realmente extensa y compleja, simplificándola para la comprensión del público sin traicionar el espíritu de Tolkien.
Y a su vez ha sorteado la mayoría de los problemas de las trilogías, que suelen caer en callejones argumentales sin salida o que han perdido el brío por el camino.
Uno compara a The Lord Of The Rings con la trilogía original (final) de Star Wars, con Dune (donde David Lynch no pudo sobrevivir a una tonelada de personajes, intrigas y mitologías extrañas, y fue incapaz de acercarlas al público de modo aceptable) o a la trilogía de precuelas de George Lucas, e incluso al estamento final de The Matrix, donde la historia sucumbe bajo el peso de argumentos truculentos previos y golpes de efecto que no tienen asidero lógico (salvo provocar el asombro momentáneo del espectador), pero que terminan por empujar a la historia en una trayectoria de colisión contra la pared del sentido común.
Si usted no salió enojado del cine con The Matrix Revolutions, es simplemente porque usted no fue al cine.
Muchas historias, largas y complejas se desploman.
The Lord Of The Rings sale a flote con excelencia, pero no sin fallos.
Algunos son ligeros, otros son demasiado evidentes.
El problema de la tercera entrega es que, sin bien es una obra más que meritoria, tiene el grave problema de la visión artística de Jackson, que ha preferido tomarse casi una hora para desarrollar un largo epílogo (después de la caída de Mordor), y ha decidido podar totalmente el natural enfrentamiento final entre Gandalf y Saruman después de la caída de Isengard.
Lo que es un sacrilegio absoluto: si se ha tomado el trabajo de construir a Saruman con la estatura de un Némesis a lo largo de dos filmes, no puede desaparecer el personaje en un instante con solo un chasquido de los dedos.
Supuestamente la secuencia fue filmada pero quedó en el cuarto de edición, y en alguna edición especial en DVD la veremos?
Quien sabe…
Pero como aún no es el caso, a uno le queda el enojo de que le quitaron el dulce con el cual lo venía tentando durante estos últimos años.
El otro tema está en la escalada épica.
The Lord Of The Rings realmente se transforma en fenómeno de masas a partir de la segunda entrega, The Lord Of The Rings: The Two Towers.
The Lord Of The Rings: The Fellowship Of The Ring es un largo y complejo prólogo, tibio si se quiere, donde hay demasiada exposición de personajes e historias que no conocemos aún (muchos diálogos entre Boromir y Aragorn se entienden después de ver, precisamente, The Lord Of The Rings: The Return Of The King).
Pero The Lord Of The Rings: The Two Towers es el film más popular, posiblemente por construir una épica basada en la Batalla del Helm’s Deep.
En el tercer film, los tiempos corren y hay mucha acción.
Jackson no puede construir algo tan perfecto como el sentido del destino que flotaba en The Lord Of The Rings: The Two Towers (donde parecía que el Helm’s Deep definía la suerte de Middle-Earth).
Acá hay muchas batallas, todas son importantes y obviamente no todas pueden ser un nuevo Helm.
Pero Jackson logra inyectar suficiente energía como para seguir deslumbrando.
La escalada de fuerzas es aún mayor (el ejército de los condenados, los Olifantes, los Trolls), pero donde la dirección de Jackson triunfa es precisamente en las escenas menores, en los heroísmos individuales más que en el choque masivo de fuerzas descomunales.
El combate entre Éowyn y el Señor Oscuro, la camaradería de Gimli y Legolas, los heroísmos de Merry y Pippin, el sentido de hermandad de los personajes, la arremetida desesperada contra la ciudadela mientras Pippin canta una triste canción al condestable de Gondor... son los momentos más memorables del film. Amén de que Jackson logra que el tono no termine de saturar: si uno considera resultados oficiales, no hay ejército más ineficiente en el Universo que las fuerzas de Sauron.
Aún con abrumadora superioridad de fuerzas, siempre resultan vencidos por un puñado de humanos. (Bis)
Pero un problema frecuente con la trilogía es que la historia de los hobbits principales (Bilbo y Sam) no termina por interesar.
En parte porque hay demasiado melodramatismo, y en gran parte porque Gollum tiene un enorme carisma que le devora la escena a sus compañeros de viaje.
En muchos momentos uno desea que Gollum triunfe, simplemente porque es más interesante que los hobbits.
Hay alguna truculencia en su historia, tienen sus momentos de heroísmo que los redime en parte, pero no terminan por ser los favoritos del público en ningún momento.
No va tanto por los actores en sí, sino por el tinte que le da el guión a su historia, además de que la trama es muy cerrada (son tres personajes todo el tiempo, y salvo el encuentro con Faramir en la ciudadela, no interactúan con nadie más).
Pero como diría Spielberg, hablando hace años sobre JAWS, cuando el director ha atrapado al público durante el 95% de un film y lo ha mantenido al borde la butaca, puede exigirle a la platea que compre alguna secuencia ilógica o disparatada.
La suspensión de la credibilidad y el vuelco a favor de la trama permiten que el director pueda incluir algo que en otro momento resultaría ridículo.
Este film resulta ser el fin de la trilogía; una lástima, porque uno demanda más aventuras de Middle-Earth.
El impacto sería enorme, con una multitud de seguidores e imitadores (Troya, The Chronicles Of Narnia, King Arthur, etc.), pero salvo Narnia, ninguna tendría el carácter épico y fantástico de The Lord Of The Rings.
A lo sumo, pero con otro cariz, Kingdom Of Heaven de Ridley Scott sea el mejor film de esta camada de imitadores.
Y Jackson se embarcaría luego en el sensacional remake de KING KONG, de gran calidad pero tibia recepción con el público.
Hablemos de la música, si habéis escuchado, notaste que toda la trilogía, toooodo el metraje fue musicalizado.
No hay espacios vacios.
Si Frodo tenía el Anillo Único, Howard Shore tuvo la batuta para dominarlos a Todos.
Los temas principales en The Lord of the Rings son relativamente simples, como lo demuestra un vistazo a la construcción melódica y las cadencias empleadas.
No obstante, esta misma sencillez les confiere la capacidad de ser fácilmente reconocibles y por tanto logran con más rapidez el efecto deseado sobre el espectador.
En realidad la principal virtud de todos estos motivos melódicos (fácilmente pueden superar la veintena) es su sonoridad.
Los temas pueden agruparse en bloques temáticos en función de su ubicación: Aires folk para los temas de los Hobbits y The Shire; majestuosidad sinfónica para el tema de la Comunidad (archiconocidísimo a estas alturas), los de Rohan, Gondor, Moria; texturas etéreas con voces blancas para los temas de Rivendel, Lorien o Gandalf; inquietantes modos orientales en el tema del anillo (otro clásico) o Minas Morgul; apabullantes coros para los Nazgûl o el Balrog; y así podríamos seguir largo y tendido.
En unas películas en las que la concisión narrativa es fundamental a causa de la longitud del relato, la música ayuda notablemente a situar al espectador en cada momento de la historia con el empleo de dichas sonoridades.
Con The Lord Of The Rings: The Return Of The King culmina la epopeya con escenas megalómanas y con una carga dramática considerable.
La música abandona al fin ese grado de contención que había mantenido hasta entonces y asistimos a grandes cantatas y triunfales fanfarrias que acompañan a la gran batalla de los campos de Pelennor.
A estas alturas, a Shore aún le queda talento para regalarnos el tema de Gondor (quizás el más carismático de toda la saga con el permiso del tema de la Comunidad), sacarse dos solos a cargo de Billy Boyd y Viggo Mortensen, emocionarnos con el solo de flauta de pan en el ascenso final al Mount Doom, rememorar sus trabajo con Cronenberg en el antro de Shelob, y descargar toda su furia Wagneriana en los campos de Pelennor y, posteriormente, frente a The Black Gate.
Este aumento de las proporciones, junto con la misma capacidad narrativa que mostraba el primer disco, hacen de The Lord Of The Rings: The Return Of The King la banda sonora definitiva, el culmen de la visión musical que Howard Shore tuvo hace años, y que ha decidido compartir con todos los aficionados a la música de cine y al cine en general.
Siempre me ha parecido arriesgado etiquetar de clásico o de obra maestra, a una composición de nuevo cuño y no romperé estos principios en el caso actual.
Eso sí, vale la pena reflexionar sobre la estupenda aceptación que esta magna obra musical ha tenido, incluso entre el neófito en la materia (algo a lo que ayuda la masiva campaña publicitaria), premios aparte.
A la espera de conocer si la Sinfonía de la Oscuridad será una auténtica revisión para sala de conciertos, o tan sólo una colección de temas ya editados en disco, el análisis de las trilogía como una sola entidad, arroja un balance muy positivo y sitúa a su compositor en una posición de privilegio en la industria, lugar que se ha ganado a pulso con su magnífica labor, llevando la batuta para convertir a los compositores del cine en auténticos compositores de música, tal y como lo hizo Bach, Beethoven, Mozart, Verdi y Wagner en sus momentos.
A Storm Is Coming:
A estas alturas, el suave arranque de la música junto al logo de New Line Cinema, al igual que el tema del anillo al tiempo que aparece el título en pantalla, se han convertido en un sello clásico parejo al de otras sagas míticas como "Star Wars".
Nos dice:
“Es la sombra del destino.
La oscuridad ha comenzado y no habrá amanecer..."
Hope And Memory:
Aparece la primera variación sobre el tema de Rohan, bellísima variación por cierto.
Shore aprovecha el pausado comienzo de esta tercera entrega para desarrollar sus dotes melódicas.
Nos dice:
"Cortos son ahora los días.
Nuestras esperanzas se cumplirán, o será el fin de toda esperanza."
Minas Tirith:
El glorioso e inspiradísimo tema de Gondor, una fanfarria más contundente que la de Rohan, es presentado por primera vez al final de este corte en todo su esplendor, mientras Gandalf y Pippin ascienden al galope por los niveles de Minas Tirith.
Tras un minuto, aproximadamente, de música turbadora, los metales vuelven a insinuarlo sobre un ritmo de galope de caballo, antes de dar paso a los coros.
Las fanfarrias introducen después la voz solista ya bien conocida de Ben del Maestro, si bien en la película este fragmento aparece algo más tarde, cuando Gandalf se enfrenta a las bestias aladas de los Nazgûl.
The White Tree:
El tema de Gondor es aderezado con un endiablado acompañamiento de cuerdas para alcanzar altas cotas de triunfalismo.
Si las imágenes ya son impresionantes, la música completa es demoledora.
The Steward of Gondor:
Un tema nuevo, evocador pero de regusto amargo, generado a partir del tema de Gondor retrata la difícil relación entre Denethor y Faramir.
Una sencilla canción de clara influencia celta, interpretada por Pippin (Billy Boyd) una melódica canción en la que el hobbit no disimula sus temores e incertidumbres de cara al destino de Gondor.
Minas Morgul:
Este exquisito “Dies-Irae” con que Shore retrata la contrapartida de Sauron, los orcos y los nâzguls de rostros feroces "como de roca gastada por los años", guarda un asombroso parecido con la "satánica" partitura que Morricone incluyó en la segunda parte de The Exorcist.
Nos dice:
"Donde no falta voluntad, siempre hay un camino..."
The Ride of the Rohirrim:
Nuevamente regresa el tema de Rohan, transfigurado ahora en una pieza marcial; tras unos momentos más calmados se retoma otra marcha, variación de aquella que acompañaba la llegada de Aragorn al Helm’s Deep en The Lord of the Rings: The Two Towers.
Nos dice:
"Todo es noche ahora, galopando a Gondor..."
Twilight and Shadow:
La voz de Renée Fleming y los incorpóreos coros élficos nos trasladan al mundo de los elfos, donde Arwen sigue con su dilema de elegir entre su pueblo y Aragorn.
Al estilo de los temas élficos de The Lord Of The Rings: The Two Towers, el sutil canto de esta soprano destaca por encima de todo, y su reinterpretación de "Evenstar" hacia el final del corte es más etérea que nunca.
Renée Fleming introduce en este corte lo que podríamos dar en llamar "el tema de amor de Aragorn y Arwen".
El clima melancólico conseguido es apabullante: amor y muerte se entrelazan en un claroscuro musical con resonancias de Tristan Und Isolde de Wagner.
Cirith Ungol:
Notas del tema del anillo introducen el tema dedicado a la larga escalera que Frodo, Sam y Gollum ascienden para entrar en Mordor.
La primera mitad del corte subraya la tensión, mientras que la segunda contiene sugerencias al tema de los hobbits, antes de finalizar abruptamente con el tema de Sauron.
Andúril:
Por un lado, el tema de Rivendel suena cuando Elrond se decide a reforjarla, y el tema de la propia espada brilla cuando se la entrega a Aragorn.
Un tema intimista en el que Aragorn recupera Andúril, la legendaria espada de los reyes.
El tema de Rivendel flirtea aquí con tonalidades élficas y las cuerdas evocan con una precisión melodramática las tres sensaciones de pérdida, anticipación y triunfo.
Un tema sobrenatural digno para la espada, un gran momento.
Shelob's Lair:
Cuerdas esquizofrénicas, maderas en registros profundos, metales pertinaces en un entorno de disonancias agobiantes; y todo ello sin perder la tónica de ser otro tema reconocible y con entidad propia en el conjunto.
La cara oscura del genio.
Shelob era uno de esos pasajes característicos de la obra de Tolkien, al igual que las Águilas y los Balrogs, estos seres eran Dioses...
Hay la certeza, más que la sensación, de estar con ellos, en esos sitios.
El resultado es una mezcla de la aparición del troll pétreo de las minas de Moria y la antológica escena de la ducha de Psicosis...
Ash and Smoke:
Sam ve llegar el momento en que el destino le pone a prueba como héroe de la hermandad, y rescata a Frodo en una torre plagada de orcos para encaminarlo al Mount Doom, donde deberá destruir al anillo único para siempre...
De nuevo, el clima de terror es evocado con cuerdas rítmicas que se entremezclan con un punteado de incertidumbre, y un coro sutil representa al anillo en pleno esfuerzo por evitar su pautada destrucción.
The Fields of Pelennor:
Estamos ya ante la enorme batalla que hace pequeña la del Helm’s Deep.
Vientos oídos en la distancia interpretan el tema de Rohan.
Las cuerdas entran de forma suave junto con los tambores de guerra adquiriendo más fuerza compás a compás, con apoyo de los metales, alcanzando el clímax más alto con la entrada de los coros.
Un tema épico y trágico a más no poder que glorifican las heroicas fanfarrias finales.
Nos dice:
"La muerte se llevó a nobles y a humildes desde la mañana hasta el término del día."
Hope Fails:
La música emana tristeza y viene por momentos a ser una especie de réquiem, fragmento que -tal vez me equivoco- acompaña al momento en que Sam cree muerto a Frodo tras el ataque de Shelob.
El final en intrigante crescendo creo recordar -pido perdón de antemano si no es así- que suena con la aparición de un grupo de orcos que se llevan el cuerpo de Frodo.
Nos dice:
"La morada de su espíritu se derrumba..."
The Black Gate:
Musicalmente, Shore comienza a llenar toda la película con toques épicos que no cesarán hasta el final.
El tema de la compañía lo escuchamos con toda su vitalidad cuando Aragorn se lanza a la carga, seguido de hobbits, hombres, elfo y enano.
La música de Shore desemboca luego en el penúltimo tema del disco con acompañamiento "eólico", para acabar con unos acordes del tema final: Into The West.
The End of All Things:
Es el momento de la resolución de la historia, el gran clímax de los acontecimientos, plasmados por Peter Jackson de forma paralela en dos lugares distintos: Mount Doom y Black Gate.
Es un tema casi coral al cien por cien.
Voces del estilo de "The Prophecy", que abría el primer disco, inician espectacularmente esta pista, que a continuación se calma para ofrecernos un aria de Renée Fleming en momento en que Gollum se hace con el maldito anillo.
La masa coral acompaña la nueva lucha hasta su desenlace en cámara lenta con la caída al abismo de la criatura.
La introducción heroica de las fanfarrias con los coros nos muestran cómo la torre con el Ojo en lo alto se derrumba junto con todo símbolo del mal, y la voz solista que pone fin a la pista nos muestra a las águilas rescatando a los dos hobbits en una escena de gran belleza.
"Hundirlo en la nada que aguarda", ése es el destino del anillo.
La estremecedora Renée Fleming, cuyas suavidades aparecen aquí más cercanas al peligro que a la nostalgia o la ternura...
El destino de Middle-Earth va a depender de la decisión de Frodo.
"Me hace feliz que entres conmigo aquí, Sam, al final de todas las cosas..."
La parada en seco, con la voz de Renée Fleming, coloca este tema entre los tres mejores.
The Return of the King:
El viaje ha llegado a su fin y Peter Jackson lo celebra concediendo a Shore sus quince minutos de gloria (para nosotros ya lleva horas de gloria acumuladas).
Diez de esos quince minutos corresponden a esta suite que engloba toda la temática de la trilogía -La comunidad, The Shire, Gondor, Evenstar y los Hobbits- y que se desarrolla carente casi por completo de diálogos en la película.
El reencuentro de los amigos en Minas Tirith, la coronación de Aragorn como rey de los hombres, la aparición de Arwen bajo la voz de Renée Fleming o el homenaje a los verdaderos héroes de la historia con la interpretación del himno de los hobbits, que alcanza gran belleza con una magistral flauta.
Un largo corte que destila victoria y una emotividad enorme.
Y no falta la vuelta a casa, que se hace realidad con la interpretación del tema festivo de The Shire y un desenlace feliz para Sam.
Viggo Mortensen (Aragorn) subraya en élfico que los héroes han cumplido ya con su misión y que es tiempo de volver a casa.
"Las hazañas no son menos valerosas porque nadie las alabe..."
The Grey Havens:
Una despedida musical cargada de melancolía y sentimientos encontrados con una textura etérea en la que se refleja la inmortalidad e inmutabilidad de los elfos.
Igual que el libro, el final de la historia tiene lugar en el noroeste de Middle-Earth, en The Grey Havens, donde el último barco de los elfos debe zarpar para volver al lugar de donde vinieron.
El corte, iniciado con la flauta, se desarrolla en tono melancólico, doloroso, como exige la larga historia, con una exposición asimismo triste del himno de los hobbits.
Un final agridulce para una gran historia que culmina con la melodía central.
Este tema es como un preámbulo orquestal para servir la canción final de Annie Lennox.
Sin embargo, subraya -apoyado en coros melancólicos- que la música de Shore se despide, que el libro llega a su fin y que los personajes se pierden en la historia...
Es el modo en que el compositor de The Lord Of The Rings dice adiós a la película.
"Las tierras de The Shire son profundas, y es hora de echar raíces..."
Into the West:
La vocalista elegida para esta canción que cierra la trilogía es la famosa Annie Lennox.
A diferencia del estilo new-age de Enya y las raras inflexiones vocales de Emiliana Torrini, que daban aire esquizofrénico a la canción de Gollum, el nuevo tema es de corte mucho más convencional, más pop, aunque con un trabajo sinfónico de Shore, excelente.
También suena más convencional la voz de Lennox que las del resto de vocalistas que han participado en la música de la saga.
Pese a todo, es una canción bonita que se integra de maravilla en este final.
A diferencia de las otras dos canciones, que acababan con una exposición instrumental de los temas de los hobbits y la compañía en la canción de Enya, y de Rohan en la de Torrini, en este caso el compositor nos deja con un final melancólico sin ningún atisbo de triunfalismo.
La letra -similar a una canción que en el libro de Tolkien canta Legolas al sentir la cercanía del océano-, trata de la atracción que los elfos sienten por el mar, de su viaje final, en definitiva, de la despedida.
Una despedida que también lo es de una gran saga y de una gran obra musical.
"¿Qué es lo que veis en el horizonte?"
La letra de la canción es una invitación al encuentro del sueño y del reposo por parte de los héroes, a la vez que un llamamiento a dejar volar la imaginación, entre gritos de gaviotas, a las praderas de Valinor...
Una conclusión maravillosa de la trilogía con una música que brilla más que en las dos obras precedentes.
Espectacular, variada, terrorífica, épica, tierna.
O sea, todo.
Así la trilogía llega a su fin, y de una manera genial, con mucho de entretenimiento, pero también con conclusiones y reflexiones sobre cómo costó lograr un objetivo planeado.
Lo primero que puede admirarse es la forma en que las tres películas mantienen el nivel de calidad del filme.
Ello no es fácil y además si bien puede que cada película tenga su propia autonomía, es un bloque bien compensado el que queda como resultado final.
La travesía llega a su fin, y atrás quedan luchas, batallas, desalientos, valentía y esfuerzos en conjunto, el arriesgarse por una meta clara y concisa, hazañas, heroicidades, esperanzas depositadas en personas aparentemente frágiles o inadecuadas, tentaciones y deseos de poder, respeto de las diferencias, y por sobre todo mucha maldad que es superada y que deja un panorama más tranquilizador.
Ya desde el guión vemos que la película posee mucho de acción y belicismo, pero también no se descuida la elaboración de una trama bien lograda, con personajes que interactúan perfectamente y en donde se le da la necesaria profundidad para que entendamos los lazos que los unen y las diferencias que los separan.
Nada está librado al azar, todo está perfectamente orquestado para dar una trilogía que será muy difícil de superar en términos de aventura, acción, reflexión, lucha de poderes, diferencias sustanciales, ensueños y fantasías maravillosas.
I M P R E S I O N A N T E
I N S U P E R A B L E
El guión más emotivo que vi en mucho tiempo, una secuencia conmovedora tras otra.
Grandísima actuación de Elijah Wood.
Destacadas las de Bloom y Mortensen.
Sean Austin perfecto como actor de reparto.
Jackson da clases de dirección en este film, los escenarios, las actuaciones, las batallas, los personajes.
Todo perfecto y en su lugar, deja de ser una película de aventuras para convertirse en un film Épico, seguramente, el film Épico más grande de la historia si lo consideramos en su conjunto.
Los rubros técnicos son magníficos, con mucho poder visual y estético que no hace otra cosa que seguir en la misma línea que sus predecesoras.
Todos los paisajes naturales de Nueva Zelanda fundidos con los virtuales, nos dan una idea acabada de la producción técnica que hay detrás de estas películas.
La fotografía que tiene esta película sencillamente NO SE PUEDE CREER.
Nunca pensé que se podían "congelar" escenarios de esa manera, algo increíble.
Las escenas de acción son memorables y difícilmente se podrán mejorar estos efectos visuales en el corto plazo.
Brillante, simplemente brillante.
A ello debemos agregarle a esta película el plus que trae consigo que sea el cierre y el desenlace de la historia.
Ello nos hace vivirla de manera más emotiva y con altas dosis de intensidad para llegar a la tan ansiada conclusión.
Pocos filmes habrán podido avivar en el espectador un cúmulo de emociones tan variadas como esta magna historia en la que un tenebroso mal amenaza con extenderse sobre los dominios y las tierras de unas personas que, antaño, ya habían conocido el significado de la palabra «sufrimiento».
En "The Lord Of The Rings: The Fellowship Of The Ring" asistimos a una espléndida presentación de personajes en la que el reinado de la paz se iba derrumbando a cada paso que daban los protagonistas.
Más que sus hazañas y heroicidades, lo verdaderamente importante era su mundo interior, aquello que en realidad conformaba su ser.
Gandalf, un guía sabio y poderoso, capaz de sacrificar su vida para salvar una misión que, en principio, parece condenada al fracaso; Aragorn, un montaraz que ha de afrontar un destino que lo une a los hombres como rey; Frodo, un pequeño e insignificante hobbit que se convertirá en la última esperanza de Middle-Earth; Sam, Merry y Pippin, indiscutibles representantes de la sincera y generosa amistad; Gimli y Legolas, o un evidente ejemplo de cómo individuos pertenecientes a distintas razas pueden respetarse mutuamente una vez han dejado a un lado los prejuicios, para centrarse únicamente en aquello que los une; o Boromir, hijo de una tentación que luego se convertirá en una desdicha para, finalmente, transformarse en una necesaria redención.
"The Lord of the Rings: The Two Towers" continuaba profundizando en el intimismo de sus personajes, presentando además como novedad la incorporación de uno nuevo, Gollum, la encarnación viviente de la feroz lucha que aún habrá de afrontar la disuelta comunidad.
Un día, un simple hobbit dejó que la codicia le hiciera olvidar su añeja alma, presentándose en su mente una doble y esquizofrénica personalidad que a muchos nos abatió por la tragedia que escondía.
Y además, padres que pierden a sus hijos y lloran ante su tumba, mujeres recias e idealistas que desean ayudar a su pueblo, necios de palabras sibilinas pero astutamente dirigidos por una inteligencia superior y hermanos que redimen los pecados de su propia sangre se mezclaban con la épica de unas colosales batallas, gestas de gloria que cantan el triunfo de la esperanza sobre la villanía.
Todo ello conformaba el tramo central de un inmenso relato, en el que la luz aún intentaba hacerse paso con desespero entre las tinieblas.
Ahora, la valentía y los esfuerzos de los hombres de bien se dirimen en "The Lord Of The Rings: The Return Of The King", el culmen de una trilogía y, sin duda, su pieza más esperada.
El lenguaje literario y el cinematográfico pueden caminar parejos, cierto, pero a veces ello es imposible, pues sus formas narrativas son en ocasiones muy diferentes.
Sin embargo, lo que ante todo percibo en esta brillante culminación de tan admirable saga es la veneración y la admiración de un artista hacia otro artista.
Ciegos están los que no lo vean, y sordos los que no escuchen, la vibrante declamación que el director ha hecho de esta inmemorial historia.
El final, ese largo epílogo que a muchos les parecerá excesivo, como lo dijo una vez Jack Nicholson, es sin embargo un hermoso cántico de alabanza a las proezas de todos los protagonistas de esta historia.
Observar las cómplices miradas de los hobbits, de nuevo en la taberna de The Shire, es una delicia para quienes hemos estado a su lado, pues pocos conocen a su alrededor cuán apasionante, y a la vez crudo, ha sido su periplo.
Define, además, los cambios que se han producido en los personajes tras su odisea y cómo será el futuro de aquellos que han sobrevivido a la misma.
Qué adecuada conclusión para tan venusto relato, a pesar de la añoranza que nos deja, pues sabemos que ya no volveremos a ver a tan estimados amigos...
Hay viajes que nada más terminarlos nos provocan una extraña sensación de nostalgia y abatimiento.
Decenas de recuerdos se agolpan vívidos en nuestras mentes, acompañados a su vez de múltiples sentimientos, bien sean éstos de gozo o de pesadumbre, de esplendor o de agonía...
Visionar una película, al igual que leer un libro o incluso observar un cuadro, un monumento o una fotografía, también puede convertirse en una irrepetible travesía.
Eso es lo que precisamente nos ha sucedido a muchos con la excelente traslación cinematográfica que ha hecho Peter Jackson del vasto universo de gentes, criaturas, localizaciones y culturas que un día brotaron de la imaginación de J. R. R. Tolkien, verdadero hacedor de la mitología de "The Lord of the Rings".
Este último film demuestra: por un lado, la mente sobrehumana de su creador para emocionarnos a través de fijarse desde una nueva perspectiva en nuestra propia y vergonzosa Historia (en la cual tropezamos cíclicamente); y por otro lado, la virtuosidad de un realizador minoritario que ha logrado, envolviéndose con profesionales de gran clase, una burbuja donde cabe toda la emoción que llena la obra original.
Con ello salimos del cine siendo mejores personas, creyendo más firmemente en los sueños y en una utópica vida feliz.
Dejamos atrás un cúmulo de sentimientos que pocas veces se pueden percibir ante una pantalla.
"The Lord of the Rings" –creo que puede hablarse sencillamente de una única película dividida en tres– es una obra cumbre de la Historia del Cine, una de esas experiencias cinematográficas que nadie querrá olvidar.
Existe un alma en su interior, una credibilidad y una conexión con el espectador.
Muchos años han de pasar antes de que nuestros corazones se aferren con tal fuerza a las penurias de unos personajes que nos han colmado con lo mejor y lo peor que puede brotar de un ser humano.
Es un reflejo, a través de la fantasía, de lo que es este mundo.
Y así, este canto a la amistad, desde la traicionada (como marca el espléndido comienzo del film), hasta la más sincera y absoluta, ha de alcanzar su cénit en un último tercio que tras mostrarnos las mayores batallas (físicas y mentales) jamás filmadas (superando todo lo que parecía insuperable) y llegar hasta las puertas de su destino final, atisba el comienzo de una nueva era en la que, como algunos personajes, el espectador ya no participará.
Como decía, se trata de una obra maestra bajo muchos aspectos, pletórica de humanidad –quizá hubiese que decir de humanismo– y que enseña a mirar al futuro con la esperanza puesta en los hombres, en cuyas manos queda la felicidad de esta nueva Middle-Earth.
No importan tanto algunas de las interpretaciones hechas acerca del sentido bíblico que puede aletear en el mundo de Tolkien –aunque el flash-back en torno al origen y degradación de Gollum con que se inicia esta entrega nos lleva directamente a Caín–, porque estamos tanto ante un escritor como a un cineasta que nos han dado toda una lección de ética y antropología, y eso enriquece aún más una película que ya era redonda teniendo en cuenta sólo sus aspectos formales.
Gracias a los que han participado en esta magna empresa por haber llenado nuestro espíritu con tan variadas sensaciones.
La historia ha terminado. (¿?)
El Anillo ha sido destruido, el Bien ha triunfado sobre el Mal, y la Luz ha disipado las Tinieblas.
La Paz ha vuelto a la Middle-Earth, Frodo y Gandalf han cumplido su misión, y los Elfos dejan paso a los Hombres.
Después de sangrientas guerras, de ambiciones sin cuartel y de odios intestinos entre los distintos reinos, la lealtad y la generosidad, junto con el sacrificio y el amor, han llevado a buen puerto una aventura que nació sin esperanza alguna.
Me gusta pensar que el director de la película, decidió mostrar la necesidad de que Frodo se fuera con la última imagen de él.
Si recuerdas a Frodo en la primer película se ve muy saludable, con las mejillas rosadas, a partir de la segunda película, va poniéndose más verde, ojeroso o enfermo, y este tono de piel se ve en todo momento hasta al final cuando regresan a The Shire, cuando se despiden, pero justo cuando Frodo vuelca a mirar por última vez a sus amigos, es como si lo viéramos por primera vez en la primera película, sano y con las mejillas rosas.





Of the Rings of Power and the Third Age

¿Y a todo esto, quien era The Lord of the Rings?
¿Era Frodo, Sauron…?
En el plano alegórico...
“The Lord of the Rings es el Señor de todos" a este nivel, el nivel de la verdad, hay un solo Señor, el mismo Señor al que Tolkien rezaba todos los domingos en la Santa Misa, Sauron (un personaje malvado en el libro) es sólo una sombra, y como Tolkien insistió:
"Por sobre todas las sombras, estará el sol”.
En la película The Lord of the Rings siempre fue Sauron...
Cuando Melkor (también llamado Morgoth, Bauglir o Belegurth), que fue el primer señor oscuro de Middle-Earth, fue encerrado, Sauron, que era su discípulo, creo junto con los elfos (quienes fueron engañados por él obviamente) 20 anillos:
“3 Anillos para los Reyes Elfos bajo el cielo.
7 para los Señores Enanos en palacios de piedra.
9 para los Hombres Mortales condenados a morir.
Uno para el Señor Oscuro, sobre el trono oscuro en la Tierra de Mordor donde se extienden las Sombras.
Un Anillo para gobernarlos a todos.
Un Anillo para encontrarlos, atraerlos y atarlos en las tinieblas en la Tierra de Mordor donde se extienden las Sombras."
Se le conocía como el anillo único porque era capaz de controlar a todos los demás anillos y las razas que lo poseían.
De los 20 anillos solo se nombra 1 en la película, el Anillo Único que lo tiene Frodo.
Pero curiosamente hay más que no los nombran ni los muestran, pero que están ahí:
Vilya - El Anillo Azul, que lo tiene Elrond (Señor y fundador de Rivendel, hijo de Eärendil y Elwing y hermano gemelo de Elros, de quien descendieron los reyes de Númenor, Gondor y Arnor) en Rivendel.
Nenya - El Anillo Blanco, que lo tiene Galadriel en Lothlórien.
Narya - El anillo Rojo (Fuego), este anillo lo tuvo por un tiempo Cirdan (que significa «Carpintero de Barcos»), el protector de los Grey Havens, pero cuando Gandalf llegó a Middle-Earth, Cirdan se lo cedió a él ya que el poder de este anillo era el de renovar las fuerzas, evitar la fatiga y el deterioro, y reanimar los corazones.
Cirdan sabia el futuro que le esperaba a Gandalf, y por eso se lo dio a él y no a ninguno de los otros 4 magos que llegaron junto con él.
Hago la nota que los Palantir los tienen quienes tienen visiones del futuro como, había más de un Palantir, muchos de ellos los tenían los magos, los elfos, y los hombres, por ejemplo Denethor.
Final y literalmente, The Lord of the Rings es Dios mismo, según dice el biógrafo de Tolkien, Joe Marti.
Ahora bien.
¿Qué fue de los nueve compañeros?
Y como en la vida misma, el profesor Tolkien se encargó de explicar a través de epílogos propios y notas recopiladas por Christopher Tolkien, un investigador empedernido y recreador a destajo de la obra de su padre.
¿Cuál fue la suerte de la Comunidad del Anillo, aquellos nueve compañeros que, puestos en marcha, llevaron a cabo la tarea de destruir el Anillo Único del maligno Sauron?
Sam, tal y como se cuenta en la novela y en la película, es el encargado de cerrar la historia a los ojos de lectores y espectadores.
Textual de la novela, así se cuenta el final del relato:
"Y finalmente cruzaron las lomas y tomaron el Camino del Este; Pippin y Merry cabalgaron hacia Los Gamos; y ya empezaban a cantar de nuevo mientras se alejaban.
Pero Sam tomó el camino de Delagua, y así volvió a casa por la Colina, cuando una vez más caía la tarde.
Y llegó, y adentro ardía una luz amarilla; y la cena estaba pronta, y lo esperaban.
Y Rosa lo recibió y lo instaló en su sillón, y le sentó a la pequeña Elanor en las rodillas.
Sam respiró profundamente.
Bueno, estoy de vuelta. –dijo."
Sólo seis años después de la partida de los guardianes de los anillos –Elrond, Galadriel y Gandalf, (Gandalf con el Anillo Rojo, Elrond con el Azul y Galadriel de Lórien con el Anillo Blanco) así como también Bilbo y Frodo– los cuales se hicieron a la mar en busca de los Costas Imperecederas, Sam sucedió a Will Whitefoot como Alcalde de The Shire.
Sam llegaría a tener 13 hijos e hijas, de entre las cuales Elanor, su primogénita, sería luego la responsable del legado cultural y el cuidado del Libro Rojo de la Frontera del Oeste –o la historia como se conoció, iniciada por Bilbo, continuada por Frodo y finalizada por Sam.
Sam fue Alcalde durante siete veces consecutivas y a la edad de noventa y siete años –cincuenta años después de la caída de Sauron– se dirigió hacia los Grey Havens, tras la muerte de su señora esposa Rosa Coto, y se hizo a la mar, como el último de los portadores del Anillo, (recordad que lo tuvo en Cirith Ungol) ya que, por sobre todas las cosas, añoraba volver a ver sus antiguos compañeros.
De Gandalf The Grey, posteriormente The White, el más sabio de todos los Istari (uno de los 5 maiar, como lo era Saruman The White, jefe de la Orden de los Istari; Radagast The Brown; Pallando y Alatar de quienes nunca más se volvió a saber de ellos, aunque según J.R.R. Tolkien, fallaron en su misión), también llamado Greyhame, Stormcrow, The White Rider, Mithrandir u Olórin en los distintos reinos de Middle-Earth, y Frodo Baggins, sólo se sabe que navegaron siempre hacia el oeste de Middle-Earth, y llegaron finalmente a las costas de Valinor, el paradisíaco reino de los Valar.
Casi todos los elfos se retiraron finalmente de Middle-Earth y encontraron la paz inmortal en estas costas, que, dentro del mundo creado por el profesor Tolkien, representan un escalón intermedio entre el cielo y la tierra.
Algo así como el cielo en la tierra, un sitio dónde sólo quienes obtenían la gracia de los Valar eran merecedores de alcanzarlo.
Sólo unos pocos elfos, de entre los que se destaca Arwen Undómiel, terminaron sus días sin conocer las costas imperecederas de Valinor.
Frodo tenía en ese entonces cincuenta y tres años.
En el caso de Gandalf todo es especulativo puesto que cuando finalmente abandona los Grey Havens había ya habitado en Middle-Earth la friolera de dos mil años.
Su origen se remonta al primer milenio desde el comienzo de la Third Age, época en que los Istari fueron enviados a cumplir su tarea de guía y vigilancia.
Recordemos que la Third Age duró hasta la caída de Sauron y la coronación de Aragorn, cuando el calendario marcaba el año 3.021.
Meriadoc Brandigamo Hijo de Esmeralda Tuk y Saradoc Brandigamo, y Peregrin Tuk (más conocido como Pippin) hijo del thain Paladin II, por su parte, desempeñaron los papeles de señores en sus propias tierras.
Merry, llamado posteriormente Meriadoc “El Magnífico” se convirtió en el Señor de los Gamos, el territorio oriental de The Shire lindero al río Brandivino, diez años después de los hechos acontecidos.
Cuando esto ocurrió, recibió numerosos obsequios del lejano sur enviados por el rey de la marca de Rohan, Éomer, y Éowyn, ahora Señora de Ithilien, reino austral de Gondor, desposada con Faramir, hijo de Denethor.
Merry nunca se casó y vivió hasta pasados los cien años de edad.
A la vejez del rey Éomer fue a acompañarlo en su lecho de muerte.
Posteriormente, en compañía de Pippin, fue a terminar sus años de vida junto al rey Elessar (que significa Piedra en Elfo) –Aragorn– en la ciudadela de Minas Tirith.
Pippin, por su parte, se convirtió en el Tuk y el Thrain, cargos honoríficos entre la familia Tuk, una de las más numerosas e influyentes en The Shire.
El rey Elessar hace del Alcalde Sam, el Señor Meriadoc y el Thrain Peregrin, Consejeros del Reino del Norte.
Luego Pippin contraería matrimonio con Diamond "Of Long Cleeve" Took, en The Shire, de cuya unión, seis años después del final de Third Age y La Guerra Del Anillo, nacería su único hijo llamado Faramir Took.
Primogénito que, con el paso de los años, llegaría a su vez a casarse con la bella Goldilocks Took, tercera hija del señor Sam.
Cabalgó junto a Merry ante la llamada del envejecido rey Éomer y luego de sus funerales partieron juntos a Minas Tirith dónde vivieron algunos años más y fueron sepultados en las casas mortuorias de los reyes de Gondor.
Se dice que yacieron a los lados de la que luego sería la tumba de Elessar, que por supuesto reinó y murió como rey.
Justamente de la historia de Elessar Telcontar, “Piedra de Elfo”, también conocido como “Trancos el Montaraz”, Capitán de los Dúnedain, cuyo nombre fue Aragorn, hijo de Arathorn, descendiente directo de Isildur, aquel que cayera por la tentación del Anillo, es de quién se cuenta originalmente en el epílogo del libro.
Cuando es coronado rey de Gondor, Aragorn contaba con ochenta y ocho años de edad, aunque de vital aspecto por su descendencia numeroreana, puesto que su vida es mucho más larga que los hombres comunes, habitantes de Rohan o Gondor.
Esto se debía a que Isildur descendía de un antiguo linaje de medios elfos empezando por Elros, hermano de Elrond, quién durante la First Age debió elegir la mortalidad de la vida de los hombres y fundó el Reino de Númenor, mientras que su hermano optó por la vida inmortal de los elfos y así sobrevivió hasta los tiempos presentes de esta historia.
Esta elección fue impuesta a los hijos de Eärendil por los Valar, siendo éste el padre de Elrond y Elros, mitad elfo por parte de madre y mitad hombre por parte de padre.
Apenas unos meses después de retornar a Gondor como rey, Elessar contrae matrimonio con la dama Arwen Undómiel, “Evenstar”, hija de Elrond.
Aragorn y Arwen se habían conocido en la tierna juventud de él, a sus veinte años, cuando su padre Arathorn fue muerto, y su nombre cambió por el de Estel, que significa “Esperanza” en el idioma de los elfos, puesto que se deseaba ocultar su linaje para evitar el acecho de las fuerzas de Sauron.
Arwen, por su parte, a la madura pero aún lozana edad inmortal de dos mil setecientos diez años conoce a Aragorn-Estel en los jardines de Rivendel, llamada Imladris por los elfos.
Posteriormente vinieron años de destierro autoimpuesto en los cuales comandó a los Montaraces del norte, y también luchó de incógnito bajo el seudónimo de Thorongil junto a los reyes Thengel de Rohan y Etchelion de Gondor, antecesores de Théoden y Denethor.
Condujo la victoria final frente a Sauron, y luego de su coronación y su boda con Arwen, vivieron juntos en armonía, y, aunque Aragorn peleó ocasionalmente para defender Gondor de los enemigos del reino, antiguos corsarios del sureste y hombres de Harad, ambos mantuvieron una vida plena y tuvieron un hijo al que llamaron Eldarion.
Reinaron juntos durante ciento veinte años hasta que a Elessar le llegó la hora.
Antes de su decadencia total, Aragorn decidió retirarse a la Casa de los Reyes y se tendió en un lecho especialmente preparado.
Arwen lo acompañó a su lado hasta que se quedó dormido y ese fue el final de Aragorn.
Poco tiempo después la dama Undómiel se despidió de su hijo, ya un hombre maduro, y se encaminó al viejo y abandonado bosque de Lórien, donde finalizó sus días en soledad, en las lomas otoñales de Cerin Amroth, aunque no se sabe a ciencia cierta cuántos años pasaron hasta que esto ocurrió.
De Gimli, Hijo de Glóin (el enano descendiente de Durin I El Inmortal) y Legolas, Hijo del rey Thranduil de los elfos del Mirkwood (Bosque Negro) se cuenta brevemente que cada uno retornó a sus propios reinos.
Legolas regresó al reino de Thranduil, su padre, el rey elfo del Mirkwood (Bosque Negro), otrora llamado el Greenwood The Great, bosque corrompido por la influencia de Sauron en años anteriores al relato de La Guerra Del Anillo.
Este bosque fue posteriormente restaurado por Celeborn (en élfico Árbol de plata), esposo de Galadriel –hecha a la mar con los últimos elfos– y el mismo Thranduil, y lo llamaron Greenwood The Great (Bosque de las Hojas Verdes).
No existen registros sobre la edad de Legolas aunque si se tienen en cuenta notas mencionadas por Christopher Tolkien y publicadas en Los Cuentos Perdidos que lo vinculan con la caída de Gondolin, fin de la Segunda Edad, cabe entonces suponer que al menos es mayor que la dama Arwen, puesto que ella nació doscientos cuarenta y un años después de este suceso.
La edad de Legolas puede estimarse así entre tres mil cien y tres mil trescientos años.
Gimli, hijo de Glóin, era descendiente de los enanos que habitaron las regiones al noreste de las Misty Mountains, Iron Hills, cerca de Erebor, Lonely Mountain, sitio dónde alguna vez Bilbo Baggins en compañía de Gandalf y de doce enanos, reconquistaron el tesoro que había sido arrebatado a los de su raza por el último de los dragones, Smaug, The Magnificent.
De esta historia trata el libro de “The Hobbit”.
Gimli vivió en Middle-Earth hasta los doscientos sesenta y dos años de vida.
Mantuvo su amistad con Pippin y Merry y volvió a encontrarlos muchas veces en Gondor y en Rohan
A la muerte del rey Elessar, Legolas, su amigo entrañable y compañero de aventuras, le propuso iniciar el viaje hacia el mar.
Construyó Legolas un navío gris en las costas de Ithilien y ambos navegaron entonces el río Anduin en dirección al mar y hacia Aman (Tierras Imperecederas).
A pesar que ningún otro enano iría a aquel lugar hay opiniones que aseguran que Gimli acepto ir, por ver nuevamente a Galadriel, pues en los libros Gimli queda enamorado de ella.
En la introducción de la primera película oímos una voz en off que dice:
"El mundo ha cambiado, lo siento en el agua (...)
Mucho se perdió entonces, pero nadie vive ahora para recordarlo"...
Si bien, en The Lord Of The Ring: The Return Of The King (el tercer libro) está la cita, esta no aparece en The Lord Of The Ring: The Fellowship Of The Ring y está en el capítulo 6, titulado numerosas separaciones, reza:
“Entonces Treebeard se despidió de todos, uno por uno, y se inclinó lentamente tres veces y con profundas reverencias ante Celeborn y Galadriel, dijo:
Hacía mucho, mucho tiempo que no nos encontrábamos entre los árboles o las piedras.
A vanimar, vanimálion nostari! -dijo-.
Es triste que sólo ahora, al final, hayamos vuelto a vernos.
Porque el mundo está cambiando: lo siento en el agua, lo siento en la tierra, lo huelo en el aire.
No creo que nos encontremos de nuevo.
Y Celeborn dijo:
No lo sé, Venerable.
Pero Galadriel dijo:
No en Middle-Earth, ni antes que las tierras que están bajo las aguas emerjan otra vez, etc.”
Así se cuenta la historia de los que formaron La Comunidad Del Anillo extraída de distintos apuntes y apéndices desperdigados a través de diversas ediciones.
El profesor J. R. R. Tolkien sitúa estos hechos no en un mundo imaginario, sino en la prehistoria de nuestra propia cultura, en algún lugar de Europa el cual ha sido modificado geográficamente a través del paso de los milenios.
En el prólogo de The Lord Of The Ring: The Fellowship Of The Ring, Tolkien comienza relatando la historia de los Hobbits, y de cómo aún hoy día habitan las campiñas de la vieja Bretaña, pero se han retirado del alcance del hombre y rehúyen todo tipo de contacto.
Tolkien creó mucho más que un mundo épico que destaca por sobre todas las cosas el valor de la amistad y la perseverancia para alcanzar la paz que el hombre común busca entre tanta guerra, miseria e injusticia.
Y Peter Jackson, en su carácter de director y adaptador, tuvo la valentía de abordar una empresa casi tan difícil como la que afrontan los protagonistas de esta historia.
El panteón de lo imperecedero ha hecho lugar entre sus obras para un viejo clásico adaptado a nuestros tiempos, y renovado para las nuevas generaciones.
Los libros no te dan una explicación directa, pero te dejan concluir las razones.
RECOMIENDO LEER LOS LIBROS, y si en caso no te atrajera leerlos todos, puedes leer "The Lord Of The Rings Apendices", dentro de este libro existe una parte referente a lo que paso con los miembros de La Comunidad Del Anillo luego de la destrucción del Anillo.
Mi personaje, favoritos todos, pero elijo a Sam (Sean Astin): qué papel tan bien interpretado.
Más que perfecto interpretó al Sam de los libros.
Hermosa y perfecta actuación, demostró lealtad a Frodo, lo ayudó hasta la última instancia en su misión por destruir el Anillo Único, sin él Frodo no hubiese llegado a ningún lado.
Gran personaje y Sean Astin se lució con ese papel.
Me fascina su actuación cuando se separa de Frodo por culpa de Gollum, la forma como llora, su música de fondo, su tristeza y el sentimiento que transmite, son muy buenos.
Mi escena favorita:
La Gran Batalla De Pelennor, comenzando con la Cabalgata de los Rohirrim; esta escena fue incluso mejor en la película que en el Libro.
La mejor escena épica que he visto, y mi escena favorita de la historia del cine, la música de fondo, el grito de los rohirrim.
Cada vez que veo esta escena me tiembla el cuerpo y me dan ganas de llorar.
Por todo y por todos:
Por Faramir:
Por querer ganarse el respeto de un padre, aunque le cueste la vida, e intentar luchar contra la alargada sombra de un hermano, Boromir, que siempre fue mejor que él.
Excelente David Wenham, como en su momento fue excelente Sean Bean como Boromir.
Por Arwen:
La belleza de Liv Tyler siempre protagonista.
Se la ve poco, pero se agradece su presencia al principio y sobre todo al final.
Por Éowyn:
Porque desde Ellen Ripley en “Alien”, nunca dio tanta guerra una mujer sin resultar un poco falso.
La chica puede con todo, incluso con The Witch-King Of Angmar: Lord Of The Nazgûl (Chieftain Of The Ringwraiths), como demuestra Miranda Otto.
Por Merry y Pippin:
Porque al final después de tanto camino andado, se ve a dos medianos con gracia, salados y guerreros.
Por eso merecen ser mencionados tanto Billy Boyd, como Dominic Monaghan.
Por Elrond:
Porque aunque en esta no es tan protagonista como en las anteriores, sobretodo en The Lord Of The Ring: The Fellowship Of The Ring donde era parte casi vital de la historia, merece ser mencionado.
Porque Hugo Weaving se volvió a meter en una gran trilogía (Aunque en The Matrix fuera grande solo la primera), porque Elrond fue uno de los que salvo Middle-Earth en su momento, y porque él se lo merece, aunque salga poco.
Lo que ocurre con él en pantalla siempre es importante.
Por Legolas y Gimli:
Por el tono cómico con el que impregnan la película, y la flipada de turno del elfo.
Si en The Lord Of The Ring: The Two Towers hacia snowboard, en esta ocasión se sube al elefante ese, como el que no quiere la cosa.
John Rhys-Davies y Orlando Bloom lo hacen bien, sin peros.
Aunque es el enano con sus chascarrillos el que se gana mi corazón.
Por Frodo, Sam y Gollum:
Por la carga de uno, por la valentía y el arrojo de otro, y por la necesidad del último.
Los tres tienen que andar un camino, en el que todos son imprescindibles.
Entre todos llevaran el anillo hacia su destrucción.
Si en las anteriores Elijah Wood daba el “do de pecho” en cuanto a los medianos, aquí en mi opinión es Sean Astin y su personaje, el autentico jefazo.
"Cargar con el anillo no podre, pero si podré cargar con usted"
Grande!!!!!!!!!!!!!!!!!
Por Gandalf:
Cierto es que bien podría haber llamado a las águilas un poco antes para llevar el anillo directamente…
Ian McKellen lo borda como siempre.
The White Wizard siempre está allí donde se le necesita, dejando una frase de ánimo.
Me quedo con la descripción de lo que hay más allá de la muerte cuando esta con Pippin en Minas Tirith.
Por Aragorn:
Porque al final del camino nos encontramos con un verdadero Rey.
Grandísimo Viggo Mortensen.
Aragorn demuestra con sus actos su grandeza.
Me quedo con momentos como la ultima carga, cuando se lanza en plan kamikaze:
“Por Frodo”
Ahí se me erizo la piel y lloré y lloré y lloré la primera vez y cada vez que lo veo.
Y con el maravilloso final, cuando es coronado por su gran amigo Gandalf, cuando se besa con Arwen, y cuando se inclina ante los hobbits.
Simplemente maravilloso…
Por regalarnos dos finales:
Porque después de este grandioso final, llega otro.
Nos descubrimos ante una imagen familiar, en The Shire.
Frodo le entrega el testimonio, en forma de libro, a su buen amigo Sam, y tiene que partir.
Ahora si culmina una película única en muchos sentidos.
También alguno puede decir que Jackson no sabe culminar con la rotundidad que merece la película.
Todo puede decirse, todo es discutible.
De ahí mi último POR.
Por Peter Jackson:
Por saber culminar con fuerza, con tesón, con saber hacer, una historia en la que cualquiera puede entrar de lleno y en muchos instantes, desear que no termine nunca.
La academia supo reconocerlo.
Pues esta historia es de esas que se quedan en la memoria y en el corazón, aunque solo sea por un instante.
Muchos finales en la película, muchos finales en esta nota, pero lo valen.
Este macro estudio está realizado con la colaboración de alguno de los más arriesgados ultimates.
Un homenaje a Tolkien, a Jackson y a Shore... y sobre todo a ti... si has sido capaz de llegar al final.
Por todo y por todos… GRACIAS.
Dedicado a ti, (tu sabes quién)... estamos contigo pues somos una comunidad...
No lo olvides nunca.

Ónen i-estel edain.
(Le doy esperanzas a la humanidad)
Elrond Half-elven

"There can be no triumph without loss.
No victory without suffering.
No freedom without sacrifice."
“Peter Jackson, El verdadero Hobbit”
(John Ronald Reuel Tolkien, autor)

¡POR TOLKIEN!


The Lord Of The Rings (1978)

“A single dream is more powerful than a thousand realities”

The Lord Of The Rings es una película animada del año 1978, dirigida por Ralph Bakshi protagonizada por Christopher Guard, William Squire, Michael Scholes, John Hurt, Simon Chandler, Dominic Guard, Norman Bird, Michael Graham Cox, Anthony Daniels, David Buck, Peter Woodthorpe, Fraser Kerr, Philip Stone, Michael Deacon, André Morell, entre otros; con un guión de Peter S. Beagle y Chris Conkling; basados en los libros “The Fellowship Of The Ring” y “The Two Towers” de J.R.R. Tolkien; y en 2 horas y 12 minutos de metraje, esta es la película animada de más largometraje hecha hasta ese momento; solo comparada en extensión con “Fantasia” (1940) de Disney en su versión original y sin cortes; y fue una de las primeras películas de animación presentadas teatralmente en el sistema de sonido Dolby Stereo; siendo también pionera al contener un tratamiento adulto, no apto para los niños, en escenas terroríficas con la aparición de los jinetes negros, o mostrando sangre explícita en las luchas, como la muerte de Boromir; junto al innovador uso de la cámara lenta, como cuando El Rey espectro apuñala a Frodo en La Cima del Viento; por lo que es uno de los largometrajes de animación más interesantes de la década de los 70, porque precisamente es hija de su tiempo, y debido a ello, compararla con La Trilogía de Peter Jackson es un sinsentido mayúsculo; así que hay que disfrutar de todas ellas pero cada una a su estilo y manera. 
Y es que desde finales de los años 70, The Lord Of The Rings conectó con el desencanto de los jóvenes universitarios y con la contracultura; y su mensaje ecologista también estaba de plena actualidad, y aquellos que advertían de los peligros de la contaminación y la deshumanización que traería la tecnología, predicando la necesidad de un regreso a la tierra, encontraron una metáfora perfecta de este mensaje, en un libro que leyeron como un canto a la vida sencilla y conectada con la naturaleza de hobbits y elfos; y una crítica de la sociedad industrial, representada por las oscuras Isengard y Mordor. 
La fantasía estaba viviendo pues una Edad Dorada, y muchas de las mejores obras de esta época, se caracterizan por un tono crepuscular, melancólico y reflexivo; además de la poderosa influencia de “Star Wars”, su particular interpretación del camino del héroe y la evolución de las grandes superproducciones de Hollywood, enfocadas ya a un público masivo de cualquier edad, habían generado un marco del que no se podía escapar. 
Y en él, los héroes debían ser humanos, y tener debilidades y traumas que superar; pero la historia de The Lord Of The Rings es bastante compleja; y más aún en esta producción. 
El proyecto siempre estuvo flotando entre los pasillos de los estudios, pero a partir del mega-éxito de “Star Wars”, a Hollywood le vinieron los apuros de sacar de la galera otra saga épica que compitiera con la de George Lucas, y de la misma época es el proyecto faraónico de Alejandro Jodorovsky de “Dune”, pensado con el mismo propósito.
Si bien, la idea de adaptar a Tolkien estuvo en la cabeza de muchos, sin ir más lejos, hasta en la de Stanley Kubrick, en los 70s solo había un proyecto en marcha, y estaba bajo el mando de John Boorman.
El problema era que Tolkien sólo era conocido en circuitos de culto, y ningún estudio quería financiar un proyecto que suponga una trilogía de lo que estimaban, “serán filmes con poca asistencia de público”
Ahí es donde entra Ralph Bakshi, un cineasta y animador estadounidense; que a medida que la industria de la animación estadounidense declinaba durante las décadas de 1960 y 1970, logró traerla de nuevo de manera muy refrescante y novedosa, y aquí, bajo su dirección la historia de Tolkien sería una traslación casi literal, donde la acción de la película se sitúa en la ficticia Tierra Media, y sigue las aventuras de un grupo de hobbits, hombres, un elfo, un enano y un mago, que forman “La Comunidad del Anillo” y a ésta se le encomienda la misión de destruir El Anillo Único, creado por el señor oscuro, Sauron, y así asegurar la aniquilación de este último.
Bakshi conocía los trabajos de Tolkien desde los comienzos de su carrera, y llevó a cabo varios intentos de producir una adaptación de The Lord Of The Rings al cine de animación; ya en los años 50, al contrario de una leyenda urbana que decía que Disney tenía los derechos, en 1968, esos derechos fueron cedidos a United Artists, para la que los directores Stanley Kubrick y John Boorman, de forma independiente, trataran de adaptar la historia, sin éxito… siendo a mediados de los 70, que Bakshi, que había tenido éxito con el film orientado para un público adulto, “Fritz The Cat” (1972), supo del proyecto de Boorman y United Artists para adaptar la historia; y cuando se enteró de que Boorman pensaba adaptar las 3 partes de la historia en una sola película comentó:
“Creo que era una locura, una cierta falta de carácter por parte de Boorman. 
¿Por qué querrías debilitar lo hecho por Tolkien?”
Y cuando la visión de Boorman fracasó, Bakshi se dirigió al estudio, y propuso una adaptación más fiel de la obra en 3 películas de animación:
“Les dije, preferiría hacer los libros tan fielmente como podamos, usando los diálogos y escenas de Tolkien con exactitud. 
Y me respondieron “de acuerdo”, pero lo que me descolocó fue, “porque no entendemos una palabra de lo que escribió Boorman. 
No hemos leído los libros. 
No tenemos tiempo de leerlo. 
Tú lo entiendes, Ralph, así que ve y hazlo”
La oficina de Metro Goldwyn Mayer estaba en el mismo edificio de United Artists, por lo que Bakshi fue a hablar con el entonces presidente de la primera, Dan Melnick:
“Pensé que él entendería lo que significaban “Los Anillos”, porque UA no lo había hecho”; y ambos hicieron un trato con Mike Medavoy de United Artists para comprarle el guión de Boorman.
“Ese guión costaba $3 millones”, así que Boorman estaba feliz con la oferta, “porque había conseguido $3 millones por un guión ya descartado”
Sin embargo, Melnick fue despedido, por lo que el trato se vino abajo…
El siguiente intento de Bakshi fue con Saul Zaentz, que ya le había brindado ayuda financiera para la producción de “Fritz The Cat” (1972), y le preguntó si quería producir The Lord Of The Rings; a lo Zaentz aceptó. 
Saul Zaentz fue un ejecutivo de compañía discográfica y productor de cine estadounidense; ganador como Mejor Productor del Premio de La Academia a La Mejor Película en 3 ocasiones por:
“One Flew Over The Cuckoo's Nest” (1975), “Amadeus” (1984) y “The English Patient” (1996), y en 1996 fue galardonado con El Premio Oscar a La Memoria de Irving Thalberg; por lo que la carrera cinematográfica de Zaentz en la producción, estuvo marcada por su dedicación a la adaptación de novelas; ya que era un lector empedernido, y en general, no producía guiones originales.
En 1976, Zaentz adquirió ciertos derechos sobre los libros de J.R.R. Tolkien, “The Hobbit” y “The Lord Of The Rings”, a través de Tolkien Enterprises, Saul Zaentz siguió siendo hasta su muerte, el 3 de enero de 2014, que también habría sido el 122 ° cumpleaños de Tolkien; propietario de los derechos mundiales para el cine, el teatro y otros productos de “The Lord Of The Rings” y “The Hobbit”
De hecho, el propio Tolkien vendió los derechos que ahora ostenta esta empresa a la United Artists en 1968, quienes a su vez se los vendieron a Zaentz en 1976; y en 1978, se produjo la versión de dibujos animados, dirigida por Bakshi, que abarcaba, aproximadamente, hasta la mitad del libro.
Zaentz, quien escribió un cheque para cubrir la deuda de MGM y acordó financiar el presupuesto de $ 8 millones para el primero de lo que inicialmente se planeó como una serie de 3 películas, que luego negoció hasta 2 a instancias de UA; y antes de que comenzara la producción, Bakshi y Zaentz insistieron en que Tolkien Estate recibiera los beneficios residuales de la película.
Mientras tanto, Bakshi se entrevistó con Priscilla, hija de Tolkien y la única mujer de la familia, para hablar de como pretendía hacer la adaptación.
A la hija de Tolkien le encantó “Wizards” (1977) la fantasía dirigida por Bakshi, por lo que le otorgó los derechos de The Lord Of The Rings; además, ella le enseñó la estancia en la que su padre solía escribir y dibujar, y Bakshi prometió que las películas serían fieles a la novela: 
“Mi promesa a la hija de Tolkien fue ser fiel al libro. 
No iba a decir:
Hey, descartemos a Gollum y cambiemos estos 2 personajes”
Mi trabajo era decir, esto es lo que el genio dijo”
Un borrador del guión fue escrito por Chris Conkling, que decidió que la historia fuese un “flashback” de Merry, que contaría la historia desde su punto de vista; pero después de que Bakshi y Zaentz vieron el borrador, llamaron al escritor Peter S. Beagle para reescribirlo, y este creó un prólogo.
Beagle era un novelista y autor de historias cortas, ensayista y guionista de género fantástico estadounidense; que escribió varios borradores del guión para este filme por solo $5,000 gracias a las promesas de Saul Zaentz de contratarlo para otros proyectos mejor remunerados; pero Zaentz más tarde renegó de estas promesas…
Bakshi dijo, que uno de los problemas de la historia, era el que fuese épica, porque según él, “la épica tiende a rezagarse.
El mayor cambio fue ser fiel al libro”, afirmó; mientras las mayores influencias artísticas de Bakshi, para la elaboración de los dibujos, fueron Howard Pyle y N.C. Wyeth.
Pyle fue un ilustrador y escritor estadounidense, gran conocedor de las leyendas medievales y revolucionó la ilustración empleando, por primera vez, el fotograbado y la impresión en color, técnicas que enseñaba en su propia escuela; mientras que Newell Convers Wyeth, fue un artista e ilustrador, también estadounidense; y  alumno del artista Howard Pyle, que se convirtió en uno de los mejores ilustradores de Estados Unidos.
Agregó Bakshi:
“No es tan importante para mí ver cómo se ve un hobbit. 
Todos tienen su propia idea de cómo son los personajes. 
Para mí es importante que la energía de Tolkien sobreviva. 
Es importante que la calidad de la animación coincida con la calidad de Tolkien. 
¿A quién le importa cuán grande es la nariz de Gandalf? 
La tendencia de la animación, es solo preocuparse por el dibujo. 
Si la película funciona, si estás de acuerdo con la cara de Bilbo o no, el resto se vuelve intrascendente”
Por ello, el largometraje hace un notable uso del rotoscopio, una técnica en la que las escenas son filmadas con personas reales sobre un fondo neutro, para luego “calcarlas” al celuloide como animación. 
Max Fleischer, que fuera el genio responsable de los primeros dibujos de “Superman”, creó este sistema en 1912; aunque en realidad, aquí se utiliza la técnica creada por Francisco Macián entre 1967 y 1968, llamada “M-Tecnofantasy”
Siendo esta la primera película animada completamente rotoscópica; y lo que hizo al trabajo de Bakshi especial, fue que sus secuencias “live action” tenían un realismo que nunca se habían visto hasta entonces en un film animado; y es que por lo general, los directores que trabajaban con este sistema, hacían moverse a los actores con movimientos exagerados cuando filmaban las escenas “live action”; pero Ralph, en cambio, dirigió a los artistas como si la película no fuera animada, y cuando agregaron luego la animación a esas escenas, el resultado fue espectacular, porque los personajes se expresaban y movían con una naturalidad nunca vista en el cine, y en este arte hasta ese momento.
Al usar el rotoscopio, Bakshi podía rastrear escenas altamente complejas de secuencias de acción en vivo, y transformarlos en animación, aprovechando así la complejidad que la película de acción real puede capturar sin incurrir en los costos exorbitantes de producir una película de acción real; y de esa manera, la cantidad de personajes que se mueven en una escena, es asombrosa; y The Lord Of The Rings tiene cientos de personas en la escena, y por otro lado, los acetatos o “cel animation” con miles de personas en ellos. 
El proceso era tan complejo, que a veces solo se conseguía un cel por semana de un artista; lo que resultó que las tomas simples fueran las que solo tenían 4 personas en ellas. 
Después de la sesión de acción en vivo, cada fotograma del metraje en vivo se imprimió y se colocó detrás de una animación. 
Los detalles de cada cuadro, fueron copiados y pintados en ese cel; y tanto la acción en vivo como las secuencias animadas, fueron creadas con un guión gráfico.
La técnica de la rotoscopia en The Lord Of The Rings, requirió de mucho trabajo al tener que realizar 10.000 fondos pintados a mano, en lugar de los cientos o pocos de miles de fondos que se usaban en una película de animación de la época; y para rodar las escenas de imagen real, Bakshi rodó durante 6 meses en 2 continentes:
La mayoría de las escenas se rodaron en California, donde los actores realizaban sus escenas, luchas y diálogos en un fondo blanco; mientras que para La Batalla en El Abismo de Helm, Bakshi rodó en El Castillo de Belmonte en España.
Se cuenta que en el rodaje de España, durante la mitad de la gran batalla, los jefes sindicales pidieron un descanso para almorzar, y Bakshi filmó secretamente imágenes de actores con trajes Orcos moviéndose hacia la mesa de servicio de artesanía, y usó el metraje en la película.
Más tarde se criticó el uso de la animación rotoscópica si era una elección artística, o debido a restricciones presupuestarias…
Otro dato ocurrió después de que el laboratorio de desarrollo cinematográfico español descubrió que las líneas telefónicas, helicópteros y automóviles eran visibles en el metraje, intentaron destruirlo, diciéndole al primer asistente de dirección de Bakshi, “si ese tipo de cinematografía descuidada salía, nadie de Hollywood volvería alguna vez a España para rodar de nuevo”
Cuando Bakshi regresó a los Estados Unidos, y se enteró de que el costo de revelado de impresiones de cada cuadro había aumentado, no quería repetir el proceso que se había utilizado en “Wizards”, que no era adecuado para el nivel de detalle que pretendía para The Lord Of The Rings, por lo que Bakshi y el técnico de cámara, Ted Bemiller, crearon su propia ampliadora fotográfica para procesar el metraje de forma económica; y así se usaron efectos especiales de acción en vivo y ópticas analógicas, en lugar de animación para mantener bajo el presupuesto de efectos visuales, y darle a la película un aspecto más realista. 
También se dijo que se utilizó material de la batalla del filme “Alexander Nevsky” (1938) de Sergei M. Eisenstein para algunas escenas de animación rotoscópicas. 
En concreto, La Batalla del Abismo de Helm, fue rodada en El Castillo de Belmonte, con más de 3.000 extras; un trabajo de animación monumental que se prolongó durante casi 2 años. 
No en vano, a la labor de editar la película original, cabe sumar la de trasladar cada fotograma a un dibujo y su posterior coloreado. 
Tras rodar todas las escenas de imagen real, Bakshi y su equipo de animadores de 200 personas, entre ellos estudiantes de Bellas Artes, pasaron un año con el proceso de la animación, al tener que dibujar fotograma a fotograma, las 2 horas y 12 minutos de duración de la película, que la hizo la primera película de animación más larga de la historia del cine realizada en Estados Unidos.
Y de paso, Bakshi abrió el camino a la animación para adultos, así como utilizando la técnica de la rotoscopia dio calidad en movimientos y dibujo.
La acción sigue en parte la de los 2 libros de La Trilogía conocida:
A principios de La Segunda Edad de La Tierra Media, los herreros elfos forjaron 9 anillos de poder para hombres mortales, 7 para los señores enanos y 3 para los reyes élficos. 
Al mismo tiempo, El Señor Oscuro, Sauron, hizo El Anillo Único para gobernarlos a todos, después de aprender los secretos de cómo forjarlos de los elfos; en una clara desviación de la obra de Tolkien, en la que Sauron enseñó la tradición del anillo de los elfos y forjó todos los anillos excepto los 3 anillos élficos. 
Cuando La Última Alianza de elfos y hombres cayó, El Anillo cayó en manos del Príncipe Isildur, desde el otro lado del mar; y después de que Isildur fuera asesinado por orcos, El Anillo yacía en el fondo del río Anduin. 
Con el tiempo, Sauron capturó los 9 anillos para los hombres, y convirtió a sus dueños en Los Espectros del Anillo, seres terribles que vagaban por el mundo en busca del Anillo Único. 
Y ese Anillo fue encontrado por Déagol, cuyo amigo, Sméagol, lo asesinó y se lo robó; y El Anillo convirtió a Sméagol en un retorcido y miserable ser conocido solo como Gollum (Peter Woodthorpe), y deambuló con él hasta una cueva en Las Montañas Nubladas. 
Cientos de años después, el hobbit, Bilbo Baggins (Norman Bird), descubrió accidentalmente su “precioso” Anillo, y se lo llevó de vuelta a La Comarca. 
Años después, durante las celebraciones del cumpleaños de Bilbo en La Comarca, el mago Gandalf (William Squire) le dice que abandone El Anillo por Frodo Baggins (Christopher Guard); a lo que Bilbo acepta, y deja La Comarca. 
Pasan 17 años, durante los cuales, Gandalf descubre que La Comarca está en peligro: 
Las fuerzas del mal han descubierto que El Anillo está en posesión de un Baggins; y Gandalf se encuentra con Frodo para explicarle la historia del Anillo y el peligro que representa para toda La Tierra Media; a lo que Frodo sale de su casa, llevándose El Anillo con él; pero lo acompañarán 3 amigos hobbits:
Pippin (Dominic Guard), Merry (Simon Chandler) y Sam (Michael Scholes)
Después de un encuentro con Los Espectros del Anillo que los persiguen, los hobbits eventualmente llegan a Bree, donde se encuentran con Aragorn (John Hurt), que se presenta por primera vez a ellos como “Strider”, un amigo de Gandalf, que dijo verlos allí, pero al no llegar, Aragorn los lleva a Rivendell. 
Pero en el camino, Frodo es apuñalado sobre La Cima de Los Vientos por El Jefe de Los Espectros del Anillo, con un cuchillo imbuido de magia maligna; y parte del cuchillo permanece dentro de él, a lo que Frodo se pone más enfermo a medida que avanza el viaje, y Los Espectros del Anillo los alcanzan poco después de conocer al elfo Legolas (Anthony Daniels), y en un punto muerto en el vado de Rivendell, Los Espectros del Anillo son arrastrados por el río encantado. 
En Rivendell, Frodo es sanado por su señor, Elrond (André Morell); y los hobbits se encuentran de nuevo con Gandalf, que dijo estar cautivo por su compañero mago Saruman (Fraser Kerr), que planea unirse a Sauron, pero también quiere El Anillo para él. 
De esa manera, Bilbo, Gandalf y los demás, discuten sobre lo que se debería hacer con El Anillo Único, y Frodo se ofrece voluntario para ir a Mordor, donde El Anillo puede ser destruido; y Frodo sale de Rivendell con 8 compañeros: 
Gandalf, Aragorn, Boromir, hijo del Senescal de Gondor (Michael Graham Cox); Legolas, Gimli, el enano (David Buck); y los 3 compañeros hobbit originales de Frodo. 
Su intento de cruzar Las Montañas Nubladas se ve frustrado por la fuerte nevada, y se ven obligados a tomar un camino bajo las montañas a través de Moria. 
Ese reino era un antiguo reino enano, pero ahora está lleno de orcos y otras criaturas malvadas, y Gandalf cae en un abismo mientras lucha contra un balrog.
Los 8 miembros restantes de La Comunidad, continúan a través del refugio élfico de Lothlorien, pero Boromir intenta quitarle El Anillo a Frodo; y éste decide dejar a los demás atrás, y continuar su búsqueda solo, aunque el fiel Sam insiste en acompañarlo. 
En una emboscada, Boromir es asesinado por orcos mientras intenta defender a Merry y Pippin; y estos son capturados, pues tienen la intención de llevarlos a Isengard, a través de la tierra de Rohan; pero los hobbits escapan y huyen al bosque de Fangorn, donde se encuentran con Treebeard (John Westbrook), una enorme criatura parecida a un árbol. 
Posteriormente, Aragorn, Gimli y Legolas, encuentran a Merry y Pippin; porque encuentran pequeñas huellas que los conducen al bosque Fangorn; pero los 2 hobbits son enviados a una misión especial…
Allí encuentran a Gandalf, a quien creían que había muerto en las minas de Moria; y los 4 se dirigen a la capital de Rohan, Edoras, donde Gandalf persuade al Rey Théoden (Philip Stone), de que su gente está en peligro. 
Aragorn, Gimli y Legolas, luego viajan a la fortificación defensiva del Abismo de Helm; mientras Frodo y Sam descubren a Gollum, acechándolos, y lo capturan.
Frodo se apiada de él, y lo deja vivir a cambio de ser un guía hacia La Montaña del Destino; y Gollum promete llevarlos a una entrada secreta por Mordor… 
En El Abismo de Helm, las fuerzas de Théoden luchan para resistir una embestida de orcos enviados por Saruman; y Gandalf llega a la mañana siguiente con los Jinetes de Rohan justo a tiempo, destruyendo el ejército de orcos.
Esta película arranca con un “teatro de sombras chinas” proyectadas tras un lienzo rojo, que narra la caída de Isildur, y el origen del Anillo Único, y a partir de ahí nunca deja de asumir riesgos, y por ello no siempre sale bien parada, por supuesto que hay momentos en los que se nota demasiado que el uso de la rotoscopia; y el código no siempre es del todo coherente, pero en los mejores momentos, el contraste entre ambas técnicas genera una disonancia maravillosa, como si 2 planos diferentes de existencia entraran en colisión. 
Es ese mismo contraste, el que convierte a orcos y espectros del Anillo en criaturas de pesadilla hiperreal, monstruos amorfos, pero de movimientos totalmente humanos, salidos de lo más oscuro de nuestro subconsciente, que se enfrentan a héroes no del todo reales, pero al menos, con rasgos identificables. 
Esos choques entre los aterradores seres, manchas negras con ojos rojos, y los personajes más elaborados, suelen ir acompañados de otros efectos, fondos abstractos, relámpagos, luces caleidoscópicas, brumas… 
Así, La Tierra Media concebida por Bakshi, se convierte en un mundo extraño, donde el cielo puede ser rojo o negro, pero nunca azul; un espacio claustrofóbico y siniestro, más simbólico que físico, que nos inquieta; incluso cuando vemos escenas de batalla muy toscamente realizadas, o los personajes principales cambian de una rotoscopia a otra en medio de la misma secuencia, como si hubiera un fallo en la realidad, o se estuvieran superponiendo 2 dimensiones diferentes, siempre hay algo flotando en la atmósfera de la película que la hace única y perturbadora. 
Y es que la película de Bakshi se centra sobre manera en “The Fellowship Of The Ring” con al menos 1 hora y 15 minutos, y dedica el resto a la primera mitad de “The Two Towers”, llegando a su fin con el pasaje conocido como “La Batalla del Abismo de Helm” así como al inquietante vínculo establecido entre Sméagol y Frodo Baggins en su camino hacia Mordor. 
No obstante, la necesidad de condensar parte de la historia y de los relatos contenidos en la misma, hace que algunos personajes como el carismático Tom Bombadil o Arwen quedasen en el tintero. 
Del mismo modo, tampoco se profundiza en la descripción de personajes principales como es el caso de Gimli, Legolas o el propio Aragorn. 
A este respecto, y por razones obvias, es mucho más rica en detalles La Trilogía de Peter Jackson; y es que el guión de Chris Conkling y Peter S. Beagle, omitía muchos de los capítulos de la obra original, pero resultaba modélico en su concisión, pleno de épica, y conseguidos momentos de emoción contenida. 
Tal es así, que algunas de sus secuencias serían utilizadas casi sin variaciones por Peter Jackson en sus versiones; y en ocasiones, en lo narrativo:
Así la apertura donde se resume la historia hasta que la historia da inicio en La Comarca, la región donde habitan los hobbits protagonistas, y el lugar al que ha ido a parar El Anillo Único de Sauron, aquel que posee el poder de dominar a todos los demás Anillos, entregados estos a los reyes de las distintas razas que pueblan La Tierra Media, y de atarlos a todos en las tinieblas. 
Y en otras, en lo visual, así el primer encuentro de los hobbits en un camino con uno de los 9 Jinetes Negros, los antiguos reyes de los hombres corrompidos por sus Anillos, y ahora espectros a las órdenes del Mal Absoluto que representa Sauron, cuando aquellos se ocultan bajo la raíz de un árbol, al margen de la senda mientras El Jinete se baja de su montura y olfatea el aire rastreando al Único, una escena plena de tensión, gracias a una planificación medida e intensa que juega con los lentos y zombificados movimientos del espectro. 
O la incursión de Los Jinetes Negros en el poblado de Bree, donde atacarán a los hobbits en la posada El Pony Pisador, sus gritos mostrando el engaño del que han sido objeto, gracias a la astucia del misterioso Aragorn, el montaraz errante que ayudará a nuestros pequeños protagonistas en su viaje a partir de ese momento.
También el inolvidable combate en el que Gandalf caerá ante el balrog, en uno de los puentes de Moria. 
También, The Lord Of The Rings de Bakshi, deja traslucir el espíritu “underground” y contracultural del que su cine era exponente, y quizás solo de esta forma podemos entender ese psicodélico enfrentamiento entre los poderosos magos Gandalf y Saruman en la fortaleza de este, Isengard, que culmina con la reclusión del primero en lo alto de la gran torre, Orthanc, que preside el siniestro lugar. 
Los personajes, por tanto, resaltan en unos fondos que desaparecen para ser invadidos por luces y destellos más propios de un viaje lisérgico, que de una pelea a hechizo limpio. 
Un recurso que utiliza también, aunque de manera más contenida, en la escena del intento de asesinato de los hobbits por parte de Los Jinetes en la posada de Bree, o más tarde en la que sin duda es una de las secuencias más poderosas de la película, el ataque de los espectros en La Cima de Los Vientos. 
Y Bakshi se sirve de manera genial de diversos recursos para narrar el emocionante y terrorífico instante, apenas unos segundos en la trama que se alargan en un espesor infernal, como el cambio repentino de los fondos, una cámara lenta que ralentiza el tiempo asemejando esa pesadilla en la que uno desea correr y apenas logra moverse, la distorsión del sonido transformado en un ruido sordo, cuyo eco impregna el aire de puro terror; pero por desgracia no todo el filme está a una prodigiosa altura:
El tramo final en el que transcurre la que se debería suponer épica batalla del Abismo de Helm, se halla constreñida por su pobreza de producción, donde ejércitos de orcos se convierten en 4 señores con 2 trapos por encima y unas máscaras un tanto ridículas, pero Bakshi resuelve sin embargo con eficiencia y profesionalidad, entregando honestidad donde otros solo hubieran dejado lamentos. 
El final resulta además muy insatisfactorio para el espectador, pues llega de manera repentina, dejando todas las tramas abiertas en el aire, rematado con una inoportuna voz “en off” que intenta cerrar en una línea lo que precisaba de al menos otras 2 horas de metraje. 
Y es que según el director John Boorman, Saul Zaentz consideró la tarea de producir esta película como “la peor experiencia de su carrera”; muy a pesar de que la película fue un éxito financiero, que costó $4 millones para producir, recaudó $30.5 millones; aunque según Ralph Bakshi, la película acabó costando entre $8 y 10 millones; pero tuvo la mala suerte de estrenarse el 15 de noviembre de 1978, justo 1 mes antes del bombazo de “Superman”, que la barrió de los medios, y de la taquilla. 
Pero seamos honestos con The Lord Of The Rings, en efecto fue bastante oscuro, y todos los villanos eran realmente aterradores; por lo que no era una propuesta para niños; donde las batallas y las escenas de acción en general eran muy violentas, y en ese momento, esto era muy difícil de ver en una película de fantasía de dibujos animados, por eso causó rechazó entre la crítica más conservadora; donde La Tierra Media es un lugar decadente, acosado por el mal, y las localizaciones que usa son lugares desolados y en ruinas. 
Más allá de La Comarca, no parece haber lugar para la alegría; ni siquiera Rivendell o Lothlorien, hogares de elfos, resultan demasiado impresionantes o luminosos. 
Por el contrario, Bakshi no buscaba representar personajes “humanos”, falibles y vulnerables, sino que, más bien, pone el foco en la dimensión arquetípica de las creaciones de Tolkien; y no busca dotarlas de complejidad ni de matices, sino ceñirse a los grandes conceptos: 
Una lucha entre el bien y el mal expresada de manera absoluta; donde tampoco hay sitio para el humor ni el amor, ni para los interminables diálogos explicativos que lastran, a menudo, las adaptaciones de Jackson. 
Lejos de eso, prefiere los textos escuetos, y deja que la acción hable por sí misma. Y para 1978, no solo no supuso un problema el escaso papel que las mujeres jugaban en las novelas de Tolkien, sino que no se tuvo reparos en reducirlo incluso más, en pro de la síntesis que necesitaba el proyecto: 
Así Arwen se esfuma, Eowyn queda reducida a una frase, y tan solo Galadriel parece pintar algo. 
Con mayor o menor acierto, Peter Jackson fue consciente de que aquel era un tema espinoso, e hizo verdaderos esfuerzos por dotar de más peso en las tramas a estas figuras.
Pero las críticas a esta The Lord Of The Rings no fueron uniformes, yendo desde las que la describieron como una película con virtudes y defectos, hasta las rotundamente negativas. 
Se dijo que una vez que se terminó la película, le dijeron a Bakshi que las audiencias no pagarían para ver una historia incompleta.
Y sobre sus objeciones, The Lord Of The Rings se comercializó sin indicación de que una segunda parte seguiría… y eso hizo que se sintiera que la película no tenía sentido para los espectadores que habían leído el libro.
Cabe señalar que los productores desistieron de financiar la secuela necesaria para cubrir la totalidad de la historia de la novela, dejando esta película como una obra hasta cierto punto inacabada; porque la productora sentía que el público no pagaría por ver la mitad de una película; de hecho, la película fue originalmente pensada para ser distribuida como “The Lord Of The Rings: Part I”, a lo que Bakshi dijo:
“Les dije a los productores que no podían omitir decir que es La Parte I, porque la gente va a pensar que verán toda la película, y no está allí. 
Tuvimos una gran pelea, y la lanzaron como The Lord Of The Rings puro y simple.
Así que, cuando llegó el final, la gente quedó atónita en el teatro, incluso peor de lo que nunca pensé que sería, porque esperaban ver toda la película. 
La gente sigue diciéndome, que nunca terminé la película... 
Y yo sigo diciendo: 
¡Así es!
De haber dicho “Parte I”, creo que todos lo habrían respetado; pero como no fue así, todos esperaban ver los 3 libros completos, y ahí es donde entra la confusión”
Bakshi afirmó que “nunca hubiera hecho la película, si hubiera sabido lo que sucedería durante la producción”; y se dice que la razón por la que hizo la película fue para “salvarla para Tolkien, porque me encantaron las 3 novelas”; y también declaró que sentía que la película “me quitaba más de lo que recibía, y me hizo darme cuenta de que no estoy interesado en adaptar la historia de otro escritor”
Por ello, muchos fanáticos de Tolkien estaban decepcionados de que esta película solo cubriera los primeros 2 libros, y por la forma en que algunos personajes importantes y eventos fueron cortados de la película. 
Cuando Saul Zaentz le dijo a Ralph Bakshi que no permitiría que la película tuviera una continuación, Rankin y Bass hicieron una adaptación animada llamada “The Return Of The King”; aunque la producción de Rankin/Bass no ofrece una continuación estilística de la película anterior. 
Después de que se lanzó, muchos de esos fanáticos decepcionados cambiaron de opinión, afirmando que la película de Bakshi era una adaptación más madura y detallada de las historias de Tolkien.
Aun así, esta obra contribuyó decididamente al incremento del interés por los trabajos de Tolkien, y se erigió en un necesario punto de referencia para posteriores adaptaciones de los mismos.
Y este me parece un caso claro de feliz hallazgo casual: 
Conscientemente o no, Bakshi consigue crear una estética oscura y psicodélica, de interesantes connotaciones. 
La superposición entre los 2 usos de la rotoscopia genera un contraste muy radical, que choca a quien está acostumbrado a estéticas romas y amables, pero cuyo potencial no puede ignorarse. 
Si resulta rara y experimental una película como esta es, en gran medida, porque se ha impuesto un realismo fotográfico en la fantasía que excluye cualquier tipo de elemento extradiegético o énfasis visual poco convencional. 
Porque es una obra que no intenta ser perfecta ni definitiva, y que prefiere, en cambio, desafiar nuestro gusto y provocar al espectador. 
Ante eso, sinceramente, poco importa que la trama sea atropellada, o que la necesidad de concentrar demasiada información no siempre se salde de un modo comprensible, o que determinadas acciones no queden del todo explicadas. 
Eso solo puede importarle a quien, al ver la película teniendo en su cabeza La Trilogía de Jackson como adaptación canónica, espere algo en la misma línea. 
En ese sentido, desde luego, la película de Bakshi fue un fracaso, pero un fracaso del que surgió una maravilla lisérgica, extravagante y de una fuerza simbólica abrumadora.
Del reparto, entre los actores de la voz estaba el bien considerado John Hurt, que interpretó el papel de Aragorn; y Anthony Daniels el de Legolas, que es mejor conocido por interpretar el papel de C-3PO en la saga Star Wars. 
Las acciones de Bilbo Baggins y Samwise Gamgee fueron interpretadas por Billy Barty, mientras que Sharon Baird fue el modelo de actuación de Frodo Baggins. 
Otros intérpretes utilizados en la sesión de rotoscopia incluyen a:
John A. Neris como Gandalf, Walt Robles como Aragorn, Felix Silla como Gollum, Jeri Lea Ray como Galadriel, y Aesop Aquarian como Gimli. 
Aunque se produjo y grabó algo de animación para la película, muy poco de eso aparece en la película final; y la mayoría de las escenas de multitudes y batallas de la película, utilizan una técnica diferente en la que el metraje de acción en vivo está solarizado, según dijo el director de fotografía de la película, Timothy Galfas, en el documental “Forging Through The Darkness: Ralph Bakshi Vision for The Lord Of The Rings”, para producir un aspecto más tridimensional; y en unas pocas tomas, las 2 técnicas se combinan.
Por ello, el alto perfil del proyecto trajo una gran cobertura de revistas comerciales y fanáticos como Mick Jagger, que visitaron el estudio para tener la oportunidad de interpretar un papel…
El animador Carl Bell, amaba dibujar tanto a Aragorn, que Bakshi le regaló a Bell el disfraz de acción en vivo, que lució mientras animaba; y muchos de los actores que retratan las partes físicas de los personajes de esta película, proporcionaron las voces; mientras otros personajes, como los hobbits, fueron retratados por los animadores y por Billy Barty en el metraje de acción en vivo, y luego fueron interpretados por otros actores. 
Los actores que interpretan partes físicas, pero no voces, se acreditan como “Actores del Personaje”
Como dato, André Morell, quien interpreta a Elrond, murió 13 días después del estreno.
Acreditado como un actor de personaje rotoscopado, Angelo Rossitto, es fácilmente reconocible como el enano en La Taberna durante la escena del Prancing Pony.
Mientras que Treebeard es el único personaje de la película que no tiene rotoscopia.
Un dato es que Billy Barty, fundador de La Gente Pequeña de EEUU, realizó 2 partes físicas: 
La de Samwise Gamgee y la de Bilbo Baggins. 
Debido a las entonces establecidas reglas del Screen Actors Guild Union, pertenecientes a los créditos en pantalla, sólo los actores con dialogo pueden aparecer en los títulos de crédito; y ni uno solo de los actores que aparecieron físicamente en la película, apareció en los créditos. 
Barty estaba tan irritado por esta norma, que se negó a participar futuras producciones; y como resultado de su atrevida acción, miles de actores, bailarines, extras, dobles de cuerpo, especialistas, etc., que antes habrían permanecido en el anonimato, ahora reciben el reconocimiento que tanto merecen hasta con un Premio SAG.
Como dato, Tim Burton trabajó como animador en esta película; y no fue acreditado, pero trabajó como un artista “intermedio”, siendo este su primer trabajo en una película.
Mientras que John Hurt apareció más tarde en “The Elephant Man” (1980); cuyo maquillaje para el papel principal, fue más tarde la inspiración para el diseño del personaje Gothmog en “The Lord Of The Rings: The Return Of The King” (2003)
Ese personaje es, apropiadamente, asesinado por Aragorn. 
Mientras que Orson Welles fue el narrador del tráiler teatral de la película.
El artista e ilustrador de cómics, Paul Smith, empezó su carrera como dibujante y animador en este filme, y después se hizo famoso por sus trabajos para Marvel y DC.
Pero hay 2 puntos de vista que sirven para evaluar a la versión animada de The Lord Of The Rings en sus justos términos:
En primer lugar, debemos apreciarla con los ojos cerrados; indudablemente que el guión es excelente, capturando frases exactas de los libros, así como todo el espíritu tolkeniano de la obra. 
Hay diálogos que son copia textual, tanto de las novelas o que aparecen en las películas de Jackson. 
Incluso hay un par de libertades que toma Bakshi, como es la escena de la cantina en donde Los Jinetes Oscuros acuden en masa a matar a los hobbits, algo que no figura en el libro, y sí aparece en “The Lord Of The Rings: The Fellowship Of The Ring” de Jackson.
Del mismo modo, el combate en El Abismo de Helm, es similar al de “The Lord Of The Rings: The Two Towers” del oscarizado Peter. 
Pero la novela de Tolkien es mucho más breve sobre dicha escena, y lo que parece ahora indudable, es que Jackson tomó el guión de la versión animada, expandiéndolo y puliéndolo en su aspecto dramático. 
Otra cosa que toma Jackson de Bakshi, es la desaparición del personaje de Tom Bombadil. 
Pero si bien el guión es absolutamente fiel a Tolkien, el problema del film pasa por el segundo punto de vista, que es Bakshi como director y animador, que es sencillamente terrible. 
Como director toma muchas decisiones apuradas:
Comprime los 2 primeros libros que son enormes en 132 minutos, lo cual es excesivo, con lo cual los tiempos dramáticos no existen. 
Todo va muy apurado, y las escenas saltan de un escenario a otro muy diferente en escasos segundos. 
Indudablemente, Bakshi pensó que el clímax necesario para culminar esta primera parte era La Batalla del Abismo de Helm, pero la cantidad de historia metida previamente es avasallante. 
No sólo los caracteres nos resultan cartón pintado, sino que pierde todo el peso de la trascendencia de la obra. 
Sin ir más lejos, toda la aventura del Anillo parece una bobada. 
Pero si eso es malo, la animación es peor. 
Obviamente los decorados de fondo parecen extractados de los libros de ilustraciones de numerosos artistas que imaginaron los escenarios de Tierra Media. 
Pero se ven oscuros y toscos; y lo que es peor, es el diseño de los personajes.
Bakshi combina 3 técnicas: 
Animación standard, rotoscopia y negativos coloreados. 
Mientras que la animación standard es mediocre, opaca, de escasos colores; Bakshi decide ahorrar tiempos y costos usando una técnica primitiva de captura de movimientos llamada “rotoscopia”, con el cual los dibujantes realizan las ilustraciones sobre fotogramas de una película rodada con actores. 
Vale decir, dibujan sobre un film. 
Esto debería generar movimientos realmente naturales, cosa que sí sucede, pero cuando se lo inserta en escenarios dibujados que no son de gran calidad, termina por resultar chocante. 
Y es horrible cuando los animadores intentan darle vida a los gestos del personaje:
Las facciones cambian de tamaño aleatoriamente, y el tamaño de los ojos nunca es constante. 
Otro inconveniente del “rotoscope” es que depende de la actuación física de los intérpretes, y aquí todos parecen una troupe de amateurs de la peor clase. 
Cuando están preocupados, hacen gestos exagerados como para que queden bien detallados, y el animador pueda calcarlos, con lo cual pierde toda su sutileza. 
Y si la animación y el “rotoscope” son mal usados en el film, ni hablar de la parte diseño de personajes:
Los hobbits son horribles; es cierto que los de Jackson quizás sean demasiado bonitos, pero aquí son caricaturas que encima gesticulan como autistas, Sam parece el hermano gemelo de Elmer Fudd de Warner Bros., con esa nariz de porrón, y esos rasgos desproporcionados respecto a su rostro.
Hasta Aragorn parece un indio o un obrero antes que un héroe o un Príncipe que, utiliza una espada quebrada… y no hablemos del Balrog, que tiene el mismo tamaño que Gandalf, y parece animado por la gente de South Park.
Boromir, por ejemplo, parece más un vikingo que el sofisticado caballero de una “Ciudad Luz”
A excepción del personaje de Gandalf, que resulta el más acertado en cuanto a estética y movimiento; y si todo ya venía mal, para la escena del Abismo de Helm, Bakshi decide insertar negativos coloreados; como para crear un clima de guerra, pone toda la pantalla en rojo, e inserta film con actores no animados o tratados con “rotoscope”; actores comunes y corrientes que se ven en un tono escarlata.
Al igual que los otros, se mueven con una torpeza terrible, y es claramente visible que usan disfraces baratos. 
Las espadas que utilizan en combate dan lástima, y los combates multitudinarios se reducen a 20 o 30 tipos. 
Todo el clímax del Abismo de Helm, es de una torpeza descomunal, bizarro, confuso, y con dramatismo cero. 
Sin embargo, las escasas ocasiones en que aparecen Los Jinetes Negros infunden terror, especialmente la primera vez, reproduciendo casi milimétricamente lo que describía el libro; y están muy bien caracterizados, aunque caminen raro, y los orcos son horripilantes y muy siniestros, y casi nunca se les llega a ver el rostro a excepción de sus 2 rojizos ojos, dándoles un aspecto brutal y demoníaco. 
Pero siendo justos, la animación a día de hoy, es obvio que ha quedado desfasada y anticuada, pero sigue resultando muy buena y entrañable, con técnicas pioneras en su época, y por ello hay que aplaudir de pie, por ser una verdadera joya del cine de la época, sin tanta computación y con demasiada certeza.
Sin embargo, el film tiene varias diferencias con respecto al libro:
Bakshi fue lo más fiel posible, pero muchos detalles tuvieron que ser omitidos, como por ejemplo los personajes de Glorfindel, sustituido por Legolas; Arwen, la casa del granjero Maggot, y la del misterioso Tom Bombadil.
Del proceso de adaptación, Bakshi afirmó que los elementos de la historia “debían ser dejados de lado, pero nada en la historia realmente se alteró”
La película condensa en gran medida el viaje de Frodo de Bag End a Bree. 
Las paradas en la casa del Granjero Maggot, la casa de Frodo en Buckland, y la casa del misterioso Tom Bombadil en lo profundo del Bosque Viejo, se omiten. 
Maggot y su familia, y Bombadil y su esposa Goldberry, son todos omitidos, junto con Fatty Bolger, un hobbit que acompañó a Frodo al principio.
Según Bakshi, el personaje de Tom Bombadil fue abandonado “porque no movió la historia”; además, el personaje Glorfindel está amalgamado con Legolas.
Y también esta entrega animada tiene errores:
El nombre del mago de Isengard, fluctúa entre “Saruman” y “Aruman” a lo largo de la película; y se dijo en un momento del desarrollo de la película, que los ejecutivos del estudio pensaron que los nombres eran demasiado similares, y confundirían a la audiencia, y decidieron que Saruman debería ser rebautizado como “Aruman”
Esta decisión finalmente se revirtió, pero algunas referencias a “Aruman” quedaron en el corte final.
El nombre de Celeborn está mal pronunciado, “Seleborn” en lugar de “Keleborn”; y Minas Tirith es mal pronunciado constantemente como “Mine-as Tirith” en lugar de “Min-as Tirith”
Gandalf y Aragorn pronuncian Edoras de manera diferente. 
Mientras que Saruman se llama “Saruman El Blanco” y “Saruman de muchos colores”, pero a lo largo de esta película está vestido completamente de rojo.
La noche en que Boromir intenta persuadir a Frodo para que le preste El Anillo, La Luna está detrás de Frodo, pero también está detrás de Boromir...
En Rivendell, cuando ves por primera vez a Bilbo, se queda recitando poesía, mientras que los otros 4 hobbits entran en la sala. 
En un cuadro, ves a Frodo sentado en un rincón tocando un arpa, luego vuelve a entrar con los otros hobbits, y es un elfo tocando el arpa...
Gimli es casi tan alto como los personajes humanos y elfos en esta película; pero cabe aclarar un aspecto quizás algo desconocido para muchos, y es que en la mitología escandinava, en la que Tolkien basó casi toda su obra, Gimli, por ejemplo, era el nombre que recibía la morada de los dioses supervivientes al Ragnarok, por lo que “los enanos” no eran realmente enanos, sino que su tamaño era como el de los humanos, por lo que en el fondo, el concepto no sea tan erróneo como muchos piensan. 
Por otra parte, su carácter se ajusta más al del Gimli literario; y es de suponer que el actor que lo interpretó en el metraje de acción en vivo, no fue lo suficientemente pequeño, y se consideró poco práctico encogerlo en el proceso de rotoscopia.
En muchos, muchos disparos a lo largo de la segunda mitad de la película, el rubio Legolas tiene cabello oscuro… y puede ser que el actor que interpretó a Legolas en el metraje de acción en vivo en el que se basó la película, tenía claramente cabello oscuro, y estas tomas no se convirtieron en animación.
Con todo, la película de Bakshi esparció el suficiente interés en el trabajo de Tolkien como para que Rankin/Bass Productions, Inc. produjera en 1980 un programa especial animado de televisión basado en “The Return Of The King”
Mientras que Peter Jackson dijo nunca haber visto esta película Bakshi dijo que tenía sentimientos encontrados sobre las adaptaciones de Jackson:
“En algunos aspectos, me siento bien porque Peter Jackson continuó y continuó, y en algunos aspectos me siento mal, porque Saul Zaentz, el productor y varias personas nunca me llamaron, ni me dieron las gracias o me pidieron permiso para hacer la película.
Nadie me envió una botella de vino, por el tremendo éxito. 
Pero tengo más sentimientos en cuanto a los negocios, que en el lado creativo. 
Me alegra Peter Jackson tuviera una película para mirar.
Y ciertamente hay mucho que aprender viendo una película, sus errores y cuándo funciona. 
Así que tuvo un poco más de tiempo que yo, y un presupuesto mucho mejor”
Por su parte, Middle-earth Enterprises, anteriormente conocida como Tolkien Enterprises (TE), es el nombre comercial de una división de la compañía de Saul Zaentz, con sede en Berkeley, California; y es la propietaria de los derechos exclusivos a nivel mundial sobre ciertos elementos de los 2 libros más famosos de Tolkien:
“The Lord Of The Rings” y “The Hobbit”
Estos elementos incluyen los títulos de dichas obras, los nombres de los personajes que en ellos aparecen, los de los lugares, objetos y eventos que en ellos se describen, así como algunas frases y dichos concretos de los libros.
Además, también tiene los derechos sobre algunos elementos con “copyright” como las producciones teatrales y las películas. 
Por otra parte, Middle-earth Enterprises ha cedido licencias sobre sus derechos a otras compañías para su uso como marcas comerciales y de servicios.
En el periodo de 2001 a 2003, Peter Jackson filmó la exitosa Trilogía cinematográfica de The Lord Of The Rings, bajo licencia de TE, ganando 17 Premios Oscar, y numerosos premios internacionales. 
En 2004, Tolkien Enterprises demandó a New Line Cinema por el impago de más de $20 millones en concepto de regalías, basándose en la diferencia entre los beneficios brutos y netos que había generado los filmes “The Fellowship Of The Ring”, y los términos exactos sobre las regalías que habían firmado ambas compañías. 
En agosto de 2005, se llegó a un acuerdo privado ajeno a los tribunales, cuyos detalles no han trascendido…
Pero Zaentz se encontró tangencialmente envuelto en la controversia por la disputa con New Line Cinema sobre los beneficios de las películas de The Lord Of The Rings; que comenzó poco después de su lanzamiento; y hasta diciembre de 2007, Zaentz también había demandado a New Line Cinema, alegando que el estudio se había negado a darle acceso a sus cuentas, para poder confirmar si la participación en los beneficios que New Line le había adjudicado era exacta.
Por su parte, en 2009, Priscilla Anne Reuel Tolkien, encabezó el litigio que el Tolkien Trust, en representación de todos los herederos del escritor, entabló con New Line Cinema por los derechos de autor correspondientes a las películas de La Trilogía basada en The Lord Of The Rings, la novela más conocida de su padre; producciones de las que Priscilla aseguró no haber recibido “ni un penique” para su fundación caritativa.
Fuera de la controversia, y para finalizar, la banda sonora original, fue compuesta por Leonard Rosenman, ganador de un Premio Oscar por la del film de Kubrick, “Barry Lyndon” (1975), siendo editada por Fantasy Records en 1978.
La intención original de Bakshi para su película, era introducir música de Led Zeppelin, pues la consideraba adecuada porque coincidía con la película en su enfoque hacia un público hippie de los barrios bajos; pero el productor del film, Saul Zaentz, quería una banda sonora puramente orquestal, puesto que de otra manera no le habría sido posible publicarla con Fantasy, sello de su propiedad. 
Así se trata de una banda sonora que se separa de lo convencional por su atonalidad y clara pretensión de alejarse del “neo sinfonismo”
Por ello, es una música que fuera de las imágenes es complicada de disfrutar:
Aunque la atonalidad sea una opción del compositor y pueda entrar o no en las preferencias del oyente, lo cierto es estas últimas están condicionadas por su historial como oyente-espectador, dentro de un entorno cultural occidental en el que lo que prima es lo tonal y sinfónico.
Con gran predominio del metal, el coro y la percusión; se estructura sobre 2 temas principales, en torno al conflicto entre fuerzas benignas y malignas, el de los hobbits o de La Compañía, de factura alegre, luminosa e incluso graciosa; y el del ejército de Sauron, siniestro y opresivo, asociado a ciertas secciones de la orquesta de tonos más oscuros. 
Los 2 temas se entrelazan a lo largo de la película, aparecen, desparecen, a veces uno predomina sobre el otro; aunque hasta la victoria final del bien en El Abismo, el tema asociado al mal es el que predomina, lo que implica que el tono predominante en la partitura sea oscuro y caótico.
Tiempo después, Bakshi llegó a declarar “odio la música de Leonard Rosenman en The Lord Of The Rings. 
Creo que es un cliché. 
Canto gregoriano... 
¿Y qué más hay nuevo?”
Como análisis final, la grabación de Rosenman tiene poco que la distinga como algo sobre La Tierra Media, apoyándose en tradiciones musicales, incluyendo la música cinematográfica más que en un intento específico de pintar un cuadro musical de las distintas tierras y gentes de la imaginación de Tolkien.
En la actualidad, la re-visitación de este clásico podría sorprender a los amantes de la animación y algún que otro nostálgico. 
Al menos le brindarían a su mente cinéfila, el lujo de emprender un viaje diferente en los tiempos que corren, sin esa apabullante espectacularidad que tanto nos embriaga, y de la que deberíamos desprendernos de vez en cuando para no perder la visión de conjunto.
The Lord Of The Rings, en su versión animada, este 15 de noviembre de 2018 cumple su 40° aniversario que, con el tiempo, se ha convertido en un film de culto, y más de 16 desde la aparición de la primera entrega de La Trilogía de Jackson, que se considera, por el contrario, uno de los máximos representantes del cine “mainstream” del presente siglo; que sin el trabajo de Ralph Bakshi, no hubiese podido obrar el milagro de materializar una adaptación casi perfecta de la creación literaria de la fantasía épica más importante de todos los tiempos.

“Fantasy... beyond your imagination”



Comentarios

  1. Saludos y reciba mi aliento para que se mantenga con este valioso e interesante blog, me apunté entre sus seguidores y lo invito a que visite mi blog y se apunte igual para quedar enlazadaor por "bloguer":

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  2. Muchísimas Gracias amigo William Venegas, para mí es un honor tenerlo entre mis amigos bloggers; le doy la más cordial bienvenida.
    Claro que si, ya encontré su blog y ya me uní a su lista de seguidores.
    De igual manera puede seguirme a través del Facebook de soporte al blog Lecturas Cinematográficas en el enlace que aparece debajo de la lista de "Mis Películas"
    Nuevamente muy agradecido por su comentario.

    Saludos.

    Alvaro

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