The 39 Steps

¿Cómo se reproducen los pájaros?

Considerada como la obra cumbre su de etapa inglesa, esta pelí­cula reúne los temas favoritos de Alfred Hitchcock: la incompetencia de la policí­a, un hombre ordinario injustamente acusado de asesinato y una alocada intriga de espionaje tratada con mucho humor y una total despreocupación por la verosimilitud, generalmente centradas en un héroe perseguido por todos y ayudado por una rubia cuyos continuos desplazamientos espaciales y acción ininterrumpida favorecí­an el complejo ensamblaje de brillantes escenas semiautónomas que permití­an a Hitchcock construir varios filmes en uno solo.
Sin duda que esta pelí­cula, aparte de ser un formidable entretenimiento, es la primera gran obra maestra de Hitchcock y representa un importante giro en su carrera ya que con ella logró encontrar el estilo y la visión que le eran propicios y que habí­a estado buscando en sus 17 filmes anteriores, alcanzando el principio de un coherente punto de vista sobre los asuntos cinematográficos, como dato únicamente señalar que el gran Orson Welles declaró que ésta había sido una de las pelí­culas que le habían animado a hacer cine.
Hitchcock da libre paso a su imaginación y a su fantasía y alterna pasajes de gran dramatismo con otros de comedia satírica.
Muestra a los espías traidores del Reino Unido como grandes burgueses.
La denuncia de enemigos interiores es una constante en su filmografía.
El film suma un thriller de intriga, suspense y misterio, una historia de aventuras y acción y una comedia romántica y de humor.
Tras 10 años de gran actividad y con la experiencia de 17 películas, Hitchcock da forma a una obra madura, trepidante y equilibrada, con la que obtiene un gran éxito de público y de crítica.
La acción se desarrolla a un ritmo rápido, que no da respiro al espectador, cuya atención se mantiene interesada de modo ininterrumpido.
La acción se combina con una acertada construcción de personajes y con unos diálogos ingeniosos.
El suspense acompaña el largo viaje de los protagonistas, lleno de amenazas, sorpresas y sobresaltos, a expensas de una persecución múltiple.
La cinta está salpicada de chispas de erotismo.
En la obra aparecen figuras tan gratas a Hitchcock como el falso culpable, la mujer independiente, agraciada, rubia, desenvuelta y frágil, y los enemigos interiores.
No falta el recurso al humor como factor de descompresión de la tensión dramática.
El realizador muestra, además, su afición por los trenes, las escaleras, el azar, el desdoblamiento de personajes (perseguidores/perseguidos) y la rareza de las novedades tecnológicas (helicóptero).
The 39 Steps es una película británica de 1935, dirigida por Alfred Hitchcock.
Protagonizada por Robert Donat, Madeleine Carroll, Lucie Mannheim, Godfrey Tearle, Peggy Ashcroft, John Laurie y Wylie Watson en los papeles principales.
Basada en la novela de aventura The 39 Steps, de John Buchan.
La curiosidad del filme es el debut de Peggy Ashcroft, otrora ganadora de un Oscar de la Academia en 1985 por la pelí­cula A Passage to India de David Lean.
Como dije, es la primera de una línea de películas de Hitchcock basada en la idea de un hombre inocente que huye de la justicia.
Lanzado a una fuga llena de imprevistos, un inocente debe superar tremendas situaciones siempre novedosas para él, lo que añade en algunos casos un toque de humor al desarrollo de la intriga.
La película se desvía substancialmente de la novela de Buchan, introduciendo un matiz romántico.
Otro punto divergente radica en que en el film de Hitchcock, “los 39 escalones” hacen referencia a una organización clandestina en sí misma, mientras que en el libro y en las otras versiones cinematográficas, se refieren a escalones físicos, aunque localizados en diferentes lugares y con distintos significados en función de las tramas.
Otro elemento muy típico ya por entonces en el cine de Hitchcock y que está siempre presente en la película es el humor.
El inicio del film de hecho es bastante ligero con esa especie de Music Hall en el que el pobre Mr. Memory intenta en vano llamar la atención de un público que sólo le pregunta datos deportivos, la edad de Mae West o cómo se reproducen los pájaros ("No digas vulgaridades" le dice su avergonzada esposa, a lo que él responde "¡Las aves también se reproducen!", humor 100% hitchcockiano).
Las situaciones humorísticas se seguirán sucediendo a lo largo del film.
En el mismo compartimento del tren en que se encuentra nuestro protagonista, nos encontramos a dos vendedores de ropa interior femenina que comentan sin ningún tipo de pudor los modelos que comercializan, provocando el rubor y desconcierto de un sacerdote.
La represión sexual, el fetichismo y el tabú que conllevan estas cuestiones son algunos de los temas que más le gustaba tratar a nuestro director inglés y que se repetirán en futuras obras.
Sin embargo para mí el gran punto fuerte de la película junto a la dirección son los personajes secundarios.
A lo largo de su viaje, Hannay se irá topando con varios personajes sin ningún tipo de desperdicio:
El lechero que acabará cediendo su uniforme amablemente cuando éste le cuenta la falsa historia de que huye por asuntos amorosos, los dos vendedores de ropa interior citados antes, el matrimonio que les aloja creyendo que son una pareja de enamorados fugitivos...
Sin embargo hay tres en los que merece la pena centrar especialmente nuestra atención.
En primer lugar el propio Mr. Memory, cuya primera aparición parece meramente anecdótica pero que al final del film adquirirá mucha relevancia siendo él parte del McGuffin de la película.
Resulta muy significativa su forma de morir: Hannay se ve ya acorralado por la policía en el teatro donde éste actúa y sabe que Mr. Memory está implicado pero no puede demostrarlo, así que simplemente le pregunta qué son los 39 escalones.
Éste se queda pálido porque sabe que revelar la respuesta es su perdición, pero él es Mr. Memory, el hombre que lo sabe todo y que nunca se equivoca.
Podría decir que no lo sabe pero sería deshonrarse ante un público que nunca le ha tomado en serio, podría mentir pero entonces él sabría que no ha cumplido lo que promete en cada show: responder a las preguntas que le hagan sin equivocarse.
La muerte de Mr. Memory puede parecer absurda, pero en realidad no lo es vista desde el punto de vista del personaje, del showman que cree en su personaje hasta las últimas consecuencias.
No puedo dejar de reproducir las últimas frases que dice Mr. Memory antes de morir justo después de haber dado a conocer lo que le han preguntado (el secreto de estado que iba a dar a los espías enemigos):
- ¿Estoy en lo cierto, señor?
- Sí, es correcto.
- Gracias, gracias... mi memoria es prodigiosa, ¿verdad?
Uno no puede dejar de sentir algo de pena por este singular personaje que murió sin haber recibido nunca el aplauso que merecía y que la única forma que encontró de ver reconocido su genio era traicionando el país.
Sin embargo, los dos secundarios que destacan por encima de todo este elenco son el matrimonio de granjeros.
Pocas veces en la filmografía de Hitchcock unos personajes han dicho tantísimas cosas en tan poco metraje, cada segundo de esta escena nos está definiendo a la perfección a ambos personajes desde el momento en que el granjero le presenta a la otra habitante de la casa ("¿Su hija?" "... mi mujer").
Ella es soñadora y bondadosa, añora la ciudad y se preocupa por cosas tan triviales como si en Londres las mujeres se pintan las uñas, mientras que él responde a la afirmación de Hannay sobre que prefiere la ciudad con un sencillo:
"Dios creó el campo".
El mejor momento que tiene lugar en esta granja es sin duda la escena en que bendicen la mesa antes de cenar, donde Hitchcock consigue contarnos todo con un juego de miradas.
Mientras el granjero reza, Hannay no para de mirar nervioso el periódico que está encima de la mesa donde se anuncia su fuga, ella extrañada mira al periódico, descubre la noticia y le mira asustada, éste le responde con señas intentando decirle que es inocente y mientras tanto el granjero ha ido siguiendo este cruce de miradas pero creyendo que en realidad están coqueteando o quedando para verse más tarde.
Todo esto se nos dice sólo con las miradas de los personajes y se acaba de redondear en el momento en que el granjero pone una excusa para salir fuera y observar por la ventana como los dos comienzan a hablar nerviosamente, desde su punto de vista están concertando una cita aunque nosotros sabemos qué es lo que sucede en realidad.
El mostrarnos este diálogo entre Hannay y la mujer desde el punto de vista del granjero permite a Hitchcock matar dos pájaros de un tiro:
En primer lugar nos ahorra las explicaciones de Hannay justificando su inocencia que no nos interesan porque ya las conocemos y en segundo lugar contribuye a crear tensión puesto que esta conversación fomenta las sospechas del granjero sobre su mujer y el extraño invitado.
Finalmente, cuando llega la policía a casa, el granjero descubrirá la verdad y aunque promete a Hannay encubrirlo se deja tentar por el dinero de la recompensa mientras la bondadosa esposa no sólo le deja huir sino que le da el abrigo de su marido, que más tarde le salvará la vida al detener el impacto de una bala una Biblia que había dentro.
Antes de irse Hannay le pregunta si su marido no le pegará y ella dice que no, pero tanto nosotros como posiblemente el propio Hannay sabemos que muy probablemente no es así.
Lo comprobaremos más adelante en una secuencia en que el granjero, al descubrir que su esposa ha dado el abrigo al fugitivo que dejó escapar, le atesta un golpe que no llegamos a ver pero sí a oír por el grito de ella, magnífica forma de elidir una escena de violencia doméstica que en aquella época no creo que gustara.
Así mismo también echará mano de algunos recursos muy originales como fundir el grito de la asistente del conserje que descubre el cadáver con la sirena del ferrocarril donde huye Hannay.
También nos ofrecerá algunos planos muy interesantes como ese plano subjetivo de Hannay en su compartimento leyendo el periódico con los inquisidores ojos de uno de los vendedores de lencería femenina sobresaliendo por encima y que parecen mirarle acusadoramente como si supiera que es él el peligroso asesino buscado por la policía, aquí Hitchcock nos hace partícipes de la sensación de angustia y paranoia del protagonista puesto que no se nos muestra nada que nos haga sospechar que ese hombre conoce la identidad de Hannay, pero sin embargo tanto él como nosotros creemos que nos está mirando acusadoramente.
Otro plano muy interesante es el que aparece al principio de la película cuando Hannay observa desde la ventana de su apartamento a los dos misteriosos hombres que seguían al agente secreto.
El interés reside en algo que ya comenta Truffaut en su libro de entrevistas con Hitchcock, y es que la clave para que este plano inquiete al espectador y le mantenga en tensión es mostrar a los dos misteriosos espías de lejos, desde el punto de vista del protagonista, y sin mostrarnos sus caras, puesto que no hay nada que atemorice más al espectador que lo que no conoce, si se nos mostraran sus caras acabaríamos humanizando estas inquietantes figuras y por tanto les tendríamos menos miedo.
Cabe destacar algo muy importante sobre la relación entre los dos personajes, y es que a diferencia de la mayoría de films del director, en esta película la historia de amor nunca se acaba materializando ni en palabras ni en hechos, de hecho ni siquiera se dan el clásico beso.
Lo más cercano que encontraremos a eso es el plano final de la película en que ambos, después de haber pasado por todos esos apuros, se cogen de las manos, lo cual nos devuelve a la idea de las esposas, que antes les obligaban a permanecer unidos.
Ese aspecto es bastante positivo puesto que nos ahorra escenas de amor que romperían el ritmo, además que la química entre ellos y el mencionado plano final ya dicen más que suficiente.
Sin embargo, si en algo destaca esta película en lo que al guión respecta es en su estructura cíclica.
La película empieza con una el espectáculo de Mr. Memory y Hannay conociendo a una misteriosa mujer que será la causante de todos sus problemas, y acabará con Hannay conociendo a otra mujer que en esta ocasión le ayudará a solucionarlos y de nuevo con otro espectáculo de Mr. Memory, en el momento en que Hannay identifique la melodía que venía silbando durante toda la película y vuelva a ver a Mr. Memory sobre el escenario conseguirá atar los cabos sueltos y el ciclo quedará completo.
En el clásico cameo de Alfred Hitchcock, se lo puede ver arrojando basura cuando Robert Donat y Lucie Mannheim salen del teatro al comienzo de la película.
Hitchcok creó con una de sus operas primas, el concepto del McGuffin, como eje conductor de la trama.
Dicho concepto creó escuela, y todavía se utiliza.
Bien podría definirse como objeto o causa que mueve a los personajes a hacer todo lo que hacen a lo largo del metraje.
Hitchcock acuñó el concepto y lo convertiría en la fuente y en el elemento principal de sus films, así como los numerosos films de aventuras y un largo etcétera.
Así pues, aquí el McGuffin son los documentos que la malvada organización criminal quería extraer del país de los cuales conocemos su existencia justo al final de la película, durante el resto del metraje tanto el protagonista como nosotros hemos ido algo perdidos y nunca hemos tenido demasiado claro qué busca exactamente... pero es que no importa.

Y arranca Alfred Hitchcock…



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