Transamerica
XY~XX, XX~XYX entonces XYX~XX
Transamerica es la historia de un inesperado encuentro, entre un personaje que insiste en borrar un pasado que sin embargo es base fundamental para definir su horizonte, y un huésped emocional inesperado, que le recordará quién fue y qué sentido tiene no eliminar el ‘haber sido’, para poder construir así, convenientemente el futuro, común e individual, de ambos.
La esplendorosa acogida de esta cinta sólo puede venir propiciada por las ganas que tiene la gente de ver "historias de personas humanas", de esas en las que se descubre el buen corazón de los personajes.
Si además el buen corazón está inserto en el cuerpo de un homosexual o un travesti o un transexual mejor que mejor, pues el cliché hoy en día fuerza a que en el 99% de las ocasiones sean personajes casi beatíficos, muy al contrario de cómo se les ha presentado en otras épocas del celuloide.
Cabe destacar es que su mayor hallazgo es el atrevimiento para proyectar una historia de esta índole, pues a pesar de nuestra época muchas personas tienen pensamientos costumbristas y tradicionales que les impide aceptar fácilmente los cambios que los acechan en la actualidad, una dificultad que es incomprendida por la diversidad de pensamientos.
Lejos de la superficialidad de los chistes, uno se encuentra con una película dura, pero no dura de ver.
Una historia realmente terrible, a veces quizá demasiadas calamidades juntas, aunque se puede justificar por el entorno.
Es tan terrible como amena curiosamente, y aquí es donde creo que se encuentra la clave, por eso funciona.
Es el método habitual pero bien hecho, que es lo difícil.
Se trata de una agradable y pequeña cinta que, sin maravillar al espectador, al menos le hará pasar un buen rato y le permitirá reflexionar sobre un tema, el de la transexualidad, que afecta a un pequeño número de individuos que en no pocas ocasiones se sienten discriminados por la sociedad.
Se suele pensar que los transexuales lucen raros, como confinados en un limbo entre lo masculino y lo femenino.
Y eso pasa porque casi siempre registramos solamente a las visibles, a los transexuales que por su evidencia, reconocemos por la calle.
De hecho, todos los años, cientos de candidatos atraviesan la transición de cambiar de sexo y se funden, invisibles, con el resto de la sociedad.
Una persona transexual encuentra que su identidad sexual está en conflicto con su anatomía sexual.
Es decir, se produce una disconformidad entre su sexo biológico y su sexo social y el sexo psicológico.
En estas personas suelen darse el deseo de modificar las características sexuales que no se corresponden con el sexo con el que se sienten identificados.
La principal diferencia entre el travesti y el transexual es que el primero acepta su sexo y su cuerpo, gustándole jugar con una doble identidad.
En cambio, el segundo es una persona cuya anatomía física no corresponde al sexo al que siente pertenecer y, por lo tanto, asume de forma permanente el rol del otro sexo.
Por eso, algunas de estas personas suelen pasar por un proceso de reasignación de sexo, que puede incluir o no una cirugía de reconstrucción genital, mal llamada operación de "cambio de sexo".
El Manual de Diagnóstico Psiquiátrico clasifica la transexualidad como Trastornos de la Identidad Sexual; razón por la cual, organizaciones transexuales de todo el mundo se manifestaron públicamente en 2009 para que en la revisión del Manual Estadístico y Diagnóstico de Enfermedades Mentales de la Asociación Psiquiátrica Norteamérica en 2012, desaparezca la transexualidad como patología.
La Asociación Psiquiátrica Americana ha elaborado un borrador para el Manual en el cual el diagnóstico pasaría a llamarse Incongruencia de Género.
La publicación del nuevo manual está prevista para el año 2013.
Lo más común es que se considere transexual a la persona que simplemente encuentra una disconformidad entre su sexo psicológico y algunos o todos los demás caracteres sexuales.
La mayor parte de las personas transexuales sienten un sufrimiento psicológico y emocional debido al conflicto entre su identidad sexual y el sexo que les ha sido impuesto al nacer.
Ellos encuentran como única solución un Proceso de Reasignación de Sexo.
Este proceso puede incluir tomar hormonas o someterse a la Cirugía de Reasignación de Sexo para modificar sus características sexuales primarias y secundarias.
La cirugía de reasignación de sexo consiste en procesos quirúrgicos que las mujeres y los varones transexuales llevan a cabo para armonizar su sexo anatómico con su identidad sexual.
Puede centrarse en los genitales, denominada cirugía de reconstrucción genital, y en la que se pueden distinguir operaciones como la vaginoplastia, la metadoioplastia o lafaloplastia.
Pero también existen operaciones femenizantes o masculinizantes de caracteres sexuales no genitales, como puede ser una cirugía facial o una mastectomía.
La vaginoplastia, también conocida como rejuvenecimiento vaginal, es el procedimiento destinado a devolverles a los músculos vaginales la tonicidad perdida por partos o por el envejecimiento, o el procedimiento destinado a reconstruir o a cambiar el aspecto de la vagina ya bien sea por razones estéticas o no.
La cirugía es muy cara, el precio varía notablemente, dentro del ámbito de la medicina privada.
Para el tratamiento de reasignación se precisa un informe positivo por parte de un profesional (psicólogo, sexólogo, psiquiatra) en el que reconozca la necesidad de la persona a adoptar el nuevo rol de género y la adaptación de sus caracteres sexuales primarios y secundarios (mediante tratamientos hormonales o cirugías) para conseguir una mejor adaptación a la sociedad y a desenvolverse en ella.
En dicho informe se hace constar además que la persona no presenta ningún trastorno mental que la induzca a tomar dicha decisión.
El que no se tenga ningún trastorno mental no implica que la transexualidad no sea un problema de salud al que haya que dar respuesta médica, tal como reconoce la OMS.
Además, se recomienda que la persona pase durante uno o dos años un test de vida real o experiencia de vida real, que consiste en comenzar a vivir de acuerdo a la propia percepción de la identidad sexual, es decir, conforme al rol de género del sexo contrario al que le fue asignado a la persona transexual en el momento del nacimiento.
Este test no siempre es posible, ya que -sin hormonas y sólo mediante maquillaje y ropa- puede complicarse adaptar el físico a la anatomía deseada y pasar inadvertido en sociedad.
Para ello, los varones transexuales necesitarán al menos acceder a la terapia hormonal; mientras que la mayoría de las mujeres transexuales -además de una terapia hormonal- también necesitarán eliminar su vello facial, entrenar su voz y, a veces, cirugía facial feminizante.
La necesidad de tratamiento psicológico se subraya también debido tanto al alto índice de problemas de salud, incluidos la depresión, ansiedad y diferentes adicciones, como a la gran tasa de suicidios entre la población transexual que no ha podido acceder al tratamiento.
Muchos de estos problemas, en la mayoría de los casos, desaparecen o se reducen significativamente tras el proceso.
Muchos activistas transexuales y especialistas defienden que estos problemas normalmente no están relacionados con su identidad sexual, sino con los problemas que surgen por la discriminación social que sufren.
También se piensa que estos problemas son diagnosticados más habitualmente en personas transexuales que en la población no transexual porque los primeros tienen que pasar obligatoriamente por las manos de un profesional para obtener el aprobado que les facilite el acceso a la terapia hormonal y a la cirugía, mientras que el resto de población no visita con tanta regularidad a los profesionales de la salud mental.
Probablemente, una de las grandes luchas pendientes para la comunidad transexual es la lucha por concienciar a la población de que la transexualidad no es una amenaza ni una aberración ni una enfermedad, es decir, la lucha contra la discriminación que genera la transfobia: el odio o miedo irracional hacia las personas transexuales.
La transfobia tiene muy diferentes manifestaciones, puede darse en el terreno laboral, en el contexto familiar, en el social o incluso en la misma persona transexual que no se acepta a sí misma.
A pesar del título del filme, se ha centrado su publicidad en ese aspecto, el argumento central de Transamerica no es la transexualidad, sino el encuentro entre una persona y el hijo que no sabía que tenía.
Encuentro difícil por los secretos que ambos se han guardado y por las revelaciones de verdades que resultan decepcionantes.
Pero estos secretos y mentiras podrían ser otros y la película tendría exactamente el mismo esquema.
La palabra Transamerica no sólo nos indica el cambio de sexo, sino también el viaje de un lado al otro de un país que va cambiando según Bree y Toby avanzan en su travesía.
Debido a este tratamiento de “road movie”, y al argumento sentimental de reencuentro pa/madre-hijo.
Las road movies son un género cinematográfico cuyas reglas hacen a los personajes evolucionar a medida que recorren la carretera y se van encontrando con situaciones y personajes que les hacen mejorar, crecer, cambiar, aceptarse, para pasar a ser, en muchas ocasiones, de marionetas sostenidas por los hilos de sus propios temores a héroes odiseicos de sí mismos e inspiradores de los que les rodean.
Curiosamente existen varios elementos que la emparentan con la cinta australiana de 1994 The Adventures Of Priscilla, Queen Of The Desert (el transexualismo, un protagonista que tiene un hijo en la clandestinidad, un nativo que se enamora del personaje transexual, cierto trasfondo de abuso sexual y una trama en tono de comedia y contada en forma de road-movie); sin embargo, son sólo similitudes de forma y no de fondo, ya que mientras aquella nos narraba las andanzas por carretera de un transexual y dos drag queens en plan reventado, aquí la trama se centra en la relación establecida entre Bree y su hijo perdido, y los conflictos que este hallazgo inesperado opera en ambos
Además, mientras la película australiana mantiene su tono cómico y festivo en todo momento, en Transamerica se intenta balancear los momentos de humor con algunas escenas y situaciones dramáticas.
Así, tenemos revelaciones sobre la dramática muerte de la ex pareja de Bree, de la mano con discusiones acerca del carácter gay de ciertas escenas en The Lord Of The Rings; y aunque el realizador no logra conseguir totalmente dicho balance (con un saldo final más inclinado a la comedia que al drama), sí es bastante loable que trate de mantener cierto equilibrio.
Lo mismo pasa con las actuaciones.
Transamerica es la historia de un inesperado encuentro, entre un personaje que insiste en borrar un pasado que sin embargo es base fundamental para definir su horizonte, y un huésped emocional inesperado, que le recordará quién fue y qué sentido tiene no eliminar el ‘haber sido’, para poder construir así, convenientemente el futuro, común e individual, de ambos.
La esplendorosa acogida de esta cinta sólo puede venir propiciada por las ganas que tiene la gente de ver "historias de personas humanas", de esas en las que se descubre el buen corazón de los personajes.
Si además el buen corazón está inserto en el cuerpo de un homosexual o un travesti o un transexual mejor que mejor, pues el cliché hoy en día fuerza a que en el 99% de las ocasiones sean personajes casi beatíficos, muy al contrario de cómo se les ha presentado en otras épocas del celuloide.
Cabe destacar es que su mayor hallazgo es el atrevimiento para proyectar una historia de esta índole, pues a pesar de nuestra época muchas personas tienen pensamientos costumbristas y tradicionales que les impide aceptar fácilmente los cambios que los acechan en la actualidad, una dificultad que es incomprendida por la diversidad de pensamientos.
Lejos de la superficialidad de los chistes, uno se encuentra con una película dura, pero no dura de ver.
Una historia realmente terrible, a veces quizá demasiadas calamidades juntas, aunque se puede justificar por el entorno.
Es tan terrible como amena curiosamente, y aquí es donde creo que se encuentra la clave, por eso funciona.
Es el método habitual pero bien hecho, que es lo difícil.
Se trata de una agradable y pequeña cinta que, sin maravillar al espectador, al menos le hará pasar un buen rato y le permitirá reflexionar sobre un tema, el de la transexualidad, que afecta a un pequeño número de individuos que en no pocas ocasiones se sienten discriminados por la sociedad.
Se suele pensar que los transexuales lucen raros, como confinados en un limbo entre lo masculino y lo femenino.
Y eso pasa porque casi siempre registramos solamente a las visibles, a los transexuales que por su evidencia, reconocemos por la calle.
De hecho, todos los años, cientos de candidatos atraviesan la transición de cambiar de sexo y se funden, invisibles, con el resto de la sociedad.
Una persona transexual encuentra que su identidad sexual está en conflicto con su anatomía sexual.
Es decir, se produce una disconformidad entre su sexo biológico y su sexo social y el sexo psicológico.
En estas personas suelen darse el deseo de modificar las características sexuales que no se corresponden con el sexo con el que se sienten identificados.
La principal diferencia entre el travesti y el transexual es que el primero acepta su sexo y su cuerpo, gustándole jugar con una doble identidad.
En cambio, el segundo es una persona cuya anatomía física no corresponde al sexo al que siente pertenecer y, por lo tanto, asume de forma permanente el rol del otro sexo.
Por eso, algunas de estas personas suelen pasar por un proceso de reasignación de sexo, que puede incluir o no una cirugía de reconstrucción genital, mal llamada operación de "cambio de sexo".
El Manual de Diagnóstico Psiquiátrico clasifica la transexualidad como Trastornos de la Identidad Sexual; razón por la cual, organizaciones transexuales de todo el mundo se manifestaron públicamente en 2009 para que en la revisión del Manual Estadístico y Diagnóstico de Enfermedades Mentales de la Asociación Psiquiátrica Norteamérica en 2012, desaparezca la transexualidad como patología.
La Asociación Psiquiátrica Americana ha elaborado un borrador para el Manual en el cual el diagnóstico pasaría a llamarse Incongruencia de Género.
La publicación del nuevo manual está prevista para el año 2013.
Lo más común es que se considere transexual a la persona que simplemente encuentra una disconformidad entre su sexo psicológico y algunos o todos los demás caracteres sexuales.
La mayor parte de las personas transexuales sienten un sufrimiento psicológico y emocional debido al conflicto entre su identidad sexual y el sexo que les ha sido impuesto al nacer.
Ellos encuentran como única solución un Proceso de Reasignación de Sexo.
Este proceso puede incluir tomar hormonas o someterse a la Cirugía de Reasignación de Sexo para modificar sus características sexuales primarias y secundarias.
La cirugía de reasignación de sexo consiste en procesos quirúrgicos que las mujeres y los varones transexuales llevan a cabo para armonizar su sexo anatómico con su identidad sexual.
Puede centrarse en los genitales, denominada cirugía de reconstrucción genital, y en la que se pueden distinguir operaciones como la vaginoplastia, la metadoioplastia o lafaloplastia.
Pero también existen operaciones femenizantes o masculinizantes de caracteres sexuales no genitales, como puede ser una cirugía facial o una mastectomía.
La vaginoplastia, también conocida como rejuvenecimiento vaginal, es el procedimiento destinado a devolverles a los músculos vaginales la tonicidad perdida por partos o por el envejecimiento, o el procedimiento destinado a reconstruir o a cambiar el aspecto de la vagina ya bien sea por razones estéticas o no.
La cirugía es muy cara, el precio varía notablemente, dentro del ámbito de la medicina privada.
Para el tratamiento de reasignación se precisa un informe positivo por parte de un profesional (psicólogo, sexólogo, psiquiatra) en el que reconozca la necesidad de la persona a adoptar el nuevo rol de género y la adaptación de sus caracteres sexuales primarios y secundarios (mediante tratamientos hormonales o cirugías) para conseguir una mejor adaptación a la sociedad y a desenvolverse en ella.
En dicho informe se hace constar además que la persona no presenta ningún trastorno mental que la induzca a tomar dicha decisión.
El que no se tenga ningún trastorno mental no implica que la transexualidad no sea un problema de salud al que haya que dar respuesta médica, tal como reconoce la OMS.
Además, se recomienda que la persona pase durante uno o dos años un test de vida real o experiencia de vida real, que consiste en comenzar a vivir de acuerdo a la propia percepción de la identidad sexual, es decir, conforme al rol de género del sexo contrario al que le fue asignado a la persona transexual en el momento del nacimiento.
Este test no siempre es posible, ya que -sin hormonas y sólo mediante maquillaje y ropa- puede complicarse adaptar el físico a la anatomía deseada y pasar inadvertido en sociedad.
Para ello, los varones transexuales necesitarán al menos acceder a la terapia hormonal; mientras que la mayoría de las mujeres transexuales -además de una terapia hormonal- también necesitarán eliminar su vello facial, entrenar su voz y, a veces, cirugía facial feminizante.
La necesidad de tratamiento psicológico se subraya también debido tanto al alto índice de problemas de salud, incluidos la depresión, ansiedad y diferentes adicciones, como a la gran tasa de suicidios entre la población transexual que no ha podido acceder al tratamiento.
Muchos de estos problemas, en la mayoría de los casos, desaparecen o se reducen significativamente tras el proceso.
Muchos activistas transexuales y especialistas defienden que estos problemas normalmente no están relacionados con su identidad sexual, sino con los problemas que surgen por la discriminación social que sufren.
También se piensa que estos problemas son diagnosticados más habitualmente en personas transexuales que en la población no transexual porque los primeros tienen que pasar obligatoriamente por las manos de un profesional para obtener el aprobado que les facilite el acceso a la terapia hormonal y a la cirugía, mientras que el resto de población no visita con tanta regularidad a los profesionales de la salud mental.
Probablemente, una de las grandes luchas pendientes para la comunidad transexual es la lucha por concienciar a la población de que la transexualidad no es una amenaza ni una aberración ni una enfermedad, es decir, la lucha contra la discriminación que genera la transfobia: el odio o miedo irracional hacia las personas transexuales.
La transfobia tiene muy diferentes manifestaciones, puede darse en el terreno laboral, en el contexto familiar, en el social o incluso en la misma persona transexual que no se acepta a sí misma.
A pesar del título del filme, se ha centrado su publicidad en ese aspecto, el argumento central de Transamerica no es la transexualidad, sino el encuentro entre una persona y el hijo que no sabía que tenía.
Encuentro difícil por los secretos que ambos se han guardado y por las revelaciones de verdades que resultan decepcionantes.
Pero estos secretos y mentiras podrían ser otros y la película tendría exactamente el mismo esquema.
La palabra Transamerica no sólo nos indica el cambio de sexo, sino también el viaje de un lado al otro de un país que va cambiando según Bree y Toby avanzan en su travesía.
Debido a este tratamiento de “road movie”, y al argumento sentimental de reencuentro pa/madre-hijo.
Las road movies son un género cinematográfico cuyas reglas hacen a los personajes evolucionar a medida que recorren la carretera y se van encontrando con situaciones y personajes que les hacen mejorar, crecer, cambiar, aceptarse, para pasar a ser, en muchas ocasiones, de marionetas sostenidas por los hilos de sus propios temores a héroes odiseicos de sí mismos e inspiradores de los que les rodean.
Curiosamente existen varios elementos que la emparentan con la cinta australiana de 1994 The Adventures Of Priscilla, Queen Of The Desert (el transexualismo, un protagonista que tiene un hijo en la clandestinidad, un nativo que se enamora del personaje transexual, cierto trasfondo de abuso sexual y una trama en tono de comedia y contada en forma de road-movie); sin embargo, son sólo similitudes de forma y no de fondo, ya que mientras aquella nos narraba las andanzas por carretera de un transexual y dos drag queens en plan reventado, aquí la trama se centra en la relación establecida entre Bree y su hijo perdido, y los conflictos que este hallazgo inesperado opera en ambos
Además, mientras la película australiana mantiene su tono cómico y festivo en todo momento, en Transamerica se intenta balancear los momentos de humor con algunas escenas y situaciones dramáticas.
Así, tenemos revelaciones sobre la dramática muerte de la ex pareja de Bree, de la mano con discusiones acerca del carácter gay de ciertas escenas en The Lord Of The Rings; y aunque el realizador no logra conseguir totalmente dicho balance (con un saldo final más inclinado a la comedia que al drama), sí es bastante loable que trate de mantener cierto equilibrio.
Lo mismo pasa con las actuaciones.
Felicity Huffman, quien crea un personaje convincente, cuya postura de seriedad y mesura intenta mantener en todo momento, que funciona bien como detonante de humor en ciertas escenas, pero le permite mantener la sobriedad necesaria cuando las cosas se tornan serias.
Además, la expresión corporal del personaje es muy lograda, adecuada a la naturaleza del mismo.
La protagonista se adueña por completo de la película al poco de iniciarse.
Esta absoluta revelación en que se vuelve Huffman es el motor y alma de la película desde que asoma su presencia frente a nosotros (que reaccionamos con la misma curiosidad que los personajes que la irán rodeando).
En un trabajo de composición notable, la actriz nos convence de su ambigüedad.
Bree asume su rol con la discreción y temor de no ser descubierta como hombre hasta conseguir el anhelado sueño de transformarse.
Cambio que requerirá de ella una prueba final de careo con toda su vida anterior como suerte de despedida.
El conocimiento de Toby y el largo viaje que emprende con él no dejan de tener momentos atractivos en base a esa interacción de los modales de la actriz y ese cuerpo extraño que en cierto modo la incómoda e interesa a la vez.
Toby, es tan disoluto como inocente a la vez.
Ambos personajes extraviados irán asumiendo casi sin querer las reglas fundamentales de la familia especialmente la obediencia a los mayores aunque el camino no deje de tener más de un bache en ese tránsito a través de la Norteamérica donde se forjó el mito y consolido la base de la sociedad, ahí donde los ecos de la civilización no terminarían de llegar en siglos.
Ambos no dejan de estar incluidos en la posibilidad de formar una relación de afecto y unidad, estos dos seres deambulando en busca de sus “extraños” sueños (la meta de Toby es convertirse en estrella del porno gay).
El encuentro a cada paso con los miembros de la “normalidad” va desarrollándose también con la intención de desmitificar el escenario de las correcciones impuestas.
Dentro de estas comunidades represoras de otras “inclinaciones” conviven pederastias disimulados en cabezas de familia protectores, gays disimulados en trajes de cowboys, ladrones disimulados en apariencia de extraviados o necesitados chicos en highway y finalmente fachosas y estrambóticas familias que poseen más neurosis y disfunciones de todo tipo pero que son capaces aún de escandalizarse con la más bien modesta Bree y su compañero de viaje.
La intención de develar los vicios privados de los vociferantes cumplidores del orden no es ninguna novedad pero contextualiza eficazmente la aparición siempre misteriosa de la protagonista hasta arribar al conocimiento y las certidumbres que sin darse cuenta andaba buscando.
Es un simpático viaje como finalmente resulta y casi nos deja con el sabor de la medianía si no fuera por Huffman quien se lleva nuestros aplausos y se gana mucho cariño con este personaje de insólito candor.
Transamerica es una película independiente estadounidense de temática LGBT (son las siglas que designan colectivamente a lesbianas, gays, bisexuales y transgénero) del año 2005, y está magistralmente dirigida por Duncan Tucker.
El largometraje en cuestión está escrito también por Tuker, un desconocido cineasta que debuta en la gran pantalla con este trabajo.
Tucker, quien previamente ya había tratado temas en torno a la diversidad sexual en cortometrajes previos.
Se dice que la idea de este filme le surgió durante una conversación con una actriz transexual llamada Katherine Connella y se interesó bastante por la dualidad de conceptos hombre-mujer, latentes tanto en la personalidad como en su educación y roles social.
Esto lo motivo a escribir el guión.
Comenta que hace años había conocido a una mujer encantadora (Connella) que le dijo, cuando ya llevaban varios meses de amistad, que era transexual: se había hecho depilación eléctrica, cirugía de feminización facial, había tomado hormonas durante años... todo, excepto la operación genital final.
Hasta que ella se lo dijo, no se había imaginado siquiera que no fuera biológicamente una mujer.
Su vida había sido increíblemente difícil.
Había sido maltratada y rechazada por amigos y familiares, y luchaba constantemente contra la soledad, el dolor de su pasado y las incertidumbres del futuro.
Sin embargo, por cada cosa desgarradora que le contaba, había otra divertida que la contrapesaba.
Por encima de cualquier otra cosa, Connella deseaba llevar "una vida normal".
Le conmovió su valentía y su sentido del humor.
Ésa fue la idea que originó Transamerica.
Cuando fue avanzando el guión, tuvo oportunidad de hablar largamente con otras muchas mujeres que se habían sometido o iban a someterse a cirugía de reasignación sexual y se dió cuenta de que había un número sorprendente de mujeres transexuales que, como Connella, podían pasar perfectamente por mujeres.
Es así como se decidió hacer Transamerica como una road movie porque quería mostrar a estos dos personajes extraordinarios (Bree y Toby) con el telón de fondo de una América y unos americanos comunes y corrientes.
Bree y Toby se convierten en pioneros involuntarios de un nuevo territorio en sus propias vidas a medida que viajan desde el Noreste al Suroeste.
Es imposible escribir un guión como éste sin respetar la tensión implícita en los personajes y la situación, pero Bree y Toby siguen teniendo sentido del humor, esperanza y decisión.
Todo eso es lo que se ha intentado reflejar en la película.
Por supuesto, la interpretación de Felicity Huffman se erige como el mayor acicate de la película, una actriz que tenga que ponerse en la piel de un hombre que quiere ser una mujer; eso es de locos, ahora imaginarse la psicología del personaje es toda una odisea mental!!!
De hecho, Huffman brilla sobre todo en aquellos instantes en los que poco importa el sexo de su personaje, sino los sentimientos que se ocultan en su interior.
Aunque el Oscar se lo llevó Reese Witherspoon por interpretar a June Carter en Walk The Line, la ganadora moral de aquella noche fue Felicity Huffman, que también iba servida de premios como el Globo de Oro a la Mejor Actriz Dramática.
Su creación de Bree la convierte en la mejor interpretación de un transexual realizada por una actriz en la historia del cine.
Incluso se estuvo preparando con un equipo de logopedas y foniatras para que su voz sonase lo más autentica posible.
Huffman, además de lograr una actuación magistral, consigue algún gesto, algún perfil, con los que nos parece estar ante una transexual, paradójicamente, cuando lleva menos maquillaje, es cuando se nota apenas que es una mujer, como se aprecia tras el éxito de la cirugía.
Por este motivo, quizá se podría plantear si no habría sido más acertado que el papel lo encarnara una verdadera transexual, ya que es menos habitual que haya personajes para ellas y esta película podría haber supuesto una gran oportunidad para una actriz que se haya practicado un cambio de sexo, en fin…
A su lado nos topamos con un competente elenco de secundarios, comenzando por Kevin Zegers, quien nos demuestra que no sólo es una cara bonita, logrando caracterizar de buena gana su personaje, el cual contiene rasgos complicados, arriesgados y muy fuertes.
Zegers logra sobrevivir al duelo actoral con Huffman, para poder establecerse como una de los actores más prometedores de esta generación; y esto logrando crear un papel increíblemente dramático y con sufrimiento, pero sin convertirse en una víctima e inspirando ternura en vez de lástima en el espectador.
En cuanto al personaje de Toby, en Transamerica, reconocemos a muchos chicos en situaciones similares.
Toby tiene problemas con su propia imagen, juega con drogas peligrosas y tiene dificultades para relacionarse con los adultos de una forma que no sea a través del sexo.
Su buena interpretación le hizo ganar el premio al actor revelación del Festival Internacional de Cine de Cannes ese mismo año.
Sin olvidarnos de las aportaciones de Fionnula Flanagan, Burt Young y el mítico Graham Greene.
La banda sonora, bueno, una película homófila no puede permitirse el lujo de no contar con una gran diva y en esta ocasión se cuenta nada menos que con Dolly Parton y su multipremiada Travelin' Thru, que estuvo nominada al Oscar, siendo esta la segunda y únicas nominaciones de la Academia para Transamerica en el 2005.
Transamérica mezcla con acierto el drama y la comedia, siendo reseñable la humildad de sus planteamientos.
Es verdad que se produce un notable desequilibrio entre estos dos géneros en determinados pasajes del filme, pero la forma en la que está desarrollada la historia, con buen gusto y respeto, ayuda a que incluso los espectadores que habitualmente huirían de este tipo de largometrajes puedan disfrutar con su visionado.
Transamerica es pues la historia de la aceptación de todo lo que somos, incluso cuando, eventualmente, ese camino a la verdad está conducido por un chapero sin aparente futuro, que no obstante es capaz de hacernos creer, sin siquiera proponérselo, que al menos él, es dignamente honesto.
Para finalizar, una nota curiosa: el personaje que Huffman interpreta en esta cinta se llama Bree.
En la serie Desperate Housewives (donde ella interviene actualmente), Bree es el nombre de uno de los personajes principales, y se caracteriza por ser una mujer que se desempeña como el ama de casa ideal, con valores conservadores y fachada impecable en el exterior, pero que bajo esa apariencia guarda muchos secretos y relaciones oscuras y enfermizas.
Habría que preguntarle a Huffman o a Duncan Trucker si tuvieron algo que ver o se trata de una mera coincidencia.
Una película recomendable para comprender a aquellos amigos cercanos que son Trans y para los que no tienen amigos Trans, la película es una lección para sensibilizarlos de que hay un corazón más allá del pan stick.
La protagonista se adueña por completo de la película al poco de iniciarse.
Esta absoluta revelación en que se vuelve Huffman es el motor y alma de la película desde que asoma su presencia frente a nosotros (que reaccionamos con la misma curiosidad que los personajes que la irán rodeando).
En un trabajo de composición notable, la actriz nos convence de su ambigüedad.
Bree asume su rol con la discreción y temor de no ser descubierta como hombre hasta conseguir el anhelado sueño de transformarse.
Cambio que requerirá de ella una prueba final de careo con toda su vida anterior como suerte de despedida.
El conocimiento de Toby y el largo viaje que emprende con él no dejan de tener momentos atractivos en base a esa interacción de los modales de la actriz y ese cuerpo extraño que en cierto modo la incómoda e interesa a la vez.
Toby, es tan disoluto como inocente a la vez.
Ambos personajes extraviados irán asumiendo casi sin querer las reglas fundamentales de la familia especialmente la obediencia a los mayores aunque el camino no deje de tener más de un bache en ese tránsito a través de la Norteamérica donde se forjó el mito y consolido la base de la sociedad, ahí donde los ecos de la civilización no terminarían de llegar en siglos.
Ambos no dejan de estar incluidos en la posibilidad de formar una relación de afecto y unidad, estos dos seres deambulando en busca de sus “extraños” sueños (la meta de Toby es convertirse en estrella del porno gay).
El encuentro a cada paso con los miembros de la “normalidad” va desarrollándose también con la intención de desmitificar el escenario de las correcciones impuestas.
Dentro de estas comunidades represoras de otras “inclinaciones” conviven pederastias disimulados en cabezas de familia protectores, gays disimulados en trajes de cowboys, ladrones disimulados en apariencia de extraviados o necesitados chicos en highway y finalmente fachosas y estrambóticas familias que poseen más neurosis y disfunciones de todo tipo pero que son capaces aún de escandalizarse con la más bien modesta Bree y su compañero de viaje.
La intención de develar los vicios privados de los vociferantes cumplidores del orden no es ninguna novedad pero contextualiza eficazmente la aparición siempre misteriosa de la protagonista hasta arribar al conocimiento y las certidumbres que sin darse cuenta andaba buscando.
Es un simpático viaje como finalmente resulta y casi nos deja con el sabor de la medianía si no fuera por Huffman quien se lleva nuestros aplausos y se gana mucho cariño con este personaje de insólito candor.
Transamerica es una película independiente estadounidense de temática LGBT (son las siglas que designan colectivamente a lesbianas, gays, bisexuales y transgénero) del año 2005, y está magistralmente dirigida por Duncan Tucker.
El largometraje en cuestión está escrito también por Tuker, un desconocido cineasta que debuta en la gran pantalla con este trabajo.
Tucker, quien previamente ya había tratado temas en torno a la diversidad sexual en cortometrajes previos.
Se dice que la idea de este filme le surgió durante una conversación con una actriz transexual llamada Katherine Connella y se interesó bastante por la dualidad de conceptos hombre-mujer, latentes tanto en la personalidad como en su educación y roles social.
Esto lo motivo a escribir el guión.
Comenta que hace años había conocido a una mujer encantadora (Connella) que le dijo, cuando ya llevaban varios meses de amistad, que era transexual: se había hecho depilación eléctrica, cirugía de feminización facial, había tomado hormonas durante años... todo, excepto la operación genital final.
Hasta que ella se lo dijo, no se había imaginado siquiera que no fuera biológicamente una mujer.
Su vida había sido increíblemente difícil.
Había sido maltratada y rechazada por amigos y familiares, y luchaba constantemente contra la soledad, el dolor de su pasado y las incertidumbres del futuro.
Sin embargo, por cada cosa desgarradora que le contaba, había otra divertida que la contrapesaba.
Por encima de cualquier otra cosa, Connella deseaba llevar "una vida normal".
Le conmovió su valentía y su sentido del humor.
Ésa fue la idea que originó Transamerica.
Cuando fue avanzando el guión, tuvo oportunidad de hablar largamente con otras muchas mujeres que se habían sometido o iban a someterse a cirugía de reasignación sexual y se dió cuenta de que había un número sorprendente de mujeres transexuales que, como Connella, podían pasar perfectamente por mujeres.
Es así como se decidió hacer Transamerica como una road movie porque quería mostrar a estos dos personajes extraordinarios (Bree y Toby) con el telón de fondo de una América y unos americanos comunes y corrientes.
Bree y Toby se convierten en pioneros involuntarios de un nuevo territorio en sus propias vidas a medida que viajan desde el Noreste al Suroeste.
Es imposible escribir un guión como éste sin respetar la tensión implícita en los personajes y la situación, pero Bree y Toby siguen teniendo sentido del humor, esperanza y decisión.
Todo eso es lo que se ha intentado reflejar en la película.
Por supuesto, la interpretación de Felicity Huffman se erige como el mayor acicate de la película, una actriz que tenga que ponerse en la piel de un hombre que quiere ser una mujer; eso es de locos, ahora imaginarse la psicología del personaje es toda una odisea mental!!!
De hecho, Huffman brilla sobre todo en aquellos instantes en los que poco importa el sexo de su personaje, sino los sentimientos que se ocultan en su interior.
Aunque el Oscar se lo llevó Reese Witherspoon por interpretar a June Carter en Walk The Line, la ganadora moral de aquella noche fue Felicity Huffman, que también iba servida de premios como el Globo de Oro a la Mejor Actriz Dramática.
Su creación de Bree la convierte en la mejor interpretación de un transexual realizada por una actriz en la historia del cine.
Incluso se estuvo preparando con un equipo de logopedas y foniatras para que su voz sonase lo más autentica posible.
Huffman, además de lograr una actuación magistral, consigue algún gesto, algún perfil, con los que nos parece estar ante una transexual, paradójicamente, cuando lleva menos maquillaje, es cuando se nota apenas que es una mujer, como se aprecia tras el éxito de la cirugía.
Por este motivo, quizá se podría plantear si no habría sido más acertado que el papel lo encarnara una verdadera transexual, ya que es menos habitual que haya personajes para ellas y esta película podría haber supuesto una gran oportunidad para una actriz que se haya practicado un cambio de sexo, en fin…
A su lado nos topamos con un competente elenco de secundarios, comenzando por Kevin Zegers, quien nos demuestra que no sólo es una cara bonita, logrando caracterizar de buena gana su personaje, el cual contiene rasgos complicados, arriesgados y muy fuertes.
Zegers logra sobrevivir al duelo actoral con Huffman, para poder establecerse como una de los actores más prometedores de esta generación; y esto logrando crear un papel increíblemente dramático y con sufrimiento, pero sin convertirse en una víctima e inspirando ternura en vez de lástima en el espectador.
En cuanto al personaje de Toby, en Transamerica, reconocemos a muchos chicos en situaciones similares.
Toby tiene problemas con su propia imagen, juega con drogas peligrosas y tiene dificultades para relacionarse con los adultos de una forma que no sea a través del sexo.
Su buena interpretación le hizo ganar el premio al actor revelación del Festival Internacional de Cine de Cannes ese mismo año.
Sin olvidarnos de las aportaciones de Fionnula Flanagan, Burt Young y el mítico Graham Greene.
La banda sonora, bueno, una película homófila no puede permitirse el lujo de no contar con una gran diva y en esta ocasión se cuenta nada menos que con Dolly Parton y su multipremiada Travelin' Thru, que estuvo nominada al Oscar, siendo esta la segunda y únicas nominaciones de la Academia para Transamerica en el 2005.
Transamérica mezcla con acierto el drama y la comedia, siendo reseñable la humildad de sus planteamientos.
Es verdad que se produce un notable desequilibrio entre estos dos géneros en determinados pasajes del filme, pero la forma en la que está desarrollada la historia, con buen gusto y respeto, ayuda a que incluso los espectadores que habitualmente huirían de este tipo de largometrajes puedan disfrutar con su visionado.
Transamerica es pues la historia de la aceptación de todo lo que somos, incluso cuando, eventualmente, ese camino a la verdad está conducido por un chapero sin aparente futuro, que no obstante es capaz de hacernos creer, sin siquiera proponérselo, que al menos él, es dignamente honesto.
Para finalizar, una nota curiosa: el personaje que Huffman interpreta en esta cinta se llama Bree.
En la serie Desperate Housewives (donde ella interviene actualmente), Bree es el nombre de uno de los personajes principales, y se caracteriza por ser una mujer que se desempeña como el ama de casa ideal, con valores conservadores y fachada impecable en el exterior, pero que bajo esa apariencia guarda muchos secretos y relaciones oscuras y enfermizas.
Habría que preguntarle a Huffman o a Duncan Trucker si tuvieron algo que ver o se trata de una mera coincidencia.
Una película recomendable para comprender a aquellos amigos cercanos que son Trans y para los que no tienen amigos Trans, la película es una lección para sensibilizarlos de que hay un corazón más allá del pan stick.
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