Reinas
Histórico: El 8 de junio de 1901 o La Ley 13/2005?
Un nuevo peldaño hacia la normalidad.
Decía alguien en cierta ocasión que el mundo se parece cada vez más a un decorado de Blade Runner, el inolvidable film dirigido por Ridley Scott.
Me hago cargo de que, a priori, empezar a hablar de Reinas mencionando tamaño clásico del cine futurista sea tal vez una elección un tanto bizarra, pero lo cierto es que en realidad me viene al pelo para aproximarme a la última película de Manuel Gómez Pereira.
Y es que, si Blade Runner podía entenderse como un ejercicio de arqueología prefigurativa, conjeturando en torno a un futuro lejano al que quiso anticiparse con mayor o menor lucidez, no podría decirse menos de Reinas.
Y no me refiero tanto a la posibilidad de los matrimonios homosexuales en nuestro país, hoy por hoy un proyecto todavía en ciernes de convertirse en una realidad, sino a la posibilidad de aceptarlo con naturalidad y (de nuevo ese futuro lejano) alegrándose por los novios.
En este sentido, es de agradecer que la película de Gómez Pereira no haya caído en la ingenuidad de hablar de la tolerancia sino, más sensatamente, del largo camino que lleva a ella.
Resulta que un 8 de junio de 1901 se intentaron casar en La Coruña (Galicia, España) dos mujeres: Marcela Gracia Ibeas y Elisa Sánchez Loriga.
Para lograrlo Elisa tuvo que adoptar una identidad masculina: Mario Sánchez, figurando así en el acta de matrimonio.
Se trata del primer intento de matrimonio homosexual de España del que se tiene constancia registral.
Lo hicieron por la Iglesia, en la parroquia de San Jorge de la misma ciudad.
Un nuevo peldaño hacia la normalidad.
Decía alguien en cierta ocasión que el mundo se parece cada vez más a un decorado de Blade Runner, el inolvidable film dirigido por Ridley Scott.
Me hago cargo de que, a priori, empezar a hablar de Reinas mencionando tamaño clásico del cine futurista sea tal vez una elección un tanto bizarra, pero lo cierto es que en realidad me viene al pelo para aproximarme a la última película de Manuel Gómez Pereira.
Y es que, si Blade Runner podía entenderse como un ejercicio de arqueología prefigurativa, conjeturando en torno a un futuro lejano al que quiso anticiparse con mayor o menor lucidez, no podría decirse menos de Reinas.
Y no me refiero tanto a la posibilidad de los matrimonios homosexuales en nuestro país, hoy por hoy un proyecto todavía en ciernes de convertirse en una realidad, sino a la posibilidad de aceptarlo con naturalidad y (de nuevo ese futuro lejano) alegrándose por los novios.
En este sentido, es de agradecer que la película de Gómez Pereira no haya caído en la ingenuidad de hablar de la tolerancia sino, más sensatamente, del largo camino que lleva a ella.
Resulta que un 8 de junio de 1901 se intentaron casar en La Coruña (Galicia, España) dos mujeres: Marcela Gracia Ibeas y Elisa Sánchez Loriga.
Para lograrlo Elisa tuvo que adoptar una identidad masculina: Mario Sánchez, figurando así en el acta de matrimonio.
Se trata del primer intento de matrimonio homosexual de España del que se tiene constancia registral.
Lo hicieron por la Iglesia, en la parroquia de San Jorge de la misma ciudad.
Posteriormente el párroco descubrió el engaño, y fueron denunciadas y perseguidas, nada raro.
Sin embargo, el acta matrimonial nunca fue anulada.
Es así como este hecho puede considerarse un precedente del matrimonio homosexual en España.
En el año 2004, el Partido Socialista Obrero Español(PSOE), dirigido por José Luis Rodríguez Zapatero, se presentó a las elecciones generales con un programa que incluía el compromiso de «posibilitar el matrimonio entre personas del mismo sexo y el ejercicio de cuantos derechos conlleva.»
Tras el triunfo socialista en las elecciones y la formación del gobierno, y después de mucho debate, el día 30 de junio de 2005 se aprobó la ley que modificaba el código civil y permitía el matrimonio entre personas del mismo sexo y, como consecuencia de esto, otros derechos como la adopción conjunta, herencia y pensión.
La ley 13/2005 fue publicada el 2 de julio de 2005, y el matrimonio entre personas del mismo sexo fue oficialmente legal en España el 3 de julio de 2005.
De esta forma, el primer matrimonio de personas abiertamente homosexuales tuvo lugar el 11 de julio del mismo año; celebrándose en Tres Cantos (Madrid), entre Emilio Menéndez y Carlos Baturin, que convivían en pareja desde hacía más de treinta años.
El primer matrimonio entre mujeres bajo la nueva ley se celebró en Barcelona once días después.
Es este film, tras la aprobación en España de la ley que autoriza los matrimonios entre homosexuales, una serie de enredos se producen en los que se ven involucradas una serie de parejas de homosexuales, candidatas a ser las primeras en casarse y sus familias, no siempre demasiado partidarias.
Tenemos a cinco madres, dos padres y seis hijos.
Cinco madres que son auténticas reinas, dos padres que reaccionan de forma distinta a la situación y seis hijos homosexuales dispuestos a dar el sí ante una juez, que es, mira tú, la madre de uno de ellos.
Todos son chicos a los que les va bien en la vida: uno es diputado, otro arquitecto, otro masajista de un gimnasio de lujo...
Son hijos que, aunque se esfuerzan por ser independientes, en el fondo les importa lo que dicen sus madres.
Tienen un vínculo muy fuerte con sus madres.
Las relaciones entre las madres y sus hijos varones son especiales, y eso se nota en la película.
El mejor ejemplo de ese vínculo tan potente es la relación entre Ofelia (Betiana Blum) y su hijo Óscar (Daniel Hendler).
Es una mujer que ama incondicionalmente a su hijo, pero es invasora, manipuladora…
Pero los chicos están tan estereotipados… con la única y gran excepción: “CERO PLUMAS”
Por ejemplo, el chico rico con el latino semi-vividor, el chico guapo con el no rico no tan guapo (aunque esta es la pareja más creíble del grupo), y remata la faena la pareja del vocacional poco decidido pero políticamente implicado y el promiscuo insaciable... etc.
Y qué madres esas reinas del título:
Nuria (Verónica Forqué), esa mujer inestable, un poco promiscua, que se comporta con su hijo más como una amiga que como una madre, una ninfómana vocacional con sentimientos de culpa que está a punto de provocar un par de desastres.
Reyes (Marisa Paredes), la madre egoísta e intolerante a la que le preocupa más su carrera de actriz que la boda de su propio hijo, una afectada actriz de cine que vive un sorpresivo amor maduro con su futuro consuegro que, para colmo, es su jardinero de toda la vida.
Helena (Mercedes Sampietro), una juez firme y rigurosa, a la que, también en su vida personal, le cuesta dar su brazo a torcer, una estricta jueza con aversión al circo mediático alrededor de la boda, a la que le ha tocado en suerte oficiarla.
Magda (Carmen Maura), una mujer obsesionada con el triunfo profesional y como la define la propia actriz “la menos maternal de todas las madres”, una gerente de hotel que ha de sofocar una huelga que amenaza seriamente el banquete y cuyo líder principal es su ocasional amante.
Ofelia (Betiana Blum), la madre protectora e invasora que es capaz de abandonar su negocio en Argentina para instalarse en Madrid en casa de su hijo, una restauradora argentina con pretensiones de cambiar de vida gracias a la boda de su hijo.
En su conjunto, Ofelia (Betiana Blum), Magda (Carmen Maura), Reyes (Marisa Paredes), Helena (Mercedes Sampietro) y Nuria (Verónica Forqué) forman un póker de personalidades tan excéntricas como entrañables.
Son todas madres de varones de muy diversos atractivos, son todas modernas y circulan a la velocidad de la urgencia por las avenidas, los parques y los apartamentos más elegantes del Madrid de hoy en día.
Y Marilina, la perra, que fue una gran fuente de preocupación durante el rodaje, y probablemente la “actriz” más difícil con la que Manolo tuvo que tratar.
Las madres no son mujeres sumisas.
Son mujeres con sus trabajos, con vidas resueltas, que no están dispuestas a asumir las responsabilidades que a veces exige un hijo.
Aunque al final, todas necesitan de sus hijos y todas se sacrifican de una u otra manera por ellos.
Algo característico de los personajes de Reinas es que todos, tanto las madres como los hijos, se esfuerzan por querer y ser queridos.
Todos buscan el amor.
Ellos en sus parejas y en sus madres, y las madres en sus hijos y en su alrededor.
Con un guión perfectamente estructurado, en Reinas cada personaje está magistralmente definido y delimitado, lo que hace que las situaciones típicas de una comedia de enredo, por muy inverosímiles que parezcan, sean creíbles.
Así, tenemos una estructura en la que se entremezclan las diferencias de clase social y por supuesto económica de los contrayentes con los sempiternos problemas de entendimiento entre hijos y madres.
Un escenario tan cambiante como la melodía de un móvil, que se convertirá en el exclusivo telón de fondo de las intrigas, las pasiones, los secretos y los enredos más divertidos que cualquiera de las madres pueda recordar.
Lo que todavía ignoran es que el destino les ha reservado una fantástica sorpresa: sus hijos están a punto de contraer matrimonio en la primera boda gay de la historia de España y todas van a coincidir en la celebración.
Eso sí, sólo después de superar los obstáculos más improbables.
Así, mientras Reyes delibera qué hacer con su jardinero –si seducirle o despedirle- sucederá de todo.
Ofelia declarará la búsqueda y captura de su perrita.
Magda tendrá que aplacar una revolución.
Nuria se besará con el hombre equivocado y Helena se preparará para el caso más difícil de su carrera.
Y no existirá adversidad alguna capaz de impedir que ninguna de las cinco Reinas asista a la ceremonia más importante de la vida de sus hijos.
Durante los tres días que dura la acción todos llegan a entender que es bueno renunciar a ideas preconcebidas y que aceptar cosas que pensaban imposibles puede ser muy gratificante.
Lo más divertido de Reinas es la forma como se entrelazan las historias de estas parejas y sus madres, unidas por el oculto hilo umbilical de una enorme perra lanuda que circula por la película como el MacGuffin perfecto para provocar encuentros y desencuentros.
Pero lo mejor de verdad es la lección que se desprende del film.
No tanto el hecho de considerar la homosexualidad con toda normalidad, sino lo que cada uno de los personajes aprende sobre sí mismo.
Reinas es una película española de 2005 dirigida por Manuel Gómez Pereira.
Sin embargo, el acta matrimonial nunca fue anulada.
Es así como este hecho puede considerarse un precedente del matrimonio homosexual en España.
En el año 2004, el Partido Socialista Obrero Español(PSOE), dirigido por José Luis Rodríguez Zapatero, se presentó a las elecciones generales con un programa que incluía el compromiso de «posibilitar el matrimonio entre personas del mismo sexo y el ejercicio de cuantos derechos conlleva.»
Tras el triunfo socialista en las elecciones y la formación del gobierno, y después de mucho debate, el día 30 de junio de 2005 se aprobó la ley que modificaba el código civil y permitía el matrimonio entre personas del mismo sexo y, como consecuencia de esto, otros derechos como la adopción conjunta, herencia y pensión.
La ley 13/2005 fue publicada el 2 de julio de 2005, y el matrimonio entre personas del mismo sexo fue oficialmente legal en España el 3 de julio de 2005.
De esta forma, el primer matrimonio de personas abiertamente homosexuales tuvo lugar el 11 de julio del mismo año; celebrándose en Tres Cantos (Madrid), entre Emilio Menéndez y Carlos Baturin, que convivían en pareja desde hacía más de treinta años.
El primer matrimonio entre mujeres bajo la nueva ley se celebró en Barcelona once días después.
Es este film, tras la aprobación en España de la ley que autoriza los matrimonios entre homosexuales, una serie de enredos se producen en los que se ven involucradas una serie de parejas de homosexuales, candidatas a ser las primeras en casarse y sus familias, no siempre demasiado partidarias.
Tenemos a cinco madres, dos padres y seis hijos.
Cinco madres que son auténticas reinas, dos padres que reaccionan de forma distinta a la situación y seis hijos homosexuales dispuestos a dar el sí ante una juez, que es, mira tú, la madre de uno de ellos.
Todos son chicos a los que les va bien en la vida: uno es diputado, otro arquitecto, otro masajista de un gimnasio de lujo...
Son hijos que, aunque se esfuerzan por ser independientes, en el fondo les importa lo que dicen sus madres.
Tienen un vínculo muy fuerte con sus madres.
Las relaciones entre las madres y sus hijos varones son especiales, y eso se nota en la película.
El mejor ejemplo de ese vínculo tan potente es la relación entre Ofelia (Betiana Blum) y su hijo Óscar (Daniel Hendler).
Es una mujer que ama incondicionalmente a su hijo, pero es invasora, manipuladora…
Pero los chicos están tan estereotipados… con la única y gran excepción: “CERO PLUMAS”
Por ejemplo, el chico rico con el latino semi-vividor, el chico guapo con el no rico no tan guapo (aunque esta es la pareja más creíble del grupo), y remata la faena la pareja del vocacional poco decidido pero políticamente implicado y el promiscuo insaciable... etc.
Y qué madres esas reinas del título:
Nuria (Verónica Forqué), esa mujer inestable, un poco promiscua, que se comporta con su hijo más como una amiga que como una madre, una ninfómana vocacional con sentimientos de culpa que está a punto de provocar un par de desastres.
Reyes (Marisa Paredes), la madre egoísta e intolerante a la que le preocupa más su carrera de actriz que la boda de su propio hijo, una afectada actriz de cine que vive un sorpresivo amor maduro con su futuro consuegro que, para colmo, es su jardinero de toda la vida.
Helena (Mercedes Sampietro), una juez firme y rigurosa, a la que, también en su vida personal, le cuesta dar su brazo a torcer, una estricta jueza con aversión al circo mediático alrededor de la boda, a la que le ha tocado en suerte oficiarla.
Magda (Carmen Maura), una mujer obsesionada con el triunfo profesional y como la define la propia actriz “la menos maternal de todas las madres”, una gerente de hotel que ha de sofocar una huelga que amenaza seriamente el banquete y cuyo líder principal es su ocasional amante.
Ofelia (Betiana Blum), la madre protectora e invasora que es capaz de abandonar su negocio en Argentina para instalarse en Madrid en casa de su hijo, una restauradora argentina con pretensiones de cambiar de vida gracias a la boda de su hijo.
En su conjunto, Ofelia (Betiana Blum), Magda (Carmen Maura), Reyes (Marisa Paredes), Helena (Mercedes Sampietro) y Nuria (Verónica Forqué) forman un póker de personalidades tan excéntricas como entrañables.
Son todas madres de varones de muy diversos atractivos, son todas modernas y circulan a la velocidad de la urgencia por las avenidas, los parques y los apartamentos más elegantes del Madrid de hoy en día.
Y Marilina, la perra, que fue una gran fuente de preocupación durante el rodaje, y probablemente la “actriz” más difícil con la que Manolo tuvo que tratar.
Las madres no son mujeres sumisas.
Son mujeres con sus trabajos, con vidas resueltas, que no están dispuestas a asumir las responsabilidades que a veces exige un hijo.
Aunque al final, todas necesitan de sus hijos y todas se sacrifican de una u otra manera por ellos.
Algo característico de los personajes de Reinas es que todos, tanto las madres como los hijos, se esfuerzan por querer y ser queridos.
Todos buscan el amor.
Ellos en sus parejas y en sus madres, y las madres en sus hijos y en su alrededor.
Con un guión perfectamente estructurado, en Reinas cada personaje está magistralmente definido y delimitado, lo que hace que las situaciones típicas de una comedia de enredo, por muy inverosímiles que parezcan, sean creíbles.
Así, tenemos una estructura en la que se entremezclan las diferencias de clase social y por supuesto económica de los contrayentes con los sempiternos problemas de entendimiento entre hijos y madres.
Un escenario tan cambiante como la melodía de un móvil, que se convertirá en el exclusivo telón de fondo de las intrigas, las pasiones, los secretos y los enredos más divertidos que cualquiera de las madres pueda recordar.
Lo que todavía ignoran es que el destino les ha reservado una fantástica sorpresa: sus hijos están a punto de contraer matrimonio en la primera boda gay de la historia de España y todas van a coincidir en la celebración.
Eso sí, sólo después de superar los obstáculos más improbables.
Así, mientras Reyes delibera qué hacer con su jardinero –si seducirle o despedirle- sucederá de todo.
Ofelia declarará la búsqueda y captura de su perrita.
Magda tendrá que aplacar una revolución.
Nuria se besará con el hombre equivocado y Helena se preparará para el caso más difícil de su carrera.
Y no existirá adversidad alguna capaz de impedir que ninguna de las cinco Reinas asista a la ceremonia más importante de la vida de sus hijos.
Durante los tres días que dura la acción todos llegan a entender que es bueno renunciar a ideas preconcebidas y que aceptar cosas que pensaban imposibles puede ser muy gratificante.
Lo más divertido de Reinas es la forma como se entrelazan las historias de estas parejas y sus madres, unidas por el oculto hilo umbilical de una enorme perra lanuda que circula por la película como el MacGuffin perfecto para provocar encuentros y desencuentros.
Pero lo mejor de verdad es la lección que se desprende del film.
No tanto el hecho de considerar la homosexualidad con toda normalidad, sino lo que cada uno de los personajes aprende sobre sí mismo.
Reinas es una película española de 2005 dirigida por Manuel Gómez Pereira.
Con un guión fantástico escrito por Yolanda García Serrano y Joaquín Oristrell.
Reinas es el primer proyecto producido íntegramente por Warner Bros. España.
Protagonizada por un elenco ENORME NUNCA ANTES VISTO Y NUNCA ANTES REUNIDO, encabezado por la gigantesca Carmen Maura, la enorme Verónica Forqué, la diva Marisa Paredes, la argentina Betiana Blum y la multifacética Mercedes Sampietro en los papeles de madres, y las jóvenes promesas grandes todos: Gustavo Salmerón, Unax Ugalde, Daniel Hendler, Hugo Silva, Paco León y Raúl Jiménez en los papeles de hijos… y La Marilina, una Bobtail (antiguo perro pastor inglés)!!!
Y es justo en el desarrollo de esos personajes, a los que da carne uno de los repartos más espectaculares y acertados que un servidor recuerda del último cine español, donde reside la principal baza de la película.
Ahí tenemos a Marisa Paredes con La Maura riéndose de determinados estereotipos que han personificado varias veces en la pantalla, la primera como mujer pragmática y solitaria, y la segunda como gran diva glamurosa.
Ahí tenemos a Mercedes Sampietro bordando su papel de jueza amargada y homofóbica.
Betiana Blum divirtiéndose de lo lindo en su perfecta recreación de la madre manipuladora y memetoentodo.
Y, cómo no, Verónica Forqué perfilándose como la única elección posible para "encarnar" (si se me permite el chiste fácil) a esa alegre ninfómana con un punto de ingenua, a cuyo cargo, por cierto, corren las escenas más divertidas de la película.
Por otro lado, justo es señalar que los aciertos no quedan reservados exclusivamente para las "reinas" de la función.
Así, Lluís Homar defiende sin grandes sobresaltos su rol de hombre reservado e impredecible, aunque salta a la vista que se siente más cómodo desenvolviéndose en las escenas dramáticas que en las cómicas.
Tito Valverde sabe reírse muy bien, al igual que Paredes y La Maura.
Y, también al igual que Forqué, tenemos un Jorge Perugorría que parece ser la única opción posible para dar vida al cocinero cubano seductor y carismático.
En cuanto a los hijos, quisiera destacar en particular a Unax Ugalde y Gustavo Salmerón.
El primero por dejar entrever una vis cómica en la que debería reincidir y, sobre todo, porque sabe redefinir constantemente la palabra "ternura".
El segundo por protagonizar una de las borracheras más verosímiles y rotundas del cine de los últimos años.
No es vano en varias ocasiones he oído citar a Gómez Pereira como “el Blake Edwards español”.
Su concepción de la alta comedia, el uso de ambientes y tratamiento de color y música o la propia integración de sus “gags” nos remiten a ese mundo de “panteras rosas” y “partys” que si bien está muy lejos de emular, no es menos cierto que confluye en líneas generales en el logro de producciones destinadas al gran público y que tratan con respeto al espectador, amén de ofrecerles un producto lleno de sana diversión y amenidad.
Indudablemente Gómez Pereira sabe articular los elementos del film con su generalmente acertada planificación su ya habitual y espléndida aplicación del formato panorámico, duración de los planos, y uso de recursos como virados o pantallas divididas al entablar situaciones paralelas, una vez más el recuerdo a la comedia “sixtie”.
El argumento principal de Reinas gira en torno a algo tan cotidiano como la celebración de una boda.
Pero, en realidad, es una historia sobre el amor, el interés, la posesión... una película sobre las relaciones humanas.
El guión se presenta escrito con habilidad y gracia.
Hace referencias respetuosas, pero hilarantes, a Van Gogh, Fidel Castro, Robert Redford, Almodóvar, al mito erótico del jardinero (Lady Chatterley).
Es importante aclarar que Reinas no es una película oportunista sino oportuna, como reconoce Gómez Pereira, la homosexualidad es un simple pretexto para situar en un contexto específico una historia divertida que muestra los sentimientos más profundos que habitan en un ser humano y lo complicado de las relaciones entre madres e hijos.
En el cuanto al aspecto narrativo de Reinas, la dilución del protagonismo entre todo el elenco, supone la dificultad en la exposición de las situaciones de hecho que viven las distintas parejas.
Por ello, los guionistas optan por la alteración del elemento cronológico, es decir, la presentación de una secuencia determinada respecto de una pareja, para acto seguido volver atrás (por lo general, unas cuatro horas antes) y plantear los acontecimientos con otra pareja distinta u otros personajes.
Con el póquer de actrices consagradas que Gómez Pereira ha conseguido reunir, uno podría pensar que es relativamente fácil sacar adelante una película como Reinas.
Nada más lejos de la realidad, pues aunque sin duda las historias que protagonizan la parte más veterana del elenco (con una mención especial a la que sin duda es la trama más divertida y a la vez más lograda de todas, el tierno affaire que protagonizan Marisa Paredes y un magnífico Lluís Homar, fíjate tú) y es igual de interesante que los roces que afectan a las tres parejas protagonistas (como la química entre algunos de ellos, como la formada por Unax Ugalde y el argentino Daniel Hendler, es espléndida), los guionistas se esfuerzan mucho por mantener la atención del espectador con una historia que rompe de forma continua la linealidad del relato y que recurre a algo así como a un McGuffin lanudo, la inquieta perra Marilina, como hilo de unión de todos los personajes.
Las dos únicas pegas que se pueden achacar al guión se centran en un sentido de la proporcionalidad, quizá por ello habría que catalogarlas de leves, ya que una de las reglas básicas de la comedia debería ser obviar la lógica y dejarse llevar por cierta desmesura:
En primer lugar, se hubiera enriquecido el relato, como no, con la introducción de una pareja de chicas (también por aquello de la cuota femenina); y segundo, si entre los suegros no ha sobrevivido ningún matrimonio!!!
Reinas es el primer proyecto producido íntegramente por Warner Bros. España.
Protagonizada por un elenco ENORME NUNCA ANTES VISTO Y NUNCA ANTES REUNIDO, encabezado por la gigantesca Carmen Maura, la enorme Verónica Forqué, la diva Marisa Paredes, la argentina Betiana Blum y la multifacética Mercedes Sampietro en los papeles de madres, y las jóvenes promesas grandes todos: Gustavo Salmerón, Unax Ugalde, Daniel Hendler, Hugo Silva, Paco León y Raúl Jiménez en los papeles de hijos… y La Marilina, una Bobtail (antiguo perro pastor inglés)!!!
Y es justo en el desarrollo de esos personajes, a los que da carne uno de los repartos más espectaculares y acertados que un servidor recuerda del último cine español, donde reside la principal baza de la película.
Ahí tenemos a Marisa Paredes con La Maura riéndose de determinados estereotipos que han personificado varias veces en la pantalla, la primera como mujer pragmática y solitaria, y la segunda como gran diva glamurosa.
Ahí tenemos a Mercedes Sampietro bordando su papel de jueza amargada y homofóbica.
Betiana Blum divirtiéndose de lo lindo en su perfecta recreación de la madre manipuladora y memetoentodo.
Y, cómo no, Verónica Forqué perfilándose como la única elección posible para "encarnar" (si se me permite el chiste fácil) a esa alegre ninfómana con un punto de ingenua, a cuyo cargo, por cierto, corren las escenas más divertidas de la película.
Por otro lado, justo es señalar que los aciertos no quedan reservados exclusivamente para las "reinas" de la función.
Así, Lluís Homar defiende sin grandes sobresaltos su rol de hombre reservado e impredecible, aunque salta a la vista que se siente más cómodo desenvolviéndose en las escenas dramáticas que en las cómicas.
Tito Valverde sabe reírse muy bien, al igual que Paredes y La Maura.
Y, también al igual que Forqué, tenemos un Jorge Perugorría que parece ser la única opción posible para dar vida al cocinero cubano seductor y carismático.
En cuanto a los hijos, quisiera destacar en particular a Unax Ugalde y Gustavo Salmerón.
El primero por dejar entrever una vis cómica en la que debería reincidir y, sobre todo, porque sabe redefinir constantemente la palabra "ternura".
El segundo por protagonizar una de las borracheras más verosímiles y rotundas del cine de los últimos años.
No es vano en varias ocasiones he oído citar a Gómez Pereira como “el Blake Edwards español”.
Su concepción de la alta comedia, el uso de ambientes y tratamiento de color y música o la propia integración de sus “gags” nos remiten a ese mundo de “panteras rosas” y “partys” que si bien está muy lejos de emular, no es menos cierto que confluye en líneas generales en el logro de producciones destinadas al gran público y que tratan con respeto al espectador, amén de ofrecerles un producto lleno de sana diversión y amenidad.
Indudablemente Gómez Pereira sabe articular los elementos del film con su generalmente acertada planificación su ya habitual y espléndida aplicación del formato panorámico, duración de los planos, y uso de recursos como virados o pantallas divididas al entablar situaciones paralelas, una vez más el recuerdo a la comedia “sixtie”.
El argumento principal de Reinas gira en torno a algo tan cotidiano como la celebración de una boda.
Pero, en realidad, es una historia sobre el amor, el interés, la posesión... una película sobre las relaciones humanas.
El guión se presenta escrito con habilidad y gracia.
Hace referencias respetuosas, pero hilarantes, a Van Gogh, Fidel Castro, Robert Redford, Almodóvar, al mito erótico del jardinero (Lady Chatterley).
Es importante aclarar que Reinas no es una película oportunista sino oportuna, como reconoce Gómez Pereira, la homosexualidad es un simple pretexto para situar en un contexto específico una historia divertida que muestra los sentimientos más profundos que habitan en un ser humano y lo complicado de las relaciones entre madres e hijos.
En el cuanto al aspecto narrativo de Reinas, la dilución del protagonismo entre todo el elenco, supone la dificultad en la exposición de las situaciones de hecho que viven las distintas parejas.
Por ello, los guionistas optan por la alteración del elemento cronológico, es decir, la presentación de una secuencia determinada respecto de una pareja, para acto seguido volver atrás (por lo general, unas cuatro horas antes) y plantear los acontecimientos con otra pareja distinta u otros personajes.
Con el póquer de actrices consagradas que Gómez Pereira ha conseguido reunir, uno podría pensar que es relativamente fácil sacar adelante una película como Reinas.
Nada más lejos de la realidad, pues aunque sin duda las historias que protagonizan la parte más veterana del elenco (con una mención especial a la que sin duda es la trama más divertida y a la vez más lograda de todas, el tierno affaire que protagonizan Marisa Paredes y un magnífico Lluís Homar, fíjate tú) y es igual de interesante que los roces que afectan a las tres parejas protagonistas (como la química entre algunos de ellos, como la formada por Unax Ugalde y el argentino Daniel Hendler, es espléndida), los guionistas se esfuerzan mucho por mantener la atención del espectador con una historia que rompe de forma continua la linealidad del relato y que recurre a algo así como a un McGuffin lanudo, la inquieta perra Marilina, como hilo de unión de todos los personajes.
Las dos únicas pegas que se pueden achacar al guión se centran en un sentido de la proporcionalidad, quizá por ello habría que catalogarlas de leves, ya que una de las reglas básicas de la comedia debería ser obviar la lógica y dejarse llevar por cierta desmesura:
En primer lugar, se hubiera enriquecido el relato, como no, con la introducción de una pareja de chicas (también por aquello de la cuota femenina); y segundo, si entre los suegros no ha sobrevivido ningún matrimonio!!!
Ve vos… exceptuando el caso de los viudos.
¿Cómo es posible que estos chicos, con los ejemplos que tienen, caigan en el mismo error?
Por otro lado, desconozco si con la indefinición en el otorgamiento del calificativo de realeza femenina que reza el título del filme, se ha querido dejar a la libre elección del espectador su concesión según las facciones enfrentadas: si a ellas (Maura, Paredes, Sampietro, Forqué y Blum), o por el contrario a ellos (Salmerón, Ugalde, Silva, Hendler, León y Jiménez).
Si así fuera, me decantaría por ellas, por su interpretación solvente y porque la experiencia es un agrado, proclamando como consortes monárquicos a Lluis Homar y Tito Valverde, espléndidos en su composición.
Para mí las “reinas” de la película son las madres de de los componentes de las tres parejas de jóvenes que centran la acción de la película.
Ellas representan en su entorno diferentes estereotipos que en su confluencia hacen fluir la comedia, tal y como la hacen las propias parejas de futuras oficiales parejas gais.
Es evidente que numerosas cuestiones se dejan entrever con sutileza en el dibujo de los mismos, de las propias madres y algunos de los padres, las relaciones entre ellos, las diferencias generacionales y de clase.
Sin embargo, lo cierto es que la película no pretende más que erigirse como un producto sólido dentro del género de la comedia, que oscila entre la sensibilidad y un cierto oportunismo al tratar un tema de actualidad, todos los novios destacan por su cuidado “look” y sofisticación.
En este sentido y pese a una cierta tendencia a los tópicos sobre homosexuales “homologados y de alto standing”, lo cierto es que el film resulta divertido, en ocasiones incluso carcajeante.
A ello contribuyen algunas de las historias pergeñadas y, fundamentalmente, la concurrencia de algunos intérpretes que se sitúan con verdadera dotación para el género.
La música, compuesta por Bingen Mendizábal, combina ritmos y melodías diversas, que se acoplan a las incidencias de la acción con acierto.
Incluye composiciones ajenas, como la canción "Fever", de Davenport y Cooley.
No quisiera despedir esta crítica sin hacer mención a dos de las señales reconocibles del cine de Gómez Pereira que aquí vuelven a brillar con fuerza.
Uno son los magníficos títulos de crédito iniciales que presentan a los personajes; otro es el cariño con el que su cámara es capaz de elevar a sus actores, algo que se nota en el cuidado que presta a sus Reinas.
Pocas ocasiones tendrán Carmen Maura (su beso con la Betiana Blum), Marisa Paredes (atención al plano en que ésta bajando las escaleras), Verónica Forqué (todos los planos) o Mercedes Sampietro de verse tan magníficas en su espléndida madurez como aquí, bajo el ojo adulador de la cámara de Manuel Gómez Pereira.
En cualquier caso, me quedo con las buenas intenciones de la película, aunque al final se opte por reducirlo todo al nuevo tópico del gay moderno, sin arrugas ni asomo de pluma, felizmente desarmarizado y con alguna honrosa excepción, condenadamente guapos y exitosos.
Me quedo con su sanísima voluntad normalizadora, aunque hoy por hoy parece no haber otro modo más efectivo de normalizar los personajes gais que hacerlo a costa de "desnormalizar" a los demás personajes.
Pero, por encima de todo, me quedo con su aportación "futurista".
Y con la esperanza de que algún día podamos decir que el mundo se parece cada vez más a un decorado de Reinas.
Me encantó!
¿Cómo es posible que estos chicos, con los ejemplos que tienen, caigan en el mismo error?
Por otro lado, desconozco si con la indefinición en el otorgamiento del calificativo de realeza femenina que reza el título del filme, se ha querido dejar a la libre elección del espectador su concesión según las facciones enfrentadas: si a ellas (Maura, Paredes, Sampietro, Forqué y Blum), o por el contrario a ellos (Salmerón, Ugalde, Silva, Hendler, León y Jiménez).
Si así fuera, me decantaría por ellas, por su interpretación solvente y porque la experiencia es un agrado, proclamando como consortes monárquicos a Lluis Homar y Tito Valverde, espléndidos en su composición.
Para mí las “reinas” de la película son las madres de de los componentes de las tres parejas de jóvenes que centran la acción de la película.
Ellas representan en su entorno diferentes estereotipos que en su confluencia hacen fluir la comedia, tal y como la hacen las propias parejas de futuras oficiales parejas gais.
Es evidente que numerosas cuestiones se dejan entrever con sutileza en el dibujo de los mismos, de las propias madres y algunos de los padres, las relaciones entre ellos, las diferencias generacionales y de clase.
Sin embargo, lo cierto es que la película no pretende más que erigirse como un producto sólido dentro del género de la comedia, que oscila entre la sensibilidad y un cierto oportunismo al tratar un tema de actualidad, todos los novios destacan por su cuidado “look” y sofisticación.
En este sentido y pese a una cierta tendencia a los tópicos sobre homosexuales “homologados y de alto standing”, lo cierto es que el film resulta divertido, en ocasiones incluso carcajeante.
A ello contribuyen algunas de las historias pergeñadas y, fundamentalmente, la concurrencia de algunos intérpretes que se sitúan con verdadera dotación para el género.
La música, compuesta por Bingen Mendizábal, combina ritmos y melodías diversas, que se acoplan a las incidencias de la acción con acierto.
Incluye composiciones ajenas, como la canción "Fever", de Davenport y Cooley.
No quisiera despedir esta crítica sin hacer mención a dos de las señales reconocibles del cine de Gómez Pereira que aquí vuelven a brillar con fuerza.
Uno son los magníficos títulos de crédito iniciales que presentan a los personajes; otro es el cariño con el que su cámara es capaz de elevar a sus actores, algo que se nota en el cuidado que presta a sus Reinas.
Pocas ocasiones tendrán Carmen Maura (su beso con la Betiana Blum), Marisa Paredes (atención al plano en que ésta bajando las escaleras), Verónica Forqué (todos los planos) o Mercedes Sampietro de verse tan magníficas en su espléndida madurez como aquí, bajo el ojo adulador de la cámara de Manuel Gómez Pereira.
En cualquier caso, me quedo con las buenas intenciones de la película, aunque al final se opte por reducirlo todo al nuevo tópico del gay moderno, sin arrugas ni asomo de pluma, felizmente desarmarizado y con alguna honrosa excepción, condenadamente guapos y exitosos.
Me quedo con su sanísima voluntad normalizadora, aunque hoy por hoy parece no haber otro modo más efectivo de normalizar los personajes gais que hacerlo a costa de "desnormalizar" a los demás personajes.
Pero, por encima de todo, me quedo con su aportación "futurista".
Y con la esperanza de que algún día podamos decir que el mundo se parece cada vez más a un decorado de Reinas.
Me encantó!
Comentarios
Publicar un comentario