The Color Purple

“Can’t sleep at night and you wonder why.
Maybe god is trying to tell you something…”

Debo de confesar que esta es la película más difícil que he visto jamás debido al fuerte golpe emocional, pero es una película perfecta en todo lo posible.
Con ella descubrí que tengo un corazón púrpura.
La vi hace muchísimo tiempo y el visionado era obligatorio para suavizar los momentos de soledad, pena, desesperanza, aquellos momentos en los que sentí que no había nada por qué luchar, y que sobrevivir no era la opción, solo The Color Purple, me daba las fuerzas para seguir adelante.
Lo digo nuevamente, soy así de cursi, así de ridículo, no puedo evitar decir también, así soy de humano.
“Eres pobre.
Eres negra.
Eres fea.
Eres mujer.
No eres nada...”
El descenso a los infiernos proviene de la novela de Alice Walker (1909-1937), ganadora del Premio Pulitzer, quien cuenta, a lo largo de varias décadas, la vida de Celie una mujer de la América rural del Sur forzada a casarse con un hombre brutal al que llama "Señor", lo que hace que Celie se retraiga y comparta su desgracia sólo con Dios.
Celie sufrirá una transformación gracias a la amistad que comparte con dos extraordinarias mujeres, adquiriendo autoestima y la fuerza que necesita para perdonar y seguir adelante.
Desde el punto de vista de la realidad, marco socio-económico, histórico, geográfico, etc., podemos mencionar el marco en el que transcurre el argumento de la película es el Sur de los Estados Unidos.
La esclavitud ha sido oficialmente abolida tras la Guerra de Secesión, en 1865, pero el sistema todavía está marcado por una fuerte segregación racial.
En la trama todos los personajes fundamentales son afroamericanos, y su contacto con la población blanca es muy limitado y desigual.
La aristocracia de la zona aún considera a negros y negras válidos únicamente como sirvientes, y se mantiene la visión de la gente de color como seres salvajes, sexuales e ignorantes.
Históricamente, es un momento complejo, en el que la solidaridad racial se ha impuesto a todas las demás variables (edad, género, cultura, etc.), imponiendo una norma tácita de “los negros con los negros pase lo que pase”.
Este sistema ha difuminado otros tipos de discriminación, y entre la población de color se toleran los abusos de hombres hacia mujeres, por ejemplo, sin que pueda surgir resistencia.
Cualquier gesto de rebeldía por parte de la mitad femenina de esa población se interpreta como una traición a su raza y su cultura.
En nombre de la unión frente a los blancos/as, las mujeres negras han de renunciar a sus propias reivindicaciones de género.
La doble militancia aún no está permitida.
Acá veremos ciertos temas principales:
Violencia contra las mujeres en el hogar (incesto, maltrato doméstico...).
Las relaciones de Celie con los hombres de su familia están marcadas por el maltrato constante.
Primero, su padrastro abusa de ella, llegando a dejarla embarazada, le quita al bebé condenándola al silencio con sus amenazas:
“Será mejor que no se lo cuentes a nadie más que a Dios”.
Luego, el marido que le han impuesto, al que ni siquiera se atreve a llamar por su nombre, la agrede constantemente de forma verbal, física y sexual.
Para Celie, joven sin educación y de fuertes convicciones religiosas, las agresiones son una “cruz” y un destino que debe soportar callada para lograr la paz eterna después de su muerte.
Pero todo tiene un límite...
Relaciones entre mujeres (hermanas, amigas).
Celie adora a su hermana Nettie, que ha sabido rebelarse contra los hombres que han tratado de violarla.
La relación entre ellas, sostenida de forma epistolar tras su separación, el espacio textual es un lugar de salvación y libertad para ambas, es el ancla de Celie a la vida; el motor que la mueve a cambiar su situación.
En ausencia de Nettie, la protagonista buscará otras “hermanas” en las que hallar sororidad, y las encontrará en Shug (paradójicamente, es la amante de su esposo) y en Sophia (la mujer del hijo mayor de su marido).
Segregación racial.
El universo que retrata Spielberg es exclusivamente afroamericano, con escasísima presencia de personajes blancos.
Es un mundo marcado por el trabajo duro, la espiritualidad y la "libertad" recientemente conquistada.
Los conceptos de familia racialmente pura, pecado y respeto a los ancestros dominan las relaciones y las decisiones a tomar.
Los encuentros con blancos/as suelen ser traumáticos, porque aún no hay tradición de respeto al diferente, y todavía hay una asociación directa entre raza, educación y clase social (blanco = acomodado, educado; negro = pobre, ignorante).
Veamos a sus protagonistas:
Celie:
Personaje femenino fundamental de la película.
La historia se va develando a través de sus oraciones y sus cartas; ella es la narradora y la protagonista absoluta.
Su declaración de principios a Nettie (“sólo si me muero dejaré de escribirte”) es la excusa perfecta del director para proporcionar información a través de los ojos de Celie, en forma de comunicaciones mentales o en papel con su hermana pequeña.
Su evolución se apreciará especialmente en sus reacciones a la violencia imperante en su hogar.
Celie irá aprendiendo a no tolerar abusos gracias a su amistad con mujeres fuertes e independientes que le servirán de modelo.
Albert (Señor):
Viudo maduro y agresivo, se casa con Celie para tener de nuevo una mujer que haga las tareas del hogar y se ocupe de sus hijos/as.
No siente ningún respeto por ella, y la humilla de forma sistemática, desvalorizando su incesante trabajo doméstico, su físico y sus opiniones.
Su rol de maltratador típico se hace evidente en su relación con su padre y con su amante: ante el Señor Mayor y Shug, que tienen poder sobre él (uno por edad y jerarquía familiar; la otra por pura manipulación sexual), pierde su aparente fuerza y se somete.
Albert grita y golpea a quien considera que tiene por debajo en el sistema social y familiar: su mujer y sus hijos/as.
Nettie:
Hermana menor de Celie, referencia constante en la película a pesar de su ausencia física.
Más rebelde que Celie desde niña, vive una vida distinta y termina por regresar a sus raíces, en África.
Ella misma servirá como catalizador de la redención de Albert, que la traerá de vuelta a América, junto a Celie, para hacerse perdonar.
Shug:
Mujer madura y atractiva, contrasta físicamente con Celie desde su llegada.
Tiene su propio trabajo, aunque considerado indecente para una mujer (es cantante), y muestra modales considerados masculinos (bebe, es agresiva).
Shug no tolera que nadie limite su libertad, ni siquiera su padre, sacerdote y modelo de virtud.
Sus enseñanzas y su amistad provocan un cambio radical en Celie, que la considera un modelo de belleza, sofisticación y poder sobre los hombres.
Harpo:
Hijo mayor de Albert, no tiene el respeto de su padre porque no es suficientemente violento.
Para demostrar su valía, agrede a su primera mujer, Sophia.
Pero ésta no tiene nada que ver con Celie, el modelo de sumisión que Harpo conocía, y le responde con la misma brutalidad.
Harpo tiene entonces que darse cuenta de que existen otras formas de interaccionar con las mujeres.
Sophia:
Amiga de Celie y su primera nuera.
De físico rotundo, Sophia ha aprendido a defenderse dentro del mundo afroamericano de clase baja de su época, y así lo afirma ella misma:
“Luché con mi padre, tíos, hermanos... una chica no está segura en una familia de hombres”.
Un enfrentamiento con una mujer blanca la llevará a la cárcel, pero como superviviente que es, sabrá recuperar su lugar y su rol al regresar a casa.
“Señor Mayor”:
Padre de Albert, modelo de patriarca negro.
A pesar de tener menos poderío físico que el alto y fuerte Señor, el Señor Mayor impone su ley por jerarquía familiar.
Ante él, Albert se deshincha, y sus visitas ayudan a Celie a descubrir los puntos débiles de su marido.
Mary Agnes:
Segunda mujer de Harpo, recogerá los frutos de la “reeducación” violenta que Sophia ejerció sobre él.
Desde el punto de vista del tema, no creo que The Color Purple hable de otra cosa que no sea al corazón.
No es una película intelectual, no es cine para ser analizado.
Es cine para ser sentido.
Un entretenimiento que llega a todos los públicos con la gloria de la enseñanza de quienes los americanos llaman "los padres fundadores".
Y me parece que siempre ha sido esa la intención de Spielberg.
Que no sólo tiene que haber cine intelectual, sino también un cine democrático -no elitista- capaz de llegar a todos los públicos.
Es un melodrama, sí, ¿y qué?; y una historia sobre discriminación, soledad y abuso.
Sin embargo, reinando sobre todo eso, más fuerte que todo, está el poder del amor y de la sangre.
Es una cruda historia sobre la vejación, el "uso esclavizante" de la mujer, el maltrato y el abuso físico, la discriminación, la soledad y la separación de los seres queridos, pero sobre todas las cosas es un relato de supervivencia a un contexto hostilizado por el racismo y la hipocresía de la sociedad, sobre el triunfo del amor y de la sangre a través de una conducta perseverante que no baja los brazos.
Un filme que celebra el hecho de poder seguir estando vivo, de mantener presente los lazos de sangre aunque sea distantes, de revelar al mundo una parte de la historia afroamericana que es desconocida por muchos.
Un filme que habla sobre personas, sobre el amor, la comprensión y el crecimiento personal a pesar de las dificultades, sobre crisis emocionales.
Constituye una aceptable opción para reflexionar sobre una sentimental narración plagada de injusticias y de una reconfortante redención final.
The Color Purple es una película dirigida por Steven Spielberg en 1985, basada en la novela homónima de Walker ganadora del Pulitzer en 1983.
Con grandes actuaciones, de las que se destaca sin dudas Whoopi Goldberg, brindando una sólida actuación.
No obstante no se quedan atrás Danny Glover como el despiadado "dueño" de Celie, Oprah Winfrey como la ruda y orgullosa mujer que luchará por sus ideales a través de la fuerza y Margaret Avery como la superficial cantante de color que ayudará a Celie en sus tormentos.
Tres mujeres, tres almas marcadas por el dolor, pero que sobreviven gracias a la esperanza y a su lazo de amistad, el cual se mantiene intacto a pesar de distancias y desgracias.
Un correcto melodrama de época, con bonita fotografía, maquillaje, ambientación y partitura.
Lo cual junto a un impecable diseño de arte, hacen de este filme una delicia visual fácilmente disfrutable.
Curiosamente, en The Color Purple se ponen en juego varias relaciones de poder desigual, en función de la raza, de la posición económica y del género.
En algunas escenas (por ejemplo, cuando llega Nettie a casa de su hermana recién casada) la cámara se sitúa en contrapicado para destacar la posición de superioridad del personaje al que enfoca; en ocasiones es al revés (picado para marcar inferioridad).
La visión de la familia puede resultar, de entrada, ambigua.
Por una parte, padre y marido representan para la protagonista la fuente de todos sus sufrimientos.
Por otra la relación de las dos hermanas supone la única válvula de escape a la situación.
Estaríamos ante una ambivalencia que podría responder a la complejidad del problema.
Sin embargo Spielberg no parece sentirse cómodo con un planteamiento de este tipo, y pronto pondrá las cosas en su sitio.
La dualidad se decantará rápidamente hacia uno de sus polos: el problema no es la institución familiar, sino una mala concepción de ella.
La familia no es mala; lo malo son las malas familias.
Así, los hijos de Celie, tal como le cuenta su hermana, son felices, pues crecieron en una familia rodeados de cariño, y es ella misma la que, azares de la vida, se encargó de cuidar de ellos.
Por otra parte Sofía encontrará la felicidad en el reencuentro con sus hijos durante la Navidad, todos juntos alrededor de la mesa bajo la sombra protectora y callada de Celie.
Y aunque en un tono más suavizado que en la novela original, vemos el comienzo de la lenta transformación de Celie, de dominada hija, mujer y madre a feliz dueña de su propia vida, gracias al amor, emocional y físico, de otra mujer: la dulce Shug Avery.
Aunque la ‘revelación lesbiana’ es breve, marca un punto de inflexión en la vida de la protagonista, interpretada por la entonces casi novata Whoopi Goldberg, porque por primera vez, en los brazos de una mujer, se siente querida, y descubre algo inaudito para ella: Su valor como ser humano y su grandeza como mujer, en un mundo podrido de hombres castrantes, gracias al mimo y las caricias de la ex amante de su inquisidor esposo.
En un momento dado, ambas mujeres, años después de haberse redescubierto entre sedas y lentejuelas de vodevil destartalado, mantienen un breve diálogo mientras pasean por un prado de flores púrpuras:
“Creo que Dios se enfada si pasas antes el color púrpura en el campo sin fijarte en él.
¿Quieres decir que hay que amar a todo como dice la Biblia?
Sí Celie, todo quiere ser amado.”
Cuenta con una banda sonora magistral a cargo del siempre estupendo Quincy Jones.
La música está, en la historia de los Estados Unidos, íntimamente ligada al pueblo afroamericano.
Hay estilos propios (el soul, el jazz, el blues...) que luego fueron adoptados por los blancos/as, pero que tienen raíces en la situación peculiar de negros y negras en América.
En esta película, cargada de espiritualidad, el góspel ocupa un lugar fundamental en la narración.
Las canciones que se cantan en la iglesia, e incluso las que Shug interpreta en la taberna, tienen un contenido muy significativo para Celie.
Por ejemplo: cuando la amante de Albert la llama “hermana” en la canción que le dedica, el vínculo de sororidad entre ellas se hace público.
Y cuando Celie ha experimentado su particular catarsis y los pecadores Albert y Shug se han redimido, el templo y la taberna se hacen uno cantando: “Dios quiere decirte algo”.
Imágenes destacadas:
El buzón (esperanza de las cartas de Nettie)
El contraste entre la iglesia y la taberna (la religión versus el pecado)
Celie enfrentándose a los espejos para reconocer su propia belleza.
Utilización del recurso de la tormenta para enfatizar una escena (llegada de Shug)
Celie afeitando a Albert en dos ocasiones distintas (tiene el cuello a merced de su navaja, la vida del “Señor” depende de ella por una vez)
Shug besando y acariciando a Celie (transgresión de límites)
Primeras pistas sobre la futura rebelión de Celie (escupir en el agua del Señor Mayor)
Paseos entre el color púrpura (libertad, unión entre mujeres)
Decisión rupturista final de Celie en el espacio más doméstico posible, durante la comida.
Ante todo, están las oraciones y las cartas de Celie, que dan voz a su historia de sufrimiento y transformación.
Directamente relacionados con ella están también su lenguaje vernáculo, que irá suavizándose a medida que ella progresa, y su lenguaje corporal, que expresa lo que ella se ve obligada a callar.
Otras estrategias, por ejemplo para evidenciar el paso del tiempo, son los subtítulos con fechas (invierno 1909 - otoño 1930)
La utilización del maquillaje para envejecer a los actores y actrices, y el cambio en el vestuario.
Y bien que ha costado.
Bien que se ha ganado Celie su recompensa final, aunque para ello solo haya tenido que aguantar y aguantar.
Nada de revueltas, nada de rebeliones, ni siquiera el tenue abandono final lo es del todo, porque pronto aparecen los remordimientos que le hacen ver a Albert tras la ventana.
Aquí se encuentra el mensaje más profundamente conservador de la película: por muy injustas que sean las situaciones, no cabe otra respuesta que soportarlos con resignación; cualquier otra alternativa traerá consecuencias mucho peores.
Todo ello queda perfectamente expuesto en la historia de Sophía.
Mujer independiente y segura de sí misma, su rebeldía la conducirá a la destrucción física y moral.
La agresión al blanco no sólo le acarreará tortura y cárcel, sino que acabará además siendo criada de su agresor y, lo que es peor, separada de su familia. 
Pero si eso no fuera suficiente, ni siquiera le resta la dignidad del pensamiento libre: en un momento de desesperación de Celie, le dice:
“No lo haga Señora Celie, no vaya a pasar usted también por todo lo que he pasado yo”.
El papel en todo el proceso de la religión es crucial.
Dios es el interlocutor al que dirigirse ante la maldad que nos rodea, y finalmente será él quien dictará justicia.
La paciencia de Celie se verá recompensada por la inesperada herencia, y el culpable pagará con el abandono y el desmoronamiento de su vida (el viejo tractor renqueante es una clara metáfora de ello).
La justicia no es humana, sino divina, y lo único que cabe hacer es confiar y esperar a que llegue cuando corresponda.
Tal es su poder que no sólo el culpable pagará sus culpas (por mucho que la omnipresente bondad humana asome bajo la forma del arrepentimiento incluso entre los malvados), sino que el estigma del pecado puede desaparecer y reconstruir la maltrecha comunidad de Celie, su hermana y sus hijos.
El final de la película retoma los cánticos y los juegos de las dos hermanas sobre un campo ahora en crepúsculo.
El amor ha triunfado, la felicidad vuelve, cada cosa torna a ocupar su sitio.
Para que vayamos aprendiendo.
Curiosamente esta historia protagonizó uno de los peores fracasos de la historia de los premios Oscar, ya que de las 11 nominaciones incluyendo Mejor Película, Mejor Actriz Principal (Whoopi Goldberg), Mejor Actriz de Reparto (Margaret Avery), Guión Adaptado y Mejor Banda Sonora no obtuvo ninguna estatuilla.
A pesar de… es una película obligatoria.
Escenas que me conmovieron hasta el llanto:
El momento en que las dos hermanas son separadas por el malvado y siniestro Glover (gran papel).
Las dos yacían abrazadas, lapadas una a la otra intentando evitar lo inevitable, finalmente Glover lo consigue, destierra a una de ellas mientras ésta, con un gesto de completa desolación le grita: 
"Why?
Cuando Shug encuentra la carta de Nettie en el buzón y hace subir a Celie a la habitación y allí juntas la leen.
Cuando Sofía se reencuentra con sus hijos y su hija pequeña se presenta con su nombre y le tiende la mano.
Cuando Shug canta en la iglesia ante su padre y finalmente se abrazan.
El reencuentro de Celie y Nettie al final, y el abrazo a sus hijos.
Una película para reflexionar….
Increíble:

"Los pecadores también tienen alma"



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