Rosemary’s Baby

1966, el año 1...

Los sesentas marcaron el comienzo de la llamada "fiebre del satanismo" en el mundo del cine, y para muchos agosto de 1969 representó el final de la década con sangrientos acontecimientos, muchos ligados al director Roman Polanski.
Acá el terror es urbano por primera vez en el cine, le pasa a gente como nosotros, tenemos el espanto viviendo en la puerta de al lado.
Mucho se ha escrito sobre la vida de Roman Polanski, más allá del mundo del cine, haciendo hincapié en asuntos escabrosos de su vida y de sus desgracias personales.
Quizá debido a ello, la cultura popular ha querido dotar a la película, de una serie de mitos o leyendas que lo único que han conseguido es mantener, en cierta forma, la popularidad de la considerada por muchos la primera película de culto de la historia.
Rosemary's Baby tiene todo el derecho a haber sido convertida en leyenda, ya que es por méritos propios una de las pocas películas de la ancha historia del cine terrorífico que realmente da miedo sin recurrir a elementos excesivamente fantásticos o irreales.
Basada en la novela de terror escrita en 1967 por el americano Ira Levin y llevada a la pantalla grande el año posterior por el realizador Roman Polanski, Rosemary’s Baby es considerada actualmente, uno de los grandes títulos cinematográficos del género.
El terror es el miedo elevado al máximo exponente, es una total sensación de impotencia y desesperación que te sobrecoge hasta llegar al punto en el que pierdes el control y en el que la angustia se apodera de ti y te hace sufrir hasta límites insospechados.
Eso es lo que transmite su protagonista, Mia Farrow con su actuación.
Un profundo sentimiento de ansiedad que la invade al sentirse amenazada por una conspiración que la supera. Una conspiración a través de la cual le pueden arrebatar aquello que más quiere en el mundo.
Señores, eso es terror.
Rosemary's Baby es terror.
Como decía Hitchcock, ni más ni menos:
“Pon a dos personas hablando en una mesa. 
De repente les estalla una bomba y mueren. 
Lo que consigues es sorprender al espectador. 
Ahora bien, enfoca a dos personas hablando en una mesa. 
Enseña una bomba en cuenta atrás oculta bajo ella. 
Vuelve a filmarlos hablando. 
Muestra la cuenta atrás hacia la explosión mientras parece que ninguno de ellos se da cuenta… eso es tensión". 
Polanski lo sabe y domina ese arte, orquestando una sinfonía paranoica y conspiratoria con mano maestra. 
El film presenta magistralmente una terrorífica historia que inquieta, en particular, por el contexto en que sucede. 
No se trata aquí de espacios inverosímiles o localizados en tierras a gran distancia sino en el seno de la cotidianeidad de un dinámico centro urbano.
Asimismo los personajes que intervienen en la narración proponiendo la fuerza que entra en conflicto con la protagonista son por completo plausibles pues no poseen extraños poderes innatos u horrendas deformaciones físicas y un tortuoso pasado sino que son interpretados por una pareja de, en un comienzo, apacibles e inofensivos ancianos que progresivamente serán ligados a prácticas satánicas.
El concepto de la maternidad es aquí también abordado perturbadoramente pues el feliz proyecto que inicia la pareja comienza a adquirir tintes apocalípticos por su vinculación a fuerzas oscuras e incluso vincularse con imágenes de cierta violencia física.
El rótulo de “película maldita” que acompañó a Rosemay’s Baby prácticamente desde su estreno, se debe, en esencia, a dos particularidades:
1) El macabro asesinato de Sharon Tate, la mujer de Polanski, perpetrado en 1969 por seguidores de la secta satánica fundada por Charles Manson. 
Tate, que estaba muy cerca de dar a luz, había tenido una breve aparición en el largometraje de su marido, como una de las amigas de Rosemary, en la fiesta que ésta brinda en su apartamento;
2) El tendal de historias extrañas y lúgubres asociaciones que arrastra consigo el edificio Dakota, ya aludido como escenario omnipresente del filme. 
Entre sus habitantes célebres se puede mencionar a Lauren Bacall, Leonard Bernstein, Judy Garland, Rudolf Nureyev, Jack Palance, Jason Robards y Boris Karloff.
Sin embargo, y a pesar de que se señala a la lujosa construcción como punto de encuentros satánicos a fines del siglo XIX y escena de innumerables suicidios, sólo el asesinato de John Lennon, producido en sus puertas, fue lo que terminó de conferirle una oscura resonancia que se mantiene incólume hasta nuestros días.
La película obtuvo un Óscar a la mejor actriz de reparto para Ruth Gordon, como la anciana vecina y Roman Polanski obtuvo una nominación en la categoría de mejor guión adaptado.
Si bien el recurso cinematográfico narrativo de situar la acción en el centro de lo habitual y en apariencia inmutable, debe reconocerse que su empleo, aquí, resulta original y atractivo por la composición y estructuración del relato y las cautivantes interpretaciones del elenco.
El ritmo de la película es lento pero perfecto, es con esa cadencia rítmica y la ayuda del clímax donde el film sugiere o evoca miedo.
Otra de las cosas que logra transmitir la película es la sensación de soledad y el agobio de una genial Mia Farrow que vive una auténtica pesadilla de la que intenta poner fin pero no puede escapar, es realmente increíble como en una ciudad como Nueva York con millones de personas no pueda ser ayudada por nadie y se encuentre tan atrapada, es desesperante.
El cénit de desesperación, angustia, pánico e impotencia llega en una escena en la que aunque parezca mentira las calles de Nueva york son el marco claustrofóbico para Rosemary, una música inquietante y perturbadora comienza a retumbar y golpear al espectador hasta dejarlo sin aliento haciéndolo partícipe de su angustia.
Mia Farrow, en el curso de su carrera difícilmente otra vez haya logrado compenetrarse y componer un papel con tal destreza como lo hizo al darle vida a Rosemary. 
Al valorar su notable actuación no hay que recaer solamente en la transformación física a la que se sometió (corte de pelo, pérdida de peso, demacración facial). 
Por el contrario, lo excepcional radica en la siguiente conjetura: de su padecimiento ante cámara, tan verosímil y vivido, el público deriva que el enflaquecimiento es psíquico y no físico, que las causas del mismo (insinuadas pero nunca explicitadas) de ningún modo provienen de la naturaleza. 
Quizás en la memorable escena de resolución, en ese andar tambaleante, en esa mirada henchida de horror y amor, se abrevie la maestría de una interpretación que encuentro fascinante.
Y, como si no fuera suficiente, al ponerse en la piel de la señora Castevet, Ruth Gordon luce tan simpática y servicial que al espectador le parece indecoroso dudar de sus buenas intenciones, por más que vislumbre la turbiedad de su verdadero proceder.
Algo similar podría afirmarse de Sidney Blackmer, legendario actor teatral, que compone a un Roman Castevet menos solícito pero más enigmático aun que su mujer.
John Cassavetes, como Guy Woodhouse, no desentona del todo, pero revela a las claras que se desempeñaba superlativamente mejor detrás de las cámaras que frente a ellas.
Otra meritoria decisión que incorporó el director fue la prevalencia de la mirada subjetiva desde la que prácticamente se narra todos los hechos; de este modo, durante una buena parte del metraje, se coloca al público ante una disyuntiva reforzada por la ambigüedad connatural al relato: la conspiración que sufre la protagonista.
¿es real o producto de su desbordada imaginación?
En Rosemay’s Baby, para crear terror, genuino terror, Polanski no necesita recurrir al “bus effect” ni valerse siquiera de una gota de sangre. 
Sólo Rosemary, sus temores, y el retrato azabache de un culto siniestro detrás de las delgadas murallas del apacible hogar.
Se cuenta que Mia Farrow tuvo que lucir una peluca en prácticamente la primera mitad del metraje, y no fue hasta después, cuando ya lucía su embarazo ficticio, que se la pudo ver con su auténtico peinado, el que ella misma anuncia como la última moda de Vidal Sassoon. 
Como contrapartida a esto, también la actriz estadounidense vivió momentos muy amargos durante el rodaje.
Una de las escenas de la película más cargadas emocionalmente, era aquella en la que, en medio de una fiesta celebrada en su apartamento, sus amigas echan de la cocina a Guy, su marido, mientras tratan de consolarla a causa del embarazo tan traumático de Rosemary.
Dicha escena fue rodada en un sólo día. 
Pero justo después de filmar la primera toma de la escena, un mensajero irrumpió en el set de rodaje, trayendo consigo toda la documentación referente al divorcio de Mia Farrow enviada por Frank Sinatra.
Cuando la actriz leyó los documentos rompió a llorar sobre el suelo de la cocina, tal y como el personaje de Rosemary hace al comunicar a sus amigas lo extrañamente mal que siente su embarazo.
Alarmado, Polanski quiso suspender la filmación de aquella escena por aquel día y concentrarse en otras que no implicaran la presencia de la actriz. 
Pero la Farrow, en un arranque de profesionalidad, le suplicó al director continuar con el plan de trabajo original, y la escena se pudo terminar sin más complicaciones.
La película tiene un aire especial... hay algo sumamente hipnotizante que no logro descifrar ni me atemoriza descifrarlo. 
En ocasiones todo se vuelve tan pesado y claustrofóbico que genera malestar... incomoda... como si por momentos, Polanski te quitara el aire... no te dejara respirar y cuando sentís que estás a punto de desmayarte... Polanski te deja dar un respiro.
Rosemary... esta mujer con una inocencia y dulzura... hasta que repentinamente me descolocaba por completo cuando tenía estos episodios donde se la notaba perdida, desorientada, avasallada. 
A veces ella está bien, a veces está mal... lo cual nos lleva a la pregunta: 
Rosemary está loca?
Ver a una fantástica Rosemary que tras una agobiante y desesperante lucha sin éxito para proteger el bebé que lleva dentro cae en una mezcla de resignación ante una situación final que la desborda y el amor maternal por su hijo al que acepta como su bebé, el que se supone que es Lucifer, el anticristo o un engendro; esta resignación y sobre todo el amor maternal se ve reflejado en la penúltima escena de la película en la que Rosemary acuna a su hijo y comienza a sonar la inolvidable, inquietante, tenebrosa, fabulosa y enigmática melodía del principio.
Casi dos horas de película habían transcurrido y esa pregunta no logra tener respuesta. 
Aunque la teoría de Rosemary tiene cierta lógica... uno siempre queda plantado en la zona gris por qué no se puede descartar la posibilidad de que ella en realidad esté en un “paranoid mode” agudo.
Aunque en el cierre hay una explicación... 
Uno puede tomar este final o puede desmenuzarlo... y ahí lo que se percibe es otra cosa. 
Siento que desde el minuto uno hasta los últimos segundos... todo lo que vimos fue una historia contada desde el punto de vista de Rosemary... y si Rosemary está mal de la cabeza... ella nos puede engañar a todos envolviéndonos en su propia locura!!! 
Rosemary está loca... pero le creemos! 
Maravilloso!
Me ha gustado bastante ese final. 
Mirándolo en perspectiva, el final me parece muy bueno y brutal, por el pequeño giro que encierra y la reflexión a la que induce.
La película termina pero sigue dando vueltas en la cabeza... intentando entender que fue lo que Rosemary vio, escuchó y como ella lo interpretó.
Un día, Roman Polanski dijo, si mi trabajo está bien hecho, los espectadores creerán haber visto al bebe de Rosemary, Polanski tenia razón.
Muchos espectadores, después de la proyección de la película, efectivamente creyeron el haber visto al bebe, demasiados llegaron al punto de decir que censuraron la película, quitando las escenas del bebe, para su proyección en la televisión… pero el bebé nunca fue filmado. 
Mostrar al niño implicaría renegar de todo lo conseguido antes.
La atmósfera aplica un énfasis suficiente sobre el espectador (en ese clima ya están todos los elementos para “vivir” una historia de terror), no hacen falta más subrayados.
Curiosamente Farrow es ahora madre de 15 hijos entre los propios engendrados con sus esposos André Previn (3), 1 con Woody Allen, 5 adoptados y 6 Adoptados por Mia Farrow como madre soltera.
Por otro lado, científicamente, está demostrado el factor psicológico del embarazo, en el sentido del embarazo llamado imaginario, utópico o pseudociesis que nos hablo Rosemary en su momento, eso se da cuando una mujer cree estar embarazada sin estarlo realmente y presenta, además, la mayoría de los signos y síntomas gestacionales.
Es un problema psicológico en el que el principal desencadenante suele ser el deseo desmedido de ser madre.
Agrupa la mayor parte de los casos de pseudociesis y forman parte de los llamados trastornos somatomorfos, donde algunas emociones ocultas se manifiestan como síntomas orgánicos.
Los trastornos somatomorfos son un grupo de enfermedades psiquiátricas, que se caracterizan por pacientes que tienden a insistir reiteradamente en la presencia de síntomas físicos como dolor, náusea, depresión, vértigo o lesiones, pero niegan tener problemas psiquiátricos acompañado de demandas persistentes de examinaciones y pruebas diagnósticas, a pesar de que los hallazgos continuamente resultan negativos y de la garantía de los tratantes, los síntomas no tienen justificación orgánica.
La sensación física reportada por los pacientes con trastornos somatomorfos no es ficticia o inventada, es sintomatología real que no tiene explicación o causa física.
Ocurre, sobre todo, en mujeres alexitímicas que no expresan sus sentimientos. 
La alexitimia es el desorden neurológico que consiste en la incapacidad del sujeto para identificar las emociones propias y, consecuentemente, la imposibilidad para darles expresión verbal.
Existen otras situaciones psicológicas que pueden conducir a este trastorno: la infertilidad, la esterilidad o los problemas para desarrollar una gestación llevan a la mujer, con un gran deseo de ser madre, a desarrollar este cuadro.
La causa principal de este suceso parte del deseo incontrolable de tener un hijo, sin embargo, hay otros factores como: la necesidad de fortalecer aún más los nexos conyugales o sentirse joven y productiva.
El embarazo es una situación de cambios físicos muy evidentes, pero los psicológicos también son muy importantes.
Estos cambios pueden afectar a las actividades familiares, sociales y laborales. 
Los niveles de neurotransmisores en el cerebro también están alterados por las hormonas.
En el primer trimestre son frecuentes los sentimientos de ansiedad, de ambivalencia o de cambios de humor, son momentos de gran fluctuación emocional. 
La gestante necesita un tiempo para aceptar esta nueva situación y son frecuentes los temores sobre la capacidad de saber llevar la nueva situación. 
Algunas mujeres presentan situaciones de cambios de humor bruscos pasando de la euforia a la tristeza o el mal humor.
La apetencia sexual suele disminuir por el cansancio, las molestias físicas y el miedo a dañar al feto. 
Esta parte precisa de comprensión de la pareja.
En el segundo trimestre la mujer suele sentirse más serena. 
Su carácter es más positivo, en parte porque los cambios hormonales no son tan marcados como en el primer trimestre.
En las últimas semanas de gestación reaparecen la inquietud y el miedo, el temor a que el parto pueda complicarse y a que el bebé tenga problemas. 
La sensación en el tercer trimestre es que el tiempo pasa lento, las dificultades físicas y el insomnio que suele aparecer no ayudan en este sentido.
Generalmente aparece el síndrome del nido, la necesidad de limpiar, hacer cambios en casa… dejar todo preparado para la llegada del bebé.
Obviamente no todas las mujeres viven el embarazo igual, y seguramente muchas de vosotras lo vivisteis o lo viviréis pletóricamente, pero también es cierto que la tendencia a magnificar su valor y aspectos positivos muchas veces chocan con la compleja realidad.
Volviendo a la película, Krzysztof Komeda, compositor del soundtrack , realiza un efectivo trabajo en la película, si habéis visto la película recordareis que las voces que oía Rosemary durante su primera noche en el apartamento y luego en otras ocasiones lograban ponernos los pelos de punta; pues bien, buenas noticias: los cortes vocales son igual de espeluznantes en el CD.
"Lullaby - part 1" y "The coven" son dos piezas que hemos de evitar escuchar a toda costa cuando estemos solos en casa por las noches, a riesgo de empezar a sentir la necesidad de mirar a nuestra espalda continuamente...
No olvidemos el ya clásico tema principal interpretado por Mia Farrow, esa nana cantada con una voz cansada y/o atemorizada forma parte del repertorio universal de grandes temas del género terrorífico.
Es cierto que no es una descarga directa como los coros de Jerry Goldsmith para "The Omen", pero esa nana provoca una sensación incomoda: la música se te va metiendo dentro poco a poco... y uno siente la necesidad de darle al "stop", pero transcurridos escasos segundos de silencio, la tentación vuelve, y uno le da al play de nuevo aun sabiendo que esa sensación inquietante de incomodidad va a aparecer de nuevo... y eso es lo mejor.
La melodía es bonita pero la voz es rematadamente fea y carente de gracia, pero no de una manera grotesca u obvia.
Es simplemente una nana que parece cantada por alguien que no ha dormido en las últimas 72 horas, y eso es lo que la hace genial, su voz en la canción de cuna es un lamento, no la alegría de una madre.
Ésta es una banda sonora que quizás no es de fácil escucha. 
Ni siquiera es especialmente agradable salvo uno o dos temas, pero es una música que al igual que el film, da miedo sin ser obvia. 
No necesita de grandes coros satánicos o golpes orquestales, ni de una complicada y sobrecargada producción con sintetizadores y efectos sonoros. 
Es simplemente él: Komeda, con su pequeña banda de músicos y su talento. 
Seguro que son muchos los fans que se preguntan a día de hoy cuantas obras inolvidables nos habría dejado este hombre si aun viviera.
Por otro lado, habiendo encontrado la llave del estrellato, Roman Plinski, tal vez fue demasiado lejos con las revelaciones y el contenido de Rosamary’s Baby. 
Cuando la película fue puesta en cartelera, en USA, muchas sectas ocultas se preguntaron por qué Polinski había sobrepasado los límites de la realidad, porque en el mundo de la brujería, los miembros quieren que esas revelaciones queden entre ellos.
El director se inspiro de muchas técnicas de brujería, que además mostro en la película, que según el escritor, Demaix, debió haber guardado en sus archivos.
Rosamary’s Baby considerada por muchos como una tesis de doctorado sobre las prácticas de la brujería, y por otros como una sátira de la histeria seudo-religiosa a la cual muchos grupos sociales participaron, pero la realidad vino a confirmar eso cuando el 9 de agosto, cinco cadáveres fueron encontrados en la residencia del realizador, entre las victimas estaba su esposa, embarazada de 8 meses, ella fue acuchillada en el vientre y golpeada hasta la muerte.
Contrario a lo que se ha dicho, no es cierto que Anton LaVey, (conocido principalmente por ser el fundador de la Iglesia de Satán, fue un icono dentro de la cultura popular y se autoproclamó también el Papa Oscuro o Papa Negro, quien escribió varios libros, entre ellos La Biblia Satánica, y que participó en algunas producciones cinematográficas), interpretara a Satán en la escena de la violación de Rosemary en medio del aquelarre.
LaVey, fundador de la Iglesia de Satán, jamás actuó en la película.
Es más, Satán a quien se le ve fugazmente el rostro durante unos segundos en dicha escena, fue interpretado por Clay Tanner a quién jamás se le dio consejo alguno para hacer su papel.
Una película que es considerada como una de las mejores películas de terror de todos los tiempos, Rosemary’s Baby, traducida (como siempre con todo un alarde de “inteligencia” por parte del departamento que elige los nombres en otros idiomas) como “La Semilla del Diablo”, muchos son los que piensan que esa traducción no hace bien a la película, y tengo que estar de acuerdo, el título original es mucho más acertado y no destroza nada.
Curiosamente, para los que vieron la película, el nombre propio, Tanis, en griego significa Tanit - derivado de las raíces semíticas significa "mujer serpiente", quien era el nombre de la diosa fenicia del amor, la fertilidad, la luna y las estrellas.
También es posible que la ortografía correcta de la raíz sea "tanas".
La película no muestra la palabra escrita, y los personajes en sí no parece que lo lean o escriban en algún lugar.
Resulta que después el amigo de Rosemary, Hutch, cae en coma en circunstancias misteriosas y muere varias semanas más tarde, ella se entera de que él se despertó brevemente, murmurando "El nombre es un anagrama," y deja un libro para ella.
En el libro, "Todos ellos son brujas," Rosemary lee un capítulo dedicado a una bruja famosa que vivía en su edificio de apartamentos a finales de 1800, Adrian Marcato. 
La foto de Marcato con su hijo Steven le llama la atención porque el hijo lleva un parecido con Roman Castevet, su vecino.
Ella trabaja con las fichas del Scrabble, y se da cuenta de que el nombre es un anagrama de "Steven Marcato".
Ella reordena las letras en el título del libro, pero finalmente se da por vencida.
Si ella hubiera usado el nombre de la raíz, hubiera aparecido la palabra "tanas", lo que significa un anagrama de "Satanás".
Para completar la relación con lo diabólico, un cúmulo de casualidades como la muerte de Krzysztof Komeda, compositor del soundtrack, víctima de un trágico accidente automovilístico en la ciudad de Los Ángeles, sufre varias heridas en la cabeza, lo que le provocó la muerte pocos meses después de finalizar el film; hay que recordar que algunas escenas iban a realizarse dentro del Edificio Dakota; donde años antes había vivido el genio del cine de terror, el actor Boris Karloff. 
Este edifico siempre fue considerado maldito y por eso fue recomendado a Polanski para lograr un clima satánico en su rodaje.
También hay que recordar que junto a las puertas del edificio, fue asesinado John Lennon.
Otro de los personajes polémicos que habitó en el Edificio Dakota fue Edward Alexander Crowley, conocido como Aleister Crowley: brujo negro, profeta, famoso por los ritos desenfrenados que supuestamente llevó a cabo (especialmente durante su estancia en la proscrita finca que el mismo bautizó como Abadía de Thelema, en Cefalú) y por su polémica contribución al ocultismo del siglo XX.
Un personaje cuyo rostro a su vez figura en la portada del disco de los Beatles “Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band”.
Concluyo diciendo que se ha hablado de la gran similitud de la película con el asesinato de la esposa de Polanski, Sharon Tate, junto con la heredera Abigail Folger, su novio Wojciech Frykowski, Steven Parent y el amigo de Tate, Jay Sebring a manos de la familia liderada por Charles Manson, pero los detalles los comentaré a su momento, en un segundo visionado de “Helter Skelter”.

¡Ah!, casi se me olvida advertiros que, si vais a ver Rosemary’s Baby por primera vez…
¡Que Dios os coja confesados!



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