Midnight Express

Impresionante alegato a favor de la supervivencia.

Midnight Express fue y es una película muy polémica, por la visión muy crítica, y creo que muy realista de las prisiones en países en vías de desarrollo, como lo era Turquía en la época, o bien en cualquier país donde los Derechos Humanos son papel higiénico carcelario.
La radicalidad en la propuesta, suscitó la polémica por el hecho de plantear la deshumanización del sistema penitenciario turco a través de la tortuosa experiencia de un circunstancial traficante de droga.
La repercusión internacional del film provocó incluso que Midnight Express figurara como el segundo tema sobre Turquía que aparece en las encuestas que se elaboran para un hipotético ingreso del país eurasiático en la Comunidad Europea.
Basada en un hecho real, nos cuenta la hipocresía y la estupidez de un país como Turquía, que en aquellos tiempos era tercermundista y tenía los pensamientos propios de la edad media, estaba prohibida la droga, la homosexualidad, era delito de cárcel robar una vela de un templo y si terminabas en la cárcel te torturaban por cualquier cosa...
Pero la realidad era que los guardias de la cárcel usaban drogas, practicaban la homosexualidad y tenían impunidad para ello, al igual que también tenían impunidad para torturar a los presos, pero los ciudadanos de a pie no podían hacerlo, ellos eran esclavos de una sociedad nada justa.
Para ser un país de cerdos es gracioso que no los coman.
Y al protagonista de la película, un norteamericano de vacaciones en Turquía, le tocó sufrir ese tormento en la cárcel cuando le pillaron traficando con droga, lo peor de todo es que el castigo que recibió es más propio de un sádico asesino que de un camello.
Una obra maestra del cine, un drama auténtico para mentes despiertas.
Poquísimas veces el efectismo y los excesos visuales han sido tan descarnada y desoladoramente plasmados en una pantalla, y con tanta intensidad emocional.
Quién no se emocionó con este intenso relato donde la soledad, el abatimiento, el agobio y la desesperanza que se ciernen sobre una persona que ha cometido un error y debe pagarlo.
El precio es demasiado caro, perder su familia por un largo tiempo, el distanciamiento del amor de su vida, las más fuertes torturas, los atropellos hacia la dignidad de la persona humana, las secuelas del abuso de autoridad, la ruptura de los vínculos sociales, en una sola palabra: la cárcel.
Quizás el mayor impacto de Midnight Express no tenga que ver con su violencia a flor de piel sino con la época en que fue filmada, sobre todo para las audiencias latinoamericanas les resultaba una especie de documental de la tortura en una época en que los desaparecidos por la dictadura militar resultaba un secreto a voces (Argentina, Chile, Haití, Nicaragua…)
Mientras que los dos primeros tercios del film son rutina pura (pero bien filmada), donde realmente la película comienza a despegar es sobre su tramo final, con el ingreso de Davis al pabellón de criminales dementes.
 Aquí es donde Alan Parker se despacha con absoluta libertad para crear imágenes de un purgatorio sobre la Tierra, con decenas de presos dementes envueltos en sucias túnicas blancas y deambulando por catacumbas.
La visión del protagonista - destruido físicamente pero aún entero espiritualmente - son lo mejor, sumado a la voz de la conciencia del prisionero turco que le explica que éste es el lugar del mundo donde las máquinas defectuosas son sacadas de circulación.
Es también el segmento en donde el film se aparta - en mayor grado - de su original literario, pero en donde consigue sus mayores logros artísticos.
Es una visión dantesca del submundo carcelario.
No es muy difícil descubrir cuál es el “appeal” que tiene Midnight Express para haber seducido a generaciones de jóvenes y convertirla en un favorito.
El protagonista es un muchacho que debe pelear contra los abusos de la autoridad, y que termina por triunfar escapando a la misma - como si la autoridad carcelaria fuera la misma que la presión de la sociedad y de los padres sobre los jóvenes -.
Uno puede leer Midnight Express como una historia de rebeldía, pero también como una historia de anarquía e incluso de justicia.
A final de cuentas el criminal termina por quedar libre simplemente porque los castigadores son excesivamente violentos; y el público termina por apoyar la fuga de Davis por el mero hecho de que la pena supera en demasía al delito cometido.
Pero para el guionista Oliver Stone, no es más que un caso de exceso típico del autoritarismo propio de los países tercermundistas - a pesar de que el delito cometido sea el contrabando de droga, hay una sublectura política que bien puede comparar a Midnight Express con otras cintas reaccionarias al régimen preestablecido.
Parker marca con esta película un antes y un después en el género carcelario. 
Muestra la muchedumbre que cohabita con los presos en las decenas de cárceles turcas que existen en la región, muestra a los presos hacinados muriéndose de suciedad, de pena y de tristeza; muestra las malas artes de los policías o guardianes que las regentan, así como la impunidad que éstos parecen tener en los tribunales y, lo que realmente hace reflexionar es el papel nulo que ejercen los derechos humanos y los tribunales que, se supone, defienden y protegen esos derechos básicos.
Pensaréis:
¿por qué piden cadena perpetua para algo que, a pesar de ser grave, no debería ser condenado como la pena máxima?
Pues se vive un momento en Turquía en que el narcotráfico estaba entrando con fuerza en el país, lo que para la policía se convierte en una especial caza de brujas para todo aquel que comercializara o portara droga, no sólo por el bien común sino por la foto de después, el mérito y los posibles ascensos.
Solo en Estados Unidos se tienen detenidas aproximadamente de 180,000 a 200,000 personas al año solo en centros migratorios.
De las personas detenidas cada año, 5,000 son niños y niñas no acompañados.
Estas personas, muchas de las cuales no están acusadas de ningún delito, son vulnerables al abuso y violación sexual por parte de los agentes que los detienen y otros detenidos.
Lo que provoca graves daños físicos y psicológicos…
Después de un incidente de violación, las víctimas pueden sufrir sangrado vaginal o rectal, partes doloridas y moretones (y mucho más en casos de ataques violentos), insomnio, nausea, shock, incredulidad, alejamiento, rabia, vergüenza, culpa y humillación.
Las consecuencias a largo plazo pueden ser stress post traumático, alteraciones, síndrome de trauma de violación, miedo constante, pesadillas, recuerdos súbitos, odio a sí mismas, abuso de sustancias químicas, angustia, depresión y suicidio.
Las tasas de VIH son de cinco a diez veces superiores dentro de la cárcel que fuera, lo cual hace del sexo a la fuerza -cuando los métodos de prevención son prácticamente inexistentes- una propuesta mortal.
Aunque no existen estadísticas confiables, los reclusos contraen el VIH a través de la violación, un fenómeno que se ha descrito como “una sentencia de muerte sin fallo judicial”.
El ataque sexual entre rejas puede contagiar también otras enfermedades de transmisión sexual, como hepatitis A y B, sífilis y gonorrea.
Además de la posibilidad de exposición a la enfermedad que viven las víctimas de violación, tanto hombres como mujeres, algunas mujeres quedan embarazadas a consecuencia de la mala conducta sexual del personal.
Algunas de estas mujeres han sido sometidas después a una segregación inadecuada y se les han negado servicios de salud adecuados.
Al final, 95 por ciento de todos los reclusos son puestos en libertad.
En su liberación, los hombres presos sobrevivientes de violación llevan consigo heridas emocionales y han aprendido un comportamiento violento que continua el ciclo de daño.
Los sentimientos de rabia se pueden haber reprimido hasta la liberación, y entonces los sobrevivientes pueden empezar un comportamiento violento y antisocial, junto con la afirmación agresiva de su masculinidad hasta llegar a violar a otros.
Muchos sobrevivientes de violación carcelaria se culpan a sí mismos.
Los hombres sobrevivientes suelen sentir que han sido despojados de su “masculinidad”.
La tendencia de los victimarios a feminizar a sus víctimas y el empleo general de términos equívocos como “violación homosexual” provocan el sentimiento a muchos hombres heterosexuales de que su sexualidad ha sido puesta en duda.
Los sobrevivientes gay pueden llegar a atribuir la culpa de la violación a su orientación sexual.
Las víctimas de violación carcelaria se cuentan normalmente entre los miembros más vulnerables de la población en arresto.
Las víctimas hombres suelen ser jóvenes, no violentos, delincuentes por primera vez que son pequeños, débiles, tímidos, gay o afeminados, e inexpertos en los estilos de la vida en la cárcel.
Los estudios indican que el violador carcelario típico escoge a la víctima en función de “la debilidad e incapacidad de la víctima para defenderse”.
Como piensan que no tienen alternativa, algunos presos consienten en actos sexuales para evitar la violencia.
En otros casos, la violación tumultuaria y otros ataques brutales los han dejado golpeados, sangrando y en algunos cuantos casos, muertos.
Muchas veces, los que pasan por la experiencia quedan marcados como blanco de futuros ataques, y eventualmente se obliga a las víctimas a aceptar la esclavitud sexual a largo plazo para poder sobrevivir.
Tratados como si fueran propiedad de los violadores, las víctimas pueden ser forzadas a una servidumbre que incluye arreglos de prostitución con otros presos.
De las mujeres entre rejas, las reclusas jóvenes, enfermas mentales y delincuentes por primera vez son particularmente vulnerables a los ataques sexuales del personal masculino.
Centinelas hombres han violado vaginal, anal y oralmente a presas y han abusado de su autoridad intercambiando bienes y privilegios por sexo.
A los oficiales correccionales muchas veces les está permitido mirar a las reclusas cuando se visten, duchan o van al retrete, y algunos recurren con regularidad a la degradación verbal y el hostigamiento a las presas.
La violación a presos es una infracción del derecho internacional de los derechos humanos que equivale a la definición de la tortura: la imposición intencional de grave dolor o sufrimiento físico o mental con un propósito ilícito, cometida, consentida o aceptada por autoridades públicas.
La violación de personas detenidas ha sido clasificada como tortura por varios organismos internacionales.
Acá, el protagonista no deja de ser un representante de un pueblo libre sometido a las vejaciones típicas de un poder dictatorial.
Desde el momento en que no existen los derechos humanos en las cárceles turcas, el film se mete en las arenas del cine de protesta.
La violación de personas presas también cuesta cara a los contribuyentes en la modalidad de tasas superiores de reincidencia y re-encarcelamiento, aumento de la violencia, tasas más altas de consumo de sustancias químicas, procesos judiciales impulsados por las víctimas, servicios de salud mental y atención médica, incluido tratamiento de VIH y otras infecciones de transmisión sexual.
Pero estos altos costos no han logrado que la mayoría de establecimientos carcelarios pongan en práctica ni siquiera las medidas más básicas para tratar el problema.
Es un film xenófobo.
Una gran película, muy bien dirigida, con gran discurso que apunta a pagar los errores con sangre, sin atenuantes y contemplaciones.
Una vida arruinada en un instante, una equivocación y el resto... años de tormentos y pesadillas vividas en carne propia.
Desde el primer cuadro, la cinta despliega de manera verídica la sensación de crudeza, derrota y desasosiego que cualquier ser humano en su sano juicio experimentaría al encontrarse en semejante embrollo, gracias también a la excelente, valiente y desgarradora actuación de Brad Davis, el film adquiere el poderío suficiente para funcionar como documento de denuncia de situaciones similares, es más, fue tanto su impacto que luego de su estreno serviría para ablandarle el corazón al gobierno turco y lograr así el inicio de un acuerdo formal con los Estados Unidos con el fin de llegar a un intercambio de prisioneros.
Inclusive modificó las relaciones entre EEUU y Turquía en lo que a presos americanos en cárceles turcas se refiere.
Lo que es innegable es que el sistema penitenciario turco era y es uno de los más duros del mundo.
Cientos de personas se han dejado morir de hambre en una huelga para cambiarlo y el estado no ha movido un dedo.
Midnight Express es una película de 1978, dirigida por Alan Parker y protagonizada por Brad Davis.
El guión fue realizado por el ahora famoso director, Oliver Stone.
La película se rodó casi íntegramente en Malta, usando mayoritariamente edificios existentes sin casi necesidad de recurrir a decorados.
El director de fotografía fue Michael Seresin, quien filmó con película de 35 mm y lentes esféricas, obteniendo un resultado muy en la línea del estilo visual de los años 70 con imágenes suavizadas y bajo nivel de contraste.
Por razones obvias no se pudo rodar en Estambul, recorrieron varios países buscando una localización adecuada, hasta encontrar Malta y un almacén del ejército británico que se reconvirtió en la cárcel casi sin tener que hacer modificaciones.
Más curioso es el hecho de averiguar que lo que parece ser idioma turco es en realidad una mezcla de lenguas, en un Babel que no tiene ningún significado. 
Treinta años después, el director se siente orgulloso de la película, aunque ahora quizás hubiera cambiado algunas cosas - procurando hacerlo también menos ofensivo para los Turcos.
Obtuvo dos Oscar, al mejor guión adaptado y para la fantástica banda sonora de Giorgio Moroder, y 4 nominaciones, John Hurt como secundario, Alan Parker como director, el montaje de Gerry Hambling y mejor película.
El film está basado en un hecho biográfico real acaecido en 1970, la historia de Billy Hayes, un joven norteamericano que fue detenido por posesión de drogas (hachís) en el aeropuerto de Estambul, Turquía, y que fuera sentenciado a 30 años de prisión por tráfico de drogas.
Fue sometido a vejaciones en un ambiente infrahumano y logró escapar a Grecia, donde fue detenido y deportado a los Estados Unidos.
Billy escribió el libro homónimo en que se basa el film.
Durante el Festival Internacional de Cine de Cannes de 1999, Alinur Velidedeoğlu, un publicista turco, localizó a Billy Hayes de casualidad y lo entrevistó sobre la película Midnight Express.
Hayes expresó su desilusión con algunas partes de la adaptación cinematográfica, especialmente con su retrato de los turcos como malignos, y se lamentó de que la imagen de Turquía se haya visto afectada negativamente por la película.
Hayes también dio a entender que siente cierto afecto por Turquía y por Estambul. 
Aunque la recomendación que le dio la Interpol fue la de no regresar al país, explicó que aunque quería volver, vacilaba sobre si debía hacerlo porque le preocupaba si los turcos lo culparían por la publicidad negativa que les generó la película.
Hayes finalmente regresó a Turquía el 14 de junio de 2007 para asistir a la Segunda Conferencia sobre la Democracia y la Seguridad Global en Estambul, organizada por la Policía Nacional Turca (TNP) y por el Instituto de Policías de Turquía (TIPS), para despejar las implicaciones negativas del libro.
Ofreció una conferencia de prensa el 15 de junio y se disculpó ante el pueblo turco.
En el film, Parker nos brinda un retrato potente y shockeante sobre las consecuencias de un paso en falso de un joven, y lo cuenta con mucho talento narrativo, contagiando al espectador en cada escena, mostrando con lujo de detalles los padecimientos físicos, psíquicos y espirituales de un hombre abatido por la desesperación, por sus miedos y la angustia de caer en manos del despotismo, de un castigo excesivo, despiadado que tiene lugar en una cárcel de Estambul.
Logra imbuir al espectador de las sensaciones tan penosas vividas por el protagonista.
El agobio, la despersonalización, el aislamiento, el maltrato, las humillaciones.
El verse confinado a una jungla donde uno termina convirtiéndose también en un animal para poder sobrevivir.
La recreación de la llamada "Sección 13" es ya la guinda: la metáfora de hombres dando vueltas en el mismo sentido es excelente.
Siguiendo las manijas del reloj, Hayes logra volver en sí y camina de forma contraía, metafóricamente, como regresando al pasado, a la cordura que lo ayudará a salir de allí.
Pocas películas han logrado transmitir la angustia, la ira y la locura de una manera tan efectiva.
Esto se debe a una multiplicidad de factores: la fotografía, el excelente montaje, la actuación por momentos deslumbrante de todos los actores, porque hablar solo del protagonista sería una injusticia.
El ambiente, la atmósfera extraña y hostil que rodea a Brad Davis es uno de los secretos de este éxito.
Un país distinto, un idioma distinto, costumbres distintas: es inevitable ponerse en su lugar y sentir lo que él siente, como se siente; un extranjero que poco a poco va perdiendo los recursos tanto afectivos como materiales hasta llegar a la desesperación absoluta que bordea a la locura.
El no es solo un prisionero, es el símbolo de lo que un país puede sacrificar para dar una buena imagen: Brad es un prisionero político y las fuerzas que lo rodean son sencillamente inmanejables si no se posee el poder necesario.
Altamente recomendable para los que valoran la libertad intrínseca de todo ser humano.
En un contexto de finales de los 70 esta película se atreve a condimentar la historia con enormes cargas de sensualidad homosexual, violencia y crudeza, que confieren a la película un estilo muy actual.
Una película sobre todo efectiva.
Tal vez sea tramposa, tal vez sea injusta...
¿Que el protagonista es racista?
Tiene derecho a serlo, después de todo, la película está basada en hechos reales y es subjetiva.
No pretende en ningún momento ser palabra de Dios.
Lo que ocurre como con otras tantas de Alan Parker que es tan condenadamente buena, que nos hace sentir odio, ira, racismo, miedo y desesperación.
Y claro, no nos gusta.
No pretende ser ecuánime sino intensa y entretenida, y vaya si lo consigue...
Te coje del cuello y no te suelta la terrible congoja que te hace sentir.
Todas las escenas son de una fuerza increíble.
Además, la película sabe transmitir con un realismo poco habitual, se llega incluso a dejar los diálogos de los turcos sin traducir ni subtitular, creando mas inestabilidad emocional, las sensaciones que puede experimentar alguien en la situación del protagonista, quien padece y es testigo de innumerables vejaciones en las cárceles de un país que acabó robándole unos años valiosísimos de su vida, aunque sólo hubiera ido hasta allí para estar de paso.
He de decir que resultó interesante la "escena gay" de la película, como se ha calificado, creo que está muy relacionada con la escena en la que viene su novia, mostrando las grandes carencias afectivas que sufre el protagonista.
Este es el papel de su vida para Brad Davis, un actor de carácter con una turbulenta vida personal que fallecería muy joven (41 años).
Davis otorga un valioso trabajo, una interpretación convincente que nos inserta en el padecimiento de Billy Hayes, quien vivió un infierno en vida durante 5 años.
Me pareció muy meritoria su actuación y si bien no fue premiada, al menos tuvo su reconocimiento con las nominaciones que recibió el film.
Es recordado por ser el primer "actor heterosexual en morir de SIDA".
Una biografía escrita en 1997 por su viuda, Susan Bluestein, afirma que Brad Davis no era homosexual y que si bien consumía cocaína, no era adicto a la heroína.
Otras fuentes indican que era bisexual; cuando se le preguntó en vida si se consideraba bisexual, respondió:
¿Y quién no es bisexual, en el fondo?
Pero no sólo el papel del hijo (Brad Davis), principal protagonista, es el único que conmueve.
La figura del padre, sobre todo, y de la novia, con una aparición menor pero realmente importante y clave para el desarrollo de la trama, son esenciales en Midnight Express.
Un padre apesadumbrado, derrotado, cansado e insaciable ante la lucha por sacar a su hijo de aquél antro, vemos como se va desmoronando hasta el punto, en los minutos finales, de pensar (el espectador) que ha tirado la toalla ante una casi cadena perpetua.
La novia, que prefiere estar en un segundo plano, aparece al inicio y al final de la cinta, sendos momentos clave de la película.
El film destila una atmósfera apesadumbrada y desagradable que se equipara a sus memorables personajes, entre ellos están el drogadicto encarnado con la habitual clase y naturalidad histriónica de John Hurt; o el obeso y odioso director de la penitenciaria, un más que correcto Paul Smith.
Muy buena partitura de Giorgio Moroder, ganadora de un premio Oscar, la cual acompaña sentimentalmente la narración y la llena de lírico sentimentalismo.
El tema musical, compuesto por Moroder, alcanzó altos niveles de audición y aún se escucha como un tema clásico de la década de 1970.
La película es una reflexión sobre cómo el ser humano es el enemigo de sí mismo a límites desgarradores.
Midnight Express es el tren de la huida, pero en la película escapar es el telón de fondo, lo importante y en lo que realmente se centra es en el camino hacia la locura y la soledad, ese dolor físico que se siente desde los pies a la cabeza, de modo que el personaje llega a no saber dónde está, y el espectador palpa con facilidad a la vez que con abatimiento que le han robado la vida...
En fin que la progresión psicológica del personaje es de lo más acertado que se ha contado jamás y que tiene un pico importante con el asesinato, una secuencia de histeria, de pérdida de control y en la que descarga todo el dolor y la angustia acumulados...
Increíble, diría yo que esta escena la hubiera firmado el mismísimo Kubrick, porque refleja a la perfección la caída del humano en el bloqueo mental, en la enfermedad incontrolable.
Para el final queda otra buena pincelada psicológica que es la capacidad de reacción que se pueda mostrar en situaciones límites, era su última oportunidad antes de que su demencia fuera irreversible y daba igual que ocurriera así en la vida real o no, poco importa que fuera basada en hechos reales, no tiene que excusarse como otras en el hecho, sólo hay que quedar absorbidos por lo que se cuenta que es de un nivel tremendo.
Midnight Express es una de esas películas que obligatoriamente debemos ver porque conmueve, provoca una chispa en nuestros corazones y nos hace pensar y reflexionar, porque convence y, sobre todo, porque:

"Es tan cruda y real como la vida misma".



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