Sleeping Beauty
“I know you; I walked with you once upon a dream…”
M-A-R-A-V-I-L-L-O-S-A en todos los aspectos, Sleeping Beauty nos ofrece una de las más épicas cintas que jamás se haya visto.
Nada más lejos de la realidad, fue la segunda película más vista del año detrás de la faustuosa Ben-Hur, que posteriormente arrasaría en la entrega de los Oscar.
Pero, ¿qué tiene Sleeping Beauty de especial?
Es un cuento para niños, el argumento está tan bien contado que consigue transformar un cuento en “EL” cuento.
Personalmente, siempre ha sido y será mi película favorita del cine animado.
Es una película con muchos matices, si uno la ve con cuidado se da cuenta del esfuerzo que se hizo a nivel técnico y artístico para conseguir una obra de arte elevada a su máxima potencia, y en 1959.
La Belle au bois dormant, cuento infantil de Charles Perrault, quien en 1697, bajo el nombre de su hijo, Pierre Darmancour, lo sacó a la luz en el libro: Contes de ma Mère l'Oye.
Se trata de un libro breve que contiene ocho narraciones, que se han convertido en verdaderos mitos de la literatura infantil.
En el período del Renacimiento, los cuentos de hadas adquirieron formas escritas más definitivas.
En Sleeping Beauty, existen dos cuentos conocidos, son “Dornröschen” (Sleeping Beauty) de los Hermanos Grimm y “La Belle au bois dormant” (La Bella Durmiente del Bosque) de Charles Perrault.
La diferencia de la versión alemana (los hermanos Grimm) va fundamentalmente dirigida a los niños y es muy simple.
La versión francesa (Charles Perrault) intenta un público más adulto al incorporar comentarios humorísticos.
Para los hermanos Grimm el nombre de la protagonista es Rosa Silvestre y para Perrault no tiene nombre: es simplemente “la princesa”, probablemente queriendo indicar que puede ser la historia de cualquier mujer.
La versión de Perrault ha sido acusada de machismo al no conceder el don de la inteligencia a la princesita, cosa que sí hacen los hermanos Grimm.
M-A-R-A-V-I-L-L-O-S-A en todos los aspectos, Sleeping Beauty nos ofrece una de las más épicas cintas que jamás se haya visto.
Nada más lejos de la realidad, fue la segunda película más vista del año detrás de la faustuosa Ben-Hur, que posteriormente arrasaría en la entrega de los Oscar.
Pero, ¿qué tiene Sleeping Beauty de especial?
Es un cuento para niños, el argumento está tan bien contado que consigue transformar un cuento en “EL” cuento.
Personalmente, siempre ha sido y será mi película favorita del cine animado.
Es una película con muchos matices, si uno la ve con cuidado se da cuenta del esfuerzo que se hizo a nivel técnico y artístico para conseguir una obra de arte elevada a su máxima potencia, y en 1959.
La Belle au bois dormant, cuento infantil de Charles Perrault, quien en 1697, bajo el nombre de su hijo, Pierre Darmancour, lo sacó a la luz en el libro: Contes de ma Mère l'Oye.
Se trata de un libro breve que contiene ocho narraciones, que se han convertido en verdaderos mitos de la literatura infantil.
En el período del Renacimiento, los cuentos de hadas adquirieron formas escritas más definitivas.
En Sleeping Beauty, existen dos cuentos conocidos, son “Dornröschen” (Sleeping Beauty) de los Hermanos Grimm y “La Belle au bois dormant” (La Bella Durmiente del Bosque) de Charles Perrault.
La diferencia de la versión alemana (los hermanos Grimm) va fundamentalmente dirigida a los niños y es muy simple.
La versión francesa (Charles Perrault) intenta un público más adulto al incorporar comentarios humorísticos.
Para los hermanos Grimm el nombre de la protagonista es Rosa Silvestre y para Perrault no tiene nombre: es simplemente “la princesa”, probablemente queriendo indicar que puede ser la historia de cualquier mujer.
La versión de Perrault ha sido acusada de machismo al no conceder el don de la inteligencia a la princesita, cosa que sí hacen los hermanos Grimm.
Incluso Perrault le atribuye el pinchazo al “atolondramiento” de la princesa.
Para Perrault el cuento sigue tras la boda: narra las perversidades de la madre del príncipe, con las características del ogro tradicional, que quiere comerse a sus nietos y a la princesa.
La presencia del príncipe hace que su madre se quite la vida.
En cambio para los hermanos Grimm el cuento termina así:
“Días después se celebró la boda del príncipe y Rosa Silvestre con todo esplendor, y vivieron muy felices hasta el fin de sus vidas”.
Clásico inmortal de Disney que defiende a ultranza la rebeldía en el jugarse por el amor verdadero, por encima de los odios, los arreglos interesados y las dificultades propias que la vida va deparando
Es una película interesante por su diseño en los gráficos, por el colorido vivo y contrastante, y por la variedad de paisajes medievales que oscilan entre los bonitos de ensueño y los horripilantes escenarios góticos propios de pesadillas.
Sleeping Beauty destaca entre los largometrajes de Disney por ser el último en que se utilizó celuloide entintado a mano.
La estética de la película, que Disney quería que fuese como un tapiz en movimiento, no es la típica de otras películas de la compañía.
Evita las formas suaves y redondeadas propias de las películas de la empresa para emplear un aspecto más estilizado, semejante a la obra de los animadores de la United Productions of America.
Muchos animadores de Disney, que luego produjeron las más "modernas" y memorables películas como “The Little Mermaid”, “Beauty and The Beast”, “The Lion King” y “Aladdin”, admiten que fue precisamente “Sleeping Beauty” la película que los encaminó a dedicarse a la animación.
Algunos aspectos de la trama de esta película tienen su origen en ideas pensadas originalmente para Snow White And The Seven Dwarfs, y que fueron descartadas: en concreto, la escena en que Maleficent captura al príncipe, o la arriesgada huida de éste del castillo.
No fueron utilizadas en Snow White porque Disney no creía que con los medios de que se disponía en la época pudieran desarrollarse de forma creíble.
Antes de comenzar a producir la animación, se realizó un rodaje con actores reales para que sirviera de referencia a los animadores, ya que Disney insistía en que debía parecerse todo lo posible a la imagen real.
En Sleeping Beauty el tema central es el sueño de los 100 años y simboliza la pre pubertad, puesto que el despertar a la sexualidad se precede un período de adormecimiento, pasividad e involución.
En esta interpretación, Sleeping Beauty es el aceptar convertirse en mujer, lo cual termina por ser dramático, cuando no una maldición, y por eso la figura del hada mala.
Si se bucea en los mitos antiguos de diferentes culturas este tema ya estaba presente.
Sleeping Beauty es el decimosexto largometraje animado del canon de largometrajes de Disney.
Fue producido por Walt Disney para Walt Disney Productions, y se estrenó el 29 de enero de 1959, distribuido por Buena Vista.
Estuvo nominado al Oscar a la Mejor banda sonora.
Fue la última película producida por Walt Disney basada en un cuento de hadas (después de su muerte, el estudio volvería al género con The Little Mermaid de 1989).
Fue también el último largometraje de Disney entintado a mano antes de que se hiciera común el proceso de xerografiado.
Por último, es el primer largometraje animado rodado en Super Technirama 70, un proceso de pantalla panorámica de gran formato.
Sólo hay otro largometraje animado rodado en Super Technirama 70, The Black Cauldron.
La producción del filme se llevó a cabo durante casi toda la década de 1950, ya que se empezó a trabajar con el guión en 1951, las voces se grabaron en 1952, la producción de la animación tuvo lugar entre 1953 y 1958, y la banda sonora en estéreo se grabó en 1957.
La dirección de la película corrió a cargo de Les Clark, Eric Larson y Wolfgang Reitherman, bajo la supervisión de Clyde Geronimi.
El guión fue adaptado a partir del cuento de hadas Sleeping Beauty, de Charles Perrault, por Erdman Penner, con ayuda de Joe Rinaldi, Winston Hibler, Bill Peet, Ted Sears, Ralph Wright, y Milt Banta.
La banda sonora y las canciones fueron adaptadas del ballet Sleeping Beauty de Pyotr Ilyich Tchaikovsky.
Eyvind Earle fue el diseñador de producción, y Disney le concedió bastante libertad para el diseño de los escenarios y la selección de los colores para la película.
Earle fue también el responsable de pintar la mayor parte de los fondos.
Cada una de estas elaboradas pinturas le llevó entre siete y diez días, mucho más del día de trabajo que solía suponer la elaboración de un fondo en la mayoría de las películas de animación.
La decisión de Disney de dar tanta libertad artística a Earle no fue popular entre los animadores del estudio, que hasta entonces habían ejercido gran influencia en el estilo de sus personajes y escenarios.
La película realmente destaca por su animación.
La intención fue que se asemejara a las pinturas medievales.
De esta manera, causaba realmente la impresión de cuento de hadas y que pareciera una pintura en movimiento.
Los personajes:
Aurora/Rosa Silvestre:
Sleeping Beauty recibe el mismo nombre que en el ballet de Tchaikovsky: princesa Aurora.
La silueta alta y esbelta de la princesa Aurora está basada en la de Audrey Hepburn.
Es la primera princesa que comienza a romper los esquemas de la "princesa perfecta".
Puesto que demuestra tener actitud, algo de rebeldía y una personalidad un tanto más a fin con las personas dadas las circunstancias.
De todas maneras, más debido a la historia que a otra cosa (e irónicamente) puede parecer el personaje más plano de la película.
Disney siempre ha llevado una costumbre de hacer a las princesas huérfanas de madre lo cual es precisamente la excepción con Aurora.
Aurora es la primera luz del amanecer, algo nuevo está por surgir pero aún no logra expresar toda su luz.
Es un alma que se inicia a la vida.
Curiosamente, Aurora no vuelve a hablar en toda la película luego de pincharse el dedo, y quedar dormida, con la rueca.
Maleficent:
Para muchos la mejor villana de Disney.
La clásica.
Para Perrault el cuento sigue tras la boda: narra las perversidades de la madre del príncipe, con las características del ogro tradicional, que quiere comerse a sus nietos y a la princesa.
La presencia del príncipe hace que su madre se quite la vida.
En cambio para los hermanos Grimm el cuento termina así:
“Días después se celebró la boda del príncipe y Rosa Silvestre con todo esplendor, y vivieron muy felices hasta el fin de sus vidas”.
Clásico inmortal de Disney que defiende a ultranza la rebeldía en el jugarse por el amor verdadero, por encima de los odios, los arreglos interesados y las dificultades propias que la vida va deparando
Es una película interesante por su diseño en los gráficos, por el colorido vivo y contrastante, y por la variedad de paisajes medievales que oscilan entre los bonitos de ensueño y los horripilantes escenarios góticos propios de pesadillas.
Sleeping Beauty destaca entre los largometrajes de Disney por ser el último en que se utilizó celuloide entintado a mano.
La estética de la película, que Disney quería que fuese como un tapiz en movimiento, no es la típica de otras películas de la compañía.
Evita las formas suaves y redondeadas propias de las películas de la empresa para emplear un aspecto más estilizado, semejante a la obra de los animadores de la United Productions of America.
Muchos animadores de Disney, que luego produjeron las más "modernas" y memorables películas como “The Little Mermaid”, “Beauty and The Beast”, “The Lion King” y “Aladdin”, admiten que fue precisamente “Sleeping Beauty” la película que los encaminó a dedicarse a la animación.
Algunos aspectos de la trama de esta película tienen su origen en ideas pensadas originalmente para Snow White And The Seven Dwarfs, y que fueron descartadas: en concreto, la escena en que Maleficent captura al príncipe, o la arriesgada huida de éste del castillo.
No fueron utilizadas en Snow White porque Disney no creía que con los medios de que se disponía en la época pudieran desarrollarse de forma creíble.
Antes de comenzar a producir la animación, se realizó un rodaje con actores reales para que sirviera de referencia a los animadores, ya que Disney insistía en que debía parecerse todo lo posible a la imagen real.
En Sleeping Beauty el tema central es el sueño de los 100 años y simboliza la pre pubertad, puesto que el despertar a la sexualidad se precede un período de adormecimiento, pasividad e involución.
En esta interpretación, Sleeping Beauty es el aceptar convertirse en mujer, lo cual termina por ser dramático, cuando no una maldición, y por eso la figura del hada mala.
Si se bucea en los mitos antiguos de diferentes culturas este tema ya estaba presente.
Sleeping Beauty es el decimosexto largometraje animado del canon de largometrajes de Disney.
Fue producido por Walt Disney para Walt Disney Productions, y se estrenó el 29 de enero de 1959, distribuido por Buena Vista.
Estuvo nominado al Oscar a la Mejor banda sonora.
Fue la última película producida por Walt Disney basada en un cuento de hadas (después de su muerte, el estudio volvería al género con The Little Mermaid de 1989).
Fue también el último largometraje de Disney entintado a mano antes de que se hiciera común el proceso de xerografiado.
Por último, es el primer largometraje animado rodado en Super Technirama 70, un proceso de pantalla panorámica de gran formato.
Sólo hay otro largometraje animado rodado en Super Technirama 70, The Black Cauldron.
La producción del filme se llevó a cabo durante casi toda la década de 1950, ya que se empezó a trabajar con el guión en 1951, las voces se grabaron en 1952, la producción de la animación tuvo lugar entre 1953 y 1958, y la banda sonora en estéreo se grabó en 1957.
La dirección de la película corrió a cargo de Les Clark, Eric Larson y Wolfgang Reitherman, bajo la supervisión de Clyde Geronimi.
El guión fue adaptado a partir del cuento de hadas Sleeping Beauty, de Charles Perrault, por Erdman Penner, con ayuda de Joe Rinaldi, Winston Hibler, Bill Peet, Ted Sears, Ralph Wright, y Milt Banta.
La banda sonora y las canciones fueron adaptadas del ballet Sleeping Beauty de Pyotr Ilyich Tchaikovsky.
Eyvind Earle fue el diseñador de producción, y Disney le concedió bastante libertad para el diseño de los escenarios y la selección de los colores para la película.
Earle fue también el responsable de pintar la mayor parte de los fondos.
Cada una de estas elaboradas pinturas le llevó entre siete y diez días, mucho más del día de trabajo que solía suponer la elaboración de un fondo en la mayoría de las películas de animación.
La decisión de Disney de dar tanta libertad artística a Earle no fue popular entre los animadores del estudio, que hasta entonces habían ejercido gran influencia en el estilo de sus personajes y escenarios.
La película realmente destaca por su animación.
La intención fue que se asemejara a las pinturas medievales.
De esta manera, causaba realmente la impresión de cuento de hadas y que pareciera una pintura en movimiento.
Los personajes:
Aurora/Rosa Silvestre:
Sleeping Beauty recibe el mismo nombre que en el ballet de Tchaikovsky: princesa Aurora.
La silueta alta y esbelta de la princesa Aurora está basada en la de Audrey Hepburn.
Es la primera princesa que comienza a romper los esquemas de la "princesa perfecta".
Puesto que demuestra tener actitud, algo de rebeldía y una personalidad un tanto más a fin con las personas dadas las circunstancias.
De todas maneras, más debido a la historia que a otra cosa (e irónicamente) puede parecer el personaje más plano de la película.
Disney siempre ha llevado una costumbre de hacer a las princesas huérfanas de madre lo cual es precisamente la excepción con Aurora.
Aurora es la primera luz del amanecer, algo nuevo está por surgir pero aún no logra expresar toda su luz.
Es un alma que se inicia a la vida.
Curiosamente, Aurora no vuelve a hablar en toda la película luego de pincharse el dedo, y quedar dormida, con la rueca.
Maleficent:
Para muchos la mejor villana de Disney.
La clásica.
Quien representa la maldad encarnada (aunque esto es debatible con Chernabogde “Fantasía”).
Inclusive, durante el clímax de la película hace mención a que desencadenará los poderes del Infierno.
Es además fría, guapa y muy elegante.
El personaje de Maleficent es el más destacable de toda la película.
Y tanto, que siempre se ha puesto como la líder de los villanos de Disney cuando estos se encuentran juntos en demás producciones.
Mención especial a su ejército de esbirros que son el contrapunto a la inteligencia y elegancia de su ama.
Príncipe Felipe:
El príncipe lleva un nombre que era familiar a los estadounidenses de la década de 1950, Felipe, igual que el duque de Edimburgo.
Curiosamente, y en gran contraste con los príncipes tradicionales de Disney, este cuenta con una gran personalidad.
Mientras que el Príncipe de Snow White es el personaje más soso de todos los de Disney.
Felipe se presenta como (paradójicamente) un ser humano normal.
Se muestra expresivo, simpático, aventurero, valiente y hasta gracioso.
Por primera vez, es el príncipe Felipe el que adquiere mayor protagonismo, hasta entonces todos los príncipes anteriores habían tenido una escasa participación.
En cuanto a las tres hadas buenas, Disney deseaba en un principio que todas fueran parecidas, pero los veteranos animadores Frank Thomas y Ollie Johnston pensaron que era una idea mejor que tuvieran físicos y personalidades diferentes.
Flora:
No tiene una personalidad particularmente destacable.
A grandes rasgos se puede sacar de ella que es la líder de las tres hadas y la más inteligente.
Fauna:
De ella lo único realmente que cabe mencionar es su personalidad afable y que fuera del uso de la magia es bastante torpe: lo que resulta entrañable para el público.
Merryweather:
Disney tiene siempre un personaje clave que destaca en sus películas y es con aquel quien el espectador se identifica y siempre recuerda.
En este caso es Merryweather.
Cuenta con toda la personalidad que las otras hadas carecen.
Se nos presenta como la más graciosa pero esto se debe a su personalidad.
Es bastante explosiva y se nota que puede tener muy mal carácter.
Además, vive en una rivalidad (amistosa) constante con Flora.
Rey Stefan:
Quitando que es el padre de Aurora no tiene mayor mérito.
Se trata de darle personalidad para no hacerlo parecer como el típico rey gallardo, callado y que toma decisiones haciéndolo agradable y simpático.
Sin embargo, su personalidad se ve totalmente avasallada por la del rey Huberto.
Rey Huberto:
El padre de Felipe.
Es un rey con carácter pero sumamente agradable y gracioso.
Se le puede considerar hasta bufón.
Y resulta curioso que siendo un personaje secundario rebose una personalidad comparable a la de Merryweather.
Aunque el cuervo mascota de Maleficent nunca se menciona por nombre propio siempre ha sido de todos conocido que su nombre es Diablo.
Analizando el cuento, sabemos que son muchas las leyendas, los mitos que nos presentan personajes que son convertidos en piedra, lo que vendría a simbolizar lo mismo, un estado de quietud (aparente quietud) que simboliza una lucha interna o una reordenación de los pensamientos que requiere su tiempo.
Como sabemos, la tradición oral es patrimonio de la mujer y, al tener la primera menstruación un carácter altamente ritual, es posible que sea ésa la causa por la que nos encontramos con tantos cuentos que parecen girar sobre este tema.
También habría que señalar que, los padres, piden un hijo, sin embargo se les concede una hija, algo que les llena de felicidad.
Es decir, en un primer momento vemos la supremacía del hombre, sin embargo, es la mujer quien al final se convierte en el centro de la vida de sus padres.
Resulta curioso encontrar tantos cuentos en los que se da la muerte temporal, que puede asociarse simbólicamente con la pasividad extrema encarna en la muerte, siempre con personajes femeninos, en sus ataúdes de cristal, y que sean contados los relatos de adolescentes dormidos.
Respecto a las hadas: su número varía, dependiendo de las versiones, normalmente son tres, ocho (siete más una) o trece (doce más una).
Asimismo, varían los dones que otorgan, pero el maleficio siempre es el mismo, al igual que el último don, que es el cambio de la muerte a quedar simplemente dormida.
Quizá el número que más convenga a este cuento sea el trece (como en la versión de los Hermanos Grimm), pues hace referencia al número de meses lunares en que antiguamente se dividía el año.
Como todos sabemos, la menstruación se presenta cada 28 días, esto es, en relación con los meses lunares.
A partir de ahí, podemos deducir que el número doce (de las hadas buenas), más el fatídico 13 (del hada mala), hace referencia a que la “maldición” no es otra sino la menstruación.
Esto, que concordaría con todo el cuento, también se pondría de manifiesto en el hecho de que es el padre (que no acepta la menstruación de su hija, pues quiere que siempre sea una niña) quien intenta impedir a toda costa que su hija se encuentre con un huso, mientras que la reina se mantiene al margen.
El hecho de que la reina se mantenga al margen, también ha sido objeto de críticas por lectores exaltados que buscan cualquier excusa para tildar a los cuentos de machistas, pues alegan que el hecho de que la reina se mantenga al margen no indica sino la sumisión de ésta.
Sin embargo, no se ataca a la mujer, sino que se la presenta mucho más sabia que su marido (ciego e incapaz de comprender la inutilidad de sus actos).
Por otra parte, el maleficio gira en torno a la rueca (un huso), palabra que en inglés designa también al sexo femenino.
El huso, sea típicamente femenino o no, es un objeto que sirve para “crear”, podemos recordar que los egipcios no dejaban usar el torno de alfarero a las mujeres pues consideraban éste un oficio propio de dioses, pues, al igual que la rueca, servía para “crear”.
Si lo vemos por el lado de que, en realidad, cuando toca el huso es el momento en que tiene la primera menstruación (se pincha con el huso y sale sangre, uno de los elementos que siempre están presentes en la simbología de la menstruación, y por otra parte, como he dicho hasta ahora, la rueca sirve para crear, la única forma de que una mujer “cree” es mientras es fértil, es decir una vez que tiene la menstruación), todo cobra un nuevo significado.
Es decir, el cuento no sólo nos dice que tiene la menstruación, causa del mal por el que duerme cien años, sino que, por debajo de todo ese discurso, evoca a las antiguas diosas quienes, gracias a la menstruación, eran las únicas capaces de crear vida y por ello eran adoradas.
Siguiendo con el cuento, una vez que cae dormida, el castillo es rodeado por un impenetrable muro de espinos.
Muchos príncipes intentan llegar hasta ella, pero mueren entre las zarzas (lo que simboliza la destrucción a la que da lugar mantener relaciones sexuales antes de tiempo).
Inclusive, durante el clímax de la película hace mención a que desencadenará los poderes del Infierno.
Es además fría, guapa y muy elegante.
El personaje de Maleficent es el más destacable de toda la película.
Y tanto, que siempre se ha puesto como la líder de los villanos de Disney cuando estos se encuentran juntos en demás producciones.
Mención especial a su ejército de esbirros que son el contrapunto a la inteligencia y elegancia de su ama.
Príncipe Felipe:
El príncipe lleva un nombre que era familiar a los estadounidenses de la década de 1950, Felipe, igual que el duque de Edimburgo.
Curiosamente, y en gran contraste con los príncipes tradicionales de Disney, este cuenta con una gran personalidad.
Mientras que el Príncipe de Snow White es el personaje más soso de todos los de Disney.
Felipe se presenta como (paradójicamente) un ser humano normal.
Se muestra expresivo, simpático, aventurero, valiente y hasta gracioso.
Por primera vez, es el príncipe Felipe el que adquiere mayor protagonismo, hasta entonces todos los príncipes anteriores habían tenido una escasa participación.
En cuanto a las tres hadas buenas, Disney deseaba en un principio que todas fueran parecidas, pero los veteranos animadores Frank Thomas y Ollie Johnston pensaron que era una idea mejor que tuvieran físicos y personalidades diferentes.
Flora:
No tiene una personalidad particularmente destacable.
A grandes rasgos se puede sacar de ella que es la líder de las tres hadas y la más inteligente.
Fauna:
De ella lo único realmente que cabe mencionar es su personalidad afable y que fuera del uso de la magia es bastante torpe: lo que resulta entrañable para el público.
Merryweather:
Disney tiene siempre un personaje clave que destaca en sus películas y es con aquel quien el espectador se identifica y siempre recuerda.
En este caso es Merryweather.
Cuenta con toda la personalidad que las otras hadas carecen.
Se nos presenta como la más graciosa pero esto se debe a su personalidad.
Es bastante explosiva y se nota que puede tener muy mal carácter.
Además, vive en una rivalidad (amistosa) constante con Flora.
Rey Stefan:
Quitando que es el padre de Aurora no tiene mayor mérito.
Se trata de darle personalidad para no hacerlo parecer como el típico rey gallardo, callado y que toma decisiones haciéndolo agradable y simpático.
Sin embargo, su personalidad se ve totalmente avasallada por la del rey Huberto.
Rey Huberto:
El padre de Felipe.
Es un rey con carácter pero sumamente agradable y gracioso.
Se le puede considerar hasta bufón.
Y resulta curioso que siendo un personaje secundario rebose una personalidad comparable a la de Merryweather.
Aunque el cuervo mascota de Maleficent nunca se menciona por nombre propio siempre ha sido de todos conocido que su nombre es Diablo.
Analizando el cuento, sabemos que son muchas las leyendas, los mitos que nos presentan personajes que son convertidos en piedra, lo que vendría a simbolizar lo mismo, un estado de quietud (aparente quietud) que simboliza una lucha interna o una reordenación de los pensamientos que requiere su tiempo.
Como sabemos, la tradición oral es patrimonio de la mujer y, al tener la primera menstruación un carácter altamente ritual, es posible que sea ésa la causa por la que nos encontramos con tantos cuentos que parecen girar sobre este tema.
También habría que señalar que, los padres, piden un hijo, sin embargo se les concede una hija, algo que les llena de felicidad.
Es decir, en un primer momento vemos la supremacía del hombre, sin embargo, es la mujer quien al final se convierte en el centro de la vida de sus padres.
Resulta curioso encontrar tantos cuentos en los que se da la muerte temporal, que puede asociarse simbólicamente con la pasividad extrema encarna en la muerte, siempre con personajes femeninos, en sus ataúdes de cristal, y que sean contados los relatos de adolescentes dormidos.
Respecto a las hadas: su número varía, dependiendo de las versiones, normalmente son tres, ocho (siete más una) o trece (doce más una).
Asimismo, varían los dones que otorgan, pero el maleficio siempre es el mismo, al igual que el último don, que es el cambio de la muerte a quedar simplemente dormida.
Quizá el número que más convenga a este cuento sea el trece (como en la versión de los Hermanos Grimm), pues hace referencia al número de meses lunares en que antiguamente se dividía el año.
Como todos sabemos, la menstruación se presenta cada 28 días, esto es, en relación con los meses lunares.
A partir de ahí, podemos deducir que el número doce (de las hadas buenas), más el fatídico 13 (del hada mala), hace referencia a que la “maldición” no es otra sino la menstruación.
Esto, que concordaría con todo el cuento, también se pondría de manifiesto en el hecho de que es el padre (que no acepta la menstruación de su hija, pues quiere que siempre sea una niña) quien intenta impedir a toda costa que su hija se encuentre con un huso, mientras que la reina se mantiene al margen.
El hecho de que la reina se mantenga al margen, también ha sido objeto de críticas por lectores exaltados que buscan cualquier excusa para tildar a los cuentos de machistas, pues alegan que el hecho de que la reina se mantenga al margen no indica sino la sumisión de ésta.
Sin embargo, no se ataca a la mujer, sino que se la presenta mucho más sabia que su marido (ciego e incapaz de comprender la inutilidad de sus actos).
Por otra parte, el maleficio gira en torno a la rueca (un huso), palabra que en inglés designa también al sexo femenino.
El huso, sea típicamente femenino o no, es un objeto que sirve para “crear”, podemos recordar que los egipcios no dejaban usar el torno de alfarero a las mujeres pues consideraban éste un oficio propio de dioses, pues, al igual que la rueca, servía para “crear”.
Si lo vemos por el lado de que, en realidad, cuando toca el huso es el momento en que tiene la primera menstruación (se pincha con el huso y sale sangre, uno de los elementos que siempre están presentes en la simbología de la menstruación, y por otra parte, como he dicho hasta ahora, la rueca sirve para crear, la única forma de que una mujer “cree” es mientras es fértil, es decir una vez que tiene la menstruación), todo cobra un nuevo significado.
Es decir, el cuento no sólo nos dice que tiene la menstruación, causa del mal por el que duerme cien años, sino que, por debajo de todo ese discurso, evoca a las antiguas diosas quienes, gracias a la menstruación, eran las únicas capaces de crear vida y por ello eran adoradas.
Siguiendo con el cuento, una vez que cae dormida, el castillo es rodeado por un impenetrable muro de espinos.
Muchos príncipes intentan llegar hasta ella, pero mueren entre las zarzas (lo que simboliza la destrucción a la que da lugar mantener relaciones sexuales antes de tiempo).
Inclusive se puede hacer ver como la transfiguración de un acto sexual, de la carrera de obstáculos del espermatozoide para llegar al ovulo.
En la versión inglesa incluso podemos ver que se hace hincapié en el muro de espinos, pues el título es “Briar Rose”.
Sin embargo, una vez que ella se encuentra preparada (y no porque el príncipe consiga abrirse paso a machetazos, como en la versión de Disney), las zarzas se transforman en setos de olorosas flores que se abren para dejar paso al príncipe.
El príncipe besa a Sleeping Beauty en la mano (no en los labios, pues eso simbolizaría una violación) y, una vez que ella despierta, se besan en los labios (primera unión sexual).
Una vez que la muchacha despierta, el cuento nos dice que ha madurado (pasa de ser una niña a una mujer).
El film de Disney tiene, como no, momentos Inolvidables:
La constante rivalidad entre Flora y Merryweather.
Particularmente los momentos en que cada cual desea seleccionar el color para el traje de Aurora.
La primera convirtiéndolo en rosa mientras que la segunda en azul.
Imposible no mencionar el quizás más clásico momento de toda la película: el encuentro entre Felipe y Aurora cantando la canción "Once Upon a Dream".
El clímax de la película que representa el enfrentamiento entre Felipe y Maleficent.
En la versión inglesa incluso podemos ver que se hace hincapié en el muro de espinos, pues el título es “Briar Rose”.
Sin embargo, una vez que ella se encuentra preparada (y no porque el príncipe consiga abrirse paso a machetazos, como en la versión de Disney), las zarzas se transforman en setos de olorosas flores que se abren para dejar paso al príncipe.
El príncipe besa a Sleeping Beauty en la mano (no en los labios, pues eso simbolizaría una violación) y, una vez que ella despierta, se besan en los labios (primera unión sexual).
Una vez que la muchacha despierta, el cuento nos dice que ha madurado (pasa de ser una niña a una mujer).
El film de Disney tiene, como no, momentos Inolvidables:
La constante rivalidad entre Flora y Merryweather.
Particularmente los momentos en que cada cual desea seleccionar el color para el traje de Aurora.
La primera convirtiéndolo en rosa mientras que la segunda en azul.
Imposible no mencionar el quizás más clásico momento de toda la película: el encuentro entre Felipe y Aurora cantando la canción "Once Upon a Dream".
El clímax de la película que representa el enfrentamiento entre Felipe y Maleficent.
El enfrentamiento entre ellos podría definirse como el clásico entre los clásicos tanto para un cuento de hadas como para una película Disney.
No hay que olvidarse de lo mejor del filme, la partitura musical y las canciones que acompañan al relato.
Soberbias melodías que realzan las emociones propias de lo que discurre en la historia.
Una banda sonora de antología y que aún hoy día se sigue escuchando y permanecerá perenne en el acervo musical que el cine ha ido recolectando desde sus inicios hasta la fecha.
La banda sonora no tiene nombre.
George Banks hizo una muy buena versión del ballet de Tchaikovsky que ha quedado grabada en la cultura popular.
Once Upon a Dream, es la canción tema de la película y definitivamente una de las canciones más recordadas por muchos.
Y más mérito aún tiene siendo de una de las películas más antiguas de Disney.
Y es que tiene una letra muy sencilla y de fácil recuerdo.
Al comienzo de la canción solamente es Aurora quien canta para luego convertirse en dueto con la aparición de Felipe.
Esta canción aparece en muchos momentos de la película como música de fondo.
Se tuvo mucho cuidado en adaptar las música de Tchaikovsky al film, y un visionado cuidadoso permite darnos cuenta de cómo se ha ensamblado la imagen a la música a la perfección (algo que no se suele darse a menudo, salvo en Fantasía).
Sleeping Beauty es un ballet en un prólogo y tres actos.
Con la coreografía de Marius Petipa, libreto de Ivan A. Vsevolojsky y del mismo Petipa y con música de Piotr I. Tchaikovsky, se estrenó en el Teatro Mariinski de San Petersburgo el 3 de enero de 1890.
Está basado en la historia del mismo nombre escrita en 1697 por el francés Charles Perrault.
El Ballet, en el tercer acto, recrea otros cuentos de Perrault como El Gato con Botas, El Pájaro Azul y la Princesa Fiorina, Caperucita Roja...
El secreto de la "Sleeping Beauty"…
Por otro lado, para parecer atractivo y saludable lo mejor es dormir bien por la noche, según sugiere un estudio del Instituto Karolinska en Estocolmo (Suecia) que se publica en el número especial de Navidad de la revista British Medical Journal.
Es la primera vez que un estudio científico demuestra que dormir bien contribuye a la belleza.
En el estudio, dirigido por John Axelsson y bautizado como 'Sleeping Beauty', participaron 23 personas de entre 18 y 31 años que fueron fotografiadas entre las 2 y las 3 de la madrugada en dos ocasiones, una vez después de un sueño normal y otra tras mantenerse despiertos sin dormir.
No se les permitió beber alcohol durante los dos días anteriores al experimento, y los fumadores fueron excluidos del mismo.
Las fotografías fueron tomas en una habitación bien iluminada y la distancia hasta la cámara era fija.
Durante ambas sesiones fotográficas los participantes no utilizaron maquillaje, tenían el pelo suelto o en una cola si lo tenían largo y pasaron por procedimientos de lavado y afeitado similares.
Se les pidió que mantuvieran una expresión facial neutra y relajada para ambas fotos.
Después, 65 observadores que no sabían si los sujetos habían o no dormido calificaron las fotografías en función de su atractivo y valoraron si los individuos parecían sanos o no, y cansados o no cansados.
Los observadores juzgaron las caras de los participantes que no habían dormido como menos saludables, menos atractivas y más cansadas.
Los autores creen que esta investigación es importante en la actual sociedad, dado que el número de personas que sufren trastornos del sueño está en aumento.
Pero Sleeping Beauty hoy vuelve a entregarse al sueño.
Quizás sea necesario que se entregue a él otros cien años para que el príncipe se enfrasque en nuevas aventuras fuera de sí mismo, hacia lugares aún por descubrir, en luchas, sólo aparentemente sin sentido, que le llevan a medir sus propias fuerzas, para conocer lo esencial y lo superfluo de su vida, lo perenne y lo que es temporal de su existencia.
... Y en la lucha por aclararse, entenderse, comprenderse, se le fueron al ser humano muchos años; muchas fueron las batallas que entabló contra sus propios fantasmas; muchas las aparentes derrotas; muchas las veces en las que creyó que el espíritu había muerto, y muchas las veces que también resurgía, sin embargo, este espíritu renacía de las propias cenizas de las batallas, fortalecido, preparado para el nuevo reto que el camino hacia la conciencia de ser precisaba emprender.
Y ahí estaba él, el ser humano, generosamente decidido a lanzarse a la nueva aventura de vivir.
Lo que pretendemos, al ser críticos con el estado actual de la sociedad, no es condenar categóricamente la experiencia humana de hoy, sino poner en evidencia las características que tiene para no quedar atrapados (más de cien años) en ella.
Lo que pretendemos es tomar conciencia de esta realidad que hemos creado, y que nos sirve como experiencia, que nos enriquece nuestra capacidad de retorno permanente a lo esencial, en nuestra búsqueda de explicación de lo que somos: los seres humanos vivimos en la ilusión de creernos innovadores, pero sólo descubrimos.
Nuestro mérito es el andar y el desarrollar la capacidad de tomar y de dar, luego levantar el ancla y seguir navegando por nuevas rutas, las cuales se nos abrirán gracias al bagaje adquirido.
En realidad, mientras estamos enfrascados en el afán o en el reto planteado, nos es imposible ver desde fuera, desde lo alto, la propia trampa creada, y en lo que hemos caído.
Con este esfuerzo, desarrollamos tal cantidad de energía que la experiencia nos madura y nos potencia.
A continuación descubriremos que nos hemos hecho a nosotros mismos, y que lo que creímos una criatura nuestra es en realidad una herramienta para ese fin que somos nosotros, nuestra propia alma, la cual, proyectándose hacia fuera, adquirió una forma para ser percibida por los sentidos, moldeada por nuestras vivencias, y vuelve luego a interiorizarse con una mayor cuantificación espiritual.
La Sleeping Beauty, que anida en todos nosotros, será de nuevo despertada cuando el príncipe, de vuelta de sus aventuras, y cabalgando en el caballo de la conciencia, fortalecido por las experiencias vividas, sea capaz de acabar con “el dragón” de la confusión que enreda el castillo que es el alma humana, del cual, mientras no acabe sus aventuras, sólo puede percibir su silueta, porque la maleza se lo oculta.
Cuando llega a su interior, según lo que promete el cuento, descubre la belleza de su alma.
Deslumbrado, cae de rodillas ante ella y ésta despierta gracias al amor manifestado.
Así, la búsqueda de lo material, en sí misma, se dignifica y se justifica en el encuentro con lo sutil, tras la andadura que hemos realizado.
Consideramos, en las actuales circunstancias en la que se da nuestra reflexión, que en el fondo de esta problemática que vivimos subyace el intento de un salto especial en el terreno de lo básico.
¿Qué pasa con lo masculino y lo femenino, con el hombre y con la mujer; con su relación como pareja?
¿Qué pasa con su sentido de identidad individual?
¿Son acaso relaciones que se están redefiniendo para acabar sus formas tradicionales de expresión?
¿Está la propia naturaleza humana dando un salto en su complejidad para acabar con todas aquellas expresiones que sirvieron en el pasado, y que no pueden tener sentido en el futuro a causa del conocimiento filosófico y científico, que de la realidad y de lo real hoy se tiene?
Está claro que algo está sucediendo y nosotros tenemos la pretensión de ir al encuentro de lo que se esconde tras cada una de las paradojas con que la realidad se manifiesta.
Hoy no es el momento de definir como será ese futuro para la especie (¿sólo inteligente?).
Hay que aceptar la incertidumbre de este momento creador: estamos en el momento preparatorio de un precioso parto.
Todas las especies, en época de apareamiento, en la época de efervescencia creadora, en la etapa de mayor capacidad biológica para procrear, desarrollan una conducta social clara, sin disimulos, sin ambages, totalmente definido su objetivo y a la expectativa de los acontecimientos que están por producirse.
En ese momento, sin oportunidad para la duda, la naturaleza expresa sus deseos creadores con una fuerza y una violencia que, muchas veces, pone en peligro la propia existencia de sus criaturas.
Hay que esperar confiados: las leyes de la naturaleza se cumplen pese a quien pese y cueste lo que cueste, de eso saben algo las mujeres que han parido.
En esta época de fuerte desarrollo científico y tecnológico, de predominante potenciación del intelecto, de mayor racionalización de las conductas, no se considera interesante ajustar los comportamientos humanos al modelo presente en la naturaleza, pero esto no significa que por ello sus leyes vayan a desaparecer.
La cuestión está en reflexionar mucho y sobre muchas cuestiones que atañen directamente a la supervivencia de nuestra sociedad y a sus formas tradicionales de pensar y comportarse.
¿Se pueden domesticar, también, los patrones que mueven esa realidad?
¿Qué efectos tiene ese intento sobre el ser humano y sobre la sociedad humana de adiestrar a sus miembros como si la naturaleza no existiese?
En último término:
¿Estamos potenciando las capacidades de nuestros hijos para vivir con fuerza en cualquier circunstancia adversa o placentera, o los estamos convirtiendo en unos discapacitados físicos y psicológicos que huirán de ella porque no sabrán enfrentar con suficiente madurez sus responsabilidades?
Sobre todo ello, no nos queda más remedio, también hay que pensar.
Pero hay que mirar más allá de la apariencia, ya que no está en lo evidente la interpretación de lo que sucede, ni la orientación que pueden tomar los acontecimientos.
Hay que ajustar la evolución de las formas culturales de expresión con los patrones internos que configuran toda la realidad del Universo.
Fantasía, ilusión, magia......que más se puede pedir.
Despertaos, la conciencia os llama, seamos parte del cambio espiritual…
No hay que olvidarse de lo mejor del filme, la partitura musical y las canciones que acompañan al relato.
Soberbias melodías que realzan las emociones propias de lo que discurre en la historia.
Una banda sonora de antología y que aún hoy día se sigue escuchando y permanecerá perenne en el acervo musical que el cine ha ido recolectando desde sus inicios hasta la fecha.
La banda sonora no tiene nombre.
George Banks hizo una muy buena versión del ballet de Tchaikovsky que ha quedado grabada en la cultura popular.
Once Upon a Dream, es la canción tema de la película y definitivamente una de las canciones más recordadas por muchos.
Y más mérito aún tiene siendo de una de las películas más antiguas de Disney.
Y es que tiene una letra muy sencilla y de fácil recuerdo.
Al comienzo de la canción solamente es Aurora quien canta para luego convertirse en dueto con la aparición de Felipe.
Esta canción aparece en muchos momentos de la película como música de fondo.
Se tuvo mucho cuidado en adaptar las música de Tchaikovsky al film, y un visionado cuidadoso permite darnos cuenta de cómo se ha ensamblado la imagen a la música a la perfección (algo que no se suele darse a menudo, salvo en Fantasía).
Sleeping Beauty es un ballet en un prólogo y tres actos.
Con la coreografía de Marius Petipa, libreto de Ivan A. Vsevolojsky y del mismo Petipa y con música de Piotr I. Tchaikovsky, se estrenó en el Teatro Mariinski de San Petersburgo el 3 de enero de 1890.
Está basado en la historia del mismo nombre escrita en 1697 por el francés Charles Perrault.
El Ballet, en el tercer acto, recrea otros cuentos de Perrault como El Gato con Botas, El Pájaro Azul y la Princesa Fiorina, Caperucita Roja...
El secreto de la "Sleeping Beauty"…
Por otro lado, para parecer atractivo y saludable lo mejor es dormir bien por la noche, según sugiere un estudio del Instituto Karolinska en Estocolmo (Suecia) que se publica en el número especial de Navidad de la revista British Medical Journal.
Es la primera vez que un estudio científico demuestra que dormir bien contribuye a la belleza.
En el estudio, dirigido por John Axelsson y bautizado como 'Sleeping Beauty', participaron 23 personas de entre 18 y 31 años que fueron fotografiadas entre las 2 y las 3 de la madrugada en dos ocasiones, una vez después de un sueño normal y otra tras mantenerse despiertos sin dormir.
No se les permitió beber alcohol durante los dos días anteriores al experimento, y los fumadores fueron excluidos del mismo.
Las fotografías fueron tomas en una habitación bien iluminada y la distancia hasta la cámara era fija.
Durante ambas sesiones fotográficas los participantes no utilizaron maquillaje, tenían el pelo suelto o en una cola si lo tenían largo y pasaron por procedimientos de lavado y afeitado similares.
Se les pidió que mantuvieran una expresión facial neutra y relajada para ambas fotos.
Después, 65 observadores que no sabían si los sujetos habían o no dormido calificaron las fotografías en función de su atractivo y valoraron si los individuos parecían sanos o no, y cansados o no cansados.
Los observadores juzgaron las caras de los participantes que no habían dormido como menos saludables, menos atractivas y más cansadas.
Los autores creen que esta investigación es importante en la actual sociedad, dado que el número de personas que sufren trastornos del sueño está en aumento.
Pero Sleeping Beauty hoy vuelve a entregarse al sueño.
Quizás sea necesario que se entregue a él otros cien años para que el príncipe se enfrasque en nuevas aventuras fuera de sí mismo, hacia lugares aún por descubrir, en luchas, sólo aparentemente sin sentido, que le llevan a medir sus propias fuerzas, para conocer lo esencial y lo superfluo de su vida, lo perenne y lo que es temporal de su existencia.
... Y en la lucha por aclararse, entenderse, comprenderse, se le fueron al ser humano muchos años; muchas fueron las batallas que entabló contra sus propios fantasmas; muchas las aparentes derrotas; muchas las veces en las que creyó que el espíritu había muerto, y muchas las veces que también resurgía, sin embargo, este espíritu renacía de las propias cenizas de las batallas, fortalecido, preparado para el nuevo reto que el camino hacia la conciencia de ser precisaba emprender.
Y ahí estaba él, el ser humano, generosamente decidido a lanzarse a la nueva aventura de vivir.
Lo que pretendemos, al ser críticos con el estado actual de la sociedad, no es condenar categóricamente la experiencia humana de hoy, sino poner en evidencia las características que tiene para no quedar atrapados (más de cien años) en ella.
Lo que pretendemos es tomar conciencia de esta realidad que hemos creado, y que nos sirve como experiencia, que nos enriquece nuestra capacidad de retorno permanente a lo esencial, en nuestra búsqueda de explicación de lo que somos: los seres humanos vivimos en la ilusión de creernos innovadores, pero sólo descubrimos.
Nuestro mérito es el andar y el desarrollar la capacidad de tomar y de dar, luego levantar el ancla y seguir navegando por nuevas rutas, las cuales se nos abrirán gracias al bagaje adquirido.
En realidad, mientras estamos enfrascados en el afán o en el reto planteado, nos es imposible ver desde fuera, desde lo alto, la propia trampa creada, y en lo que hemos caído.
Con este esfuerzo, desarrollamos tal cantidad de energía que la experiencia nos madura y nos potencia.
A continuación descubriremos que nos hemos hecho a nosotros mismos, y que lo que creímos una criatura nuestra es en realidad una herramienta para ese fin que somos nosotros, nuestra propia alma, la cual, proyectándose hacia fuera, adquirió una forma para ser percibida por los sentidos, moldeada por nuestras vivencias, y vuelve luego a interiorizarse con una mayor cuantificación espiritual.
La Sleeping Beauty, que anida en todos nosotros, será de nuevo despertada cuando el príncipe, de vuelta de sus aventuras, y cabalgando en el caballo de la conciencia, fortalecido por las experiencias vividas, sea capaz de acabar con “el dragón” de la confusión que enreda el castillo que es el alma humana, del cual, mientras no acabe sus aventuras, sólo puede percibir su silueta, porque la maleza se lo oculta.
Cuando llega a su interior, según lo que promete el cuento, descubre la belleza de su alma.
Deslumbrado, cae de rodillas ante ella y ésta despierta gracias al amor manifestado.
Así, la búsqueda de lo material, en sí misma, se dignifica y se justifica en el encuentro con lo sutil, tras la andadura que hemos realizado.
Consideramos, en las actuales circunstancias en la que se da nuestra reflexión, que en el fondo de esta problemática que vivimos subyace el intento de un salto especial en el terreno de lo básico.
¿Qué pasa con lo masculino y lo femenino, con el hombre y con la mujer; con su relación como pareja?
¿Qué pasa con su sentido de identidad individual?
¿Son acaso relaciones que se están redefiniendo para acabar sus formas tradicionales de expresión?
¿Está la propia naturaleza humana dando un salto en su complejidad para acabar con todas aquellas expresiones que sirvieron en el pasado, y que no pueden tener sentido en el futuro a causa del conocimiento filosófico y científico, que de la realidad y de lo real hoy se tiene?
Está claro que algo está sucediendo y nosotros tenemos la pretensión de ir al encuentro de lo que se esconde tras cada una de las paradojas con que la realidad se manifiesta.
Hoy no es el momento de definir como será ese futuro para la especie (¿sólo inteligente?).
Hay que aceptar la incertidumbre de este momento creador: estamos en el momento preparatorio de un precioso parto.
Todas las especies, en época de apareamiento, en la época de efervescencia creadora, en la etapa de mayor capacidad biológica para procrear, desarrollan una conducta social clara, sin disimulos, sin ambages, totalmente definido su objetivo y a la expectativa de los acontecimientos que están por producirse.
En ese momento, sin oportunidad para la duda, la naturaleza expresa sus deseos creadores con una fuerza y una violencia que, muchas veces, pone en peligro la propia existencia de sus criaturas.
Hay que esperar confiados: las leyes de la naturaleza se cumplen pese a quien pese y cueste lo que cueste, de eso saben algo las mujeres que han parido.
En esta época de fuerte desarrollo científico y tecnológico, de predominante potenciación del intelecto, de mayor racionalización de las conductas, no se considera interesante ajustar los comportamientos humanos al modelo presente en la naturaleza, pero esto no significa que por ello sus leyes vayan a desaparecer.
La cuestión está en reflexionar mucho y sobre muchas cuestiones que atañen directamente a la supervivencia de nuestra sociedad y a sus formas tradicionales de pensar y comportarse.
¿Se pueden domesticar, también, los patrones que mueven esa realidad?
¿Qué efectos tiene ese intento sobre el ser humano y sobre la sociedad humana de adiestrar a sus miembros como si la naturaleza no existiese?
En último término:
¿Estamos potenciando las capacidades de nuestros hijos para vivir con fuerza en cualquier circunstancia adversa o placentera, o los estamos convirtiendo en unos discapacitados físicos y psicológicos que huirán de ella porque no sabrán enfrentar con suficiente madurez sus responsabilidades?
Sobre todo ello, no nos queda más remedio, también hay que pensar.
Pero hay que mirar más allá de la apariencia, ya que no está en lo evidente la interpretación de lo que sucede, ni la orientación que pueden tomar los acontecimientos.
Hay que ajustar la evolución de las formas culturales de expresión con los patrones internos que configuran toda la realidad del Universo.
Fantasía, ilusión, magia......que más se puede pedir.
Despertaos, la conciencia os llama, seamos parte del cambio espiritual…
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