Spartacus

I’m Spartacus!
I’m Kirk Douglas!
I’m Laurence Olivier!
I´m Peter Ustinov!
I’m Charles Laughton!
I´m John Gavin
I´m Tony Curtis, and even...
I´m Jean Simmons!
And 
I am Nina Foch too!
I'm all of them!!!!!!

Habemus Kubrick!

Sin lugar a dudas Stanley Kubrick marcó un estilo en hacer filmes épicos. 
Las tres horas y media que dura la cinta, nos va dando un claro mensaje fundamental: el ser humano nació para ser libre y cueste lo que cueste luchará por la libertad y por su dignidad de ser humano.
Es una de las reinterpretaciones históricas más coherentes que nos ha entregado el cine, en términos ideológicos. 
Nada de raro, considerando que toda la plana mayor, partiendo por el director Stanley Kubrick, siguiendo por el escritor Howard Fast (quien escribió la novela que sirvió de base a la película), y el protagonista Kirk Douglas, no eran nada sospechosos de republicanismo, precisamente. 
Y eso se nota.
Todos los esclavos son buenos y virtuosos, y son los oprimidos (en la época romana surgió el término "proletariado", ¿sabían eso?).
Todos los romanos son viciosos y degenerados, y son la clase alta (la burguesía de la época). 
Pero, independientemente de las opiniones personales de cada uno, encontrar una película tan ideológicamente coherente como ésta es muy, muy, muy difícil.
El film es un espectáculo épico rodado en escenarios muy cuidados con paisajes que nos hacen pensar que la película fue rodada en la Italia de hace más de 2000 años.
Hay tres escenas claves que demuestran la calidad de la obra en sí misma: 
"La persona libre tiene miedo al morir de perder el placer de la vida, pero el esclavo con la muerte no tiene miedo de perder el infierno que es la vida". 
Brillante idea que es trabajada casi a la perfección. 
Demuestra la convicción del ejército de esclavos al ir al campo de batallas. 
El no tener miedo a morir hizo que esa gente se sintiese segura del propósito por el cual luchaban, y estaban dispuestos a cambiar la vida por un ideal a futuro.
Otra es:
" A los romanos nos cuesta años preparar un ejército y Spartacus lo hace de un día para otro". 
Relacionada con la anterior, la convicción acelera los tiempos, que no son los mismos para el que vive mal, la desesperación y el ideal de la causa marcó una diferencia en cada batalla, el motivo por el cual se disponían a morir marcaba la diferencia, así como el estar guiados por un líder intelectual nato coadyuvó en la situación.
La última escena y quizás la más destacada de todas: 
La escena del final y por la cual el rebelde podrá morir en paz: el futuro está asegurado y la esperanza será lo último en perecer.
Esa idea mientras el carro se aleja por el horizonte es brillante, de una perfección muy pocas vista.
Spartacus además de entretener, ofrece un claro alegato en contra de la esclavitud y nos aporta claros conceptos de lo que ese derecho significa para el ser humano.
Las formas son destacadas en su mayoría: ambientes notables, una musicalización apropiada en cada momento, y unas soberbias actuaciones.
Fue estrenada el 6 de octubre de 1960 basada en la novela histórica homónima de Howard Fast. 
El polémico guion, escrito por Dalton Trumbo, retrata la figura de Spartacus, y los hechos ocurridos durante la Tercera Guerra Servil.
El diseño de producción fue realizado por Saul Bass.
Ganó cuatro Óscar: Mejor Fotografía (en color), Mejor Diseño de Vestuario, Mejor Dirección Artística y Mejor Actor de Reparto (Peter Ustivov) y obtuvo otras dos nominaciones mas.
Spartacus (Tracia, 113 a. C. - Lucania, 71 a. C.) realmente existió y fue un soldado romano, pero desertó y, al ser capturado, pasó a ser esclavo.
Ya como tal encabezó la rebelión más importante contra el Imperio Romano, en la península Itálica, esta rebelión fue conocida como III Guerra Servil, Guerra de los Esclavos o Guerra de los Gladiadores, y ocurrió entre los años 73 a 71 aC.
La película reúne todos los requisitos que se le pueden pedir a una gran obra. 
Primero, un reparto de auténtico lujo para personificar unos personajes grandes, profundos, que crecen y se expanden a lo largo de la historia, y que están perfectamente interpretados hasta hacerlos totalmente creíbles, reales y humanos. 
Luego, un excelente guión con algunas inexactitudes históricas perfectamente perdonables como mejora de la historia cinematográfica, que presenta un lenguaje vistoso y florido para unos diálogos inteligentes, cuando no directamente brillantes.
También se nos ofrece una recreación de escenarios y lugares históricos que busca la autenticidad y el realismo pocas veces visto hasta ese momento y, si me apuran, tampoco después, incluso con la tecnología de hoy en día que, por supuesto, no existía en la época de la que hablamos.
Las maquetas son tan buenas que parecen edificios reales. 
Una fotografía en color espléndida, con la que podemos contemplar unas bellísimas escenas del mar o algún que otro atardecer precioso, de quitar el hipo.
Y es que “Spartacus” es uno de los clásicos con el color más bonito que podéis encontrar en una película.
Además, cuenta con un vestuario que reproduce fielmente el de la época y un maquillaje cuidado con auténtico esmero. 
Y tiene una muy cuidada planificación de escenas, sobre todo las tumultuosas, que no hay palabras para describirla. 
La batalla entre los esclavos y el ejército romano es... hay que verla.
Resulta absolutamente apabullante y, cuando se nos muestran los cadáveres, al final de la batalla, es que parece un gran lienzo de los que podemos ver en los museos.
A mí me parece una auténtica obra de arte.
Incluso las escenas de amor son bellísimas, sobre todo viniendo de alguien como Kubrick. 
Porque, intercalada en medio de la rebelión, se nos muestra una bonita historia de amor, construida a base de miradas y silencios.
Me encanta la escena en la que Spartacus y Varinia se conocen (¡Yo no soy un animal!).
La escena en el campo, revolcón incluido, me parece muy sensual y, a la vez, muy tierna, con una Jean Simmons bellísima.
Y cuando Varinia le presenta a su hijo... ahí siempre se me empañan los ojos.
Junto a Ben-Hur (1959), estrenada un año antes, Spartacus ha sido el gran referente del cine épico moderno.
Una de las grandes obras de Stanley Kubrick que supuso toda una revolución que creó escuela y numerosas copias posteriores.
El género del péplum vivió una época dorada encabezada con este magnánimo film interpretado por un bravo Kirk Douglas.
Un éxito de crítica y público que obtuvo siete nominaciones al Óscar y el Globo de Oro a mejor película dramática.
El esclavo tracio que se forjó en el ludus de Batiato y que después pasó a encabezar una gran revuelta contra el poder de Roma.
Kirk Douglas es el mejor Spartacus imaginable, liderando un reparto con Tony Curtis, Laurence Olivier, Peter Ustinov, Charles Laughton y Jean Simmons. 
Kubrick demostró con Spartacus su soltura y versatilidad en cualquier tipo de género.
La película original dura 196 minutos que fueron acortados según su país de estreno. 
En cualquiera de los casos nada resta emotividad a este gran clásico.
Y la banda sonora, que es una de las mejores de la historia del cine. 
Una de las grandes composiciones de Alex North y de la historia del cine en general, que comienza de modo impactante acompañando los créditos de Saul Bass (con una melodía que refleja el espíritu de lucha del protagonista) y prosigue con un variado conjunto de temas, entre los que sobresale su desbordante tema de amor, que refuerza no solo la relación sentimental del personaje con su amada, sino que los dota de dignidad y nobleza.
El compositor hace uso de una amplia diversidad de instrumentos exóticos, que inserta dentro de una gran orquesta. 
Entre ellos figuran el sarrousófono (instrumento de viento de origen bárbaro), la kythara (de cuerda, origen romano y parecido a una lira), un oboe chino, mandolinas, flautas bálticas y la ondiolina (aparato electrónico, parecido a un pequeño piano, que produce sonidos semejantes a una combinación entre la mandolina, la percusión y los instrumentos de madera para viento).
North plasma el espíritu de la Roma pre-cristiana con técnicas contemporáneas y gozó para escribir la partitura de condiciones muy privilegiadas: dispuso de trece meses y llegó a ver la película hasta dieciocho veces, antes siquiera de empezar a escribirla. 
En estas circunstancias, es lógico el calibre de esta obra.
Spartacus encarna todos los valores por los que merece la pena luchar. 
Fantásticamente retratada la época.
Las intrigas de Roma, veneno incluido, el senado, la lucha por el poder, la lujuria, el desenfreno, el poco aprecio por la vida, las gestas, el valor de los superhombres luchando en mil batallas, el culto a la belleza, el hedonismo, la ambigüedad sexual, la gula, las bacanales, los sestercios...
No haberla visto debería constituir falta grave; no apreciarla, un delito.
En 1991 se restauran 23 minutos de metraje más otros 14 que habían sido censurados antes de la proyección original. 
La adición incluía varias secuencias de batallas violentas, así como una escena en el baño en la cual Craso, general y patricio romano (interpretado por Olivier), en un intento de seducir a su esclavo Antonino (Curtis), usa la analogía de "comer ostras" y "comer caracoles" para expresar su opinión de que la preferencia sexual es cuestión de gustos más que de moralidad.
Cuando la película fue restaurada, dos años después de la muerte de Olivier faltaba el audio original del diálogo de esta escena, por lo que tuvo que redoblarse. 
Tony Curtis pudo doblar su papel pero la voz de Laurence Olivier tuvo que ser imitada por Anthony Hopkins. 
Aquí el diálogo:
Craso: ¿Robas, Antonino?
Antonino: No, amo.
C: ¿Mientes?
A: No, si puedo evitarlo.
C: ¿Has deshonrado alguna vez a los dioses?
A: No, amo.
C: ¿Te abstienes de sus vicios por respeto a las virtudes morales?
A: Sí, amo.
C: ¿Comes ostras?
A: Cuando puedo, amo.
C: ¿Comes caracoles? 
A: No, amo.
C: ¿Consideras que comer ostras es moral y comer caracoles inmoral?
A: No, amo.
C: Claro que no, sólo es cuestión de gustos, ¿verdad?
A: Sí, amo.
C: Y el gusto no es lo mismo que el apetito, y por lo tanto no es una cuestión de moralidad, ¿no es así?
A: Se podría decir así, amo.
C: Ya está bien... Mi ropa, Antonino. 
C: Mi gusto incluye... tanto a los caracoles como a las ostras.

(mmm, que ricos los mariscos...)



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