The Usual Suspects

“Hand me the fucking keys, you cocksucker”

El truco más grande que el Diablo llevó a cabo... fue convencer al mundo de que él no existía...

A mediados de los noventa, el panorama del cine negro sufría una nueva reconversión gracias al fenómeno de la tarantinitis con títulos como Pulp Fiction y sucedáneos, amén de más que interesantes propuestas como Se7en, Fargo, Casino, etc.
Entre todas ellas brilló con luz propia el director Bryan Singer, con este thriller impecable a modo de puzzle de mil piezas, donde la estructura se va (des)configurando para llegar a su culminante cénit.
Aún siendo un film-juego al estilo más clásico, el resultado fue de lo más refrescante al coger un leit motiv tan desgastado, quien es el asesino, y renovarlo con tanta perspicacia en su forma.
Un barco explota y saltan más de treinta cadáveres.
No se sabe quién es el responsable pero una persona consigue sobrevivir para contar lo ocurrido.
Según cuenta, se trataba del asalto final de una operación iniciada por la policía.
Todo empezó con el robo de una furgoneta, cuando se detuvieron a las cinco personas que siempre suelen estar involucradas en éste tipo de actos.
Ellos son los sospechosos habituales.
¿Quién ha dicho que los premios deben ser justos o que se los tiene que llevar el que se lo merece?
Además, ¿por qué lo diga quién Fulano de tal es el que se lo merece?
Ah, la subjetividad, caprichosa compañera que cambia de bando más que un futbolista de élite, qué contento se está entre sus brazos y qué rápido nos dejan caer al suelo…
Todos conocemos ya esta película considerada una película de culto.
Si no es porque ha ganado dos Oscar, puede ser porque en ella aparecen Benicio Del Toro y Kevin Spacey, actores ambos en alza durante la época.
O porque la dirige Bryan Singer, que se encarga de la franquicia de "X-Men", serie de películas que a no pocos gustan.
O tal vez porque nuestros amigos nos han hablado de ella entre fervor religioso y temor de Dios.
O porque el DVD estaba barato.
Hay muchas razones para conocerla, y ninguna es mala.
Intrincada y tramposa, película de cine negro, asentada en la costumbre contemporánea de tejer una historia más o menos complicada con culminación autocomplaciente, sorpresiva pero bastante incoherente, que sólo es utilizada como sistema de manipulación emocional del espectador.
La cuestión es reunir un grupo de personajes con psiques muy diversas y entretejer una laberíntica trama repleta de constantes giros y multitud de nombres que aparentemente haga parecer que estamos ante una historia compleja e inteligente cuando en realidad la insignificancia suele ser la constante de una trama que rebota siempre en sus primerizas proposiciones.
The Usual Suspects es una película estadounidense de 1995 escrita por Christopher McQuarrie (quien ganó un Oscar al mejor guión original por este trabajo) y dirigida por Bryan Singer.
A favor tiene la película, sin duda, un guión sobresaliente que, sin ninguna pretensión más allá de entretener un rato al personal, narra la historia de cinco delincuentes de élite, reunidos en una ronda de reconocimiento de sospechosos (graciosamente retratada en el póster de la película) y su relación con el mítico Keyser Söze, ultravillano y mente criminal prominente, a medio camino entre la leyenda y la realidad, y que por justicia debería haber pasado al imaginario al lado de otros criminales como Vito Corleone o Darth Vader.
El guión es el punto fuerte de la película, pues es muy sólido y se cierra sobre sí mismo de manera muy hábil, no dejando ni un solo cabo suelto.
Cuando uno repasa el filme en posteriores visionados, se da cuenta que todo encaja perfectamente, que no hay lugar para el error, todo ello viene de la mano de una sólida argumentación que rompe con los parámetros convencionales que el cine mainstream nos tiene acostumbrados.
Sí, la trama está muy bien elaborada, inteligente, imprevisible, estratégicamente pergeñada para que el filme resulte un producto de alto impacto al afrontar el desenlace del filme.
Lo cual vendría a ser lo mejor del mismo.
En el plano técnico deslumbra.
Fotografía excelente, que ayuda a meternos aún más en todo el tinglado, como también ayuda a que los últimos 20 minutos (como casi toda la película) sean pura tensión.
Y cómo no, a esa tensión también contribuye la emocionante banda sonora en la que la relación imagen-sonido en algunas escenas es asombrosa, creando esos momentos que perduran en la memoria.
El reparto carece de grandes estrellas, al menos en el momento de ser rodada, y destacan Gabriel Byrne, Stephen Baldwin, Benicio Del Toro, Kevin Spacey y Kevin Pollak; así como Chazz Palminteri y el desaparecido Pete Postlethwaite
Es así como estamos ante una película”coral” donde todos y cada uno de los personajes tienen especial importancia y relevancia a partes iguales pero destaca el duelo policía/criminal establecido entre Chazz Palminteri y Kevin Spacey, este último galardonado con el premio Oscar al mejor actor secundario, cuando en realidad es clarísimamente el actor principal.
Kevin Spacey, qué curioso, "KS", se burla de los espectadores en el más amplio sentido de la palabra, pues les hace creer lo que no es y los mantiene engañados hasta el brillante desenlace final.
Una sensación: 
Termina la película y lo único que deseas en ese momento es volver a verla.
Rebobinas mentalmente e intentas recordar y, por supuesto, buscar errores de guión que podrás encontrar con un simple revisionado, pero… la primera vez que la viste no detectaste nada, pues te han engañado.
El trabajo, consigue reunir a un buen puñado de actores secundarios para los roles principales con el añadido de que absolutamente todos tienen buenos papeles en la película.
En algunas ocasiones las reacciones de sorpresa de los actores fueron incluidas en el film.
Aunque para reacción la de Stephen Baldwin cuando el personaje de Redfoot le tira el cigarrillo al ojo.
En realidad tenía que haber apuntado al pecho, pero el actor falló y le dio en el ojo a Baldwin, con lo que su reacción es totalmente real.
Ahora…
¿Quién es Keyser Söze?
¿Existe realmente?
Uno de los aspectos más sugerentes del guión para mí es la historia del archicriminal legendario, un mito entre los propios criminales, el hombre del saco de los bajos fondos.
Pienso que, si a Singer le gustan tanto los superhéroes él sería tal vez el más indicado para hacer justicia.
Keyser Söze, fue inspirado por un asesino real, John List, que la verdad es que merece un film propio, si es que no lo han hecho ya.
Creo recordar que era el gendarme francés de Casablanca, el que pedía que le trajeran a los "sospechosos habituales".
Lo cierto es que esa frase sirvió de inspiración para el título del film, con lo que Singer y el guionista Christopher McQuarrie partieron de la imagen de cinco tipos en la línea de reconocimiento de sospechosos.
The Usual Suspects es una película de detalles, pequeños detalles que vas descubriendo al revisionar el film una y otra vez.
No sé cuántos me faltarán por descubrir, pero es uno de los motivos que siempre le animan a uno a ver de nuevo el film.
Desde pequeños detalles en la historia, hasta miradas o frases de los actores, u objetos o elementos del decorado... creo que el malvado Singer nos deja unas cuantas pistas a lo largo del film para que descubramos la identidad de Keyser Söze, pero, al menos para mí, resultan demasiado oscuras como para percibirlas.
Me pareció una película soberbia, tremendamente inteligente, perfectamente desarrollada desde todos los puntos de vista y sostenida por unos personajes, muy sólidos y que literalmente se comen la pantalla.
En fin, un filme que para mi gusto está sobrevalorado ya que lo considero una obra maestra del cine contemporáneo con 110 minutos de búsqueda de un hombre misterioso y 5 minutos de apabullante final que cambia todo los esquemas que ya habíamos construido durante el desarrollo del filme.
Un filme recomendable para caer en la trampa y morder el anzuelo.

“La otredad es para el hombre moderno un mal que se soporta con dolor: la conciencia moderna no acepta que su individualidad sea una realidad plural y que detrás del hombre que piensa, se esconde otro que mantiene una vida ilógica, que sostiene a menudo lo que la razón reprueba”.
Ociel Flores



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