The Ten Commandments

“It would take more than a man to lead the slaves from bondage.
It would take a God.”
מֹשֶׁה‎

"Las películas deben comenzar con un terremoto e ir creciendo poco a poco en acción"
Cecil B. DeMille

El cine podrá ser muchas cosas: nervio en las manos de un Alfred Hitchcock, metafísica en las de un Stanley Kubrick, lirismo en las de un Ridley Scott, etcétera.
Pero primero y antes que nada, es espectáculo.
¿Qué otra cosa va a buscar el espectador a la sala, sino a ingresar a la magia del cine, a ser seducido, incluso engañado, por una serie de cuadros estáticos que en la retina crean la ilusión de movimiento?
Si hay un cineasta que bien sabía esto, era Cecil B. DeMille.
En el Imperio egipcio, miles de esclavos, muchos de ellos famélicos, se ocupaban de la construcción de todo tipo de monumentos, ya sean religiosos o civiles.
En esta ocasión nos hallamos en pleno perí­odo del Imperio Nuevo y dentro de esos siervos, encontramos a un buen número de ellos pertenecientes a la raza hebrea, una estirpe auto considerada como el pueblo elegido por Dios que anhelan la fecunda tierra prometida y la llegada de un gran libertador que los redima del yugo egipcio.
Este último pueblo, marcado profundamente por sus convicciones religiosas politeí­stas (a excepción del perí­odo de Amenofis IV con Atón) en donde se rinde culto a un buen número de dioses zoomorfos, Horus, Ra o Thot, es confrontado ante un clan monoteí­sta con un Dios sin formas, pero muy presente en el quehacer de sus actividades cotidianas.
Dentro de esa coyuntura, un niño abandonado en el rí­o Nilo será adoptado por la hermana del poderoso faraón, crecerá y se convertirá en un triunfante prí­ncipe egipcio, pero con el tiempo y después de descubrir su verdadero origen, se transmutará en el mesiánico lí­der que conduzca el éxodo del oprimido pueblo judí­o desde tierras egipcias hasta Canaán.
Bajo ese contexto histórico, se generó una grandiosa película dirigida por el extraordinario Cecil B. DeMille.
Sin lugar a dudas uno de los mejores largometrajes basados en la epopeya bíblica y más en concreto en la vida del libertador del pueblo hebreo.
DeMille se inspiró al igual que hizo en su primera versión muda del año 1923, en los pasajes de la vida de Moisés, creando una historia muy personal.
Es todo un espectáculo de efectos visuales, pues tanto la apertura de las aguas del Mar Rojo, como los decorados de la ciudad de Gocen, por poner un par de ejemplos, son unos de los más gigantescos jamás construidos y superados, dado la fecha, por supuesto de su realización.
Cuenta con unas actuaciones verdaderamente impresionantes, pero sobresaliendo de forma especial, Charlton Heston (Moisés) y un antagonista Yul Brynner (Ramses).
En definitiva, que todo lo que se diga de esta impresionante película es poco, porque además de grandiosa e inolvidable es todo un clásico del cine histórico irrepetible.
DeMille, gran narrador cinematográfico, que sabe manejar como nadie las escenas de grandes masas y otorgar un buen ritmo a pelí­culas de extensí­simo metraje, dota a la cinta con un excelente trabajo de producción y ambientación, gracias a esos monumentales decorados que recrean con exactitud el ambiente del Egipto antiguo.
La solemnidad que preside el conjunto, tanto en las actuaciones como en el tono, perjudica levemente la acción del filme, un filme con un glorioso reparto en el que se descubren dos corrientes, la melodramática y la épica-bí­blica y varios temas, el sentido de la libertad, el poder y la ambición o la búsqueda del propio destino.
El film narra los hechos sucedidos en el libro del "Éxodo", y que cuentan la historia de Moisés y del pueblo judío en su huida de la esclavitud en Egipto.
No se trata por tanto de una película histórica, si no que narra los sucesos que aparecen en La Biblia.
Es de destacar también un marcado objetivo doctrinal, ya que uno de sus principales objetivos es difundir el contenido del libro.
El estilo es el clásico de las superproducciones de aquella época.
Aparte del tema religioso en sí, se centra mucho en el antagonismo entre los protagonistas (Moisés y el Faraón).
La personalidad de los protagonistas es arrolladora, y existe una cierta sobreactuación como si los actores estuviesen en el teatro, lo cual no desacredita.
Por supuesto, incluye carísimos y espectaculares decorados, así como escenas con multitud de extras.
En definitiva, todo un despliegue de medios técnicos que sigue siendo en nuestros dí­as un fantástico ejemplo de lo bien que pueden resultar los efectos especiales realizados de manera “artesanal”, pero con muchí­simo ingenio.
Una de las caracterí­sticas principales de la pelí­cula, al igual que sucede en otras muchas obras de Cecil B. DeMille, es su uso del color, que llega a ser tan llamativo, como a veces exagerado, pero siempre con la premisa de incrementar la vistosidad.
La secuencia del Éxodo resultó muy complicada de rodar, ya que se contó para ella con 12.000 extras y unos 15.000 animales.
Para la separación del Mar Rojo se filmó el vertido de 1.350.000 litros de agua en un tanque, de tal forma que proyectándose luego al revés daba la sensación de que se separaba.
The Ten Commandments es el legado -fue su última cinta como director- de más de cuarenta años de realizar pelí­culas de quien sabí­a cómo entrar al público.
Fiel a sus costumbres, aquí­ vemos escenarios pintados, escenas de orgí­as de masas caracterí­sticas de DeMille, partituras musicales soberbias, exteriores filmados en estudios, y el tema de la pretensiosa religiosidad.
The Ten Commandments es un filme estadounidense de 1956, del género bíblico. Dirigida por Cecil B. DeMille, con Charlton Heston, Yul Brynner, Anne Baxter, John Derek, Edward G. Robinson, Yvonne De Carlo, Nina Foch, Cedric Hardwicke, Vincent Price, Debra Paget y John Carradine en los papeles principales.
Ganó un Oscar a los mejores efectos especiales, y obtuvo otras seis nominaciones, a la mejor película, a la mejor dirección artística, a la mejor fotografía, al mejor montaje, al mejor sonido, y al mejor vestuario.
La escena de Moisés abriéndose paso por el mar Rojo es ya clásica en la historia del cine.
Menospreciado por los historiadores más conspicuos, ninguneado por las cátedras pedantescas, e ignorado por los jóvenes realizadores culturetas, DeMille sigue siendo uno de los más grandes directores de todos los tiempos, el hombre que inventó prácticamente de la nada el concepto de espectáculo cinematográfico puro.
DeMille creó una pesada estela de wannabies posteriores, porque sin DeMille sería inconcebible un Steven Spielberg, un George Lucas, un Ridley Scott, un Tony Scott, un James Cameron o un Michael Bay, que de una manera u otra profitan de los mismos conceptos demillescos de toda la vida, sólo que convenientemente adaptados a los tiempos
En 1923, Cecil B. DeMille hizo una película basada en el personaje de Moisés, que se llamó " The Ten Commandments ".
Seguramente el propio DeMille quedó descontento con los resultados, porque era una película hecha al uso de los '20s, o sea, una en la que la historia bíblica servía de pretexto para montar un drama actual (así se hacía en esos años, créanlo o no...).
DeMille tuvo la agudeza de entender que la gente quería ver el espectáculo bíblico, no el melodrama contemporáneo, y se quedó con la espina pasada de rodar la historia de Moisés tal y como debía ser.
O sea, con componente espectacular asegurado.
DeMille tenía claro que poseía una historia con ingredientes ganadores (bebé perdido, triángulo amoroso, luchas por el poder, encuentro con Dios, espectaculares plagas, y final apoteósico con el héroe reuniéndose con el Gerifalte de Gerifaltes mismo), y los explotó al máximo.
Y eso que la historia está banalizada a más no poder, colocar a Moisés en un triángulo amoroso con Ramsés, hmmmmmm, gran y elevado motor narrativo, ¿eh? , pero en ningún minuto se nota como eso.
Es notorio también el acucioso trabajo de investigación en relieves y pinturas egipcias para recrear un mundo egipcio no de fantasía, sino con el más estricto apego posible a la realidad.
Salvando el ya mencionado y extensivo uso de estudios, se ve y se siente como si estuviéramos inmersos en el mundo egipcio, y las escenas al natural no desentonan demasiado de las restantes.
La extensa banda sonora fue compuesta por Elmer Bernstein.
No era la primera opción de Cecil B. DeMille (éste quería a Victor Young, con quien se entendía a las maravillas, pero éste estaba enfermo y no pudo aceptar el encargo).
La desgracia de Young fue la fortuna de Bernstein, quien se había hecho sus pinitos como sountrackista, pero aquí se reveló de cuerpo entero.
Personalmente soy de la opinión que su soundtrack para The Ten Commandments es a ratos un tanto débil, pero el trabajo en general es más que digno y acompaña bien.
The Ten Commandments está basada en las novelas Pillar of Fire de J. H. Ingraham, On Eagle's Wing de A. E. Southon y Prince of Egypt de Dorothy Clarke Wilson, relata la historia de Moisés, un príncipe egipcio que descubre su origen judío y se transforma en el líder de su pueblo.
El fiel y brillante investigador Henry Noerdlinger comenzó la gran labor de documentación histórica para la película.
Fueron varios años de minucioso trabajo en el que se consultaron 950 libros, 984 revistas, 1.286 recortes de prensa y 2.964 fotografías.
En la tarea, Noerdlinger se vio ayudado por varios prestigiosos colaboradores: Gladys Percey, el doctor William C. Hayes (Museo Metropolitano de Arte, New York), el Dr. Labib Habachi (Departamento de Antigüedades de Luxor, Egipto), el Dr. Keith Seele, el Dr. Ralph Marcus, el Dr. George Hughes (Instituto Oriental de la Universidad de Chicago) y el rabino Rudolph Lupo (Biblioteca de la Comunidad Judía de Los Angeles).
El resto de las fuentes que utilizaron los guionistas Aeneas McKenzie, Jesse Lasky Jr., Kack Gariss y Frederik M. Frank fueron los siguientes:
Textos históricos: 
Sagradas Escrituras: Libro del Éxodo, Textos de Filón el Judío, Flavio Josefo, Eusebio de Cesárea, El Middrasch Rabbah.
Libros modernos, "Prince of Egypt", de Dorothy Clarke Wilson, "Pilar of Fire", del reverendo J.H.Ingraham, "On Eagle's Wing", del reverendo A.E. Southon.
La seriedad y rigor de estos trabajos de reconstrucción arqueológica e histórica dieron lugar a un hecho único en la historia del cine.
La Universidad de California del Sur editó, como obra científica de información histórica y arqueológica, el libro en que el profesor Noerdlinger resumió el resultado de sus diez años de investigación para documentar la preparación de la película.
El volumen se publicó con el título "Moisés y Egipto" y es una obra imprescindible para cualquier estudioso del tema.
Ante semejante calidad y rigor no se explica que algunos escritores de cine hayan hablado de las fantasías de DeMille de cartón piedra; incluso el habitualmente brillante Terenci Moix, gran amante de Egipto, parece ignorar esto en alguno de sus comentarios, en exceso superficial, del film.
Autenticidad argumental:
La Biblia nos habla de Moisés niño y después hay un largo silencio hasta que éste tiene ya cuarenta años y deja la corte del Faraón Sethi I para salir de Egipto. 
¿Cómo cubrir este vacío?
Una cuidadosa investigación desechó varias leyendas rabínicas y descubre como aprovechables una serie de fuentes: "Middrasch Haggadam", instrucciones religiosas y morales, y "Middrasch Rabbah", narraciones que serían utilizadas por Filón y Flavio Josefo.
Se han notado alteraciones en los bajorrelieves de una muralla del templo de Karnak en los que aparece Sethi I con el heredero Ramsés II.
La efigie de Ramsés está superpuesta a otra, que se ha hecho desaparecer.
Filón el judío, un interesantísimo filósofo neoplatónico descubierto en el siglo XIX, escribió que Moisés fue ese príncipe desaparecido.
En los "Hechos de los Apóstoles" (VII-22) se nos dice que Moisés fue instruido en toda la sabiduría de los egipcios y que era poderoso en palabras y obras.
Por su parte, el Rabbah nos muestra a Moisés como muy amado por sus padres adoptivos, Sethi y Bitia, en tanto que Flavio Josefo y Eusebio de Cesárea hablan del Moisés triunfador contra los etíopes.
Según el derecho egipcio, el trono correspondía al que desposase la heredera real, lo que hacía frecuente el matrimonio entre hermanos.
Esto explica las relaciones entre Moisés, Ramsés y Nefertiti.
La construcción de la ciudad por Moisés figura en el Middrasch Rabbah, que también describe la bondad de Moisés con los hebreos.
Por último, las tradiciones rabínicas narran la intervención del malvado Dathan así como el amor entre Lilia y Josué.
A partir de aquí la fuente vuelve a ser la Biblia: el libro del Éxodo narra todo lo referente a las plagas, la salida de los hebreos, el paso del mar Rojo y la entrega de las Tablas de la Ley.
Como puede comprobarse, el guión recoge punto por punto estas fuentes históricas, lo que desmiente la acusación de trama melodramática que algunos lanzaron contra la película.
Autenticidad arqueológica:
En la primera secuencia, cuando Ramsés I ordena el exterminio de los primogénitos israelíes, el trono regio que vemos es la exacta reproducción del que aún se conserva, en cuyo respaldo figura el faraón Tuthankamon.
Las bailarinas que homenajean a Sethi, otra secuencia del film, son reproducciones de las pinturas de dos tumbas, la del visir Mehu, en Saqqarah, y otra situada en Deir el Gebmavi.
Los obeliscos, el becerro de oro y las Tablas de la Ley se han reconstruido de acuerdo a las fuentes históricas.
Las tablas que llevó Charlton Heston eran de piedra auténtica del Sinaí, y su tamaño, según el Middrash Rabbah, era de medio metro, el que aparece en la película.
También los caracteres de las letras que vemos son auténticos, cananeos arcaicos.
La famosa y bellísima escena del fuego de Dios escribiendo en las Tablas los mandamientos está basada en la propia Biblia (Dios apareció como fuego) y en los textos de Filón, que escribe:
“Dios creó en el aire un sonido más prodigioso que todos los instrumentos y lo transformó en fuego llameante y, en medio de ese fuego, se escuchó una voz que fluía del cielo, y la llama articuló las palabras”.
Lo que dice Filón es lo que muestra exactamente le película.
Como señalara Staehlin, este respeto y devoción y esta autenticidad casi absoluta no son conocidos ni apreciados por la mayoría de los espectadores de la película que, simplemente, ven y disfrutan el torrente de imágenes que se proyectan en la pantalla, pero es de estricta justicia el proclamar aquí ese esfuerzo y esa autenticidad.
Cine Épico - Cine Bíblico:
El cine épico es un género más dentro del cine, aunque como el epígrafe aventuras tenga unos contornos discutibles y dudosos.
Es indudable que The Ten Commandments sea film épico, pero también es un melodrama clásico como Gone With The Wind, de Victor Fleming.
Epics, como se denomina en inglés, es un titular genérico que permite incluir películas históricas, pero no todas, naturalmente.
Hay muchas biografías o reconstrucciones históricas que no tienen nada de epic, y también films fantásticos de aventuras, melodramas fastuosos, superproducciones de todo tipo y toda época y, desde luego, las adaptaciones bíblicas.
Cuando hablamos del cine bíblico lo asociamos inmediatamente a los grandes hechos narrados en el Antiguo Testamento, siempre referidos a la odisea del pueblo de Israel, elegido por Dios para llevar a cabo la alianza entre el hombre y el Creador.
Cecil B. DeMille, ya lo hemos comprobado, no es ni mucho menos un cineasta bíblico, en el sentido riguroso de la palabra, sobretodo, The Ten Commandments es núcleo y base de la imaginaria popular del cine bíblico, hasta el punto de que muchas de las representaciones visuales de millones de espectadores acerca de las Sagradas Escrituras tienen la forma, el estilo y la luz de la citada película. 
Además, Cecil se tomó en serio sus trabajos, incluso como forma de propagación y predicación de la fe.
Adaptar la Biblia sin creer y sin pasión lleva al desastre.
Antes de que la temática bíblica, romana o egipcia, cayera en las manos de la imitación italiana (el célebre peplum), en los años 50 y primeros de los 60 se realizaron algunas extraordinarias películas épicas.
Pese a todas las películas realizadas nadie puede negar, en serio, que The Ten Commandments es la obra bíblica por excelencia.
La elección del reparto no supuso grandes problemas, por cuanto los dos máximos protagonistas se eligieron con gran rapidez, casi por dos vistazos providenciales; uno, al Moisés de Miguel Ángel, que se tradujo en el contrato de Charlton Heston, y otro, una representación de "The King And I"; poco después Yul Brynner aceptaría ser Ramsés en la película.
La elección de Anne Baxter como Nefertiti ha salido ser criticada, pero ella está magnífica, como el propio DeMille reconoce en su autobiografía.
Lo mismo sucede con el impresionante reparto que completa la película: Yvonne de Carlo, que era, junto a María Montez, la reina del tecnicolor primitivo, es Séfora, la esposa de Moisés; Edward G. Robinson, el malvado Dathan; y, en otros papeles igualmente relevantes Sir Cedric Hardwicke (Sethi), Vincent Price (Maestro de obras), John Dereck (Josué), Martha Scott (Yochaved), Nina Foch (Bitia), Debra Paget (Lilia), Judith Anderson (Memmet), John Carradine (Aaron), H.B. Warner es Amminadab, Abbas el Bughdadly (que se casó con Citsy, la nieta de DeMille, es el oficial de carros del faraón), Henry Wilcoxon (Pentaur) y Woody Strode (rey de Etiopía), entre otros.
Dos presencias emotivas fueron las de Julia Faye, en el pequeño papel de Elisheba, y la de Fraser Heston, el recién nacido hijo de Charlton Heston que es el Moisés salvado de las aguas.
DeMille solía dejar en libertad a sus actores para que diesen lo mejor de sí mismos.
Nunca ha tenido reputación como director de actores y jamás ninguno obtuvo ni siquiera una nominación de los premios de la Academia pero, en cada película, cada actor sabía lo que el director pedía de él y, frecuentemente, lo hacía a la perfección.
Ya hemos citado la gran corriente de simpatía que surgió entre Yul Brynner (magnífico Ramsés) y Cecil, pero en le película, aparte del director, la gran atracción era Moisés, uno de los grandes papeles de la historia del cine, de esos que marcan una carrera y casi una existencia.
Charlton Heston lo tomó con una profesionalidad y entrega tan sólo comparables a las del propio director.
Probablemente, ningún otro actor de Hollywood ni del mundo pudo interpretar a Moisés mejor que él, su estampa soberbia recibiendo del dedo de Dios las Tablas de la Ley es uno de los momentos destinados a perdurar en la memoria de todo cinéfilo de cualquier generación.
El rodaje en Egipto fue complicado.
El país acababa de sufrir un golpe de estado y el coronel Nasser, con quien Cecil hubo de entrevistarse, ya se vislumbraba como el hombre fuerte de la zona, el presunto líder que las masas árabes buscaban.
Por otra parte, las relaciones del nuevo gobierno egipcio con los Estados Unidos no podían calificarse como óptimas; en muy breve espacio de tiempo, además, estallaría el conflicto del Canal de Suez que enfrentaría a árabes con europeos y judíos.
La escena cumbre de la película, aparte de la entrega de las Tablas de la Ley o el paso del mar Rojo con unos extraordinarios efectos especiales creados por John P. Fulton, es el éxodo del pueblo de Israel cuando, por fin, el faraón accede a concederle la libertad.
Es uno de los momentos más espectaculares de todo el cine épico y demuestra el esfuerzo y la perfección de que DeMille era capaz.
Charlton Heston recuerda:
“El éxodo es la parte mejor de The Ten Commandments, emocionante, maravillosa; fue, de verdad, una experiencia única porque fue real.
Toda esa gente estaba allí de verdad y comenzaron a andar cuando Moisés dio la orden”.
En efecto, más de 20.000 extras fueron utilizados para estas extraordinarias secuencias y la impresión de autenticidad fue total.
En varios momentos de la película se puede escuchar la voz de Dios: en la escena de la zarza ardiendo, que muestra a Moisés cuál debe ser el camino que debe tomar, y en el momento de la inscripción en las Tablas de la Ley de los Diez Mandamientos, la alianza entre Dios y la raza humana.
Interpretar la voz de Dios supuso un problema.
Habitualmente era el propio director quién hablaba en los prólogos de sus películas, pero ahora era diferente.
El mismo DeMille decía:
“Mi voz es demasiado conocida y si yo interpreto esas frases todo el mundo va a decir que ese no es Dios, que es Cecil B. DeMille”.
Tras varias vacilaciones parece ser que se eligió a Donald Hayne, uno de los íntimos colaboradores del director en aquellas fechas, y, de hecho, es él quien figura en los créditos como the voice of God (la voz de Dios).
Sin embargo, en 1978, Jesse Lasky Jr. comentó a Mike Munn que, en realidad, la voz de Dios fue interpretada por Charlton Heston , si bien en una forma especial de grabación, a velocidad más lenta, que hacía irreconocible su timbre personal de voz.
El estreno triunfal, precedido de una intensa campaña publicitaria, fue el 9 de noviembre de 1956.
El éxito fue total y absoluto calculándose que, en agosto de 1959, más de 98 millones de personas la habían visto.
Hoy sería incalculable la cifra porque han pasado dos generaciones, varias reposiciones y, sobre todo, docenas de pases televisivos aparte de la edición de la película en vídeo, primero en alquiler y después en venta directa.
Significado religioso:
Una película religiosa es algo tremendamente difícil de lograr..., una obra esencialmente religiosa, es aquella en cuyo núcleo temático se expresa el encuentro de lo humano con lo divino, no las que recogen tangencialmente aspectos religiosos
El núcleo temático de la película es una intervención directa, visible y palpable de lo divino en lo humano, desde la zarza ardiendo que sorprende y atrae a Moisés hasta el paso del mar Rojo o la entrega de los mandamientos.
Deben señalarse así mismo las siguientes características:
El protagonista es Moisés pero, por encima de él, se palpa la presencia visible de Dios.
Destaca esa impresionante escena de Ramsés derrocado que pronuncia una frase tremenda: 
“Su Dios es Dios”.
Moisés no es un líder social que busca únicamente la libertad de su pueblo; él actúa como profeta de Dios, y esa referencia se repite varias veces cuando va a entrar en la corte del faraón, como embajador de un Reino, y le preguntan:
¿De qué reino se trata?
El contesta: 
“El reino del Altísimo”.
En el siglo XIII (a.C.) la religión no era tanto un fenómeno individual como colectivo.
La película plasma a la perfección este sentimiento de religiosidad característico de la época; tan solo DeMille se permite una licencia que va más allá de la época, y es presentar algunos momentos de reflexión teológica que convierten el mensaje de la película en universal.
Moisés, en un momento, dice:
“Dios, para ser Dios, ha de ser para todos los hombres; no puede haber un Dios de Israel, de judíos o de egipcios. 
Dios tiene que habitar en todos los corazones, en todas las almas”.
Por eso, el profeta Moisés no es sólo el conductor del pueblo judío sino que su mensaje es para toda la humanidad.
Recordemos la última escena cuando, ya anciano, se despide de su gente en el monte Nebo y proclama:
“Id y predicad la libertad a todos los hombres”.
La espectacularidad de la última parte de la película no es gratuita sino absolutamente fiel a la Biblia.
El libro del Éxodo no es intimista sino épico, y en sus versículos cuando Dios habla lo hace precedido de huracanes, terremotos y fuego.
Así, vemos el horrible fin del ejército del faraón o el castigo final de Dathan y sus secuaces.
Por todo ello, la obra es una compleja síntesis de melodrama, aventura espectacular y auténtica y estricta religiosidad.
Por todo ello, es una gran obra maestra digna de apreciarse.
Diferencias entre la Biblia y el filme:
En la Biblia, los reyes de Egipto son todos llamados "Faraon."
En el filme, además, tienen nombres como Ramsés I, Seti I, Ramsés II.
Estas identificaciones son completamente teoréticas, y ninguna ha sido confirmada por la arqueología.
No hay ninguna evidencia de que Ramsés II tuviera que enfrentarse con las plagas de Egipto, ni con una fuga masiva de esclavos, ni que se ahogara en el Mar Rojo.
Al contrario, tuvo un reino muy largo y prospero.
Según la Biblia, Moisés completamente desatendió la circuncisión de su hijo, y esta operación la tuvo que hacer Séfora de emergencia.
Nada de esto se muestra en el filme.
La plaga de las ranas no se la ve en el filme, por no encontrarse forma de filmar este episodio sin que resultase cómico.
En la Biblia, Faraón se ahoga en el Mar Rojo, al frente de sus tropas.
En el filme, Ramsés II se queda prudentemente en la retaguardia y salva su vida.
En la Biblia, Dios le da a Moisés no solamente Diez Mandamientos, sino 613 mandamientos.
Otra cosa curiosa es la aparición de los ismaelitas, futuros musulmanes, dando cobijo a Moisés y hablando de monoteísmo, algo insólito, ya que en aquel instante eran todos politeístas.
También señalar como se intenta acercar y presentar más que el Dios de la Torá, un Dios pensado para los cristianos con mensajes globales y de hombre en su conjunto y excluyendo en la medida de lo posible el Dios de los judíos, que era realmente lo que dice la Biblia, pero claro el mensaje debía ser más amplio para llegar a mayor público.
La película:
The Ten Commandments es una película, como ya se ha dicho, intensamente personal.
Su estilo barroco, sus diálogos, la concepción de la puesta en escena, que puede ser discutible pero que es fascinante, no estaban de moda propiamente dicho, en la segunda mitad de los 50, y menos en la actualidad en la que predomina el estilo light de seriales televisivos y films para adolescentes; claro, que eso puede decirse de muchos clásicos del cine y, desde luego, la moda y el arte no tienen que ver entre sí.
Lo milagroso es que DeMille ha sabido imponer ese estilo, el suyo propio, el que le gustaba, a públicos de varias generaciones que contemplan una forma artística fascinante que ya no se hace.
Las Diez Plagas de Egipto según la ciencia:
El Antiguo Testamento relata cómo diez plagas golpearon Egipto cuando el Faraón se negó a liberar al pueblo hebreo de la esclavitud.
La ira de Dios ha sido la doctrina oficial de este episodio bíblico, considerado un mito por los científicos.
Sin embargo, en 2002, dos geólogos han afirmado que estas plagas podrían ser reales.
Según ellos, la erupción del volcán Santorini puede haber generado una serie de desastres naturales, incluyendo la apertura del mar, que permitió a Moisés y a su pueblo huir de Egipto.
Alrededor de 1500 a.C., el Mediterráneo conoce el mayor desastre geológico de su historia.
El volcán de Tera, hoy Santorini en las Cícladas, entra en erupción, provocando un desastre en toda la costa mediterránea.
Se vincula esta erupción volcánica a la desaparición de la civilización cretense.
En el mar Egeo, la erupción causa graves daños.
Muchas zonas quedaron a oscuras durante horas, incluso días.
Por último, las nubes volcánicas causan un cambio climático temporal.
Los posibles efectos secundarios de esta erupción masiva son muy similares a las diez plagas registradas en la Biblia.
Hace unos años, Gilles Lericolais, geólogo francés afincado en Ifremer y William Ryan, geólogo estadounidense de Nueva York, estudiaron la estratigrafía de la facies de cuenca del Mar Negro.
Así, han demostrado el llenado rápido de esta cuenca hace 7.500 años.
El Mediterráneo se había desbordado, puede ser que este desastre haya inspirado el mito del Diluvio.
Ambos hombres estaban interesados en las relaciones que puedan existir entre los grandes mitos y la geología.
Así llegaron a la conclusión de que el volcán había sido capaz de generar el 10 plagas.
Las Diez Plagas de Egipto:
“…. Todas las aguas del río se convierten en sangre…”
Según Gilles Lericolais, hay alrededor de las ignimbritas del Santorini muchas rocas formadas por la acumulación de restos de ácidos de lava como riolita, que dan a algunas playas de la isla en un tono carmín.
El terremoto provoca que dentro del área egipcia se rompan bolsas de aire, las mismas contenían gas con altas concentraciones de hierro y al hacer contacto con el oxígeno provocaron herrumbre que al diseminarse en el agua provocó el color rojo del agua.
La otra posibilidad es que el alto contenido de partículas volcánicas en ácido sulfúrico puede oxidar el hierro de las rocas del lecho del río y dar un color de agua roja reflejada.
“… Las ranas cubren Egipto…”
Jean Lescure, un especialista en anuros explica:
“Dos razones pueden impulsar a los anfibios a congregarse por miles.
La reproducción y el aumento repentino de la humedad del aire.”
En el semidesierto, después de una larga estación seca, salen los anfibios y se reproducen ciertos puntos del agua.
Salen de agujeros en el suelo donde se habían escondido buscando un poco de humedad.
Invaden pueblos y hogares para llegar a sus lugares de cría.
En aquellos primeros días, los anfibios eran mucho más numerosos a lo largo del Nilo.
El fenómeno podría parecer excepcionalmente grande a los ojos de la población.
“… El polvo de la tierra se convirtió en mosquitos”
“… Una gran cantidad de mosquitos vino [...] sobre toda la tierra de Egipto”
La tercera y cuarta plaga cae dentro del mismo marco que el de los anfibios.
Las moscas y los mosquitos también se benefician de la lluvia al proliferar en los climas cálidos.
Si la erupción de Santorini provoca un periodo de lluvia extrema, algunas especies se han beneficiado para reproducirse.
También sabemos que el cambio climático abrupto podría “alterar” algunas especies que se unen para escapar.
“... Todo el ganado de Egipto murió”
“… Todos los primogénitos morirán en la tierra de Egipto…”
Quinta y décima plaga de Egipto, el aumento repentino de las plagas de insectos como los mosquitos y las moscas está, sin duda, relacionado con el alto índice de mortalidad del ganado y los recién nacidos.
Dos epidemiólogos de América, John Marr y Curtis Malloy, se centran en dos especies muy comunes:
* Stomoxys calcitrans para las moscas
* Para los mosquitos Culex antennatus
La primera puede inocular enfermedades del ganado, tales como el ántrax.
El segundo, también hematófagos, se deleitan con la compañía de hombres y es vehículo de muchas enfermedades virales.
La muerte de ganado que afecta tanto a los caballos, asnos, camellos, bueyes, cabras y ovejas, se puede atribuir a muchos parásitos.
Uno de los culpables puede muy bien ser un mosquito, canithorax Culicoides.
Este insecto puede transmitir tanto los vectores de los virus de la peste equina como la enfermedad de la fiebre catarral ovina.
Estas enfermedades afectan a todos los animales domésticos, excepto al camello.
En general, las familias tienen animales en casa y los mosquitos pican a unos y otros contagiando enfermedades virales.
Los recién nacidos son especialmente vulnerables.
Por ello no es sorprendente que estos fueran las principales víctimas, en una época donde la mortalidad infantil era ya muy importante.
No hay pruebas de que sólo los hijos varones se vieran afectadas por estas epidemias.
“… La gente y los animales estaban cubiertos de llagas”
Las úlceras que se desarrollaron en algunas personas y animales podría ser causado por cualquier miasis.
Este término se refiere a todas las enfermedades y todos los trastornos de los tejidos externos causados por las larvas de dípteros (insectos).
Ellos son acompañados por las lesiones que tiene el aspecto de los furúnculos.
También hay algunas enfermedades parasitarias transmitidas por insectos como la leishmaniasis cutánea, que causa lesiones graves en la piel.
“... El Señor hizo que granizara sobre la tierra de Egipto…”
Durante la erupción del Monte Santa Helena en 1980, hubo una tormenta de granizo.
Si una erupción, puede suceder que el granizo no esté hecho de hielo, sino de picón (cenizas).
“… El saltamontes [...] cubre toda la superficie del país…”
Ahora son bien conocidas las invasiones de langostas.
Las áreas más importantes de la consolidación de esta especie es alrededor del Mar Rojo.
Una alteración importante del tiempo puede provocar una invasión de langostas del desierto que puede durar 20 años.
“… Hubo oscuridad…”
Las partículas volcánicas que llegaron a la estratosfera forma la mayor nube de polvo emitida por un volcán en el Mediterráneo oriental durante el segundo milenio antes de Cristo.
Esta nube sume a la región en la oscuridad durante varios días.
Una erupción volcánica no causa epidemias.
Sin embargo, la higiene se está deteriorando por falta de agua limpia por ejemplo, y enfermedades como el cólera aparecen muy rápidamente.
En la actualidad, en Egipto, muchas enfermedades pueden desarrollarse debido a la lluvia y el viento y, sobre todo, una higiene muy pobre.
Son la malaria, la esquistosomiasis, la leishmaniasis, la fiebre del Valle del Rift, encefalitis del Nilo occidental, fiebre tifoidea, etc.
Por otro lado, en el capítulo 14 del Éxodo, los hebreos se dirigen hacia un cuerpo de agua localizado en la extensión del mar Rojo.
Los antiguos egipcios lo conocen como Gran Negro.
Se encuentra en la ubicación actual de los lagos Menzaleh, Timsah y Amargos.
Las olas del Mar de los Juncos (y no los del Mar Rojo), se abrieron delante de Moisés y su pueblo, y se cerrará al paso del Faraón y su ejército.
Utilizando un modelo de reproducción de la cuenca del Mar Rojo y el Negro Grande, que incluye el Mar Rojo, Doron Nof (Florida) y Nathan Paldor (Israel) mostraron que los vientos moderados podría haber causado este tramo de intransitables aguas poco profundas.
Al soplar varias horas en el Golfo de Suez, que podría empujar el agua en una pared de 2,5 m de altura, la pared se ha derrumbado en el más mínimo cambio en la dirección del viento.
Hay muchos milagros bíblicos que la ciencia ha tratado de explicar, a veces con éxito.
Las 10 plagas de Egipto, por lo tanto podrían deberse, según los científicos a una serie bastante excepcional de acontecimientos que causa la erupción de Santorini.
Cualesquiera que sean nuestras creencias, es interesante observar que la ciencia no niega los méritos de los acontecimientos, sino por el contrario, confirma que es muy probable que realmente existieran.
El mito del diluvio es uno de los mitos bíblicos, ahora reconocido por muchos científicos.
La erupción de Santorini es el evento geológico más antiguo que la humanidad ha registrado y aparece en los libros sagrados de las tres grandes religiones.
Lo que si no está claro científicamente es como Moisés sabía de la existencia de estas plagas, sobre las causas y consecuencias de las mismas sobre Egipto…
Es un misterio divino…
Cabe destacar una serie de conclusiones respecto a la película en sí:
La lección narrativa o cómo contar una historia sin dejar que ésta decaiga ni un instante.
Es el gran secreto del cine.
Los efectos espectaculares acompañan y engrandecen, pero no son ni el núcleo ni la esencia de una buena película.
La sinceridad y la dedicación suelen dar buenos resultados.
Como escribió Julián Marías:
“No se puede pretender contentar a todo el mundo, ni a quien no quiere contentarse; hay que ser auténtico o personal, aunque después algunos, en su perfecto derecho a la subjetividad, discrepen de la obra realizada”.
Además, y por último, hay que tener el talento y buenos colaboradores.
DeMille gozó de ambos y de todo en esta película.
DeMille supo combinar el atractivo espectacular de un Barnum con la inventiva cinematográfica de Griffith.
La sola mención de su nombre simboliza la energía, la grandeza, el romanticismo y el mundo de ensueño que multitudes de toda lengua y condición querían encontrar, y que él supo hacer posible.

"The Ten Commandments, no son simples reglas que hay que cumplir para conseguir el favor personal de Dios: son los principios fundamentales por los cuales la vida humana debe regirse"
Cecil B. DeMille

“So let it be written, so let it be done...”



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