La Ciociara (Two Women)

“Mi piacerebbe vederti vivere come ho fatto io, dormire in un capannone!
E abbiamomangiato una volta al giorno, tutto qui”.

Espeluznante visita a las vidas anónimas en los últimos días del Duce, las noches de esperanza de una madre práctica que proyecta sus sueños frustrados en una hija con la belleza a punto de estallar.
Son días soleados para una mujer sin dueño que carga sobre su cabeza la maleta de sus recuerdos y el orgullo de su pueblo, y que terminará por descubrir que nadie está a salvo en la guerra.
No hay plano que no haga avanzar la historia, naturalista y vital hasta que el estupro se adueña del desarrollo y la convierte en un viaje sin retorno, desventurado, que termina fotografiado como una pietà moderna.
Esta película suma adolescencia, amor, ayuda, crimen, crecimiento, deseo, dinero, emigración, engaño, familia, fascismo, guerra, huida, melancolía, muerte, pasado, pérdida de la inocencia, persecución, relación madre-hija, religión, sufrimiento, supervivencia, viaje, vida bajo la ocupación, violación, violencia… Todo!
El cine llano de Vittorio De Sica, es una ventana a la más lacerante realidad que continúa estremeciendo con ese estilo donde ocupa un lugar preponderante la sencillez de la vida de la gente de la Italia más tradicional y pobre.
Denuncia y testimonio, hace desfilar ante la pantalla uno de los períodos más difíciles en la historia: la Segunda Guerra Mundial y la ocupación alemana en Italia.
La miseria, el hambre, el miedo y la muerte pasan a formar parte habitual del mundo que rodea a Cesira (Sophia Loren) y Rosetta (Eleanora Brown).
Los bombardeos, el ruido ensordecedor de los aviones en misiones ametrallando, llevando destrucción y muerte sin distinción de clases e ideología.
Y a pesar de la llegada gradual de soldados aliados y la retirada progresiva de los alemanes no cambia la situación que viven madre e hija, porque la guerra continúa.
Son interesantes los retratos que su director Vittorio De Sica, compone de los ancianos, los niños y las mujeres, como víctimas de una guerra que les afecta directamente.
Con habilidad y exactitud dibuja el comportamiento de los fascistas del pueblo, del comandante alemán que se deja invitar a comer una vez a la semana por la familia más acomodada de la localidad, de la desesperación de los soldados alemanes que se baten en retirada, de las reacciones del pueblo ante las noticias que llegan del frente -el desembarco aliado en Sicilia, el arresto de Mussolini, etc..., o de las amorales y poco éticas actitudes de algunos soldados aliados.
La película avanza y con ella la tragedia.
La llegada de los aliados no mejora las cosas, y los alemanes lanzan sus últimos coletazos rabiosos.
Todo ello enfrascado en un mundo dominado prácticamente por hombres, los cuales deciden el destino de todos.
La miseria y la brutalidad campa a sus anchas en La Ciociara.
Desde los títulos iniciales, vemos una Italia machacada.
Tanto la ciudad como los campos están poblados por refugiados y gente que no tiene para comer.
De Sica, como manda el estilo neorrealista que brillantemente trabajó, retrata estas penurias, las muertes, los dramas.
Conocemos los apuros de la valerosa madre para conseguir comida y para defender a su hija de los hombres.
Cesira es una mujer y una madre y no se arredra.
Su hija es toda su vida.
Este drama transcurre en 1943 en Italia durante los nueve meses de ocupación alemana en la 2ª Guerra Mundial.
Cesira es una campesina que, tras casarse, se va a vivir a Roma, pero se ve obligada a huir de la capital por el avance de la guerra.
Preocupada por su pequeña hija Rosetta, de trece años, Cesira decide refugiarse en casa de unos parientes en los montes de Ciociaria, donde a su llegada serán acogidas con mucho cariño.
La vida transcurre tranquila lejos del frente, casi ignorando el conflicto que está destruyendo el país.
Allí, Cesira encuentra el cariño de Michele (Jean Paul Belmondo), un joven filósofo comunista que quiere ser partisano y que, enamorado de ella, intenta persuadirle para que se una a la idea de un mundo nuevo, iluminado por un sentido más elevado de la justicia.
Michele es un hombre serio, un intelectual, un licenciado en letras que usa gafas; se va a enamorar de Cesira y a su vez la pequeña Rosetta se muestra encandilada ante él, lo que refuerza la función axial del personaje/ideología.
Pero Michele será capturado por alemanes que huyen de los aliados, y es entonces cuando Cesira y su hija se verán obligadas a huir de nuevo hacia Roma, lo que traerá unas consecuencias inesperadas.
La Ciociara es un film italiano de 1960 basado en la novela homónima de Alberto Moravia (La Ciociara), y con guión de Cesare Zavattini.
Moravia vivió los años de la guerra y fue testigo de las atrocidades que se nos cuentan en la película.
Además, es un autor cercano al comunismo, y toda la cinta tiene un tono antifascista –que se extiende a las fuerzas aliadas-, ideas que hablan a través del personaje de Jean Paul Belmondo.
Se trata de un film eminentemente centrado en la impronta femenina.
Moravia, nos describe en su libro a ambas mujeres, de la siguiente manera:
Cesira era viuda, tenía la cara redonda, los ojos negros, grandes y penetrantes y el pelo negro (...).
Tenía la boca roja como el coral y, cuando reía, enseñaba dos hileras de dientes blancos, regulares y apretados.
Era fuerte y sobre el rodete, en equilibrio sobre la cabeza, era capaz de llevar medio quintal. (...).
Su hija Rosetta tenía una cara como de ovejita, de ojos grandes, expresión dulce y casi acongojada, una nariz delgada que le bajaba un poco sobre la boca, una boca bella y carnosa que, sin embargo, sobresalía de la barbilla encogida, precisamente como la de las ovejas.
Tanto Moravia como De Sica componen un retrato fílmico impresionante del dolor, la crueldad y la devastación de la guerra, vista desde la óptica de esa madre volcada en la protección de su hija.
La actriz transmite todas y cada una de las distintas etapas por las que su personaje pasa, y todos y cada uno de los dispares sentimientos que la inundan, ya sea rabia, dolor, alegría, amor o indiferencia.
Realizada en 1960 por el prestigioso actor y director Vittorio De Sica, la película es un completo lucimiento para su actriz principal, Sophia Loren, sensualidad imponente físicamente, y eso sin enseñar absolutamente nada.
Y es que La Ciociara es única y exclusivamente Loren, brillando la actriz muy por encima de los demás elementos de la película, tanto artísticos como técnicos.
Por aquellos años la actriz estaba en lo más alto de su carrera, y el premio Oscar que ganó por esta producción, solo hizo más que consagrar su estrellato.
Un personaje femenino lleno de matices, y enormemente complejo dentro de su aparente sencillez, pues Loren interpreta a una mujer sencilla, hasta cierto punto ignorante de todo lo que le sucede alrededor con respecto a la contienda, pero es capaz de cualquier cosa, sea lo que sea, con tal de proteger a su adolescente hija, la cual está a punto de convertirse en una mujer.
Sophia Loren ganó el Oscar a la mejor actriz principal y el premio del Festival Internacional de Cine de Cannes por su excelente interpretación, sentida y natural.
Sensual y poderosa, impecable.
Fue la primera vez que el premio Oscar recayó en un actor, y más siendo actriz, de una película de habla no inglesa.
En cuanto al reparto, repito se deja gran parte del peso de la obra -en su vertiente interpretativa- a una arrolladora Sophia Loren, bellísima y en estado de gracia, que compone un personaje luchador e independiente con unos diálogos escritos con brillantez.
Resulta emocionante la descripción que se ofrece del afecto, cariño y afán de protección que tiene esta madre por su hija adolescente, frágil y vulnerable.
Es sin duda el tema central del film.
El resto del reparto es correcto, al lado de la actriz, tenemos a la joven Eleanora Brown, que debutaba en el cine con esta película, dando vida muy convincentemente a la hija de la protagonista, una chiquilla totalmente inocente y virginal, que tendrá que sufrir las desastrosas consecuencias de una guerra que nadie ha pedido, y enfrentar con dolor el paso de niña a mujer.
Y un jovencísimo Jean-Paul Belmondo, dando el toque político a la historia, como un enemigo acérrimo de los alemanes.
Resulta gratificante ver a un actor que luego se especializó en papeles de duro, en la piel de un personaje soñador y liberal, y teniendo las cosas muy claras en política, pero inexperto en otros aspectos de la vida, como el amor.
La música, de Armando Trovajoli presenta unas melodías sencillas y populares, acordes a la historia.
La fotografía, en blanco y negro, es austera, sobria y bien contrastada, con emocionantes claroscuros.
Hay diversas escenas que son de una estética y un arte digno de mención: por ejemplo cuando madre e hija están de noche acostadas en la misma cama y se ve en el ángulo superior izquierdo de la pantalla una lamparilla de aceite encendida bajo una imagen de la Virgen María (ahí, la tres están iluminadas, como representando la luz que conlleva toda mujer); también la declaración de amor del joven izquierdista a la viuda, junto al pequeño cementerio de la aldea, bajo un cielo cubierto de nubes oscuras y el inicio de un chaparrón; o la escena de las dos mujeres bajadas del tren y llevando las maletas sobre la cabeza ante las miradas y voces de los alegres soldados alemanes.
La última parte de la película, la más dura y sobrecogedora, destroza al espectador, que siente encogerse el corazón y el estómago dar vueltas.
El desastre, la pérdida total de la humanidad, la masacre de los cuerpos, la certeza de una vida miserable.
El final de la película recuerda al mismo inicio en la tiendecita romana.
La madre y la hija se abrazan entre lágrimas, sabedoras de que ya no queda más amor para ellas en el mundo.
Llama la atención, la emotiva y sugerente escena final, que recuerda a un cuadro donde se representa a la imagen de la Virgen María y el niño Jesús.
Escena reminiscente de la iconografía cristiana.
Es curioso considerar que la Loren es virgo de signo astrológico, símbolo de la mujer pura e inalcanzable, a pesar de su belleza, que aún conserva con gran dignidad, voluptuosidad, e incluso experiencia.
Pienso que a través de la imagen de esta escena final se nos propone la idea subconsciente de que a pesar de las amargas vicisitudes que sufren las protagonistas, pervive sin embargo en ellas una simbólica y arquetípica virginidad, en el sentido más amplio y profundo del término.
Este final, nos dice que a pesar del sufrimiento de las protagonistas, perviven en ellas el sentimiento de bondad, pureza y devuelve al film la esperanza perdida. 




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